Por Héctor O. Becerra* - (para La Tecl@ Eñe)
Cristina Kirchner pasó por el Parlamento Europeo que
sesionaba en Bruselas y criticó duramente al presidente Macri y a los medios de
comunicación. Dijo sobre los medios: “estamos frente a una sociedad que no está
capacitada para leer lo que pasa detrás de las noticias, que no tiene los
instrumentos como para poder leer todo lo que le dicen y le cuentan. Estamos
ante un fenómeno comunicacional y de información muy diferente al que conocimos
nosotros a través de los libros”. Para solucionarlo, la ex presidenta propuso“ desarmar
los paraísos mediáticos”.
Pretendemos recoger el guante ya que coincidimos con el
diagnóstico de la ex mandataria. El planteo supone cuestiones bien específicas
que van más allá de la política y la ideología ya que la comunicación y la
información son temas que merecen ser analizados desde un marco específico.
¿Cuál es ese fenómeno comunicacional e informativo tan diferente al que
conocemos? Si bien Cristina nos alerta; por otra parte, ella misma parece haber
experimentado y padecido el fenómeno mediático.
El 09 de marzo de 2009, Néstor Kirchner en un acto
partidario expresó: “¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?” inaugurando un
estilo de comunicación política que la ex mandataria intentó continuar y
profundizar, aunque no siempre haya resultado eficaz.
Cristina es elegida por primera vez en la historia argentina
en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) con más del 50% de
los sufragios (casi 10 millones y medio de votos), a pesar de la oposición del Grupo
Clarín. El diario Tiempo Argentino analizó lo sucedido para lo cual
llevó adelante una investigación donde relevó las tapas del Gran diario
argentino entre el 26 de mayo de 2010 y el 16 de agosto de 2011. De 445
tapas, el 78% -es decir 347- tenían por título principal una noticia negativa y
sólo el 7,1% -es decir 32- se referían a noticias con enfoque positivo. Esta
tendencia a la elección de acontecimientos negativos y su posterior valoración
en el mismo sentido responde a una clara intención editorial de mostrar al
gobierno nacional como responsable del clima de convulsión social, la
incertidumbre económica y el autoritarismo político.
El Grupo Clarín alardeaba ante funcionarios públicos y
extranjeros, empresarios y gremialistas de su capacidad de influir sobre los
gobiernos democráticos y dictatoriales. El poder del discurso hegemónico se
canaliza de manera dogmática y autorreferencial por más de 200 medios de
comunicación que integran el multimedios. La capacidad de marcar agenda se
podía resumir en una frase popular “ningún presidente resiste tres tapas de Clarín en
contra”.
Podríamos concluir que Cristina no sólo había soportado esas
tres tapas; sino que había salido victoriosa frente a las 347 previas a su
elección. Ante esta derrota Clarín pretendió tapar el sol con la
mano; sin embargo, otros medios no permanecieron indiferentes frente a un
fenómeno comunicacional de tales dimensiones.
El 21 de agosto de 2011 Página/12 convocaba a
cuatro académicos para interrogarlos sobre la pérdida de la influencia del
multimedio sobre el electorado. Glenn Postolsky, director de la carrera de
Ciencias de la Comunicación en la UBA, Alejandro Kaufman que lo antecedió en el
cargo, el semiólogo Roberto Marafioti y el sociólogo Alberto Quevedo trataban
de dar una respuesta acerca del alcance y las limitaciones de la influencia
mediática en la campaña electoral.
Luego de haberse impuesto en las PASO, Cristina decidió no
dar más conferencias de prensa. A partir de ese momento resolvió comunicarse a
través de la cadena nacional u oficial -que es el conjunto de radios y TV
cuando suspenden su programación para transmitir mensajes esenciales de los
gobernantes- y de las redes sociales específicamente los tweets, que
permiten enviar mensajes de corta longitud con un máximo de 140 caracteres que
se muestran en la página del usuario a la cual otros usuarios pueden
suscribirse para seguirlos en lo que se comunica. Ese estilo de comunicación
tomó finalmente el nombre de: Presidencia inmediata.
Hasta aquí tenemos dos situaciones bien puntuales que
intentamos analizar, ya que –como sugiere Cristina- estamos frente a un
fenómeno comunicacional e informativo muy diferente al conocido.
1) las 347 tapas negativas de Clarín que pretendían
influir en el electorado de las PASO y
2) el estilo de comunicación que llamamos Presidencia
inmediata.
Hacia fines de los años ´30 los medios masivos de
comunicación habían tomado gran desarrollo. De allí que surgen en EE.UU la teoría
cibernética y la teoría físico-matemática como un intento de
explicar los fenómenos de la comunicación. Nacen de la observación de cómo
transmiten información las máquinas, principalmente el telégrafo que es el
aparato que sirve para comunicar mensajes a larga distancia mediante impulsos
eléctricos que circulan por un hilo metálico.
De acuerdo con lo que plantea la teoría cibernética y
la teoría físico-matemática el proceso de la comunicación consistiría
en el pasaje de datos desde un emisor que codifica el
mensaje y lo hace circular por un canal hasta un receptor que
lo recibe y lo decodifica.
Todas estas teorías suponían que los mensajes emitidos
incidían directamente sobre los receptores del mensaje y que frente a estos
estímulos el público reaccionaba inmediatamente y de manera uniforme y, además,
estaba impedido de sustraerse a la influencia mediática.
En las dos situaciones que estamos analizando –a
contramarcha de lo que sostienen las teorías mencionadas- nos encontramos con
que eso no sucede. En el caso de las 347 tapas negativas, el mensaje emitido
por Clarín no es leído y entendido, ni inmediatamente, ni de manera uniforme,
por los receptores. Por lo tanto, los lectores han podido sustraerse a la
influencia mediática del medio.
Con respecto a la ex mandataria, vemos la aspiración de
llegar a la gente de una manera directa. Decide, entonces, suspender las conferencias
de prensa cuyos interlocutores son necesariamente los periodistas de los
diferentes medios. Ellos, que representan los intereses comerciales e
ideológicos de las corporaciones mediáticas, sólo podían intermediar y
distorsionar lo que Cristina pretende transmitir a su pueblo.
De esa forma se alimentaba la ilusión positivista de llegar
al público, los ciudadanos, receptores del mensaje, de una manera inmediata y
uniforme. Nuevamente, esas dos características de las teorías cibernética y físico-matemática de
la comunicación que alimentan una aspiración que en la práctica no se producen.
Lo que parece haberse ignorado en ambas situaciones; o para
decirlo en términos de Cristina -lo que cae fuera de la esfera de lo que
conocimos en los libros- toda teoría implica una ficción que sin embargo
produce en sus adherentes una idealización que los lleva a suponer una
completud entre lo que se pretende teorizar y la teoría. En el caso de las teorías
cibernética y físico-matemática ¿cómo se supuso que el lenguaje
humano pudiera funcionar de una manera similar al de las máquinas,
específicamente el telégrafo? ¿No se aprecia que esta teoría deja de lado la
cuestión de la subjetividad y todo lo que la influye: los procesos familiares,
sociales, históricos, culturales y políticos?
A partir de formular esta cuestión surgen dos líneas de
análisis. La primera sostiene que el lenguaje es instrumento del sujeto. El
sujeto utiliza el lenguaje para comunicarse.
Un emisor codifica el mensaje y
lo envía a través de una vía, o canal y el receptor lo recibe y
lo decodifica. Pero, a poco que el lenguaje se complejiza como serían las
situaciones que estamos analizando, vemos que la teoría cibernética y
la físico-matemática de la comunicación se tornan insuficientes para
dar cuenta de los problemas surgidos del seno mismo del lenguaje.
Las teorías cibernética y físico-matemática planteaban
el código a la izquierda y el mensaje a la derecha; pero,
resulta que aunque el mensaje esté cargado de intencionalidad por el emisor,
el receptor puede entender algo diferente.
En el grafo lingüístico apreciamos una nueva
teoría de la comunicación. Allí podemos observar que el código se ubica a la
derecha y el mensaje a la izquierda. La variable que representa al
sujeto cruza la línea que representa a la lengua, da una curva y vuelve a
descender cruzando nuevamente la línea del lenguaje. El semicírculo que va
desde código a mensaje, define la resignificación que se produce
en la comunicación. Mientras la comunicación de Clarín –las 347
tapas- intenta seguir la direccionalidad que va de izquierda a derecha, la
resignificación –en rigor deberíamos decir la significación- se desplaza en
sentido retrógrado, de derecha a izquierda.
¿Por qué el supuesto receptor resemantiza el
mensaje; es decir, lo interpreta? Porque los votantes de Cristina –muchos de
ellos lectores de Clarín- han roto el pacto de credibilidad con el medio;
de allí que éste no haya podido constituir un escenario de opinión pública
negativa para el gobierno nacional. Por otra parte, la desmentida cotidiana del
programa de TV 6, 7, 8 respecto de las falsedades y distorsiones de Clarín puede
haber influido, si no en el voto, sí en la posibilidad de referenciar a quienes
se ubicaron en un lugar antagónico.
Surgen elementos para pensar si los sujetos que intervienen
en una comunicación no terminan siendo ellos instrumento del lenguaje;
pareciera que el lenguaje es el que termina determinándolos. Cristina sostenía
que había dejado de hablar con los periodistas “para no decir lo que ellos
quieren escuchar”. Una vez que lo consiguió se encontró -en unas conferencias
que dio en Georgetown y Harvard- con las incómodas preguntas de unos alumnos
universitarios que la volvían a ubicar en el lugar de donde intentaba correrse.
El grafo lingüístico que utilizamos arriba para
poder pensar una teoría de la comunicación que contemple la posibilidad de que
el receptor del mensaje siempre está presto a resemantizarlo, es decir, interpretarlo
desde su subjetividad, pertenece a la autoría de Jacques Lacan. Está construido
en base a las influencias que el psicoanalista francés recibe de la lingüística
estructural que arrancan con el Curso de lingüística de Ferdinand de
Saussure, los Ensayos de lingüística general de Román Jacobson y los
dos tomos de Los problemas de lingüística general de Émile
Benveniste. Convengamos que éstas son lecturas que todavía necesitan ser
exploradas y divulgadas, tal vez por eso Cristina sostuviera que caen fuera de
la esfera de lo que conocíamos. Como en otros campos del saber la comunicación
y la información requieren de una capacitación y actualización permanentes.
*Psicoanalista y escritor. Su último libro La maravilla
de estar comunicado.