jueves, 27 de noviembre de 2014

Estado, monopolio de la violencia y legitimidad

Ángel Guerra Cabrera - http://m.jornada.com.mx/index.php?articulo=036a1mun&seccion=opinion&amd=20141127

Max Weber afirmó que el Estado ejerce el monopolio de la violencia por definición. Pero añadía que esa facultad debe cumplirse a través de un proceso “de legitimación”, que en el caso de las monarquías absolutas es aceptada por los subordinados como derecho divino; pero también puede provenir de un liderazgo carismático (los subordinados aceptan el poder basándose en la santidad, heroísmo o ejemplaridad de quien lo ejerce) o de una legitimidad racional (los subordinados aceptan el poder de acuerdo con motivaciones objetivas e impersonales) que deviene en sinónimo de legalidad.

De una manera sencilla y más de un siglo antes, el lúcido Rousseau establece que la legitimidad la otorga la “voluntad general” de los sometidos al poder.

Versión que se aviene con el concepto moderno de democracia como gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, feliz definición de Abraham Lincoln.

Lo que ocurre con estas definiciones es que flotan en el aire si no se considera al Estado como portador del interés de las clases sociales dominantes.

En América Latina tenemos gobiernos de orientación popular y política exterior independiente de Washington, que en distintos grados representan y defienden los intereses de las clases populares. Entre ellos Cuba y los demás estados integrantes del Alba han avanzado considerablemente en instituir la participación popular en la toma de decisiones sobre políticas públicas. Pero también los gobiernos de Argentina, Uruguay y Brasil escuchan al pueblo y tratan de abrirle canales de participación en las decisiones.

Mientras tanto, México, Colombia, Perú y Chile, miembros de la Alianza del Pacífico, se reconocen como aliados de Estados Unidos y su política exterior e interior responde, aunque no siempre totalmente, a los dictados de Washington.

En Chile, aunque se mantienen en lo esencial las políticas neoliberales en la esfera económica y no se reconocen sus derechos al pueblo mapuche, la presidenta Bachelet trata de acercarse más al proceso de unidad latino-caribeño y de dar repuesta al formidable movimiento estudiantil y popular a favor de la educación pública y gratuita y en contra de la hiriente desigualdad social.

El gobierno de derecha de Santos en Colombia debe su elección al apoyo de la izquierda y del movimiento popular en virtud de su compromiso con el proceso de paz en contra de la voluntad del feroz sector oligárquico encabezado por Álvaro Uribe y apoyado por la extrema derecha yanqui.

Si el proceso de paz llegara a buen puerto implicará un empoderamiento de los sectores más conscientes, que seguramente presionarán para debilitar o abrogar el tratado de libre comercio con Estados Unidos, impulsar la soberanía alimentaria, la vigencia de los derechos políticos y sociales y reclamar participación en la decisión del destino del país.

En México se observa una profundización de las políticas neoliberales que privatizaron el enorme patrimonio público y crearon una rapaz plutocracia cuya única divisa es la ganancia, empobrecieron a más de la mitad de la población, anularon importantes derechos garantizados por la Constitución de 1917 y generalizan un clima de extrema violencia, corrupción e impunidad que ha llevado a una insondable crisis de legitimidad de todas las instituciones del Estado, la mayor desde los albores de la Revolución de 1910.

Aquellas lacras no son nuevas pero el neoliberalismo las ha catalizado exponencialmente al expulsar a la población del campo hacia Estados Unidos o las ciudades, privar de la oportunidad de estudiar y trabajar a generaciones enteras de jóvenes, y desencadenar una guerra, supuestamente contra el narco, pero cuya víctima principal es el pueblo. Mientras tanto, la droga continúa fluyendo eficientemente hacia el mercado estadunidense y de allá siguen llegando puntualmente las armas con que se mata a decenas de miles de mexicanos, inocentes en su mayoría. El ecocidio avanza a la par que la minería y las nuevas concesiones a las transnacionales.

La tragedia de Iguala, con todo y lo indignante y doloroso que resultan sus seis muertos y 43 desaparecidos ha venido a confrontar a la sociedad con la realidad de que los mencionados procesos llegaron a su punto crítico. La digna, valiente y unida actitud de los padres de los 43 ha actuado como desencadenante de una acumulación de sentimientos y aspiraciones de amplísimos sectores del pueblo, que estaban madurando, pugnando por salir a flote, y de repente han encarnado en la conciencia social.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La izquierda a 25 años de la caída del Muro de Berlín

Hugo Moldiz Mercado - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=4074

En 1989, en medio de un descontento social con una forma concreta de materialización del socialismo y una hábil estrategia de desestabilización impulsada por Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría, se produjo el derrumbe del Muro de Berlín como antesala del desmoronamiento del socialismo en Europa del Este. ¿Cómo se encuentra la izquierda a veinticinco años de ese acontecimiento universal?

Una mirada de la geografía política de América Latina veinticinco años después del derrumbe del bloque socialista europeo permite identificar a tres tipos de fuerza social y política, sus puntos de encuentro y las formas de su despliegue en la lucha contra el capitalismo, en una coyuntura mundial particularmente compleja caracterizada por la crisis multidimensional del capitalismo como fenómeno planetario.

Esta mirada permite evidenciar que América Latina es el “pequeño lugar del mundo” –como le diría Marx a Engels a propósito de las revoluciones europeas-, donde están ocurriendo muchas cosas. Una irrupción “no convencional” en la escena política de movimientos sociales, particularmente indígenas y de ciudadanos, bajo el liderazgo de un militar revolucionario, un dirigente campesino y un intelectual, forman parte de revoluciones del siglo XXI que están encontrando en la ampliación de la democracia y la distribución de la riqueza social, sus dos ejes fundamentales.

Pero estas “nuevas formas” de irrupción en la lucha anticapitalista y antiimperialista se articula de manera específica con la izquierda del siglo XX que no ha sucumbido a los cantos de sirena del “fin de la historia”, en medio de un despliegue donde el debate sobre reforma o revolución adquiere un sentido diferente respecto de los siglos XIX y XX.

Izquierda revolucionaria

Una izquierda revolucionaria, particularmente presente de manera predominante en los gobiernos y Estados miembros del ALBATCP. Estamos hablando de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador.

El común denominador de este grupo de la izquierda revolucionaria es que desde sus Estados, gobiernos y partidos/movimientos político-sociales apuestan por actualizar el socialismo, en el caso de Cuba, y de construir un orden posliberal no capitalista, en los otros, ya se llame Socialismo del Siglo XXI en Venezuela, Socialismo Comunitario o Vivir Bien en Bolivia, Buen Vivir en Ecuador y Socialismo Humanista en Nicaragua. A este bloque obviamente hay que sumar al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador que llega al gobierno con Mauricio Funes en junio de 2009 y continúa desde enero con Salvador Sánchez Cerén (Cmte. Leonel).

Los orígenes de esta izquierda son distintos. En tres de ellas (Cuba, Nicaragua y El Salvador) se encuentran en la segunda mitad del siglo XX, al influjo del camino de esperanza abierto por el triunfo de la Revolución Rusa de 1917 y el desarrollo de la primera experiencia socialista. En los casos de Bolivia, Venezuela y Ecuador están en la década de los noventa del mismo siglo, aunque adquieren su verdadero “sentido histórico” al comenzar el siglo XXI, inaugurando –a manera de parafrasear a Alejo Carpentier– un siglo de luces, en medio de la penumbra sembrada por el dominio del capital.

A esta izquierda es que hay que “echarle la culpa” de haber sacado de entre los escombros la vigencia de la palabra revolución, claro está, siempre reconceptualizada en directa correspondencia con las condiciones objetivas y subjetivas de cada momento. Las revoluciones rara vez comienzan como tales. [1] Son creaciones heroicas de los pueblos y de sus líderes que la mayor parte de las veces superan los planes estratégicos. No hay felizmente recetas de ninguna naturaleza y las revoluciones, miradas como procesos y no como actos, siempre imponen desafíos que, para ser encarados exitosamente, demandan de los pueblos y las fuerzas políticas y sociales una necesaria duplicación de esfuerzos.

Salvo Cuba, donde la revolución social se encuentra –con sus ideas y vueltas– en un proceso de actualización desde 2010 –aunque habrá que decir en rigor que su renovación [2] ha sido permanente desde aquel histórico triunfo en 1959–, en el resto de los países al mando de la izquierda revolucionaria se ha producido un desplazamiento de los viejos bloques en el poder por otros y se colocan todavía en el plano de revoluciones políticas, restando mucho por recorrer para ser catalogadas como revoluciones sociales propiamente dichas.

Dentro de este primer bloque de las fuerzas de izquierda en la región, como ya se ha señalado, también figuran aquellas fuerzas que no han llegado a la categoría de gobiernos y que desarrollan, por tanto, distintas modalidades de oposición a gobiernos de derecha. El ejemplo más destacado de este subgrupo lo representa la insurgencia armada colombiana de las FARC-EP y el ELN, cuyas causas estructurales que explican su aparición hace décadas no han sido resueltas y que apuestan ahora, a manera de ponerse a tono con la emergencia de un movimiento social pro constituyente, a una salida política negociada al conflicto armado.

La izquierda reformista

Una izquierda reformista, constituida por los partidos en función de gobiernos en Brasil, Argentina y Uruguay. El que se lleva la flor es obviamente el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, que tampoco es algo homogéneo. En Uruguay también encontramos dentro del Frente Amplio (FA) a partidos y movimientos más de izquierda, aunque determinados a comportarse en la línea de la reforma por una serie de factores objetivos y subjetivos propios de la especificidad actual de su país. En Argentina dentro del kirchnerismo hay corrientes de izquierda muy importantes, todas ellas empero bajo el paraguas del peronismo.

Pero la izquierda reformista también está fuera del gobierno. De todas ellas, destacan las organizaciones políticas mexicanas: el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Partido del Trabajo (PT), que no terminan de quebrar el sistema político hegemonizado durante décadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y después por el Partido Acción Nacional (PAN), en lo que parece ser una hegemonía neoliberal canalizada por ambas fuerzas. En 2006, un vergonzoso fraude electoral le arrebató a Andrés Manuel López Obrador –el líder más visible de esta parte de la izquierda mexicana– la presidencia de la república.

Esta izquierda partidaria de la reforma, como habla una larga tradición latinoamericanista y mundial, no es homogénea, pues si bien comparten la idea de la gradualidad, hay partidos que sustentan a los gobiernos progresistas que reivindican el horizonte socialista, aunque también hay de los que piensan en un “capitalismo serio” y “más humano”. Entre los que no reniegan del socialismo, pero apuestan a llegar a esa meta mediante una serie de acercamientos sucesivos –lo cual ya plantea una concepción de la historia bastante lineal–, pesa mucho en la formulación de su estrategia y táctica concretas la certeza de que las reformas adoptadas desde el poder político del Estado pueden conducir, sin traumas de ningún tipo, a superar el orden capitalista.

Esta es una izquierda “posibilista”, [3] que se mueve entre reivindicar algunos ejes del socialismo y otros de un nacionalismo revolucionario que continúa aspirando a materializar el mito del desarrollo, sin proponerse romper con las estructuras que hacen ese “todo” capitalista. También están los reformistas, los que no reniegan del capitalismo, pero lo quieren más humano y serio –lo cual ya es otro problema de concepción-, entre los que prevalece mucho el sueño de construir Estados-nación cohesionados y un capitalismo latinoamericano –con el liderazgo de las burguesías nacionales, no todas, de unos cuantos de esos países–, capaz de tomar decisiones autónomas respecto del centro imperial.

Pero, a diferencia del siglo XX, en la actualidad existe cierta aproximación entre la izquierda revolucionaria y la izquierda reformista. Hay momentos en que la línea de separación entre ambas vertientes es tan tenue que los esfuerzos por diferenciarlos se caen abajo. Es decir, en momentos como los de ahora, con una burguesía imperial que se atribuye el derecho de fijarle el destino a todo el mundo, es posible encontrar más coincidencia entre los reformistas que discursivamente no niegan el socialismo y la izquierda revolucionaria que lo reivindica abiertamente. Al preguntarse qué entender por gobiernos de izquierda y progresistas en la América Latina del siglo XXI, Roberto Regalado lo plantea de la siguiente manera:

“Los denominados gobiernos de izquierda y progresistas electos en América Latina desde finales de la década de 1990, son en realidad gobiernos de coalición en los que participan fuerzas políticas de izquierda, centroizquierda, centro e incluso de centroderecha. En algunos, la izquierda es el elemento aglutinador de la coalición y en otros ocupa una posición secundaria. Cada uno tiene características particulares, pero es posible ubicar a los más emblemáticos en dos grupos, y hacer referencias a los casos que no encajan en alguno de ellos. Estos grupos son: 1) gobiernos electos por el quiebre o debilitamiento extremo de la institucionalidad democrático neoliberal, como ocurrió en Venezuela, Bolivia y Ecuador; y, 2) gobiernos electos por acumulación política y adaptación a la gobernabilidad democrática, definición aplicable a Brasil y Uruguay. Además, están los casos singulares de Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Argentina y Perú”. [4]

La vieja y nueva ultraizquierda

La vieja y la nueva ultraizquierda, que como ya hemos señalado, abona con su concepción idealista el terreno para el despliegue de las fuerzas de derecha, incluido obviamente al imperialismo. De la vieja ultraizquierda ya es conocida su experiencia y sobre todo la aplicación mecánica del marxismo, al cual lo han convertido en Biblia. Es esa izquierda que, por citar un solo ejemplo, tiene una concepción economicista y reduccionista del proceso de formación de las clases sociales, lo que le ha llevado a uno cierto tratamiento colonial de los pueblos y las naciones originarias.

En la nueva ultraizquierda quizá es posible identificar dos tipos de corrientes: los autonomistas más radicales y los esencialistas medioambientalistas. Las primeras son bastante hipercríticas con los gobiernos de izquierda y progresistas de América Latina por no acelerar la desaparición del Estado. Los segundos cuestionan todo tipo de proyectos de industrialización y niegan la existencia de las clases sociales independientemente de la voluntad de los sujetos; es una izquierda radicalmente medioambientalista. Ambas corrientes terminan coincidiendo en su férrea oposición a gobiernos como los de Evo Morales y Rafael Correa, y favoreciendo, sin pretenderlo, la estrategia de desgaste que el imperio ha puesto en marcha. En ambas la acusación del surgimiento de un ”neoextractivismo progresista” es el principal eje discursivo.

Algunos puntos de encuentro

Un punto de encuentro entre las fuerzas revolucionarias y las partidarias de la reforma social progresista, es la apuesta por una democracia mayor de la que ha conquistado el continente después de cerca de 25 años de dictaduras militares, de democracias restringidas y de la aplicación de la estrategia de la gobernabilidad democrática, todas impulsadas por los Estados Unidos. [5] Es conocido que ante el desgaste de las dictaduras militares de “seguridad nacional”, el imperialismo puso en marcha, a partir de la administración Carter (19771981) un repliegue ordenado de los militares a los cuarteles, a la par del ejercicio de democracias controladas altamente compatibles con sus intereses estratégico en la región. También es conocido que a partir de Bush se viene ejecutando la estrategia de la gobernabilidad democrática en la que se registraron, por más de una década, alternancias dentro del mismo proyecto de dominación imperial.

Tanto desde la izquierda revolucionaria, que en el pasado muchas veces absolutizó el uso de la violencia como único método de transformación –confundiendo las vías con el objetivo–, como desde la izquierda reformista, que históricamente minimizó el papel de la movilización social a favor de las negociaciones cupulares, se ha ido aportando, en la teoría y la práctica, a una concepción de la democracia superadora de los estrechos límites liberales. La democracia, por tanto, se convirtió en un espacio de disputa de proyectos antagónicos, [6] entre la gama de izquierdas anteriormente señalada y las fuerzas de derecha, con el añadido que las segundas se han visto cada vez más tentadas de retornar al uso de la violencia cuanto más las primeras han ido conquistando posiciones. Ese es el caso de lo que ha sucedido con el fallido golpe de Estado contra Chávez, en 2002, los planes desestabilizadores contra Evo Morales, en 2008, el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras, en junio de 2009, y el intento de derrocamiento de Correa en Ecuador, en 2010.

Este uso contrahegemónico de la democracia, [7] que ayer fue un instrumento de desideologización y desorganización del pueblo, le ha permitido a las fuerzas de izquierda –revolucionarias y reformistas– enfrentar exitosamente batallas electorales y ganar el gobierno con una perspectiva distinta a la pensada por los ideólogos del imperialismo. Es decir, la apuesta de incorporar a la izquierda en la carrera electoral como forma de domesticación ha funcionado parcialmente en la década de 1990, por la vía de la “captación” de una buena cantidad de partidos e intelectuales de la izquierda reformista, muchos de ellos bastante próximos a la socialdemocracia europea, ya que se encuentra en proceso de negación desde principios del siglo XXI por la fuerza y la direccionalidad distinta que le ha dado la izquierda revolucionaria a su participación en la lucha electoral.

Otro punto de encuentro es la integración de América Latina y el Caribe por encima e independientemente del corte político-ideológico de los Estados, gobiernos y las fuerzas políticas. En esta confluencia hay razones históricas y pragmáticas que tienen que ver con el objetivo de alcanzar una mayor interrelación entre países que juntos cuentan con la mayor reserva de gas natural, agua dulce, biodiversidad y minerales del planeta.

La contradicción entre la apuesta por un orden social radicalmente distinto al impuesto por el capital y el impulso de un capitalismo latinoamericano “serio y humano” pasa por un tiempo, no sabemos cuánto, a un segundo plano frente a la coincidencia general entre las fuerzas sociales y políticas que sustentan ambas perspectivas estratégicas para avanzar hacia una mayor independencia económica y soberanía política [8] frente al imperialismo y el capitalismo central.

Siempre, en el marco de los puntos de encuentro, ambos tipos de izquierda han puesto en marcha, allá donde son gobiernos, programas de redistribución de la riqueza nacional, especialmente expresados en bonos sociales, para atender a los sectores más vulnerables de la población: niños, ancianos, mujeres embarazadas, desempleados y otros. De hecho, dado los efectos negativos provocados por el neoliberalismo en más de dos décadas, no hay partidos y movimientos en funciones de gobierno en América Latina y el Caribe que no haya apelado, desde el primer año de sus mandatos, a estas modalidades de transferencias de recursos a amplios segmentos de la población, con lo cual –según reconocen estudios de las Naciones Unidas y la CEPAL–, han sacado a porcentajes significativos de la población de la extrema pobreza.

A manera de cierre

Para ir finalizando, con este trabajo lo que se ha querido es plantar tres ideas centrales:

1. América Latina atraviesa por su tercer momento emancipador en las condiciones del siglo XXI, mucho más complejas que las de los siglos XIX y XX. A este momento no se hubiera llegado sin la consecuencia estratégica y la habilidad táctica de la Revolución Cubana –que es la cara más visible de la izquierda revolucionaria del siglo anterior– y sin la irrupción de otras fuerzas revolucionarias “no convencionales” en el presente siglo.

A esa izquierda cubana que ha inscrito con entrega y sacrificio su nombre, hay que sumar en su reconocimiento a la gama de movimientos de la década de 1930, aunque solo se propusieran una reforma social progresista –lo que ya era tremendamente revolucionario para ese período de entreguerras– y al FMLN de El Salvador, la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG), el FSLN de Nicaragua, el Movimiento de la Nueva Joya de Granada, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) de Chile, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de Uruguay, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina y otros que aportaron a las luchas por la liberación nacional y el socialismo.

Esta es una izquierda que priorizó, sobre todo, el método de la resistencia y la lucha armada, por lo tanto con esquemas de organización y de relación con el pueblo adecuados a la vía históricamente determinada por la realidad objetiva. Ni más, ni menos. Que de todos esos intentos solo hubiesen triunfado las revoluciones cubana y nicaragüense –de las dos, la segunda tuvo que resignarse a dejar el poder al perder las elecciones generales diez años después–, no invalida lo que se hizo, ni tampoco oculta los errores estratégicos que se cometieron.

En la izquierda revolucionaria del siglo XXI, que se desarrolla en condiciones más complejas por la fase en la cual está la dominación imperialista, el método privilegiado es la lucha social y política de masas. Le corresponde a los movimientos sociales –no a todos– el mérito de haber “fundido” la lucha social y política en una sola, de construir sus organizaciones políticas desde lo sindical, de incorporar la participación de militantes de la izquierda revolucionaria del siglo XX, de construir un sujeto histórico a la medida de su tiempo (plural) y liderar procesos de cambio.

Las condiciones objetivas y subjetivas en las que se ha movido la izquierda revolucionaria del siglo XX son radicalmente distintas de las que acompañan hoy a la izquierda –revolucionaria y reformista– del siglo XXI. No hay que olvidar que lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones; [9] lo otro es idealismo puro elevado a la categoría de metafísica. Entonces, las diferencias entre una izquierda y otra están determinadas por las realidades distintas en las que se han movido y el denominador común es la lucha por la emancipación.

2. En este tercer momento emancipador de América Latina, que se inicia con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, la condición de posibilidad de avanzar hacia el horizonte de la emancipación plena –lo que equivale en la hora presente pasar de la revolución política a la revolución social a través de un complejo y largo proceso de transición–, está en dependencia de la capacidad que tengan las fuerzas radicales para sumar otros esfuerzos y no caer en la tentación de adoptar falsas posturas, idealistas y románticas, que a lo único que pueden ayudar es al desmoronamiento de los cimientos que se están construyendo.

No por siempre decirse se ha actuado en consecuencia. No hay que perder de vista al enemigo principal. El conquistar una mayor autonomía de los Estados –muchos de ellos gobernados por la izquierda reformista– frente a los Estados Unidos es un golpe muy duro para la insaciable sed de dominación del imperialismo más poderoso que la humanidad haya conocido jamás. Y al mismo tiempo, esas reformas, sin una izquierda revolucionaria que sepa halar la pita cuando tenga que hacerlo, tampoco darán el resultado que se espera. Ahí el papel de los movimientos revolucionarios.

Esto no implica asumir el posibilismo del siglo XXI, quizá mucho más negativo que el conocido en el siglo XIX, pues los problemas que enfrentaba la clase obrera en ese momento son de lejos menores de los que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. No es inmovilismo sino una permanente creatividad, en medio de una revolución ininterrumpida, que tenga en cuenta el grado de maduración de las condiciones objetivas y subjetivas para preparar cada salto que se pretenda dar en esta larga lucha.

3. La izquierda, revolucionaria y reformista, a 20 años del derrumbe de la URSS y el bloque socialista en Europa, está en condiciones favorables para la disputa por la hegemonía, en parte porque se “latinoamericanizó” el pensamiento emancipador. Y esto se lo hizo recogiendo el mejor aporte de los clásicos del marxismo y de muchos de sus consecuentes seguidores, pero también sacando del fondo de los baúles las grandes contribuciones de pensadores y luchadores latinoamericanos como Bolívar, Martí, Mariátegui, el Che Guevara y otros, además de recibir con humildad las enseñanzas de Fidel Castro.

La izquierda en América Latina está mejor. No tiene casi nada que esperar de sus pares de Europa. Lo que está peor es cada vez el mundo, con un imperialismo que representa una verdadera amenaza para la humanidad y el planeta.


1 El politólogo argentino Atilio Borón sostiene que las revoluciones y las luchas por el socialismo en el siglo XXI no serán la excepción a esa regla. Atilio Borón: El socialismo del siglo XXI ¿hay alternativa después del neoliberalismo?, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008, p. 137.

2 La Revolución Cubana muchas veces ha copiado y copiado mal, como reconociera Fidel Castro en una intervención ante estudiantes en la Universidad de La Habana en 2005. Pero, hay que decir que se ha reinventado en la más de las veces, lo que le ha permitido sobrevivir a los planes del imperialismo.

3 Los posibilistas, cuyos orígenes están en Francia en la segunda parte del siglo XIX, eran partidarios de utilizar los mecanismos y espacios que brindaba la democracia burguesa para obtener mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores. Para mayor información sobre los orígenes del posibilismo, véase a G. D. H. Cole: Historia del pensamiento socialista II: marxismo y anarquismo (1850-1890), Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1986, pp. 305, 397-398 y 410-411. Véase también a G. D. H. Cole: Historia del pensamiento socialista III: la Segunda Internacional (1889-1914), Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1986, pp. 18-24, 48 y 304-308.

4 Roberto Regalado: La izquierda Latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?, ob. cit., p. 192.

5 Para obtener información la gobernabilidad y la gobernabilidad democrática, véase a Roberto: América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de la izquierda, ob. cit., pp. 65-74 y 230-233.

6 “La democracia liberal está hoy vigente en casi todo el continente y es en su seno que las fuerzas del socialismo y las fuerzas del fascismo se enfrentan”. Boaventura de Sousa Santos: Refundación del Estado en América Latina, Plural Editores, La Paz, 2010, p. 57.

7 Esto “es el uso contrahegemónico de instrumentos políticos hegemónicos como son la democracia representativa, los derechos humanos y el constitucionalismo” para fines distintos a los concebidos por las fuerzas del capitalismo. Ibídem: p. 59.

8 Le correspondió decir al Che que no se puede ser independiente frente al imperialismo si también no se cuenta con soberanía económica, aunque a diferencia de lo que piensa el reformismo eso solo es posible con el socialismo. Ernesto Che Guevara: Che Guevara presente, una antología mínima: independencia política y soberanía económica, Ocean Press, Melbourne, 2005.

9 Carlos Marx: Elementos Fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, el método de la economía política, Siglo XXI Editores, México D.F., 1971, t.1, p. 21.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Méjico: La necesidad de desaparecer 43 estudiantes

Leandro Cabello - http://rinacional.com.ar/la-necesidad-de-desaparecer-43-estudiantes.html

Desde diciembre del 2012 hasta junio de este año se han contabilizado en Méjico 28.215 asesinatos. Personas colgadas de puentes en forma de trofeos y de advertencia, fosas comunes con cuerpos calcinados o degollados, fusilamientos, secuestros, torturas, el horror parecía haber adquirido cierta cotidianidad. En realidad, esta cotidianidad es producto de la complicidad de los partidos mayoritarios, el PRD y el PRI, que conviven con el crimen organizado dentro del Estado.

En el primer semestre del año, Guerrero fue el segundo estado con mayor índice de violencia, contando con 780 muertes violentas. Dentro del estado, la ciudad de Iguala tenía como presidente municipal a José Luis Abarca, casado con María de los Ángeles Pineda. Pineda dirigía junto a su hermano “Guerreros Unidos”, banda nacida del estallido del Cartel de Guerrero, comandado hasta su desaparición por la familia Beltrán Leyva. Los padres y varios de los hermanos de María de los Ángeles Pineda trabajaban para esta familia. 

El pasado 26 de septiembre, luego de dar un el informe de gobierno, la pareja gobernante se dirigía a realizar un festejo. En camino al mismo fueron interceptados estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Según los informes estatales, la policía reprimió a los estudiantes produciendo 6 muertos, 20 heridos y 43 desaparecidos. Por los interrogatorios se descubrió luego que los desparecidos fueron entregados por la policía municipal a Guerreros Unidos, quienes habrían torturado, asesinado y enterrado a los estudiantes. La orden la había dado la mujer del presidente municipal. Inmediatamente Abarca y Pineda se dieron a la fuga y en estos días fueron apresados. 

Diez días antes, en un mensaje al Congreso norteamericano, el presidente Obama señalaba su preocupación por el aumento de opiáceos que provenían de Méjico, apuntando que los decomisos de heroína en la frontera de ambos países habían aumentado un 324%. El 98% de la producción de amapola se realiza en un solo estado mejicano, Guerrero, yendo a parar toda esa producción en primer lugar a la ciudad de Iguala. Sin embargo, esta preocupación deja bajo la alfombra la responsabilidad de Estados Unidos.

Ante la necesidad norteamericana de aprobar los tratados de librecomercio con Méjico durante la década del 80, las diferentes centrales de inteligencia estadounidenses presionaron a la cúpula de dirigentes del Estado mejicano. El salto cualitativo de los carteles se da una vez aprobados los tratados: como parte de estos se dieron privatizaciones de empresas paraestatales mediante las cuales los narcos pudieron blanquear sus finanzas y consolidarse. Todo esto es expuesto por Jack Blum, exjefe de asesores del Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano.

El vínculo sigue hasta la actualidad, los que señalan consternados el crecimiento del narcotráfico son al mismo tiempo los que entrenan sus mercenarios y los que lavan su dinero. Varios bancos ubicados en Norteamérica tienen causas abiertas y sentencias por sus vínculos con actividades ilícitas. Por su parte, HSBC Méjico debió pagar hace unos años una multa record (1920 millones de dólares) por blanquear el dinero de diferentes carteles de Méjico y Colombia. El tesorero de la sucursal mejicana del banco de capital británico era Gabriel Martino, que por su eficaz trabajo fue enviado a Buenos Aires en calidad de nuevo jefe de la sucursal en Argentina. La sucursal está vinculada a las corridas cambiarias y su nuevo jefe a figuras del macrismo. El banco tiene en nuestro país alrededor de 100 millones de pesos acumulados en multas por actividades irregulares. El HSBC nació para financiar la Guerra del Opio y doscientos años después lo sigue haciendo. 

Volviendo a lo sucedido en Méjico, una de las hipótesis es que los desaparecidos son un mensaje enviado por Guerreros Unidos a ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente). Nota al píe merece la guerrilla. Si bien no dudamos de las intenciones de aquellos que la componen, si criticamos la eficacia de la guerrilla misma. Ya no hablamos de Méjico de principios del S XX en donde el campesinado conjugaba preponderancia y marginalidad producto del latifundismo entreguista. Estos se organizaron en el norte bajo guerrillas que fueron comandadas por Pancho Villa en un contexto geográfico y de desarrollo socioeconómico que así lo permitía. Cien años después el panorama ha cambiado. La urbanización ha avanzado estrepitosamente y el campesinado tiene un peso relativo menor producto del desarrollo económico mejicano. La guerrilla ya no es la forma de combatir, sirve de excusa para el terrorismo de los carteles, y el terrorismo a gran escala de los narcos o el terrorismo de la guerrilla espantan a las masas populares, verdaderas víctimas. 

Son los sectores populares los que deben por medio de la participación política recuperar el control del Estado. Tanto la burocracia como el Ejército han sido cooptados en gran parte por los traficantes en connivencia con los sectores más acaudalados de la sociedad. Poseen además el apoyo de sus socios internacionales, fundamentalmente los bancos y la industria armamentista. La sociedad mejicana ya no resiste esta alianza, así lo demuestran las manifestaciones en todas sus formas que se están dando en estas horas. No están solos, tienen detrás al resto de los latinoamericanos que sufren la persecución de los fondos buitres, las bases militares y los golpes de estado preparados por quienes hablan otras lenguas. Todos ellos desean la aparición de los 43 estudiantes como paso previo a la recuperación del Estado, mientras que en frente están los que quieren seguir sembrando muertos en nuestro suelo para cosechar luego mayor renta.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Argentina: Amor y Odio en la política social (IV)

Amor solidario hacia el otro


Más de 200 jóvenes participaron de una jornada en la localidad de Olivera del partido de Luján - "Ni lo dudamos, vimos la convocatoria y decidimos ir a sacar el pasaje, llegamos 9 de la mañana a Retiro y de ahí micro hasta acá", contó entusiasmado Lucas, que está en pareja y es padre de una niña de 3 años y con quien se reencontrará mañana a la tarde cuando regrese a Santa Fe. Esta jornada se suma a las que también se realizaron en Pilar, Bragado, Quilmes, Mercedes, La Matanza, Lanús y Almirante Brown.









Odio reaccionario hacia el otro


Con estos gestos, los que marcharon pedían a gritos la destitución de Cristina Fernández de Kirchner, elegida en democracia por el 54%. Al parecer son los mismos que señalan al gobierno nacional de intolerante y denuncian que Argentina vive en una dictadura. Evidentemente, la débil oposición refleja a estos personajes huérfanos de líderes políticos que sólo fomentan violencia.





jueves, 13 de noviembre de 2014

ANCLA: cuando resistir era informar

redacción superficie - http://revistasuperficie.com.ar/agencia-de-noticias-clandestina-ancla-cuando-resistir-era-informar.html

La Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) constituye la experiencia periodística más valiosa en la historia de nuestro país. Fue creada en 1976, a tres meses de iniciada la núltima dictadura militar. Duró 14 meses: el secuestro de varios de sus integrantes y colaboradores forjaron la interrupción.

ancla_cuando_resistir_era_informarLa editorial Sudestada, editó el año pasado, el libro “ANCLA, Rodolfo Walsh y la Agencia de Noticias Clandestinas (1976–1977)” en el cual se publican los cables completos de ANCLA, y se incluyen prólogos de Carlos Aznáres, Lila Pastoriza y Lucía Pagliai, los tres periodistas que corporizaron junto a Walsh, aquella epopeya del periodismo.

“Es asombroso que con cuatro máquinas de escribir, recortando noticias de diarios, recibiendo información oral de militantes y amigos, se haya podido llegar a muchos argentinos y, sobre todo, a numerosos países del mundo. En Europa, Estados Unidos, México, los organismos internacionales en defensa de los derechos humanos, fueron informados sobre las atrocidades que estaban cometiendo los militares que usurparon el poder y convirtieron a la Argentina en un gran campo de concentración” afirman los editores.

Una de las consignas principales de ANCLA, fue “derrotar el terror al acceso a la información de los que informan”. Pero además de denunciar la represión e informar lo que estaba sucediendo (mientras la enorme mayoría de los medios de comunicación callaban o distorsionaban), ANCLA también “intentó sembrar confusión entre las distintas instituciones que conformaban las Fuerzas Armadas y hasta confrontar las informaciones los militares para infiltrar el virus de la desconfianza. Por ello, ANCLA era un título irónico y conscientemente ambiguo, que despertaba dudas sobre el supuesto vínculo de la agencia con la Armada”, enuncia la contratapa del libro.

Más de setenta cables completos se encuentran publicados en el libro editado por Sudestada. Este material, señalan los editores, “confirma una certeza acuñada por Walsh desde siempre: es posible ejercer el periodismo aun en las peores condiciones posibles, incluso en la clandestinidad y en mitad de un cerco represivo criminal”.

En primera persona

Cuenta el periodista Carlos Aznarez, en entrevista con el diario Tiempo Argentino: “A Rodolfo yo lo conocía de antes porque habíamos militado juntos en organizaciones de prensa. Cuando pasamos de la experiencia de peronismo de base y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAP) a Montoneros, volvimos a encontrarnos. Rodolfo nos explicó que la estructura informativa que armaría iba a estar dentro de la organización, pero que iba a tener características especiales, en el sentido de que se trataba de periodismo riguroso, donde la información misma iba a ser la encargada de transmitir qué pensábamos”.

Ya en el prólogo del libro editado por Sudestada, Aznárez afirma que “vivíamos en dictadura militar y soportando una cerrazón informativa como jamás había ocurrido en el país; y es en ese marco que el oficial montonero Walsh se fusionó mental y físicamente con el Walsh estratega comunicacional. Parió entonces un instrumento que sirvió para romper el muro de silencio que nos quería imponer la dictadura, y supo vencer el discurso del terror, que actuaba como desmovilizador y paralizador de la sociedad”.

Otra de las integrantes de la redacción de ANCLA, Lucía Pagliai, relató que “inicialmente Walsh me contactó porque yo, que venía de la Facultad de Letras, sabía trabajar con archivo. Otros compañeros me pusieron en contacto con él para armar este grupo de análisis y producción de información calificada. Walsh decía, con razón, que el 90% de la información es pública y hay que saber buscarla. Así que nos enseñaba a rastrear datos en avisos necrológicos, en juzgados, en revistas de chimentos como Gente, en sociedades anónimas, en edictos… Él creó además una red que incluía informantes que muchas veces estaban ligados a las bases de la organización pero otras tantas veces, no. Y también, periodistas que no podían publicar ciertos materiales donde trabajaban. Así formamos una especie de mesa de redacción, que seleccionaba y clasificaba los datos que después se transformaban en cables. Una de las claves del éxito de ANCLA fue ese, saber buscar información, estar entrenados para saber leerla y por lo tanto, para determinar si algo servía o no”.

Para Pagliai, “ANCLA nació y estuvo ligada a un proyecto político colectivo, fue un arma de combate de una organización revolucionaria: en ese marco lo pensó Walsh y en ese marco actuamos”.

Por su parte, Lila Pastoriza recuerda: “yo militaba en la JP de Hurlingham cuando Rodolfo me ofreció trabajar con él en un proyecto que se transformó en ANCLA. Ahí quedé como responsable del grupo que armamos con Carlos y Lucila, que también fueron convocados por Walsh. En ese primer período trabajamos en análisis de fuentes públicas de información, construimos un archivo y escribimos informes de uso interno. Crear esta agencia fue una decisión que Walsh impulsó y defendió dentro de la organización porque él pensaba que era un momento de resistencia popular y no de ofensiva militar, como sostenían muchos en la cúpula de Montoneros por entonces. Además, a diferencia de otras herramientas de difusión de nuestra organización, ANCLA no sólo no tenía un nombre ligado a Montoneros —como por ejemplo, la revista Evita Montonera— sino que además tenía otro estilo en los que respecta a la difusión de información”.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Hacia la hegemonía posneoliberal

Emir Sader - http://alainet.org/active/78560

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América Latina fue una víctima privilegiada del neoliberalismo. Nuestra región fue la que tuvo más gobiernos neoliberales y en sus modalidades más radicales.

Basta pensar en lo que era el Estado social chileno, de los más avanzados del continente y como esos avances fueron destruidos, por procesos de mercantilización de derechos conquistados por los chilenos a lo largo de décadas. Mirar cómo Argentina tuvo autosuficiencia energética, pero vio su empresa estatal privatizada y entregada a corporaciones multinacionales.

Justamente por eso, América Latina se erigió como el continente donde han surgido y se han desarrollado gobiernos que buscan la superación del neoliberalismo, fenómeno único en el mundo de hoy. Nadie puede cuestionar que esos gobiernos fueron la forma más efectiva de responder a la crisis del neoliberalismo. Basta mirar cómo han reaccionado esos gobiernos y los resultados que han tenido y mirar hacia países del continente que no lo han hecho – como México – o hacia Europa, que insiste en respuestas neoliberales a la crisis neoliberal, tirando alcohol al fuego y ahondando una crisis que no tiene todavía horizonte de salida.

Los gobiernos antineoliberales de América Latina – Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, por orden de aparición – han resistido al neoliberalismo y dado inicio al proceso de construcción de alternativas, con gobiernos que llamamos posneoliberales. Atacan a tres ejes fundamentales del neoliberalismo: a la prioridad del ajuste fiscal, por medio de la prioridad de las políticas sociales; a la prioridad de Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos por la prioridad de los procesos de integración regional y por los intercambios Sur-Sur; a la centralidad del mercado, por el rescate del rol activo del Estado como inductor del crecimiento económico y la distribución de renta.

Son formas de resistencia al neoliberalismo, pero que no constituyen todavía un modelo de su superación. Porque el modelo neoliberal fracasó, fue derrotado políticamente en esos países, pero dejó su pesada herencia. Y es a partir de ella, de las debilidades producidas por el neoliberalismo, que esos gobiernos tienen que resistir y construir alternativas.

Estados debilitados, economías abiertas al mercado internacional, desindustrializadas, dependiendo de la exportación de productos primarios, hegemonía del capital financiero bajo su forma especulativa, predominio del agronegocio en la agricultura de exportación, monopolio privado de los medios de comunicación, dominio de la ideología mercantil, entre otros.

Hubo un primer período en que las políticas de redistribución de renta, más los precios altos de los productos de exportación y las demandas de China, fueron factores de recuperación para las economías de esos países, que a su vez han generado un apoyo extenso de amplias capas de la población.  Esa fase ha trasformado la fisionomía social de esas sociedades, disminuyendo la desigualdad, la pobreza, la miseria y la exclusión social, mientras en el mundo todo esos aspectos negativos siguen creciendo. Ha permitido que, congregados, esos países hayan desarrollado políticas externas soberanas y solidarias, mientras recuperaban la capacidad del Estado para actuar frente a la crisis recesiva internacional.

Pero ello no es suficiente para diseñar un modelo de superación del neoliberalismo. Se han desarrollado estrategias defensivas frente a un contexto internacional. Por una parte el modelo de desarrollo económico con distribución de renta es una conquista irreversible. Pero, por otro, mantener niveles de crecimiento económico dependiendo de la exportación de producto primarios, en medio a la prolongada recesión internacional, asediados por los capitales especulativos de dentro y de fuera – coloca límites claros a un nuevo ciclo expansivo de nuestras economías.

Un modelo superador del neoliberalismo supone la construcción de una fuerza regional, en que se pueda definir nuevos nichos para un proceso de rescate de la industrialización, valiéndose de los recursos naturales de que disponemos, de la capacidad tecnología acumulada, de los recursos propios de financiamiento, para no solo resistir al neoliberalismo, sino construir una hegemonía posneoliberal en el conjunto de nuestros países.  Lo cual significa una decisión política fuerte de establecer la prioridad de los mecanismos de integración regional – para lo que mencionamos, especialmente el Mercosur, por el grado de homogeneidad de que dispone – de parte de los gobiernos que se proponen construir un mundo más allá del neoliberalismo.

- Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas de la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).

martes, 4 de noviembre de 2014

La Idea fija

http://www.redaccionrosario.com/nuevo/2014/11/02/la-idea-fija/

Por Guillermo Griecco - Artículo publicado en la edición 167 del semanario El Eslabón.

El candidato del Frente Progresista, Hermes Binner. 

Desde hace cincuenta años, el Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (Idea) es una usina intelectual del establishment económico. Ellos son los hombres de negocios más poderosos. Es una organización conformada por más de 400 grandes empresas. Allí están representados los sectores concentrados, los que abusan de su posición dominante, los formadores de precios. Son los que rechazan la intervención del Estado en la economía y endiosan al mercado, los que piden a gritos achicar el gasto público, romper el modelo industrial y de fortalecimiento del mercado interno para volver al país de la liberalización financiera, salir a tomar deuda externa y estrechar vínculos con organismos de crédito, como el FMI. No sorprende su rechazo a gobiernos populares, siempre fue igual. El Coloquio de Idea en Mar del Plata, con nostalgia noventosa y vaticinios catastróficos, fue una muestra más de la Argentina del pasado.

Estos señores se presentan en lujosos hoteles, en ambientes que huelen a perfumes importados, se autodefinen como “lo nuevo” pero atrasan medio siglo. Si bien el coloquio anual de Idea se ofrece como una reunión donde altas figuras del empresariado y la política discuten temas de actualidad, el último encuentro en la ciudad balnearia fue una tribuna antikirchnerista, con fuertes y desbordadas diatribas contra el gobierno. Lo insólito es que se quejan pero ganan fortunas. Por eso, vale pensar que los planteos son más de corte político que económico. Se puede decir que la de Mardel fue una reunión militante, de empresarios y políticos que militan por una idea de país vetusta que condiciona el crecimiento y la autonomía. En definitiva, van por la restauración conservadora.

Estos empresarios son parte de una burguesía argentina que en realidad detesta al país, que le hace daño al conjunto de la población y marcha en contra del desarrollo. Proclaman recortes de políticas sociales, son fugadores seriales de dólares al exterior y ajustadores despiadados. Tienen la idea fija en el país neoliberal que quedó atrás, al que añoran con sed de revancha. Una encuesta que realizó el diario Clarín entre los presentes en el Coloquio de Idea en Mar del Plata arrojó que más de la mitad piensa que el gobierno nacional debería realizar un ajuste económico, ven al diputado Sergio Massa como próximo presidente en 2015, piden arreglar con los fondos buitre y salir a tomar deuda al mercado internacional.
El espíritu confrontativo mostrado por muchos de los asistentes y disertantes del coloquio incomodó a algunos empresarios, que esperaban otra cosa del encuentro. Una de las que exhibió su malestar por los dardos venenosos lanzados contra el gobierno fue la CEO de la automotriz General Motors, Isela Costantini, que planteó una articulación público-privada desde lo propositivo. Enseguida los medios hegemónicos salieron a crucificarla y sospecharon de su postura al recordar el préstamo que la Ansés le dio a la empresa radicada en Alvear –que devolvió antes de tiempo– para reactivar la fábrica y cuidar las casi tres mil fuentes de empleo en la crisis de 2009.

El gobernador bonaerense y precandidato por el FpV, Daniel Scioli, estuvo en la inauguración del coloquio y rechazó pronósticos apocalípticos. En el cierre del encuentro estuvieron varios postulantes a la Presidencia: Ernesto Sanz, Julio Cobos, Hermes Binner y Sergio Massa. En sus ponencias, llenas de frases hechas, dijeron todo lo que los empresarios querían escuchar. El objetivo fue mostrarse, quedar bien, recolectar apoyos rumbo a las urnas. Binner dijo que al kirchnerismo nunca le habían gustado este tipo de foros. En cambio, al socialismo le encantan, tanto como las reuniones convocadas por la Bolsa de Comercio o la Fundación Libertad en Rosario.

En una suerte de contracoloquio, la presidenta Cristina Fernández participó el jueves pasado del congreso de la rama juvenil de Adimra, la cámara metalúrgica, y rechazó las profecías lanzadas por los empresarios de Idea. “No estaremos en Disney pero tampoco que nos quieran plantear un escenario apocalíptico que no existe”, dijo la mandataria, al tiempo que pidió por “nuevas generaciones de empresarios, porque necesitamos nuevas ideas”.

“Este fenómeno mediático de profecías apocalípticas que quieren instalar malas expectativas en la economía, en vísperas de un año electoral y quienes tiran esas visiones que apoyan a determinados candidatos lo puedo entender”, señaló la presidenta, y se quejó de que “están diciendo que hay una gran crisis para que los que vengan quieren fundamentar políticas de ajuste y en realidad quieren eliminar este proyecto que ha generado crecimiento y desarrollo”.

Aunque ahora confían en un “fin de ciclo” democrático, los sectores empresariales de Idea son los mismos que en otros momentos del país golpeaban las puertas de los cuarteles. A decir verdad, se sentían muy a gusto con la dictadura de Videla y compañía. Y pese a las resistencias patronales y de medios de comunicación, como el diario La Nación, que habló de “caza de brujas” y “persecución”, en el Congreso avanza una comisión investigadora sobre la complicidad de grupos económicos con la dictadura cívico militar que ejerció el poder de facto entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Según consta en denuncias y archivos de la época, muchas de las empresas que conforman el Coloquio de Idea son responsables de las consecuencias de las políticas económica, monetaria, industrial, comercial y financiera que adoptó la última dictadura.