viernes, 9 de noviembre de 2018

La Cumbre del G-20, plataforma de lanzamiento de la reelección de Macri





La meta del presidente argentino Mauricio Macri en la organización d la Cumbre de los 20 en Buenos Aires, más allá de su infructuosa búsqueda de inversiones y de “integrar al país en el mundo”, es utilizarla como plataforma para el lanzamiento de su reelección en 2019, en medio de una de las crisis económicas, financieras y sociales más grandes de la historia argentina.
La cumbre se escenifica en  un momento en el que los gobiernos progresistas están en reflujo y hay una nueva ola de gobiernos neoliberales en la región que buscan salvaguardar el sistema de capitalismo financiero mientras el presidente estadounidense Donald Trump ve recortadas sus facultades ante la elección de una Cámara de Representantes adversa.
Pedidos de financiamiento para infraestructura, impulso a los acuerdos comerciales y objetivos políticos se entrelazan en las prioridades para la actividad paralela del presidente Mauricio Macri, quien prevé encuentros bilaterales con los mandatarios de Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reina Unido y Japón. Y no se desccarta reuniones con los líderes de Corea del Sur, Singapur e Italia.
La evolución de las inversiones extranjeras en Argentina es una de las principales prioridades que tendrá el mandatario durante los encuentros, sobre todo en la posibilidad de ampliar los programas de participación público-privada (PPP). Macri espera concretar la apertura de nuevos mercados para la (cada vez menor) producción argentina. Durante la cumbre es probable que se firmen acuerdos pendientes en el ámbito agroindustrial.
Además del aspecto financiero y comercial, la llegada de los mandatarios más poderosos del mundo tendrá también encuentros políticos, como el previsto con la primera ministra británica, Theresa May, a quien le manifestaría el malestar por los ejercicios militares recientes efectuados en las islas Malvinas.
El documento de consenso, en el que el Gobierno trabaja desde hace un año y está en poder de las cancillerías de los países participantes, incluye capítulos sobre educación, futuro del trabajo, sistema impositivo, desarrollo sustentable y comercio internacional.

EEUU
Además de participar en el G-20, Trump llegará a la Argentina en una visita de Estado y abordará con Macri el acuerdo con el FMI (que se logró gracias a la presión del mandatario estadounidense para evitar el default), el ingreso de la Argentina a la OCDE, las crisis en Venezuela y Nicaragua, el acceso a mercados para productos argentinos y la cooperación en materia de energía, seguridad y derechos humanos. Washington tuvo en la Argentina de Macri un aliado desde el primer momento.
Se espera también que aborden la intención de EE.UU. de involucrarse en la explotación de los yacimientos de hidrocaruburos de Vaca Muerta, en los que está interesado el secretario estadounidense de Energía, Rick Perry.

China
A tres semanas del arribo del presidente chino Ji-Xinping, a la Argentina con motivo de su participación en la reunión del G20 el gobierno del país anfitrión decidió enviar a una avanzada a ese país para allanar las negociaciones en camino para obtener más financiamiento, inversiones y favorecer el comercio.
La comitiva está integrada por el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, el asesor presidencial hombre de máxima confianza del presidente Mauricio Macri Francisco Cabrera y, con el fin de contarles a las autoridades chinas la situación tras el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y explicar las políticas impuestas en materia monetaria, de equilibrio fiscal, así como los avances del plan de inversiones en infraestructura y las proyecciones para 2019.
Cabrera será el encargado de encarar los temas de PPP (proyectos de participación público privada), aprovechando el interés de Pekin de relanzar una nueva Ruta de la Seda, Según datos oficiales, la inversión china en la Argentina pasó de 21 millones de dólares en 2005 a 246 millones en 2016. El macrismo espera inversiones por un monto de 9.000 millones de dólares en infraestructura y energía.
En tanto, la construcción de la central nuclear Atucha III es uno de los puntos que generaron incertidumbre en los últimos tiempos debido a los requerimientos del FMI para recortar gastos y la insistencia de Pekín para que no haya una marcha atrás.

Rusia
La energía, el comercio y las inversiones están al tope de la agenda de la relación entre la Argentina y Rusia. Macri y Putin –de reunirse- podrán discutir la evolución de las inversiones rusas en el país y los programas de PPP, en los que el sector privado ruso ya tuvo experiencias de bajo calibre, la participación rusa en el desarrollo de Vaca Muerta, y la exportación de alimentos..
En la Cancillería argentina contemplan que Putin yh Macri aborden la cooperación en seguridady las posibilidades de cooperar en materia de ciencia y la exploración espacial, además de estudiar un pacto de cooperación entre el Mercosur y a la Unión Económica Euroasiática.

Gran Bretaña, Francia, Japón
Theresa May será la segunda premier británico que pise la Argentina desde el fin de la Guerra de Malvinas y su visita confirma el deshielo en las relaciones del vínculo bilateral impulsado por la administración Macri, que permitió acuerdos de cooperación y facilitó la identificación de los cuerpos de combatientes argentinos enterrados en el cementerio de Darwin.
El deshielo tiene su precio: Argentina no menciona el tema de la soberanía y actualmente negocian la ampliación de la oferta de vuelos comerciales desde las Malvinas hacia el continente.
Mientras, la evolución de las inversiones francesas tras el acuerdo con el FMI, será una prioridad de Macri, así como el agradecimiento al apoyo público de Macron a la gestión de su gobierno. El tema del Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea dejó de ser un tema prioritario, pero la cancillería argentina sueña con hacer un anuncio durante el G-20. No se descarta que forme parte de la conversación el ingreso de la Argentina a la OCDE.
Asimismo, Macri buscará concretar un tratado bilateral de inversión (TBI) con Japón y abordará dos ejes claves en sus intereses: un acuerdo comercial con el Mercosur y la transferencia de mando de la presidencia del G-20. Impulsor de Tratados de Libre Comercio, Macri buscará darle el primer empuje político significativo a esta negociación. Por lo pronto, en julio el Gobierno anunció la apertura del mercado de carnes locales a Japón.

México, Brasil y otros encuentros
En el Gobierno no descartan que el brasileño Michel Temer pueda venir acompañado del mandatario electo Jair Bolsonaro, pero recuerdan que es un tema de Brasil. Sí está confirmado que el presidente mexicano Enrique Peña Nieto tendrá una participación menor en la Cumbre para asistir al traspaso de mando en México, con Andrés Manuel López Obrador.
Además de la cumbre de líderes, Macri asistirá a un encuentro (fuera de la sede oficial en Costa Salguero) a cargo del Banco Mundial y otro presidido por la reina de Holanda Máxima Zorreguieta, hija de un alto funcionario de la dictadura cívico-militar argentina. Desde el gobierno subrayan la presencia de Angel Gurría, el secretario general de la OCDE, a la que el Gobierno argentino pugna por ingresar.

Seguridad
El gobierno argentino destinó 150 millones de dólares, un tercio destinado a la militarización y a lo que llama la “seguridad y la defensa de la Cumbre” , en un momento de conflicto social en auge, presupuesto que sirve para comprar y justificar la compra de más materiales “antidisturbios”, o sea, balas de goma, cascos para la policía, y todos los elementos que sirven para reprimir y que después quedan en el país.
El tema del esquema de seguridad trascendió las fronteras. El gobierno uruguayo solicitó autorización al Parlamento para que Uruguay reciba a 400 militares estadounidenses y cuatro aeronaves del 26 de noviembre al 3 de diciembre para realizar tareas de seguridad y custodiar al presidente Donald Trump, en su visita. El pedido fue realizado por la Oficina de Cooperación de Defensa de la Embajada de EEUU al ministerio de Defensa uruguayo.
Aunque el proyecto de ley que enviara el jecutivo aún no fue debatido en la Asamblea General, cuenta con la repulsa de las organizaciones de izquierda y movimientos populares, entre ellas la poderosa central sindical unitaria PIT-CNT, cuyo secretario general, Marcelo Abdala, dijo estar “absolutamente en contra de esta iniciativa” y recordó que “en Argentina habrá movilizaciones importantes: si quieren que monitoreen desde otro lugar”.
Además de Trump, asistirán a la cumbre Vladimir Putin (Rusia), Angela Merkel (Alemania), Emmanuel Macron (Francia), Xi Jinping (China), Narendra Modi (India), Recep Tayyip Erdogan (Turquía), Shinzo Abe (Japón), Justin Trudeau (Canadá), Theresa May (Gran Bretaña), Pedro Sánchez (España), y Salmán bin Abdulaziz (Arabia Saudita).
La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es parte de los 25 mil agentes dispuestos por el Gobierno para transitar los dos días del G20 en paz: ese es el principal objetivo del macrismo, antes que alcanzar algún consenso geopolítico bastante improbable entre los líderes Donald Trump, Vladimir Putin, Xi Jinping y Angela Merkel.
El diario Perfil señala que la AFI se dedica desde hace meses a realizar un trabajo de control y seguimiento sobre los diferentes grupos que se manifestarán contra el encuentro y la injerencia del FMI: analizó las últimas 20 reuniones del G20, y se mantiene en contacto permanente con las agencias de inteligencia de los 28 países participantes: los 19 protagonistas de la Cumbre, más los que integran organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Si bien existe un trabajo coordinado con la CIA, el MI5 y la KGB, entre otras agencias, cada presidente invitado cuenta con un equipo de seguridad personal. Solo el estadounidense Donald Trump traerá una custodia de alrededor de mil personas, según adelantó Clarín. Estados Unidos ayudará a las Fuerzas Armadas a blindar el espacio aéreo con un avión y un barco radarizados (el portaaviones USS Carl Vinson).

*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


sábado, 3 de noviembre de 2018

El bloqueo a Venezuela




La prensa mundial dedica a diario extensos espacios (de preferencia titulares y columnas de opinión) para resaltar todas las dificultades por las que atraviesa el pueblo venezolano. Al hacerlo, siempre culpa de ello a la gestión del presidente, Nicolás Maduro. Periodistas, opinólogos, cantantes, actores, académicos y políticos opinan con fruición en los principales medios del mundo acerca de Venezuela. Pero esa obsesión mediática con el país caribeño siempre oculta una variable clave para cualquier análisis mínimamente riguroso: el bloqueo.
Al igual que ha ocurrido por décadas con Cuba, se juzga y critica el proceso político y la situación venezolana como si no existiera esa tremenda variable. No es novedad que un país cuyo Gobierno intenta hacer una política interior y exterior de manera independiente y que, además, plantea una crítica al sistema capitalista sea bloqueado brutalmente. Le ocurre a Cuba desde hace mas de 50 años. Le ocurrió al Gobierno de Salvador Allende quien, desde el inicio de su mandato, tuvo que lidiar con un bloqueo económico internacional que impulsó el congelamiento de las ventas del cobre en el exterior. De hecho, en su discurso de diciembre de 1972 ante las Naciones Unidas, Allende denunció “el bloqueo financiero y económico ejercido por los Estados Unidos”. Lo mismo hizo este año el presidente Maduro en las 73a Asamblea General de las Naciones Unidas.
La estrategia es la misma: bloquear política y económicamente a los países disidentes (o sea, soberanos) y ocultar mediáticamente el bloqueo, así como sus consecuencias, ante la opinión publica mundial. Le ha pasado a Cuba, le ocurrió a Chile y le sucede a Venezuela.
Sin embargo, en cada caso el bloqueo adquiere expresiones y modalidades particulares. Para el caso de Venezuela podemos distinguir cuatro: 1) bloqueo a través de decretos extraterritoriales, 2) bloqueo a través de intermediarios, 3) bloqueo mediante agencias de calificación de riesgo y, 4) bloqueo informativo impulsado por las corporaciones mediáticas.
La primera modalidad se formalizó el 9 de marzo de 2015, cuando Barack Obama firmó un decreto ejecutivo que declaró a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria”. Literalmente, este decreto dice: “Por medio de la presente, informo que he emitido una Orden Ejecutiva declarando una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos representada por la situación en Venezuela”. Esa orden ejecutiva se ha ido extendiendo en el tiempo y ampliando en sus efectos. En mayo de 2018, Donald Trump, en respuesta a la insolencia chavista de convocar (una vez más) a elecciones, decretó sanciones del Departamento del Tesoro para prohibir la compra, por parte de ciudadanos estadounidenses, de cualquier deuda del Gobierno de Venezuela, incluidas las cuentas por cobrar. Estas sanciones incluyen al Banco Central y a la estatal petrolera PDVSA. Al día de hoy, Venezuela no puede hacer uso del Dólar como moneda internacional, ni puede negociar ninguna transacción internacional a través de dicha divisa. Esto implica la imposibilidad de negociar la deuda externa, ya que la mayoría de los contratos de deuda pertenecen a jurisdicción estadounidense.
En esa línea, gran parte del sistema financiero internacional ha venido propiciando, en los últimos años, un esquema de bloqueo hacia las operaciones financieras de Venezuela. Se han sucedido cancelaciones unilaterales de contratos de corresponsalía bancaria del Citibank, Comerzbank, Deutsche Bank, etc. Desde julio de 2017, el agente de pago de los bonos emitidos por PDVSA, Delaware, informó que su banco corresponsal (PNC Bank) en Estados Unidos se negaba a recibir fondos provenientes de la estatal petrolera.
La segunda forma, el bloqueo mediante intermediarios, es una expresión propia de estos tiempos. El objetivo es evitar que cualquier intermediario que realiza transacciones con Venezuela las lleve a cabo, impidiendo toda interacción y relacionamiento de Venezuela con empresas de los Estados Unidos. Y no sólo de allí: el Novo Banco (Portugal) notificó en agosto de 2017 la imposibilidad de realizar operaciones en dólares con instituciones públicas venezolanas por bloqueo de intermediarios. Se impide, así, que los intermediarios de pago actúen, bloqueando cualquier acción de pago. Esta modalidad ha tenido consecuencias humanitarias en tanto se han visto afectadas, por ejemplo, las compras de medicamentos y de alimentos.
En 2017, 300 mil dosis de insulina pagadas por el Estado venezolano no llegaron al país porque el Citibank boicoteó la compra de este insumo. El banco estadounidense se negó a recibir los fondos que Venezuela estaba depositando para pagar la importación de este inmenso cargamento, necesario para los pacientes con diabetes. En consecuencia, la insulina quedó paralizada en un puerto internacional, a pesar de que existían los recursos para adquirir el medicamento. A eso se suma que el laboratorio colombiano BSN Medical impidió la llegada de un cargamento de Primaquina, medicina usada para tratar la malaria. Un total de 23 operaciones en el sistema financiero internacional fueron devueltas (entre ellas 39 millones de dólares para alimentos, insumos básicos y medicamentos). Finalmente, desde noviembre del año pasado, 1.650 millones de dólares de Venezuela destinados a la compra de alimentos y medicinas están secuestrados por parte de la empresa de servicios financieros Euroclear, en cumplimiento de las sanciones del Departamento del Tesoro de EE. UU.
El bloqueo de intermediarios no sólo apunta a las operaciones financieras. También afecta la movilidad de los venezolanos en los más diversos ámbitos. Desde 2014 se han ido de Venezuela Air Canada, Tiara Air, Alitalia, Gol, Lufthansa, Latam Airlines Aero México, United Airlines, Avianca, Delta Airlines, Aerolíneas Argentinas, etc. Es cada vez mas difícil llegar por aire a Venezuela.
También las agencias de viaje se unen al cerco. Por ejemplo: 15 boxeadores venezolanos no pudieron presentarse al evento clasificatorio para los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 (CAC), debido a la imposibilidad de llegar a un acuerdo con las agencias, las cuales pusieron varias limitaciones, entre ellas, el precio del pasaje: éste pasó de 300 a 2.100 dólares por persona al enterarse la empresa que se trataba del traslado de la Federación Venezolana de Boxeo. Cuando, luego, un privado ofreció un vuelo chárter para trasladar al equipo, Colombia y Panamá no autorizaron el uso de sus espacios aéreos, por lo que México también decidió negarse a ceder su espacio para el vuelo. Antes había ocurrido una situación similar con la selección femenina de voleibol. Este año, Guatemala negó visados a la selección de rugby venezolana para participar en el Sudamericano 4 Naciones B y, también, a la selección nacional de lucha para el Campeonato Panamericano.
También se bloquea las expresiones culturales: a principios de año, el banco italiano Intensa Sanpaolo bloqueó los recursos para la participación del pabellón de Venezuela en la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia. Como un “crimen cultural” lo calificó el Ministro Ernesto Villegas quien logró, tras arduas gestiones y denuncias, romper ese cerco.
Y no sólo vemos trabas para que manifestaciones culturales y deportivas venezolanas salgan al exterior y representen a sus país, puesto que el boicot también opera a la inversa: artistas y deportistas de otros países se niegan a ir a Venezuela y, con desparpajo, hablan acerca del Gobierno venezolano y del chavismo. Tal vez Miguel Bosé y Jaime Bayly son los ejemplos más esperpénticos en ese sentido. Este boicot cultural y deportivo es muy efectivo a la hora de incidir en la opinión pública mundial y una poderosa herramienta para la construcción de un sentido común negativo hacia Venezuela, debido a la popularidad de quienes como Miguel Bosé, Alejandro Sanz, Kevin Spacey, Gloria Stefan o Francisco Cervelli (receptor de los Pittsburg Pirates) diseminan propaganda negativa, en un contexto de bloqueo multidimensional.
La tercera modalidad se expresa a través de la arbitraria e injusta calificación de riesgo que hacen las agencias. El riesgo país (RP) otorgado por las agencias de calificación es improcedente si observamos el cumplimiento de Venezuela con el pago de la deuda externa. En los últimos 4 años la República ha honrado sus compromisos de pago por un total de 73.359 millones de dólares. No obstante, el RP ha seguido subiendo. Como denuncia el economista Alfredo Serrano, “van 32 meses en los últimos 14 años en los que el RP contra Venezuela ha subido, a pesar del incremento del precio del petróleo. En la actualidad, el RP, dado por JP Morgan (EMBI +), se encuentra en 4.820 puntos, es decir, 38 veces más de lo que le asignan a Chile, aun cuando este país tiene una ratio de deuda/PIB similar al venezolano. Todo esto encarece y prácticamente impide cualquier posibilidad de obtención de créditos”.
Estos tres bloqueos están teñidos de cinismo y paradojas: mientras que, por un lado, la prensa mundial denuncia ‘hambruna y crisis humanitaria’ en Venezuela, por otro, en acción coordinada, países e instituciones proestadounidenses bloquean el ingreso de medicamentos y alimentos al país. Mientras el Grupo de Lima, Estados Unidos y la Unión Europea muestran consternación por la emigración venezolana, las lineas aéreas de esos mismos países abandonan el territorio. Y, en tanto se cumplen los compromisos de pago, aumenta el riesgo país.
Es una absurda inversión de la realidad. Sin embargo, por muy absurda que sea se sostiene ideológicamente gracias a la cuarta modalidad de bloqueo: el mediático. Este bloqueo también es muy paradojal pues Venezuela es el país del que más hablan los medios de las corporaciones internacionales. Se trata, pues, de un ‘bloqueo ruidoso’, diferente, por ejemplo, al bloqueo silencioso que hay respecto de Guantánamo, de las masacres en Yemen y Palestina o de los constantes asesinatos de periodistas en México. Por el contrario, con Venezuela hay profusión informativa, continuidad de agenda escandalera y festín verborrágico .
Efectivamente, durante el 2017, sobre una muestra de 90 medios estadounidenses, se contabilizaron 3.880 noticias negativas sobre Venezuela, es decir, una media de 11 diarias, encabezadas por Bloomberg y el Miami Herald. En cuanto a las agencias, Reuters y AFP juntas reúnen el 91% de las noticias negativas. A su vez, el diario El País de España mencionó a Venezuela en ¡249! de las 365 ediciones del 2017, casi a diario y siempre negativamente. Y si eso parece una exageración, falta el adjetivo adecuado para calificar lo de la cadena alemana Deutsche Welle (DW): ésta publicó 630 noticias sobre el presidente Maduro…¡casi 2 diarias! Para el caso de la prensa latinoamericana son los medios de México, Colombia y Chile (es decir, los principales integrantes de la Alianza del Pacífico), los que más y con menor rigor periodístico informan: 4.200 noticias negativas aparecieron en México el 2017, 3.188 en Colombia y 3.133 en Chile.
¡Ninguna mencionó el bloqueo!
El cerco mediático opera generando inmenso ruido y, a la vez, invisibilizando tanto al bloqueo como al pueblo chavista. Ambos no existen en los medios de las corporaciones y, al no existir ambos, la opinión pública mundial, que mayoritariamente accede a información sobre Venezuela a través de la agenda informativa hegemónica, es proclive a formarse una visión sesgada de la realidad.
Esa es la fórmula del bloqueo actual, impulsado a modo de política exterior por los Estados Unidos contra los países periféricos que, como Venezuela, buscan construir con soberanía sus propios caminos. Podemos ver una continuidad con los casos de Cuba y Chile durante el siglo 20, pero también vemos rasgos característicos del siglo 21 y de esta etapa del imperialismo.