Martín Granovsky - http://www.contrainfo.com/24986/carlos-rosenkrantz-el-cocinero-de-macri-en-la-corte-suprema/
Jamás un fallo de la Corte Suprema despertó la
protesta de cientos de miles de personas en Plaza de Mayo. Y otros cientos de
miles se manifestaron en todas las plazas del país. El Presidente, miembro
cabal de una elite que ni se anima a pronunciar las palabras “terrorismo de
Estado”, fue el que garantizó las históricas marchas del miércoles 10. Lo hizo
cuando consiguió que el abogado corporativo Carlos Rosenkrantz fuera
ministro de la Corte. Rosenkrantz juró el 22 de agosto de 2016. Este diario
puede probar que el 28 de septiembre ya estaba trabajando para aplicar el dos
por uno a secuestradores, torturadores y asesinos.
El fallo del dos por uno fue firmado el 3 de mayo por
Rosenkrantz y el otro cortesano propuesto por Macri, Horacio Rosatti. Se agregó Elena
Highton de Nolasco. Votaron en disidencia Ricardo Lorenzetti y Juan
Carlos Maqueda.
Rosenkrantz parece entusiasmado con su papel revisionista en
materia de derechos humanos. Hasta dejó estampada su huella en el trámite
interno de la Corte antes del fallo que confirmó la reducción de condena para Luis
Muiña, miembro de un comando que operó en el Hospital Posadas de Haedo en marzo
de 1976.
La huella de Rosenkrantz se llama Federico Morgenstern,
un integrante de su equipo de letrados. Los letrados se encargan de investigar
la jurisprudencia y redactar los borradores del voto que luego corrige y firma
el ministro.
Morgenstern es un abogado que trabajó como prosecretario de
la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal
junto con Martín Irurzun. Cuando Rosenkrantz fue ungido ministro de la
Corte se lo llevó con él. Es uno de sus prosecretarios letrados.
Proyectista
Desde 2011 en la Corte Suprema los expedientes internos
previos a un fallo recorren un circuito que va quedando registrado en el
sistema informático.
El sistema tiene una cara accesible al público y otra
restringida. Página12 tuvo acceso a la parte restringida. El 28 de septiembre
de 2016 se produjo una novedad que aparece registrada con la palabra
“información”. Y al lado puede leerse: “Asignar proyectista: Corte Suprema
de Justicia de la Nación. Vocalía número 4: 20288020648. Morgenstern
Federico”.
El proyectista es el secretario o prosecretario letrado que
se encarga de darle forma al voto.
Funcionarios del Poder Judicial que pidieron reserva de su
nombre explicaron a Página12 que habitualmente la identidad del proyectista es
conocida en la Corte pero no queda inscripta. Dijeron estar muy asombrados por
el caso de Morgenstern, que además aparece con su número de CUIL completo.
“O alguien que no simpatiza con Rosenkrantz ni con
Morgenstern lo quiso dejar estampado para embromarlo, o alguien que sí los
quiere lo dejó asentado para que el prosecretario se gane el bronce”, fue la
especulación de uno de esos funcionarios. Una tercera chance es que el propio
Morgenstern haya querido pasar a la historia.
El nombre completo de la causa Muiña es “Bignone, Reynaldo
Benito Antonio y otro s/a determinar”. Bignone ocupó todos los peldaños de la
estructura militar y llegó a la Presidencia después de la derrota de Malvinas,
en 1982. El “otro” es el torturador Muiña.
Rosenkrantz tuvo el expediente en su vocalía hasta el 29 de
diciembre. Ese día, antes de la feria judicial de verano, lo pasó a la
secretaría tercera de la Corte. El 16 de enero lo recibió otra vez. Volvió a
empollarlo otros tres meses, hasta el 17 de abril.
Montevideo
Morgenstern se hizo famoso entre los abogados cuando publicó
en 2014 su libro “Cosa juzgada fraudulenta”, una teoría útil para reabrir
causas sobre presuntos actos de corrupción que hubieran sido cerradas por la
Justicia.
El prólogo es de Rosenkrantz. Escribió que para Morgenstern
la doctrina de la cosa juzgada írrita, como se llama en la jerga, debería ser
usada cuando la investigación judicial no hubiese buscado la verdad sino
directamente el sobreseimiento del procesado. Otra condición sería la
inexistencia de riesgo de condena.
Un párrafo que Rosenkrantz rescata es el que sostiene que
“en las últimas décadas” el verdadero peligro no es el Estado. “Es bastante
mayor el peligro de la impunidad que (el peligro de) la sujeción a la tiranía
estatal”, dice el actual proyectista del fallo sobre el dos por uno a un
torturador. Lo más parecido en la historia argentina a una “tiranía estatal”
fue la dictadura que gobernó entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre
de 1983. Con el dos por uno dejarían de cumplir su condena original autores de
crímenes de lesa humanidad. La situación se parece mucho a la noción sobre
“el peligro de impunidad”.
Recibido como una herramienta de combate por el
antikirchnerismo duro, el libro fue promovido por los defensores del
establishment económico y político nucleados en el Colegio de Abogados de la
Ciudad de Buenos Aires, donde se hizo una de las presentaciones. No se trata
del Colegio Público de Abogados sino de la organización que apoyó con
entusiasmo la dictadura, cuestionó los juicios por delitos de lesa humanidad y
representa a los abogados de los grandes estudios. La revista de la
entidad está dirigida por José Alfredo Martínez de Hoz hijo. En vida su
padre fue directivo del CACBA. También fue presidente del “colegito de la
calle Montevideo”, como es conocido entre los abogados, Roberto Durrieu, fiscal
de Estado de la provincia de Buenos Aires cuando Ramón Camps era jefe
de Policía y subsecretario de Justicia a nivel nacional con Jorge Rafael
Videla de presidente de facto.
El colegito fue uno de los 2629 avalistas de Rosenkrantz,
hasta ese momento miembro de un estudio que representaba, entre otras empresas
y entidades, al Grupo Clarín en juicios contra el Estado, y a YPF,
Musimundo, América TV, Cablevisión, La Nación, La Rural Predio Ferial de
Palermo, Carbap, McDonald’s, Quilmes e IRSAE.
Entre los 1428 críticos de la postulación de Rosenkrantz
figuraron los organismos de derechos humanos. La Asociación de Familiares de
Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que encabeza Lita Boitano,
dijo que Rosenkrantz había cuestionado los fallos “Simón” y “Mazzeo” que
habilitaron el juzgamiento por delitos de lesa humanidad. Según el
CELS, tanto Rosenkrantz como Rosatti eran cuestionables por sus “posturas
regresivas en temas vinculados a la protección de derechos y la aplicación de
derecho internacional de los derechos humanos, así como por sus posiciones
respecto de la relación entre el derecho, la política, el mercado y el Estado”.
En febrero último la Corte Suprema, con sus dos nuevos
integrantes a la cabeza, puso en duda la jurisdicción de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
En cuanto a los fallos “Simón” y “Mazzeo”, la web Crimen y
razón, que dirige Rafael Saralegui, recuerda que en 2007 Rosenkrantz y su
actual secretario letrado José Elías polemizaron con el actual fiscal Leonardo
Filippini. Para ellos hay que tener cuidado con tomar en préstamo fallos
internacionales en delitos de lesa humanidad. Incluso hay que cuidarse del
repudio hacia las amnistías. “Ciertas amnistías pueden ser legítimas”, escribió
el actual ministro de la Corte. “Los Estados no tienen una obligación de acusar
penalmente y sancionar estos crímenes sino sólo una obligación de
‘responsabilizar’”, algo que no requiere necesariamente de penas.
Como académico Rosenkrantz sostenía que derechos económicos
y sociales como salud, vivienda, educación, no son exigibles ante los
tribunales porque los jueces no tienen equipamiento ni están preparados para
decidir este tipo de casos.
Rosatti, ex intendente de Santa Fe, tuvo entre otros
avalistas al arzobispado de su ciudad. El arzobispo Antonio Arancedo es el
mismo que llamó a la “reconciliación de los argentinos” justo días antes del
fallo en favor del dos por uno.
Cifras
Los argentinos dieron su opinión sobre el fallo de la Corte
en favor de los represores con sus pies, marchando, y con sus manos al
enarbolar miles de pañuelos blancos. Una encuesta del consultor Sergio
Berenzstein reveló que el 85 por ciento de los consultados está en contra del
dos por uno para asesinos, torturadores y ladrones de bebés. Entre quienes
votaron a Daniel Scioli el porcentaje trepa al 98 por ciento. Entre los
votantes de Mauricio Macri baja a 75 por ciento. El 18 por
ciento de los que votó a Macri está de acuerdo con el fallo. Primera
conclusión: el núcleo duro del macrismo está a contramano de la mayoría. Segunda
conclusión: el núcleo duro no alcanza para ganar un ballottage, obviamente,
pero tampoco para sustentar políticas que ataquen valores democráticos tan
arraigados en la población. El rechazo a la impunidad de los terroristas
de Estado es uno de esos valores.
O por convicción o por necesidad, según los casos, una buena
parte del oficialismo terminó formando parte de los 211 diputados y los 57
senadores que el miércoles 10 sancionaron la ley contra el dos por uno a los
represores.
Rosenkrantz y Morgenstern serían el núcleo duro del núcleo
duro. Nada menos que su representación en la Corte Suprema.
Uno de sus promotores de siempre es el abogado Alejandro
Carrió, socio número 5725 del colegito. Carrió compartió clientes con
Rosenkrantz, entre ellos el Grupo Clarín. Hace dos años, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, dijo que “enfrentamos una
situación límite en la lucha por el Estado de Derecho”. Para Carrió “existe una
porción de la sociedad, quizás no mayoritaria, desanimada y a la espera de
líderes capaces de encabezar movimientos de resistencia civil que, hay que
admitirlo, podrán derivar en sanciones inmediatas, pues el Gobierno ha dado
muestras de que no le tiembla la mano para ejercer el poder”.
Nada de eso ocurrió. Ni la resistencia civil ni las
sanciones. En cambio sí es un hecho que Carrió, primo de la diputada, quedó
convertido en el primer defensor público del fallo del dos por uno. “Una
sentencia que reafirma la vigencia del Estado de Derecho”, fue el título de su
columna en La Nación el 4 de mayo, al día siguiente del fallo. “Lo
resuelto adquiere mayor trascendencia si se repara en que estaban de por medio
derechos de personas condenadas por delitos llamados de lesa humanidad, lo que
motivó que en el pasado se flexibilizaran peligrosamente principios como el de
legalidad e inmutabilidad de la cosa juzgada”, escribió el simpatizante de
Morgenstern y su idea de la cosa juzgada pero no tanto.
Tormentos
Luis Muiña cometió delitos “llamados de lesa humanidad”,
como diría Alejandro Carrió, como parte del autodenominado grupo paramilitar
Swat que actuó a comienzos del golpe en el Hospital Posadas, ubicado en la
calle Martínez de Hoz. Fue encontrado culpable de haber
intervenido en la privación ilegal de la libertad y en los tormentos aplicados
contra la enfermera Gladys Cuervo, Jorge Roitman, Jacqueline Romano,
Jacobo Chester y Marta Graiff.
“¿Por qué tenés vos esto, sos judía?”, le gritaron los
torturadores a Cuervo mientras le arrancaban una cadenita de oro y la
encadenaban a una superficie metálica para aplicarle picana eléctrica. Le
rompieron varias costillas y el esternón.
Le preguntaron si sabía que Jacobo Chester “era
judío y flojito”, porque no había aguantado la tortura.
Chester era auxiliar de farmacia del Posadas. La Justicia
dio por probado que el cuerpo “presentaba politraumatismos con fractura de
vértebras dorsales, rotura de la médula, fracturas de todas las costillas de
ambos lados y del esternón, lo que ocasionó su muerte por asfixia por
sumersión”. El cadáver “presentaba los pies atados con una tira de tela y otra
arrollada alrededor del cuello”.
La hija de Chester, Zulema, contó que cuando la patota cayó
en su casa, después de encontrar libros escritos en hebreo “hubo un giro total
en cuanto a la violencia con la que se manejaban; rompieron una percha y con un
pedazo de madera que tenía un clavo la golpearon y le preguntaban por las
amistades de su padre”.
Dice el expediente judicial en otra parte del testimonio brindado
por la enfermera Cuervo: “Relató que un día pidió a uno de los captores, Oscar
Tévez, que la deje ver a Roitman, a quien escuchaba quejarse continuamente. Que
aquél accedió y ella vio que Roitman estaba desvariando en un charco de sangre
y orina, y Tevez le dijo que le habían metido un palo en el culo. Que en
determinado momento no lo escuchó más quejarse a Roitman, sintió que hubo
corridas por las escaleras, subían y bajaban, frenadas bruscas de autos”. Tévez
le dijo a Cuervo: “Murió Roitman, vinieron los milicos a llevárselo”.
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