Alejandro Mosquera - http://revistalabarraca.com.ar/marchas-atras-del-gobierno-no-son-errores-es-su-politica/
Los actores políticos, empresariales, sindicales y sociales discuten en
estos días sobre la fragilidad política del gobierno de Mauricio Macri. Les
llaman “errores no forzados”, “impericia”, “torpes en la gestión”, “fallas en
la comunicación”. Esos enfoques hacen referencia a la marcha atrás del
Gobierno anunciada en conferencia de prensa por el propio Presidente sobre la
negociación del Correo Argentino en relación a la deuda con el Estado en su
concurso de acreedores, y también a la nueva fórmula (ahora derogada) impuesta
por resolución administrativa para fijar los aumentos de las jubilaciones en
contradicción con la ley de actualización jubilatoria.
Hay que sumar el logro de la lucha de La Bancaria y los trabajadores
representados q también derrotaron los intentos del ejecutivo para que las
paritarias no pasaran del 18% y la actitud inédita del ejecutivo, a través del
Ministro de Trabajo Jorge Triaca, no había homologado el acuerdo logrado por la
patronal bancaria y los trabajadores.
Algunos pretenden ver errores inconexos. Analizan las culpas que se
echan entre los distintos componentes del ejecutivo. Sin embargo, las medidas
que ahora tienen que desandar son parte de una visión ideológica y de un plan
de gobierno que, aunque no lo digan, preside los enfoques llevados adelante.
Veamos…
La modificación de la fórmula para fijar las jubilaciones significa
según el diario Clarín:
“En consecuencia, esa diferencia de 0,31 puntos equivale a un perjuicio
hacia los jubilados y beneficiarios de las Asignaciones Familiares de casi $
3.000 millones anuales. Estudios de abogados previsionalistas aseguran que la
diferencia sería mayor de 0,6 puntos y que por lo tanto el perjuicio contra los
beneficiarios del sistema se elevaría a $ 5.200 anuales.”
Queda claro que la medida es parte del ajuste a los sectores populares
y los gastos del estado para bajar el déficit fiscal después del vaciamiento de
recursos estatales que significaron la baja y quita de retenciones a la soja y
otros, a las mineras, el pago a las empresas de servicios públicos por
compensación de todo lo que no pudieron aumentar de tarifas, entre otras
medidas para transferir recursos y riqueza a los sectores más concentrados y
poderosos.
La real política antinflacionaria del gobierno es una recesión
planificada y deseada por más que se diga lo contrario. Y achicar la demanda
vía achicar el salario real directo e indirecto de los trabajadores y los
ingresos de los sectores productivos.
El boicot del gobierno a los acuerdos logrados entre La Bancaria y los
Bancos, tenía por objeto poner un límite a la capacidad negociadora de los
sindicatos en las paritarias y evitar que los salarios recuperaran poder
adquisitivo. Su programa está claro, abaratar la mano de obra argentina sobre
la base del achicamiento de los salarios reales y los despidos como presión
para que los trabajadores acepten sus salarios a la baja con tal de no perder
el trabajo. Es decir, la magnitud del salario la fija para esta concepción
macrista el ejército de desocupados.
El triunfo de la Bancaria los pone frente a una situación difícil
frente a la paritaria docente. No tanto por el porcentaje que lograron, sino
por la posibilidad de torcerle la mano y obligarlos con la lucha a convocar a
la paritaria nacional y lograr un aumento que apunte a recuperar parte
sustancial de lo perdido.
Por último, el acuerdo por las deudas del Correo Argentino, empresa de
la familia Macri, con el Estado, solo puede entenderse si se observa que el
núcleo del macrismo responde tanto a las concepciones dogmáticas del neoliberalismo,
como a los genes de ese tipo empresario que vivió, se enriqueció y utilizó el
Estado y sus recursos para ello. La llamada Patria Contratista de la cual las
empresas familiares de Macri han sido parte clave. Muchos fueron los
dirigentes políticos y empresariales que no creyeron la versión oficial sobre
que el Presidente no estaba enterado y que fue Aguad que le dijo al “pasar” a
Marcos Peña que iban hacia un acuerdo en el tema. La ingeniería para
beneficiar a la empresa macrista estaba concebida para que nadie se diera
cuenta. Alberto Fernández señaló al diario La Nación “Esto es una picardía criolla.
Dijeron: ‘si pasa, pasa’.
Parecería ser más que una viveza, Macri y sus Ceos vinieron a la
política y el Estado en función de su clase, a llevar una política de
subordinación al capital financiero y también a vampirizar al Estado, succionar
sus recursos en función de sus intereses.
El presidente tuvo que salir a dar la cara con las marchas atrás. Todos
en los pasillos de la Casa Rosada saben que es un altísimo costo político, más
en un año electoral. Lo cierto es que no alcanzaba con Marcos Peña y Aguad
hablando incoherencias y contradiciéndose en público. Lilita Carrió podía decir
una sola vez que estaba estudiando la situación del Correo y no salir a
denunciar la evidente verdad, pero la opinión pública, los que sufren los
efectos de este año transcurrido de políticas de su Gobierno, entendieron
claramente lo que estaba ocurriendo.
Un dato interesante que muestra una Argentina que no para de cambiar,
pero no en el sentido deseado por el presidente, fue la actitud de algunos
periodistas que hablaron de los despidos en la empresa AGR de Clarín y también
de los miles sucedidos en distintas áreas. O el reclamo para hablar de la
verdadera inflación para el año y el techo a las paritarias, y de las
movilizaciones obreras. Por supuesto que algunas preguntas que se salen del
libreto no sacan al Presidente de las respuestas ensayadas con su equipo de
comunicación. El relato macrista se basa en la simulación, en creer que la
verdad y la realidad no importan, sino que la clave es lo que se dice, que la
palabra genera una realidad alterna que lo importante es que la gente se lo
crea.
Sin embargo, la vida, lo que ocurre en la cotidianeidad se abre paso,
se filtra por más grande que sea la censura, el dominio del discurso único
tiene filtraciones.