Emir Sader - http://www.alainet.org/es/articulo/180632
Desde que los gobiernos de Argentina y Brasil se
han articulado como eje de los procesos de integración latinoamericanos, a
partir de coincidencias fundamentales en la lucha en contra del neoliberalismo,
sus presidentes, una vez electos, se visitaban mutuamente, como primer viaje
internacional. Eran maneras de reafirmar esa alianza, esa amistad, ese cariño
que se tenían Lula y Néstor Kirchner, Cristina y Dilma.
Fueron los mejores años de las relaciones entre los
dos países y los que más se avanzó en el intercambio entre ellos y en los
procesos de integración latinoamericana. En los encuentros se hablaba de las
relaciones estrechas entre los dos países, de la situación de América Latina,
del lugar del continente en el mundo. Se acuerdan, hermanos, ¡que tiempos
aquellos!
Eran encuentros llenos de pueblo, de participación
de movimientos populares, de concentraciones en las plazas, de conversaciones
con representantes de las fuerzas del campo popular. Eran dos países que se
acercaban, que hablaban por intermedio de sus presidentes.
Hoy, sin embargo, ¿qué representa el encuentro de
dos presidentes profundamente antipopulares como Mauricio Macri y Michel Temer?
¿En qué escenario se van a encontrar? ¿De que temas van a hablar? ¿Cómo se van
a defender de la hostilidad del pueblo argentino a los dos?
Será un encuentro sombrío, de dos presidentes que
no representan a sus países sino a los intereses del Imperio. Hablarán del FMI,
del retorno del endeudamiento de sus países, compararán el nivel de recesión de
sus economías, los niveles records del desempleo, de las manifestaciones
populares en contra de ellos, de la hostilidad que nutren hacia países vecinos
como Venezuela, Ecuador, Bolivia.
Se defenderán del pueblo con barricadas, con
tropas, con esconderse de las calles. Hablarán al final en entrevistas
controladas a los medios que los promueven, no anunciarán nada en el camino de
avanzar en la integración regional, al contrario. Nada de la construcción de
formas de defensa comunes respecto a la crisis internacional del capitalismo.
No habrá nada bueno para anunciar a sus pueblos. A
lo mejor ni hablarán de los ajustes fiscales que los identifican, porque saben
que solo contienen noticias malas para los pueblos.
Ya no será la relación de acercamiento y
fraternidad entre dos países y dos pueblos. Ninguno de los dos piensa en
América Latina como un sujeto político, ni a sus países como agentes de la
integración.
Ni de elección es de buen tono hablar, dado que
Temer llegó a la presidencia mediante un golpe y lo que más teme son las
elecciones directas que el movimiento popular revindica en Brasil.
Los dos tienen en común intentos de reimplantar el
modelo neoliberal que ha fracasado en los dos países, produciendo las peores
crisis en Argentina y en Brasil en mucho tiempo. Tienen en común representar a
los sectores que habían sido desplazados del gobierno por el voto democrático
del pueblo de los dos países, a lo largo de mucho tiempo. Y hoy representan los
intentos de restauración conservadora en América Latina.
No hay como no echar de menos las relaciones
fraternales entre Néstor y Lula, entre Cristina y Dilma. Y las relaciones
estrechas y solidarias entre Argentina y Brasil, como ejes de impulso de la
integración latinoamericana.
- Emir Sader, sociólogo y científico
político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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