Cuando los neoliberales hablan de “abrir la economía” o “reinsertarse
en el mundo” se refieren, en realidad, a la firma de acuerdos
bilaterales y tratados de libre comercio. Está en el manual de esa
ideología. En Chile y Perú están luchando contra ellos y asoman,
amenazantes, en el futuro de la Argentina de Macri.
Las marchas en Chile y Perú aumentan en masividad y contundencia. Un
amplio espectro de movimientos sociales, políticos y ciudadanos viene
realizando, desde mediados de 2015, masivos actos de protesta contra el
Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP por sus siglas en
inglés), firmado por los gobiernos de esos dos países y otras diez
naciones en agosto de 2015, en Nueva Zelanda.
El acuerdo fue suscripto por Estados Unidos, Chile, Japón, Australia,
Brunéi, Canadá, Perú, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur y
Vietnam, en medio de protestas en muchas partes del mundo, incluso en
EEUU, donde los sindicatos pusieron el grito en el cielo.
Tanto en Chile como en Perú falta la ratificación de los respectivos
Parlamentos, por lo que las protestas se irán incrementando día a día.
El acuerdo sienta las bases de un bloque económico que reducirá las
barreras comerciales en las 12 naciones que participan en él, y permite
que los peces gordos se devoren a los más pequeños sin siquiera tener la
deferencia de masticarlos. El nuevo bloque comercial abarca 800
millones de personas. China dijo: “No, gracias”.
El acuerdo produce la llamada deslocalización de las fábricas. Esto
significa que trasladan a los países con salarios más bajos (“costo
laboral”, en la jerga empresarial), lo que produce el cierre de miles de
industrias en los países donde los trabajadores tienen mejores
salarios.
Además, los acuerdos incluyen el cambio en el régimen de patentes, lo
cual elimina los fármacos genéricos y aumenta en forma exponencial el
precio de los medicamentos. Y también, por si fuera poco, facilita la
especulación financiera y el libre flujo de capitales especulativos.
Queda claro por qué este tipo de “aperturas” figura en la primera página
del manual neoliberal.
Lo único que se abre, en realidad, al menos para los trabajadores y
la enorme mayoría de la población, son las puertas del infierno.
En Perú, los manifestantes se concentraron en la plaza San Martín y
luego marcharon hacia el Congreso coreando consignas contra el acuerdo:
“TPP, tratado de la muerte”, “Aquí, allá, el TPP no pasará”.
El diario peruano La República señaló que Ciro Salazar, miembro de
una de las agrupaciones convocantes, como el colectivo de jóvenes Las
Zonas, indicó que “los beneficios comerciales de este acuerdo no pueden
usarse como excusa para perjudicar la salud de las personas con el
encarecimiento de las medicinas”.
Asimismo, el dirigente del Colectivo Juvenil de Izquierda, Jorge
Rodríguez, señaló a La República que los jóvenes están indignados con el
gobierno de Ollanta Humala por la firma de este Acuerdo que consideran
lesivo para el país por lo que no permitirán que el Congreso lo
ratifique. Para ello, adelantó, realizarán diversas movilizaciones. “Es
un tratado lesivo para los intereses del Perú porque se hipoteca la
soberanía de los pueblos a favor de las transnacionales, como es la
soberanía de las patentes, lo que permitirá que varias farmacéuticas
tengan el control total y el mercado de los medicamentos, lo que hará
que se encarezcan y que no hayan genéricos”, dijo.
En la protesta que tuvo lugar en Lima participaron asimismo el
colectivo Peruanos contra el TPP, el Colectivo Dignidad Nacional y las
Zonas; estudiantes de las universidades San Marcos, UNI y Villarreal;
sindicatos como la Federación de Trabajadores Administrativos del sector
Educación y la Federación de Trabajadores Textiles, así como militantes
y jóvenes del Frente Amplio, Perú Libertario y el Partido Comunista
Peruano, entre otros.
Y más al norte también hay bronca. Estos acuerdos están hechos a la
medida de las grandes corporaciones del imperio. Pero los laburantes se
quedan afuera. Sindicatos estadounidenses argumentaron que el acuerdo
ayudará a que más empleos industriales bien remunerados sean
relocalizados a países de menor costo de mano de obra en el sureste de
Asia, como por ejemplo Vietnam.
El proceso de deslocalización y desindustrialización que sufre la
clase obrera de EE.UU. ya lleva varias décadas. Decenas de miles de
fábricas cerraron, en el marco de la financiarización del capitalismo.
Todo el poder a la especulación financiera y los buitres. Los mismos
fondos buitre que ahora comen carroña argentina de la mano de Macri. No
ya “Papita pal loro”, sino “Papita pal buitre”. Que no es lo mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario