En los
albores del Bicentenario de la Independencia, Argentina tiene un presidente
cuya inclinación ideológica y política enfatiza que el país debe “abrirse al
mundo”, un eufemismo que remite al reforzamiento de lazos de dependencia
comercial y financiera con los centros económicos internacionales del norte:
Estados Unidos y la Unión Europea.
Los primeros
pasos dados por Macri en el terreno internacional se inscriben abiertamente en
esta dirección. Bajo esta premisa, el presidente argentino viajó a Paraguay
para participar de la Cumbre del Mercosur que se realizó el pasado 21 de
diciembre. En su estrategia inicial de “apertura”, Macri buscaba erigirse en
conductor de un Mercosur que, frente a las adversidades económicas que enfrenta
la región y en particular Brasil, cedería ante los cantos de sirena: un viraje
hacia el flamante Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en
inglés).
El TPP,
denominado como una “farsa” por el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, fue
acordado a fines de octubre de 2015 por once países del Pacífico: Australia,
Nueva Zelanda, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Perú, Singapur y
Vietnam. La concreción del Acuerdo se realizará el 4 de febrero de 2016 en
Nueva Zelanda, cuando se incorporará la firma de todos los países miembro que
representan el 36% del PIB mundial y el 25% del valor de las importaciones y
exportaciones mundiales. El mismo deberá ser ratificado por los Parlamentos de
cada país que lo integre. Este proceso, que puede durar dos años, atravesará el
período de elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Los tres
países firmantes de América Latina integran la Alianza del Pacífico y fueron enérgicos
promotores del TPP, al mismo tiempo que fueron escenario de masivas
movilizaciones populares en su rechazo durante todo el mes de enero de 2016.
Según
Stiglitz, la farsa radica en que no se trata de un acuerdo de libre comercio,
sino que apunta a “la administración del comercio mundial” por parte de las
corporaciones transnacionales más grandes, concentrando aún más la economía y
generando grandes masas de expulsados del mercado laboral, es decir, un aumento
exorbitante del desempleo.
Este
acuerdo se mantiene bajo una cláusula de confidencialidad en el que todos los
países miembros deben mantener silencio sobre el mismo por un plazo de cinco
años desde su firma. Por esta razón, el TPP atraviesa los medios de
comunicación como una sombra, de la que se conoce su existencia pero poco se
habla.
Wikileaks,
no obstante, filtró el capítulo del Tratado sobre Propiedad Intelectual que
otorga el total control de las patentes a las farmacéuticas, prohibiendo el
desarrollo científico y el avance de la industria en los países miembros que no
cuenten con el aval de las multinacionales. La incorporación de la cláusula
ISDS establece el arbitraje privado como método de resolución de conflictos
entre Estados y corporaciones por expectativas de ganancias defraudadas, sin
intervención de Parlamentos u otros poderes institucionales.
Negocios
en Davos
La
revancha de Macri fue el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, realizado
entre el 20 y el 23 de enero de 2016. Tras el revés recibido en Paraguay, el
presidente argentino definió avanzar en sus objetivos aún sin poder traccionar
al Mercosur. Su “caballito de batalla”, el ministro de Hacienda y Finanzas,
Alfonso Prat-Gay, manifestó, horas antes de viajar a Europa: “Los objetivos de
la Argentina en Davos son recordarle al mundo que existimos, y me parece que
hubo una política explícita del kirchnerismo de rodearse de tres o cuatro
amigos que no eran los amigos históricos de la Argentina como Venezuela, Irán y
Rusia y diferenciarse del resto del mundo, fundamentalmente de los amigos más
cercanos como Francia, Italia, España y los EEUU”.
La extensa
delegación presidencial que acompañó a Macri apuntó
a objetivos muy concretos: recuperar la confianza del Fondo Monetario Internacional (FMI) y atraer inversiones
para generar un piso de solvencia frente a un 2016 que viene signado por la
recesión y la crisis económica, -en parte, producto de sus cambios en este
plano- y reiterar públicamente el interés del gobierno argentino por ingresar
al TPP.
Hubo una
reunión más silenciosa: la que mantuvo la canciller, Susana Malcorra, con el
secretario de estado de los Estados Unidos, John Kerry. El tema central fue el
mercado energético y el lugar que Argentina puede ocupar allí. Malcorra sugirió
la participación del presidente Macri en la “Cumbre sobre Seguridad Nuclear” a
realizarse el próximo 31 de marzo y 1 de abril en Washington. Ocasión perfecta,
según su perspectiva, para lograr la ansiada foto de Macri agitando manos con
Obama en el Salón Oval.
Aunque
Kerry no se mostró muy entusiasmado, la posibilidad de generar acuerdos
comerciales en materia energética dinamizó la posibilidad de este encuentro. Al
respecto, Malcorra señaló: “Cuando hablamos de cambio climático hablamos de
energías renovables y, allí, el secretario se enteró del enorme potencial que
tiene Argentina”. La visita a Buenos Aires de Kristie Kenney, principal asesora
de Kerry, el 3 de febrero, es una señal en este camino de intereses comunes.
Finalizado
el evento, el pasado 24 de enero, el periódico La Nación publicó un
artículo de opinión titulado: “Volver al mundo, una tarea ineludible”, firmado
por Luis Miguel Etchevere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. Con
elogios a la política presidencial en Davos, Etchevere enfatizó en la necesidad
urgente de que Argentina ingrese al TPP.
“Este
tratado también deja en evidencia al Mercosur respecto de la demora en la
conclusión del acuerdo con la Unión Europea. Para dimensionar lo que significa
el abandono de los mercados, podemos contrastar con el caso de Chile (que forma
parte del TPP), cuyos vinos entran al mercado europeo con arancel 0 expresado
en euros/hectolitros. Mientras tanto, la Argentina tiene que afrontar un
arancel que va del 13,1 al 15,1 euros/hectolitros. La demora de más de 15 años
en la conclusión del acuerdo Unión Europea-Mercosur no es gratuita”, sostuvo.
A su
retorno, sin embargo, Macri adujo problemas de salud para ausentarse a la IV
Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
realizada el pasado 27 de enero en Quito, Ecuador.
La
vicepresidenta, Gabriela Michetti, que fue en su lugar, eligió realizar una
visita previa a Michelle Bachelet, presidenta de Chile y principal impulsora
del TPP en el Cono Sur. Durante la Cumbre, mientras Bachelet enfatizó la importancia
de “diversificar” la economía de la región, Michetti utilizó pocos minutos para
destacar el rol de las energías renovables y la necesidad de “tomar medidas
urgentes en función del cambio climático”, en la región.
@LaMicaRyan
y @FVicentePrieto
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