Fernando Buen Abad Domínguez * - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=6126
La “Pos-verdad” no es la maduración, el desarrollo y, en
algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor acelerador del
embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera de lugar hasta
la más simple de las dudas.
Eso que hoy se llama “Pos-verdad”, su lugar en la Historia,
especialmente, en nuestra época y vida personal, es amontonadero de una
calamidad social de clase que aquí llamamos “Plus-mentira” insuficientemente
denunciada y sancionada. Al preguntarse ¿qué es la “Plus-mentira”?, sus
semejanzas con otras formas del desfalco contra la realidad, enfrentamos un
capítulo espinoso e ineludible. Su significación es de naturaleza histórica y
paradójica, porque si bien la mentira destruye al mismo tiempo constituye un producto
social, expresión de una época determinada, que es condición de la existencia
de la clase dominante. La “Pos-verdad” consagra a la coyuntura, la convierte en
transcurrir histórico de lo falaz y en estereotipo de espejismos dentro de las
batallas de las ideas.
Queda en extrema tensión la conciencia, las inteligencias
chocan transparentes lavadas de realidad, caídas del cielo. La razón de la
mentira forcejea y envenena con blasfemias que hacen temblar la historia misma
de la Razón humana. Nada coincide con los hechos. Ese es el drama eterno,
oscuro y profundo en que quieren hundirnos. A la realidad se la ataca con
“Plus-mentiras” impregnadas de abundancia verbal decorativa. Las mentiras
brotan como chorros y no les basta ignorar una suma de conocimientos, va más
lejos hasta quela realidad se reduce a “una búsqueda interior”. Búsqueda que en
nada se parece al análisis; más que búsqueda, actividad psíquica carente de
base concreta diseñada para provocar la pasividad propicia a la aparición de la
resignación… de la derrota.
La “Plus-mentira” que se ejerce sobre nosotros se presenta
como una tensión trágica que quiere convencernos de que nuestro destino incluye
someterse a al engaño mansamente. Ausente la verdad la conciencia se vuelve una
experiencia peligrosa y sacrílega, una afirmación del rebaño en el dominio
propio para después dominar a los demás. La mentira se vuelve una visión del
mundo. Todo lo que llamamos cultura hunde sus raíces en la “Plus-mentira” como
si fuese la fuente de todas nuestras creaciones.
Así la “Pos-verdad” reclama su justificación al tratar de no
recibir respuesta crítica, de no dejar aguijones de realidad punzando en las
conciencias. Cultivo de grandes mentiras que oscuramente el modo de producción
capitalista necesita para perpetuarse en su dominación sobre los seres humanos.
La “Plus-mentira” pulula en la “Pos-verdad” quitado el sueño a muchos -para
bien y para mal- como asentimiento general de la falacia, como metafísica de
todo lo objetivo, lo concreto, lo real. La “Pos-verdad” no es la maduración, el
desarrollo y, en algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor
acelerador del embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera
de lugar hasta la más simple de las dudas. Hace de la experiencia de mentir la
demolición de toda realidad y dispersa el motín de las dudas para convertir sus
girones en paraíso de lo oscuro, negación dinámica y cómoda de lo transparente
y estética de lo opaco, de lo fácil y de lo que no exige compromiso ni
esfuerzo, de lo banal y del escapismo. El engaño como un placer democratizado a
fuerza de naturalizarlo con noticieros. Por ejemplo.
La “Plus-mentira” se conduce como ente caprichoso y
autónomo. “Como dice una cosa dice la otra” y, al mismo tiempo, sepulta al
pensamiento crítico bajo los escombros de la realidad demolida con descargas de
odio e ilusionismo mediático. Es uno de sus grandes logros. Es decir, la
“Pos-verdad” y la “Plus-mentira” son baluartes de la “cultura de masas” y del
coloniaje de la estulticia cínica que convirtió en enemiga a la verdad porque
le representa un estorbo mayúsculo. La convirtió en algo del “más allá”. El
pensamiento se desploma sometido al embrujo del espectáculo que no puede ser
interrumpido por rachas de realidad incomprensible, dolorosa y comprometedora.
La “Pos-verdad” pretende reducirlo todo a sus propias leyes, y una y otra vez,
rompe los diques de la verdad y de la semántica para que todo signifique nada y
todo sea sinónimo de quietismo. Léxicos y gramáticas de la falsedad producidas
para no terminarse nunca. La idea es que la mentira está siempre en movimiento
para dejar la verdad en el centro del remolino incesante de ilusiones y engaños
donde la certeza parece estática en una totalidad de “Plus-mentiras”
indivisibles para constituir una unidad significativa. La “Plus-mentira” suelta
no es, propiamente, la “Pos-verdad” tampoco lo es una sucesión mentiras, para
que la “Pos-verdad” se produzca es menester que los signos se asocien de tal
manera que impliquen y transmitan como verdad el sentido profundo de lo falaz,
su ser y su esencia rentables.
Basta observar cómo engañan los que han aprobado los
exámenes de la dominación (los gerentes de la burguesía que ocupan cargos que
ellos llaman “políticos”) en ellos, para comprobar la verdad de sus
falacias, se ocupan de aislar los hechos. Balcanizarlos. El aprendizaje social
de las “Plus-mentiras” se inicia enseñando a dividir las realidades en
anécdotas subjetivas y éstas en pareceres individualistas. Nada tiene autoridad
de consenso. Se sustituye con “Pos-verdades” la conciencia de los hechos que
son remplazados con afirmaciones hiper-emocionalizadas capaces de
sustituir, a su vez, el pensar, el habla y toda duda.
Aquellos que muerden el anzuelo de la “Pos-verdad” saben que
deben renunciar al dictado del pensamiento crítico. Lo ven como enemigo, como
molestia y como inapropiado. Cada vez que nos distraemos aparece la
“Plus-mentira” con su halo mediático en estado natural, suplantando la
experiencia. Forman por sí mismas unidades significativas como parte
constituyente de un contexto superior que simultáneamente es un contexto de
otras “Plus-mentiras” que alcanzan efectiva significación como unidades
semánticas de lo inexistente. Es un verdadero desastre para la humanidad.
Tal desconcertante propiedad de la “Plus-mentira” es arma de
fabricación minuciosa en laboratorios de Guerra Psicológica. El objetivo es que
nadie pueda sustraerse a la “Plus-mentira” con su poder mágico, ni siquiera
aquellos que desconfían de ellas una vez que se produce la fractura entre el
pensamiento, el conocimiento de la realidad y sus enunciados. Se trata de
agotar toda reserva de actitud intelectual crítica. Sólo en ciertos momentos
medimos y pesamos la realidad y en ese instante, le devolvemos su crédito. La confianza
ante la verdad rompe su relación y salta hacia el campo de las creencias flujo
y reflujo, unión y separación, unas mentiras atraen a otras se acoplan… se
corresponden. La Pos-verdad en su esplendor maligno sometiendo a millones de
seres humanos bajo extrañas y deslumbrantes disociaciones como en el sueño, en
el delirio, la hipnosis y otros estados de confusión inducida.
La “Plus –mentira” no parece tener fin: una nos lleva a
otra. Nos arrastra a un estado de unidad, de final reunión con la alienación
eterna, para hacernos incapaces de oponer diques de conciencia crítica ante la
realidad del capitalismo que nos marea y donde la conciencia vacila. Y de
pronto la ideología de la clase dominante nos tiende su emboscada de
“Pos-verdades” como un destino inamovible y terminal. Un muro donde estamos
encerrados con resignación y agradecimiento. Como si fuese una gran verdad.
Es una ofensiva dura en la Guerra Mediática, es un ataque en
la Batalla de las Ideas, el futuro que se reduce al presente. Ahí radica el
peligro ideológico llámese como se llame (“caso Zapata” en Bolivia, “amenaza
inusual” en Venezuela, “Armas de destrucción masiva” en Irak…) Cercenado el
derecho a pensar libremente, a militar la vida con la razón y la coherencia,
han secuestrado la producción de “sentido” para un mundo en el que lo
importante es que el “relato” dominante parezca cierto siempre y aunque no lo
sea. Un mundo en el que reine el individualismo y el relativismo
subjetivo-consumista contra la contundencia de los hechos históricos y la
contundencia abrumadora de la realidad capitalista que devora todo: el planeta,
las personas, los valores, las emociones, las creencias y la voluntad política
del pueblo trabajador. El fundamentalismo del engaño rentable. Por todos los
medios.
* Instituto de Cultura y Comunicación UNLa.
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