Rafael Araya Masry, periodista, secretario de Relaciones Internacionales del Partido MILES y ex asesor de la Embajada de Palestina en Argentina http://www.politicaymedios.com/internacional/Palestina__ahora_y_en_la_hora_de_nuestra_muerte_20140901150339.php
Y juro:
Que he de hacer un pañuelo de pestañas,
donde grabar poemas a tus ojos,
y escribir una frase
más dulce que la miel y que los besos:
¡Que Palestina era... Y sigue siendo!
(Mahmoud Darwish, “Enamorado de Palestina”)
Para comprender de mejor forma lo que acontecen por estas horas en la Franja de Gaza, debemos remontarnos necesariamente al pasado 2 de junio, cuando las fuerzas palestinas en su conjunto –Hamás incluido- conformaron un Gobierno de Unidad Nacional formado por tecnócratas y profesionales alejados de las luchas políticas más contingentes y que, por estas propias características, ofrecían a todos los partidos las garantías suficientes de ecuanimidad en el accionar del gobierno nacional palestino. Un sueño largamente acariciado por muchos.
La primera reacción al borde de la histeria del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue exigir a todos los países de la tierra que se negaran a reconocer a las nuevas autoridades palestinas “al estar integrado por el grupo terrorista Hamás”. La primera respuesta no tardó en llegar. A través de un comunicado del Departamento de Estado norteamericano su secretario, John Kerry, manifestaba la disposición del gobierno de EEUU a “trabajar en conjunto con las nuevas autoridades pero siguiendo de cerca la evolución política de la región”. En el mismo sentido se manifestaron los presidentes de Rusia, China e India que se encontraban reunidos en Beijing, manifestando expresamente su reconocimiento al nuevo gobierno palestino.
Para más indignación de Netanyahu, la Unión Europea también apuntó en la misma dirección unos días más tarde. Es decir, el Cuarteto en pleno – ya que Ban Ki Moon adheriría también a la bienvenida- reconocía a las nuevas autoridades palestinas y manifestaba su disposición a trabajar en conjunto con la mente puesta en el reinicio de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, frustradas una vez más por la constante construcción de nuevas colonias ilegales (como lo son todas, según el derecho internacional) que ponen en grave peligro la alternativa de los “dos estados”, ya que en el terreno el territorio palestino carece de continuidad por la permanencia de más de medio millón de colonos.
¿Pero por qué a Israel puede perjudicarlo un gobierno de unidad palestino? La respuesta es simple. Al firmar el acuerdo, Hamás se comprometió a respetar todos los acuerdos adquiridos por la OLP y la Autoridad Nacional Palestina, que avalan la tesis de los Dos Estados, lo que significa el implícito reconocimiento al derecho de existir del Estado de Israel por parte de ese partido islámico palestino. Esto, obviamente, le quita a Netanyahu su “demonio” favorito y pierde una de sus principales argumentaciones para no negociar. Esa que dice: “de un lado está Abbás y del otro está Hamás. No tenemos interlocutor”. Y de esa manera sostener el statu quo que le permite seguir construyendo colonias, confiscando tierras y apoderándose de la mayor cantidad posible de territorio destinado a conformar el futuro estado palestino para luego negociar en condiciones de mínima sobre una política colonial de hechos consumados.
El necesario justificativo para desatar la operación militar
Cuando el 12 de junio pasado los medios nos informaban sobre el secuestro de tres adolescentes colonos israelíes en Cisjordania, no pasaron dos horas hasta que el Primer Ministro israelí culpara al Movimiento Hamás por el plagio. Se movilizaron entonces todos los servicios de inteligencia hacia la Ribera Occidental, se acrecentó el número de soldados y comenzaron una ola represiva brutal y una andanada de castigos colectivos para intentar dar con el paradero de los jóvenes israelíes. Resultado, 9 palestinos muertos, entre ellos 8 adolescentes y un bebé de dos años, sin contabilizar al joven palestino que, en venganza, fue quemado vivo en Jerusalén como acto de venganza.
La realidad nos golpeó una vez más cuando los cuerpos de los tres jóvenes asesinados, aparecieron enterrados muy cerca del lugar donde los habían capturado y casi a flor de tierra, habiéndose consumado un repudiable crimen, más allá de quién resulte responsable.
Cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, Cisjordania fue dividido en tres zonas: una zona A, bajo control de la Autoridad Palestina, una zona B bajo control compartido israelí-palestino y una zona C bajo exclusivo control militar y administrativo israelí. Pues bien, es precisamente en la zona C donde se produce el secuestro y asesinato de los adolescentes israelíes sin que los aceitados y eficientes servicios de inteligencia israelí ni el ejército de ese país hayan podido rescatarlos con vida.
Por otra parte, algunos medios reflejan las expresiones del jefe del Mossad, Tamir Pardo, “anticipando” un secuestro que se produciría muy poco después, según relata el periodista Gerhard Wisnewski en su artículo del portal Red Voltaire (1). Esto reafirma la tesis de que cada vez que existe “peligro de paz”, algún “oportuno” hecho atribuible a acciones “terroristas”, ponen un nuevo obstáculo en el camino del entendimiento entre las partes.
Es decir, nuevamente un hecho político grave (provocado ad hoc o no) hace saltar por los aires cualquier posibilidad de avance en un proceso de negociaciones de por sí bastante deteriorado. Resulta cuando menos sintomático para cualquier analista que ve en esta recurrencia la excusa perfecta para no sentarse a negociar.
Lo peor, es que ha pasado más de un mes sin que prueba alguna haya sido exhibida para inculpar a Hamás o siquiera a algún otro palestino. No obstante, los responsables israelíes del horrendo crimen perpetrado en contra de Mohammed Abu Khedair, el adolescente palestino que fuera golpeado y quemado vivo en Jerusalén Oriental, fueron capturados muy pocos días después. ¿Diferentes métodos de investigación? ¿Es más fácil perseguir asesinos israelíes que árabes?
Aún la interrogante subsiste sin que los responsables de “Hamás” hayan sido capturados. Ergo, no debería extrañarnos que en alguna fecha próxima, Israel comunique Urbi et Orbi que los culpables murieron en uno de los bombardeos a la Franja de Gaza.
Del gas en la costa de Gaza y del petróleo hablaremos más largo en un próximo artículo, pero también constituye otro elemento no menor que incide seriamente en la necesidad israelí de dominar la Franja de Gaza y deshacer, de facto y manu militari, los acuerdos que el Presidente Abbás estableció con la empresa estatal rusa Gazprom para la explotación tanto de esos grandes yacimientos gasíferos, como del petróleo existente en varias zonas de Cisjordania. A diferencia de Israel, que ya tenía avanzados acuerdos con British Group. Por supuesto para explotar hidrocarburos que no le pertenecen.
Mientras tanto, el genocidio continúa
Sin pruebas para mostrar y en base a provocaciones que llevaron a la resistencia islámica a disparar sus rudimentarios cohetes contra el territorio israelí. Estos dispositivos, que carecen de cualquier sistema de guía y son incapaces de llevar una significativa carga explosiva, son eufemísticamente llamados “misiles” por la propaganda israelí y pro-israelí.
No es justificable –desde ya- el lanzamiento indiscriminado de cohetes desde el territorio de Gaza hacia Israel, básicamente porque es un verdadero regalo a las pretensiones de Netanyahu y, sobre todo, porque pueden dañar a civiles israelíes inocentes. Pero lo que no se puede hacer es una equiparación simétrica entre dos contendientes pretendiendo ponerlos en un pie de igualdad en cuanto a sus capacidades de infligir daño a su oponente respectivo. Lo que hace la propaganda israelí para todo efecto, es levantar una verdadera campaña que reivindica la “Teoría de los Dos Demonios”, de tan triste recordación en nuestro país, y poner como un enemigo “temible” a Hamás, casi con las capacidades de hacer desaparecer al Estado de Israel, cuando en los hechos, es Israel el que está haciendo desaparecer la posibilidad de un Estado palestino y –a través de esta operación militar- a sus habitantes más vulnerables. No nos olvidemos que Israel es la quita potencia militar del planeta, un enorme exportador de armas sofisticadas, tecnología y, como cereza de la torta, posee un arsenal atómico que sobrepasa las 200 cabezas nucleares. Por lo tanto, es imposible equipararlo a un grupo guerrillero.
Mientras tanto, la situación humanitaria en la Franja de Gaza se hace insostenible. Junto al bombardeo del Hospital Wafa, que obligó a huir a personal médico junto a sus enfermos y a un significativo grupo de voluntarios internacionales que allí prestaban servicio. El centro hospitalario fue destruido y pudimos enterarnos a través de las redes sociales y en palabras de quienes enviaban sus mensajes en tiempo real, del progreso de la destrucción del nosocomio.
Aún así, creo que lo que se ha transformado en un símbolo de la barbarie, es la imagen de los cuatro niños, que no sobrepasaban los 10 años y que, mientras jugaban al fútbol en la playa fueron alcanzados por dos misiles disparados por la armada israelí, resultando muertos en el acto y dejando un tendal de heridos y en cuyo auxilio concurrieron los periodistas extranjeros alojados en un hotel cercano.
Tal vez la Diputada israelí, Ayelet Shaked, miembro de la coalición que apoya a Netanyahu, está haciendo realidad el sueño que expresara cuando pedía “matar a todas las madres palestinas para evitar que nazcan las pequeñas serpientes, porque todos los palestinos son el enemigo”. Algo ha envenenado a la sociedad israelí, y es el pueblo palestino en su pobreza e infinita dignidad, el que paga las consecuencias de tanto odio.
(*)Artículo en Red Voltaire: El jefe del Mossad había vaticinado el secuestro de los tres jóvenes israelíes http://www.voltairenet.org/article184699.html
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