Por: Karen Varon Rojas* - http://www.contagioradio.com/haiti-en-llamas-articulo-61702/
Haití es conocido mundialmente por ser el país con los
índices de desigualdad más altos de América Latina y el Caribe; también ha sido
tema de conversación los últimos días debido a las publicaciones en prensa
internacional y a las reacciones en redes sociales producto de las fuertes
manifestaciones que vienen desarrollándose desde el pasado jueves en la capital
y en distintas zonas del país.
Si nos proponemos por dos minutos tejer algo de memoria
sobre este lugar, que parece ajeno para muchos en el mundo, podemos mencionar
que fue la primera y única nación de esclavos negros que logró liberarse; que
el kreyol o criollo haitiano (lengua materna y herencia de la revolución) es
uno de sus idiomas oficiales además del francés, y aproximadamente un 99% de la
población lo conoce y/o habla.
También podemos decir, que históricamente su lectura de la
religión, de la espiritualidad, del arte, de la música y de la cultura han sido
señaladas, estigmatizadas y juzgadas debido a que configuran una cosmovisión
del mundo distinta a las convencionales y/o a las occidentales, por involucrar
y reconocer el medio ambiente, la música, los tambores y los orígenes en la
ancestralidad africana.
UN POCO DE CONTEXTO
NECESARIO
El 7 de febrero de 1986, Jean Claude Duvalier dictador
haitiano conocido como “Baby Doc” fue derrocado por una revuelta popular dando
fin a su atroz dictadura, a las constantes violaciones de derechos humanos y a
los numerosos casos de corrupción que se vivieron durante su mandato.
Paradójicamente, en esta misma fecha en 2017, Jovenel Moise, se posicionó como
presidente de Haití.
2 años más tarde, es decir el pasado jueves 7 de febrero,
iniciaron las fuertes manifestaciones en Puerto Príncipe y en distintas zonas
del país reclamando la renuncia del mandatario, luego de que el Tribunal
Superior de Cuentas emitiera un informe de auditoría que evidencia una
infinidad de irregularidades, la terrible gestión de recursos y las posibles
desviaciones de fondos prestados por Venezuela en 2008 para ayudar y potenciar el
desarrollo económico y social de Haití con el programa de PetroCaribe.
El informe revela además la participación en este grave
escándalo de corrupción de 15 exministros y altos funcionarios del
gobierno, entre ellos el actual presidente Jovenel Moise, quien apareció como
responsable de una empresa que se benefició de dichos fondos para la
construcción de una carretera, por medio de un proyecto en el que no se
encontraron contratos o procesos legales oficiales, y quien además siempre
había defendido su inocencia en declaraciones pasadas cuando se referían a este
caso.
Es importante señalar, que esta situación sale a la luz
pública en un momento de tensión, ya que el pasado 5 de febrero, el Gobierno
declaró el país en urgencia económica, lo que se ha visto traducido en la
devaluación de la moneda local frente al dólar de manera exponencial las
últimas semanas, una inflación cercana al 15% acumulada en 2 años, la escasez
de combustible en el país que también resulta en una de crisis de electricidad
y en general la imposibilidad de garantizar el acceso a alimentos básicos para
suplir una canasta familiar.
7 DÍAS DE FUERTES
MANIFESTACIONES
Hoy las calles amanecen con un ambiente de incertidumbre en
el séptimo día de manifestaciones convocadas por la oposición y diferentes
sectores sociales reclamando la renuncia inmediata de Jovenel y el gobierno aún
permanece en silencio; el único pronunciamiento lo hizo el secretario de
gobierno Eddy Jackson Alexis el lunes 11 de febrero a través de un comunicado
de prensa, en el cual rechaza la violencia y llama al diálogo entre la
oposición y el gabinete del actual mandatario. La comunidad internacional y el
sector económico nacional también emitieron un comunicado a través del Core
Group llamando al diálogo entre ambas partes, no obstante, las protestas
continúan en Puerto Príncipe y en el resto del país.
La situación es de tal urgencia que el día de ayer al menos
78 prisioneros de la cárcel civil en la comunidad de Aquin, escaparon en medio
de las manifestaciones; la embajada estadounidense recomendó a mujeres, niños y
personas no esenciales abandonar el país, y se percibe un ambiente de tensión e
incertidumbre por una posible crisis migratoria.
Ahora veamos en qué lugar tiene los ojos el mundo, veamos en
donde centra su dolor selectivo, pues en este país, el Estado además de estar
absolutamente ausente, también es represor y violento con los manifestantes:
desde que iniciaron las protestas el número de muertos supera los 16 y hasta el
día de hoy, según reportes no oficiales, la cantidad de heridos es
desconocida (el reporte oficial de la PNH es de 4 muertos).
Veamos si su nivel de indignación permanece
intacto cuando muchos de los muertos han sido consecuencia de la violencia
policial y la imposibilidad del Estado por responder a las demandas de los
manifestantes; o porque el acceso a salud y a educación es limitado y casi
nulo; o en general, por las condiciones de vida en las que viven la mayoría de
los haitianos que no suplen muchas de sus necesidades básicas.
En Haití no hay petróleo, y Estados Unidos ya vino “a
salvarlo”, o mejor a intervenirlo (siempre luego de algún momento de
desestabilidad política o algún fenómeno natural como el terremoto de 2010 o el
Huracán Jeann en 2004), a través de la “donación” de casi 60 mil sacos de
semillas híbridas de maíz y otros vegetales provenientes de MONSANTO, alterando
la agricultura local y afectando la semilla nativa, porque nunca se explicaron
los efectos futuros sobre el suelo y las posibles consecuencias de su uso en el
medio ambiente y en la salud de las personas.
Organismos como la ONU ya se han pronunciado y la comunidad
internacional también, de hecho, su presencia en el territorio haitiano ya
tiene varios años; sin embargo, es de vital importancia señalar que la
descomunal ayuda humanitaria y los mecanismos de control eran y/o siguen siendo
el motor del fenómeno de corrupción que agobia este país. Un ejemplo de ello
fue el despliegue militar que hubo con los llamados cascos azules que vinieron
a “impartir orden y a traer la paz a las calles haitianas” en 2004 a través de
la llamada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH),
no obstante, olvidaron mencionar que fueron dichos cuerpos de seguridad quienes
también trajeron el cólera, violaron y dejaron a muchas mujeres haitianas en
embarazo antes de retornar a sus países, entre otras graves vulneraciones a los
derechos humanos.
El daño que le ha hecho la “ayuda humanitaria” a Haití, la
sobre intervención de organizaciones no gubernamentales, los altos montos de
dinero que le pagan a extranjeros en las organizaciones de “expertos” cuando en
la realidad ni siquiera se les exige hablar criollo haitiano o hacer contacto
con la gente en la cotidianidad, o con la cultura local. El complejo modelo de
Estado, la centralización del poder en Puerto Príncipe y a su vez la
gobernabilidad desdibujada ha resultado en la opción de desarrollo del país a
manos de organismos internacionales sin una adecuada regulación por el Estado
haitiano.
Lo anterior, es sólo una opinión que me permito construir
luego de vivir dos años en este país, y trabajar con comunidades; es un llamado
a analizar y a reflexionar cómo EEUU salva los países, con qué criterios, con
qué objetivos, y sobre todo a repensar hacia dónde están nuestras
preocupaciones, nuestra indignación, nuestro dolor y también nuestra
indiferencia.
*Socióloga colombiana, radicada en Haití desde marzo del
2017, donde trabaja con 3 comunidades en la periferia de Puerto Príncipe, en un
proyecto educativo utilizando el fútbol y el juego como estrategias para
desarrollar habilidades y fortalezas en niñas, niños y jóvenes, a través de una
malla de resiliencia.
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