Hubo un tiempo de paz y de justicia en que fueron los únicos
privilegiados.
Un día el salvajismo arrojó sus bombas sobre la plaza dando
la señal de que ese tiempo debía terminar.
Junto a centenares de víctimas, seis inocentes criaturas
cayeron en aquella trágica jornada.
Dos décadas más tarde, la brutalidad genocida los arrancó
sin piedad de los brazos de sus padres… de los vientres de sus madres.
Los obligó a vivir en la mentira.
Uno tras otro, los saqueos neoliberales condenaron a
millones de ellos a la pobreza.
Fueron muchos los que murieron instrumentados para el robo
por la misma policía.
Vidas difíciles segadas por el gatillo fácil.
UNICEF acaba de informar que la mitad de los niños y niñas
argentinas viven en la pobreza, dice que más de 1.000.000 apenas pueden
alimentarse cada día.
Facundo Burgos fue uno de esos niños pobres de Tucumán que
seguramente habrá soñado con tener algo de aquello que la oligarquía considera
que no le corresponde a su clase.
Lo condenó un sistema cargado de injusticias, lo mató la
policía.
Hoy los únicos privilegiados son los ricos.
Que vuelva el buen Peronismo…! Es nuestra tarea Urgente!
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