Adalberto Santana* - http://www.nacionalypopular.com/index.php?option=com_content&task=view&id=22853&Itemid=1
El 21 de febrero de 1934 fue fusilado en Managua, Nicaragua, Augusto Cesar Sandino.
El General de Hombres Libres mundialmente era reconocido por la gesta heroica que dirigió entre 1927 y 1933 cuando libró con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua una guerra anti-intervencionista contra la ocupación militar estadounidense.
Tras largos años de desarrollar una guerra de guerrillas contra los marines norteamericanos, finalmente, las fuerzas sandinistas lograron derrotar al más poderoso ejército del mundo que había intervenido al pequeño país centroamericano.
En el fondo de esa intervención se expresaba, por un lado, el afán expansionista del imperialismo estadounidense por controlar los espacios estratégicos donde era viable realizar un canal interoceánico.
Por el otro, se expresaba la contradicción que tenían por una parte los intereses de los grandes monopolios petroleros norteamericanos e ingleses que entraban en pugna con las aspiraciones de la Revolución Mexicana y su gobierno por recuperar para la nación las riquezas petroleras que estaban en su subsuelo y que en esos años monopolizaban las compañías transnacionales en territorio mexicano.
Esta disputa se desarrolló a través de Nicaragua. La Revolución Mexicana apoyaba a las fuerzas sandinistas contra la intervención estadounidense.
Eran dos proyectos encontrados donde figuraban los intereses de las grandes potencias por seguir saqueando y explotando las riquezas naturales de los pueblos latinoamericanos.
Frente a ello emergía el proyecto emancipador que aspiraba a consolidar la defensa de la soberanía nacional rescatando precisamente esas riquezas naturales para el interés de las naciones latinoamericanas y de sus pueblos.
Para cumplir sus objetivos, la Casa Blanca había encontrado que, en esa fase de lucha que se libraba en América Latina, sus aliados locales eran las dictaduras militares y las oligarquías terratenientes que defendían los intereses imperiales.
En México había sido derrotada durante la fase armada de la Revolución Mexicana (1910-1914) la dictadura porfirista que figuraba como un aliado de los monopolios imperialistas.
En Venezuela el aliado natural del imperialismo estadounidense era la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1936). En Nicaragua lo fue la dictadura militar de los Somoza, que se prolongó desde el asesinato de Sandino hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista ocurrida el 19 de julio de 1979.
Por eso aquel acontecimiento, el aniquilamiento de la resistencia sandinista con el fusilamiento del General de Hombres Libres, fue medular en la historia de Nicaragua y de América Latina.
Con ello se trataba de descabezar a la dirigencia del movimiento revolucionario que había humillado al imperialismo norteamericano al derrotarlo política y militarmente durante la fase de la guerra anti-intervencionista que desarrolló Sandino y su guerrilla popular contra el más poderoso ejército del mundo.
Por ello Washington, cuando se vio obligado a retirar sus tropas de territorio nicaragüense en los inicios de 1933, encontró que la mejor forma de proteger sus intereses era dejar antes de su partida una estructura militar, y así formó la Guardia Nacional de Nicaragua, dejando a la cabeza como jefe director de la misma al general Anastasio Somoza García.
La forma de vencer finalmente toda resistencia en Nicaragua y de dar un ejemplo a otros pueblos y naciones de América Latina y el mundo fue descabezar el movimiento revolucionario en ese heroico país centroamericano. Por eso la idea del asesinato de Sandino fue concebida y ordenada por el embajador estadounidense en Nicaragua y por Somoza.
Los preparativos para llevar a efecto esos criminales propósitos fueron aprovechar la coyuntura de que Sandino y los principales miembros de su estado mayor habían visitado al presidente Juan Bautista Sacasa en la Casa Presidencial para negociar el desarme de la Guardia Nacional.
Al salir de ella, después de cenar ahí con el mandatario nicaragüense, el General de Hombres Libres y los generales sandinistas Estrada y Umanzor fueron detenidos y desarmados por efectivos de la Guardia Nacional.
Tras la detención, Sandino y sus hombres fueron llevados al campo de aviación donde fueron asesinados. Sus restos fueron ocultados sin conocerse el lugar donde habían sido sepultados.
Había sido un demoledor golpe a la causa sandinista y a las luchas de liberación nacional que se libraban en América Latina y el resto del mundo. El imperialismo norteamericano ejercía, a través de estos golpes duros, su poder hegemónico.
Hoy, a ochenta años de aquel magnicidio, de nueva cuenta los intereses de la Casa Banca se ejercen utilizando nuevas estrategias.
El escenario latinoamericano ya es otro con una clara mayoría de gobiernos progresistas y revolucionarios en la región (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, El Salvador y Guyana).
Sin embargo, por ello mismo la hegemonía estadounidense pretende revertir esta situación con los llamados golpes suaves, como los que se han realizado en Honduras (2009) y Paraguay (2010), y con la estrategia contrarrevolucionaria que se establece en estos momentos en Venezuela contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
La estrategia de los nuevos llamados “golpes suaves”, es el mecanismo con que se pretende derrocar a gobiernos progresistas en el mundo. Particularmente en naciones estratégicas por sus recursos petroleros o mineros como Irak, Siria, Ucrania, y las latinoamericanas como Venezuela, Ecuador o Bolivia, entre otras.
La forma en que se ejercen estas nuevas estrategias golpistas es a través de la manipulación psicológica de las masas. Utilizando a diversos medios de comunicación, lanzando un discurso como lo ha propuesto el nuevo ideólogo del imperialismo estadounidense, Gene Sharp (quien en ensayo “De la dictadura a la democracia” y en su libro La política de la acción no violenta describe 198 métodos para derrocar gobiernos por medio de los “golpes suaves”. Este ideólogo de la derecha argumenta que el derrocamiento de gobiernos de izquierda debe aplicarse con base en una estrategia en la que se desarrollen las siguientes fases:
Primero: La promoción de factores de malestar y denuncia de corrupción.
Segundo: Campañas en defensa de DD.HH., libertad de prensa y acusaciones de totalitarismo.
Tercera: Reivindicación por demandas políticas y sociales, y toma de instituciones públicas.
Cuarta: Operaciones de guerra psicológica, clima de ingobernabilidad.
Quinta: Desarrollo de una guerra civil prolongada, se prepara la intervención militar extranjera, y se obliga la renuncia del presidente de la República.
De ahí la importancia que en estos momentos tiene, por parte de las fuerzas progresistas latinoamericanas y del mundo, esclarecer estas guerras que se promueven contra Venezuela o Siria, teniendo como ejemplo la experiencia de lo que significó hace 80 años el asesinato de Agusto C. Sandino por parte de las estrategias contrarrevolucionarias de la Casa Blanca y sus aliados locales.
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