Por Ricardo Forster - http://www.elargentino.com/nota-121984-Los-dos-campos.html
Las imágenes son elocuentes y dolorosas como si estuviéramos retrocediendo en el tiempo y regresáramos hacia aquellas épocas en las que el trabajo esclavo era el modo predominante de la acumulación del capital. Hombres de distintas edades, incluyendo niños y adolescentes, apilados en casuchas miserables e improvisadas en las que el baño es un objeto de lujo inconmensurable para quienes son tratados peor que animales. Mucho peor, porque en el “campo” a los animales se los cuida, se los atiende y se los alimenta. Siempre hay un veterinario a mano para garantizar su salud. Son un bien preciado y precioso que merece todas las atenciones del patrón. Y ni que hablar de los caballos, animal mítico del hombre de campo, su amigo a quien le dedica una porción no menor de sus afectos.
Los peones, así, con ese nombre de eternos subalternos, como piezas de un ajedrez en el que cuentan poco y son sacrificables, se apiñan en esos trailers herrumbrados o, peor todavía, improvisan con palos y plásticos carpas inverosímiles en donde esparcen sus colchones y sus pocas pertenencias. Vienen de las zonas más pobres y arruinadas del interior. La mayoría son santiagueños, hijos de una tierra yerma, sobreexplotada en otros tiempos por La Forestal que se llevó todo el quebracho hasta dejar, donde antes había bosques nativos y selvas impenetrables, un desierto, un mundo sin esperanzas y sin trabajo que ha convertido a sus habitantes en eternos migrantes. Hoy la ampliación de la frontera sojera los sigue expulsando quitándoles, incluso, esa tierra árida que, al menos, les pertenecía pero que ahora les ha sido rapiñada por la avidez de los poderosos.
Desamparados de dignidad y de oportunidades han tenido que salir de la miseria conocida y sin horizontes para entrar en otras zonas de oscura explotación. Sin derechos y sin siquiera saber a dónde los llevan ni por cuánto tiempo. Un viaje hacia un pasado que es presente, allí donde se reproducen las antiguas formas de la explotación y la esclavitud. Un viaje hacia la pampa próspera, hacia la soja exuberante, el oro verde de este tiempo argentino en el que, una vez más, el “campo” derrama sobre todos nosotros su riqueza y su generosidad. No hay, no puede haber lugar para otro relato que no sea el de la infinita prodigalidad de la tierra y de su gente. Claro que, a veces, el diablo mete la cola y las imágenes insospechadas, de esas que no podíamos imaginar, se colaron entre nosotros para ofrecernos el otro rostro, oculto, del “campo”.
En estos días veraniegos en los que millones de argentinos se desplazan por todo el país buscando su lugar de vacaciones, nos encontramos con otra radiografía que nos ofrece una imagen tremenda, impensada de acuerdo a lo que nos contaron, obsesiva y meticulosamente, los grandes medios de comunicación durante el 2008, del “campo argentino”, de ese mundo parecido a una gran familia Ingalls en la que ricos y pobres se unían para enfrentar la expoliación del gobierno nacional. Un mundo bucólico, de gente trabajadora, de gringos honestos con las manos duras y callosas. De patrones que hacen asados con sus peones, que apadrinan a los hijos e hijas y que se ocupan de garantizarles una vida digna, con cura y escuela, con festivales de doma y carreras de sortijas, con bailes y desfiles tradicionalistas. Porque, eso nos enseñaron desde nuestra más tierna infancia (quién no recuerda los libros de texto con sus cuadros de la riqueza que viene del campo, sus vaquitas y sus trigales), la verdadera patria queda en el interior, en la pampa húmeda, en esas tierras pródigas de las que vivimos, desde siempre, los argentinos.
El campo como reservorio moral frente a la ciudad siempre sospechosa de ser portadora de todos los vicios (el peor de todos es, claro, el de reclamarles a los “honestos dueños de la tierra” que paguen impuestos o que acepten entregar bajo la forma de retenciones una parte de su renta extraordinaria desarrollada sobre un bien de todos los argentinos; ¡ni que hablar de los derechos de los trabajadores rurales ni de la abrumadora cifra de peones en negro trabajando de sol a sol!). La honestidad se dibuja bajo los contornos de los habitantes de las estancias, allí surge la hermandad del patrón y de “sus” trabajadores (que más que anónimos trabajadores de ciudad fabril, son parte del inventario, rostros conocidos desde siempre, amigos, compañeros de juego en los días de la infancia o de mateadas en el final de las jornadas laboriosas). Ese fue el relato que la corporación mediática cinceló con prodigalidad y astucia, aprovechando lo que se guarda en la memoria colectiva pergeñada desde la escuela primaria. El “campo” como el paradigma de la virtud, como la tierra soñada en la que “los buenos viejos tiempos” se perpetúan mientras en las ciudades pulula el crimen, la deshonestidad, la pérdida de las tradiciones, etcétera, etcétera. Imágenes de la comunidad idílica contrapuestas a un gobierno “oscuro y saqueador del trabajo ajeno”, preocupado, fundamentalmente, de engrosar “la caja”. Virtud versus corrupción.
El escándalo de San Pedro y de Ramallo, las imágenes de los peones santiagueños hacinados en casuchas miserables, las fabulosas tasas de rentabilidad de Nidera y de otras empresas agrocerealeras, la impunidad con la que se mueven los dueños de las estancias y las mil formas de la degradación a las que someten a los trabajadores golondrina, la eternización del trabajo en negro, la falta absoluta de derechos, los viejos y terribles vales intercambiables por comida cobrada como si estuvieran en el más lujoso de los restaurantes parisinos, salarios recortados hasta la extenuación, multas por abandonar el lugar de explotación, jornadas interminables sin días de descanso, viajes a destinos inciertos... y la lista puede engrosarse sin dificultades en este relevamiento de la iniquidad y la injusticia que permanecen invisibles para el poder mediático.
Para muchos buenos ciudadanos, de esos que se desgarraban las vestiduras ante el “atropello gubernamental” contra “la gente del campo”, las escenas de la explotación y la humillación de cientos de peones no puede estar sucediendo en la pampa húmeda, en la famosa zona núcleo que guarda, eso siguen pensando, las riquezas del país. Hasta el benemérito edecán de la prensa gráfica, La Nación, salió con un editorial a cuestionar la visión “ideologizada” con la que se describía lo que estaba sucediendo en San Pedro (apenas un nombre multiplicado por cientos en todo el país). De nuevo la mentira perversa de los demagogos populistas que mientras “se roban la riqueza de los argentinos de bien” se dedican a esparcir las semillas de la cizaña en el bucólico campo de la patria. Mientras tanto, y una vez más, lo que vuelve a quedar en evidencia es lo que busca ocultar el relato de la corporación mediática, en este caso, la existencia de ese otro campo invisible y ausente, de esa otra realidad que nos muestra la continuidad salvaje de la explotación y de la delincuencia moral y material de los eternos reclamantes de mano dura, de seriedad jurídica y de transparencia institucional. Lo único que reservan para los trabajadores agrícolas es la primera de esas exigencias.
El “campo” tenía dentro su alter ego, esa parte de sí mismo prolijamente ocultada, esa zona de la vergüenza que, por un cierto azar, quedó al descubierto. Su otro rostro desde siempre velado por el relato dominante, ese mismo que se ocupó, con un enorme éxito, de convencer a millones de compatriotas, en especial aquellos que sólo ven el “campo” cuando salen a las rutas, que tranqueras adentro se guarda la ética del trabajo y los lenguajes de la solidaridad y la tradición. De la noche a la mañana, pero amparados en las profundas transformaciones cultural-simbólicas de los años ’90, los grandes medios de comunicación, aliados estratégicos de los dueños de la tierra, derramaron sobre una sociedad anestesiada y desmemoriada, la imagen de un “campo” atropellado y saqueado por el monstruo estatal. La disputa alrededor de la 125 permitió hacer invisible la historia de la miseria, la expoliación, el maltrato y la explotación transmutándola por esa fotografía de familias trabajadoras unidas en pos de la defensa de sus formas de vida y de sus infatigables esfuerzos amenazados por la siniestra “caja” de los Kirchner.
No hubo cámaras que pudieran penetrar en el interior de esas estancias arquetípicas y fecundadoras de la riqueza nacional; no hubo periodistas que preguntaran por el trabajo en negro o por la evasión impositiva o que simplemente indagaran por los ingresos reales de esos virtuosos “campesinos” (recuerdo, estimado lector, que el inefable Morales Solá llamó de esa manera a Biolcati, lechero dueño de miles de hectáreas y presidente de la Sociedad Rural). Claro que no todo el “campo” actúa como los gerenciadores de Nidera en San Pedro, los terratenientes de Santiago del Estero que les quitan sus tierras a las comunidades de pequeños productores para ampliar la frontera sojera o los dueños del establecimiento de Ramallo en el que también se reprodujeron las condiciones de esclavitud descubiertas en los campos de Nidera. El campo es diverso (lo contrario a lo que obsesivamente nos mostraron durante todo el 2008) y tiene en su interior los restos de una solidaridad siempre amenazada por aquellos que, desde el fondo de la historia, han fundado su enriquecimiento en las formas más viles de la explotación. Por eso nunca está de más recordar una enseñanza de la historia: ningún derecho ni ninguna conquista democrática fueron el resultado de un gesto dadivoso de los poderes económicos; mientras pudieron mantuvieron las formas más abyectas del sometimiento y la explotación. El camino hacia una sociedad con derechos sociales y políticos fue, desde tiempo inmemorial, el resultado de la lucha de los oprimidos, una conquista ganada con sudor, sacrificios e inmensos dolores. Cada vez que pueden, los dominadores de ayer y de hoy, los Nidera de todos los tiempos, buscan destruir lo duramente conseguido. Impedirlo y, a la vez, ampliar los derechos y volver más justa la sociedad, sigue siendo la gran tarea democrática de nuestros días, el norte de todo proyecto genuino de transformación.
jueves, 13 de enero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
Capitalismo y desarrollo social
Norberto Alayón - http://tiempo.elargentino.com/notas/capitalismo-y-desarrollo-social
El carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.
Conviene recordar, taxativamente, que la existencia de la pobreza deviene y está en la propia naturaleza del sistema capitalista. La esencia del capitalismo se centra en la ganancia y la acumulación, en desmedro de la distribución equitativa de la riqueza socialmente producida, es decir por todos.
El modelo de funcionamiento capitalista genera y construye, por su propia lógica, una permanente conflictividad social, de muy complejo abordaje. De todas maneras, las propias sociedades capitalistas igualmente fueron desarrollando instituciones sociales de protección, que contuvieron parcialmente los conflictos a partir de garantizar ciertas seguridades a quienes vivían de su trabajo.
En las últimas décadas del siglo XX, el fundamentalismo neoliberal arrasó con muchas de esas protecciones y destruyó buena parte de los derechos sociales, dando lugar a un fuerte proceso de degradación social, que acarreó innumerables y graves secuelas que llevará muchos años poder mitigar y reparar.
Si la acumulación por parte de un sector social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza y en una distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores ricos y pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias características del modelo de funcionamiento social. De ello deriva la existencia de sociedades duales, con polos opuestos de altísima concentración de riqueza por un lado, y de enorme concentración de exclusión y de pobreza por el otro.
Se verifica, en consecuencia, la existencia de una importante contradicción entre el capitalismo y la democracia. Con pobreza y exclusión, la democracia pierde inexorablemente legitimidad. Pero el carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.
Muchas de las críticas despiadadas a la presencia fuerte y extendida del accionar del Estado, y que propagandizaban las eventuales bondades de un “Estado mínimo”, apuntaban –elíptica o abiertamente– hacia la transformación del Estado y su desmantelamiento como garante del bienestar general, tal como debe ser una de sus funciones básicas. Si está “ausente” o defecciona el Estado como equilibrador de los intereses de los distintos sectores, la cruel y voraz lógica del mercado se impondrá muy fácilmente sin que nada, ni nadie, pueda controlarla o atenuarla.
En rigor, los Estados nunca están “ausentes”. Por presencia o por “ausencia”, los Estados siempre están presentes. En el auge del neoliberalismo, nuestros Estados no se “achicaron”; lo que aconteció fue que redefinieron sus objetivos y su presencia activa se direccionó abiertamente hacia la defensa de los intereses de los sectores de mayor concentración y poder económico. Era cierto aquello de que detrás de la propuesta de los Estados mínimos estaba la ambición de que se transformaran en Estados máximos del capital, vulnerando la noción de bienestar general y erosionando impúdicamente los principios de equidad y solidaridad. En idéntico sentido operaba aquella perversa promesa, impulsada exitosamente por la dictadura y luego por el menemismo, de que “achicar el Estado es agrandar la Nación”.
Capital y trabajo son los factores esenciales en la generación de riqueza. Ambos debieran ser considerados y valorados como simétricos e igualables, en la perspectiva de la vigencia de relaciones humanas que dignifiquen la vida social y la existencia de sociedades verdaderamente democráticas en pos de un mundo sustentable para todos y todas.
Durante el gobierno peronista de 1946-1952, la distribución funcional del ingreso llegó a ser casi del 50% para el capital y 50% para los trabajadores. Después de la crisis de 2001, la participación de los trabajadores cayó a menos del 30% y, en la actualidad, estará por el 35%.
Los capitalistas (pequeños, medianos o grandes) no son personas “malas” en sí, que desean perjudicar a otras personas, por pura “maldad innata”. Lo que acontece es que al asumir la propia “racionalidad” del funcionamiento capitalista (el lucro, la ganancia), quedan irremediablemente encorsetados en una lucha feroz con sus pares competidores (de una misma rama de actividades, por ejemplo), que los empuja –si quieren sobrevivir– a asumir las reglas y rigores de la competencia y la rivalidad. Sólo la intervención del Estado puede poner límites y otras regulaciones a los distintos intereses en juego.
El desarrollo económico no implica automáticamente desarrollo social. Para ello es necesario que el desarrollo económico vaya acompañado de vigorosas políticas de Estado, de carácter distributivo, que apunten a eliminar la pobreza y que tiendan hacia una mayor igualdad. Los impulsores de aquella falaz y encandiladora “teoría del derrame” nos proponían su aceptación “a ciegas”, con el embuste del futuro goteo de riqueza que luego se produciría, aunque después se verificó un enorme derrame de pobreza.
Por cierto no es lo mismo la apropiación de riqueza por la vía de un salario significativo que perciban los trabajadores, que la distribución de la riqueza excedente por la vía de políticas de subsidios, políticas asistenciales, etcétera. Por supuesto, la variante preferida debería ser la apropiación directa de la riqueza por parte de los trabajadores, y si se tuviera que optar entre apropiación y distribución, la alternativa óptima sería la primera.
No obstante resulta estratégica la defensa, la reivindicación y el fortalecimiento de los derechos sociales y la existencia de amplias y crecientes medidas de inversión en lo social, ya que cumplen una función de redistribución de la riqueza y de contribución hacia una mayor igualdad en la sociedad. Toda medida que procure mejorar la distribución (primaria o secundaria) de la riqueza requiere ser apoyada firmemente. Por ejemplo, la moratoria previsional y la permanente actualización de las jubilaciones, como así también la Asignación Universal por Hijo, constituyen importantes políticas de distribución secundaria de la riqueza.
Hace ya muchos años que venimos sosteniendo que en nuestras injustas sociedades, todo lo que se le transfiere a los sectores sociales previamente empobrecidos y vulnerados es siempre inferior a lo que les corresponde como seres humanos.
Enfatizamos que el empleo formal, los salarios dignos, las políticas sociales universales y las políticas asistenciales nos conectan con una propuesta de sociedad que tienda hacia la integración y no hacia la exclusión; que tienda hacia la equidad y no hacia la injusticia social; que tienda hacia el fortalecimiento de una nación para todos y no hacia la dualización de sus habitantes, con derechos marcadamente diferenciados, según pertenezcan a uno u otro sector social.
En definitiva, la democracia política con sólidos y extendidos derechos sociales podrá limitar la intrínseca injusticia del sistema capitalista.
Norberto Alayón Trabajador social y docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
El carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.
Conviene recordar, taxativamente, que la existencia de la pobreza deviene y está en la propia naturaleza del sistema capitalista. La esencia del capitalismo se centra en la ganancia y la acumulación, en desmedro de la distribución equitativa de la riqueza socialmente producida, es decir por todos.
El modelo de funcionamiento capitalista genera y construye, por su propia lógica, una permanente conflictividad social, de muy complejo abordaje. De todas maneras, las propias sociedades capitalistas igualmente fueron desarrollando instituciones sociales de protección, que contuvieron parcialmente los conflictos a partir de garantizar ciertas seguridades a quienes vivían de su trabajo.
En las últimas décadas del siglo XX, el fundamentalismo neoliberal arrasó con muchas de esas protecciones y destruyó buena parte de los derechos sociales, dando lugar a un fuerte proceso de degradación social, que acarreó innumerables y graves secuelas que llevará muchos años poder mitigar y reparar.
Si la acumulación por parte de un sector social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza y en una distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores ricos y pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias características del modelo de funcionamiento social. De ello deriva la existencia de sociedades duales, con polos opuestos de altísima concentración de riqueza por un lado, y de enorme concentración de exclusión y de pobreza por el otro.
Se verifica, en consecuencia, la existencia de una importante contradicción entre el capitalismo y la democracia. Con pobreza y exclusión, la democracia pierde inexorablemente legitimidad. Pero el carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.
Muchas de las críticas despiadadas a la presencia fuerte y extendida del accionar del Estado, y que propagandizaban las eventuales bondades de un “Estado mínimo”, apuntaban –elíptica o abiertamente– hacia la transformación del Estado y su desmantelamiento como garante del bienestar general, tal como debe ser una de sus funciones básicas. Si está “ausente” o defecciona el Estado como equilibrador de los intereses de los distintos sectores, la cruel y voraz lógica del mercado se impondrá muy fácilmente sin que nada, ni nadie, pueda controlarla o atenuarla.
En rigor, los Estados nunca están “ausentes”. Por presencia o por “ausencia”, los Estados siempre están presentes. En el auge del neoliberalismo, nuestros Estados no se “achicaron”; lo que aconteció fue que redefinieron sus objetivos y su presencia activa se direccionó abiertamente hacia la defensa de los intereses de los sectores de mayor concentración y poder económico. Era cierto aquello de que detrás de la propuesta de los Estados mínimos estaba la ambición de que se transformaran en Estados máximos del capital, vulnerando la noción de bienestar general y erosionando impúdicamente los principios de equidad y solidaridad. En idéntico sentido operaba aquella perversa promesa, impulsada exitosamente por la dictadura y luego por el menemismo, de que “achicar el Estado es agrandar la Nación”.
Capital y trabajo son los factores esenciales en la generación de riqueza. Ambos debieran ser considerados y valorados como simétricos e igualables, en la perspectiva de la vigencia de relaciones humanas que dignifiquen la vida social y la existencia de sociedades verdaderamente democráticas en pos de un mundo sustentable para todos y todas.
Durante el gobierno peronista de 1946-1952, la distribución funcional del ingreso llegó a ser casi del 50% para el capital y 50% para los trabajadores. Después de la crisis de 2001, la participación de los trabajadores cayó a menos del 30% y, en la actualidad, estará por el 35%.
Los capitalistas (pequeños, medianos o grandes) no son personas “malas” en sí, que desean perjudicar a otras personas, por pura “maldad innata”. Lo que acontece es que al asumir la propia “racionalidad” del funcionamiento capitalista (el lucro, la ganancia), quedan irremediablemente encorsetados en una lucha feroz con sus pares competidores (de una misma rama de actividades, por ejemplo), que los empuja –si quieren sobrevivir– a asumir las reglas y rigores de la competencia y la rivalidad. Sólo la intervención del Estado puede poner límites y otras regulaciones a los distintos intereses en juego.
El desarrollo económico no implica automáticamente desarrollo social. Para ello es necesario que el desarrollo económico vaya acompañado de vigorosas políticas de Estado, de carácter distributivo, que apunten a eliminar la pobreza y que tiendan hacia una mayor igualdad. Los impulsores de aquella falaz y encandiladora “teoría del derrame” nos proponían su aceptación “a ciegas”, con el embuste del futuro goteo de riqueza que luego se produciría, aunque después se verificó un enorme derrame de pobreza.
Por cierto no es lo mismo la apropiación de riqueza por la vía de un salario significativo que perciban los trabajadores, que la distribución de la riqueza excedente por la vía de políticas de subsidios, políticas asistenciales, etcétera. Por supuesto, la variante preferida debería ser la apropiación directa de la riqueza por parte de los trabajadores, y si se tuviera que optar entre apropiación y distribución, la alternativa óptima sería la primera.
No obstante resulta estratégica la defensa, la reivindicación y el fortalecimiento de los derechos sociales y la existencia de amplias y crecientes medidas de inversión en lo social, ya que cumplen una función de redistribución de la riqueza y de contribución hacia una mayor igualdad en la sociedad. Toda medida que procure mejorar la distribución (primaria o secundaria) de la riqueza requiere ser apoyada firmemente. Por ejemplo, la moratoria previsional y la permanente actualización de las jubilaciones, como así también la Asignación Universal por Hijo, constituyen importantes políticas de distribución secundaria de la riqueza.
Hace ya muchos años que venimos sosteniendo que en nuestras injustas sociedades, todo lo que se le transfiere a los sectores sociales previamente empobrecidos y vulnerados es siempre inferior a lo que les corresponde como seres humanos.
Enfatizamos que el empleo formal, los salarios dignos, las políticas sociales universales y las políticas asistenciales nos conectan con una propuesta de sociedad que tienda hacia la integración y no hacia la exclusión; que tienda hacia la equidad y no hacia la injusticia social; que tienda hacia el fortalecimiento de una nación para todos y no hacia la dualización de sus habitantes, con derechos marcadamente diferenciados, según pertenezcan a uno u otro sector social.
En definitiva, la democracia política con sólidos y extendidos derechos sociales podrá limitar la intrínseca injusticia del sistema capitalista.
Norberto Alayón Trabajador social y docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
domingo, 9 de enero de 2011
Trabajo golondrina, uno de los rostros de la explotación
Pablo Galand - http://sur.elargentino.com/notas/trabajo-golondrina-uno-de-los-rostros-de-la-explotacion
Los casos denunciados y difundidos esta semana acerca de trabajadores santiagueños sometidos a condiciones infrahumanas en los campos de la provincia de Buenos Aires, abocados al desfloramiento del maíz, representan apenas la punta del iceberg de un problema estructural y que incluso en los últimos años se ha profundizado.
La explotación laboral y las condiciones esclavizantes existentes en el trabajo golondrina a partir de la estacionalidad de la cosecha de ciertos cultivos es un fenómeno que se da a lo largo de todo el país y que tiene a la provincia de Santiago del Estero como epicentro de los flujos migratorios. La cosecha de la vid y el ajo en la región cuyana, de la manzana y la fruta fina en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, del arándano en Entre Ríos y de la oliva en Catamarca y La Rioja son algunos ejemplos en los que se dan características similares: hacinamiento de los trabajadores en los lugares de residencia, ingresos inferiores a los considerados de subsistencia, explotación infantil, jornadas de trabajo que en algunos casos exceden las doce horas y la existencia de una red cuasi mafiosa destinada al reclutamiento de las personas.
Se estima que el trabajo golondrina involucra a cerca de ’400.000 personas a lo largo del año, una cifra muy superior a la de los ’90, donde se calcula que los campesinos sometidos a esta actividad alcanzaban los 100.000. De acuerdo con datos que maneja el Ministerio de Agricultura, la región de Cuyo absorbe el 35% de la demanda laboral, el NOA y NEA el 26% y la región patagónica el 13%. El aumento de la producción agraria y la necesidad de una mano de obra intensiva explican en parte el aumento de estas migraciones estacionales. El hecho de que sea Santiago del Estero la provincia que provee la mayor cantidad de trabajadores golondrinas se debe a varias razones. Por un lado, la tecnificación de la producción del algodón y la desaparición del obraje como consecuencia de la tala indiscriminada de árboles expulsó a miles de campesinos a esta actividad. Por otro lado, la expansión de la producción sojera, inédita hasta hace unos años en Santiago del Estero, que requiere de una escasa mano de obra.
Casos testigo
“
Las características que adquirió el trabajo del campo en Santiago del Estero llevó a que muchos campesinos no consigan en su provincia una fuente de ingreso y por lo tanto muchas veces arman como un circuito migratorio. Así, de acuerdo con el ciclo de producción, se emplean en el arándano, en la papa, la fruta o la cebolla. Las condiciones de trabajo de explotación son muy similares en todas las actividades”, asegura la socióloga Agustina Desalvo, quien estudió en el terreno las condiciones de vida de aquellos campesinos santiagueños que se dedican al desflore del maíz.
Con mucha menos repercusión mediática que lo sucedido en la pampa bonaerense, durante el año pasado han salido a la luz casos tan indignantes como los denunciados esta semana. En diciembre, el diario Panorama de Santiago del Estero consignó que un centenar de campesinos de la localidad santiagueña de Lamarque eran maltratados por empleadores y policías en la región rionegrina de Choele Choel, donde se encontraban abocados a la cosecha de peras y manzanas. De acuerdo a los testimonios, los campesinos pernoctaban hacinados en galpones y dormían en cuchetas que ni siquiera tenían colchones. Por la mañana, bien temprano, eran sacados a palazos de sus camas por policías que permanecían en una casilla lindera al galpón.
En noviembre pasado, la Secretaría de Derechos Humanos de Entre Ríos realizó una inspección a la quinta Mc Berry, en Concordia, donde encontraron que de los 200 campesinos hacinados en los galpones –la gran mayoría santiagueños–, muchos eran menores de edad y que incluso varios de ellos se encontraban enfermos y sin asistencia médica. Por su parte, en marzo del año pasado, la División Trata de Personas de Catamarca rescató a 17 trabajadores golondrinas que eran explotados en una estancia dedicada a la producción olivícola. Los campesinos, que trabajaban para la empresa Agrocosecha Compañía del Valle, denunciaron que cumplían jornadas de 12 horas de trabajo, sin franco alguno, y que incluso no percibían su jornal desde hacía más de tres semanas. De la investigación surgió que la empresa reclutadora engañó a los campesinos, ya que les había notificado que iban a ser trasladados a Río Negro para la recolección de frutas pero finalmente terminaron en Catamarca.
Santiago querido
Además de los condicionantes económicos, los modos de producción que tradicionalmente se han dado en Santiago del Estero allanan el terreno para este tipo de explotación laboral. Juan Carlos García, del Programa Social Agropecuario en la provincia y especialista en asuntos campesinos, señala que los padecimientos que hoy sufren los campesinos golondrinas se remontan desde tiempos remotos. “Lo mismo que les pasa a los que van a trabajar a Buenos Aires, la Patagonia o Entre Ríos, era lo que les pasaba veinte años atrás a aquellos campesinos que se dedicaban acá al obraje o la cosecha de algodón”, asegura. “Las empresas que contratan a los campesinos reproducen las condiciones de trabajo que se daban con esas actividades. Por ejemplo, montan una proveeduría de alimentos con precios exorbitantes y por lo tanto a los campesinos gran parte de lo poco que ganan se les va sólo en la alimentación”, completa.
El Programa Social Agropecuario que dirige el Ministerio de Agricultura fomenta el desarrollo sustentable de los campesinos ofreciéndoles una serie de facilidades, como créditos y subsidios para que puedan vivir de lo que producen y evitar así caer en el trabajo golondrina. Sin embargo, García señala los inconvenientes para poder modificar esa realidad. “Muchas veces, la gente se entusiasma con la ilusión de volverse de las cosechas con 5.000 o 6.000 pesos en el bolsillo. Pero no tienen en cuenta que muchas veces no sólo ese dinero nunca se los pagan sino que además soportan todo tipo de vejaciones. En cambio, llevar adelante su propia producción, si bien no les genera beneficios económicos en el plazo inmediato, les da herramientas para desligarse de este tipo de prácticas esclavistas”, sentencia.
• Los fraudes que aplican las empresas
La explotación de trabajo infantil y el fraude laboral son algunas de las transgresiones frecuentes en la aplicación del trabajo golondrina. A partir de las características de algunas producciones agropecuarias, la utilización de mujeres y niños suele ser más conveniente a los ojos de empresarios inescrupulosos. Son los mismos que en muchos casos recurren a la creación de cooperativas de trabajo fraudulentas para eludir las cargas sociales que les competen por la contratación de trabajadores y desvirtuando los principios de solidaridad que promueve el asociativismo. En este sentido, la provincia de Mendoza dictó una ley por la que se atribuye idénticas funciones a las del Inaes, que es el organismo que detenta la autoridad de aplicación para el desarrollo y control de la acción cooperativa. Esto abrió la puerta para que empresas que operan en diferentes lugares del país establezcan su domicilio legal en dicha provincia. De todos modos, el Inaes procedió a sancionar a cooperativas como Colonia Barraquero y Huantala, que han recurrido a este tipo de prácticas.
Para la cosecha de arándanos en Entre Ríos, las empresas contratistas suelen reclutar a mujeres y niños a los que someten a jornadas interminables. “El arándano es un fruto muy delicado, que ante la menor presión se revienta y que a la vez tiene una piel muy delicada. Por lo tanto, se considera que las mujeres y los niños son más eficaces que los hombres para su recolección”, afirma Juan Carlos García, del Programa Social Agropecuario.
En el caso del desflore del maíz, al tratarse de una actividad que requiere una gran resistencia física, los contratistas suelen descartar el reclutamiento de mujeres y niños. Incluso, tal como señala la socióloga Agustina Desalvo, se da una situación paradójica. “En los últimos años las empresas suelen llevar adelante estudios médicos previos para detectar si tienen Chagas. Esto lo hacen no porque sean buenas, sino porque se les han muerto gente que padece esta enfermedad en plena faena. El Chagas es muy común en Santiago y al tratarse de una enfermedad que afecta al corazón, al someterse a semejante exigencia física, sus vidas corren peligro. Hay testimonios de gente que murió en el campo por esta causa o porque les cayó un rayo trabajando en el medio de la lluvia”, asegura.
Para el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, uno de los aspectos más nefastos que se dan en torno del trabajo golondrina tiene que ver con la naturalización con que se aceptan ciertas prácticas. “Resulta perverso que se haya instalado como inevitable este tipo de explotación. Es fundamental que los responsables tomen conciencia que esto no es normal y natural y que deben brindar trabajo de otra forma.” Para modificar esta situación, Tomada cree que es fundamental derogar la actual ley que rige el trabajo agrario, sancionada durante la última dictadura. “En la Comisión de Trabajo de Diputados se está tratando una nueva ley y esperemos que la visualización de estos casos, que hay montones en todo el país, sirva para que el Congreso la trate lo antes posible para que los trabajadores del campo tengan los mismos derechos que el resto”, remató.
viernes, 7 de enero de 2011
Venezuela: El sorprendente señor Chávez lo hizo de nuevo
Néstor Francia.* - http://www.surysur.net/?q=node/15511
Tomándonos una vez más a todos por sorpresa, Chávez lanza inesperadas señales de distensión del panorama político. En los dos anuncios principales hechos ayer en Consejo de Ministros, el presidente se fundamentó en argumentos sólidos. En cuanto a la Ley de Universidades, Chávez ha escuchado a diversos sectores, de oposición y revolucionarios, que se pronunciaron por una discusión más amplia.
Esto pareciera darle a la derecha universitaria la iniciativa por el momento, pero si los revolucionarios asumen ese debate y logran sacarlo de las encerronas de las universidades (las salas de conciertos, las salas de foros, como la Sala E de la UCV) para llevarlo a la calle y convertirlo en una discusión realmente nacional, será posible desmontar el andamio de la vieja Universidad y darle paso a la Universidad que necesita el proceso revolucionario, con plena comprensión y apoyo de la mayoría de los venezolanos, al tiempo que se evita las manipulaciones de la contrarrevolución.
Según el líder, la ley vetada “tiene un gran ámbito solo de ideas y propuestas pero para la discusión, para un gran debate, no para aprobarla así, de manera quizá un poco apresurada” y agregó: “Yo no voy a ser quien le va a dar luz verde a un conjunto de disposiciones que merecen ser discutidas, como muchos han opinado, con la más amplia libertad de expresión, tanto en las corrientes de oposición política como las revolucionarias”.
En ese sentido, el jefe del Estado marcó la pauta y pidió a la nueva Asamblea Nacional que se instalará hoy (miércoles) que levante la sanción de la ley e impulse una comisión nacional en la que participe el gobierno y “todos los intelectuales, rectores, estudiantes, trabajadores, obreros, y las comunidades” porque “la educación es un problema de todos”.
Esto no es para nada secundario, Chávez está marcando un estilo al incorporar a la confrontación que en muchos sentidos desarma a la oposición. Lo que está planteado con la Ley de Universidades debería extenderse a todos los ámbitos: sacar el debate de los cotos cerrados y del terreno puramente mediático, donde ellos llevan ventaja, y llevarlo por las calles, las fábricas, los centros de estudio, los campos, las plazas, donde seremos imbatibles. Ya podemos imaginarnos una Asamblea Nacional que implante el debate nacional como norma y donde el pueblo pueda confrontar abiertamente los argumentos de la derecha y de la Revolución.
Si esto se logra, el país dará un paso gigante en su educación política. Sería pura ganancia.
En cuanto al IVA, Chávez anunció que no será aumentado. El presidente ha dicho: “Estamos seguros de que este año será de crecimiento económico. El precio del petróleo se ha recuperado efectivamente… Ya conseguimos como alimentar el Fondo de Emergencia sin necesidad de incrementarlo”. El Mandatario explicó que el precio del petróleo “Está en 85, el venezolano, y se acerca a 100 dólares el barril. Es una banda que se ubica de nuevo apuntando al precio justo”. En torno al tema del IVA, Chávez volvió sobre la idea del debate nacional, al recalcar que esta decisión tomada con su tren ejecutivo abre el debate “y convierte el proyecto en una gran oportunidad para el país”.
Para nosotros está claro que Chávez no está “echando para atrás”, como dirán algunos de la oposición y también de los nuestros, sino que, como suele suceder, este impenitente revolucionario está otra vez innovando sobre la marcha, tomando la iniciativa política y orientando el tono del debate en el país. Por otra parte, despoja a la oposición de dos banderas concretas un día antes de la importante instalación de la AN y de las marchas que la acompañan, dejando a los opositores como “pajarito en grama”.
Por el momento, no les queda otra que volver al discurso vacío de la palabras imprecisas, y de nuevo hablan de seguir luchando por vacuas relatividades o entelequias como la “libertad” o la “democracia”, dos muñecas a quienes cada cual viste como quiere.
Como pasa a menudo, ayer Chávez puso otra vez al país político de cabeza ¡Buena esa!
* Analista de asuntos políticos.
martes, 4 de enero de 2011
La peluconería, que no perdona, pide perdón
Alberto Maldonado S.* - http://www.surysur.net/?q=node/15497
¿Alguna vez, Augusto Pinochet admitió que durante su “mandato”, que duró 17 años, se cometió algún crimen, algún delito? Nunca. Según él, y hasta el mismo día de su muerte en olor de santidad, su gobierno se preocupó por “salvar a Chile de los comunistas”; y si, en esa “sagrada misión” alguien cometió “algún exceso” (más de 3.000 asesinatos y desaparecidos, medio millón en el exilio y otros crímenes) eso no fue su responsabilidad.
Estos son apenas dos ejemplos recientes de cómo los genocidios, las atrocidades cometidas por la ultra derecha contra sus pueblos (el Plan Cóndor, los “falsos positivos” de Uribe) no son ni reconocidos — y ni pensar que sus carniceros muestren algún tipo de arrepentimiento.
Bueno, en la historia reciente de esta humanidad hay un par de casos en que los sectores ultristas y genocidas, no solo han reconocido sus excesos (los crímenes cometidos) sino que han pedido perdón por ellos.
La Iglesia Católica, a través del Papa Juan 23, reconoció que se habían cometido “pecados graves” contra inocentes, que murieron en la hoguera bárbara sentenciados por los santos tribunales de la inquisición, que sumaron unos cuantos cientos de miles de “infieles”. Solo que el perdón eclesial y el reconocimiento de que se habían cometido crímenes abominables llegó cuando los inocentes ya estaban en huesos —o ceniza— y nadie podía hacer nada por devolverles sus vidas.
La justicia estadounidense, “tan justa y equilibrada”, reivindicó la memoria de los anarquistas italianos Sacco y Vanzzetti, solo que medio siglo después de que fueran ejecutados, a pesar del clamor mundial y del que se levantó en los propios Estados Unidos, ya que todo el mundo sabía que nunca cometieron el crimen que se les imputaba.
Pregunta la humanidad al señor Obama y a la justicia USA: ¿esperan que se mueran los cinco cubanos en prisiones norteamericanas por delitos que nunca cometieron, para que se les reconozca su total inocencia, les den las disculpas que se merecen, les reconozcan una justa indemnización por los años de dura prisión a los que han sido sometidos sin prueba alguna y los devuelvan a su país (Cuba) y a sus angustiadas familias?
El mundo entero sabe que no cometieron delito alguno contra EEUU y que, como cubanos leales a su país, lo que estaban era cumpliendo la tarea de alertar a sus autoridades y a su revolución sobre los actos y los planes terroristas que se preparaban, con el auspicio de la CIA, la SIP, la USAID, la NED, la mafia cubano-estadounidense —que en Miami opera a sus anchas y con absoluta impunidad.
Se me vienen a la memoria estos y muchísimos casos de crímenes y genocidios que han cometido los sectores fundamentalistas de nuestras sociedades, cada vez que triunfan, que derrocan un gobierno legalmente elegido o, desde el poder, con cualquier disculpa o sin ella. Por ello no pocos historiadores han puntualizado que es la ultra derecha (que ahora es identificada con el mote de fundamentalista) la que nunca perdona; y, si lo hace, es a destiempo, cuando las víctimas de su genocidio ya están bien muertas y muy mal enterradas. Casos concretos: el genocidio nazi contra judíos, gitanos y “comunistas” o las bestialidades que cometió, contra sus propios camaradas, Stalin
Ecuador: ejemplo de una realidad
Por qué estos malos y abominables recuerdos? Pues, porque en el Ecuador, con motivo de las navidades y el nuevo año (2011) ha comenzado a hablarse nuevamente de “la necesidad de unirnos y de indultos y amnistías” para los causantes y actores del intento de golpe de estado que se dio el jueves 30 de septiembre del 2010 y que ha quedado reducido a un simple 30-S
Un intento de golpe de Estado (del que ya casi nadie duda) en cualquiera de nuestros países debería ser motivo de una investigación exhaustiva y seria (como la que se supone está llevando adelante la Fiscalía, como le corresponde) y de la sanción correspondiente, de acuerdo a la ley y a la Constitución. Y si en el fallido intento hubo fallecidos y heridos (como ocurrió ese fatídico 30-S) con mayor razón para que la impunidad no vuelva a enseñorearse en el país porque ello daría margen para que, a corto o mediano plazo, las mismas fuerzas antidemocráticas vuelvan a ensayar su objetivo; y quién sabe si en esta vez tienen éxito. Y solo entonces sabremos los ecuatorianos y ecuatorianas que la ultraderecha no perdona
Pienso (es un decir ya que los investigadores, fiscales y jueces deben saber mucho más) que en este intento golpista deben haber dos clases de actores: los que si sabían qué era lo que buscaban y los que simple y llanamente tenían que obedecer.
Pienso que, para los golpistas no debe haber ningún perdón o, peor, olvido. Ellos (me supongo que hay asambleistaas, militares y policías) conscientemente, deliberadamente, promovieron la “trifulca” con una gran mentira (que les quitaban a los uniformados sus condecoraciones y bonos) y por poco logran caotizar al país. Por suerte (igualmente, es un pensamiento mío) al presidente Rafael Correa se le ocurrió ir al cuartel sublevado; y esa acción le salvó la vida y el puesto.
Naturalmente esos cabecillas —por propia iniciativa o por obediencia debida— seguirán en sus planes golpistas. Por lo menos, algo se les dificulta si son identificados como actores intelectuales y materiales de un episodio ciertamente triste Y de algo servirá el que tengan que pagar con el forzado exilio o el encierro de años, sus desvaríos. Pero será una lección para los mandos militares y policiales que pretendan concretar, en nueva fecha, lo que no pudieron concretar el 30-S
En cambio, en el episodio deben haber no pocos uniformados que fueron actores de primera mano por motivos como estos: por el ofrecimiento de un ascenso, por algún odio o resentimiento contra el Jefe de Estado, por su formación anticomunista, por tener la oportunidad de disparar al que pase sin rendirle cuentas a nadie o simple y llanamente porque les ordenaron o por espíritu de cuerpo. Obviamente, son situaciones que no siempre descubren un espíritu golpista o un carácter matonil.
Pienso también que ni siquiera en estos casos, es recomendable la amnistía o el indulto totales. Administrativamente lo mínimo que les debe pasar es una separación (obligada o voluntaria) del cuerpo armado. No basta una sanción disciplinaria porque aquello pasa y el uniformado (que ha dado muestras de brutalidad e indisciplina) vuelve a sus “tareas habituales” con más deseos de que le vuelvan a dar chance para dar rienda suelta a sus psicopatías.
Y, los más importante, que el Gobierno-Correa comience a poner las barbas en remojo y a pensar que lo ocurrido el 30-S, con suerte, no fue de tarjeta roja. Si bien es verdad que el presidente Rafael Correa se ha afianzado en la opinión pública (más del 70% de aceptación nacional) no es menos cierto que la derecha golpista debe estar alerta y tiene recursos para seguir conspirando. Y, en una segunda vez, es muy posible que no cometan el error de ese jueves septembrino sino que, con el respaldo de organismos conspirativos (como la SIP-CIA, el Grupo de Diarios de América, la relatora comunicacional de la OEA, la USAID, la NED, el Coro, etc.) hagan “bien la tarea”; y, como ocurrió en Honduras, lleguen a “un final feliz”.
Por lo menos los diarios del sistema (el neoliberalismo) siguen su tarea habitual y van de escándalo en escándalo, mintiendo, tergiversando, manipulando. Y como a ellos no les pasa nada punitivo, pues hay que cumplir con los “sanos deseos” del Departamento de Estado de los Estados Unidos: liquidar la revolución cubana, liquidar la revolución bolivariana y a su líder Hugo Chávez, y liquidar cuanto intento se dé en el patio trasero (América Latina) contra “la democracia y la libertad”
En cuanto a la “prédica” de que debemos unirnos y deponer nuestros odios, es un viejo sermón de la derecha para, en un momento determinado, neutralizar cualquier acción judicial. Medios sipianos, políticos de oposición y hasta obispos católicos (el arzobispo Arregui de Guayaquil) han lanzado la idea: una unión temporal entre dispares, entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados. Este discurso me recuerda a Renato Leduc (un viejo periodista mexicano, ya fallecido) que, cuando algún presidente demócrata (creo que fue Roosevelt) lanzó la “política del buen vecino” decía: ¡Claro, nosotros somos los buenos; y ellos, los vecinos!
* Periodista.
¿Alguna vez, Augusto Pinochet admitió que durante su “mandato”, que duró 17 años, se cometió algún crimen, algún delito? Nunca. Según él, y hasta el mismo día de su muerte en olor de santidad, su gobierno se preocupó por “salvar a Chile de los comunistas”; y si, en esa “sagrada misión” alguien cometió “algún exceso” (más de 3.000 asesinatos y desaparecidos, medio millón en el exilio y otros crímenes) eso no fue su responsabilidad.
Videla, el gorila argentino que tomó el poder en 1976, para “combatir la subversión” (los montoneros, del propio Partido Justicialista entonces en el gobierno) y que, en menos de ocho años de dictadura “desapareció” (los asesinó, los liquidó, los lanzó desde los aviones de la muerte) a más de 30.000 argentinas y argentinos, y que acaba de ser sentenciado a cadena perpetua, en su defensa volvió a repetir el discurso anticomunista de 1976 y a sostener que estuvo en la obligación de “salvar a la Argentina” de la amenaza comunista.
Ni una sola palabra de arrepentimiento por las barbaridades que hizo o que autorizó que lo hagan, como el “humanitario” robo de recién de nacidos de madres que fueron asesinadas en sus tenebrosas prisiones.
Estos son apenas dos ejemplos recientes de cómo los genocidios, las atrocidades cometidas por la ultra derecha contra sus pueblos (el Plan Cóndor, los “falsos positivos” de Uribe) no son ni reconocidos — y ni pensar que sus carniceros muestren algún tipo de arrepentimiento.
Bueno, en la historia reciente de esta humanidad hay un par de casos en que los sectores ultristas y genocidas, no solo han reconocido sus excesos (los crímenes cometidos) sino que han pedido perdón por ellos.
La Iglesia Católica, a través del Papa Juan 23, reconoció que se habían cometido “pecados graves” contra inocentes, que murieron en la hoguera bárbara sentenciados por los santos tribunales de la inquisición, que sumaron unos cuantos cientos de miles de “infieles”. Solo que el perdón eclesial y el reconocimiento de que se habían cometido crímenes abominables llegó cuando los inocentes ya estaban en huesos —o ceniza— y nadie podía hacer nada por devolverles sus vidas.
La justicia estadounidense, “tan justa y equilibrada”, reivindicó la memoria de los anarquistas italianos Sacco y Vanzzetti, solo que medio siglo después de que fueran ejecutados, a pesar del clamor mundial y del que se levantó en los propios Estados Unidos, ya que todo el mundo sabía que nunca cometieron el crimen que se les imputaba.
Pregunta la humanidad al señor Obama y a la justicia USA: ¿esperan que se mueran los cinco cubanos en prisiones norteamericanas por delitos que nunca cometieron, para que se les reconozca su total inocencia, les den las disculpas que se merecen, les reconozcan una justa indemnización por los años de dura prisión a los que han sido sometidos sin prueba alguna y los devuelvan a su país (Cuba) y a sus angustiadas familias?
El mundo entero sabe que no cometieron delito alguno contra EEUU y que, como cubanos leales a su país, lo que estaban era cumpliendo la tarea de alertar a sus autoridades y a su revolución sobre los actos y los planes terroristas que se preparaban, con el auspicio de la CIA, la SIP, la USAID, la NED, la mafia cubano-estadounidense —que en Miami opera a sus anchas y con absoluta impunidad.
Se me vienen a la memoria estos y muchísimos casos de crímenes y genocidios que han cometido los sectores fundamentalistas de nuestras sociedades, cada vez que triunfan, que derrocan un gobierno legalmente elegido o, desde el poder, con cualquier disculpa o sin ella. Por ello no pocos historiadores han puntualizado que es la ultra derecha (que ahora es identificada con el mote de fundamentalista) la que nunca perdona; y, si lo hace, es a destiempo, cuando las víctimas de su genocidio ya están bien muertas y muy mal enterradas. Casos concretos: el genocidio nazi contra judíos, gitanos y “comunistas” o las bestialidades que cometió, contra sus propios camaradas, Stalin
Ecuador: ejemplo de una realidad
Por qué estos malos y abominables recuerdos? Pues, porque en el Ecuador, con motivo de las navidades y el nuevo año (2011) ha comenzado a hablarse nuevamente de “la necesidad de unirnos y de indultos y amnistías” para los causantes y actores del intento de golpe de estado que se dio el jueves 30 de septiembre del 2010 y que ha quedado reducido a un simple 30-S
Un intento de golpe de Estado (del que ya casi nadie duda) en cualquiera de nuestros países debería ser motivo de una investigación exhaustiva y seria (como la que se supone está llevando adelante la Fiscalía, como le corresponde) y de la sanción correspondiente, de acuerdo a la ley y a la Constitución. Y si en el fallido intento hubo fallecidos y heridos (como ocurrió ese fatídico 30-S) con mayor razón para que la impunidad no vuelva a enseñorearse en el país porque ello daría margen para que, a corto o mediano plazo, las mismas fuerzas antidemocráticas vuelvan a ensayar su objetivo; y quién sabe si en esta vez tienen éxito. Y solo entonces sabremos los ecuatorianos y ecuatorianas que la ultraderecha no perdona
Pienso (es un decir ya que los investigadores, fiscales y jueces deben saber mucho más) que en este intento golpista deben haber dos clases de actores: los que si sabían qué era lo que buscaban y los que simple y llanamente tenían que obedecer.
Pienso que, para los golpistas no debe haber ningún perdón o, peor, olvido. Ellos (me supongo que hay asambleistaas, militares y policías) conscientemente, deliberadamente, promovieron la “trifulca” con una gran mentira (que les quitaban a los uniformados sus condecoraciones y bonos) y por poco logran caotizar al país. Por suerte (igualmente, es un pensamiento mío) al presidente Rafael Correa se le ocurrió ir al cuartel sublevado; y esa acción le salvó la vida y el puesto.
(Desde luego, este pensamiento es contrario a todos aquellos que dicen que “cometió una imprudencia” En todo caso, “algo” les echó a perder su objetivo final).
Naturalmente esos cabecillas —por propia iniciativa o por obediencia debida— seguirán en sus planes golpistas. Por lo menos, algo se les dificulta si son identificados como actores intelectuales y materiales de un episodio ciertamente triste Y de algo servirá el que tengan que pagar con el forzado exilio o el encierro de años, sus desvaríos. Pero será una lección para los mandos militares y policiales que pretendan concretar, en nueva fecha, lo que no pudieron concretar el 30-S
En cambio, en el episodio deben haber no pocos uniformados que fueron actores de primera mano por motivos como estos: por el ofrecimiento de un ascenso, por algún odio o resentimiento contra el Jefe de Estado, por su formación anticomunista, por tener la oportunidad de disparar al que pase sin rendirle cuentas a nadie o simple y llanamente porque les ordenaron o por espíritu de cuerpo. Obviamente, son situaciones que no siempre descubren un espíritu golpista o un carácter matonil.
Pienso también que ni siquiera en estos casos, es recomendable la amnistía o el indulto totales. Administrativamente lo mínimo que les debe pasar es una separación (obligada o voluntaria) del cuerpo armado. No basta una sanción disciplinaria porque aquello pasa y el uniformado (que ha dado muestras de brutalidad e indisciplina) vuelve a sus “tareas habituales” con más deseos de que le vuelvan a dar chance para dar rienda suelta a sus psicopatías.
Y, los más importante, que el Gobierno-Correa comience a poner las barbas en remojo y a pensar que lo ocurrido el 30-S, con suerte, no fue de tarjeta roja. Si bien es verdad que el presidente Rafael Correa se ha afianzado en la opinión pública (más del 70% de aceptación nacional) no es menos cierto que la derecha golpista debe estar alerta y tiene recursos para seguir conspirando. Y, en una segunda vez, es muy posible que no cometan el error de ese jueves septembrino sino que, con el respaldo de organismos conspirativos (como la SIP-CIA, el Grupo de Diarios de América, la relatora comunicacional de la OEA, la USAID, la NED, el Coro, etc.) hagan “bien la tarea”; y, como ocurrió en Honduras, lleguen a “un final feliz”.
Por lo menos los diarios del sistema (el neoliberalismo) siguen su tarea habitual y van de escándalo en escándalo, mintiendo, tergiversando, manipulando. Y como a ellos no les pasa nada punitivo, pues hay que cumplir con los “sanos deseos” del Departamento de Estado de los Estados Unidos: liquidar la revolución cubana, liquidar la revolución bolivariana y a su líder Hugo Chávez, y liquidar cuanto intento se dé en el patio trasero (América Latina) contra “la democracia y la libertad”
En cuanto a la “prédica” de que debemos unirnos y deponer nuestros odios, es un viejo sermón de la derecha para, en un momento determinado, neutralizar cualquier acción judicial. Medios sipianos, políticos de oposición y hasta obispos católicos (el arzobispo Arregui de Guayaquil) han lanzado la idea: una unión temporal entre dispares, entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados. Este discurso me recuerda a Renato Leduc (un viejo periodista mexicano, ya fallecido) que, cuando algún presidente demócrata (creo que fue Roosevelt) lanzó la “política del buen vecino” decía: ¡Claro, nosotros somos los buenos; y ellos, los vecinos!
* Periodista.
domingo, 2 de enero de 2011
La nueva juventud maravillosa
Mariano Canal y Martín Rodríguez - http://sur.elargentino.com/notas/la-nueva-juventud-maravillosa
Los jóvenes reaparecieron en el panorama político y social argentino con una potencia que no se veía desde hace años.Este informe bucea entre ellos y con ellos para saber qué sueñan, discuten, admiran y deploran.
Los festejos del Bicentenario marcaron el clima de la primera mitad del año. La segunda mitad fue impresa con otra imagen: la de multitudes en las calles, esta vez no para celebrar, sino para llorar, dar testimonio y despedir a Néstor Kirchner, para preguntar por los asesinos de Mariano Ferreyra o para ocupar “espacios públicos” en medio de luchas sociales abiertas. Una gran parte de los manifestantes –esto se repitió mucho–, eran jóvenes. Tanto el crimen de un joven militante de izquierda como la muerte del líder justicialista de 60 años mostraron en el centro de sus ceremonias a un núcleo de jóvenes activos que contribuyen a esa idea de que la política volvía a conmover una generación. ¿Es así? ¿Es tan así? ¿Estamos frente a un signo de época que cierra definitivamente los lugares comunes sobre la apatí y el desinterés de los sub 25 por las cuestiones públicas?
Miradas sobre el presente y el futuro. El listado de temas que más preocupan a los chicos está en línea con las demandas sociales compartidas con el grueso de la población, especialmente aquella que habita ese inmenso y complejo territorio que es el Conurbano bonaerense. La situación social y económica (la falta de puestos de trabajo, un 13 por ciento; y la pobreza, un 28 por ciento) y la inseguridad (un 33 por ciento), son los principales problemas sociales para los pibes encuestados. Una agenda de lo que falta todavía, claro, de aquellas problemáticas que configuran el núcleo duro de carencias de un país que aún arrastra las marcas de la crisis social que atravesó, justamente, cuando estos mismos jóvenes eran niños.
Los festejos del Bicentenario marcaron el clima de la primera mitad del año. La segunda mitad fue impresa con otra imagen: la de multitudes en las calles, esta vez no para celebrar, sino para llorar, dar testimonio y despedir a Néstor Kirchner, para preguntar por los asesinos de Mariano Ferreyra o para ocupar “espacios públicos” en medio de luchas sociales abiertas. Una gran parte de los manifestantes –esto se repitió mucho–, eran jóvenes. Tanto el crimen de un joven militante de izquierda como la muerte del líder justicialista de 60 años mostraron en el centro de sus ceremonias a un núcleo de jóvenes activos que contribuyen a esa idea de que la política volvía a conmover una generación. ¿Es así? ¿Es tan así? ¿Estamos frente a un signo de época que cierra definitivamente los lugares comunes sobre la apatí y el desinterés de los sub 25 por las cuestiones públicas?
Partamos del principio: existió una sensación generalizada de que las celebraciones del Bicentenario marcaron un quiebre con el clima dominado por la idea de crispación que se construyó con la 125 en la calle. Aparatos versus espontáneos. Piquetes versus cacerolas. Campo versus ciudad. La realidad fue más compleja y gris, como siempre, pero muchos vieron en la feria del Bicentenario, en La Salada (como la describió con saña Beatriz Sarlo) un desenlace, una imagen compacta de comunidad y participación ciudadana articulada por la mano visible del Estado que borraba –incluso– la línealaclausiana con que el kirchnerismo militante se regodeó siempre.
¿Nueva iconografía? Miradas al Sur planteó preguntas: ¿es posible conocer algo acerca de una iconografía juvenil? ¿Quiénes son los referentes y los bronces de los jóvenes argentinos de entre 14 y 18 años? ¿Qué personajes pasados y actuales interpelan la imaginación de los chicos nacidos en plena democracia? La cuestión era saber si el resultado contrastaba con el orden de la memoria pública que se desplegó en el desfile del Bicentenario. Y, para ello, se puso en práctica un ejercicio ilegal de sociología con el primer instrumento disponible en la mochila: un puñado de encuestas repartidas en escuelas del Conurbano bonaerense. Es decir, no buceando en los imaginarios previsibles de las juventudes políticas o el campo de la militancia, que tienen un flujo alicaído por momentos pero de símbolos constantes. Por eso, quedaron fuera de las encuestas las escuelas del centro porteño. Se buscó aproximarse lo más posible y en breve tiempo a las respuestas que los pibes de las secundarias del Conurbano dan cuando se les pregunta por la política, por el presente del país, por sus ideas sobre el futuro a mediano plazo, por sus referentes actuales, por los íconos de la historia argentina que surgen espontáneamente de su imaginación.
El lugar de la política. Para estos chicos de entre 14 y 18 años, provenientes de barrios de zona sur y zona oeste del Gran Buenos Aires, de clase media baja o baja (el 57 por ciento de ellos declaró haber trabajado o ayudado a algún familiar en su trabajo durante el último año) la política ocupa un lugar importante, pero está lejos de ser el principal motor de sus vidas: un 30 por ciento contestó estar muy o bastante interesado en la política. Un poco más que quienes dijeron que les interesaba muy poco o nada: 25 por ciento. ¿Es mucho, es poco? ¿Ese 30 por ciento que se dice interesado encarna un cambio de época en el relacionamiento juvenil con la política? Difícil saberlo mirando sólo la foto del momento actual. Tal vez otras preguntas ayuden a formar un cuadro de situación más matizado y amplio.
¿Nueva iconografía? Miradas al Sur planteó preguntas: ¿es posible conocer algo acerca de una iconografía juvenil? ¿Quiénes son los referentes y los bronces de los jóvenes argentinos de entre 14 y 18 años? ¿Qué personajes pasados y actuales interpelan la imaginación de los chicos nacidos en plena democracia? La cuestión era saber si el resultado contrastaba con el orden de la memoria pública que se desplegó en el desfile del Bicentenario. Y, para ello, se puso en práctica un ejercicio ilegal de sociología con el primer instrumento disponible en la mochila: un puñado de encuestas repartidas en escuelas del Conurbano bonaerense. Es decir, no buceando en los imaginarios previsibles de las juventudes políticas o el campo de la militancia, que tienen un flujo alicaído por momentos pero de símbolos constantes. Por eso, quedaron fuera de las encuestas las escuelas del centro porteño. Se buscó aproximarse lo más posible y en breve tiempo a las respuestas que los pibes de las secundarias del Conurbano dan cuando se les pregunta por la política, por el presente del país, por sus ideas sobre el futuro a mediano plazo, por sus referentes actuales, por los íconos de la historia argentina que surgen espontáneamente de su imaginación.
El lugar de la política. Para estos chicos de entre 14 y 18 años, provenientes de barrios de zona sur y zona oeste del Gran Buenos Aires, de clase media baja o baja (el 57 por ciento de ellos declaró haber trabajado o ayudado a algún familiar en su trabajo durante el último año) la política ocupa un lugar importante, pero está lejos de ser el principal motor de sus vidas: un 30 por ciento contestó estar muy o bastante interesado en la política. Un poco más que quienes dijeron que les interesaba muy poco o nada: 25 por ciento. ¿Es mucho, es poco? ¿Ese 30 por ciento que se dice interesado encarna un cambio de época en el relacionamiento juvenil con la política? Difícil saberlo mirando sólo la foto del momento actual. Tal vez otras preguntas ayuden a formar un cuadro de situación más matizado y amplio.
Un 16 por ciento afirmó que participaba de espacios que realizaban tareas comunitarias y solidarias (iglesias, organizaciones sociales, instituciones vecinales). Pero el dato más notable es que casi un 70 por ciento de los chicos consultados respondió que, aunque no lo hacen, les gustaría participar de actividades sociales y comunitarias. A primera vista, entre estos dos porcentajes (el interés por la políticaentendida como espacio ligado a los partidos y el deseo por involucrarse en tareas colectivas pero más distantes de lo que habitualmente se entiendo por militancia política) se podría pensar una de las entradas posibles a ese campo fértil que es la participación de los chicos del Bicentenario en los asuntos públicos.
Miradas sobre el presente y el futuro. El listado de temas que más preocupan a los chicos está en línea con las demandas sociales compartidas con el grueso de la población, especialmente aquella que habita ese inmenso y complejo territorio que es el Conurbano bonaerense. La situación social y económica (la falta de puestos de trabajo, un 13 por ciento; y la pobreza, un 28 por ciento) y la inseguridad (un 33 por ciento), son los principales problemas sociales para los pibes encuestados. Una agenda de lo que falta todavía, claro, de aquellas problemáticas que configuran el núcleo duro de carencias de un país que aún arrastra las marcas de la crisis social que atravesó, justamente, cuando estos mismos jóvenes eran niños.
La evaluación que hacen de la situación actual del país, a pesar de los temas señalados antes, está muy lejos del relato apocalíptico difundido por la mayoría de los medios de comunicación, aunque tampoco se encuadra en el conformismo acrítico que muchas veces actúa como espejo de la visión propalada por la oposición y los grandes medios. Un 36 por ciento considera que la situación del país es “muy buena” o “buena”, mientras que un 46 por ciento la califica como “regular”.
Es ésta una mirada sobre el presente que no impide que haya mayor optimismo sobre el futuro a mediano plazo del país, cuando estos chicos sean adultos insertados plenamente en el mercado de trabajo y cuenten con sus propias familias y mayores responsabilidades: casi dos tercios (un 64 por ciento) cree que dentro de diez años el país estará en mejores condiciones que ahora, mientras que el escepticismo sobre el futuro sólo comprende a un 10 por ciento de los chicos encuestados, que visualizan un peor escenario en el horizonte.
¿Esto marca un quiebre con respecto a ese lugar común que equipara juventud con descreimiento? Es, por lo menos, auspicioso que el futuro no sea visto como amenaza, condena o resignación. Es también un indicio de que la mirada joven sobre lo que viene invita más a la esperanza que al quietismo.
Los docentes son por lejos (para el 81 por ciento de los chicos) el sector social más valorado. Le siguen los políticos (26 por ciento) y los periodistas (15 por ciento). Estos últimos, lejos de la alta consideración pública que recibían en un pasado no tan lejano. Sin embargo, cuando los jóvenes tienen que mencionar los sectores más negativos socialmente, el primer lugar está ocupado por los políticos: un 45 por ciento los identifica como un sector poco valorable de la sociedad. No es una contradicción, es una manifestación de que dentro de este universo juvenil la importancia y la valoración de la política está lejos de ser homogénea. Otros sectores que aparecen fuertemente cuestionados son los representantes eclesiásticos y los empresarios. Los sindicalistas, a pesar de lo que se podría pensar a priori, no registran niveles altos de desaprobación, aunque tampoco de valoración positiva. Más previsiblemente, la policía muestra una imagen negativa (21,7 por ciento) más alta que la positiva (9 por ciento).
La Presidenta habla en cadena y celebra la presencia de las Madres, Abuelas y demás figuras de la memoria militante en el acto –sea cual fuere– donde toma la palabra. Eso cuaja un discurso de poder que resignifica positivamente el campo de la memoria en la política (y una idea de memoria vinculada de modo directo y casi exclusivo con los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura militar). A esa memoria, ordenada en el campo cultural de la izquierda social, el kirchnerismo la transformó en un discurso no sólo político, sino de Estado. En realidad, ya era un discurso político, pero que ocupaba en el campo político clásico un lugar lateral. El fundido entre Memoria y Estado es un producto sólido, complejo y controversial de esta década. Y tiene coherencia con la fuerza con que los Derechos Humanos pisaron la década del ’90 (en el medio de la década democrática de mayor negación discursiva desde el Estado).
La puesta en un lugar central de la agenda estatal de los Derechos Humanos y la búsqueda de justicia para con los crímenes cometidos por la última dictadura militar concita un apoyo casi unánime por parte de los adolescentes: el 90 por ciento de ellos considera positiva la reapertura de los juicios a los represores y la vuelta al escenario público de estos temas. Ésta es, sin dudas, una de las conquistas sociales y culturales más sólidas que ha logrado la actual (y la anterior) administración. Un tema donde las heterogeneidades propias de este grupo social parecen encontrar un punto de unión, un consenso básico sobre el modo en que deben tramitarse las injusticias del pasado y la construcción del futuro.
Personajes de ayer y hoy. En el mismo sentido, el del pasado reciente del país, cuando les preguntamos a los jóvenes qué hechos consideran más relevantes en las últimas décadas, la instalación de la dictadura militar en 1976 y el posterior retorno de la democracia en 1983 aparecen como los dos hitos más mencionados: con un 40 y un 24 por ciento de las menciones, respectivamente. Sin dudas, en estos niveles de respuestas hay mucho de la tarea que desde las escuelas se viene haciendo para incorporar estas marcas históricas a la enseñanza. Pero, también, es la señal de un consenso social sobre las tragedias argentinas que se fue construyendo estos últimos siete años.
La crisis de 2001, también aparece mencionada en una proporción significativa, por casi un 18 por ciento de los chicos, siendo el evento más reciente que concita ese nivel de respuestas. Una clara referencia en la biografía de estos jóvenes que presenciaron el colapso social y económico de la Argentina cuando eran niños.
Comprendida dentro de la dictadura, pero diferenciada como hecho singular, la guerra de Malvinas es otro de los hitos de la historia reciente que los adolescentes mencionan como cruciales. Dictadura, Malvinas, retorno de la democracia, crisis de 2001: las estaciones dramáticas de la historia argentina reciente. Hitos y procesos sociales que no sólo cambiaron el curso del país, sino que también marcaron las memorias y las subjetividades de estos nuevos ciudadanos.
La muerte de Néstor Kirchner, el hecho político y emotivo que cerró el arco de este 2010 intenso, también aparece mencionado por muchos de los chicos encuestados. Fue el momento donde miles salieron a las calles y los medios se sorprendieron por esa masividad donde los jóvenes aparecían en primer plano. Hay mucho del estilo cultivado por Kirchner que caló hondo en los sectores juveniles: su informalidad, su capacidad para irritar a los sectores conservadores, su discurso que volvió a seducir y convocar a muchos que detestaban la política. Parece difícil negar que la figura del ex presidente conectó a un nivel profundo con los estilos, demandas y deseos de los jóvenes.
Siendo 2010 el año del Bicentenario, la pregunta era, al inicio, cuáles eran los personajes, los referentes e íconos que transitan por la imaginación de estos chicos. Fue un año donde los festejos por los 200 años volvieron a instalar muy visiblemente toda una serie de personalidades históricas y acontecimientos que desde el Estado se juzgaron como centrales en el recorrido del desarrollo del país. Un panteón de héroes, una galería de villanos. El desfile final del 25 de Mayo con el grupo Fuerza Bruta interpretando coreográficamente el despliegue de la historia social argentina (recordemos: la Guerra de Independencia, la inmigración europea, la industrialización en el Peronismo, las Madres de Plaza de Mayo, Malvinas...) o las imágenes proyectadas en tres dimensiones sobre el Cabildo que hilaban todo un relato sobre el devenir nacional fueron las muestras visuales más contundentes de esta relectura de la historia que se fue asentando en los últimos años.
¿Cuántos de esos personajes reaparecen cuando a los pibes se les pide que espontáneamente mencionen aquellos que consideran más importantes o representativos? En primer término salen a nuestro encuentro los grandes nombres del canon nacional: San Martín y Belgrano. Estos dos próceres de la Independencia están entre los más nombrados: San Martín es mencionado por casi la mitad de los chicos como uno de los personajes más relevantes, y el creador de la Bandera aparece nombrado por casi el 20 por ciento de los adolescentes. Pero por encima de este último, las figuras fundadoras del peronismo, Juan Domingo Perón y Eva Perón, son las que se ubican inmediatamente después de San Martín. Una muestra de la persistencia, incluso en chicos que en su mayoría no superan la mayoría de edad, de ese fenómeno único de la Argentina que es el peronismo. Muchas hipótesis disparan estas presencias, muchas lecturas acerca del lugar que el peronismo continúa ocupando en la sociedad, acerca de su potencialidad y su capacidad, aún hoy, para formar parte de la subjetividad argentina. Más atrás en el número de menciones aparecen otras figuras del siglo XIX (Sarmiento, Mariano Moreno) y del siglo XX (el Che Guevara, Raúl Alfonsín, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo).
viernes, 24 de diciembre de 2010
Argentina: ¡Al fin justicia!: El dictador Videla pasará el resto de su vida en una cárcel común
Stella Calloni* - http://www.surysur.net/?q=node/15412
Emoción, lágrimas, asombro y alegría, todo a la vez fue lo que sucedió hoy en la provincia central de Córdoba, y también en esta capital, al conocerse la condena a "cadena perpetua e inhabilitación absoluta perpetua" al ex dictador argentino Jorge Rafael Videla y el general Luciano Benjamín Menéndez, quien comandó en el interior del país una vasta zona donde desaparecieron a miles de personas, junto a otros responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos en la Unidad Penitenciaria uno (UP-1) de la capital cordobesa.
"La justicia llegó y estos serán dos días recordados para siempre, porque ayer también fueron condenados 16 de los más crueles represores en esta capital, que cometieron crímenes de lesa humanidad en el circuito de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo y que habían sido amparados por la impunidad", dijeron los Hijos de Desaparecidos aquí.
Anoche alrededor de los tribunales de esta capital se vivió otro momento de emoción, dolor y festejos. El Tribunal Oral Federal II, que juzgó a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esos centros clandestinos, unificados porque muchos secuestrados eran trasladados entre unos y otros, condenó a cadena perpetua a 12 de los personajes más siniestros de la pasada dictadura, y otros cuatro recibieron 25 años. El juicio abarcó a 183 víctimas.
Uno de los condenados a cadena perpetua, Julio Simón, alias El turco Julián, tiene uno de los historiales más temibles en el circuito del terror.
Otro personaje emblemático condenado a perpetua es Samuel Miara, quien tiene una larga cadena de delitos, como Simón, y además se apropió de los mellizos del matrimonio Reggiardo-Tolosa (desaparecidos), nacidos en cautiverio.
Entre los condenados a 25 años de prisión, también con inhabilitación absoluta perpetua, está Raúl Guglielminetti, que espera condena en otro juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti, sede de la Operación Cóndor aquí. Este fue un oficial de inteligencia que actuó en la zaga centroamericana de los militares argentinos, especialmente en Honduras en los años 80.
Sin embargo, quedó un sabor amargo por la absolución de Juan Carlos Falcón, alias Kung fu. Algunas de sus víctimas estaban en la sala. Hubo festejos en la calle, donde miles de personas recibieron con música la histórica condena.
Si hay algo que agregar a estas horas claves para los derechos humanos es que este viernes se pondrá en vigencia la Convención Internacional para las Desapariciones Forzadas, que aprobó la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el 29 de diciembre de 2008 en forma unánime.
Argentina fue, junto con Francia, un país líder en lograr la convención, y consiguió incluir la "prevención y sanción penal" a la apropiación de niños sometidos a desaparición forzada, confirmando el principio de restitución a la familia de origen y el del pequeño a recuperar su identidad.
*Periodista, escritora, poeta argentina, corresponsal de La Jornada en Argentina
Emoción, lágrimas, asombro y alegría, todo a la vez fue lo que sucedió hoy en la provincia central de Córdoba, y también en esta capital, al conocerse la condena a "cadena perpetua e inhabilitación absoluta perpetua" al ex dictador argentino Jorge Rafael Videla y el general Luciano Benjamín Menéndez, quien comandó en el interior del país una vasta zona donde desaparecieron a miles de personas, junto a otros responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos en la Unidad Penitenciaria uno (UP-1) de la capital cordobesa.
Además el Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba, que actuó en este caso, ordenó el inmediato alojamiento de Videla en una cárcel común, y pidió revisión médica para Menéndez, que ya recibió otras cuatro condenas en los juicios realizados en diversas provincias del noroeste.
Ambos fueron juzgados junto con otros 28 coacusados por los tormentos y asesinatos de 31 personas, cometidos en la UP-1, jurisdicción del tercer cuerpo del ejército entre abril y septiembre de 1976.
Videla había sido condenado a cadena perpetua en juicio a las juntas militares en 1985 y luego indultado por el ex presidente Carlos Menem, en decretos de 1989-1990.
Integrantes de la organización Hijos de Desaparecidos y centenares de jóvenes habían instalado grandes parlantes y en el momento de conocer la sentencia la emoción contenida estalló, entre saltos, abrazos, lágrimas de felicidad y un grito único: "llegó la justicia".
El final del juicio fue visto en grandes pantallas por familiares, ya que la sala del tribunal, integrado por los magistrados Jaime Díaz Gavier, Carlos Lascano y José Pérez Villalobos, estaba desbordada cuando a las 17:49 (hora local) se leyó la sentencia.
Otros condenados a cadena perpetua fueron Carlos Yanicelli, ex integrante de la "patota" (banda) del D2 de la policía, los militares Vicente Meli, Carlos Poncet, Raúl Fierro, Jorge González Navarro, Gustavo Adolfo Alsina, el ex carapintada Enrique Pedro Mones Ruiz y Miguel Ángel Pérez.
También cinco policías recibieron penas perpetuas y otras condenas oscilaron entre seis, 12 y 14 años.
De nada sirvió el alegato que hoy agregó Menéndez al de Videla ayer, en el que también defendió el terrorismo de Estado aplicado por la dictadura (1976-1983) y acusó al gobierno de "perseguir" y de tratar de desprestigiar a las fuerzas armadas.
Menendez criticó el proceso legal, que cumplió con todas las garantías, incluyendo estos alegatos en los que no hubo una sola palabra que mostrara arrepentimiento. El otrora poderoso general intentó justificar lo injustificable y demandar a la justicia por juzgarlo porque él se considera un "soldado victorioso".
“Intentaron que los jueces admitieran que habían sido protagonistas de una ‘guerra justa’. Pero no explicaron que se trató de una guerra sucia típica de la contrainsurgencia que impuso la Doctrina de Seguridad estadunidense en los años 70. Como militares deberían sentir vergüenza de llamarle guerra a los secuestros de los grupos de tarea con tanquetas, cañones para llevarse mujeres y niños, familias enteras, curas, monjas. ¿Y qué decir de las torturas, los asesinatos, robos y desapariciones? ¿A los campos de exterminio le llaman ‘guerra justa’; al robo sistemático de niños a mujeres embarazadas a las que mantenían vivas hasta el parto, para luego robarles sus hijos?”, cuestionaron los familiares de las víctimas.
"La justicia llegó y estos serán dos días recordados para siempre, porque ayer también fueron condenados 16 de los más crueles represores en esta capital, que cometieron crímenes de lesa humanidad en el circuito de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo y que habían sido amparados por la impunidad", dijeron los Hijos de Desaparecidos aquí.
Anoche alrededor de los tribunales de esta capital se vivió otro momento de emoción, dolor y festejos. El Tribunal Oral Federal II, que juzgó a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esos centros clandestinos, unificados porque muchos secuestrados eran trasladados entre unos y otros, condenó a cadena perpetua a 12 de los personajes más siniestros de la pasada dictadura, y otros cuatro recibieron 25 años. El juicio abarcó a 183 víctimas.
Uno de los condenados a cadena perpetua, Julio Simón, alias El turco Julián, tiene uno de los historiales más temibles en el circuito del terror.
Otro personaje emblemático condenado a perpetua es Samuel Miara, quien tiene una larga cadena de delitos, como Simón, y además se apropió de los mellizos del matrimonio Reggiardo-Tolosa (desaparecidos), nacidos en cautiverio.
Entre los condenados a 25 años de prisión, también con inhabilitación absoluta perpetua, está Raúl Guglielminetti, que espera condena en otro juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti, sede de la Operación Cóndor aquí. Este fue un oficial de inteligencia que actuó en la zaga centroamericana de los militares argentinos, especialmente en Honduras en los años 80.
Sin embargo, quedó un sabor amargo por la absolución de Juan Carlos Falcón, alias Kung fu. Algunas de sus víctimas estaban en la sala. Hubo festejos en la calle, donde miles de personas recibieron con música la histórica condena.
Si hay algo que agregar a estas horas claves para los derechos humanos es que este viernes se pondrá en vigencia la Convención Internacional para las Desapariciones Forzadas, que aprobó la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el 29 de diciembre de 2008 en forma unánime.
Argentina fue, junto con Francia, un país líder en lograr la convención, y consiguió incluir la "prevención y sanción penal" a la apropiación de niños sometidos a desaparición forzada, confirmando el principio de restitución a la familia de origen y el del pequeño a recuperar su identidad.
*Periodista, escritora, poeta argentina, corresponsal de La Jornada en Argentina
jueves, 23 de diciembre de 2010
Argentina: Otro Cordobazo para Videla y Menéndez
Martín Notarfrancesco - http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159202-2010-12-23.html
Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez y otros 21 policías y militares fueron condenados ayer por el Tribunal Oral 1 de Córdoba y deberán cumplir sus penas en la cárcel. Miles de personas se reunieron en la puerta de tribunales para celebrar.
Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez y otros 21 policías y militares fueron condenados ayer por el Tribunal Oral 1 de Córdoba y deberán cumplir sus penas en la cárcel. Miles de personas se reunieron en la puerta de tribunales para celebrar.
Como un reloj que de tanto en tanto detiene sus agujas en ese instante preciso. Es el momento en que un tribunal lee la sentencia que condena a un violador sistemático de derechos humanos, a un terrorista de Estado, a un genocida que lo abandona, para siempre, su mejor compañera, la impunidad. Ayer las agujas del reloj de la historia asomaron por Córdoba y detuvieron su marcha a las 17.49, cuando Jaime Díaz Gavier, presidente del TOF 1, le dijo de frente a Jorge Rafael Videla que estaba condenado a la pena de prisión perpetua y que, además, la debe cumplir en una cárcel común. Luciano Benjamín Menéndez y otros 21 policías y militares también fueron encontrados culpables.
Sol de diciembre y calor mediterráneo. El día arrancó agradable. La intensidad y la temperatura fueron subiendo de la mano de un termómetro que rozó los 35 grados. Sólo faltaba la última palabra de Menéndez, que pidió cerrar la ronda. Los otros 28 imputados pudieron hacerlo el martes. A las 11 de la mañana arrancó la última audiencia del juicio. Luego de la intervención del Cachorro (ver página 4), el tribunal pasó a deliberar, anunciando que el veredicto se leería a las cinco de la tarde.
Un megajuicio
El juicio comenzó el 2 de julio y fue la primera megacausa de Córdoba. Los antecedentes locales se remontan a julio de 2008 y diciembre de 2009, cuando se condenó a Menéndez y otros siete torturadores del centro clandestino La Perla y cinco ex policías del D2, respectivamente.
El juicio que culminó ayer agrupó dos causas: los fusilamientos de 31 presos políticos de la Unidad Penitenciaria 1 –UP1– que fueron asesinados entre abril y octubre de 1976, y el expediente “Gontero”, que esclareció las torturas sufridas por cinco ex policías y el hermano de uno de ellos, el mismo año. En total, el banquillo de acusados albergó a 31 imputados (uno fue apartado por razones de salud). Fueron 63 audiencias, 110 testigos y 34 años de espera. A lo largo de estos años, la causa por el fusilamiento de los ex presos políticos se convirtió en la causa maldita. Pocos confiaban en que pudiese llegar a juicio un expediente que involucraba a la Iglesia Católica y a la misma Justicia federal, que tenía a su disposición a la mayoría de quienes resultaron acribillados.
Existe otra parte de esta causa que no ingresó en este juicio. Es justamente el tramo que involucra a los funcionarios judiciales de entonces. Jueces, fiscales, defensores oficiales y secretarios que permitieron, con acciones y omisiones, que todo suceda. El trámite está a cargo del juez riojano Daniel Herrera Piedrabuena y constituye una puja, por ahora irresuelta.
En el fallo de ayer, el tribunal hizo equilibrio entre los pedidos de la fiscalía y las querellas. Videla, Menéndez y la cadena de mandos inmediata recibieron perpetuas. Lo mismo que el núcleo duro que operó en el D2 de la policía provincial. En líneas generales el clima fue de satisfacción. Pudo verse a muchos ex presos fundirse en abrazos eternos con sus compañeros de celda. Era la primera condena que recibía Videla luego del Juicio a las Juntas.
La mayor sorpresa estuvo en las absoluciones, siete en total. Nadie esperaba tantas y mucho menos que una recayera sobre Osvaldo César Quiroga, un veterano de Malvinas que en 1976 integró una de las secciones del Regimiento de Infantería Aerotransportada II de Córdoba. En cumplimiento de una orden, el 12 de agosto de 1976 retiró a cuatro detenidos de la UP1. Los trasladó atados unos a otros, vendados los ojos y en el piso de un camión. Luego de una parada intermedia, fusilaron a Hugo Vaca Narvaja, Higinio Toranzo y Gustavo De Breuil. El cuarto era Eduardo De Breuil, hermano de Gustavo, a quien le hicieron ver los cuerpos rematados y lo regresaron a la cárcel. En su testimonio recordó que el oficial a cargo del operativo siempre fue el mismo. Quiroga dejó asentada su firma y se responsabilizó de sacar a estos detenidos. Por esta razón nadie comprendió la absolución y tanto la fiscalía como las querellas se mostraron disconformes en este punto, lo que hace presumir un planteo ante la Cámara de Casación.
Las calles
A partir de las tres de la tarde, organizaciones sociales, políticas, juveniles, sindicatos, murgas y ciudadanos de a pie se fueron arrimando al edificio de los tribunales federales. La convocatoria de los organismos de derechos humanos reunió cerca de mil personas, estimaron desde la Policía Federal. Poco antes de las cinco de la tarde se abrieron las puertas para que algunos ingresaran a colmar la sala de audiencias. El Premio Nobel de la Paz en 1980, Adolfo Pérez Esquivel, la rectora de la Universidad Nacional de Córdoba, Carolina Scotto, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, y el intendente de Córdoba, Daniel Giacomino, encabezaban la platea de personalidades presentes. El resto lo siguió por los parlantes y pantallas en la vereda, transpirando la gota gorda.
El tribunal marcó el criterio de revocar todas las prisiones domiciliarias y en los casos de enfermedad ordenó que una junta médica diagnosticara si el paciente puede cumplir la pena en la cárcel. En esta situación se encuentra Menéndez, entre otros.
Después de 34 años Videla sigue esmerado en mostrarse igual. Pero tal vez en algún rincón de su interior se encuentre con ese pasado que vuelve. Ahora, a su celda.
lunes, 20 de diciembre de 2010
Revolución cultural en Suramerica
Ernesto Martinchuk - http://alainet.org/active/43093
Aldea global es un término, acuñado por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan (1911-1980), que se refiere a la idea de que, debido a la velocidad de las comunicaciones, toda la sociedad humana comenzaría a transformarse y su estilo de vida se volvería similar al de una aldea. Debido al progreso tecnológico, todos los habitantes del planeta empezarían a conocerse unos a otros y a comunicarse de manera instantánea y directa.
Un poco de historia
El renacer de una nueva cultura es producto de la reconstrucción de la conciencia nacional, que resurge tras el letargo político producido como resultado de la derrota popular con la dictadura de 1976. La revolución cultural en marcha atraviesa gran parte del tejido social y se encarna además, en acciones de gobierno como son la ley de servicios audiovisuales, el programa científico y universitario estatal, la promoción del matrimonio igualitario o en la recuperación de la conciencia histórica a partir de la política de derechos humanos, la galería de los patriotas latinoamericanos, el contenido de los actos del bicentenario o en la sanción del feriado recordatorio de la Vuelta de Obligado. A partir de éstas y otras medidas, la revolución cultural va desandando el programa neoliberal y el contenido de sus instituciones.
Desde el 2003 se está combatiendo la conciencia pastoril y dependiente de la oligarquía terrateniente, al cuestionarle el proyecto económico de país. Por primera vez en muchos años, la política esta por encima de la economía. Están cayendo los valores neoliberales y además, están siendo debilitadas sus instituciones de transmisión de la cultura.
La ley de servicios audiovisuales y el apoyo del gobierno a los medios públicos y no comerciales, están construyendo una pluralidad de voces, frente a la tiranía mediática imperante de los oligopolios comerciales. Los grupos mediáticos, los factores de poder concentrado junto con el aparato de prensa del extranjero, ya no están solos.
La vertiginosa transformación cultural se organiza en torno de la recuperación de la conciencia histórica y a partir de un fuerte cuestionamiento de la tradición liberal. Desde el 2003 existe una nueva generación de jóvenes que es educada en un país industrial y en el contexto de una revolución cultural. A partir de aquí, el proceso iniciado afirma la conciencia histórica del pueblo argentino y anticipa el renacer de una nueva generación política liberadora, en la antesala de la consumación de la conciencia nacional y de la Patria Grande soñada por nuestros patriotas.
La educación: valor fundamental
La educación tiene un papel constructivo y creativo del desarrollo humano y se pone al servicio de la solución de los problemas de la población manifestándose a través de los valores de integración y cooperación de sus protagonistas. De ahí, la opción que tiene la Universidad desde la posibilidad de aportar respuestas innovadoras a la sociedad, depende del análisis del concepto de desarrollo humano que presenta hoy. Asumiendo un enfoque integrado por la ética y la historia, afrontando la revolución paradigmática actual, se impone la superación del pensamiento único, asociando el mejoramiento de la calidad de vida a políticas de ajuste aisladas y no atacando los problemas en su integridad.
Debemos ver a la globalización, más que como una jerarquización de desigualdades como una verdadera oportunidad para que tenga cabida la sociedad del conocimiento a través del desarrollo de las posibilidades competitivas con lo cual, la educación pasa a tener un protagonismo especial.
La competitividad depende cada vez más del conocimiento y es necesario empezar a definir el papel que puede jugar en ello la globalización educativa, la integración universitaria y a través de ella, la formación, con un nuevo esquema de contenidos, de los futuros periodistas, ya que desde hace más de 30 años se siguen manteniendo los perfiles de formación de Universidades norteamericanas.
Se establece como un paradigma a modificar la idea de que no sólo con el crecimiento económico se garantiza el bienestar de la población. Estas políticas deberán estar estructuradas sobre la base de minuciosos estudios e investigaciones para generar la producción de conocimiento que servirá de fundamento para la generación de estrategias que se pueden comenzar a generar dese la UNASUR.
Un conocimiento pertinente implica una óptima combinación entre los conocimientos abstractos y los contextuados (con estrecha vinculación con las culturas regionales), con las necesidades sociales y económicas del entorno general. La contextualización es una condición esencial de la eficacia del funcionamiento cognitivo (Claude Bastien).
Ante realidades y problemas cada vez más complejos, multidimensionales, transnacionales y transversales, para que un conocimiento o saber sea pertinente deberá evidenciar el contexto, lo global y complejo.
Ante esta realidad surge la pregunta ¿Qué necesita aprender el estudiante para lograr su formación y cómo debe aprehenderlo? El estudiante necesita transferir lo aprendido, tiene que enfrentar nuevas situaciones y resolverlas. No le sirve una respuesta mecanizada, tiene que crear la respuesta apropiada. Esta conducta no podrá lograrse si no ha sido preparado para percibir la situación en los variados marcos en que puede presentarse, si no ha sido nutrido conforme a sus características específicas y a las de la sociedad a la que pertenece.
Con el objeto de aportar nuevos enfoques y movilizar energía intelectual para que el profesional graduado se desenvuelva en la sociedad como un agente de cambio, se propone una nueva instancia para superar paradigmas obsoletos, para que sea una persona con sólidos principios morales y valores firmemente implantados y que colabore activamente en la búsqueda de soluciones a los conflictos individuales y sociales existentes. Para generar soluciones para la región y para su país y, por qué no al mundo
.
La misión debe ser integradora y tender a lograr la formación de buenos profesionales, capacitados y resueltos a intervenir desde el lugar en el cual actúan y desde la función que ejerzan para el cumplimiento de los objetivos propuestos.
Integración nacional
La educación opera como elemento para integrar poblaciones diferenciadas tanto geográfica y económicamente, como social y culturalmente.
Integración regional
La educación se ubica como instancia superadora de los límites nacionales. El espacio regional posibilita el desarrollo de planes, programas y proyectos tanto del conjunto como en el interior de cada uno de los países. La visión regional es necesariamente más amplia y compleja que la nacional.
La profesora uruguaya Adela Pereyra (Miembro del Comité Coordinador Regional del Sector Educativo del Mercosur) señala: “En estos momentos de construcción intencional de procesos sociales de integración, la historia se convierte en una competencia y prioriza la temporalidad… La enseñanza de la historia en el Mercosur, entendida como proceso colectivo de construcción político-social y económico, debe responder al nuevo sentido estratégico que adquiere tal conocimiento, y sus prácticas deben remodelarse a partir de varios ejes”, entre los que menciona la necesidad de abordar el enfoque regional asumiendo el tratamiento crítico de nuevos contenidos, como los conflictos regionales no resueltos y los prejuicios nacionalistas”.
Es necesario considerar a la Educación como factor principal de integración y cambio en los países del bloque.
La sociedad de la información es la piedra fundacional de la sociedad del conocimiento. El concepto está relacionado con la idea de la innovación tecnológica, mientras que el concepto de sociedades del conocimiento incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora.
El concepto de “sociedad del conocimiento” está mucho más acorde con el de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. El conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para ponderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad.
La circunstancia de que una sociedad se base en el conocimiento torna en obvia la consideración del rol que en la misma desempeña la Educación.
Por otra parte, es fundamental tener presente que la sociedad del conocimiento no es aquella que simplemente dispone o utiliza más computadoras o más información. El profesor Horacio Godoy señalaba que “el rendimiento eficaz de las tecnología avanzadas depende de variables no tecnológicas,… hay una relación despareja entre la potencia de la tecnología y la capacidad del usuario. A esta enorme diferencia la denominó síndrome USTeD (Uso Subdesarrollado de las Tecnologías Desarrolladas) en virtud del cual, la potencia tecnológica queda reducida a los límites de la capacidad de quien la utiliza.
No existen tecnologías ni sistemas superiores a las aptitudes de los que las utilizan y las posibilidades de aplicación de las tecnologías digitales de información no dependen de variables tecnológicas sino humanas y culturales.
Los nuevos desafíos del periodismo
Internet representa, desde mediados de los ’90, una revolución tanto en el periodismo como para el ciudadano que puede acudir directamente al origen de la noticia. Se rompió el esquema tradicional fuente/periodista/lector-audiencia, y cualquier persona se convierte en “periodista”. Internet está integrada en las rutinas diarias. La concepción del periodista como recopilador y difusor de la información, como intermediario y como regulador de la calidad de información muchas veces está en duda por la influencia de la red.
El teléfono móvil con cámara fotográfica y filmación ha convertido a los ciudadanos en proveedores de imágenes para los medios de comunicación que suelen estar asociadas con accidentes, incendios, fenómenos meteorológicos o manifestaciones. La web entre los periodistas es la consulta de las versiones electrónicas de los medios tradicionales, aunque ésta no sustituye a la tradicional lectura de la prensa en papel. Algunos medios digitales ofrecen problemas de credibilidad derivados de la falta de control sobre las noticias publicadas.
Durante años existió una frontera entre los periodistas de la palabra y los de la imagen. Esta división carece ya de sentido. Muchos diarios digitales y redacciones televisivas usan imágenes capturadas en la red y el periodista debe saber contar una historia indistintamente con palabras, imágenes o sonidos. Debe saber cuándo una noticia reclama un protagonismo de texto y cuándo, por el contrario, una imagen o un sonido son lo importante.
Con la interactividad, el periodista puede proponer a sus lectores diversos itinerarios de lectura, para articular un discurso coherente y hasta múltiple, incorporando a los jóvenes acostumbrados al lenguaje audiovisual, sintético e interactivo.
El celular se ha transformado en un dispositivo emisor/receptor de todo tipo de contenidos y aplicaciones y la “cuarta pantalla” crece en influencia, borrando las fronteras que deben separar lo público de lo privado, lo laboral de lo personal.
El doctor Roberto Igarza sostiene que entre los factores que favorecen el encuentro de la telefonía móvil con nuevas formas de consumo de contenidos se destaca la distribución de los tiempos de ocio, sobre todo de las personas que habitan las grandes ciudades. Los desplazamientos son más asiduos. La vida laboral y extra laboral se colmó de pequeños espacios que escapan a la comunicación interpersonal oral y escrita perteneciente a la anterior etapa de la telefonía móvil.
Esa micropausa puede ser utilizada para ver un video, consultar un blog o recibir noticias de actualidad, relacionadas con el deporte, médicas, espectáculo o cualquier especialidad. Los nuevos medios y dispositivos móviles vienen a jugar un rol protagónico en la vida de las personas. Sólo hacen falta contenidos adecuados que no por ser breves carezcan de calidad o estén condenados a ser efímeros.
La gente participa con el fin de alcanzar un sentido de pertenencia al grupo, desarrollar nuevas habilidades y oportunidades para relacionarse o simplemente por amor propio. Es necesario ser muy cautelosos con las imágenes que no tienen confirmada su procedencia. Ya hemos visto conmovedoras secuencias que muestran secuestrados implorando clemencia o dramáticas imágenes de ejecuciones que nunca existieron.
La tecnología digital determinó que los periodistas asuman hoy tareas que antes estaban separadas: redacción, grabación, fotografía, edición, gráfica, diseño y publicación en la web. Los medios impresos, audiovisuales y digitales de un mismo grupo han desarrollado sinergias que permiten aprovechar recursos comunes, coordinar estrategias editoriales y promocionarse activamente entre sí. El periodista multimedia ha sido la respuesta del sistema ante el impacto de Internet en el modelo tradicional de comunicación.
Quizás el mayor reto sea lograr que las distintas culturas de prensa, radio, televisión e Internet sean capaces de trabajar de modo unificado, cuando hasta ahora se mantienen estilos, rutinas y valores periodísticos muy distintos y en algunos casos hasta opuestos.
El planteamiento que subyace en la convergencia multimedia no es sólo tecnológico o generacional, sino profesional. En síntesis, lo que hace que se haga mejor o peor periodismo depende de la actitud del periodista, no de la tecnología de la que se disponga. Es necesario atender los distintos cambios que se están produciendo y ver cómo los periodistas nos vamos adecuando a las distintas transformaciones que se producirán, tanto a nivel tecnológico como en las normas que deben regir la actividad.
Los trabajadores de la comunicación tienen un rol central en la puesta en marcha de estrategias que permitan superar el carácter fragmentario y disperso de distintas acciones instrumentadas por organizaciones populares. Los comunicadores deben contribuir a que se identifique a las demás organizaciones como parte de un mismo campo popular, identificando las historias de lucha compartida.
Es necesario generar espacios de encuentro, intercambio, reflexión e investigación que permitan poner en marcha potenciales acciones conjuntas entre las distintas organizaciones. La realidad latinoamericana brinda un panorama impensado décadas atrás. Los gobiernos surgidos en los últimos años han logrado avances en la lucha por equilibrar la relación entre poder y política, entre corporaciones y Estado, que se había disparado en los años 90. Los movimientos y las organizaciones sociales hoy se encuentran frente a múltiples desafíos que generan esta modificación en el escenario político de la región.
- Ernesto Martinchuk es periodista, docente, investigador y documentalista
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