martes, 29 de enero de 2019

EL PETRÓLEO, OTRA VEZ LO QUE MUEVE EL GOLPE EN VENEZUELA

http://misionverdad.com/La-Guerra-en-Venezuela/fondos-buitre-confian-en-la-casa-blanca-para-tomar-los-activos-de-citgo
La misión de Juan Guaidó como "presidente interino de Venezuela" bajo el supuesto de restablecer el orden democrático y combatir la crisis humanitaria, no tarda mucho en exteriorizar las verdaderas razones por las que se encauzan los implicados internacionales. Y en relación a la industria petrolera, se nota con premeditación.
Según una nota publicada por la calificadora de riesgo S&P Global Platts, entre los planes inmediatos del recién proclamado "gobierno de transición" aparece la renovación de la junta directiva de Citgo Petroleum Corporation, filial de PDVSA con capacidad operativa de 750 mil barriles diarios, equivalentes al 4% del total refinado en Estados Unidos. 
Esto viene en consonancia con la intención de usar los recursos bloqueados internacionalmente a Venezuela bajo interesadas acusaciones de corrupción, según una ley presentada en la Asamblea Nacional en desacato.
En ese mismo sentido,  el director del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, afirmó que su país cree que los fondos y activos bloqueados a Venezuela deberían "ser administrados por Juan Guaidó por el presidente interino del país". 
Además de esto, añade S&P Global Platts, que Guaidó prevé la creación de "una nueva ley nacional de hidrocarburos que establezca términos fiscales y contractuales flexibles para proyectos adaptados a los precios del petróleo y al ciclo de inversión petrolera".
En esta línea, según fuentes cercanas a Guaidó, el "gobierno paralelo" proyecta crear una nueva agencia de hidrocarburos "para ofrecer rondas de licitación de proyectos de gas natural y crudo convencional, pesado y extrapesado" en función de generar acuerdos ventajosos para transnacionales energéticas estadounidenses.
Así se ve la sustancia de fondo del "gobierno paralelo" (o de transición) de Guaidó; netamente enfocado en boicotear las finanzas del Estado venezolano para establecer un nuevo régimen de explotación petrolera, que otorgue el crudo venezolano a las corporaciones estadounidenses que hoy compiten por él.  
Basta como ejemplo citar el caso de ExxonMobil, expulsada durante el gobierno de Hugo Chávez por no aceptar el nuevo régimen de explotación hidrocarburífera reconocido en la Constitución bolivariana.  Una vez expulsada, esta corporación presionó a Guyana para explotar los recursos energéticos ubicados en el Esequibo venezolano, hoy en disputa con Guyana.
De prosperar esta intención, y poder extraer estos recursos, ExxonMobil se convertiría en uno de los principales exportadores de petróleo en América Latina, según analistas de Wood Mackenzi. Así es el tamaño de sus intereses en Venezuela, como se vio en los últimos días cuando hizo que Washington presionara al Grupo de Lima para que incluyera un rechazo a la detención por parte de la Armada Nacional Bolivariana de un buque de la corporación en aguas venezolanas.
Eso guarda estrecha relación con que Estados Unidos tiene como objetivo poder regular, hacia abajo o hacia arriba, el mercado de energía global, de acuerdo a la estrategia 2018-2022 de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Departamento de Estado. Eso se traduce en políticas de intervención que alteran principalmente los mercados petroleros, sometiendo a los actores que participan allí mediante medidas de presión selectivas como sanciones energéticas, agresiones financieras de diversas índole, e intentos de cambio de régimen como el que hoy registra Venezuela. 
El fin es sostener a los Estados Unidos en una posición privilegiada dentro de la economía global, permitiéndole regular el mercado energético en función de golpear las economías de las potencias rivales: China y Rusia.
Venezuela, aliado fundamental de estos países, ha configurado una política energética basada en la cooperación mixta, con el predominio de la estatal PDVSA en los convenios de extracción de recursos petroleros por encima de las empresas privadas y estatales foráneas, manteniendo un control soberano del territorio y sus fuentes de energía.
Por eso, habla bastante por sí mismo que entre las primeras medidas de Guaidó, en su intento de usurpar funciones presidenciales, sea vender a futuro los recursos petroleros de Venezuela a las mismas corporaciones que, sin injerencias, no quieren negociar en igualdad de condiciones con el Estado venezolano. 


viernes, 18 de enero de 2019

Francia: El decálogo de los chalecos amarillos


  
Un sábado más de movilizaciones en Francia de los indignados por las reformas económicas del presidente Emmanuel Macron y en particular contra el aumento de los impuestos sobre el carburante. Un movimiento espontáneo surgido en las redes sociales, sin relación aparente con partidos o sindicatos y con el objetivo último de destituir al actual gobierno. Otras interpretaciones apuntan a la conspiración, similar a la revolución naranja sucedida en Ucrania y vinculada al fascismo, dirigida contra Macron por sus recientes declaraciones a favor de la creación de un ejército europeo que recupere su soberanía territorial frente a los EEUU, una iniciativa que no habría gustado al sector más antieuropeísta representado por la Agrupación Nacional de extrema derecha liderada por Marine Le Pen. Incluso algunos medios afirman que las protestas son la punta del iceberg de la rebelión contra la transición energética en el seno de una UE empeñada en limitar el uso de hidrocarburos para su desarrollo económico. En cualquier caso, son múltiples los motivos de las reivindicaciones sociales y políticas en el discurso de los ‘chalecos amarillos’.

El aumento del impuesto ecológico sobre la gasolina y el gasoil anunciado por el primer ministro, Édouard Philippe, ha sido finalmente aplazado, también se han reducido las condiciones para superar el control técnico de vehículos que de lo contrario hubiera supuesto tener que comprar uno nuevo híbrido o eléctrico. Un auténtico problema para la población que habita en ciudades periféricas, alejadas de París, donde el coche es imprescindible para desplazarse. En Francia dos terceras partes de la población trabaja fuera de la localidad donde reside, tras la desindustrialización de las ciudades, el proceso de gentrificación ha ido alejando progresivamente a los trabajadores de los centros urbanos afectando a su movilidad. También los inmigrantes, desde los barrios periféricos de París y de otras grandes urbes galas donde habitan, sufren los inconvenientes de las largas distancias que dificultan el normal acceso a los distintos bienes y servicios. Fue en las regiones desindustrializadas del Reino Unido, como consecuencia del proceso de globalización, donde se gestó la victoria del Brexit, que ahora es erigido como bandera por los antieuropeístas del continente.

Los ‘chalecos amarillos’ tuvieron su precedente en el movimiento Nuit Debout que se celebró en la capital francesa durante el 2016 contra la Ley del Trabajo, unas movilizaciones con el objetivo de converger en la lucha con otras plataformas sociales de izquierda. Las actuales protestas han exigido desde el primer día la dimisión del presidente, esta premisa política está dando alas a la líder de la oposición, la ultra Marine Le Pen, en su campaña para las próximas elecciones europeas de mayo. El apoyo de la población a los manifestantes es alta, especialmente entre los votantes de la Francia Insumisa del izquierdista Mélenchon y del ultraderechista Reagrupamiento Nacional, ambas formaciones son euroescépticas, la primera defiende el euroescepticismo suave con preferencia por la soberanía nacional frente a la mundialización de la economía neoliberal y el segundo un euroescepticismo radical próximo a las nuevas doctrinas anglosajonas lideradas por Trump en su empeño por un mundo unipolar.

Marine Le Pen asegura defender las reivindicaciones de la calle, la seguridad contra el terrorismo y querer hacer de Francia un país independiente y sostenible recurriendo a un discurso populista alejado de los argumentos de clase. Los partidos ‘atrapalotodo’ aparecieron en la posguerra transformando la formación ideológica en un simple órgano de gestión dedicado a campañas de marketing centradas en captar el voto de los electores indecisos en aquellas circunscripciones más fluctuantes. Las consecuencias de esta falta de compromiso político se pueden comprobar en el explosivo cóctel en que se ha convertido el Estado italiano, una coalición entre los euroescépticos del Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte, formación de extrema derecha.

En la Unión Europea a pesar del “cordón sanitario” acordado por los principales países para excluir a las formaciones ultras están gobernando o cogobernando en Austria, Bélgica, Italia, Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Letonia y Polonia. En un reciente manifiesto firmado por los exdirigentes de Izquierda Unida, Cayo Lara y Gaspar Llamazares, se reprocha a la actual dirección del partido que la izquierda no “ha sido capaz de superar nítidamente la lógica neoliberal”. El documento pone el foco en la necesidad de cerrar filas y enfrentar esta nueva amenaza desde la unidad. Advierten de los últimos procesos electorales en Europa y América donde “lamentablemente, la agitación, la frustración y el miedo han derivado más fácilmente hacia las propuestas corporativas, autoritarias y xenófobas de la extrema derecha que hacia las propuestas solidarias y progresistas de la izquierda”.