domingo, 2 de enero de 2011

La nueva juventud maravillosa

Mariano Canal y Martín Rodríguez - http://sur.elargentino.com/notas/la-nueva-juventud-maravillosa

Los jóvenes reaparecieron en el panorama político y social argentino con una potencia que no se veía desde hace años.Este informe bucea entre ellos y con ellos para saber qué sueñan, discuten, admiran y deploran.

Los festejos del Bicentenario marcaron el clima de la primera mitad del año. La segunda mitad fue impresa con otra imagen: la de multitudes en las calles, esta vez no para celebrar, sino para llorar, dar testimonio y despedir a Néstor Kirchner, para preguntar por los asesinos de Mariano Ferreyra o para ocupar “espacios públicos” en medio de luchas sociales abiertas. Una gran parte de los manifestantes –esto se repitió mucho–, eran jóvenes. Tanto el crimen de un joven militante de izquierda como la muerte del líder justicialista de 60 años mostraron en el centro de sus ceremonias a un núcleo de jóvenes activos que contribuyen a esa idea de que la política volvía a conmover una generación. ¿Es así? ¿Es tan así? ¿Estamos frente a un signo de época que cierra definitivamente los lugares comunes sobre la apatí y el desinterés de los sub 25 por las cuestiones públicas?

Partamos del principio: existió una sensación generalizada de que las celebraciones del Bicentenario marcaron un quiebre con el clima dominado por la idea de crispación que se construyó con la 125 en la calle. Aparatos versus espontáneos. Piquetes versus cacerolas. Campo versus ciudad. La realidad fue más compleja y gris, como siempre, pero muchos vieron en la feria del Bicentenario, en La Salada (como la describió con saña Beatriz Sarlo) un desenlace, una imagen compacta de comunidad y participación ciudadana articulada por la mano visible del Estado que borraba –incluso– la línealaclausiana con que el kirchnerismo militante se regodeó siempre.

¿Nueva iconografía? Miradas al Sur planteó preguntas: ¿es posible conocer algo acerca de una iconografía juvenil? ¿Quiénes son los referentes y los bronces de los jóvenes argentinos de entre 14 y 18 años? ¿Qué personajes pasados y actuales interpelan la imaginación de los chicos nacidos en plena democracia? La cuestión era saber si el resultado contrastaba con el orden de la memoria pública que se desplegó en el desfile del Bicentenario. Y, para ello, se puso en práctica un ejercicio ilegal de sociología con el primer instrumento disponible en la mochila: un puñado de encuestas repartidas en escuelas del Conurbano bonaerense. Es decir, no buceando en los imaginarios previsibles de las juventudes políticas o el campo de la militancia, que tienen un flujo alicaído por momentos pero de símbolos constantes. Por eso, quedaron fuera de las encuestas las escuelas del centro porteño. Se buscó aproximarse lo más posible y en breve tiempo a las respuestas que los pibes de las secundarias del Conurbano dan cuando se les pregunta por la política, por el presente del país, por sus ideas sobre el futuro a mediano plazo, por sus referentes actuales, por los íconos de la historia argentina que surgen espontáneamente de su imaginación.

El lugar de la política. Para estos chicos de entre 14 y 18 años, provenientes de barrios de zona sur y zona oeste del Gran Buenos Aires, de clase media baja o baja (el 57 por ciento de ellos declaró haber trabajado o ayudado a algún familiar en su trabajo durante el último año) la política ocupa un lugar importante, pero está lejos de ser el principal motor de sus vidas: un 30 por ciento contestó estar muy o bastante interesado en la política. Un poco más que quienes dijeron que les interesaba muy poco o nada: 25 por ciento. ¿Es mucho, es poco? ¿Ese 30 por ciento que se dice interesado encarna un cambio de época en el relacionamiento juvenil con la política? Difícil saberlo mirando sólo la foto del momento actual. Tal vez otras preguntas ayuden a formar un cuadro de situación más matizado y amplio. 

Un 16 por ciento afirmó que participaba de espacios que realizaban tareas comunitarias y solidarias (iglesias, organizaciones sociales, instituciones vecinales). Pero el dato más notable es que casi un 70 por ciento de los chicos consultados respondió que, aunque no lo hacen, les gustaría participar de actividades sociales y comunitarias. A primera vista, entre estos dos porcentajes (el interés por la políticaentendida como espacio ligado a los partidos y el deseo por involucrarse en tareas colectivas pero más distantes de lo que habitualmente se entiendo por militancia política) se podría pensar una de las entradas posibles a ese campo fértil que es la participación de los chicos del Bicentenario en los asuntos públicos.

Miradas sobre el presente y el futuro. El listado de temas que más preocupan a los chicos está en línea con las demandas sociales compartidas con el grueso de la población, especialmente aquella que habita ese inmenso y complejo territorio que es el Conurbano bonaerense. La situación social y económica (la falta de puestos de trabajo, un 13 por ciento; y la pobreza, un 28 por ciento) y la inseguridad (un 33 por ciento), son los principales problemas sociales para los pibes encuestados. Una agenda de lo que falta todavía, claro, de aquellas problemáticas que configuran el núcleo duro de carencias de un país que aún arrastra las marcas de la crisis social que atravesó, justamente, cuando estos mismos jóvenes eran niños.

La evaluación que hacen de la situación actual del país, a pesar de los temas señalados antes, está muy lejos del relato apocalíptico difundido por la mayoría de los medios de comunicación, aunque tampoco se encuadra en el conformismo acrítico que muchas veces actúa como espejo de la visión propalada por la oposición y los grandes medios. Un 36 por ciento considera que la situación del país es “muy buena” o “buena”, mientras que un 46 por ciento la califica como “regular”.

Es ésta una mirada sobre el presente que no impide que haya mayor optimismo sobre el futuro a mediano plazo del país, cuando estos chicos sean adultos insertados plenamente en el mercado de trabajo y cuenten con sus propias familias y mayores responsabilidades: casi dos tercios (un 64 por ciento) cree que dentro de diez años el país estará en mejores condiciones que ahora, mientras que el escepticismo sobre el futuro sólo comprende a un 10 por ciento de los chicos encuestados, que visualizan un peor escenario en el horizonte. 

¿Esto marca un quiebre con respecto a ese lugar común que equipara juventud con descreimiento? Es, por lo menos, auspicioso que el futuro no sea visto como amenaza, condena o resignación. Es también un indicio de que la mirada joven sobre lo que viene invita más a la esperanza que al quietismo.

Los docentes son por lejos (para el 81 por ciento de los chicos) el sector social más valorado. Le siguen los políticos (26 por ciento) y los periodistas (15 por ciento). Estos últimos, lejos de la alta consideración pública que recibían en un pasado no tan lejano. Sin embargo, cuando los jóvenes tienen que mencionar los sectores más negativos socialmente, el primer lugar está ocupado por los políticos: un 45 por ciento los identifica como un sector poco valorable de la sociedad. No es una contradicción, es una manifestación de que dentro de este universo juvenil la importancia y la valoración de la política está lejos de ser homogénea. Otros sectores que aparecen fuertemente cuestionados son los representantes eclesiásticos y los empresarios. Los sindicalistas, a pesar de lo que se podría pensar a priori, no registran niveles altos de desaprobación, aunque tampoco de valoración positiva. Más previsiblemente, la policía muestra una imagen negativa (21,7 por ciento) más alta que la positiva (9 por ciento).

La Presidenta habla en cadena y celebra la presencia de las Madres, Abuelas y demás figuras de la memoria militante en el acto –sea cual fuere– donde toma la palabra. Eso cuaja un discurso de poder que resignifica positivamente el campo de la memoria en la política (y una idea de memoria vinculada de modo directo y casi exclusivo con los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura militar). A esa memoria, ordenada en el campo cultural de la izquierda social, el kirchnerismo la transformó en un discurso no sólo político, sino de Estado. En realidad, ya era un discurso político, pero que ocupaba en el campo político clásico un lugar lateral. El fundido entre Memoria y Estado es un producto sólido, complejo y controversial de esta década. Y tiene coherencia con la fuerza con que los Derechos Humanos pisaron la década del ’90 (en el medio de la década democrática de mayor negación discursiva desde el Estado).

La puesta en un lugar central de la agenda estatal de los Derechos Humanos y la búsqueda de justicia para con los crímenes cometidos por la última dictadura militar concita un apoyo casi unánime por parte de los adolescentes: el 90 por ciento de ellos considera positiva la reapertura de los juicios a los represores y la vuelta al escenario público de estos temas. Ésta es, sin dudas, una de las conquistas sociales y culturales más sólidas que ha logrado la actual (y la anterior) administración. Un tema donde las heterogeneidades propias de este grupo social parecen encontrar un punto de unión, un consenso básico sobre el modo en que deben tramitarse las injusticias del pasado y la construcción del futuro.

Personajes de ayer y hoy. En el mismo sentido, el del pasado reciente del país, cuando les preguntamos a los jóvenes qué hechos consideran más relevantes en las últimas décadas, la instalación de la dictadura militar en 1976 y el posterior retorno de la democracia en 1983 aparecen como los dos hitos más mencionados: con un 40 y un 24 por ciento de las menciones, respectivamente. Sin dudas, en estos niveles de respuestas hay mucho de la tarea que desde las escuelas se viene haciendo para incorporar estas marcas históricas a la enseñanza. Pero, también, es la señal de un consenso social sobre las tragedias argentinas que se fue construyendo estos últimos siete años.

La crisis de 2001, también aparece mencionada en una proporción significativa, por casi un 18 por ciento de los chicos, siendo el evento más reciente que concita ese nivel de respuestas. Una clara referencia en la biografía de estos jóvenes que presenciaron el colapso social y económico de la Argentina cuando eran niños. 

Comprendida dentro de la dictadura, pero diferenciada como hecho singular, la guerra de Malvinas es otro de los hitos de la historia reciente que los adolescentes mencionan como cruciales. Dictadura, Malvinas, retorno de la democracia, crisis de 2001: las estaciones dramáticas de la historia argentina reciente. Hitos y procesos sociales que no sólo cambiaron el curso del país, sino que también marcaron las memorias y las subjetividades de estos nuevos ciudadanos.

La muerte de Néstor Kirchner, el hecho político y emotivo que cerró el arco de este 2010 intenso, también aparece mencionado por muchos de los chicos encuestados. Fue el momento donde miles salieron a las calles y los medios se sorprendieron por esa masividad donde los jóvenes aparecían en primer plano. Hay mucho del estilo cultivado por Kirchner que caló hondo en los sectores juveniles: su informalidad, su capacidad para irritar a los sectores conservadores, su discurso que volvió a seducir y convocar a muchos que detestaban la política. Parece difícil negar que la figura del ex presidente conectó a un nivel profundo con los estilos, demandas y deseos de los jóvenes.

Siendo 2010 el año del Bicentenario, la pregunta era, al inicio, cuáles eran los personajes, los referentes e íconos que transitan por la imaginación de estos chicos. Fue un año donde los festejos por los 200 años volvieron a instalar muy visiblemente toda una serie de personalidades históricas y acontecimientos que desde el Estado se juzgaron como centrales en el recorrido del desarrollo del país. Un panteón de héroes, una galería de villanos. El desfile final del 25 de Mayo con el grupo Fuerza Bruta interpretando coreográficamente el despliegue de la historia social argentina (recordemos: la Guerra de Independencia, la inmigración europea, la industrialización en el Peronismo, las Madres de Plaza de Mayo, Malvinas...) o las imágenes proyectadas en tres dimensiones sobre el Cabildo que hilaban todo un relato sobre el devenir nacional fueron las muestras visuales más contundentes de esta relectura de la historia que se fue asentando en los últimos años.

¿Cuántos de esos personajes reaparecen cuando a los pibes se les pide que espontáneamente mencionen aquellos que consideran más importantes o representativos? En primer término salen a nuestro encuentro los grandes nombres del canon nacional: San Martín y Belgrano. Estos dos próceres de la Independencia están entre los más nombrados: San Martín es mencionado por casi la mitad de los chicos como uno de los personajes más relevantes, y el creador de la Bandera aparece nombrado por casi el 20 por ciento de los adolescentes. Pero por encima de este último, las figuras fundadoras del peronismo, Juan Domingo Perón y Eva Perón, son las que se ubican inmediatamente después de San Martín. Una muestra de la persistencia, incluso en chicos que en su mayoría no superan la mayoría de edad, de ese fenómeno único de la Argentina que es el peronismo. Muchas hipótesis disparan estas presencias, muchas lecturas acerca del lugar que el peronismo continúa ocupando en la sociedad, acerca de su potencialidad y su capacidad, aún hoy, para formar parte de la subjetividad argentina. Más atrás en el número de menciones aparecen otras figuras del siglo XIX (Sarmiento, Mariano Moreno) y del siglo XX (el Che Guevara, Raúl Alfonsín, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo).

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