sábado, 6 de julio de 2013

El socialismo comunitario en el proyecto boliviano

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En la revolución no hay recetas. El camino de la emancipación no está preestablecido de antemano. Las grandes transformaciones y las revoluciones verdaderas van enriqueciendo la teoría y su práctica política conforme enfrentan las dificultades y los desafíos que irrumpen a escena, producto de las contradicciones internas y externas.

Eso no significa que una revolución, que es siempre creación heroica como decía Mariátegui, sea una absoluta improvisación. Tanto el sujeto histórico que apuntala un proceso de cambio y obviamente su núcleo de dirección, parten de una visión estratégica aunque sea en trazos gruesos.

En el caso boliviano, como ha señalado el vicepresidente Álvaro García Linera, al recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de La Plata, la sociedad no capitalista que se pretende construir se expresa en el Socialismo Comunitario del Vivir Bien, que es una síntesis del proyecto histórico de la clase obrera y el horizonte emancipatorio de los pueblos y las naciones originarias que habitan este territorio.

El Socialismo Comunitario para el Vivir Bien, ha subrayado el intelectual y segundo al mando del Estado Plurinacional, “recoge la fuerza del movimiento obrero, la lucha mundial de clases contra el capitalismo” y también recoge “nuestra raíz comunitaria indígena”.

Nunca tan oportuna la intervención de García Linera. Bolivia está a más de un año de nuevas elecciones generales y una vigorosa energía social y política se requiere para ingresar a una nueva fase de un proceso revolucionario, que es el más profundo de toda nuestra historia.

Un primer paso es que las organizaciones sociales indígenas y campesinas impulsen un diálogo horizontal con las organizaciones de obreros y trabajadores. El objetivo, construir un nivel de articulación que sea la base material para profundizar la revolución.

Esto implica una articulación entre los proyectos emancipadores de los pueblos y naciones indígenas y el proletariado. Es decir, entre el socialismo y el comunitarismo. Hasta ahora ambos proyectos se miran excluyentes cuando en realidad son complementarios dada las características de la formación social boliviana.

En segundo lugar, si bien todavía hay mucho por recorrer, es evidente que Bolivia puede aportar, desde una experiencia local, a un pensamiento universal y, por tanto, a la lucha emancipadora de otros pueblos del mundo.

Esto implica que Bolivia es un laboratorio revolucionario que le puede aportar mucho a la teoría y la práctica

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