viernes, 15 de octubre de 2010

Neruda y los mineros chilenos

IROEL SANCHEZ/LA PULPILA INSOMNE - http://www.albatv.org/Neruda-y-los-mineros-chilenos.html


El poeta Pablo Neruda, en un discurso en 1947 en el Senado de Chile, denunciaba las condiciones de vida de los mineros de su país y preguntaba indignado: “¿Cómo es posible, Señor Presidente, tolerar que nuestros compatriotas estén entregados a esta explotación ignominiosa?”. A ellos dedicó este poema de su Canto general que compartimos con los lectores de La puila insomne, mientras son rescatados los trabajadores de la mina San José.
El Maestro Huerta (De la mina “La Despreciada”, Antofagasta)*
Cuando vaya usted al Norte, señor, vaya a la mina “La Despreciada”, y pregunte por el maestro Huerta. Desde lejos no verá nada, sino los grises arenales. Luego, verá las estructuras, el andarivel, los desmontes. Las fatigas, los sufrimientos no se ven, están bajo tierra moviéndose, rompiendo seres, o bien descansan, extendidos, transformándose, silenciosos. Era “picano” el maestro Huerta. Medía 1.95 m. Los picanos son los que rompen el terreno hacia el desnivel, cuando la veta se rebaja. 500 metros abajo, con el agua hasta la cintura, el picano pica que pica. No sale del infierno sino cada cuarenta y ocho horas, hasta que las perforadoras en la roca, en la oscuridad, en el barro, dejan la pulpa por donde camina la mina. El maestro Huerta, gran picano, parecía que llenaba el pique con sus espaldas. Entraba cantando como un capitán. Salía agrietado, amarillo, corcovado, reseco, y sus ojos miraban como los de un muerto. Después se arrastró por la mina. Ya no pudo bajar al pique. El antimonio le comió las tripas. Enflaqueció, que daba miedo, pero no podía andar. Las piernas las tenía picadas como por puntas, y como era tan alto, parecía como un fantasma hambriento pidiendo sin pedir, usted sabe. No tenía treinta años cumplidos. Pregunto dónde está enterrado. Nadie se lo podrá decir, porque la arena y el viento derriban y entierran las cruces, más tarde. Es arriba, en “La Despreciada”, donde trabajó el maestro Huerta. *Canto General II: XII

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