viernes, 17 de febrero de 2017

Argentina: Marchas atrás del Gobierno. No son errores, es su política


Los actores políticos, empresariales, sindicales y sociales discuten en estos días sobre la fragilidad política del gobierno de Mauricio Macri. Les llaman “errores no forzados”, “impericia”, “torpes en la gestión”, “fallas en la comunicación”.  Esos enfoques hacen referencia a la marcha atrás del Gobierno anunciada en conferencia de prensa por el propio Presidente sobre la negociación del Correo Argentino en relación a la deuda con el Estado en su concurso de acreedores, y también a la nueva fórmula (ahora derogada) impuesta por resolución administrativa para fijar los aumentos de las jubilaciones en contradicción con la ley de actualización jubilatoria.
Hay que sumar el logro de la lucha de La Bancaria y los trabajadores representados q también derrotaron los intentos del ejecutivo para que las paritarias no pasaran del 18% y la actitud inédita del ejecutivo, a través del Ministro de Trabajo Jorge Triaca, no había homologado el acuerdo logrado por la patronal bancaria y los trabajadores.
Algunos pretenden ver errores inconexos. Analizan las culpas que se echan entre los distintos componentes del ejecutivo. Sin embargo, las medidas que ahora tienen que desandar son parte de una visión ideológica y de un plan de gobierno que, aunque no lo digan, preside los enfoques llevados adelante.
Veamos…
La modificación de la fórmula para fijar las jubilaciones significa según el diario Clarín:
“En consecuencia, esa diferencia de 0,31 puntos equivale a un perjuicio hacia los jubilados y beneficiarios de las Asignaciones Familiares de casi $ 3.000 millones anuales. Estudios de abogados previsionalistas aseguran que la diferencia sería mayor de 0,6 puntos y que por lo tanto el perjuicio contra los beneficiarios del sistema se elevaría a $ 5.200 anuales.”
Queda claro que la medida es parte del ajuste a los sectores populares y los gastos del estado para bajar el déficit fiscal después del vaciamiento de recursos estatales que significaron la baja y quita de retenciones a la soja y otros, a las mineras, el pago a las empresas de servicios públicos por compensación de todo lo que no pudieron aumentar de tarifas, entre otras medidas para transferir recursos y riqueza a los sectores más concentrados y poderosos.
La real política antinflacionaria del gobierno es una recesión planificada y deseada por más que se diga lo contrario. Y achicar la demanda vía achicar el salario real directo e indirecto de los trabajadores y los ingresos de los sectores productivos.
El boicot del gobierno a los acuerdos logrados entre La Bancaria y los Bancos, tenía por objeto poner un límite a la capacidad negociadora de los sindicatos en las paritarias y evitar que los salarios recuperaran poder adquisitivo. Su programa está claro, abaratar la mano de obra argentina sobre la base del achicamiento de los salarios reales y los despidos como presión para que los trabajadores acepten sus salarios a la baja con tal de no perder el trabajo. Es decir, la magnitud del salario la fija para esta concepción macrista el ejército de desocupados.
El triunfo de la Bancaria los pone frente a una situación difícil frente a la paritaria docente. No tanto por el porcentaje que lograron, sino por la posibilidad de torcerle la mano y obligarlos con la lucha a convocar a la paritaria nacional y lograr un aumento que apunte a recuperar parte sustancial de lo perdido.
Por último, el acuerdo por las deudas del Correo Argentino, empresa de la familia Macri, con el Estado, solo puede entenderse si se observa que el núcleo del macrismo responde tanto a las concepciones dogmáticas del neoliberalismo, como a los genes de ese tipo empresario que vivió, se enriqueció y utilizó el Estado y sus recursos para ello. La llamada Patria Contratista de la cual las empresas familiares de Macri han sido parte clave.  Muchos fueron los dirigentes políticos y empresariales que no creyeron la versión oficial sobre que el Presidente no estaba enterado y que fue Aguad que le dijo al “pasar” a Marcos Peña que iban hacia un acuerdo en el tema.  La ingeniería para beneficiar a la empresa macrista estaba concebida para que nadie se diera cuenta. Alberto Fernández señaló al diario La Nación “Esto es una picardía criolla. Dijeron: ‘si pasa, pasa’.
Parecería ser más que una viveza, Macri y sus Ceos vinieron a la política y el Estado en función de su clase, a llevar una política de subordinación al capital financiero y también a vampirizar al Estado, succionar sus recursos en función de sus intereses.
El presidente tuvo que salir a dar la cara con las marchas atrás. Todos en los pasillos de la Casa Rosada saben que es un altísimo costo político, más en un año electoral. Lo cierto es que no alcanzaba con Marcos Peña y Aguad hablando incoherencias y contradiciéndose en público. Lilita Carrió podía decir una sola vez que estaba estudiando la situación del Correo y no salir a denunciar la evidente verdad, pero la opinión pública, los que sufren los efectos de este año transcurrido de políticas de su Gobierno, entendieron claramente lo que estaba ocurriendo.
Un dato interesante que muestra una Argentina que no para de cambiar, pero no en el sentido deseado por el presidente, fue la actitud de algunos periodistas que hablaron de los despidos en la empresa AGR de Clarín y también de los miles sucedidos en distintas áreas.  O el reclamo para hablar de la verdadera inflación para el año y el techo a las paritarias, y de las movilizaciones obreras. Por supuesto que algunas preguntas que se salen del libreto no sacan al Presidente de las respuestas ensayadas con su equipo de comunicación. El relato macrista se basa en la simulación, en creer que la verdad y la realidad no importan, sino que la clave es lo que se dice, que la palabra genera una realidad alterna que lo importante es que la gente se lo crea.
Sin embargo, la vida, lo que ocurre en la cotidianeidad se abre paso, se filtra por más grande que sea la censura, el dominio del discurso único tiene filtraciones.


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