viernes, 6 de agosto de 2010

Argentina: LA INFLACIÓN

Por Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) - http://www.revista2010.com.ar/noticia.php?id=60


Un informe para entender qué significa la inflación en nuestro país, cuáles son sus causas y cuáles deben ser las políticas antiinflacionarias.


En la Argentina cada vez que se menciona la palabra inflación se puede percibir en cada persona un aire de malestar y en algunos casos hasta de pánico. Y no es casual que esto sea así, porque hemos tenido muy malas experiencias anteriores con ella. Los dos casos más emblemáticos son el Rodrigazo de 1975 durante el gobierno de María Estela Martínez (Isabelita) en el cual se produjo una devaluación del 100% de la moneda, que generó una inflación con picos cercanos al 300 % en ese año. Luego, la hiperinflación de 1989 en la época de Alfonsín, que llegó al máximo de 1.923 %.

¿Pero qué es la inflación? La inflación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de todos los bienes y servicios existentes en una economía.

Económicamente hablando, la inflación en sí no es un mal indicador, sino que denota ciertos aspectos positivos siempre y cuando sea moderada y controlada en el tiempo. No podemos dejar de tener en cuenta que todo crecimiento económico genera un atisbo de inflación.  Pero así mismo, no es lo mismo tener una inflación de 7 u 8 % anual que de un 20%. Por eso, es muy importante que en los períodos de expansión económica el Estado promueva políticas antiinflacionaria que permita que no se descontrole la suba de precios.

A su vez, hay que tener en cuenta que, para la economía de un país, es siempre mejor la inflación que la deflación. Podríamos considerar que todas las grandes crisis mundiales se dieron en periodos deflacionarios, es decir, en momentos en los que había una caída generalizada en los precios.

Si profundizáramos aún más, la deflación denota una caída en la demanda y genera que los empresarios no puedan vender y por ende lleve a una crisis en la generación de empleo, logrando así una disminución en los precios conjuntamente con un alza en el nivel de desempleo.

El problema que trae aparejado la deflación es que disminuyen los precios de los productos pero la gente no puede comprar más mercancías debido a que no tienen trabajo. Sin ir más lejos, en el 2001 hacia el final del gobierno de De la Rúa se produjeron signos deflacionarios, que desembocaron luego en la peor crisis de nuestra historia.

Por otro lado, cuando desde el Estado se busca realizar políticas antiinflacionarias y que las mismas produzcan los  resultados deseados, es necesario tener bien en claro las causas que están produciendo la inflación. Ya que es un fenómeno que no tiene sólo una causa sino que se puede darse en varias circunstancias.

Vale aclarar que en la actualidad no existe una única teoría completa y bien constituida sobre la formación de los precios. Esto se debe en parte a que las decisiones sobre la fijación de precios no dependen exclusivamente de variables verificables con la observación, sino además de las conducta de los individuos y de las expectativas o conjeturas que cada uno de estos se haga sobre los demás. Describir sistemáticamente el proceso de fijación de precios, cuando la formación de expectativas tiene inconsistencias que también varían con la inflación, es una tarea reflexiva sumamente dificultosa.


La visión neoliberal de la inflación

El pensamiento neoliberal preponderante durante las décadas del 70’ y 90’ encuentran dos causas centrales a la inflación. La primer causa es el aumento de la demanda y la otra, la suba de salarios. Enfriar la economía y frenar la suba en las remuneraciones de los trabajadores es la política sugerida por estos economistas ortodoxos para detener la inflación. Es decir, que lo que tratan de decirnos es que, para poder observar una reducción en la suba de los precios se tiene que producir al mismo tiempo una disminución del gasto público y un congelamiento de los salarios que permite a su vez contener a la demanda.

Aunque en principio no lo parezca, esta no es una medida eficiente. En otras palabras, el remedio es peor que la enfermedad. La consecuencia sin retorno de estas medidas recomendadas por los economistas neoliberales es el incremento del nivel de pobreza e indigencia. El aumento de la desocupación sumado al congelamiento de las remuneraciones así lo explica.

La política anti-inflacionaria impuesta por el  neoliberalismo, consecuencia de su modo de ver a la inflación no carece de sentido sino que resulta funcional a los intereses a los que responde
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Por un lado, a los intereses de las empresas que destinan la mayor parte de su producción a los sectores de mayor poder adquisitivo, sea en el mercado interno o en el externo, es decir que sus ganancias no provienen de los sectores populares. En el caso de aplicar la medida correspondiente al congelamiento de los salarios les provoca un achatamiento en su nivel de costos, respecto a su nivel de ingresos en un escenario inflacionario, generando de esta manera un incremento en el margen de sus ganancias.

Por otro lado, una disminución de la demanda en el mercado interno hará que los propietarios de las tierras puedan mantener mayores niveles de stocks de mercaderías, es decir mayores saldos exportables, y bien sabido es que con esta operatoria podrán incrementar sus rentas al enviar sus stock productivos al exterior mediante las exportaciones, beneficiándose así del tipo de cambio y los precios internacionales.

El aumento de la desigualdad social será la consecuencia más trascendental de la política antiinflacionaria neoliberal. Dado que el incremento del desempleo, la pobreza y la indigencia golpearán al país a la vez que aumentaran las ganancias de las empresas en los mercados concentrados y la renta de los terratenientes.


Las causas estructurales de la inflación

Las causas centrales de la inflación en la Argentina actual, a contraposición a lo argumentado por los economistas ortodoxos, proviene de una serie de problemas estructurales con impactos en el  largo plazo y en el corto plazo como reflejo del aumento en el nivel general de precios.

Entre los problemas más importantes están:

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El proceso de sojización del campo: por la mayor rentabilidad que hoy en día tiene la soja, ha llevado a que suba notablemente el crecimiento de este cultivo en los últimos años. Esto esta generando la reducción en la explotación de los campos destinados a la producción del trigo, maíz, leche y a la ganadería. A su vez, genera que se produzca menor cantidad de productos que recaen en el consumo interno, es decir, en la mesa de todos los argentinos, para producir soja cuya mayor producción esta destinada a la exportación (95% de la producción). Siguiendo la ley de la oferta y la demanda: a menor oferta de los bienes primarios que se consumen en el mercado interno, mayores precios de los alimentos que conforman la canasta básica de los sectores populares.

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La suba de los precios internacionales sobre los comodities alimenticios: el aumento de la demanda internacional de los últimos años en el sector alimenticio ha generado un gran crecimiento de los  precios internacionales de dichos productos. Este incremento provoca una salida exportadora de dichos productos provocando nuevamente una disminución de la oferta interna y un aumento de los precios en el mercado nacional. De esta manera, se importa la inflación del mercado internacional al mercado nacional.

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Concentración económica: el mercado nacional, al encontrarse fuertemente concentrado, genera que mercados claves y estratégicos sean controlados por un grupo de empresarios con la capacidad de formación de precios.

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Puja distributiva: luego de los aumentos salariales conseguidos por los trabajadores en las paritarias junto a la asignación universal por hijo y los aumentos jubilatorios las grandes empresas aumentan los precios para poder mantener sus márgenes de ganancias y sostener la distribución del ingreso actual. O bien, las empresas realizan ajustes a futuro sobre el nivel estipulado de incrementos salariales en las futuras paritarias buscando anticiparse a la reducción de sus márgenes de beneficios futuros, por el incremento en el costo de la mano de obra.

Estos motivos anteriormente descriptos, nos remiten a la necesidad de focalizar las políticas inflacionarias sobre los siguientes puntos:

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Mayor intervención del Estado en la economía con los fines de desmembrar los oligopolios y monopolios formadores de precios, en defensa de los trabajadores.

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Mantener las retenciones a los productos agropecuarios para desacoplar los precios internos de los internacionales. En efecto, las retenciones permiten que no le sea tan rentable a los exportadores vender al extranjero, por lo tanto permite abastecer al mercado interno y contener de esta  forma la suba de precios.

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Continuar con la política de subsidios para el sector primario respecto a la producción de aquellos alimentos que son los que consumen los argentinos, y  que en la actualidad no son tan rentables como la soja. Específicamente focalizado en los pequeños agricultores, para estimular la competencia y desarticular la concentración económica que posee el sector agroexportador latifundista, dinamizándose así las economías regionales de las provincias. De esta manera, aumentar la rentabilidad de los productos que mas consumen los argentinos para  reducir el proceso de sojización experimentado por el campo argentino en estos últimos años.

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El Estado tiene que mantener y profundizar la política de precios máximos para así no permitir que los incrementos de las remuneraciones sean trasladados automáticamente a precios.

Contemplando estos aspectos, Argentina podrá continuar la senda del crecimiento económico, incrementando la generación de empleo y por sobretodo, conteniendo la inflación, motivo que permitirá defender el salario real de los trabajadores y por consecuencia continuar la política redistributiva que el gobierno nacional impulsa desde sus inicios en el 2003.

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