miércoles, 27 de febrero de 2013
Ecuador en el gran cuadro de la región
lunes, 18 de febrero de 2013
Correa: una victoria ecuatoriana compartida con América Latina
José Fortique - http://alainet.org/active/61684
La victoria holgada de Rafael Correa en Ecuador no generó sorpresas para los gobiernos de izquierda de América Latina pero sí satisfacción por su continuidad en el poder, con una oposición ecuatoriana dividida y vinculada de forma directa con la “vieja política”, el apoyo a Correa fue superior al 51% del
El discurso de la oposición se movió desde el liberalismo económico hasta el populismo de los 90, el segundo más votado fue Guillermo Lasso, quién presentó una agenda de liberalización acompañada de su imagen de banquero exitoso, el ex presidente Lucio Gutiérrez alcanzó la tercera plaza con un discurso abiertamente contra el Socialismo y los proyectos de integración regional, mientras los candidatos restantes incluían a Mauricio Rodas vinculado a una ONG financiada por los EEUU y el candidato “eterno” Álvaro Noboa.
Aunque la oposición ecuatoriana es diversa, hay un sector de izquierda que en los últimos años se ha radicalizado contra el gobierno de Correa, compuesta por la CONAIE y pequeñas agrupaciones de intelectuales y ecologistas. Ecuador ha vivido procesos intensos de movilización popular desde los 90, que en el caso de Mahuad y Gutiérrez llevaron a su caída de la Presidencia de la República. Los efectos del neoliberalismo de Gustavo Noboa condujeron al país a profundos ajustes fiscales que contribuyeron con una brecha social significativa, atacada por Correa con su propuesta Constituyente, pero el tema de base en la polémica interna de los movimientos de izquierda con Correa corresponde al tratamiento que se le da al tema del extractivismo minero que afecta fundamentalmente pueblos indígenas y áreas ecológicas protegidas como la reserva Yasuní.
El pragmatismo de Correa no pasa exclusivamente por temas ambientales, su definición política de la revolución ciudadana le ha permitido canjearse afectos en una base policlasista apoyada con la mejora de los indicadores de desarrollo humano, una baja del desempleo y una mayor captación - distribución de la riqueza por concepto de la renta petrolera. Un conjunto de planes sociales son el arma más importante de su propuesta política, que involucran el subsidio directo a los sectores más empobrecidos y una posición activa en contra el tutelaje de las trasnacionales en el sector energético. El tema de la migración explotado en la campaña electoral, dará interesantes datos para analizar no por el volumen que implican los electores en el exterior, sino por el acierto en la estrategia para manejar los casos de desahucios habitacional en España y que llevaron a la propuesta del programa de retorno para los afectados por la crisis financiera global.
¿Una revolución auténtica?, Correa representa una generación de líderes regionales “out sider” de la política convencional que ingresaron en la etapa de vacío que se generó con la estampida neoliberal, con discursos “nacionalistas” y anti – colonialistas han creado condiciones para nuevos tejidos en las relaciones internacionales, logrando hechos importante como el de re-conectar a Cuba con la Región después de 50 años de bloqueo estadounidense, a lo interno con oposiciones partidistas débiles sustituidas en buena medida por los medios de comunicación masivos.
El discurso de Correa al finalizar la jornada apunta a la irreversibilidad del movimiento que lidera, pero la brújula registra también a la crítica, preguntarse ¿hasta dónde se profundizará esta etapa? de gobiernos de izquierdas que han centrado su capital político en la recuperación de sus recursos naturales, programas sociales contra la pobreza y regionalización “política”. ¿Es posible una nueva racionalidad Estatal? ¿O se desgastarán en una nueva institucionalidad que pierde el movimiento?, el asunto es claro: vencer las elecciones es importante pero sólo es un escollo en la tarea de la transformación del capitalismo, con la victoria de Correa se abre la posibilidad de seguir trabajando en este debate – construcción de una nueva geopolítica que permita a los movimientos sociales latinoamericanos edificar una alternativa al sistema – mundo en colapso.
universo electoral requerido para la aprobación en la primera vuelta.
jueves, 14 de febrero de 2013
Los desafíos de los gobiernos populares
Marco Aurelio García* - http://www.surysur.net/2013/02/los-desafios-de-los-gobiernos-populares/
Parte importante de las izquierdas sudamericanas, especialmente en el Cono Sur, fue duramente afectada por la represión impuesta por las dictaduras de la región en las décadas del ’60, ’70 y parte de los ’80, en Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay. La derrota sufrida por las organizaciones de izquierda en aquel período fue política, organizacional y, en donde recurrieron a la lucha armada, militar.
En algunos países, como Argentina y Chile, la represión asumió dimensiones gigantescas dejando miles de muertos, desaparecidos, presos y exiliados.
En los países donde ese proceso fue acompañado por la aplicación de políticas neoliberales se produjeron cambios importantes que afectaron las bases sociales de los sindicatos, movimientos y partidos identificados históricamente con las clases trabajadoras.
Esos cambios tuvieron un fuerte impacto en el papel que las izquierdas desempeñaron en el período de transición a la democracia en algunos países de la región. Las políticas económicas conservadoras ampliaron la pobreza, debilitaron a la clase trabajadora tradicional y sus organizaciones. Al minimizar el rol del Estado en la economía, el recetario del Consenso de Washington debilitaba las nociones de Estado-Nación y soberanía nacional y, en consecuencia, la propia soberanía popular. El debilitamiento de la democracia económica y social debilitó la democracia política.
En Brasil, los militares, aunque represores, autoritarios y oscurantistas, llevaron adelante políticas de desarrollo económico que expandieron la economía aunque profundizaron las desigualdades. Con eso fueron creadas las bases materiales para el surgimiento de importantes movimientos sociales, para un nuevo sindicalismo y para la creación del Partido de los Trabajadores. Ese marco fue distinto en países con economías basadas en el petróleo y la minería como Venezuela, Ecuador y Perú, al igual que Colombia, por décadas escenario de una importante insurgencia rural.
La hegemonía de las ideas neoliberales en el plano económico durante el período de transición a la democracia proyectó personajes funestos como Carlos Menem en Argentina, Collor de Mello en Brasil, Sánchez de Lozada en Bolivia, figuras centrales de un movimiento del que también formaban parte Salinas de Gortari en México y Vargas Llosa o Fujimori en Perú.
La idea de la integración latinoamericana fue sustituida por el proyecto de creación de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsada por Estados Unidos. Las privatizaciones y la desregulación productiva, financiera y del mundo del trabajo se transformaron en palabras clave del pensamiento único que pasó a configurar una nueva propuesta programática de amplia aceptación en sectores conservadores y, sobre todo, en los medios de comunicación.
Es claro que esa ola conservadora fue estimulada por la crisis de los proyectos nacionales-desarrollistas de América latina y, más allá del colapso del modelo soviético, por la deriva de la socialdemocracia europea y por los nuevos rumbos de la economía y la política de China. Acosadas por la nueva derecha y privadas de los valores clásicos que habían seguido durante décadas en el pasado, las izquierdas vivieron un momento de perplejidad que incluso afectó a aquellos sectores que se habían disociado de una herencia ortodoxa y adoptado una postura crítica.
El renacimiento de las izquierdas en la región ocurrió esencialmente a partir de los movimientos sociales, de sus luchas reivindicativas y embates electorales que comenzaron a ser victorias en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Paraguay, y la evolución del proceso político chileno.
La consecuencia de ese renacimiento a partir de las luchas sociales, sin un proyecto político-ideológico común y consistente previo, fue una comprensible (algunos dirán saludable) heterogeneidad y fragmentación programática. Ese fenómeno refleja las particularidades de las tradiciones culturales y políticas nacionales que las dictaduras y las políticas neoliberales no habían logrado anular.
A pesar de esas diferencias, algunos elementos programáticos estuvieron presentes, con distintos enfoques y perspectivas, en las luchas y movimientos de los distintos países: 1) énfasis en las cuestiones sociales (combate a la pobreza, la exclusión y las desigualdades), 2) democratización del Estado y participación social, 3) defensa de la soberanía nacional e 4) integración sudamericana y latinoamericana capaz de garantizar a la región un lugar en un mundo que vivía (y vive) una intensa y acelerada transformación.
En el gobierno, las izquierdas impulsaron el crecimiento, el combate a la pobreza, la reducción de las desigualdades por medio de políticas económicas y sociales. Estas últimas dejaron de tener un carácter “compensatorio”, como en la agenda conservadora, y pasaron a ser el eje estructurante de la nueva política económica. Con diferencias, ligadas a los antecedentes económicos de cada país y las orientaciones adoptadas, la región logró el equilibrio macroeconómico (reducción de las deudas internas y externas, control de la inflación y el incremento de las reservas internacionales). La articulación de esos factores provocó una expansión significativa de la economía regional, mejoras sensibles en la situación social y explican el nuevo rol que pasó a tener América del Sur en la economía global, especialmente cuando estalló la crisis.
Los gobiernos de izquierda fueron sometidos a constantes procesos electorales y estimularon la creciente participación popular. En la región andina –Venezuela, Bolivia y Ecuador, sobre todo– la inestabilidad política anterior, resultante en parte de la obsolescencia de las instituciones, puso a la orden del día la convocatoria de Asambleas Constituyentes para ampliar el espacio público y la base de sustentación gubernamental. Se refundaron las instituciones. En otros países los cambios se hicieron sin grandes rupturas institucionales. La caída de Fernando Lugo en Paraguay fue, en parte, el resultado de la falta de una movilización popular fuerte y del aislamiento del gobierno en el interior de las instituciones heredades del antiguo régimen.
El éxito de los gobiernos democráticos populares de los últimos años tuvo un efecto desintegrador sobre las oposiciones. En la mayoría de los países las fuerzas tradicionales de derecha entraron en crisis. Incapaces de comprender los nuevos fenómenos políticos y sociales de la región, parte importante de las oposiciones asumió posiciones profundamente conservadoras, cuando no golpistas. Descalificaron las políticas económicas y sociales de las izquierdas, llamándolas “populistas” o instrumentos de “cooptación” de amplios sectores sociales que se estarían dejando comprar por “políticas asistencialistas”. A partir de ahí pasaron a descalificar las elecciones como proceso de constitución de los gobiernos democráticos. El pueblo se transformó en la “masa de maniobra populista”. Las derechas reactivaron sus agendas pro-mercado y desarrollaron una fuerte crítica a las políticas externas, especialmente a los procesos de integración sudamericana.
El papel central de la oposición en la mayoría de los países fue ocupado por los medios de comunicación, que sustituyeron a los partidos conservadores. Los éxitos de las experiencias de gobierno de izquierda y de centroizquierda en América del Sur no pueden ocultar, sin embargo, sus límites cuyo examen crítico es fundamental para la continuidad de esas experiencias y, sobre todo, para su profundización.
Si bien es necesario realizar un análisis detallado de cada una de las trayectorias nacionales de la última década, no hay aquí espacio para realizar ese inventario crítico. Confrontaciones exageradas o conciliaciones innecesarias, voluntarismo o pasividad burocrática, centralismo o basismo son algunas de las tendencias conflictivas que pueden observarse en los discursos y la práctica de los gobiernos progresistas sudamericanos.
Falta un relato coherente de los procesos políticos en curso en nuestros países. En su ausencia, la izquierda corre el riesgo de renunciar a cualquier discurso explicativo de su rica experiencia actual, cayendo en un empirismo peligroso, vacío y, a menudo, ocupado por las críticas de la derecha. Otro riesgo es el de otorgarle a ese relato una retórica de izquierda anticuada o la invocación de supuestas tradiciones históricas que remiten a los pueblos originarios o a las luchas de independencia.
Muchas veces esa “invención de tradiciones”, para retomar una expresión de Eric Hobsbawm, aunque justificable, oculta nuestra incapacidad para comprender y explicar la novedad de la experiencia que estamos desarrollando y los problemas que tenemos enfrente. El riesgo implícito en esa postura es el de estar luchando en batallas de guerras pasadas y, por lo tanto, equivocarnos de enemigos.
Esa advertencia sirve no sólo para tratar nuestras experiencias nacionales sino también para definir el horizonte de nuestros proyectos de integración. Esos procesos de integración son más complejos porque involucran a grupos de países con diferentes afinidades político-ideológicas. Baste recordar que en el marco de Unasur están los gobiernos del ALBA, pero también aquellos del Arco del Pacífico, además de aquellos que no siguen ninguna de estas opciones. La complejidad de esas cuestiones y los problemas de relación de fuerza involucrados muestran la necesidad de construir también un relato de la integración sudamericana.
Es necesario superar los tiempos de las Internacionales. Eso no significa abandonar un esfuerzo teórico político de análisis de las experiencias exitosas de reconstrucción de las izquierdas en esta última década. Es necesario establecer un debate calificado que, reconociendo las particularidades de cada experiencia nacional, sea capaz de establecer un ideario común a ser compartido.
Una de las paradojas de la situación actual de nuestro continente es que la derrota política y electoral del conservadurismo no ha sido acompañada por la derrota de muchas de sus ideas, de sus valores, y, sobre todo, de sus medios de difusión. La construcción de una América del Sur posneoliberal pasa por ese movimiento de reconstrucción de las izquierdas en varios países. La crisis de los paradigmas pasados de las izquierdas y los avances de los últimos años muestran que, contra las ideas dominantes, debemos afirmar las políticas económicas de crecimiento, sustentabilidad económica, social y ambiental. Una política económica que apunte a la construcción de una economía poscapitalista. Una reflexión que contribuya a la democratización radical del Estado, para la ampliación del espacio público y la socialización de la política. Tenemos que construir una democracia política fundada en la más amplia participación de hombres y mujeres en la vida política, en una sociedad plural, respetuosa de la ley, de los derechos humanos, capaz de asegurar la libre organización y expresión. Una sociedad solidaria, laica y de paz que socialice los bienes culturales y las oportunidades, que valore su diversidad étnica.
* Asesor para Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil. Este texto es una reproducción de los pasajes salientes de la exposición “Las izquierdas: la hora de la integración sudamericana”, realizada el 21 de enero de 2013, en el Encuentro con intelectuales sudamericanos “Caminos progresistas para el desarrollo y la integración regional”, organizado por el Instituto Lula de San Pablo.
lunes, 4 de febrero de 2013
Las elecciones en Ecuador y su importancia para América Latina
Por Juan Manuel Karg - http://www.marcha.org.ar/1/index.php/elmundo/102-ecuador/2942-las-elecciones-en-ecuador-y-su-importancia-para-america-latina
martes, 29 de enero de 2013
El estado plurinacional en Bolivia
por: Idón Moisés Chivi Vargas - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=2279
Ciertamente los debates sobre el Estado Plurinacional en Bolivia, son escasos, de hecho casi inexistentes...
¿Qué es el Estado Plurinacional?, vendría a ser la pregunta central de este texto, claro que el espacio de un artículo es insuficiente a la vez que empobrece el análisis. De todos modos es una reflexión inevitable, pues como suele decirse en los pasillos de la academia, un concepto teórico puede argumentar que está en “proceso de construcción”, pero ese pretexto en el nivel político denuncia dos cosas: Pereza intelectual y contubernio con el pasado.
Zavaleta, fue quien -entre sus seguidores-, dio puntadas certeras sobre el Estado señorial; Silvia Rivera nos legó toda una visión política sobre el Estado patriarcal. Sin duda Lora y Sandoval nos dejaron su herencia teórica sobre el Estado clasista. Bascopé nos brindó información sumamente clara sobre el Estado narcotraficante de base oligárquica regional. Mientras que Reynaga nos dejó una enorme masa crítica sobre el Estado racista simbólico a la vez que letrado...
Pero fue Zavaleta quien nos propuso hace tiempo ya, dos formas de análisis: por los “momentos constitutivos” y por “las formas estatales”
Los momentos constitutivos son el resultado de crisis generales, mientras que las formas estatales son el desenvolvimiento del Estado en tanto estructura burocrática en el modelo de regularidad capitalista, es decir mientras que por un lado el análisis se concentra en la crisis como método de conocimiento del momento constitutivo, el estudio de las formas estatales nos hace pensar críticamente los horizontes de las formas estatales resultantes de cada momento constitutivo, y al hablar de horizontes hablamos de su trayectoria hacia adelante, su desenlace posible, dicho en términos políticos, su fracaso o su éxito.
Las formas estatales tienen esa ventaja, nos ayudan a ver estratégicamente lo que acontece tácticamente dentro del modelo de regularidad capitalista en su ruptura hacia el socialismo. Claro que Zavaleta tenia -por experiencia propia- cierto pesimismo con la idea de socialismo en Bolivia, aunque no con las condiciones de una revolución general en Bolivia.
De este modo, aplicando la idea de momentos constitutivos, encontraremos que Bolivia puede periodizarse históricamente en: 1899 con el liberalismo como eje; 1952 el nacionalismo revolucionario y sus formas decadentes dictatoriales; 1986 el neoliberalismo como momento de expoliación general; y el 2006 como momento constitutivo plurinacional.
Por las formas estatales: 1825 la república de los caudillos militares; 1899 la república liberal; 1952 la república estatista; 1971 la república dictatorial; 1986 la república neoliberal y 2006 como la negación política del modelo republicano propiedad del criollaje.
Si vemos con atención estos dos modelos analíticos, podemos encontrar una periodización cuya matriz olvida el “orden colonial estatal”, pues ni los momentos constitutivos, ni las formas estatales pueden explicarse sin explicar primero el “orden colonial estatal”.
Dicho en términos estructuralistas: “Las formas estatales, como los momentos constitutivos, son el conjunto de variables que se mueven alrededor de un núcleo cuya invariante histórica está en el orden colonial estatal”.
La búsqueda de la invariante en el conjunto de variables nos lleva a esa conclusión sobre el Estado en Bolivia.
Zavaleta llegó justo donde nosotros tenemos que partir. Llegó a poner en cuestionamiento el orden señorial, que es la forma -no el fondo-, en que se expresa el Estado Colonial tanto como “momentos constitutivos” como, por “formas estatales”. Todos los demás estudios del Estado en Bolivia, incurren -más o menos-, en ese pecado original del pensamiento marxista.
Pero una cosa es el “señorialismo estatal” y otra el “orden colonial estatal” por ello, el debate sobre “descolonización del Estado desde el mismo Estado” no es una cuestión de prosa para desocupados, sino la esencia misma de un debate sobre el porvenir del Estado tal como aún lo estamos viviendo... así se llame Plurinacional.
Si partimos de estas líneas, podemos señalar que el Estado Plurinacional es la solución dialéctica al problema del “Estado Colonial General”.
Es decir el Estado Plurinacional como momento constitutivo, tiene la misión de liquidar el orden colonial estatal que tiene por dentro (esto es la forma en que se comprende economía, política y sociedad).
Pero a su vez, el Estado como forma estatal, sabe que de no avanzar puede quedar estancado como un eunuco en su matriz liberal capitalista.
Zavaleta, quien es nuestra referencia, nos señalaba que las formas estatales no hacen más que mostrarnos la continuidad atravesada del modo de producción capitalista. Es decir, las formas estatales, tanto como periodización histórica o como modelo de análisis nos permiten saber a ciencia cierta, hacia donde vamos.
Por ello, hablar de Estado Plurinacional pasa por tomar analíticamente, los resultados cuantitativos y convertirlos en materia de construcción cualitativa.
En ese orden de análisis, todo nos permite señalar, que el Estado Plurinacional en Bolivia, es un camino sin retorno hacia el Socialismo Comunitario.
Por ello el Estado Plurinacional se nutre de la descolonización como eje dinamizador de su política de transformación estatal y societal, pues frente al “Estado Colonial General” tenemos a la Descolonización como política pública hacia dentro y hacia fuera del Estado.
Los índices generosos en materia de derechos sociales, construcción de sociedad y crecimiento económico en armonía con la Madre Tierra, son elocuentes en la Bolivia del siglo XXI
La victoria de la derecha en Beni, es un hueco de avestruz para delirantes de un mito, el del eterno retorno...
Estamos por el camino correcto hacia la Victoria Final.
jueves, 24 de enero de 2013
A las puertas de la mitología
por William Ospina - http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=7290
Alguna vez le pregunté a García Márquez si no había sido muy difícil ese momento en que buena parte de la intelectualidad latinoamericana rompió con la Revolución cubana, y solo él y unos pocos siguieron siendo sus amigos. Gabo no respondió con una teoría sino con algo más visceral: “Para mí ―dijo―, lo de Cuba fue siempre una cuestión Caribe”. A mi parecer, ello quería decir que no se trataba de marxismo o teorías revolucionarias sino de la lucha de un pueblo por su soberanía y su cultura frente al asedio de unos poderes invasores.
Los gobiernos de Estados Unidos, que compraron la Florida y se robaron a México, que se apoderaron de Puerto Rico y separaron a Panamá, se habrían anexionado con gusto la hermosa isla de Cuba si esta no hubiera sido siempre tan irreductible en su rebeldía y tan firme en su resistencia.
Ya en Martí estaba todo lo que haría de Cuba un país tan celoso de su independencia. García Márquez, que conoce las felonías del “buen vecino” porque desde niño supo de la masacre de las bananeras en la plaza de Ciénaga, comprendió que era vital mantener a raya el afán hegemonista de aquel país que respeta tanto la ley dentro de sus fronteras y la ignora tanto fuera de ellas.
La de América Latina ha sido la historia de esa saludable tensión ante los poderes del norte. Hace poco visité en el norte de México, en Ciudad Juárez, el Museo de la Revolución. Nada me impresionó tanto, más incluso que el cráneo de vaca sobre una mesa bajo la fogosa luz del desierto, que una fotografía donde la sociedad de El Paso, Texas, caballeros con sombrero de copa y damas floridas con trajes ensanchados por miriñaques, presenciaba desde la orilla del río Grande, como en picnic, la lucha al otro lado de la frontera, donde hombres de grandes sombreros y dobles pistolas se alzaban contra la dictadura. La viva imagen de una sociedad del bienestar que se entretiene con el espectáculo de tragedias ajenas, esperando el momento de entrar en acción para beneficiarse de los resultados.
La mejor manera de admirar, de respetar y honrar a los Estados Unidos, es temerles, y no llamarse a engaños sobre ellos. Para ellos somos otro mundo: materias primas, selva elemental, inmigrantes, gobiernos que se sometan y firmen sin demasiadas condiciones los contratos. Y aquí nadie los ama tanto como los que se benefician de esos contratos.
Muchos medios del continente han hecho un gran esfuerzo por convertir a los contradictores de Estados Unidos en los grandes equivocados. Lo han intentado con Cuba y más recientemente con Venezuela, hasta el punto de que sus elecciones victoriosas son elecciones siempre sospechosas. No importa que en Colombia compren votos o arreen electorados bajo promesas o amenazas: esta democracia nunca está bajo sospecha. No importa que los paramilitares produzcan en diez años doscientos mil muertos en masacres bajo todas las formas de atrocidad: la democracia colombiana sigue siendo ejemplar, porque los poderes de la plutocracia siguen al mando. Pero si alguien es enemigo, no de los Estados Unidos sino de los abusos del imperialismo, eso lo hace reo de indignidad.
Uno de esos grandes enemigos del imperialismo es Hugo Chávez. Por ello, aunque nadie pueda atribuirle crímenes como los que manchan las manos de tantos poderes en el mundo, para muchos opinadores y medios es un dictador y un tirano. Yo creo que ha sido un gran hombre, que ha amado a su pueblo, y que ha intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente escandalosamente injusto. Para ello ha sido duro con los dueños tradicionales del país y eso no se lo perdonan. Ya se lo perdonarán: cuando adviertan que todo lo que se haga a favor de los pueblos siempre postergados, tarde o temprano fructifica en sociedades más reconciliadas consigo mismas.
Un amigo me decía hace poco que un hombre que se hace reelegir tres veces es enemigo de la libertad. No comparto esa idea restringida de la democracia. La reina Isabel de Inglaterra, que no fue elegida por nadie, lleva sesenta años, es decir, para nosotros, toda la historia universal, como soberana de su tierra, y no veo a nadie protestando contra ese abuso. En Colombia llevamos doscientos años reeligiendo al mismo tipo con caras distintas pero con exactamente la misma política. El único un poco distinto era Álvaro Uribe, solo porque era un poco peor. Pero el problema no son los hombres sino las ideas que gobiernan, y a Colombia la gobiernan las mismas ideas desde las lunas del siglo XIX, y la consecuencia catastrófica se ve por todas partes.
Si fuera necesario convocar a nuevas elecciones, lo más probable es que las mayorías chavistas sean más grandes aún que en las elecciones pasadas, que ya se celebraron sin su presencia.
Y tal vez nos será dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología, a la novelesca mitología latinoamericana, de la que forman parte por igual María Lionza y José Gregorio Hernández, Rubén Darío y José Martí, Carlos Gardel y Eva Perón, Martín Fierro y Jorge Eliécer Gaitán, Simón Bolívar y Túpac Amaru, Frida Kahlo y Pablo Neruda, Eloy Alfaro y Salvador Allende, el Che Guevara y Emiliano Zapata, Vargas Vila y Jorge Luis Borges, Benito Juárez y Morazán, Pedro Páramo y Aureliano Buendía.
Una mitología de la que hoy tal vez solo tenemos vivos a Fidel Castro y a Gabriel García Márquez.
sábado, 19 de enero de 2013
Vietnam, una cita con la historia
Por Eduardo Anguita (eanguita@miradasalsur.com) - http://sur.infonews.com/notas/vietnam-una-cita-con-la-historia
La llegada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a Hanoi, la capital de Vietnam, como última escala de una gira internacional, coincide con los 40 años de uno de los triunfos más resonantes en el campo diplomático de la República Socialista de Vietnam. En efecto, el 27 de enero próximo, los vietnamitas recordarán la firma del cese el fuego en ese país en lo que el mundo conoció entonces como la Conferencia de París, que reunió a representantes de Estados Unidos, del gobierno títere de Vietnam del Sur encabezado por el dictador Nguyen Van Thieu, con sede en Raigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh), del Frente de Liberación de Vietnam del Sur y de las autoridades del gobierno de la República Democrática de Vietnam, cuya capital era Hanoi.
Lo de histórico no se debe sólo a la gran habilidad de las relaciones internacionales de los comunistas vietnamitas, que habían sido liderados por Ho Chi Minh hasta su muerte, ocurrida el 2 de septiembre de 1969. En ese entonces, el Tío Ho –como llaman los vietnamitas a su máximo líder nacional– había elegido Francia como lugar para tratar de poner fin a la ocupación norteamericana por un sinnúmero de razones. Una de ellas era que los franceses habían ocupado aquella región como territorio colonial hasta que en 1954, en la decisiva batalla de Dien Bien Phu, sufrieron una derrota de proporciones que terminó con casi un siglo de dominación. Pero, además, el mismo Ho, en su juventud, había vivido y había sido partícipe de la lucha de los comunistas de las colonias junto a los comunistas franceses. Y aquella red de solidaridad internacional siguió viva hasta que se iniciaron las conversaciones de paz. Otro elemento a no olvidar es que Francia vivía el sacudón de las luchas obreras y estudiantiles de mayo de 1969, que habían dejado al presidente Charles de Gaulle en una situación muy distinta a la de ser el líder de la lucha contra la ocupación nazi en su país.
Para el gobierno de Richard Nixon no era fácil, hacia fines de 1972, reconocer ante el mundo que la primera potencia militar estaba tan empantanada en Vietnam, desde el punto de vista militar, como lo habían estado los colonialistas franceses. Con un agravante: Nixon no se cansaba, desde 1968, de decir que daría una paliza a los comunistas en el sudeste asiático. Y pese al medio millón de hombres enviados allá, pese a la participación de 13 naciones que sumaban efectivos militares y apoyo político a esa aventura, pese a que Vietnam era un país pequeño y pobre, Nixon vivió sucesivos fracasos. Y otro no menor: las manifestaciones por la paz al interior de los Estados Unidos amenazaban con quebrarle la retaguardia que todo imperio necesita para disciplinar y aniquilar a otros pueblos. La sociedad norteamericana empezaba a despertar respecto de la realidad de la invasión: los cálculos de muertos producto de los bombardeos indiscriminados y de las acciones de guerra de exterminio en poblaciones rurales y de las ciudades dejaba a Vietnam con un saldo que los cálculos hacían oscilar entre uno y tres millones de personas. La variación, en una nación que por entonces debía tener –entre norte y sur– unos sesenta millones, tiene que ver con la eliminación sistemática de poblados rurales con napalm y otro tipo de desfoliantes y bombas químicas que quemaban sembradíos, zonas forestadas, selvas milenarias, animales y seres humanos. Todo de forma indiscriminada. Las denuncias sobre el llamado agente naranja, producido por la multinacional Monsanto, no era sólo de los panteras negras o los estudiantes de izquierda, sino de los mismos militares norteamericanos llevados de regreso al país por haber sobrevivido a los efectos de ese potente agente químico. Lo que la prensa norteamericana sigue llamando "daños colaterales" fue entonces un sacudón que cobraba cada vez más fuerza. No puede olvidarse la importancia de escritores y periodistas de gran compromiso cuyos textos ayudaron a los norteamericanos a ver la otra cara de la moneda, la que no le contaban las agencias de noticias y la mayoría de la prensa de aquel país que justificaba todo con el dogma de la Guerra Fría. Así, Norman Mailer, desde su clásico Los ejércitos de la noche (1968), había retratado las manifestaciones contra la Casa Blanca y a favor del respeto al pueblo vietnamita. No menos importante fue la investigación de la llamada matanza de Mi Lai realizada por Seymour Hersh a partir de la confesión de un militar encarcelado que se hacía cargo de que las patrullas norteamericanas habían entrado a asesinar civiles en esa pequeña localidad y no a combatir con soldados adversarios. Mailer (fallecido a fines de 2007) y Hersh tienen un valor adicional porque se opusieron enérgicamente a la invasión a Afganistán y a Irak, ocurridas en 2001 y 2003 respectivamente. Cabe consignar, para esta apretada síntesis de lo que fueron aquellos años, que aquel acuerdo de paz firmado en París fue precedido por los raídes aéreos más feroces de la aviación norteamericana hacia la Navidad de 1972 y que Nixon pretendía retirar los efectivos con uniforme norteamericano y dejar en el terreno una fuerza militar de vietnamitas que actuaban como cipayos reforzados por agentes de inteligencia y oficiales norteamericanos que tuvieran menos visibilidad. La Casa Blanca y el Pentágono norteamericanos creían, hacia principios de 1973, que podrían doblegar la capacidad de resistencia del pueblo aún con esa retirada. Pero la historia fue contundente: pasados algo más de dos años, entre el 30 de abril y el 1 de mayo de 1975, caía el palacio donde se refugiaban los que actuaban como representantes del poder de Washington. Terminaban sus días las aspiraciones de pretender justificar que había una base social extensa de vietnamitas que defendían "la libertad". Entraban entremezclados los soldados del Ejército regular de la República Democrática de Vietnam junto a los miles de guerrilleros del Frente de Liberación Nacional, que vivían en el sur, en sus ciudades, en las aldeas, en las cadenas de túneles o en las selvas donde se refugiaban y que siempre tuvieron como retaguardia a los militantes políticos comunistas y de las organizaciones y partidos que defendían la honra y la independencia de la Nación. Pese a que los vietnamitas siempre enfatizan que son un pueblo pacífico, cualquiera que pueda recorrer museos de ese país, se encontrará con que la resistencia a los invasores forma parte de siglos y siglos de sujeción previa al colonialismo francés y al imperialismo norteamericano y que tuvo a los chinos como permanentes invasores. Un pueblo con infinidad de etnias, infinidad de idiomas y costumbres distintas, extendido en una geografía diversa y exuberante, cuyos líderes siempre aclaraban que peleaban para liberarse de la opresión y sólo para ello. No obstante, tanta práctica de resistencia les permitió un grado de pericia en la estrategia y la táctica militar, capaz de vencer a enemigos muy poderosos. Jean Larteguy, escritor francés de militancia colonialista y él mismo ex legionario, al describir la toma del palacio de gobierno el 1 de mayo de 1975, decía que entraban a la entonces Saigón las mejores tropas de infantería de toda la historia de la guerra. La mayoría eran soldados con sandalias de caucho. El caucho era explotado por empresas como la francesa Michelin y las condiciones de vida de los obreros que extraían el látex líquido de los inmensos árboles tropicales en selvas donde en pleno día no podía verse la luz. Pues, los militantes de Ho Chi Minh tenían organizadas a las células de trabajadores y campesinos desde décadas. Por eso, los líderes vietnamitas no se cansaban de decir que "entre el hombre y el arma, lo más importante es el hombre”. Fue precisamente Vo Nguyen Giap, historiador y dirigente político, quien se convirtió en el gran líder militar y se lo conoce no sólo por haber planeado y dirigido las batallas que terminaron con la dominación francesa y norteamericana, sino que cuando se concretó la paz, se desempeñó como viceministro de Ciencia y Tecnología, toda una muestra de cómo los dirigentes se ponían al frente de los cambios que requería un país devastado por tantas guerras y que quería vivir el sueño de construir la paz.
Hanoi. Quien escribe estas líneas llegó a Vietnam hace dos décadas. Concretamente cuando se cumplían veinte años de aquellos acuerdos de paz de París. A fines de 1992, el desafío vietnamita incluía no solo encontrar un nuevo esquema en un mundo donde acababa de implotar la Unión Soviética. La década del ochenta fue, dicho por quienes pude dialogar en aquel largo viaje, de caída en la producción, de agudización de la corrupción política, de gran confusión. Lo graficaba un campesino que llevaba un arado tirado por un búfalo. Me decía que, en aquellos años ochentas, se veía a muchos hombres entristecidos sentados sobre sus nalgas al costado de los arrozales. Estaban deprimidos. Eran las mujeres las que se destacaban. Esas mujeres que, ellas o sus madres, salían a cosechar arroz con un fusil en la espalda desafiando a los cazabombarderos Phantom en plena guerra. Esas mujeres a las que vi trabajar a la par de los hombres en la construcción, en las minas o en las granjas.
Es imposible olvidar que en aquella oportunidad, el gobierno de Vietnam peleaba para que Estados Unidos levantara el embargo comercial que dejaba como lastre después de tanto horror y matanzas.
Las mismas cámaras comerciales de empresas multinacionales norteamericanas con bases en países del sudeste asiático o en Australia, querían eso para poder abrir nuevos mercados. Sin embargo, Estados Unidos seguía atado a la ceguera, al castigo imperial. Una misión de congresistas norteamericanos coincidió con mi estadía en Hanoi. El más protagónico era John McCain, quien se hiciera muy conocido por su candidatura presidencial republicana cinco años atrás. McCain había sido uno de los que piloteaba aviones para destruir puentes, caminos, aldeas; en fin, para exterminar a un pueblo que quedaba a miles de kilómetros de su país. La arrogancia del congresista era notable: les planteaba a sus interlocutores vietnamitas que era imprescindible saber el destino de los cincuenta mil soldados muertos en la invasión. Más allá de la desigualdad de la situación entre agresores y agredidos, invasores e invadidos, o de los números desproporcionados que dejó la guerra, los vietnamitas aclaraban que no ponían ninguna traba para que los norteamericanos recorrieran y averiguaran todo lo que pudieran averiguar sobre el destino final de sus muertos. Sin embargo, lo que reproducía la gran prensa era que McCain, que había sido prisionero de guerra en sus años, había sido víctima de una cárcel comunista y que los vietnamitas se negaban a un justo reclamo.
Pasados muchos años, nunca más hubo guerra en Vietnam. Los memoriosos recordarán, por supuesto, en 1979, un intento de invasión china, que fue conjurado en forma relámpago por los vietnamitas y que terminaron con cualquier otra aventura. No sólo hay paz. Hay empresas radicadas en ese país que responden a la matriz capitalista que engendra las guerras. Pero allá van, ahora, bajo la estricta supervisión y permisos de las autoridades nacionales. Podrá debatirse sobre las paradojas de la historia, por supuesto. Pero con respeto a los protagonistas y con respeto a la coherencia de defender principios estudiados y contrastados teórica y prácticamente. Muchos decían que los vietnamitas eran ilusos pensando en que derrotarían a un ejército económica y tecnológicamente superior. Nunca dijeron que iban a cambiar de la noche a la mañana la raíz tecnológica y financiera de la producción a gran escala. Por eso, hoy Vietnam crece de modo sostenido y con un Estado que planifica el crecimiento al tiempo que estimula la inversión extranjera bajo el estricto cumplimiento de las leyes de esa Nación.
domingo, 13 de enero de 2013
“La pretensión de la prensa es desmoralizar al pueblo”
jueves, 10 de enero de 2013
Tras su victoria ante los “buitres”, la fragata Libertad volvió a casa
http://www.surysur.net/2013/01/tras-su-victoria-ante-los-buitres-la-fragata-libertad-volvio-a-casa/
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, felicitó a quienes permanecieron dentro de la fragata Libertad los 78 días que estuvo retenida en Ghana y aseguró que no estuvieron solos durante este proceso. También se refirió a los grupos de medios de comunicación del país y quienes los manejan, que decían que “había que honrar las deudas y pagarles a los fondos buitres”.
“Fueron acompañados por todos los argentinos de buena fe que le reconocen la defensa digna que hicieron de nuestra embarcación insigne. No esperábamos otra cosa”, dijo al recibir la emblemática embarcación en el puerto de Mar de Plata.
“Hoy más que nunca Patria sí, colonia no”, destacó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a lo que siguió un bramido de la multitud –que el Gobierno calculó en 200 mil asistentes– que la escuchaba y comenzó a cantar el viejo y conocido cantito de las luchas antiimperialistas de los años ’70.
Miles y miles de personas –militantes, veraneantes y vecinos marplatenses– se acercaron hasta la Base Naval de Mar del Plata para vivar a los marinos y escuchar el mensaje presidencial después de un día de playa.
“Acá no había sirenas, allá había buitres y acá había unos caranchos que graznaban y no escuchamos a ninguno, sino que escuchamos el clamor de nuestro pueblo, que pide por sobre todas las cosas respeto y dignidad al pabellón nacional y a los derechos de la Patria”, sostuvo Fernández, al recordar los sectores internos que planteaban que había que pagar las deudas para que liberaran a la fragata de su encierro judicial.
Las decenas de miles de personas -calculadas en 200 mil- que se encontraban en la explanada que hacía las veces de campo frente al escenario respondieron cantando “el que no salta es un inglés”. Durante su discurso, la mandataria recalcó que el rescate del buque de guerra simboliza “la defensa irrestricta de los derechos de la Argentina, respeto a su soberanía y dignidad nacional”.
Indicó que Argentina se defendió con dignidad, una vez más, de “los ataques de fondos buitres” y “ también de otros que nos amenazan a 12 mil km o 14 mil con venir a militarizar o invadir nuestras islas Malvinas”. Fernández aseguró que los llamados “fondos buitres” son el producto de la crisis global y de lo que ha llamado “anarco-capitalismo”.
Criticó que en esos días cuando la fragata Libertad estuvo retenida en Ghana, los medios de comunicación denunciaban que Argentina estaba en la obligación de “pagar las deudas” a estos fondos que como buitres “sobrevuelan sobre los países endeudados”.
“¿Por qué no empiezan pagando ellos lo que deben hace 10 años en impuestos?”, dijo al recordar que los medios tienen una deuda con el país cercana a los 100 millones de pesos (21 millones 739 mil dólares).
Cristina recordó que “Los dos mayores períodos de endeudamiento de laRepública Argentina se registraron entre 1978 y el 1983 y entre el 1991 y 2001; unos, productos de la apertura y liberalización de la economía y también de una reforma financiera que comenzó a cambiar el perfil productivo de la Argentina y también de un endeudamiento de privados, hay que decirlo con todas las letras, gran endeudamiento de empresas privadas, cuya deuda fue estatizada en 1982 y hoy también tenemos que hacernos cargo los 40 millones de argentinos”, señaló enfocando en la estatización de la deuda privada realizada por Domingo Cavallo cuando era presidente del Banco Central en 1982.
El pasado 19 de diciembre la embarcación inició el regreso a su país con 98 tripulantes a bordo. En horas de la tarde de este miércoles llegó a Mar del Plata (este) la Fragata Libertad tras permanecer retenida durante 78 días en Ghana por una orden judicial interpuesta por un fondo especulativo que no entró al canje de la deuda externa argentina.
La Fragata Libertad fue retenida en Ghana a finales de octubre de 2012 tras una demanda interpuesta por el fondo especulativo NML, que no entró al canje de la deuda externa realizada por Argentina en 2005.
La medida fue apelada por el gobierno argentino en el Tribunal Internacional Del Mar donde argumentó que la convención de Viena garantizaba la inembargabilidad de la fragata por ser un buque de guerra.
El tribunal falló a favor de Argentina y le ordenó a Ghana que liberara la embarcación, la fragata Libertad sería el bien número 28 embargado por los llamados fondos buitres.
Las deudas del neoliberalismo
Se contabilizan veintiocho embargos de fondos buitre contra el patrimonio argentino en el exterior y cuarenta y dos demandas ante el Ciadi de firmas adquirentes de participaciones en empresas y servicios rematados en el proceso de privatizaciones.
A ello hay que añadir cincuenta y nueve tratados bilaterales de inversión que abrieron las puertas al capital extranjero para hacer suyo el territorio nacional. Son algunos de los números que hablan de la multiplicación de ejemplos que ilustran la renuncia a la soberanía durante las décadas de neoliberalismo en Argentina, dice el economista Raúl Dellatorre.
Números que dan testimonio de la aceptación de un marco jurídico que sirvió como carril al avance de un patrón de acumulación basado en la valorización financiera, la desnacionalización del capital y la pérdida de controles por parte del Estado. Un proceso que tuvo sus costos inmediatos en cierres de empresas, desempleo, población marginada y desestructuración del aparato productivo.
“Y que sigue teniendo costos diferidos en la obligación de pago de deudas y en la reconstrucción de un sistema productivo y un Estado que habían sido desmantelados. Sin ese contexto, es imposible entender la trascendencia que tiene el retorno de la Fragata Libertad y la importancia de cada round que se gana en esta pelea”, añade.
martes, 8 de enero de 2013
El dolor, la memoria y la vida
Hugo Presman - http://www.diariojunio.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=53091
No se puede ni se debe predicar sobre la forma en que las víctimas sobrevivientes y los familiares de los desaparecidos procesan el dolor. Es un camino individual que cada ser humano metaboliza conforme a su conciencia. En esa misma línea de pensamiento, me pareció una posición principista irreprochable que Hebe de Bonafini decidiera en su momento no cobrar las indemnizaciones por sus dos hijos desaparecidos o que considerara que no le interesaba encontrar sus restos. Lo que siempre me pareció muy criticable es que esa posición la intentara generalizar como norma de conducta única y que tuviera caracterizaciones peyorativas y descalificatorias para quienes tenían un comportamiento diferente.
Cuando se decidió qué debería hacerse con la Escuela de Mecánica de la Armada, con la participación de diferentes organismos vinculados a los derechos humanos, se privilegió la idea que en ese lugar donde la muerte y el terror se enseñoreó, sería un espacio donde florecería la vida con expresiones artísticas y culturales de características variadas. Al mismo tiempo se conservó el casino de oficiales donde funcionó específicamente el campo de concentración, como un testimonio de lo que muchos denominaron el Auschwitz argentino. Ahí donde desaparecieron alrededor de 5000 personas. Ahí donde el mal absoluto tomaba nombres como Capucha, Capuchita, y lo robado a los secuestrados se concentraba en el pañol. Ahí donde en habitaciones minúsculas, las mujeres embarazadas tenían a sus hijos en condiciones de precariedad absoluta, sabiendo que ese momento único era su sentencia de muerte.
Es posible que esta situación de convivencia geográfica indeterminada entre el campo de concentración emblemático del terrorismo de estado y las exteriorizaciones actuales de la vida recuperada en plenitud, haya creado una zona híbrida que afecta sensibilidades dignas de respeto.
En un espacio de 17 hectáreas con 35 edificios, hubiera sido prudente recurrir a arquitectos especializados en estos temas para que convivan armónicamente pero con la separación prudente, la memoria indispensable sobre un pasado nefasto y el fluir de la vida.
Incluso en la actualidad hay un desbalanceo muy grande entre el espacio destinado a la vida actual y el reservado a la memoria a favor de la primera.
Me pasó algo similar al visitar el Palacio de Invierno en San Petersburgo. La toma de la residencia de los zares en octubre de 1917 fue para millones de militantes en todo el planeta, el símbolo de la toma del poder en un proceso revolucionario. Pero de las 1000 habitaciones que tiene el edificio, sólo dos recuerdan aquél hecho histórico que marcó la mayor parte del siglo XX. El resto es un museo similar al del Prado en Madrid o al Louvre en París. Cuando se lo destinó como museo se minimizó el hecho fundamental que lo diferenciaba significativamente de cualquiera de los más importantes museos del mundo. En la ex ESMA, hasta ahora, y sin que haya sido considerado museo, pasa algo parecido.
Indudablemente si la ex ESMA, más allá de cómo se lo designe, es un espacio destinado en parte a testimoniar lo que sucedió en la Argentina en su etapa más penosa, es inadecuado y chocante destinarlo a fiestas o ágapes. Y el casino de oficiales, tiende hasta ahora, con precariedades expositivas, a cumplir ese papel. Pero eso es un edificio en un predio que contiene 35. Y todo el resto del espacio ha sido destinado al presente. Y ahí la vida también se manifiesta en alegría y fiestas.
Por eso creo que mientras se superpongan dos destinos antagónicos y al mismo tiempo complementarios como son la muerte y la vida, lo que ahí se haga estará sujeto, en algunas de las víctimas, familiares y ciudadanos en general que actúen de buena fe, a un conflicto que es necesario atender.
Si se delimita la ex ESMA, como aquí se propone, el espacio destinado a la memoria debería ser mucho más amplio, con testimonios filmados de sobrevivientes y familiares, de los nietos restituidos, con los libros que se han publicado, con testimonios que han dejado los desaparecidos asesinados, con la explicitación de posiciones diferentes sobre el accionar de las organizaciones armadas, con la presencia también de la bibliografía crítica sobre su accionar, de las referencias fílmicas sobre otros campos de concentración, etc. De manera similar a como sucede en los diferentes museos referidos al holocausto (correctamente “la shoa”), para que el visitante tenga un conocimiento amplio de lo sucedido o mejor aún que le despierte el interés por seguir informándose.el dolor y la ingenuidad
Esta discusión se da en medio del agudo conflicto del gobierno con los intereses afectados por la ley de medios. Entonces dos sobrevivientes, Carlos Lordkipanidse y Enrique Fukman, que han pasado por la ESMA, expresan su dolor en el programa de Nelson Castro en TN, por el acto que realizó el ministro de justicia Julio Alak, para la presentación de un plan estratégico sobre derechos humanos por el período 2013-2015 según información oficial, al que calificaron de horripilante, difundido periodísticamente como un asado, con la enorme carga trágica que tiene esa denominación en ese lugar.
Es legítimo que lo exterioricen en ese escenario, cuando desde los medios oficiales no recogen su queja. Lo que es de una ingenuidad inadmisible, siendo militantes políticos, que no señalen la complicidad de ese grupo que hoy funcionalmente le ofrece cámara y que ocultaba lo que sucedía cuando ellos eran torturados en la ESMA, o decían en el colmo de la hipocresía que era un spa de recuperación. Son los mismos medios que hoy ocultan o minimizan hasta lo imposible los juicios a los genocidas o a los instigadores del poder económico. La instrumentación hipócrita del dolor
Es obsceno encontrar en las cartas del diario La Nación, preocupación por el uso que se le hado a la ESMA, ahí precisamente donde se reivindica el terrorismo de estado, en consonancia con la línea editorial del medio que no se anima en calificar de dictadura establishment- militar al período 1976-1983, y acaba de salir en defensa de abogado Jaime Smart, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad.
Es hipócrita la irritación de la diputada del PRO Laura Alonso, integrante de un partido cuyo referente máximo elogia aspectos de la dictadura establishment-militar.
Ni hablar de la súbita preocupación de Patricia Bulrich o Margarita Stolbizer.
Incluso comentarios increíbles sobre los derechos humanos mancillados hoy en la ex ESMA de parte de Cecilia Pando que llego a justificar hasta la apropiación de bebes.
La ola oportunista y tendenciosa incluye a militantes de las organizaciones armadas devenidos hace muchos años en periodistas jerarquizados de Clarín como Ricardo Roa ( “Fue un agravio al dolor de los familiares de quienes fueron asesinados o torturados allí) o Susana Viau ( “Hebe de Bonafini lo expresó en una frase contundente: “En la ESMA se puede hacer de todo”. Eso es, exactamente, lo que creían “el Negro Massera y Rubén Jacinto Chamorro”). Ambos han recorrido un camino que ha ido de dar la vida por Firmenich el primero, y por Santucho la segunda, en aras de la revolución, a ofrecer actualmente sus sobreactuados servicios para Héctor Magneto, para defender una corporación hegemónica.
Desde un punto de vista diferente, afirmó el nieto restituido Horacio Pietragalla, actualmente diputado: “Se puede no estar de acuerdo con la resignificación de los sitios del terror como lugares llenos de vida…..la ex ESMA no es dato menor, es hoy gestionada por personas que toda su vida lucharon por el Juicio y Castigo, por personas que perdieron a sus familiares, por otra que de ahí sobrevivieron, en definitiva, por personas que pusieron su vida al servicio de la lucha contra la impunidad. Y que nunca fueron noticia. Pero hoy es noticia un asado. Tal vez mañana se ataque por uno de los mayores logros de los organismos: haber transformado la ex ESMA en un lugar lleno de jóvenes donde se hace política. Esta es, a mi criterio, la mejor manera de honrar, recordar y reivindicar la lucha de nuestros viejos. ¿Será el próximo zócalo de TN? ¡Hacen política en la ex ESMA!” El dolor, la memoria y la vida
Cuando se entra en el territorio del dolor, cuando la memoria está a flor de piel, se debe tener un tacto muy cuidadoso. Sin ignorar que el ministro de justicia es una de las principales caras actuales del gobierno referido a la ley de medios, todo lo cual lo coloca en medio del fuego cruzado de los intereses afectados que utilizan el tema sólo para erosionarlo, no actuó con el cuidado que la cuestión ameritaba, tal vez porque no es precisamente un funcionario con antecedentes en derechos humanos y fue blanco del carácter híbrido actual de la ex ESMA. Tal vez ello le hubiera permitido advertir el sendero pantanoso en el que se introducía y hubiera elegido otro lugar amplio pero sin esta carga de dolor y memoria y emblemático del gobierno como puede ser Tecnópolis.
Cristina Fernández respaldó enfáticamente a su ministro y reafirmó la actual conformación y uso del predio.
Para que el dolor tenga su paliativo en la justicia y la memoria, mientras la vida nos celebra y la celebramos, el debate sobre la ex ESMA y su utilización está abierto o mejor dicho debe estar abierto.