martes, 10 de agosto de 2010

Cinco expectativas absurdas que la sociedad impone a los hombres

Greta Christina  - http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5632

Si tienes un pelo de progresista no te sorprenderá leer que el sexismo lastima a las mujeres. Obvio, ¿no? Es, digamos, la definición misma de la palabra. Sin embargo, no solemos hablar mucho de las maneras en que el sexismo lastima a los hombres. Se entiende: cuando observamos las grotescas formas en que el sexismo daña a las mujeres (desde la desigualdad económica hasta la privación del derecho al ejercicio político como ciudadanas y el abuso literalmente físico), resulta razonable que nos preocupemos más por cómo afectan el sexismo, el patriarcado y los rígidos roles de género a las mujeres que a los hombres.

No obstante, no cabe duda que estas cosas también los marcan a ellos. Tal vez no los joden tanto como a las mujeres, pero tampoco es un daño trivial. El tema me importa y creo que a otras feministas (y otras mujeres y hombres que bien pueden no definirse como feministas) debe importarles también. 

Hay muchas razones por las que me interesa el tema. Me interesa por los hombres y niños que forman parte de mi vida y me importan; veo cómo acaban hechos nudo por unos roles de género que no solamente hacen enloquecer por su rigidez, sino por sus imposibles contradicciones, y esa realidad me enferma, me entristece y me enoja. Me interesa porque me importa la justicia: equidad es equidad, y no pretendo resolver el problema de la desigualdad de género haciendo que la situación sea peor para los hombres. 

Además, me interesa por razones puramente pragmáticas, incluso maquiavélicas. Me interesa porque me importa el feminismo... y estoy convencida de que una de las mejores vías para promoverlo es sumar más varones al movimiento. Si podemos hacerles ver que el sexismo también perjudica sus vidas y que compartir la vida con mujeres libres en condiciones de igualdad es mucho más placentero, lograremos tenerlos de nuestro lado (esto me recuerda la calcomanía que una amiga llevaba en su furgoneta con la leyenda “Las feministas cogen mejor”). 

Así que he estado analizando maneras concretas en que el sexismo daña a los hombres. Específicamente, me he concentrado en las expectativas de nuestra sociedad respecto a ellos, en nuestras definiciones de lo viril. He pensado en lo estrictas y rígidas que son esas expectativas, en cómo los mandatos de la virilidad van tejiendo una cuerda floja tan delgada que solo un equilibrista profesional podría cumplir con ellos sin romperse la crisma (tarea difícil, ya que “equilibrista profesional” no encaja, ni con calzador, en los parámetros de lo considerado masculino). 

He ido más allá de la rigidez de esas expectativas para reparar en las absolutas contradicciones que entrañan, pues generan una visión idealizada de la hombría que no solo es ridícula, sino literalmente inalcanzable. Además, he estado conversando con distintos hombres (amigos, colegas, familiares, vecinos, amistades virtuales) sobre las expectativas que perciben sobre lo que significa “ser hombre” y la manera en que se ven afectados por ellas. Aquí va una lista de cinco expectativas: 

1. Pelea, pelea, pelea. 

Cuando hice una encuesta informal y carente de rigor científico entre los hombres que conozco para preguntarles qué se esperaba de ellos como hombres, muchos mencionaron “pelear”. Pero muchos, muchísimos. Vamos, tantos que me sorprendieron, de verdad. Mi rinconcito social, el cual comparto con la mayoría de los varones que conozco, está cómodamente instalado en la clase media: gente educada, conversadora, civilizada al extremo y casi irritablemente tranquila. Resolvemos nuestras diferencias con palabras, miradas furiosas, estrategias... o echando mano de la ley como último recurso. Incluso levantar la voz o proferir insultos resulta un tanto grotesco. Excepto por los eventos deportivos, podría contar con los dedos de una mano las riñas físicas que me ha tocado atestiguar en los últimos diez años. Bueno, ni siquiera las amenazas de enfrascarse en una pelea a puñetazos. 

Sin embargo, todos los hombres con los que hablé mencionaron el tema. La disposición a “pelear de verdad, físicamente, con los puños o con armas”, en palabras de mi amigo Michael, para defender su honor (o el de la pareja, el país, el equipo o lo que sea) es más importante de lo que yo hubiera imaginado en lo que respecta a la forma en que los hombres aprenden a concebir su masculinidad. 

Aun cuando los conflictos nunca lleguen a ese punto, es decir, aun cuando no estrelles el puño contra nadie, estar dispuesto y ser capaz de hacerlo es una extraña prioridad en el Club de Tobi. Como dijo mi amigo Adam: “Prefieres una contusión a que te digan poco hombre”. Y la anécdota de Damion: “Voy de copiloto mientras mi cuñada, al volante y relativamente hombruna, le enseña el dedo medio a algún tipo en medio del tráfico de Baltimore. El tipo sale disparado del auto, furioso, y lo primero que pienso es ‘Perfecto, ahora me lo tengo que madrear’”. 

Todo ello pone a los hombres en un asqueroso dilema: las leyes y las expectativas de nuestra sociedad civilizada fueron diseñadas para mantener la violencia física a raya. Y no es casual: como sabemos, la violencia física destruye, así que se espera, no, se exige a los hombres que eviten y desalienten las confrontaciones, y que resuelvan sus diferencias sin recurrir a la violencia. Cuando lo hacen, los llaman mariquitas. Una maravilla. 

2. Sé un buen esposo, compañero o amante, pero no dejes que te importe demasiado lo que piensan las mujeres. 

Esta cae redonda en la categoría “no solamente hace enloquecer por su rigidez, sino por sus imposibles contradicciones”... un dilema capaz de causarte ansiedad de por vida si te lo tomas en serio, porque no hay manera de salir bien librado. Ser un buen esposo y padre, es decir, un buen proveedor que se preocupa por su familia y respeta a su compañera, es parte central del mito masculino. 

Además, ser un buen amante se ha convertido en parte crucial del mismo mito. Ya no basta con que el hombre de verdad se acueste con muchas mujeres, ahora tiene que lograr que todas y cada una de ellas tengan orgasmos. El miedo a quedar mal entre las sábanas ya no se limita al asunto de la erección; claro que no me opongo a la idea de que a los hombres les importe el placer sexual de las mujeres con las que se van a la cama, no. El problema está en la noción de que el placer de ellas es responsabilidad exclusiva de ellos, de que complacer a una mujer no es más que cuestión de instinto, de que la satisfacción sexual de las mujeres es una victoria que ellos deben obtener en lugar de una experiencia que compartir, y de que esa satisfacción ha de lograrse únicamente con un miembro duro y no con sus manos o su lengua o juguetes sexuales o seducción intelectual (pero si sigo por ahí me saldré de tema). 

Al mismo tiempo, se supone que a los varones no debe de importarles demasiado qué piensan las mujeres. Hace años, cuando estaba casada con un hombre, tratábamos de decidir juntos cómo organizar nuestras carreras profesionales y nuestra vida privada (si él trabajaría tiempo completo y quizás tiempo extra para que yo pudiera hacer un posgrado). Cuando pidió consejo a sus colegas de la oficina, la mayoría se mofó de él por implicarme demasiado en decisiones concernientes a su trabajo. Creo que “mandilón” fue el cariñoso apelativo que le dedicaron. Sí, se esperaba que fuera un buen proveedor y sentara las bases financieras de nuestra vida en común, pero al mismo tiempo se esperaba que cumpliera esa meta sin preguntarme qué tipo de vida quería yo y que no estuviera dispuesto a ceder un milímetro en cuanto al tipo de vida que deseaba él para sí o para nosotros como pareja. Supongo que el mandato era que él tomara todas las decisiones. Claro que, si bien era terriblemente impropio de un hombre guiarse por su esposa, guiarse por sus compañeros de trabajo en un taller mecánico estaba perfecto. 

Como dijo mi amigo Scott, la comedia televisiva King of Queens es un buen ejemplo, porque el protagonista, por más que se esfuerce en ser un buen esposo y compañero, siempre termina contradiciendo lo que dicen sus amigos o lo que él mismo cree que es “masculino”. Se supone que las definiciones de la masculinidad que rigen a los hombres provienen de sus pares, no de las mujeres, porque en realidad no debe importarles qué piensan ellas de ellos. 

Esto se ve constantemente en los consejos de moda masculina. Desde luego que nadie espera que los hombres se vean desaliñados ni bobos... pero tampoco puede parecer que les preocupa demasiado su imagen. Los hombres (heterosexuales, en todo caso) tienen que lograr ese equilibrio impecable entre la pulcritud y la despreocupación. Tienen que verse bien, pero como si no se hubieran empeñado en ello. Si parece que te importa cómo te ves te acercas demasiado a lo que es ser mujer. O gay (más adelante hablaremos de esto). Se supone que las mujeres se embellecen para convertirse en objetos de deseo; un hombre no tiene que ser objeto de deseo, sino sujeto de deseo... y a los sujetos no tiene por qué importarles lo que sus objetos piensen de ellos... excepto cuando quieren que esos objetos tengan un orgasmo.

3. Caliéntate. Siempre. Con cualquiera. 

Esta es otra expectativa citada con enorme aunque no sorprendente frecuencia. Se supone que los hombres quieren sexo y están listos para tener sexo todo el tiempo. Básicamente con cualquiera del sexo correcto que esté dispuesta a ello. En su evaluación de los roles de género para los varones, Michael T. afirma: “Para ser hombre, la conquista sexual tiene que ser uno de tus raseros”. 

Por su parte, Jraoul mencionó la letra de la canción “Lightning Strikes” de Lou Christie: “Cuando veo que sus labios piden ser besados, no me puedo detener, no me puedo frenar... Cuando me envía la señal de que quiere hacer tiempo, no me puedo detener, no me puedo frenar...” Y en su letanía de expectativas de género mi amigo Michael señaló: “Encamarte con cualquier mujer que diga ‘sí’ o que se te ofrezca. Si no, soy gay, ¿cierto?”. Resulta extraño. Un componente fundamental de la noción del hombre viril es poseer una pulsión sexual intensa, incluso depredadora. Esa noción no les permite tener preferencias; mejor dicho, pueden tener preferencias y, de hecho, se espera que las tengan, siempre y cuando concuerden con las normas sociales. 

Recuerdo vivamente un artículo publicado en una revista Playboy a fines de los años sesenta en el que se analizaban las personalidades de los hombres a partir del tipo de cuerpo femenino que les gustaba. Por ejemplo, si te gustaban los senos grandes eras un gran tipo, pero si te gustaban los traseros voluminosos o las piernas eras un inmaduro. No se trata de una reliquia sesentera: al día de hoy, muchos hombres se sienten presionados a salir con mujeres que cumplen con el canon vigente de atractivo femenino. 

Muchos hombres, por cierto, sufren la presión de salir con mujeres delgadas porque es lo que está de moda. Aun cuando prefieran a mujeres más llenitas, les avergüenza presentárselas a sus amigos. Como si salir con una chica gorda fuera un golpe al ego. Como si quisiera decir que no han escalado lo suficiente el escalafón de los primates para acceder a una hembra de alto rango. 

Entonces, sí, los hombres pueden calentarse más ante ciertas mujeres... pero también se espera que aborden a todo lo que se mueva camine y tenga disposición a abrir las piernas. Todo lo que sea femenino y no grotesco, claro. Se espera que los hombres tengan deseo sexual, pero su deseo no les pertenece, no puede depender del temperamento y carácter de cada varón, ni siquiera puede ser algo personal, porque no es suyo del todo. Y por el amor de todos los dioses del Olimpo, nunca puede nacer de una emoción. 

4. Aprieta los dientes. 

Es que en el caso de los hombres nada puede nacer de una emoción. Parece que las únicas emociones que les están permitidas a los hombres son dos: el deseo sexual propio de su género y el deseo de partirle la madre a alguien. Si tienen el descaro (o la falta de autocontrol) de experimentar emociones, más vale que no se les note. Esta es tan común que parece ubicua. Al menos la mitad de los hombres con los que hablé la mencionaron... y muchos de los que no lo hicieron explícitamente aludieron a ella. 

David B. dijo haber aprendido que los hombres deben ser “reservados en sus emociones. Parece que solo debemos apasionarnos con el sexo, los autos, los deportes y la cerveza. Incluso en esos rubros, la palabra ‘apasionado’ no es la que debe usar un hombre para hablar sobre lo que siente”. 

David M. recibió el mismo mensaje: “Nada de lloriqueos, nada de quejas, nada de lágrimas”. Igual le pasó a Michael T.: “Ser hombre es no vincularte, no dejar que te ganen las emociones”. Otro Michael dijo: “Ser hombre es no tener inteligencia emocional, no mostrar demasiadas emociones”. Por su parte, Andrew aprendió que “Ser hombre es ser inconmovible y no revelar ninguna emoción”. A Jason le enseñaron que “Ser hombre es no mostrar lo que sientes, ser ‘duro’, por decirlo de alguna manera... y así lo esperan tus compinches, tu familia y todo el mundo”. 

Dean subraya: “Los típicos mensajes de que los niños grandes no lloran (sí, sí lloramos) y los hombres de verdad no se quejan (sí, nos quejamos)”. El comentario de Scott se suma al mantra “Los niños no lloran”. Ben T. dice: “Odio el hecho de que los hombres no podemos asustarnos con nada”. James afirma haber aprendido tan bien a parecer impasible que no se le escurrió ni una lágrima cuando su padre murió mientras se sometía a una cirugía cardíaca. Por último, Georges dijo: “Siempre me sorprendió lo valiente que tenía que ser para dejar salir mis emociones”. 

En mi opinión, esta exigencia es más atroz que las otras cuatro juntas. Creo que podría lidiar con una vida en la que siempre tuviera que estar dispuesta a pelear o coger, en la que tuviera que fingir el imposible equilibrio sobre la cuerda floja que implica preocuparme por lo que piensa mi pareja sin importarme demasiado, en la que tuviera que hacer hasta lo imposible por evitar dar la más mínima idea de que me gusta alguien de mi propio sexo (ver expectativa número 5)... pero, ¿una vida en la que tuviera que negar mis emociones animales más elementales, como el amor y el miedo, la pasión y el duelo, con tal de que no me trataran como a un fenómeno de género? Eso me volvería loca (un poco más de lo que ya estoy). 

5. Miedo a que te crean gay. 

Esta es un tanto curiosa. La aceptación de la homosexualidad ha aumentado muchísimo en los últimos decenios. En menos de cuarenta años las demandas del movimiento LGBT han pasado del derecho a no ser internados en hospitales psiquiátricos o sometidos a lobotomías al derecho de casarse legalmente. (Claro, también el derecho a no ser echados de un empleo o expulsados del ejército estadounidense... pero aún así). Además, la aceptación social de lo que transgrede la norma sexual ha establecido un paralelismo con su aceptación política. Si en efecto eres un varón homosexual, el mensaje “No seas ni un poquito gay” es cada vez más sustituido por el mensaje “Ah... bueno”. 

Pero, ¿qué pasa si eres un varón heterosexual? La cosa cambia radicalmente. El pánico a la homosexualidad sigue siendo una fuente segura de comicidad en los programas de televisión y las películas. Los enredos en los que los heterosexuales son equivocadamente tomados por homosexuales (como Chandler y Joey en Friends cuando salen juntos con un bebé o el chiste “Not that there’s anything wrong with that” enSeinfeld) son elementos básicos de la comedia moderna, elementos básicos que suelen ir de la mano del supuesto de que para un varón heterosexual ser confundido con un gay humilla su masculinidad. 

También lo vemos en los consejos de moda, romance y etiqueta para hombres, por lo general concentrados en un grado casi histérico de arte que consiste en parecer un sofisticado hombre urbano y de mundo... sin caer, por piedad, en la posibilidad de ser confundido con un homosexual. 

Sin duda esto también se aprecia en algunos miedos sexuales muy comunes entre varones. He leído demasiadas cartas publicadas en demasiadas columnas de consejos sobre sexualidad, cartas de demasiados hombres heterosexuales en las que dicen encontrar placer en, ¿cómo decirlo con delicadeza?, ser penetrados analmente... pero no quieren experimentar con esta actividad sumamente deliciosa porque temen que signifique que son gay. O porque sus parejas femeninas temen que signifique que son gay. (Permítanme añadir una nota capaz de causar irritación entre hombres heterosexuales y sus compañeras: no, no significa que sean gay. Desear que una mujer penetre tu ano no te hace homosexual, al igual que desear que una mujer succione tu pene tampoco significa nada en ese sentido. Seamos serios). 

Diría que esas actitudes empiezan a cambiar. Los logros del movimiento LGBT han liberado tanto a personas con una orientación distinta a la heterosexual como a las heterosexuales, y las generaciones más jóvenes son mucho menos prejuiciosas y más relajadas en lo que respecta a la orientación sexual de lo que fuimos en mis tiempos. Como bien dice mi amigo Ben: “Es probable que la relajación de los roles que acompañó al feminismo y al movimiento por los derechos de las personas homosexuales haya beneficiado a los varones heterosexuales al menos tanto como benefició a mujeres y hombres homosexuales... Piensa en los metrosexuales: ahora que ser confundido con un gay no es una tragedia, los varones podemos darnos rienda suelta con la moda”. 

Por su parte, Adam, quien se describe como “afeminado, pero heterosexual”, afirma que “ser tomado por gay me dio libertad para escapar de algunas de las reglas más estrictas de la masculinidad. Después de todo, nadie se molestó en decirme ‘pórtate como hombre’ cuando me ‘amariconaba’”. 

Al mismo tiempo, a medida que la visibilidad homosexual se ha incrementado, la probabilidad de ser tomado equivocadamente por gay se ha ido a los cielos. En consecuencia, lo propio ha sucedido con el número de ocasiones propicias para que los varones sufran un ataque de ansiedad por miedo a la homosexualidad. Que te confundan con un gay no es la tragedia que alguna vez fue (es más un chiste que una amenaza petrificante), pero pasa con mucha mayor frecuencia. Además, la ansiedad que sigue despertando en tantos heterosexuales es mucho más constante, aun cuando no sea tan profunda. 

¿Entonces? 

Esto no es sino el comienzo. Ni siquiera dispongo de espacio suficiente para explayarme como podría tratándose de este tema. Me he saltado algunas de las más importantes y comunes expectativas de género que imponemos a los varones: expectativas relacionadas con el espíritu de competencia, la conciencia de status, el éxito financiero, la fortaleza y la imagen atlética, el liderazgo, las destrezas mecánicas, la facilidad para tener erecciones y adoptar una actitud que deshumaniza a las mujeres, interesarse en extremo por los deportes. Por si fuera poco, el mensaje social claro para los hombres es que para ser viriles deben ser altos. ¿Cómo diantres se resuelve eso? ¿Cómo diantres podría, cualquiera de nosotros, resolver alguna de estas cosas? 

Bien, ya que acabo de soltar tantas reflexiones deprimentes, creo que sería conveniente dar buenas noticias: hay maneras de salir del escollo, darle la vuelta y resolverlo. Muchos de los hombres con los que hablé reconocieron ser conscientes de las rígidas expectativas a las que están sometidos en tanto varones... pero también dijeron no sentirse terriblemente limitados por ellas. Claro que saben de esas expectativas, pero también se sienten libres de rechazarlas o hacer suyas aquellas con las que se sienten cómodos o rechazar aquello que no les gusta. O bien las transgreden con creatividad, espíritu lúdico e incluso un toque sexy. 

Además, muchos señalaron que si bien hay un bombardeo cultural constante de mensajes absurdos y limitantes sobre lo que significa ser hombre, también reciben una buena dosis de apoyo gracias a mensajes inteligentes y liberadores sobre la importancia de no prestar atención a tanta estupidez. Muchos han recibido lecciones más que positivas y ejemplos formadores respecto al valor de no ser violentos, respetar a las mujeres, desarrollar emociones honestas, tener una sexualidad honesta y, en términos generales, ser auténticos y sacar lo mejor de sí. 

Esas lecciones y esos ejemplos llegan gracias a muy diversas fuentes, desde íconos de la cultura popular hasta la relación con un padre o una madre. Como me dijo Jraoul: “¿Que si pienso que a los hombres nos imponen expectativas rígidas y/o limitantes sobre lo que significa ser masculino? Claro. Pero también hay mensajes de una masculinidad fluida y/o liberadora. Todo depende de dónde vienen las ideas”. 

Desde luego, dada mi personalidad y preferencias, los hombres que conozco tienden a estar, ¿cómo decirlo?, bastante alejados de lo convencional en la sociedad estadounidense (otra manera de plantearlo sería decir que son “personajes rojillos y excéntricos”). Por si fuera poco, muchos de ellos son homosexuales o bisexuales, un hecho que sesga todavía más la muestra. Sin embargo, así como muchas feministas pueden reírse de las comedias televisivas y las vallas publicitarias y las revistas para mujeres... y vivir como les da su real gana, muchos feministas pueden mandar al diablo los mensajes disparatados del mito “John Wayne/Cary Grant/qué tipo de hombre lee Playboy” (o, dependiendo de la generación a la que pertenezcan, del mito Rambo/Tom Cruise/qué tipo de hombre lee Maxim) que les ponen en el chip... y disfrutar de la vida. 

Las expectativas de género no afectan a todas las personas por igual. Hay quienes, hombres y mujeres por igual, aún perciben esa vocecilla interior, todavía sienten que los mandatos de género moldean sus reflejos, aún tienen la necesidad consciente de arrojar luz sobre esos mensajes a fin de poder reconocerlos y sacarlos de sus vidas a través de un proceso que no sea doloroso. 

También hay quienes, hombres y mujeres por igual, opinan que la cosa no es para tanto; reconocen que, ciertamente, la sociedad quiere que los varones sean de una manera y las mujeres de otra, pero ¿a quién le importa lo que quiere la sociedad? Algunas personas necesitan años de introspección y terapia para digerir y desechar lo que no sirve. Otras nunca desaprenden lo aprendido y dejan que las expectativas rijan sus vidas. A otras más parece que les basta decidir desaprender para conseguirlo. En ese sentido, no hay consejo que valga. Lo más que puedo decir es que bien vale la pena. 


Agradezco la invaluable ayuda de Adam, Alan, Andrew, Ben, otro Ben, Chad, Christopher, Craig, Crypt, Damion, Darren, David, otro David, un tercer David, un cuarto David y un David más, Dean, Georges, Glendon, Jacob, James, otro James, Jason, Jeff, Joel, Jraoul, Kyle, Lauro, Lenny, Leo, Mark, Michael, otro Michael, un tercer Michael, Scott, otro Scott, otro Scott más, Sean, un anónimo y los demás hombres con quienes hablé del tema. 

lunes, 9 de agosto de 2010

Hiroshima y el nacimiento del terrorismo de Estado

Atilio A. Boron
* - http://www.surysur.net/?q=node/14368


El 6 de Agosto se cumplieron 65 años del ataque nuclear de Estados Unidos a la ciudad de Hiroshima, una monstruosidad si precedentes que, tres días después, se reiteraría al arrojar otra bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki. En un primer recuento ambas deflagraciones mataron a unas 220.000 personas, 140.000 en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki.
La abrumadora mayoría de las víctimas fueron civiles, dado que para ese entonces las dos ciudades no albergaban significativos contingentes militares. Aproximadamente la mitad falleció de inmediato, el mismo día de los bombardeos. En su edición de hoy al dar cuenta del nuevo aniversario el New York Times comenta que las víctimas instantáneas murieron a causa de la excepcional intensidad de la explosión que redujo la ciudad a cenizas y literalmente vaporizó sus cuerpos, dejando apenas espectrales huellas y sombras en las pocas paredes que quedaron en pie. El resto fue falleciendo a lo largo del tiempo a causa de horribles quemaduras y los efectos de la radiación, que los condenó a una lenta y dolorosa agonía.
El recuento actual de las víctimas que murieron a causa de los dos bombardeos llegaba, en el año 2008, a poco más de 400.000 personas y es muy probable que la cifra aumente levemente en los próximos años. Hasta el día de hoy, los de Hiroshima y Nagasaki son los únicos ataques nucleares de la historia, pero la desorbitada proliferación de armamentos nucleares hace temer por una reiteración de tan trágica experiencia. De hecho, la flota naval estadounidense-israelí que se encuentra al acecho en el estrecho de Ormuz, dispuesta a atacar a Irán, dispone de un formidable arsenal atómico.
El Comandante Fidel Castro alertó sobre el riesgo de un holocausto nuclear y le advirtió al Presidente Barack Obama de que una vez que de la orden de atacar se pasaría el punto de no retorno y se desencadenaría un conflicto internacional de incalculables y lúgubres proyecciones. Por otra parte, existen fundadas sospechas de que las siete bases militares que Álvaro Uribe puso a disposición de Estados Unidos puedan también contar con armamento nuclear. Por algo hay una enconada resistencia a que una delegación de la Unasur pueda inspeccionar dichas bases.
No es exagerado afirmar que la historia del terrorismo de Estado comienza con la agresión nuclear estadounidense al Japón. Si de armas de destrucción masiva se trata Estados Unidos se lleva las palmas sin competidor a la vista, y su bombardeo a dos poblaciones indefensas constituye, sin dudas, en el más grave y salvaje atentado terrorista de la historia de la humanidad.
Lo anterior no obsta, sin embargo, para que sus sucesivos gobiernos se sientan con la autoridad moral como para acusar y condenar a muchos países –entre nosotros, Cuba y Venezuela- por “fomentar el terrorismo”; tampoco les plantea ningún dilema ético el hecho de dar abrigo dentro de sus fronteras a Luis Posada Carriles, terrorista probado y confeso y a muchos de sus compinches, mientras encierran en prisiones de máxima seguridad a los cinco héroes cubanos que luchaban contra el terrorismo y procuraban desbaratar sus siniestras maquinaciones.
La conmemoración realizada el día de hoy en Hiroshima contó con un ingrediente especial: ¡es la primera vez que un embajador de Estados Unidos participa en un evento de este tipo! ¡El criminal no da muestras de arrepentimiento y sí de soberbia y desprecio! Los representantes diplomáticos, funcionarios y autoridades estadounidenses tradicionalmente evitaron participar de la misma por temor a que su presencia pudiera re-encender el debate sobre el pedido de disculpas que Washington debería hacer por su monstruoso crimen, cosa que Estados Unidos jamás hizo.
Tampoco lo hizo con Vietnam, país cuyo territorio fue arrasado tras once años de bombardeos que costaron unos 3.000.000 de víctimas, en su inmensa mayoría civiles. Y tampoco lo hizo por minar los puertos de la Nicaragua sandinista en la década de los ochenta, o por el medio siglo de agresiones y sabotajes, con sus secuelas de muertos y heridos, descargado sobre Cuba. El imperialismo es así, y es inútil esperar que cambie.
Para justificar su brutal agresión Washington dice que el bombardeo atómico ahorró miles de vidas de soldados estadounidenses y japoneses que habrían muerto durante la inevitable invasión a Japón. Sin embargo, son muchos los que, mismo en Estados Unidos, argumentan que el haber arrojado la bomba atómica en alguna isla desierta del Pacífico habría surtido el mismo efecto disuasorio sobre el alto mando japonés y que, por lo tanto, decidir arrojarlas sobre Hiroshima y Nagasaki fue un acto de inhumana y gratuita crueldad.
Durante la ceremonia del día de hoy algunos manifestantes reclamaron que Estados Unidos pidiese perdón al Japón y retirara sus bases militares en Japón, reclamo al cual Washington presta oídos sordos. Conviene recordar una sentencia de Albert Einstein en relación con los peligros de una nueva conflagración nuclear: "Si la tercera Guerra Mundial se hace a golpes de bombas atómicas, los ejércitos de la Cuarta Guerra Mundial combatirán con mazos".
*Politólogo y Sociólogo argentino


domingo, 8 de agosto de 2010

La pobreza y la hipocresía de los poderosos

Por Jorge Muracciole Sociólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
http://tiempo.elargentino.com/notas/pobreza-y-hipocresia-de-los-poderosos

El discurso hipócrita de los representantes del neoliberalismo y las corporaciones sobre la pobreza es una nueva táctica discursiva de los perpetuadores del privilegio y la exclusión social, para arrebatar las históricas banderas de la emancipación.

Transitamos tiempos difíciles en el mundo contemporáneo. Se calcula que la mitad de los habitantes del planeta vive por debajo de la línea de pobreza. Recientemente, el Banco Mundial publicó una serie de datos sobre la pobreza en el mundo, que confirma esta hipótesis. Define como pobres a quienes viven con un ingreso inferior a un dólar al día. Con este criterio, se estima en 3 mil millones el número de pobres, lo que representa casi la mitad de la población mundial. Actualmente, cada cinco segundos un niño muere de hambre o por motivos relacionados con la falta de alimentos.

Se calculaba a fines de 2007 –antes de la última crisis económica–, según el informe del Banco Mundial, que 186 millones de adultos y 88 millones de jóvenes, entre 15 y 24 años, eran desempleados. Lo que no impedía que 184 millones de niños, entre 5 y 17 años, formaran parte del mercado laboral. Dicha proyección con posterioridad a la debacle financiera y sus consecuencias recesivas se han incrementado en más del 20%.

En paralelo, y a pesar de las crisis recurrentes, la globalización capitalista muestra, para los que estamos incluidos, el seductor espejismo de la sociedad de consumo. En una suerte de paraíso en cuotas, aumentamos nuestros gastos fijos porque, como nos ordena el imaginario imperante en los tiempos que corren, “siempre hay algo nuevo que comprar”. A pesar de que últimamente en el Viejo Continente y en el gran país del norte la crisis y la recesión irrumpieron en la vida cotidiana de multitud de asalariados, que hoy viven un presente de estancamiento y un horizonte imprevisible.

Mientras tanto, según el informe de la Cepal, que tomó estado público durante la última reunión del Mercosur en la provincia de San Juan la semana pasada, diez países de Latinoamérica tendrán un crecimiento que va del 5 al 7,6% en 2010, dándose un hecho inédito en 500 años de historia. Por primera vez, a pesar de la crisis global, estos países han disminuido entre el 10 y el 15% los índices de pobreza en la última década. Estos datos contrastan con las denuncias de la jerarquía eclesiástica y del máximo representante de la Sociedad Rural, en una suerte de ataque de sensibilidad social, que en los últimos tiempos se ha tornado en epidemia en las corporaciones empresariales. A diferencia de su silencio cómplice en las décadas de neoliberalismo salvaje y destrucción del aparato productivo, con sus perversas consecuencias de desocupación masiva y pauperización creciente, nunca se les escuchó una mínima denuncia o una declaración condenatoria.

Así de esquizofrénico es el pensamiento de los poderosos de siempre, expresado con claridad en el matutino conservador La Nación, el lunes 2 de agosto. En una nota central de su portada el diario de los Mitre ponderó la creación de una nueva villa en la Capital Federal, que recibió la denominación Villa Hollywood o Villa Cartón. La hipersensibilidad de este medio se dio un día después de titular en tapa −el domingo 1 de agosto en consonancia con su colega copropietario de Papel Prensa, el diario Clarín− lo más destacado del discurso del arriero ideológico de la oposición conservadora Hugo Biolcati. Esta particular forma de ponderar la realidad marcó agenda y tuvo rebote mediático, tanto en el periodismo radial como en los medios audiovisuales del autodenominado periodismo independiente. La veintena de precarios ranchos de cartón, a orillas de las vías del ferrocarril fue el foco de atención de la prensa opositora para reforzar el discurso del mandamás de la corporación agropecuaria. La dolorosa existencia de esa decenas de familias eclipsó a los más de 10 mil ciudadanos en situación de calle que también sufren las inclemencias del crudo invierno bajo los puentes, las autopistas o en algún espacio que pueda improvisadamente servirles de precario refugio, ante el desalojo compulsivo y la falta de recursos para alquilar una modesta habitación en una pensión a no menos de 900 pesos mensuales. Tampoco se dijo en los medios conservadores que la mayoría de la gente que decidió construir su guarida existencial en ese contexto emigró de su anterior zona de residencia (el tercer cordón del conurbano bonaerense), tras la eliminación del denominado tren blanco que les permitía día a día, trabajosamente, acercarse a las zonas de recolección de cartones y productos desechados por los vecinos de barrios de clase media acomodada. Tampoco se informó sobre los múltiples inconvenientes que tienen los recicladores para ingresar a la Capital −por las políticas xenófobas del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires−, ni se habló de los desocupados estructurales que, por necesidad, en largas jornadas se ocupan de reciclar lo que la sociedad de consumo tira. No sólo “invierten” gran parte de sus vidas, más allá del frío intenso o del calor extremo, en un trabajo necesario socialmente, pero degradado y mal visto por la mirada prejuiciosa del imaginario pacato de “la gente linda”, inmersa en la cultura del consumismo.

Desafortunadamente para la “utopía libremercadista”, profesada por corporaciones como la Sociedad Rural, ocurre que el capitalismo tiende a la concentración y centralización del capital. Esto constituye una ley económica, con tanta fuerza social como fuerza natural tiene la ley de la gravedad: podrán emitirse todas las normas jurídicas que se quieran, pero en el país y en el mundo capitalista seguirán formándose oligopolios y monopolios, y los existentes se acrecentarán y traerán consigo toda la secuela de males y problemas, entre ellos, los generadores de pobreza.

No es posible encontrar soluciones para erradicar la pobreza estructural, en tanto y en cuanto se recete a los países más capitalismo, entendiendo por esto liberar la competencia y considerar como norte de la sociedad la lógica de la acumulación privada de riquezas y el sálvese quien pueda en lo social. Lo que la Historia ha demostrado en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI es que ni en las etapas de mayor crecimiento económico se ha logrado extirpar la pobreza estructural. Hay quienes hoy se inclinan por establecer formas no capitalistas que permitan absorber la mano de obra excluida por el mercado capitalista de trabajo, y hacerlo mediante cooperativas de producción, servicios, educación, culturales o sanitarias en un sentido amplio. Esta idea ligada a la inversión social directa por parte de los Estados, en la consolidación de espacios por fuera de la lógica de la ganancia lisa y llana, permitiría transformar la trayectoria de vida de millones de pobres estructurales, que generación tras generación resuelven la sobrevivencia cotidiana con estrategias de las más diversas, en una suerte de círculo vicioso de marginación, superexplotación y degradación individual y colectiva. Lo cierto es que el discurso hipócrita de los representantes vernáculos del neoliberalismo y las corporaciones sobre la pobreza es una nueva táctica discursiva de los históricos perpetuadores del privilegio y la exclusión social, para arrebatar las históricas banderas de la emancipación.
Tan sólo un nuevo globo sonda de la gramática mediática, como la engañosa y desgastada teoría del derrame de la década de 1990.

viernes, 6 de agosto de 2010

Argentina: LA INFLACIÓN

Por Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) - http://www.revista2010.com.ar/noticia.php?id=60


Un informe para entender qué significa la inflación en nuestro país, cuáles son sus causas y cuáles deben ser las políticas antiinflacionarias.


En la Argentina cada vez que se menciona la palabra inflación se puede percibir en cada persona un aire de malestar y en algunos casos hasta de pánico. Y no es casual que esto sea así, porque hemos tenido muy malas experiencias anteriores con ella. Los dos casos más emblemáticos son el Rodrigazo de 1975 durante el gobierno de María Estela Martínez (Isabelita) en el cual se produjo una devaluación del 100% de la moneda, que generó una inflación con picos cercanos al 300 % en ese año. Luego, la hiperinflación de 1989 en la época de Alfonsín, que llegó al máximo de 1.923 %.

¿Pero qué es la inflación? La inflación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de todos los bienes y servicios existentes en una economía.

Económicamente hablando, la inflación en sí no es un mal indicador, sino que denota ciertos aspectos positivos siempre y cuando sea moderada y controlada en el tiempo. No podemos dejar de tener en cuenta que todo crecimiento económico genera un atisbo de inflación.  Pero así mismo, no es lo mismo tener una inflación de 7 u 8 % anual que de un 20%. Por eso, es muy importante que en los períodos de expansión económica el Estado promueva políticas antiinflacionaria que permita que no se descontrole la suba de precios.

A su vez, hay que tener en cuenta que, para la economía de un país, es siempre mejor la inflación que la deflación. Podríamos considerar que todas las grandes crisis mundiales se dieron en periodos deflacionarios, es decir, en momentos en los que había una caída generalizada en los precios.

Si profundizáramos aún más, la deflación denota una caída en la demanda y genera que los empresarios no puedan vender y por ende lleve a una crisis en la generación de empleo, logrando así una disminución en los precios conjuntamente con un alza en el nivel de desempleo.

El problema que trae aparejado la deflación es que disminuyen los precios de los productos pero la gente no puede comprar más mercancías debido a que no tienen trabajo. Sin ir más lejos, en el 2001 hacia el final del gobierno de De la Rúa se produjeron signos deflacionarios, que desembocaron luego en la peor crisis de nuestra historia.

Por otro lado, cuando desde el Estado se busca realizar políticas antiinflacionarias y que las mismas produzcan los  resultados deseados, es necesario tener bien en claro las causas que están produciendo la inflación. Ya que es un fenómeno que no tiene sólo una causa sino que se puede darse en varias circunstancias.

Vale aclarar que en la actualidad no existe una única teoría completa y bien constituida sobre la formación de los precios. Esto se debe en parte a que las decisiones sobre la fijación de precios no dependen exclusivamente de variables verificables con la observación, sino además de las conducta de los individuos y de las expectativas o conjeturas que cada uno de estos se haga sobre los demás. Describir sistemáticamente el proceso de fijación de precios, cuando la formación de expectativas tiene inconsistencias que también varían con la inflación, es una tarea reflexiva sumamente dificultosa.


La visión neoliberal de la inflación

El pensamiento neoliberal preponderante durante las décadas del 70’ y 90’ encuentran dos causas centrales a la inflación. La primer causa es el aumento de la demanda y la otra, la suba de salarios. Enfriar la economía y frenar la suba en las remuneraciones de los trabajadores es la política sugerida por estos economistas ortodoxos para detener la inflación. Es decir, que lo que tratan de decirnos es que, para poder observar una reducción en la suba de los precios se tiene que producir al mismo tiempo una disminución del gasto público y un congelamiento de los salarios que permite a su vez contener a la demanda.

Aunque en principio no lo parezca, esta no es una medida eficiente. En otras palabras, el remedio es peor que la enfermedad. La consecuencia sin retorno de estas medidas recomendadas por los economistas neoliberales es el incremento del nivel de pobreza e indigencia. El aumento de la desocupación sumado al congelamiento de las remuneraciones así lo explica.

La política anti-inflacionaria impuesta por el  neoliberalismo, consecuencia de su modo de ver a la inflación no carece de sentido sino que resulta funcional a los intereses a los que responde
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Por un lado, a los intereses de las empresas que destinan la mayor parte de su producción a los sectores de mayor poder adquisitivo, sea en el mercado interno o en el externo, es decir que sus ganancias no provienen de los sectores populares. En el caso de aplicar la medida correspondiente al congelamiento de los salarios les provoca un achatamiento en su nivel de costos, respecto a su nivel de ingresos en un escenario inflacionario, generando de esta manera un incremento en el margen de sus ganancias.

Por otro lado, una disminución de la demanda en el mercado interno hará que los propietarios de las tierras puedan mantener mayores niveles de stocks de mercaderías, es decir mayores saldos exportables, y bien sabido es que con esta operatoria podrán incrementar sus rentas al enviar sus stock productivos al exterior mediante las exportaciones, beneficiándose así del tipo de cambio y los precios internacionales.

El aumento de la desigualdad social será la consecuencia más trascendental de la política antiinflacionaria neoliberal. Dado que el incremento del desempleo, la pobreza y la indigencia golpearán al país a la vez que aumentaran las ganancias de las empresas en los mercados concentrados y la renta de los terratenientes.


Las causas estructurales de la inflación

Las causas centrales de la inflación en la Argentina actual, a contraposición a lo argumentado por los economistas ortodoxos, proviene de una serie de problemas estructurales con impactos en el  largo plazo y en el corto plazo como reflejo del aumento en el nivel general de precios.

Entre los problemas más importantes están:

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El proceso de sojización del campo: por la mayor rentabilidad que hoy en día tiene la soja, ha llevado a que suba notablemente el crecimiento de este cultivo en los últimos años. Esto esta generando la reducción en la explotación de los campos destinados a la producción del trigo, maíz, leche y a la ganadería. A su vez, genera que se produzca menor cantidad de productos que recaen en el consumo interno, es decir, en la mesa de todos los argentinos, para producir soja cuya mayor producción esta destinada a la exportación (95% de la producción). Siguiendo la ley de la oferta y la demanda: a menor oferta de los bienes primarios que se consumen en el mercado interno, mayores precios de los alimentos que conforman la canasta básica de los sectores populares.

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La suba de los precios internacionales sobre los comodities alimenticios: el aumento de la demanda internacional de los últimos años en el sector alimenticio ha generado un gran crecimiento de los  precios internacionales de dichos productos. Este incremento provoca una salida exportadora de dichos productos provocando nuevamente una disminución de la oferta interna y un aumento de los precios en el mercado nacional. De esta manera, se importa la inflación del mercado internacional al mercado nacional.

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Concentración económica: el mercado nacional, al encontrarse fuertemente concentrado, genera que mercados claves y estratégicos sean controlados por un grupo de empresarios con la capacidad de formación de precios.

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Puja distributiva: luego de los aumentos salariales conseguidos por los trabajadores en las paritarias junto a la asignación universal por hijo y los aumentos jubilatorios las grandes empresas aumentan los precios para poder mantener sus márgenes de ganancias y sostener la distribución del ingreso actual. O bien, las empresas realizan ajustes a futuro sobre el nivel estipulado de incrementos salariales en las futuras paritarias buscando anticiparse a la reducción de sus márgenes de beneficios futuros, por el incremento en el costo de la mano de obra.

Estos motivos anteriormente descriptos, nos remiten a la necesidad de focalizar las políticas inflacionarias sobre los siguientes puntos:

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Mayor intervención del Estado en la economía con los fines de desmembrar los oligopolios y monopolios formadores de precios, en defensa de los trabajadores.

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Mantener las retenciones a los productos agropecuarios para desacoplar los precios internos de los internacionales. En efecto, las retenciones permiten que no le sea tan rentable a los exportadores vender al extranjero, por lo tanto permite abastecer al mercado interno y contener de esta  forma la suba de precios.

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Continuar con la política de subsidios para el sector primario respecto a la producción de aquellos alimentos que son los que consumen los argentinos, y  que en la actualidad no son tan rentables como la soja. Específicamente focalizado en los pequeños agricultores, para estimular la competencia y desarticular la concentración económica que posee el sector agroexportador latifundista, dinamizándose así las economías regionales de las provincias. De esta manera, aumentar la rentabilidad de los productos que mas consumen los argentinos para  reducir el proceso de sojización experimentado por el campo argentino en estos últimos años.

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El Estado tiene que mantener y profundizar la política de precios máximos para así no permitir que los incrementos de las remuneraciones sean trasladados automáticamente a precios.

Contemplando estos aspectos, Argentina podrá continuar la senda del crecimiento económico, incrementando la generación de empleo y por sobretodo, conteniendo la inflación, motivo que permitirá defender el salario real de los trabajadores y por consecuencia continuar la política redistributiva que el gobierno nacional impulsa desde sus inicios en el 2003.

jueves, 5 de agosto de 2010

Sueños de la Patria Grande

Por Carla Wainsztok* http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5638
/A los estudiantes que iluminan y alegran nuestras aulas, a los estudiantes de Nuestra América// 


Anoche tuve un sueño, golpearon a mi puerta no lo podía creer era Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, me dijo - afuera llueve y hace mucho frío-, le dije - claro pasa o pase - no lo recuerdo bien. Usaba un traje raído, un lazo en el cuello y sus anteojos sobre la frente. Cuenta la leyenda que cuando Don Simón no leía o escribía solía usar sus anteojos en la frente. Estaba preocupado porque en la Ciudad de Buenos Aires había encontrado muchas familias durmiendo en la calle y pensar que yo quería incluir y formar en las Escuelas de la Patria a los cholitas y las cholitas que ruedan en la calle y me dijo - en los niños pobres está la Patria -.


En ese momento volvieron a tocarla puerta era Paulo Freire, le dije: - maestro quiere unos mates -, me respondió - tudo bem con los matecinhos pero vocé ¿no tem caipirinha?- revisé y encontré pero le consulté - ¿qué hace por aquí un pedagogo como usted?- me miro y me respondió - estuve leyendo y quise ver con mis propios ojos las nuevas experiencias pedagógicas que hoy recorren Nossa América-. 

Si le dije yo:- hay nuevas sensibilidades sociológicas y pedagógicas que se suman a sus “viejos discípulos” del MST, está el Mocase, el Mocafor, los bachilleratos populares, la inclusión de la educación descolonizadora en las constituciones de Bolivia y Ecuador, el Instituto de Formación Docente Jauretche e, incluso le dije algo de una tal Cátedra Libre Paulo Freire, que la armaron unos cumpas de un sindicato docente que entre sus propósitos cuenta con incluir su perspectiva en las aulas. Hacer de las aulas toda una pedagogía de los/las oprimidos/as, llenas de esperanza y autonomía-.

Nos sentamos con los dos maestros y vemos asomarse a José Martí, me dice. - oye chica puedo entrar, claro le dije yo estamos hablando de la pedagogía de Nuestra América y me sonríe por lo de Nuestra América, pensar que a ese texto lo escribí en 1891 y recién comenzó a circular alrededor de los años 20, en él decía que no existe la falsa dicotomía entre civilización y barbarie ¿les suena? y que era preferible conocer Nuestra Grecia que la Grecia de los arcontes, además siempre creí que es necesario sembrar escuelas-, - beleza- dice Freire, - yo también creo que cuando ellos dicen civilización y progreso dicen colonialismo sostuvo- Rodríguez. -Y les cuento que para mi existen tres tipos de colonialismo, la cultomanía, la traficomaía y la colonmanía si hasta nos quieren traer maestros de Europa o Estados Unidos ¿a quién se le puede ocurrir? Saben cual es el resultado de la importación de maestros, que nuestros niños no tengan ni siquiera ganas de preguntar nada-.

En ese momento escuchamos ruidos era Mariátegui, el Amauta, -escuché colonización y no pude resistirme a entrar, a mi lo que más me preocupa es la colonización mental, yo estuve luchando allí en mi Perú por la Reforma Universitaria-, -¿quiere unos mates José Carlos?-
- la verdad que tengo un hambre infinito allá no se come muy bien-, -¿allá dónde? quise saber y aunque no alcance a escuchar su respuesta le preparé ají de gallina.

En ese momento ingresa a la cocina Saúl Taborda, - yo también participé en la Reforma Universitaria pero en la Argentina, en Córdoba pero siempre dije que si la Reforma no integraba a la primaria y a la secundaria no tendría salida y así fue lamentablemente en Argentina la Reforma Universitaria fue perdiendo su sentido original y es que lo que no quiso verse es que nuestro Estado era un Estado de importación-, y Mariátegui agregó - mi tarea era peruanizar el Perú y respecto a los maestros, yo tengo mucha fe en ellos porque los mismos salen de la misma fila, de la misma clase social que sus estudiantes, en cambio los profesores universitarios que va.-

Ni bien terminó de decir estas palabras que Jauretche se asomó a la charla. Si bien es cierto que saludo a cada uno de los presentes, se abrazo a Taborda de una manera especial, es que no se veían desde hacía mucho tiempo en Unquillo, Córdoba.

Don Arturo, le dijo yo -¿sabe que a los y las estudiantes de sociología les encanta el Manual de Zonceras, el poema Paso de los Libres y ni que hablar de Los Profetas del Odio? eso si le comenté hay que tener mucho cuidado de los sociólogos de Medio Pelo que abundan. Parecen los viudos de Germani y Portantiero.-

Jauretche nos dijo: - que el Manual de Zonceras era la continuidad de la Colonización Pedagógica, que al principio había escrito Los Profetas del Odio y luego incluyó La Yapa, la colonización pedagógica-.

Les comenté a Jauretche y Freire, que tenían muchos puntos en común que tendríamos que organizar una jornada, una conferencia o, una clase y que se podría llamar En busca de una pedagogía latinoamericana, pero que en verdad todos los presentes me honraban porque ellos eran los eslabones de la gran cadena del pensamiento y de la pedagogía latinoamericana.

Volvieron a golpear la puerta, miré a todos los presentes, no imaginé quien podía faltar, aunque no había que ser muy perspicaz para descubrir que no había otras mujeres en la reunión, pero me equivoqué no era Ana Lorenzo, era León Tolstoi, tenía mucho frío y nos dijo:- yo no nací por estos lares ¿pero puedo participar?- yo le dije:- que como en su cuento Pobres gentes, siempre había lugar para uno más. Además habíamos leído su propuesta educativa-.

Jauretche frunció el ceño, y le contesto: - para ser un pensador de la Patria Grande no alcanza con haber nacido aquí, que no es un problema geográfico, sino que se trata de mirar desde aquí, partir desde un universal situado y luego llegar a conocer la humanidad. Pero que cuando los europeos o los yankees dicen universal dicen nosotros los europeos o los norteamericanos-.

Bravo dijo Martí:- el tronco ha de ser Nuestra América, pero nadie sería capaz de negarse al arte, la filosofía, la literatura de otras latitudes, de hecho soy hijo de Canarias y de Valencias-.

Y humildemente agrego:- si los invito a ver mi clase de Filosofía no lo van a poder creer. Les pido a los estudiantes en la clase introductoria que me nombren filósofos y me suelen nombrar un equipo de fútbol europeo, Aristóteles al arco, en la defensa Platón. Hume y Kant, en el centro Descartes, Hobbes, Hegel, y adelante Marx, Foucault, Nietszche y Derrida. Ahora a nadie se le ocurre que existe la filosofía latinoamericana, ni la filosofía africana, ni que hablar de hacer el mismo ejercicio en la materia Pedagogía.

Proseguí yo tengo sueño, y eso me sonó extraño, mi sueño es construir un profesorado latinoamericano, donde se enseñen las historias de Nuestra América, la filosofía latinoamericana, la sociología de la Patria Grande y la pedagogía de Indoamérica, los nombres no importan, lo que si importa es que las primeras materias deberían comenzar desde nosotros, desde nuestros relatos, nuestros saberes y luego integrar los llamados conocimientos universales.

Paulo Freire, nos dijo:- y si nos reunimos prontito para discutir esto del profesorado latinoamericano, nada más importante que formar a los docentes, por eso acepté en su momento ser Secretario de Educación del Estado de San Pablo- y si dice Rodríguez:- las Escuelas de la Patria deben ser refundadas, el tiempo es el lugar de la acción-

.Taborda nos mira y pregunta: - ¿de dónde han de salir los nuevos docentes sino de la dialéctica entre tradición y revolución?- Los demás asienten y yo les cuento de Internet, de los mails y las nuevas formas de comunicarnos. Quedamos en escribirnos.

A la mañana siguiente no tenía muy claro que había sucedido sólo que en la mesa de mi cocina había unos anteojos que no eran los míos.

(*)Profesora de la materia Teoría Social Latinoamericana (UBA) 

martes, 3 de agosto de 2010

Argentina: El debate es por la hegemonía del poder económico

Julio C. Gambina - http://alainet.org/active/39911
El contrapunto político de estas horas parece revivir las discusiones del 2008 en torno a las políticas económicas necesarias. Lo que está en discusión es el modelo económico del país, es decir, ¿qué se produce y para quién? Ello supone definir también la distribución del ingreso nacional. No existe la posibilidad de una distribución equitativa del ingreso si no se modifica el modelo productivo. Es un debate que trasciende a la Argentina, que empieza a sustanciarse en la región latinoamericana y caribeña e incluso en el mundo producto de la crisis del capitalismo.


Un ejemplo de lo dicho es la inauguración de la muestra agropecuaria de Palermo. Resulta notorio verificar que el sector hegemónico de las centrales empresariales del sector agropecuario, agrupadas en la Mesa de Enlace, reiteran en la coyuntura su demanda por eliminar las retenciones a las exportaciones (20.724 millones de pesos al 30 de junio, unos 5.000 millones de dólares para medio año)[1], al tiempo que reivindican su papel histórico y presente en la dirección política de la sociedad.

El momento es considerado propicio por los datos de evolución de la economía. Es un momento para la ofensiva. 

El pronóstico de CEPAL[2] señala para Argentina un crecimiento del orden del 6,8% para el 2010. Sin embargo, las expectativas, no solo en el gobierno, están por encima de ese guarismo, especialmente en el sector agropecuario, que deja en el pasado la sequía y la caída de los precios internacionales, fenómenos que afectaron la rentabilidad del 2009.

El presente año viene con perspectivas de crecimiento de la renta y los principales propietarios de tierra no quieren resignar un nuevo ciclo de auge de ganancias y de posibilidades de acumulación, que son las que en definitiva definen el proceso de dominación económica, política e ideológica de la sociedad capitalista. 

Especialmente para la Sociedad Ruralestá puesto el desafío en la disputa por la hegemonía de la clase dominante en la Argentina.

Recuperar el modelo de dominación del “centenario”

Por eso, en el discurso de Hugo Biolcati[3], Presidente de la Sociedad Rural en la inauguración de la muestra de Palermo se recupera la memoria del “centenario” (1910). Sin duda el momento más claro de hegemonía de la oligarquía terrateniente y ganadera, asociada al poder con frigoríficos, ferrocarriles y bancos, mayoritariamente de propiedad externa, principalmente ingleses.

Convengamos, que ese recuerdo es recuperado por la renovada existencia de una base material que sustenta el modelo productivo actual, surgido de políticas económicas cuyo origen remiten a la década del 90 y que no han sido modificadas. Desde la aprobación de la producción transgénica en 1996, tiempos de Felipe Solá (Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca), Domingo Cavallo (Ministerio de Economía) y Carlos Menem (Presidencia de la Nación), irrumpió la “revolución sojera” (expansión de la frontera productiva, de 6 millones a 17 millones de hectáreas) que afecta la diversidad productiva y especialmente a la agricultura familiar.

No solo es cuestión de soja, porque también en aquellos tiempos se aprobó el tratado minero entre nuestro país y Chile para explotar la cordillera. El país se está transformando en un gran receptor de inversión externa en alimentación y minería, afectando la tierra y el medio ambiente,  contribuyendo a depredar recursos naturales.

El privilegio a la producción agraria transgénica, especialmente de soja, viene acompañado de la mega minería a cielo abierto. Tanto el agro como la minería necesitan del paquete tecnológico en manos del capital externo, surgiendo así una alianza estratégica para la dominación. El modelo productivo vigente en la Argentina encuentra asociado en la cúpula del poder al capital más concentrado de origen local y externo.

La cúpula del poder es un lugar que las centrales empresariales del campo le disputan a otros sectores que supieron ganar terrenos en otros momentos. Es el caso del sector industrial en periodo de sustitución de importaciones (periodo especialmente criticado por el titular de la SRA, dando origen al “rumbo perdido”); o el bancario especulativo en momentos de liberalización financiera. La convertibilidad permitió una cierta hegemonía, modificada luego de la crisis del 2001 y la salida del régimen convertible. El gran crecimiento de la economía entre 2003 y 2007 disimuló las diferencias, las que volvieron a aparecer como disputa del ingreso con el retorno de la inflación.

Pensar la alternativa

Queda claro el sujeto social y económico de la dominación, sus disputas y su modelo productivo. En razón de ello, estamos convencidos que no alcanza con críticas éticas, que apelen a la generosidad de los poderosos para una distribución paliativa del ingreso. No alcanza con políticas compensatorias favorecidas por el superávit fiscal primario. Se necesita, por el contrario, la constitución de sujetos colectivos organizados que sustenten otro modelo productivo, otro modelo económico para otro país, con una ecuación de distribución del ingreso que satisfaga necesidades sociales mayoritarias insatisfechas.
Pero insistamos, eso supone cambios profundos en la orientación de la política económica. No alcanza con parches de una política social compensatoria. Lo sustancial son los cambios en el orden de las relaciones sociales de producción. Ese es el debate pendiente, y esencialmente, el desafío a construir si se piensa en perspectiva emancipatoria.

Buenos Aires, 1 de agosto de 2001

Julio C. Gambina es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. www.juliogambina.blogspot.com


[1] Información al 1-08-2010 en www.afip.gov.ar

[2] Estudio económico de América Latina y el Caribe 2009-2010. Sitio de CEPAL en internet.

[3] Discurso completo en versión on line del Diario La Nación del 1 de agosto de 2010.