sábado, 20 de noviembre de 2010

Ganancias y evasión

Por Alfredo Zaiat - http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-157221-2010-11-20.html

Uno de los caminos predilectos del discurso dominante para preservar sus privilegios es destacar la necesidad del diálogo y el consenso. Recomienda entonces la tolerancia y la convivencia democrática. Como ejercen y son el poder se trata de una relación asimétrica que busca adormecer el conflicto que puede afectar sus intereses. La idea de tolerancia para el establishment debilita las diferencias discursivas y enmascara las desigualdades. 
Cuanto más fragmentado se presenta el cuadro político y social, más resuena esa palabra, porque así el poderoso retiene su espacio de control, logrando la aceptación del sometido en aras del objetivo de la tolerancia. 
Esta es una exigencia, una imposición del ganador sobre el perdedor. Diálogo, consenso y tolerancia integran el glosario previsible de las entidades empresarias, reiterado en varios comunicados a lo largo de los últimos años. 
Se volvió a exponer en la reunión anual de la Unión Industrial Argentina que culminó ayer. En esta oportunidad, esa convocatoria a la convivencia quedó descolocada ante el desprecio expuesto por las principales cámaras empresarias para el intercambio de opiniones en la Comisión de Legislación Laboral de Diputados sobre el proyecto de distribución de utilidades entre los trabajadores. Ese desaire dejó en evidencia el sentido de esas palabras fetiche para el establishment. El consenso sólo sirve si es para aprobar iniciativas que resguardan sus beneficios. Cualquier alternativa es conflicto, autoritarismo, que no merece considerarse.
El comando en jefe de las agrupaciones corporativas denominado G-6 coordinó el faltazo a la sesión de esa comisión, postergada por quince días por un pedido de la UIA. Esa decisión expresa el doble estándar del discurso empresario. También la complejidad que emerge cuando se plantean iniciativas que apuntan a mejorar la distribución del ingreso. Desde el estallido del conflicto por la resolución que fijaba derechos de exportación móviles a cuatro cultivos clave, el debate sobre el reparto de la riqueza adquirió mayor presencia en el espacio público. Esa intensidad se reflejó en que hasta grupos políticos y mediáticos conservadores incluyeron ese tema en sus declaraciones. Cuando llega el momento de discutirlo termina revelándose si era por convicción o por simple especulación, pretendiendo ganar el espacio público con la meta de neutralizarlo. Esto último ha quedado al descubierto en más de una ocasión en los últimos dos años:
- La extraordinaria movilización para derrotar la resolución 125 de retenciones móviles que, además del efecto fiscal, cambiario y sectorial, redistribuía ingresos.
- La resistencia a aumentar salarios por encima del IPC en paritarias, negociación que avanza mejorando las condiciones materiales de los trabajadores por la recuperación del poder sindical y la intervención del Estado a través del Ministerio de Trabajo a favor de la contraparte más débil.
- La reacción crítica al proyecto para limitar la estrategia de tercerización de tareas, modalidad que permite a las empresas bajar costos definiendo condiciones precarias de empleo y de salarios diferenciales a la baja.
- El alza de precios, que erosiona el poder adquisitivo. De ese modo, compañías con posición dominante pueden mantener y hasta aumentar sus ya importantes tasas de ganancias. En el debate actual sobre la inflación es significativa la debilidad conceptual de gran parte de los economistas para abordar la puja distributiva. La mayoría no la considera relevante en sus análisis, y cuando lo hace es para desestimarla. Eso mismo se observa en la red de blogs de economía. Esa ausencia expone en forma destemplada la peculiar formación académica que desprecia los rasgos estructurales de la economía para explicar determinados fenómenos, como las tensiones de precios.
- El boicot al proyecto de repartir utilidades entre trabajadores
La distribución progresiva del ingreso no se logra con una única medida, mágica, ordenadora de las fuerzas sociales. Es una pugna constante que se traduce en diversos conflictos, situación bastante alejada del concepto de tolerancia prevaleciente en el sentido común. El reparto de utilidades sería un avance, aunque sea sólo para los trabajadores registrados. Si bien aún persiste un elevado empleo en negro del 35 por ciento de la fuerza laboral y un tasa de des y subocupación total del 15 por ciento de la población económicamente activa, esa iniciativa genera un relevante marco institucional en el mercado de trabajo. A medida que sigan mejorando las condiciones laborales al incorporarse trabajadores al mercado y a la formalidad, ese proceso se concretaría desde un piso más sólido de derechos para consolidar una distribución progresiva del ingreso. Guillermo Wierzba lo explicó en un reciente artículo publicado en el suplemento económico de Página/12, Cash, el 24 de octubre pasado: la distribución de utilidades se “la reconoce como un derecho, siendo el trabajo fuente de la riqueza y garantizando la equidad entre la remuneración de los asalariados y los bienes producidos. El objetivo es reducir las brechas entre el sueldo percibido por el trabajador y la riqueza generada por el mismo. Sintéticamente: resulta un instrumento de redistribución de la riqueza”.
La resistencia empresaria no se origina solamente para preservar sus abultadas ganancias. Existen variados antecedentes internacionales de planes de distribución de utilidades. También en el Cash, en la edición del domingo pasado, se informó de un documento de la OCDE que señala que en 79 países rige algún tipo de legislación acerca del reparto de utilidades con los trabajadores. Entre ellos, Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Francia, Alemania, Canadá, Brasil y Chile. Existen varios tipos de regímenes: obligatorios, voluntarios con estímulos fiscales; pagaderos en efectivo o en acciones de la empresa; con distribuciones anuales, semestrales o mensuales. Y en muchos casos con diferencias por sector productivo. Ese estudio de la OCDE precisa que la mayor parte de las empresas que otorgan este beneficio recuperan el dinero repartido mediante fuertes aumentos de la productividad, como resultado del incentivo que reciben los trabajadores.
La férrea oposición del establishment, que derivó en la ausencia deliberada del G-6 de una convocatoria realizada en un ámbito de la democracia, plantea entonces otra cuestión a la vinculada con repartir ganancias. Esa iniciativa las obligaría a exhibir sus balances con el riesgo de que se descubra la colaboración del contador en la materia dibujo. El economista Jorge Gaggero explica que un motivo básico para entender esa oposición se encuentra en la elevada evasión en el pago del Impuesto a las Ganancias por parte de las empresas. El especialista hace referencia al estudio de los economistas Juan Carlos Gómez Sabaini y Darío Rossignolo, asesores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que revela que en Argentina la tasa de evasión del Impuesto a las Ganancias alcanza el 49,7 por ciento. “Por cada peso que pagan, evaden uno”, reafirmó Gaggero, quien señaló que si los trabajadores participaran de las ganancias de las empresas revisarían los balances para determinar el beneficio, y así evitarían que se alteren los resultados reales. “Los trabajadores serían socios del fisco en el control de la evasión. Esto es una de las derivaciones económicas más relevante de ese proyecto”, asegura. Gaggero sostiene que esa revisión de los trabajadores es muy importante porque el monto involucrado (la evasión de Ganancias) es mucho más elevado que lo que tienen que ceder a los trabajadores. Por eso presentan tan firme batalla. No tanto por repartir una suma extra a sus empleados, sino porque estarían compelidos a exteriorizar un balance sin una planificación fiscal nociva.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Los públicos desinformados y sumisos

Alberto Maldonado S.* - http://www.surysur.net/?q=node/15134

Desde hace décadas, los académicos de la Universidad de Sonoma (California) vienen publicando, anualmente El Proyecto Censurado, un registro de los asuntos significativos (muy significativos, muchos de ellos) que la gran prensa norteamericana (impresa, radial, televisiva, digital) no difunde para los y las perceptores/as USA. ¿Resultado? Que el gran público estadounidense ni siquiera se entera de muchos sucesos internos y externos.

En otras palabras: el público USA, a pesar de contar con tecnología de punta en materia comunicacional, es, sin embargo, un una opinión desinfornada.

Cada año, la publicación en referencia registra por lo menos 25 noticias de interés mundial que no llegaron a sus perceptores en la tierra que, desde hace décadas, se precia de ser muy democrática y muy respetuosa de la libertad de expresión. Por ejemplo, no se le informó debidamente las razones esgrimidas por el militarismo imperial y por el Presidente Bush para la agresión bestial y genocida contra Irak. Para el norteamericano medio, esa fue una “guerra” patriótica que los soldados USA “debían” cumplir contra el supuesto agresor de las torres gemelas; y que se proponía, además, destruir EE.UU. con unos misteriosos artefactos de “destrucción masiva”.

Todo el mundo sabe (menos los norteamericanos) que “el malvado” Hussein jamás tuvo nada que ver ni con los talibanes ni, peor, con el ataque a las torres gemelas; y que tampoco las fuerzas invasoras encontraron por lo menos algo que se parezca a las armas de destrucción masiva, tan manoseadas por Bush y Cia. (Blair, Aznar). Nunca el público norteamericano fue informado por los “líderes de la libertad de expresión” que, en cerca de ocho años de invasión-ocupación,  fueron asesinados más de un millón de civiles iraquíes (entre mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas, etc.) y que los invasores sufrieron bajas por cerca de  5.000 soldados.

Tampoco el público USA fue informado que gran parte de las tropas invasoras (que fueron armadas y equipadas con lo último del armamentismo imperial) fueron mercenarios contratados por el imperio en plazas del tercer mundo (América Latina) para que vayan a “salvar a los Estados Unidos” del peligro de las armas de destrucción masiva, a pesar de que ese fue un cuento (una mentira) que el imperio y los imperitos echaron a rodar, para justificar su invasión.

Y que la famosa “guerra” le va costando a USA, cerca de 700.000 millones de dólares. Si nosotros advertimos que el presupuesto nacional del Ecuador, previsto para el 2011, es algo más de 24 mil millones de dólares, entonces podremos hacer un cálculo muy aproximado de cuánto le cuesta al contribuyente norteamericano una agresión genocida,  de la que el señor Bush reconoce que no tenía información confiable; pero que, de todas maneras, “tenía que ordenar” semejante acción.

Es tal la desinformación que reina en el país de la “democracia y la libertad” que el mismo Proyecto Censurado se ha visto en la necesidad de aumentar a 50 o más el número de casos concretos sobre los cuales la gran prensa USA o no informa o informa muy poco y mal.

Por ejemplo, para la opinión pública norteamericana, Hugo Chávez Frías es un “dictador” de Venezuela que anda pregonando un “socialismo siglo 21” a pesar de que este líder y su partido han ganado 10 elecciones, en el más puro sistema de la democracia representativa. En cambio, la gran prensa USA no dijo nada cuando se dio el fraude más escandaloso (especialmente en La Florida) en la primera elección del señor George Bush hijo.. Tampoco cuestionaron su elección a pesar de que este señor fue elegido nada menos que Presidente de la primera y más descomunal potencia, con apenas un 22. % de los votos posibles.

Por supuesto, la desprestigiada SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) jamás ha dicho nada respecto de esta forma de negarle a todo un país el derecho elemental a una información oportuna y veraz. Y eso que los medios sipianos norteamericanos tienen amplísima mayoría en sus asambleas interanuales. Para ellos, los únicos que cometen “crímenes” contra la libertad de expresión o por lo menos “son un riesgo”, son los países del tercer mundo, en especial los de América Latina; y muy especialmente los que pintan progresistas.

Y no hay que olvidar tampoco que la gran prensa USA (escrita, televisiva, radial y digital) está regida por 10 grandes trust que, en Estados Unidos y buena parte del mundo, han impuesto una línea matriz que se orienta a esa ignorancia. Los grandes medios latinoamericanos (excepto Cuba, algo Venezuela, Bolivia) siguen por el mismo camino. Por algo, Pérez Esquivel (el nobel de la paz argentino) escribió hace muy poco un ensayo sobre “la información contaminada”

La sociedad sumisa

A esta situación hay que agregar otra: desde hace rato, la orientación mediática en nuestros países es hacia lo que un escritor español lo calificó de la “sociedad sumisa” ¿Qué buscan los medios, con su discurso mediático, con sus titulares escandalosos, con su programación basura, con sus “reality shows” y sus programas radiales obscenos y escandalosos? Pues, eso, una sociedad sumisa.

En forma persistente, todos los días, a toda hora, nos repiten que la democracia está en peligro, que la libertad de expresión está en peligro, que Chávez (Hugo) es un dictador, que el socialismo es un sistema trasnochado y fracasado, que hay que ir a la flexibilización laboral, que Evo Morales ha dictado una ley contra la libertad de expresión, que la “ley de medios” (de comunicación) que tramita la Asamblea Nacional es ya (antes de ser ley) un atentado contra la libertad y la democracia; y un largo y sostenido etcétera.

La sociedad sumisa piensa y acepta que “así debe ser” y, si no tiene algún tipo de mensaje que por lo menos le diga que tales afirmaciones no son así, pues tiende a aceptar el discurso mediático, en toda su dimensión.
No vayamos fuera de los linderos patrios para precisar un ejemplo de lo que busca la gran prensa sipiana. Para muchos –y de acuerdo a una y mil evidencias- el jueves 30 de septiembre del 2010 (que ha quedado reducido a un simple 30-S) comenzó como un golpe de estado perfectamente coordinado entre distintos actores, a nivel nacional. Pero, el objetivo final del complot policial, militar, mediático, político, en la medida en que los actores políticos fueron “haciendo mutis por el foro” fue diluyéndose hasta que dejaron a los policías sueltos, a su suerte.

Sin embargo, desde ese mismo día, determinados sectores de oposición y los principales medios sipianos del país y del exterior, comenzaron a sostener que se había tratado de una rebelión policial, que el Presidente había cometido “una imprudencia” por haber ido a la “boca del lobo” a desafiar a los alzados en armas. Como si hubiesen previsto un “Plan B” si les fallaba el Plan A, desde la oposición y, muy especialmente en los medios sipianos y algunos asambleistas, comenzaron a hablar de una amnistía general para todos los sublevados; que lo sucedido el 30-S no había sido un golpe de estado sino un reclamo gremial de los policías, que el impertinente había sido el Presidente Correa y que “todos respetaban” la democracia y el orden constituido.

Y si bien existe un amplio margen nacional de condena a este 30-S como un acto bochornoso y de intento de golpe de estado y de magnicidio (asesinato del Presidente) no es menos verdad que hay mucha gente (de buena y de mala fe) que cree que en realidad Correa exageró al irse al cuartel sublevado, que nadie atentó contra su vida, que el pobrecito coronel que las oficiaba de director del hospital es “una víctima” de la rabia oficial; y que lo único que hubo fue una reclamo gremial de los policías. Nos quieren hacer creer que lo que vimos y oímos los y las ecuatorianas, ese día, hasta avanzada la noche, en vivo y en directo, ha sido “pura ciencia ficción” como una de esas seriales policiales a los que nos tiene acostumbrados el cine y el video casero, precisamente de Estados Unidos.

Hasta hace un par de décadas, se oía con bastante frecuencia, inclusive a personas que se las suponía críticas y desconfiadas, afirmar tal o cual cosa “porque El Comercio lo dice” Después, el auto de fe pasó a la televisión: Yo he visto en tal canal tal cosa ”y por lo tanto debe ser verdadera”. Y esa confiabilidad fue suficiente para que en este medio comunicacional (la tv.) se llegue a afirmar que “si no está en la televisión no existe”

Pero, los tiempos cambian y cambian las opiniones. Seguramente, no  pocos perceptores se han dado cuenta que los medios masivos de comunicación utilizan mucho sus espacios para mentir, distorsionar, manipular, no solamente la opinión sino la información que se la suponía objetiva, veraz y oportuna. Pero, en estos tiempos, la gran prensa sipiana ha tomado la vanguardia del sistema neoliberal y está dispuesta a jugarse su presente y su futuro en esta guerra.

Solo que los pueblos también evolucionan, pierden miedos, se dan cuenta de muchas falacias que quieren meterle como si fueran verdades bíblicas. Y estas, ni tan siquiera para el Papa son absolutas. Hace rato que el Papa renunció a ser infalible. Y los medios sipianos van perdiendo terreno en este asunto que se llama credibilidad.
Insisto: frente a tales arremetidas, lo único que se impone es respuestas; y respuestas que no dejen lugar a la duda. 

En Ecuador, algo de esto está sucediendo en lo que se ha dado en llamar la “prensa pública” (escrita, radial y televisada) Pero, por los mensajes que transmiten y por la posición que asumen, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en nuestro país, aun la verdadera prensa pública está bastante lejos de lo que debería ser.

Es que la gran prensa mercantil tiene “otra verdad” contra ella. Y lo dicen muy sueltos de huesos: que la prensa pública debe ser de todos y que el gobierno no debe tener prioridades. Que solo ellos tienen la verdad y la libertad de expresión para decir lo que les parezca.

* Periodista.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La desigualdad del ingreso en América Latina

César Prieto Oberto* - http://www.aporrea.org/internacionales/a112372.html


El Informe 2010 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ubica a Venezuela, en el renglón del Coeficiente de Gini de Ingresos, como el país menos desigual de América Latina, con 43,4. En la región del Caribe, sin embargo, países anglófonos como Trinidad y Tobago, y Suriname, con 40,3 y 43,2, respectivamente, tienen mejores coeficientes. El mismo Informe ratifica, a la vez, que América Latina continúa siendo la región más desigual del planeta.

¿Por qué interesa a los investigadores sociales y en menor medida a los políticos el asunto de la desigualdad? Dejemos en claro que el PNUD también cuantifica y evalúa otros índices, como: el Índice de esperanza de vida al nacer ajustado por la desigualdad; el Índice de educación ajustado por la desigualdad; el Índice de ingresos ajustado por la desigualdad; y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) ajustado por la desigualdad. Estos son estudios de muy reciente data que acaban de ser incorporados, por primera vez, al Informe Anual del PNUD.

Y para responder a la pregunta, leamos lo que afirma el economista argentino Julio C. Gambino, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario e integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), entre otros meritorios cargos: “La economía estadounidense o europea muestran señales de crisis, con un crecimiento muy importante de la desigualdad. En la región latinoamericana, según la CEPAL, los impactos macroeconómicos de la crisis mundial fueron menores que en los países capitalistas desarrollados, sin embargo existe un incremento absoluto de la desigualdad. Lo que pretendemos señalar es que más allá de la crisis, lo que crece en el mundo es la desigualdad”.

Por supuesto que esta afirmación, muy respetable por ser la de un científico social, no toca a Venezuela, que ha mejorado en este aspecto varios escalones, al considerar que el promedio de 24 de los países de Latinoamérica y el Caribe promedian en el Coeficiente ajustado de ingresos de Gini 48,9, mientras que los países considerados más potentes de la región presentan los siguientes índices de desigualdad: Brasil 55,0; Chile 52,0; México 51,6 y Argentina 48,8. Otros países acusan desigualdades más acusadas que las de Venezuela, como: Colombia 58,5; Panamá, 54,9; Ecuador 54,4; Perú 50,5; Costa Rica 48,9 y Uruguay 47,1.

Estamos, sin embargo, muy lejos de los países considerados de DH muy alto. 16 de los países de Europa Occidental promedian el Índice de Ingresos de Gini en 29,1, al mismo tiempo que los cuatro países escandinavos: Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, promedian 25,6. Otros países, como: Japón con 24,9; República Checa con 25,8; Hungría 30,0; Polonia 34,9, estos tres pertenecientes a la extinta Unión Soviética, y República de Corea 31,6, figuran en posición destacada. Canadá, con 32,6, y EE.UU. con 40,8, son los mejor posicionados de nuestro continente. Por su parte, el Reino Unido con 36,0; Italia 36,0 y España 34,7, son los peor posicionados en Europa.

¿Qué le trajo al mundo la recién finalizada Cumbre del G20 reunida en Seúl la semana pasada? Según el mismo J. C. Gambito y otros analistas internaconales, lo que importan son la liberalización y la valorización transnacionales. En esa reunión parecen confirmarse estas modificaciones en las cuotas nacionales de poder mundial, donde lo esencial continúa siendo la dinámica de los capitales por asegurar la liberalización de la economía, el libre movimiento de los capitales según mande el mercado.

Veremos, en consecuencia, la recurrencia de las crisis en el mundo capitalista, con el consiguiente deterioro de la economía y la profundización de las desigualdades en todo el mundo.

Y es que lo que primero toman en cuenta es la movilidad transnacional del capital, lo cual  asegura y viabiliza la acumulación del capital sin perjuicio de la pérdida de dinamismo de las potencias hegemónicas del capitalismo mundial, EEUU, Europa o Japón, y de la nueva potencialidad emergente de Brasil, Rusia, India o la China, los países llamados BRIC.

*Economista – Investigador.
cepo39@gmail.com

lunes, 15 de noviembre de 2010

La imposible independencia de los grandes medios periodísticos comerciales

Alberto Maldonado S.* - http://www.surysur.net/?q=node/15112


La pregunta sobre si son esos medios independientes es —desde hace rato— válida. Sin embargo, hay medios comerciales privados que persisten en llamarse independientes, aunque nunca dan cuenta de “independientes de qué o de quiénes”. Pero eso sí, son muy “exigentes en exigir” que los medios públicos sean independientes, en especial de los gobiernos que los financian y auspician; y hasta exigen que sean simples repetidoras de sus informaciones y opiniones.

El tema es pues muy actual y muy manido; pero, como dice la sentencia bíblica, “por sus obras los conoceréis”; y, desde hace rato, es público y notorio que los medios privados de la comunicación son en verdad independientes pero de los movimientos o gobiernos que proponen una actitud de cambios trascendentales o que afecten la sociedad de consumo (el neoliberalismo) Mientras, son cada vez más y más dependientes de sus dueños (por lo general, los poderosos empresarios privados o las grandes corporaciones) y de la inmensa torta publicitaria, que es lo que les permite vivir y enriquecerse; o por lo menos subsistir.


En realidad, esta actitud (que tampoco es nueva) tiene un larguísimo registro en nuestros países. La revolución cubana, desde hace medio siglo, ha sido la víctima preferida de esta “independencia” Desde hace una década, el gobierno “díscolo” de Hugo Chávez, en Venezuela; y, desde hace cinco, el “indio ese” de Evo Morales. Por si esto fuera poco, por ahí deambula, el “impertinente” de Daniel Ortega y, para no quedarse atrás, el “autócrata” de Rafael Correa, el presidente que de puro terco fue a meterse en la “boca del lobo” (los policías amotinados); y eso “no puede ser en un mandatario que se precie”.


Precisamente, los sucesos violentos del 30 de septiembre (el 30-S) permiten reiterar que la actitud de los medios masivos (ecuatorianos y extranjeros) es, cada vez, con más desfachatez, dependiente del sistema al que se pertenecen. Mientras son contemplativos y, sobre todo, “comprensivos”, con gobiernos cavernarios, que cometen toda clase de crímenes y atropellos (caso Uribe, en Colombia, Pinochet en Chile, la feroz dictadura militar argentina, etc.) no paran un día en eso que se ha denominado “la conspiración permanente” contra Venezuela y su revolución bolivariana; contra Bolivia y su estado plurinacional, contra Ecuador y su revolución ciudadana.


En palabras más directas, podríamos afirmar que, en nuestro continente americano (no norteamericano) las grandes redes comunicacionales (impresos, radiofónicos, televisivos y ahora digitales) son la vanguardia de la sociedad de consumo y están empeñados en una guerra permanente y sin cuartel contra todo movimiento político, social, mediático, ideológico, que pretenda irse contra el sistema impuesto (el neoliberalismo) o introducir cambios que les afecten, aunque estos sean epidérmicos o circunstanciales


Y que esta “guerra mediática” está muy engarzada con directrices y orientaciones que vienen de la SIP-CIA, de la USAID y la NED, el Coro y de los propios sectores locales, que sienten que sus privilegios están en riesgo o que tambalean sus “derechos” de poder real, en nuestros países.



A muchos de nosotros no nos quedó duda de que el 30-S (jueves 30 de septiembre/2010) se pretendió un golpe de estado contra el presidente Rafael Correa (elegido y reelegido en las urnas) El país fue testigo de que así fue; y el mundo exterior, especialmente América Latina, ese mismo día, repudió de mil maneras ese intento de ruptura constitucional. Sin embargo, la “gran prensa mediática” tanto al interior como al exterior del país, pretende hacernos creer que no hubo tal intento y que solo se trató de una reacción policial “fuera de tono” y que el “intemperante” fue el presidente Correa.


En este afán “se han distinguido” y por lo menos dan la cara unos cuantos asambleistas de la vieja derecha; en especial, uno (César Montúfar) que es algo así como el director de orquesta. Según Eva Golinger (abogada venezolana-estadounidense) este legislador más otro membrete (Fundamedios, de un tal César Ricaurte) más unos cuantos asambleistas que otrora cantaban y pregonaban su ultra izquierdismo (MPD, Pachakutik, PSP) son los actores visibles en el Ecuador de este objetivo, ya que los otros (banqueros, financistas, políticos fracasados y/o resentidos, militares y policías activos y pasivos) se mantienen, discretamente, tras bastidores, a la espera del siguiente episodio.


Para estos opositores fue y sigue siendo más preocupante un "ataque" a la libertad de expresión (de ellos), que el asediado gobierno haya decretado una cadena ininterrumpida y continua de radios y canales de televisión, que los hechos violentos que se dieron durante todo el 30-S  No pocos periodistas y políticos estaríamos de acuerdo en que la queja-denuncia de los “mediáticos” tendría algún valor si los medios privados hubieran demostrado que durante la cadena ordenada por el gobierno se manipuló, se tergiversó o se mintió a los ecuatorianos y ecuatorianas. La cadena impidió —eso es verdad— que los golpistas sigan utilizando esos espacios  para seguir azuzando el golpe de Estado en marcha, como comenzaron a hacerlo desde primeras horas de la mañana.


“Piensa mal y acertarás” dice un viejo proverbio latino; y, de acuerdo a sucesos similares que han ocurrido en nuestros países (Venezuela 2002, Bolivia 2008) los sucesos del 30-S permiten ver que en el continente latinoamericano hay una simbiosis de los sectores más retardatarios, en esos y otros sucesos. Por supuesto, quienes lo prohijan y financian, solo aparecen cuando el complot ha triunfado. Quienes pagan los platos rotos —si fracasan— son aquellos ingenuos que se lanzaron  a esta aventura, seguros de que iban a tener todo el respaldo popular, armado y  político.


De lo contrario, tendríamos que creer que, en un momento determinado, los policías (oficiales y tropa) se volvieron todos locos; y que el Presidente de la República (quien a la vez es el jefe constitucional y legal de los uniformados, armados o no) tiene que “pedirles permiso” a los golpistas, para ir a un cuartel insubordinado  Mejor irse a la casa o “resistir en el intendo” como dijo y actuó el coronel Lucio Gutiérrez, cuando le faltó alas para escapar a Brasil, en busca de asilo (abril del 2005) Y según parece, fue este coronel y sus muchachos, los primeros actores (pero encubiertos) de este fallido intento


El “Plan A” desde luego, era el golpe de estado. Hay un relato de una paciente del hospital policial quien, muy temprano en la mañana de ese día (el 30-S) relata que, desde su ventana, que da a avenida Mariana de Jesús, advirtió la presencia de cámaras de televisión y periodistas que se disponían a “cubrir” sucesos especiales (el hospital está muy cerca del Regimiento Quito No 1) aún cuando nadie sabía lo que iba a suceder, horas después.
Hay otro relato que asegura que, antes de las 8 de la mañana de ese jueves, María Augusta Calle, la asambleista de Alianza País, recibió una llamada telefónica de una conocida suya, quien le aconsejó que no fuera a la Asamblea Nacional, porque la iban a matar. No hay que olvidar que esta legisladora, hace un par de años, cuando presidía la Comisión de Soberanía de la Asamblea Constituyente de Montecristi y se proponía denunciar la terminación del período para el cual (10 años) se le concedió al militarismo imperial el uso y abuso de la estratégica Base de Manta, se pretendió demostrar (a través de las prolíficas laptos de Raúl Reyes) que esta joven periodista de izquierda estaba “relacionada” con las FARC colombianas.



El contubernio de la gran prensa sipiana y continental con los sectores más retardatarios de nuestros países se dio en Mérida (México) con ocasión de la reunión de fin de año de la famosa y desacreditada SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) Oficiosos informadores ecuatorianos, “lograron” que este organismo advierta que en Ecuador, la libertad de expresión está en riesgo; y que el presidente Correa “ha redoblado” sus ataques a la “prensa libre” después del 30-S cuando ellos esperaban que, por lo menos, “baje el tono” en sus enlaces sabatinos.


Pero la SIP ya está plenamente identificada como “un gran sindicato patronal” de medios comunicacionales del continente; un organismo que fue organizado por la CIA directamente (a través de su oficial “encubierto” Jules Dubois) hará medio siglo atrás. Hace décadas, esta SIP protestaba también o “mostraba su preocupación” por el asesinato de periodistas o su persecución. Pero, desde hace unos de 30 años, que la SIP solo se preocupa de sus “miembros plenos” los grandes medios comunicacionales y de los “periodistas pelucones” que están a su servicio y mientras les sean útiles (cuando dejan de serlo, pues sencillamente les echan al canasto de la basura sin siquiera reconocerles una buena indemnización).


Por eso decimos y aseguramos que todo este aparataje, contrario a cualquier cambio (así sea epidérmico) es un concierto continental que viene del norte “salvaje y brutal” y que está siendo operado por sectores ultristas, cuya vanguardia es y seguirá siendo la “gran prensa sipiana”


Manuel Zelaya, de Honduras, fue la primera víctima de este complot. Tanto es así que para los sipianos reunidos en Mérica, no significa mayor preocupación el que ya el gobierno espúreo que crearon al apuro, lleve diez periodistas asesinados o desaparecidos. Tuvieron que incluirle a México, a regañadientes, pero endosándole la culpa al narcotráfico y sin tocar siquiera a EE.UU. el principal mercado de drogas en el mundo.


Desde luego, en la “lista negra” aparece una vez más Cuba, seguida por Venezuela. Atrás vamos Bolivia y Ecuador. ¿Quién será el próximo? Los golpistas ecuatorianos “auguran” que será Correa si sigue acusándolos y si no baja el tono. ¿Será?

* Periodista.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El 17 de octubre de Cristina Fernández

Por Aritz Recalde - http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=4883
La masiva movilización de despedida de Néstor Carlos Kirchner lejos de ser un homenaje a la muerte, fue una clara demostración de su vitalidad política. El desfile popular que saludó los restos en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos y la inmensa procesión que cubrió las calles, reconocieron y ratificaron las acciones de un dirigente que marcó una etapa trascendente de la nueva Argentina. 

La movilización pública, de manera similar al 17 de octubre del año 1945, fue una ratificación de los rasgos centrales del modelo de país. En 1945 los argentinos revalidaron el modelo industrial iniciado en el año 1943 que dejó atrás el proyecto liberal oligárquico. En la despedida del 28 de octubre de 2010, el pueblo ratificó el proyecto productivo inaugurado en 2003, que echó por tierra al neoliberalismo financiero y ello se expresó en la participación de los trabadores de la Confederación General del Trabajo (CGT) o de las cooperativas.

Aquel 17 de octubre, las masas dejaron atrás el proyecto de la oligarquía reflejado en los dirigentes empresarios y en los partidos demoliberales. La movilización de este 28 de octubre repudió a la oligarquía y lo expresó claramente al denunciar a su figura emblemática: se pronunció un fuerte repudió al vicepresidente opositor, Julio Cleto Cobos, que es el símbolo de la traición política y de la resolución 125 –medida a la cual asestó el tiro de gracia y que suponía regular las retenciones a la agro exportación para derivar esos fondos a obras y servicios públicos-.

El pueblo en el año 1945 rechazó al imperialismo norteamericano encarnado en la figura del embajador Braden. Los participantes del homenaje a Kirchner reivindicaron las críticas de Néstor al FMI y su defensa a los programas populares latinoamericanos asediados por la CIA, como fueron los casos de Bolivia y Ecuador.

El 17 de octubre los trabajadores defendieron las leyes sociales, la baja de alquileres y el conjunto de las acciones de la Secretaria de Trabajo y Previsión. La última caravana humana que despidió al ex mandatario, se conformó de miles de trabajadores sindicalizados, de organizaciones sociales o de jubilados que reconocieron la importancia de la medidas como las 800 mil viviendas construidas por el Plan Federal, los 3,5 millones de subsidios de la asignación universal, la entrega de más de 2 millones de jubilaciones o las importantes reducciones alcanzadas en los índices de la pobreza, el desempleo y la indigencia.

Como en el año 1945, una parte importante de la sociedad ratificó el camino iniciado y está dispuesto a profundizar el modelo. Entre ellos, se encuentra un fragmento considerable de la juventud que reconoció en Néstor la posibilidad de volver a creer en la política, manifestando su admiración por las acciones antiimperialistas ejecutadas contra el ALCA o por aquellas ligadas al freno que se puso a los golpes de Estado en el continente.

La juventud, e importantes sectores de clase media, se identifican en la sanción de la Ley de Servicios Audiovisuales, en la política de Derechos Humanos, en la inversión histórica en ciencia y técnica, en la democratización de la televisación del deporte nacional o en la valiosa propuesta cultural del Sistema de Medios Públicos en canales como ENCUENTRO o en programas como 678.

El respaldo popular dado a Cristina permitió romper el bloqueo y la feroz campaña mediática contra el gobierno ejecutada por los monopolios. A partir de aquí, quedó demostrado que Néstor no era “tan malo” como estableció Clarín y que Cristina tenía mejor opinión pública que aquella supuesta condición de ser una “soberbia que compra carteras”.

La manifestación consiguió mejorar la performance electoral de cara al 2011 y pone a Cristina como candidata indiscutible del espacio del oficialismo. El homenaje permitió -al menos por ahora- disciplinar a algunos sectores díscolos del kirchnerismo que venían ejecutando acciones divisorias para ocupar candidaturas. En dicho cuadro, el gobierno dispone del apoyo explicito de la CGT que liga directamente su viabilidad histórica al modelo económico y político abierto en 2003. Si el proyecto triunfa crecerá la industria y a partir de allí, aumentarían los afiliados y el poder de los sindicatos. Caso distinto es la clase política y el Partido Justicialista, cuya dirigencia, en muchos casos y no en todos, apuesta a su juego propio a sabiendas de que no depende en el corto plazo del modelo.

El desafío que tiene que franquear el oficialismo va a ser el de garantizar la unidad política de un frente de gobierno que contiene a empresarios, a trabajadores, a sindicalistas, a gobernadores, a intendentes y a sectores medios. Dicha tarea implica promover nuevas figuras capaces de articular la heterogeneidad y de conducir el Partido y la política de alianzas para las internas simultaneas y obligatorias del año entrante. El triunfo electoral del 2011 y el correcto y necesario trasvasamiento generacional del proyecto, van a depender de la solidificación de la herramienta política.

Frente al espacio oficialista la oposición mediática va a jugar una guerra a todo o nada por la no aplicación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Los grupos concentrados del campo se encuentran divididos, con buenos precios internacionales y con economía en crecimiento, cuestión que no permitiría repetir lo ocurrido en 2009. En este último año consiguieron convencer a la opinión pública de que fue la resolución 125 y no la crisis mundial o la sequía, las causantes de la recesión y de la caída de la actividad económica.

El capital financiero va a oponerse a la reforma de la legislación que impulsa el gobierno nacional por intermedio de Carlos Heller. Lo mismo va a ocurrir con el trascendente proyecto de distribuir ganancias de las grandes empresas –motorizado por la CGT-, que va a tener en los grupos concentrados un fuerte rechazo. La posibilidad de reformar la Carta Orgánica del Banco Central como viene proponiendo el oficialismo, va a correr igual suerte. En este cuadro, no deben descartarse que se repitan acciones desestabilizadoras al estilo del asesinado del militante Mariano Ferreira, del fomento de inflación o de la aplicación de operaciones psicológicas constantes desde los medios.


* El autor es sociólogo y director de posgrado de la Universidad Nacional de Lanús, columnista especial de APM.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un fantasma recorre los tribunales

Por Demetrio Iramain -  http://tiempo.elargentino.com/notas/fantasma-recorre-los-tribunales

No debe olvidarse, entre otras sensibles mejoras en la calidad democrática, que la actual integración de la Corte Suprema declaró oportunamente inconstitucionales los indultos y las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. 
 

El Poder Judicial es el enclave conservador del Estado. El más retrógrado. Con elementos patricios todavía en su interior. Como ninguna otra, la férrea estructura que conforman jueces, fiscales y defensores se muestra impermeable a las transformaciones que operan en la base material y cultural de las sociedades. Se resiste a los cambios. Está en su naturaleza. Los demora y atrasa, mas no los puede impedir. La historia es la Historia. 
En la justicia, el nuevo viento de época que significó el kirchnerismo se sintió fuertemente. Aún hoy existen jueces que entornan sus ventanas para no dejarlas crujir ante su paso inexorable. 

Una de las primeras medidas que Néstor Kirchner impulsó en su gestión fue trastocar la Corte Suprema de la mayoría automática y renovar de manera drástica su composición. Ese cambio en la cabeza del Poder Judicial tuvo efectos inmediatos hacia toda la sociedad democrática. Un presidente que había nacido flojo de votos, que no pudo batir en segunda ronda electoral a quien le había ganado en primera vuelta, pretendidamente sin consenso, ni base social, en apariencia débil ante las corporaciones y los rupos de poder, produjo un hecho político de notables proporciones que, visto en la perspectiva que permiten los años, estaba ya indicando su sello transgresor y siempre inesperado. 
Sin esa decisión política no hubiera sido posible que los tribunales argentinos de todo el país se dieran luego a la tarea de investigar debidamente y condenar con rigor penal los crímenes cometidos durante la dictadura por los genocidas cívico-militares. 
La histórica declaración del actual presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, que hace muy pocos meses expresó que la política de Estado en materia de Derechos Humanos y los juicios a los autores del genocidio ya no tienen forma de volver atrás, ¿hubiera tenido lugar e igual significancia sin mediar la huella en la cultura que ha dejado Néstor Kirchner?
No debe olvidarse que, entre otras sensibles mejoras en la calidad democrática, la actual integración de la Corte Suprema declaró oportunamente inconstitucionales los indultos y las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Sin embargo, en tiempos contemporáneos a su vergonzante sanción parlamentaria, el mismo alto órgano constitucional las había convalidado. Peor: dos de aquellos integrantes que votaron durante el alfonsinismo por la validez de las leyes de impunidad, continúan hoy siendo ministros de la Corte.
Paradójicamente, la concentración mediática en grupos privados y excluyentes, y su formidable capacidad para producir discurso y crear sentido, tergiversaron de modo tal a Néstor Kirchner, que lograron desvirtuar en ese relato uno de los principales méritos de su gobierno: el reestablecimiento pleno de la institucionalidad democrática, y junto con ella –y muy esencialmente–, la de la justicia. El mismo Lorenzetti lo ha reconocido en estos días, en sus comentarios posteriores a la muerte del ex mandatario. Esa recuperación institucional que representó el kirchnerismo no fue formal únicamente. Kirchner se salió del protocolo no sólo al momento de asumir su bastón de mando y jugar a ser trapecista con él, sino, fundamentalmente, en la manera de ejercer su poder político. De modo totalmente desconocido para la democracia argentina que siguió a la experiencia peronista, Néstor Kirchner fructificó la potestad legal del Estado y maximizó en beneficio del país las facultades institucionales de las distintas reparticiones estatales. Extremó todo lo que le fue posible los resortes y la malherida legislación que dejó el neoliberalismo, para alentar cambios favorables al segmento social más postergado. No se limitó a un rol decorativo, como estaba reservado a los presidentes de esta región sur del mundo.
Los medios dijeron, y continuarán haciéndolo, que Kirchner quiso “controlar” al Poder Judicial. Nada es más falso. Prueba de ello no sólo es la copiosa cantidad de fallos adversos a las políticas centrales del gobierno, sino también el enorme gesto democrático de cambiar la ley que establecía el número de integrantes de la Corte, privándose de hacer uso de lo que por mandato constitucional le estaba permitido: el nombramiento de dos cargos vacantes de los nueve con que contaba el Máximo Tribunal desde el menemismo.
Néstor Kirchner, en una notable señal republicana, regresó a cinco el número de integrantes, y se inhibió de proponer a dos cortesanos (tras las vacantes producidas en el Máximo Tribunal, por renuncia de uno y destitución del segundo), que le aseguraran una visión estratégica afín a su proyecto político, como tantas veces ha ocurrido en la historia argentina, con resultados que aún hoy abochornan a su sistema judicial.
También modificó la ley que establece la cantidad y porcentaje en la representación de los integrantes del Consejo de la Magistratura, ampliando el poder de decisión a los sectores políticos, de oficialistas y opositores, con la sabia intención de democratizar ese instrumento institucional, viciado por su comportamiento corporativo, y que había surgido del oscuro Pacto de Olivos, sellado a espaldas de la población entre Menem y Alfonsín. Todo lo cual, sin embargo, fue interpretado en los medios como un intento de someter la justicia a los vaivenes políticos.
En lo estrictamente laboral, los trabajadores judiciales han expresado públicamente su agradecimiento. Nunca como durante el proceso iniciado en 2003, los judiciales abreviaron de modo tan drástico la distancia entre los ingresos de trabajadores y los de los funcionarios. Emparejaron la brecha y dejaron firme un criterio de equidad salarial que establece que cada aumento de sueldos será igualitario, tanto para magistrados como para ordenanzas. Un porcentaje idéntico para todos. Ya no más las sumas millonarias para los jueces, y nada o migajas para los empleados, que distinguió a la justicia de los años noventa, esa sí que adicta. 
Asimismo, el presupuesto que elabora el Poder Ejecutivo, y que le es asignado al Poder Judicial para el buen funcionamiento de los Tribunales, jamás fue tan alto. Las operaciones de prensa montadas para tergiversar esta implacable verdad, no pueden ocultarla. Las arcas del Tesoro nacional, en franco desarrollo desde 2003, acompañaron palmo a palmo la dificultad que fue dándose en la justicia, que en pocos años vio multiplicar de manera exponencial su volumen de trabajo y el nivel de complejidad de sus investigaciones, consecuencias intrínsecas de la situación social tan acuciante que soportamos los argentinos en las últimas décadas.  
Tan fría la justicia siempre. Tan puntillosa y circunspecta, ella. Tan exacta en su formalidad, ajena y poco inteligible para el pueblo, cuando Néstor Kirchner arribó al gobierno y le dedicó los primeros trazos gruesos de su gestión democratizante, varios volvieron a creer en ella. Lo poco o mucho de legitimidad que esa institución del Estado democrático recobró en estos años, son obra de aquel irreverente de la política argentina, que ya se extraña. También en los tribunales nacionales, por el pueblo de a pie que los mira buscando quién se le parezca un poco. Un gran poquito al menos.  

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Néstor Kirchner: construyendo sueños

Por Stella Calloni - http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5675
Uno de los signos del cambio que registraría el país con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno lo advertimos en ese pequeño pero inolvidable gesto de aquel 25 de mayo de 2003 al tomar el bastón de mando con un juego de manos que rompía el acartonamiento ridículo de viejos protocolos.
Desde allí el ex presidente saldría a la calle para recorrer caminando las cuadras que separan el Congreso de la Casa Rosada, mezclado entre la gente, una marea incontenible que rompía el espejo congelado de diciembre del 2001. 
Eran signos vitales todos ellos, incluso su frente golpeada por un fotógrafo, a su vez empujado por la marea, su cabello despeinado, ese parecerse a todos, lo que dio cuenta de que el hombre que llegaba del lejano sur, en un país enormemente extendido que no se conoce entre sí, venía para algo distinto.
Pocos recuerdan ahora ese “infierno” que encontraba y al que se refirió en su primer discurso: un país de llagas abiertas, una dictadura omnipresente, aunque se había ido en 1983, y otra, la globalizadora experiencia que fue un saqueo abierto a la nación. Y cuando decimos la nación estamos diciendo a un pueblo.
Nada quedaba en pie. El cierre de fábricas en Argentina durante los 90 se correspondía a la situación de un país que había vivido una guerra. Desmanteladas y vendidas al mejor postor las empresas del Estado, con el desempleo más grande en la historia del país, la pobreza e indigencia más desoladoras y la destrucción implacable de los mejores avances sociales.
El estallido de diciembre de 2001, que algunos políticos aprovecharon para atizar fuegos y sacar ventajas sobre las cenizas humeantes -lo que tanpoco hay que olvidar- dejaba un país derrumbado, donde grandes masas populares, la mayoría de desocupados “excluidos” -como les gusta llamarlos a algunos sociólogos- desterrados en su tierra, estaban en constante movimiento.
La protesta era intensa, aunque lamentablemente de lo que pudo surgir de la rebelión en el 2001, mucho se perdió por las miserias y mezquindades humanas que surgían de aquel individualismo feroz que se vendió como baratija durante la noche neoliberal. Esto también horadó a sectores de una izquierda, que aún no se había reorganizado en la medida en que la dictadura militar no sólo dejó 30 mil desaparecidos y otras consecuencias gravísimas, sino también rompió con la continuidad histórica.
Era difícil encontrar el camino, que bien hubiera trazado la dirigencia política, los delegados gremiales, estudiantiles, perdidos en la noche y niebla de las desapariciones forzadas.
Los signos hacia el interior del país fueron muchos. Pero las presencias internacionales como la de los presidentes de Cuba, Fidel Castro y Venezuela, Hugo Chávez y otros, así como las delegaciones que llegaron, de alguna manera, y en otra magnitud, recordaron aquella primavera breve de 1973 cuando se bailaba en la plaza de Mayo, porque había llegado Héctor Cámpora al gobierno después de años de proscripción partidaria y persecución al peronismo, todo lo cuál muchos olvidan.
Y por cierto aún no se escribió la historia de la infamia de los que abrevaron de esa proscripción para sus propios intereses sin enfrentarse a los poderes de turno para que se hiciera justicia en este caso.
El discurso de Kirchner fue muy claro. Habló de salir del infierno. Y muchos no lo creyeron. Sobre lo que dijo hizo muchísimo más. A veces he escuchado políticos y sociólogos fuertes críticos del gobierno, que dicen: “reconocemos lo que hizo en derechos humanos, en cambios en la Corte, en algunos pasos sociales, en abandonar las relaciones carnales con Washington, su posición de integración con América Latina, y “algunos ” pasos económicos, pero… Y ahí viene la retahíla de unos y otros.
Unos desde consignas vacías y otros desde planteos teóricos en los que han abandonado toda mirada estratégica sobre el momento que vive el país y América Latina.
Por cierto aquellos que “reconocen” lo realizado por Kirchner con el “pero” posterior, no explican que en cada uno de esos pasos que daba tocaba el corazón oscuro del poder económico- político, más concentrado y brutal de la historia, el poder militar y policial y el poder mediático, que es el que se transformaría en el primer partido opositor del país.
Después de los tiempos de los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955) y de la despiadada e inmoral furia contra Eva Perón, no se ha visto en el país una reacción tan brutal de los medios de comunicación masivas -simples apéndices hoy de un poder dictatorial mundial- como lo sucedido desde que Kirchner comenzó a tomar sus medidas más profundas.
De lo que la derecha haya hecho y siga haciendo para destituir a ese gobierno (2003-2007) y a la actual administración de Cristina Fernández de Kirchner nadie puede sorprenderse. Lo que sorprende es la decadencia de alguna llamada izquierda que se jactó de oposición crítica, para convertirse en el ala “izquierdista” de la derecha más burda y pobre ideológicamente de nuestra historia.
El legado de Kirchner es vasto. La reinstalación del debate político en un país acostumbrado a la guerra de los escorpiones, es sin duda lo que en estos momentos ha permitido el retorno de miles y miles de jóvenes a la política. Pero también derrotar a la corporación mediática, como sucedió con lo acontecido alrededor de la muerte del ex presidente. Allí quedaron al desnudo los mercenarismos encubiertos como “tarea periodística” las hipocresías, las falsificaciones ideológicas y hasta de algunas aparentes luchas gremiales sociales.
Para América Latina, la muerte del ex mandatario elegido en agosto de 2010, por unanimidad, por los presidentes de la región como secretario general de la Unión de las Naciones Suramericanas (UNASUR) es una pérdida evidente. Su trabajo en varias circunstancias, como el intento de lograr un intercambio humanitario que abriera la posibilidad de una paz verdadera y no de cementerios en Colombia, fue sin duda una muestra de su capacidad de acción y negociación y del interés profundo de integrar definitivamente a Argentina a esta América Latina, a la que pertenece.
Algunos nostálgicos dictatoriales deben recordar que fue esa América la que se puso de pie para defender el derecho de este país a recuperar las islas Malvinas, durante la llamada Guerra del Atlántico Sur (1982).
La muerte de Kirchner se produjo poco tiempo después de que por una reacción inmediata de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del propio ex presidente en horas, se reunieran los mandatarios de Unasur para hacer muralla contra el intento de golpe de Estado en Ecuador (30-11-10) cuya matriz hay que estudiar a fondo para entender que entre los nuevos protagonistas de la oligarquía y el militarismo a su servicio, también estas nuevas creaciones de “izquierdas” aparentemente opositoras críticas a ese gobierno. Y la capacidad de infiltración de la inteligencia de EE.UU en movimientos sociales con historias respetables en el pasado como ha sucedido con un sector del movimiento indígena.
También Cristina y Néstor estuvieron en la primera fila para impedir el golpe contra el presidente Evo Morales de Bolivia en septiembre de 2008 y para decir “no aceptamos” el golpe de Honduras en junio de 2009, ni su continuidad encubierta. Se mantuvieron firmes para rechazar los intentos mediáticos y otros de guerras sicológicas, para separar a Argentina de Venezuela o de Brasil, un sueño que ha comenzado a ser eterno para el poder mundial, que no acepta que América Latina se haya convertido en el continente de la resistencia. Especialmente hoy ante el triste espectáculo de ver a la orgullosa Europa arrodillarse ante los mandatos del FMI cuando ya este ha sucumbido en el mundo y el centro del capitalismo mundial hace aguas por todas partes.
Por eso persiguieron despiadadamente a Kirchner y a su esposa, la actual presidenta. Basta leer los vergonzosos artículos de alguna prensa europea.
El discurso de Kirchner en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en noviembre de 2005 ya está escrito en la historia del mundo, para mostrar como un grupo de países, mediante la voz firme del presidente anfitrión en este caso, decía que “no” nada menos que al proyecto más brutal de recolonización y recuperación de una región como fue el Area para el Libre Comercio de las Américas, que planeó Washington.
Y el “chau” FMI que muchos no quisieron comprender, aunque saben perfectamente bien, que el no pago de la deuda externa, expoliadora de nuestros pueblos y el recurso clave para hacernos altamente dependientes, sólo es posible con una alta cohesión interna en torno a las consecuencias. Como periodista he conocido o vivido en tres países bajo bloqueo: el más duro y largo de la historia en Cuba, donde la resistencia es heroica y el que se impuso a Nicaragua en los años 80 y a Panamá antes de la invasión del 20 de diciembre de 1989.
La muerte de Kirchner nos puso frente al espejo de la realidad y obliga a una introspección a la izquierda toda a mirarse en las profundidades. A preguntarse hasta cuando se utilizará la teoría vaciada por un consignismo anti- histórico o cuál será el momento para asumir la necesidad de dejar de recitar versículos como salmos abstractos y a utilizar la dialéctica, que es la esencia del marxismo vivo, no muerto. Sin dejar nunca de lado los principios esenciales.
Nada de lo que hizo Kirchner fueron sólo actos simbólicos. Si no, miren las páginas de los conspiradores de siempre demonizándolo o los pichones de los dictadores de turno llamando al golpe, frotándose las manos sin entender que hay muertos que para los pueblos son un motor que se agiganta cada día.
Los recuerdos de la vida que dejó Kirchner detrás son como la lava del volcán. Más allá de los errores lógicos que se pueden cometer cuando se está construyendo en caminos tan erizados.
No se equivoquen. Los que salieron a las calles, le dieron la razón a la idea base que inspiró la transversalidad al ex presidente. Fue una masa trasversal, organizada o anónima que se lanzó a la plaza. Fue el retorno del mejor peronismo lo que vimos aparecer desde debajo de las piedras.
El acto fue multitudinario y tan sorprendente que los medios de incomunicación del poder económico extranjerizante no pudieron encubrir. Hay un antes y un después del 2003. Analicemos lo que significan los juicios contra los dictadores-únicos en el mundo- para destruir los hilos de baba de la impunidad. Hay un antes y un después del 27 de octubre de 2010. Pero requiere el sostén de todos, entre ellos un cuidadoso, inteligente y coherente accionar de sus seguidores, abriendo caminos.
También se requerirá de la crítica constructiva, no la que destruye compulsivamente, para saltar al vacío. O lo que es peor la que no se diferencia del discurso de los verdaderos demonios de un poder criminal.
En 2005, durante una entrevista que le hice al presidente Hugo Chávez, me dijo que Néstor Kirchner desde un principio lo acompañó en su proyecto latinoamericano y bolivariano. “No lo quiero decir públicamente porque sus enemigos lo van a usar contra él”, dijo entonces. Ahora Chávez ya pudo decirlo públicamente.
La presencia de los presidentes latinoamericanos de todo signo en el velatorio de los restos de Kirchner fue otro golpe para la corporación mediática, que está alineando fuerzas para golpear al gobierno de Cristina Fernández.
No parecen entender lo que sucedió cuando repentinamente miles de silenciados por sus chantajes mediáticos pudieron dar rienda suelta a su bronca y su dolor. Se ha perdido el miedo, sembrado cuidadosamente día tras días. La continuidad de este gobierno se refleja en la profundización que significaron las recuperaciones de empresas entrañables del Estado, de los fondos de pensiones, que se han convertido en una estafa trágica en otros países, la asignación universal por hijos -que se une a aquellas jubilaciones históricas que adjudicó Kirchner a millones de personas que quedaban a la deriva- así como en la serie de cambios muy importantes también en los social, cultural y educativo que se van dando desde la nada en que habíamos quedado.
Y esa Ley de Medios, que democratiza verdaderamente la información y la igualdad de la palabra y la voz para un pueblo, conforman otros capítulos de la historia, que sólo se puede escribir desde una compacta unidad nacional, respaldados por una unidad continental en tiempos en que nos amenazan con bases, flotas, Fundaciones, guerra sicológicas y el retorno golpista con otros elementos. Falta mucho por hacer. Y hay otros aspectos que se analizan como dignos de críticas, pero en todo caso hay caminos para ese disenso, que es importante, para evitar riesgos futuros.
El desafío es intenso, la demanda nada menos es asegurar la independencia futura. Eso sin dejar de exigir, demandar, advertir responsablemente. Algo que conocía muy bien el hombre que llegó desde el sur y al que le gustaba repetir “nunca más” para que en realidad nunca más fuera. 

martes, 9 de noviembre de 2010

EL INFIERNO ES POCO

- El amor vence - Por José Pablo Feinmann - http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-156580-2010-11-09.html 

Hizo pintar –en paredes de Mar del Plata, por ejemplo– leyendas de un cinismo memorable: Ganar la paz, decía una. La otra era peor: El amor vence. Galimberti, que lo conocía bien, decía: “Cuando Massera quiere hablar con alguien, lo secuestra”. Desde la picana pensaba llegar al poder absoluto. Tenía pinta y sonrisa como para imaginarse un nuevo Perón. Era un megalómano delirante. Durante el Juicio a las Juntas, desafiante, dijo a la audiencia, a los jueces, a los periodistas, a todos: “A ustedes les queda la crónica, a mí la Historia”. Tenía razón. Por desgracia, Massera pertenece a la historia de nuestro país, a su historia más profunda, a su lógica más perversa. Y más todavía. Pertenece, Massera, al gran Museo de Horrores de la Humanidad. Como el genocidio argentino, del que fue uno de sus más señalados protagonistas.

En Los hundidos y los salvados, Primo Levi marca a los asesinos de este país como imitadores de los criminales alemanes. Dice: “Sus imitadores en Argentina y Chile”. Eso fueron Massera y todos los restantes capitostes de la masacre: imitadores de Himmler, de Goering, de Hess, de Eichmann. Tenía razón Massera esa tarde ante el tribunal que lo juzgaba: no tanto en el primer sentido de su afirmación (“A ustedes les queda la crónica”), pero sí en el segundo: “A mí la Historia”. Sí, le queda la Historia. Ingresó, con pleno derecho, a la historias de las grandes masacres del siglo XX. Y del lado de los masacradores.

Pero hay algo más en el Almirante: a la masacre le añade la crueldad. La ESMA –de la que era jefe absoluto, amo y señor de la vida y de la muerte–- era un campo de concentración y exterminio. Pero, al ser un campo de recabamiento de información, era un campo de torturas. La tortura le fue más esencial a la ESMA que a Auschwitz. El detenido que ingresaba en Auschwitz, el que cruzaba ese portón en que había un cartel que decía El trabajo os hará libres, iba, sin duda, a morir, tarde o temprano habría de morir, pero muchos no fueron torturados, porque Auschwitz no era un centro de acumulación de información. La información, su búsqueda, su urgente necesidad de posesión para atrapar a los otros, a los ligados al detenido antes de que pudieran escapar, era propia de la ESMA. La ESMA era, en primera instancia, un centro de búsqueda de información, es decir, un centro de torturas. Además, la tortura era parte de un esquema prefijado que se proponía quebrar al detenido. Y era tan terrible que muchos, luego de pasar por ella, preferían morir antes que volver. Fue, como Drácula, un empalador. Llenó de cadáveres el Río de la Plata. Gritó (junto a Videla y Agosti y todos los enfervorizados hinchas que desbordaban el estadio de River Plate) los goles de la Selección Argentina, los goles de Kempes, el matador. Con cada gol argentino, más poder para Massera. Más poder para que secuestrara, torturara, violara, prohibiera, le dijera al mundo que éste era el país de las maravillas y que, aquí, se vivía en medio de la alegría y el respeto por los derechos humanos.

Que ahora se muera no sirve para nada. Todos, alguna vez, nos vamos a morir. Massera ya hizo en nuestra historia todo el daño que podía hacer. Lo pidió un pueblo que quería orden y él le dio ese orden. Una de las primeras publicidades televisivas de la Junta decía: Orden, orden, orden, cuando hay orden el país se construye de arriba abajo. En esa búsqueda de orden, siempre exigida por los argentinos, hay que encontrar la explicación de la existencia de monstruos como Massera. Si alguien, hoy, le desea el Infierno, se equivoca. Si Massera va al Infierno lo van a recibir como a un héroe. Al cabo, él es uno de sus creadores. El creador de una de las figuras más perfectas del Infierno, la ESMA. ¿Podríamos entonces desearle el Cielo, ese lugar donde un Dios justo le señalaría sus culpas? Ocurre, sin embargo, que el Cielo y ese Dios justo no existen. ¿Cómo habrían de existir si existió Massera?

 

domingo, 7 de noviembre de 2010

Kirchner se ganó un lugar en la historia

Gabriel Fernández -  http://www.eleslabon.org.ar/noticias_desarrollo.shtml?x=61766

Néstor Kirchner ha liderado un proceso nacional popular equivalente al disparado por Juan Domingo Perón entre 1945 y 1955. Si los contenidos resultan semejantes (y exitosos) las situaciones que los impulsaron no aparecen tan diferentes cuando se comprende que la vida colectiva se configura en trazo grueso.

Pues si la primera década infame eclosionó en 1945, la segunda lo hizo en el 2001. Esto es: el pueblo movilizado quebró en ambos casos la cerviz del régimen conservador e impuso un despliegue nacional popular profundo, atravesado por la justicia social.

En los dos esquemas, la tendencia inclusiva, con rasgos reparadores, campeó. Esto se debe al criterio orientador la política económica a través de la preeminencia de la política y de la intervención del Estado. También, a la persistencia de una actividad privada lerda para producir, vivaracha para recaudar, pero sobre todo dinamizada por el camino general.

Como no resaltar, cual vertebración, el espíritu latinoamericanista de ambas gestiones. El impulso del ABC ideado por Perón emerge a través de las décadas: resultó plasmado en el Unasur, versión potente y actual de aquella concepción.

También se observa continuidad en los cuestionamientos. Junto a los argumentos más conocidos (patotas, corrupción, autoritarismo) se desplazan otros con cierta complejidad (maquillaje, doble discurso, deshonestidad intelectual). En conjunto, un clásico de la cultura antiperonista.

Un puñado de distancias importantes objetan el planteo: mientras las masas de los 40 solicitaban carta de ciudadanía ante la expansión de la industria a través de la sustitución de importaciones, las de los 90 requerían empleo, atosigadas por la debacle neoliberal.

Esto llevó al gobierno peronista a dinamizar pero sobre todo a ordenar con sentido social la economía; en tanto, el kirchnerismo tuvo que forzar el despegue asentándose en el equilibrio de precios internos y externos, en el empleo de la renta agropecuaria para sostener las finanzas públicas, y en la reasignación de recursos, entonces si, con sentido social.

Los dos casos (uno con sesgo directamente industrial, el otro con dinámica asistida para llegar a ese fin) dieron cuenta de la rápida y gigantesca capacidad de recuperación del pueblo y el aparato productivo nacionales. Perón y Kirchner supieron comandar un gran país en momentos distintos pero hilvanados. Lo hicieron con estilo propio y con una creatividad asombrosa. No se ataron a recetas y triunfaron. Las personas de estas tierras los recordarán. La comparación no es vana para el lector atento: Néstor se ganó ese lugar.

 

 

sábado, 6 de noviembre de 2010

ESE HOMBRE

Por Fabián Rodríguez - http://www.revista2010.com.ar/noticia.php?id=119


Néstor Kirchner fue el único hombre, en varias décadas, que tuvo la decisión de terminar con años de olvido en torno de “la cuestión conurbana”.
Desde muy chico, mi papá me empezó a hablar del peronismo y de lo que había significado "El Pocho" (porque así se refería mi padre a Perón) para el desarrollo de nuestro país y el bienestar de su gente. En lugar de aprender las canciones de María Elena Walsh, yo sabía cantar la Marcha Peronista a los nueve años, y mi papá aprovechaba las reuniones familiares para mostrar a su hijo cantor.

El método de mi viejo para convertirme en un peronista precoz era tan simple como efectivo: cada vez que viajábamos en el auto, él me iba marcando los testimonios más importantes de la obra pública que había sido construida durante el período clásico de la etapa peronista. Para completarla, cada vez que pasábamos por alguno de aquellos monumentos históricos moldeados en hormigón, la remataba con un "y está así desde aquella época eh. Nadie le puso un ladrillo encima siquiera".

Y claro, la victoria documental del peronismo por sobre los gobiernos (radicales o militares) que le habían sucedido, era apabullante. Ni siquiera la efímera experiencia setentista podía hacerle sombra a aquel proyecto de país que mi papá había conocido cuando apenas tenía la edad que yo tenía cuando él me mostraba estas cosas.

Lo más maravilloso (y esto pude comprenderlo recién con el paso del tiempo) es que mi viejo no había sido un beneficiario directo de las políticas del primer peronismo. Sí mi madre, pero él no. La casa de mis abuelos paternos era el típico hogar de clase media con aspiraciones, donde siempre te contaban que "nunca había faltado nada". Los frutos que daba la inmobiliaria de mi abuelo, hicieron que sus dos hijos (mi papá y mi tía) crecieran sanos y felices, y que mi abuela no haya tenido la necesidad de trabajar nunca en su vida (cumplía con algunas tareas de ama de casa). 

Para colmo, mi abuelo era dirigente de la Unión Cívica Radical, y llegó a ser Concejal durante dos períodos, siempre en el frondizismo.

Por eso pienso que mi papá tuvo cierta abstracción, como para poder valorar a la obra de gobierno del primer peronismo, en toda su dimensión. No se trató, en absoluto, de un berretín para sacarle canas verdes a su padre. Al contrario: mi papá admiraba profundamente al suyo. La cuestión del peronismo tenía que ver con una ecuación muy sencilla: a mi papá le gustaba vivir bien, pero además quería que todo el mundo viviera de esa manera.

Nunca escuché de boca de mi viejo, anécdotas del tipo “gracias a Perón en mi casa tal cosa”. Sí, en cambio, de boca de mamá. Pero mi viejo me marcaba otras cosas, y aquí es adonde vuelvo a las anécdotas arriba del auto, cuando mi papá, mientras manejaba, me iba señalando las marcas indelebles que fue dejando el peronismo en el espacio público urbano: el Viaducto y el Hospital Presidente Perón en Sarandí; el Evita de Lanús; los Bosques de Ezeiza y el Hogar Escuela Eva Perón; la Universidad Obrera Nacional (luego UTN); la autopista Ricchieri, y así podríamos seguir enumerando los sitios a través de cuales el peronismo dejó su huella.
 
Nótese que me dediqué a mencionar sitios ubicados en el conurbano, en especial de la zona sur. Ese ideario de obra pública se ha extendido, no sólo hacia todo Gran Buenos Aires, sino que recorrió todo el país.

Pero volviendo al conurbano, también hay que decir que durante mucho tiempo, esa visión de administrar un territorio fue directamente olvidada o, en el mejor de los casos, distorsionada, como lo fue la experiencia del Fondo de Reparación Histórica del Conurbano Bonaerense instrumentado en la década del noventa: un despilfarro de 600 millones de dólares mensuales que sirvió para maquillar el atraso gubernamental de todos los gobiernos que habían precedido al menem-duhaldismo.

Hubo que esperar casi sesenta años para que un nuevo Gobierno Nacional entendiera nuevamente al conurbano como una “cuestión nacional”, es decir, una construcción histórica muy compleja, nacida del éxodo interno que se produjo en nuestro país desde la década del treinta en adelante.
 
Néstor Kirchner fue el único hombre, en varias décadas, que tuvo la decisión de terminar con años de olvido en torno de “la cuestión conurbana”, introduciendo un cambio en la matriz administrativa que terminó con la lógica que hasta entonces delineaba la política municipal en el Gran Buenos Aires: los llamados “Municipios ABL”.

Un Municipio “ABL” era aquella unidad de gestión que únicamente se encargaba de recaudar las tasas de Alumbrado, Barrido y Limpieza para poder, con esas migajas, subsistir administrativamente pagando los sueldos de los empleados y realizando alguna que otra obra pública de baja intensidad, como bacheo, desagües y/o algún que otro parque. En el medio, se esperaba que a los gobiernos de Nación y Provincia se les ocurriera llevar adelante alguna obra de envergadura, ya sea un hospital, una escuela, o algo similar.

El kirchnerismo terminó definitivamente con “los Municipios ABL”. En algunos casos por conveniencia, en otros por convicción, Néstor Kirchner trabó una serie de acuerdos políticos con los Intendentes, que a su vez se convirtieron en brazos ejecutores de las políticas públicas nacionales. Hoy, cuando uno pasea por el conurbano con sus hijas, no tiene que andar aclarando quién es el responsable de esa transformación.

Este tipo de decisiones, son las que les cambian la vida a las personas, porque repercuten en el día a día. Acá no hay cháchara posible y Néstor Kirchner ya está instalado en la memoria colectiva de la mayoría de los habitantes del Gran Buenos Aires como el hombre que quiso y pudo.
 
Por eso estas líneas, por eso estas lágrimas.