viernes, 2 de septiembre de 2016
jueves, 1 de septiembre de 2016
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE POPULISMO?
Por Ezequiel
Adamovsky - http://www.revistaanfibia.com/ensayo/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-populismo-2/#sthash.IX61qJvn.4a7Fu1GP.dpuf
En discusiones políticas y en los
medios, el concepto “populismo” suele mencionarse como una amenaza. Sin embargo
no existen en el mundo movimientos que así se autodefinan. El historiador
Ezequiel Adamovsky hace un recorrido cronológico sobre el término, arrancando
en la Rusia de 1800, pasando por América Latina e incluyendo el sentido
positivo que le dio Ernesto Laclau. ¿Sirve una categoría que se le puede
aplicar tanto a la coalición de izquierda griega de Syriza como a sus enemigos
del movimiento neonazi? Anfibia entra de lleno en el debate académico: cree el
autor, "como concepto para entender la realidad, el populismo se ha
extinguido".
Por todas partes se habla del
“populismo” en los debates políticos y en los medios. No hay día en que no
leamos columnas en la prensa norteamericana, europea o de América Latina que
nos adviertan sobre alguna amenaza “populista” en algún lado, de Venezuela
a Grecia, de España a Argentina. Incluso dentro de los Estados Unidos se suele
acusar a algunos políticos de ser “populistas”. Es como si fuera una especie de
plaga desconocida: está por todas partes y nadie puede explicar del todo cómo
se ha expandido tanto. ¿Pero qué quiere decir “populismo”? ¿Existe realmente
una “amenaza populista” que esté afectando a las democracias de todo el
planeta?
“Populismo” y el adjetivo
“populista” fueron términos académicos antes de transformarse en expresiones de
uso común. A su vez, como muchos otros conceptos académicos, nacieron como
parte de vocabularios políticos de algún país en concreto. “Populismo” fue
utilizado por primera vez hacia fines del siglo XIX para describir un cierto
tipo de movimientos políticos. El término apareció inicialmente en Rusia en
1878 como Narodnichestvo, luego traducido como “populismo” a otras lenguas
europeas, para nombrar una fase del desarrollo del movimiento socialista
vernáculo. Como explicó el historiador Richard Pipes en un estudio
clásico, ese término se utilizó para describir la ola
antiintelectualista de la década de 1870 y la creencia según la cual los
militantes socialistas tenían que aprender del Pueblo, antes que pretender
erigirse en sus guías. Pocos años después los marxistas rusos comenzaron a
utilizarlo con un sentido diferente y peyorativo, para referirse a aquellos
socialistas locales que pensaban que los campesinos serían los principales
sujetos de la revolución y que las comunas y tradiciones rurales podrían
utilizarse para construir a partir de ellas la sociedad socialista del futuro.
Así, en Rusia y en el movimiento socialista internacional, “populismo” se
utilizó para designar un tipo de movimiento progresivo, que podía oponerse a
las clases altas, pero –a diferencia del marxismo– se identificaba con el
campesinado y era nacionalista.
Aparentemente sin conexión con el
precedente ruso, “populismo” surgió también como término político en los
Estados Unidos luego de 1891, para referir al efímero People’s Party (Partido
del Pueblo) que surgió entonces, apoyado principalmente por los granjeros
pobres, de ideas progresistas y antielitistas. Tal como en Rusia, el término
también refirió allí a un movimiento rural y a una tendencia
antiintelectualista; utilizado por los oponentes del nuevo partido, también
adquirió de inmediato una connotación peyorativa. Como mostró Tim Houwen,
“populismo” permaneció como un vocablo poco utilizado hasta la década de 1950.
Sólo entonces fue adoptado por la academia –entre otros por el sociólogo Edward
Shils– aunque con un sentido completamente novedoso. En la formulación de
Shils, “populismo” no refería a un tipo de movimiento en particular, sino a una
ideología que podía encontrarse tanto en contextos urbanos como rurales y en sociedades
de todo tipo. “Populismo” para Shils, designaba “una ideología de resentimiento
contra un orden social impuesto por alguna clase dirigente de antigua data, de
la que supone que posee el monopolio del poder, la propiedad, el abolengo o la
cultura”. Como un fenómeno de múltiples caras, tal “populismo” se manifestaba
en una variedad de formas: el bolchevismo en Rusia, el nazismo en Alemania, el
Macartismo en Estados Unidos, etc. Movilizar los sentimientos irracionales de
las masas para ponerlas en contra de las élites: eso era el populismo. En otras
palabras, “populismo” pasó a ser el nombre para un conjunto de fenómenos que se
apartaban de la democracia liberal, cada uno a su modo.
En las décadas de 1960 y 1970
otros académicos retomaron el término, en un sentido algo diferente, aunque
conectado con el anterior. Lo utilizaron para nombrar a un conjunto de
movimientos reformistas del Tercer Mundo, particularmente los latinoamericanos
como el peronismo en Argentina, el Varguismo en Brasil y el Cardenismo en
México. A pesar de que algunos de estos académicos valoraban positivamente la
expansión de nuevos derechos para las clases bajas que había venido de la mano
de estos movimientos, su tipo de liderazgo era el rasgo distintivo: era
personal antes que institucional, emotivo antes que racional, unanimista antes
que pluralista. En este sentido, se medían con la vara implícita de las
democracias “normales” (es decir, liberales) del Primer Mundo. En eso, estos
trabajos se conectaban con los de los académicos como Shils: implícitamente
compartían una mirada normativa sobre cómo se suponía que debían ser y lucir
las verdaderas democracias.
Así, en el mundo académico el
concepto de “populismo” mutó de un uso más restringido que refería a los
movimientos de campesinos o granjeros, a un uso más amplio para designar un
fenómeno ideológico y político más o menos ubicuo. Para la década de 1970
“populismo” podía aludir a tal o cual movimiento histórico en concreto, a un
tipo de régimen político, a un estilo de liderazgo o a una “ideología de
resentimiento” que amenazaba por todas partes a la democracia. En todos los
casos, el término tenía una connotación negativa.
Para complicar incluso más las
cosas, el filósofo post-marxista Ernesto Laclau propuso un sentido más para
nuestro término, completamente diferente a todos los anteriores. La influyente
obra de Laclau planteó la necesidad de reemplazar la noción de “lucha de
clases”, entendida como una oposición binaria fundamental que se generaba por
la propia naturaleza de la opresión de clases, por la idea de que en la
sociedad existe una pluralidad de antagonismos, tanto económicos como de otros
órdenes. En tal escenario, no puede darse por sentado que todas las demandas
democráticas y populares van a confluir como una opción unificada contra la
ideología del bloque dominante. El plano político tiene un papel fundamental a
la hora de “articular” esa diversidad de antagonismos. Y los discursos aquí son
fundamentales, ya que son ellos los que “articulan” las demandas diversas,
produciendo un Pueblo en oposición a la minoría de los privilegiados. Así
entendido, el Pueblo es un efecto de la apelación discursiva que lo convoca,
antes que un sujeto político pre-existente. En esta visión política, la
articulación de un Pueblo en oposición al bloque dominante, es decir, el
ordenamiento de una variedad de demandas en una oposición binaria, es
fundamental para la “radicalización de la democracia” (una expresión que, para
Laclau, tenía un sentido positivo). En uno de sus últimos trabajos, Sobre
la Razón Populista (2005), Laclau utilizó el término “populista” para
nombrar ese tipo particular de apelaciones políticas que recortaban un Pueblo
en oposición a las clases dominantes. “El populismo comienza –escribió– allí
donde los elementos popular-democráticos son presentados como una opción
antagonista contra la ideología del bloque dominante”. Pero en verdad esa
etiqueta no era indispensable. Laclau podría haber llamado al estilo específico
de apelación política que le interesaba de otro modo, por ejemplo,
“popular-democráticas” o alguna otra variante, en lugar de “populistas”. Pero
el hecho es que decidió llamar a eso “populismo”, con lo cual, contrariamente a
los académicos del pasado, le otorgó a ese término un sentido positivo. En su
filosofía, el “populismo” era el nombre de la necesaria y esperada “radicalización
de la democracia”. Como consecuencia de la propuesta teórica de Laclau, por
primera vez algunos referentes e intelectuales de ciertos movimientos políticos
(por caso el kirchnerismo en Argentina y Podemos en España) comenzaron a
llamarse “populistas” a sí mismos, desafiando de ese modo el sentido común
según el cual ser “populista” era algo malo. Y a su vez, eso alimentó a los
liberales, dándoles más motivos para creer que existe una “amenaza populista”
acechando la ciudadela de la democracia.
El término “populismo” tenía
entonces una dinámica expansiva ya en sus usos académicos. Pero al volverse de
uso común, especialmente en las últimas dos décadas, se descontroló
completamente. Casi cualquier cosas puede ser llamada “populismo” en la prensa
de hoy. “Populista” se ha vuelto una especie de acusación banal que se lanza
simplemente para desacreditar a cualquier cosa o adversario, buscando asociarlo
así con algo ilegal, corrupto, autoritario, demagógico, vulgar o peligroso.
Algunos gobiernos latinoamericanos que en los últimos tiempos no se alinearon
con Estados Unidos o con el FMI son por supuesto los blancos preferidos.
Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Brasil son o han
sido atacados por la amenaza “populista” que proyectan sobre las democracias de
la región. Y uno pensaría que ya entendió a qué se refiere el término, pero
entonces comprueba que también Silvio Berlusconi –que no era ningún enemigo de
los norteamericanos y mucho menos de los grandes empresarios– era un “populista”.
¿Y por qué? Para la revista The Economist, porque su gobierno se apoyaba
en lazos de “patronazgo y
corrupción”o, como otro comentarista argumentó, porque Berlusconi
hablaba “en el
lenguaje del hombre común de la calle”. Según el New York Times,
en Europa es “populista” cualquiera que quiera poner límites
a la migración interna o sea euroescéptico; con esos dos rasgos ya
alcanza para ganarse el mote. El líder italiano Beppe Grillo es por supuesto un
“populista” ya que critica al
establishment político italiano. No importan las ideas que uno tenga
en cualquier otro asunto: si uno habla como la gente común, si critica a
Estados Unidos, si tiene problemas con el curso que está tomando la Unión
Europea o con su establishment político local, uno es un “populista”. Y no
importa si se trata de un izquierdista radicalizado o de alguien de extrema
derecha. En Grecia, según nos informan, Syriza es por supuesto “populista”.
Pero también lo son sus enemigos
del movimiento neo-Nazi Amanecer Dorado. Las ideas de ambos grupos
son totalmente opuestas en todas y cada una de las maneras posibles, pero sin
embargo ambos se las arreglan para pertenecer a la misma familia política.
Ambos son de “los populistas”.
De toda esta proliferación de
significados, uno creería al menos entender que, comoquiera que uno lo defina,
el “populismo” es un fenómeno político. Pero sin embargo las cosas no son tan
sencillas. Porque economistas como Rudiger Dornbusch y otros opinan que existe
también un “populismo
macroeconómico”, según el cual son “populistas” aquellos que tienen
una mirada económica que “prioriza el crecimiento y la distribución del ingreso
y no se preocupa suficientemente por los riesgos de la inflación y del déficit
en las finanzas, por las limitantes externas y por las reacciones de los
agentes económicos frente a políticas agresivas que afectan el mercado”. Este
“populismo macroeconómico” parecería referir entonces a un tipo específico de
políticas económicas. Y sin embargo, en los debates recientes cualquier tipo de
comentario o idea que no sea total y completamente amigable hacia los
empresarios recibe el mote de “populista”. La Cámara de Comercio de los Estados
Unidos declaró recientemente que son “populistas” todos los que tratan de “eliminar el
sistema de capital libre y abierto.” A Obama se lo acusó de
serlo sólo por decir que le gustaría
que los millonarios paguen un poquito más de impuestos. El Wall
Street Journal llamó
“populista” a Hilary Clinton porque dijo que el Congreso
debería “enfocarse en la creación de empleo y en los ingresos de las familias
de clase media”. Eso era todo lo que el diario necesitaba escuchar. De hecho,
para ese períodico, la mera
preocupación por el tema de la “desigualdad de ingresos” es
síntoma de la enfermedad del “populismo” (porque los ingresos de cada cual son
un asunto privado, claro).
Bien entonces. El “populismo” es
un fenómeno político y también económico. ¿Así sería? Lamentablemente la saga
continúa. Porque a todo lo anterior hay que agregar la idea que presentó hace
tiempo Jim McGuigan, adoptada luego por muchos otros, según la cual existe
también un “populismo
cultural”, que sería aquél que valoriza la cultura popular por sobre
otras formas de cultura “seria”. Está visto: el “populismo” ha penetrado todas
las áreas de la vida social.
En todos estos usos variados,
“populismo” parece poco más que un latiguillo que busca dar credibilidad
conceptual a nociones más antiguas y menos sofisticadas, como “demagogia”,
“autoritarismo”, “nacionalismo” o “vulgaridad”. Se utiliza con frecuencia
simplemente para desacreditar ciertas ideas o decisiones de política económica
heterodoxas, asociando a las personas o gobiernos que las llevan adelante a
cosas desagradables, como el nazismo o la xenofobia. Para decirlo en otras
palabras, “populismo” es un término que mete en una misma bolsa cosas que no
pertenecen a un mismo conjunto y, al mismo tiempo, crea barreras mentales que
nos impiden comparar cosas que son perfectamente comparables. ¿Por qué se
agruparía bajo una misma etiqueta a los gobiernos sudamericanos que están
construyendo la UNASUR y que en general tienen leyes benignas para la
inmigración, con los xenófobos y racistas de la derecha euroescéptica? ¿Por qué
aplicar impuestos a los ricos es “populismo” si lo hace un gobierno
latinoamericano, pero sólo una medida “socialdemócrata” si lo hace Noruega?
¿Por qué las medidas económicas de Perón eran “populistas” pero el New Deal de
Roosevelt –en el que Perón se inspiró– era apenas “keynesiano”? ¿Así que la
corrupción y el patronazgo son rasgos populistas? ¿Entonces por qué en España
lo son los muchachos de Podemos, pero no los corruptísimos del Partido Popular?
Suele asociarse a Argentina con Venezuela como dos formas extremas de
“populismo”. Pero en realidad, en términos de estilos políticos, arreglos
institucionales y políticas concretas, el gobierno kirchnerista se parece más
al del Frente Amplio uruguayo que al de Maduro. ¿Por qué entonces rara vez se
dice que Uruguay forma parte de la “amenaza populista”? No hay motivo concreto,
como no sea el hecho de que Uruguay continúa siendo un país amigable para los
norteamericanos.
“Populismo” se ha convertido en
un término de combate profundamente ideologizado. Su valor como concepto para
entender la realidad, si alguna vez lo tuvo, se ha extinguido. En los usos
actuales, puede referir a una familia de ideologías, a una variedad de
movimientos políticos, a un tipo de régimen, a un estilo de gobierno, a un
modelo económico, a una estética o a un tipo particular de apelación política.
Todo eso mezclado y sin ninguna claridad analítica. “Populismo” funciona
obviamente como término peyorativo, orientado a desacreditar a quienes se lo
aplica. Pero más importante que eso: se supone que las categorías con vocación
taxonómica deben agrupar fenómenos sociales similares para hacerlos más
comprensibles. No hay nada malo en ello –de hecho es algo fundamental –, pero a
condición de que se agrupe a los fenómenos según los rasgos propios que posean.
Como categoría taxonómica, “populismo” hace exactamente lo contrario. El único
rasgo que comparten todos los fenómenos que son catalogados con esa etiqueta no
es algo que son, sino algo que no son. Se los agrupa no por sus
rasgos en común, sino simplemente porque ninguno de ellos (cada uno a su modo y
por motivos diferentes) se corresponde con el tipo de movimientos, estilos,
políticos o políticas que los liberales occidentales tienen a apreciar. En los
debates actuales, “populismo” significa no mucho más que ser amistoso con
la clase baja –sea en términos de políticas concretas o simplemente de manera
discursiva– o tomar medidas (o tener “estilos”) que desagradan a las élites
políticas, económicas o culturales. Porque, supongamos por un momento que
manifestar cercanía hacia la clase baja fuera algo que se aparta de los ideales
de las democracias “normales”, esto es, las que supuestamente dejan que el
“pluralismo” oriente una negociación cordial de todos los intereses sociales,
sin preferencia por ninguno. Y supongamos que tal desviación fuera tan
importante que requiriera todo un concepto para nombrarla: no es “democracia”
sino “populismo”. Aceptemos todo eso por un momento. ¿Cómo es entonces que no
hay un concepto, una taxonomía específica, para nombrar la desviación opuesta,
es decir, las ideas, actitudes, estilos o políticas que manifiestan cercanía
con las clases altas y producen desagrado a las clases bajas? ¿Cómo es que tal
apartamiento del ideal del pluralismo es simplemente una de las variantes
aceptables de la democracia y no reclama una etiqueta especial que nos advierta
sobre el peligro que implican? En la ausencia de respuesta a esas preguntas, la
pretensión normativa del concepto de “populismo” queda perfectamente clara.
Lo que quiero decir, en resumidas
cuentas, es que “el populismo” no existe. No hay ninguna “amenaza populista” al
acecho de nuestras democracias. De hecho, no hay una sino varias amenazas que
pesan sobre la vida democrática. Y también existen varios modelos de democracia
posibles. “Populismo” nos hace creer que este escenario complejo de múltiples
opciones y diversos peligros en verdad es sencillo. Se trataría de un escenario
dividido en dos campos claramente distinguibles: por un lado la democracia
liberal (la única que merece ser llamada “democracia”) y por el otro la
presencia fantasmal de todo lo que no se corresponde con ese ideal y, por ello,
debe rechazarse de plano. En otras palabras, “populismo” nos invita a cerrar
filas alrededor de la democracia liberal (es decir, una democracia de alcances
limitados tal como gusta a los liberales) para combatir a un solo monstruo
compuesto por todo lo demás, en cuyo cuerpo indiscernible conviven neonazis,
keynesianos, caudillos latinoamericanos, socialistas, charlatanes,
anticapitalistas, corruptos, nacionalistas y cualquier otra cosa sospechosa. Y
el problema es que esa forma de razonamiento nos impide ver dos hechos
fundamentales. Primero, que dentro de esa masa de elementos “populistas” hay
algunos que definitivamente son una amenaza a la democracia, pero también
ideas, experimentos políticos y organizaciones que tienen el potencial de
ofrecer formas mejores y más sustantivas de democracia para las sociedades
modernas. Y segundo, que el propio liberalismo, con sus valores
individualistas, su ethos productivista y su compromiso irrestricto con los
intereses de los empresarios es, de hecho, una de las mayores amenazas que
corroen las democracias actuales.
* Una versión en inglés de este
artículo apareció originalmente en Telesur
English.
sábado, 27 de agosto de 2016
BLAQUIER Y LA NOCHE DEL APAGON: 40 años de impunidad
Gustavo
Campana - http://radiocadenanacional.com.ar/2016/07/24/blaquier-y-la-noche-del-apagon-40-anos-de-impunidad/
Carlos Pedro Blaquier fue uno de los fundadores del Ateneo
de la Juventud Democrática Argentina, en 1946. Un gran semillero de
funcionarios, de casi todas las dictaduras argentinas del siglo XX.
En 1963 y por obra de su gran amigo y viejo compañero del Ateneo, José
Alfredo Martínez de Hoz (por entonces, ministro de Economía de José
María Guido, entre el 21 de mayo y el 12 de octubre), su ingenio Ledesma fue
declarado de “interés nacional”.
Con esa resolución bajo el brazo, la empresa fue liberada de pagar impuestos,
tuvo acceso a créditos blandos en bancos oficiales y sus productos se
transformaron en “prioridad”entre las proveedoras del Estado.
En el ’66, en plena dictadura del general Juan Carlos Onganía, Blaquier fue
cómplice de los golpistas para llevar a cabo el cierre de siete ingenios
tucumanos; medida que dejó a cerca de 5.500 trabajadores en la calle.
La única planta que quedó en pie, fue La Merced. Casualmente,
propiedad de Ledesma…
EL TRISTEMENTE CELEBRE GRUPO AZCUENAGA
A partir de mediados de 1973, un petit hotel de la calle Azcuénaga 1673 en
la ciudad de Buenos Aires, fue escenario de las reuniones de los padres
intelectuales del golpe del‘76. En esa casona, Ricardo Zinn, planificó el “Rodrigazo”,
como secretario de Coordinación del ministerio de Economía (cargo
que ocupó en las dictaduras de los generales Roberto Marcelo Levigston y Alejandro
Agustín Lanusse) y después elaboró los lineamientos de la matriz económica
argentina, que Martínez de Hoz le presentó al país, el 2 de
abril de 1976.
Aquella propiedad en la que se reunían los padres del neoliberalismo argentino,
que respondían a Martínez de Hoz (unas 40 personas, entre
abogados, militares y periodistas; que participaban de charlas, conferencias y
debates), fue entre 1971 y 1977, de Pedro Blaquier.
Los otros ideólogos de la nueva versión de la vieja Argentina agroexportadora,
los protagonistas de aquel formato tan parecido al de principios del siglo
pasado (país pensado sin fábricas, ni obreros; importador de casi todos los
productos elaborados necesarios y que viviría décadas, con el oxígeno del
endeudamiento externo), pertenecían al grupo Perriaux.
Don Jaime Perriaux junto a sus apóstoles, Mario Cadenas Madariaga,
Horacio García Belsunce (padre), Guillermo Zubarán, Enrique
Loncan y Armando Braun, trabajaban en su estudio de Pueyrredón y Vicente
López o en su casona de la calleGelly y Obes, en el barrio de Palermo.
Los constructores de la economía de la última dictadura, necesitaban de terrorismo
deEstado para sacar del medio como sea, a las comisiones obreras que
amenazaban con enfrentar al primer desembarco neoliberal en nuestro país. Y
paralelamente en muchos casos, planificaron quedarse con las empresas y los
contratos más deseados, en una mesa de tortura si era necesario…
AZUCAR AMARGA
El ingenio Ledesma nació en 1908 y a lo largo del siglo
XX, crecieron al calor de sus hornos, las poblaciones de Calilegua y Libertador
General San Martín. Actualmente es el principal productor de azúcar, papel y
cítricos del país.
El presente empresarial repleto de privilegios económicos y políticos, es una
construcción feudal de casi una centuria. Civiles y militares, le permitieron a
la familia más importante de la provincia, lograr una constante modernización
de casi todos sus procesos de producción. El patrimonio de la empresa
ronda los 1.300 millones de pesos y emplea a más de 7.400
personas. Desde 1970, el ingenio está en manos de Pedro Blaquier,
integrante de una familia que construyó su imperio, a través de un régimen de
explotación laboral. La persecución a los trabajadores que enfrentaran su
pliego de condiciones oligárquicas, fue una de las grandes constantes en su
historia. Un pasado siniestro que alcanzó durante 1975 y 1976,
su página más terrible; cuando uniformados y paramilitares, se hicieron cargo
de la ejecución, a pedido de la empresa.
EL DOCTOR LUIS RAMON AREDEZ
Llegó al ingenio en 1958, contratado por Ledesma como médico
pediatra. Por entonces existía un alto índice de mortalidad infantil, entre los
hijos de los trabajadores golondrinas de la zafra. La quema del bagazo hacía
estragos con una lluvia de ceniza cancerígena, que después se conoció como bagazosis.
Todas las tardes, el pueblo quedaba envuelto en un olor dulzón inunda. La
chimenea del ingenio más grande de Latinoamérica, lanzaba una nube espesa
de cenizas para cubrir calles, casas y autos. El ritual era parte del paisaje,
sin que nadie advirtiera por entonces, que la quema generaba enfermedades
respiratorias que en casi siempre eran una condena a muerte.
Aredez comenzó a trabajar cientos de casos, con la profundidad y
responsabilidad médica, que la situación obligaba; un cuadro que los empresarios
ocultaron durante décadas.
La respuesta del por entonces responsable de la empresa, el Ing. Herminio
Arrieta, fue terminar con los gastos en medicamentos que el “doctorcito
demagogo” estaba generando.
A finales del ’58, Aredez fue dejado cesante. El sindicato realizó un
paro total de actividades, que obligó a la empresa a reincorporarlo. Pero al
año siguiente, el médico fue despedido definitivamente.
Después de trabajar dos años en el Hospital Salvador Mazza de Tilcara,
Aredez regresó nuevamente a Libertador General San Martín, para
instalar su consultorio. Poco tiempo después, su vida volvió a cruzarse con el
ingenio, cuando fue nombrado médico de la obra social del Sindicato de
Obreros y Empleados de Ledesma.
La batalla siguiente, se produjo en un terreno impensado a fines de los ’50,
para la empresa que contrató al pediatra que se involucró en una discusión
prohibida. En 1973, Aredez se convirtió en el intendente de General
San Martín y reclamó a Ledesma que pague impuestos a la
propiedad de su tierra, por primera vez en su historia.
El Ingenio pagó el primer mes y comenzó a planear el golpe
institucional. Aredez fue despojado de su cargo, después de ocho
meses al frente de la municipalidad. Los cargos:“Infiltrado marxista”.
Los obreros resistieron, pero un grupo de parapoliciales con ametralladoras,
tomaron la Intendencia y la desalojaron.
El 15 de enero de 1976, la Villa de Tilcara, donde la familia Aredez pasaba
sus vacaciones, fue allanada por el Ejército, sin orden judicial. A las 03:00 de
la mañana, del24 de marzo de 1976, Aredez fue detenido y llevado
en una camioneta de Ledesma, manejada por un empleado de la empresa.
Permaneció detenido cuatro meses en el Penal de Villa Gorriti en la
ciudad de San Salvador de Jujuy y seis meses en el penal de La
Plata, en la provincia de Buenos Aires.
Los días 22 y 24 de julio de 1976, se produjeron en las
localidades de Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar,
apagones desde la 22:00 hasta las 06:00 del día siguiente. Ese
fue el escenario donde se produjeron las detenciones obreras, también con
vehículos de Ledesma.
Más de 300 personas fueron secuestradas, en Calilegua y San Miguel
de Tucumán. 30 permanecen desaparecidas.
El 23 de marzo de 1977, el doctor Luis Aredez fue dejado en libertad, sin documentos. Inmediatamente comenzó a trabajar en el Hospital
de Fraile Pintado, a 15 kilómetros de San Martín. El 13 de
mayo, salió con su auto en dirección a su domicilio y fue secuestrado en la
ruta. El auto apareció abandonado en las cercanías del Jardín Botánico de
la Ciudad de Buenos Aires, 6 meses después.
A un mes de su primer secuestro, fuerzas de Gendarmería Nacional con
sede enLedesma, se lo llevaron a Aredez por segunda vez. Al frente de
ese operativo, estuvo Juan de la Cruz Kairus, empleado del Ingenio.
Olga Aredez, viuda de Luis y símbolo de Madres de Plaza de Mayo línea
fundadoraelevó poco antes de morir (bagazosis), un amparo para que cese la
contaminación producto de la quema del bagazo.
EL REINO DE LA IMPUNIDAD
El Ingenio logró congelar las investigaciones que amenazaron con
jaquear a los responsables del imperio, después de cuatro décadas.
Mientras el Juzgado Federal Nº 2 de Jujuy estuvo a cargo
del juez Horacio Aguilar y de sus secretarios, Diego D’Andrea Cornejo y Carlos
Olivera Pastor; las causas por los crímenes de la dictadura no avanzaron, pese
al reclamo de organizaciones de derechos humanos y del Ministerio Público
Fiscal.
Con el paso del tiempo, los hombres que primero los protegieron desde sus
despachos del Poder Judicial, luego se transformaron en los abogados defensores
de Blaquier y Lemos.
En los primeros 29 años del nuevo período democrático, Blaquier mantuvo
muy bien aceitadas sus relaciones con las autoridades de la Justicia Federal de
la región, exactamente igual que lo había hecho con los uniformados en el
pasado. Su amistad con Renato Rabbi Baldi Cabanillas, presidente de la Cámara
Federal de Salta, máxima autoridad federal jujeña en el pasado, resultó clave. Baldi
Cabanillas fue denunciado por organizaciones de derechos humanos, por
frenar todas las causas por delitos de lesa humanidad. Está acusado de
favorecer a un imputado, el mayor Alejandro Osvaldo Marjanov, su cuñado.
Por no investigar a Cabanillas, fue suspendido el titular de la fiscalía
federal número 1 de Jujuy, Domingo José Batule.
A pesar de estos obstáculos, el juez Poviña y la fiscalía pudieron
aportar pruebas contundentes sobre la participación de la empresa. En
allanamientos encontraron informes de inteligencia de Ledesma que
guiaron los operativos militares; registros de entrada y salida de móviles del
ingenio a centros de detención y cuentas de gastos de logística y combustible
aportados para la represión.
Esas pruebas se sumaron a las decenas de
testimonios de víctimas y testigos que acreditaron desde hace décadas como el
ingenio trabajó codo a codo con las fuerzas represivas.
PROCESADOS…, FALTA DE MERITO
Carlos Pedro Blaquier, presidente de la empresa y Alberto Lemos,
administrador del Ingenio, fueron procesados por 20 hechos y por la causa Aredez,
en 3 casos. Todos estos procesamientos, después de pasar por las instancias
superiores, por lo que la decisión de llamar a juicio oral está de nuevo en
manos del juez federal de instrucción Poviña.
También se completaron las recusaciones que la defensa de Blaquier realizó
al juez Poviña y al fiscal Pelazzo, que fue apartado por la Cámara
de Apelaciones de Salta, que preside Cabanillas.
Pero en marzo de 2015 La Cámara Federal de Casación Penal revocó,
por unanimidad, los procesamientos de Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma y
Alberto Lemos, ex directivo de la empresa, que había sido acusados por supuesta
complicidad en los secuestros de vecinos y trabajadores de la compañía,
ocurridos a tres meses del golpe de Estado de 1976, en Jujuy.
Los jueces de la Sala IV de la Cámara de Casación, Gustavo
Hornos, Eduardo Riggiy Juan Carlos Gemignani, entendieron que no existía
mérito para procesar a Blaquier y a su ex empleado por delitos de
lesa humanidad y dictó la falta de mérito de ambos.
El máximo Tribunal Penal del país llegó a la falta de mérito, al
entender que de ninguna manera se acreditó la participación de ambos ejecutivos
en los delitos investigados. También confirmó la resolución que decretó la
nulidad e ilegalidad de la designación del abogado querellante Pablo
Miguel Pelazzo como fiscal adjunto.
Como una postal que sintetiza 40 años de pelea, entre el
puedo y el poder económico de Jujuy, Milagro está presa y Blaquier en libertad…
viernes, 26 de agosto de 2016
lunes, 15 de agosto de 2016
lunes, 1 de agosto de 2016
Mercosur es el camino, pese a las tesis destructivistas
Claudio Della Croce* - http://www.surysur.net/mercosur-es-el-camino-pese-a-las-tesis-destructivistas/
Hoy, por su significación central, la mayor atención
está puesta en la situación de Brasil y sus efectos enormes
para toda la región. De todas formas, ello no significa desconocer
los serios problemas políticos que afrontan de distinta forma
cada uno de los países , incluyendo Venezuela, y, más en general, las
relaciones intra y extrarregionales afectadas por las serias crisis económicas
y sociales coincidentes en todos los países
La próxima gestión del Mercosur -hoy la presidencia
está en manos de Venezuela- deberá tomar en consideración del debate abierto en
relación a la “flexibilización” y “refundación” del bloque y el fracaso
inmediato de la lìnea central de “avanzar en la liberalización para
estar con el mundo”, en primer lugar para concretar el acuerdo con la Unión
Europea, a la cual apostó Uruguay en base también
al impulso favorable del nuevo gobierno de Macri en Argentina
y el viraje “pro.mercado” de la última parte del gobierno de Dilma en Brasil.
Lo paradójico es que es Europa la que ha parado el TLC
por sus presiones proteccionistas, pero podrían ganar referencia otras
alternativas similares (TPP, China , Alianza del Pacífico) o multilaterales (
Organización Mundial del Comercio).
Es preciso partir del reconocimiento que el Mercosur se
encuentra cuestionado por sus dificultades, tensiones y parálisis. La nueva
presidencia deberá contemplar que es imperioso asumir la crisis de la
integración, ya que no hacerlo conllevará el peligro que se
impongan tendencias regresivas y/o rupturistas.
Es necesaria la integración para afrontar crisis y
problemas comunes como la integración productiva y su significado
distinto que el de las “cadenas del valor” de las empresas
multinacionales, las relaciones del Mercosur con el mundo, las alternativas de
vinculación y complementación norte-sur y sur-sur, una vez más fracasado el
intento de un TLC con la Unión Europea, que no está interesada en ello, como lo
viene demostrando.
En la agenda del Mercosur sigue estando el intercambio y
financiamiento intraregional con monedas locales y cómo evitar la superposición
de devaluaciones competitivas. Y sobre todo soluciones para el tema de las
asimetrías con políticas activas y no una mayor liberalización que ahonde
diferencias entre países más “grandes” y “pequeños”. También están en agenda,
los sociales comunes (tratamiento de migraciones, emergencias, de
problemas y crisis sanitarios, trabajo, trata de personas, educación, ciencia y
técnica, cambio climático, entre muchos otros puntos.
Del Mercosur político al intento de vaciamiento
En 2003, los presidentes de los dos “grandes” de la
región, Brasil y Argentina, Lula da Silva y Néstor Kirchner, lanzaron una
agenda política para el bloque regional, que se plasmó en en la Cumbre de Ouro
Preto II. Una agenda que nunca escondió el hecho que era la política la que
guíaba su puesta en práctica, a partir de lo que se dio en llamar “diplomacia
presidencial”, o sea la incidencia directa de los presidentes en la resolución
de las contradicciones del proceso de integración.
Su enfoque no daba lugar a equivocaciones: “intensificar
la cooperación bilateral y regional para garantizar a todos los ciudadanos el
pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales, incluido el derecho al
desarrollo, en un marco de libertad y justicia social…”.
A partir de allí fueron muchas las iniciativas que
plasmaron el viraje en el enfoque del “nuevo” Mercosur, desde su inicial
concepción neoliberal del Tratado de Asunción de años 90 a un bloque regional
de integración, más allá de lo aduanero y comercial, con dimensiones
productivas, sociales, de tratamiento a las asimetrías (en Ouro Preto se lanza
el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur), de geopolítica regional,
como la construcción del Parlamento del Mercosur y la ampliación del bloque a
Venezuela y Bolivia.
La verdad es que esa agenda política hoy parece agotada y
quiere ser destruida. Hoy se trata de instalar un frente externo acorde a los
gobiernos de restauración conservadora de Mauricio Macri y del golpista Michel
Temer, con la complicidad de Paraguay, lo que va en la dirección de propiciar
el aislamiento de Venezuela, en función de la campaña de hostigamiento y
desestabilización del gobierno de Maduro, volver inoperante a la Unasur y
volcar al Mercosur hacia la lógica de la Alianza del Pacífico impulsada por
Colombia, Chile, Perú y México, países que mantienen sus tratados de libre
comercio con Estados Unidos.
La disputa por el traspaso de la presidencia del bloque a
Venezuela fue un emergente de ese cambio de orientación. Fue la entrada en
escena de un nuevo consenso, que podría ser el primer paso ¬si se concreta el
golpe contra Dilma Roussef por la vía del juicio político¬ para un acuerdo de
coordinación mayor entre Argentina y Brasil, un consenso de carácter
neoliberal y restaurador, para sepultar el proceso iniciado en 2003.
Pero, a pesar de los livianos análisis de los medios
hegemónicos, hay varios factores que pueden incidir en un viraje de estas y uno
de ellos es la respuesta de China. La nueva línea que quiere imponerse, la de
los Tratados de Libre Comercio y adhesión al Tratado Transpacífico, es
parte de una ofensiva comercial contra el gigante asiático. No se puede olvidar
que China es un socio comercial muy importante para varias de las economías de
la región como Uruguay, Brasil y Venezuela. Y también para Argentina.
También tendrá mucho que ver el resultado electoral em
Estados Unidos y el tipo de política exterior que decida implementar en América
latina y el Caribe..
Flexibilizar, invisibilizar
En los últimos meses se han sumado varias iniciativas
para desoperativizar el Mercosur, e incluso algunas con el fin de vaciarlo de
contenidos. De ninguna manera redefinir el Mercosur puede significar una vuelta
al pasado. Desde la conciencia de la crisis actual, se presentan grandes
oportunidades –y necesidades- de reafirmar la integración, de actuar y negociar
en conjunto ante los grandes bloques de poder, además de profundizar las
relaciones Sur-Sur.
En los últimos tres lustros, en la región se gestó un
conjunto de mecanismos de integración regional (Unasur, Celac, Alba,
Petrocaribe), que se debieran potenciar y profundizar en sus dimensiones
políticas, económicas y sociales con la participación activa del Mercosur. Por
eso, redefinir el Mercosur no puede significar desintegrarse o desmembrarse,
sino que se torna fundamental enfrentar las debilidades, mantener las
fortalezas y potenciar las oportunidades que se han acumulado su trayectoria de
25 años.
Para nadie es un secreto que la región enfrenta una
coyuntura económica mundial adversa, que requiere una estrategia de cooperación
y complementación entre los países para garantizar los recursos necesarios para
promover el cambio de la matriz productiva y los intercambios comerciales
regionales. Solo manteniéndose unidos, los países de la región podrán crear
mecanismos que disminuyan la exportación de recursos financieros que luego son
devueltos en costoso endeudamiento.
Quedan varios temas en discusión en la agenda del
Mercosur, y también de otros organismos de integración, como el del
financiamiento regional, el uso de monedas locales –práctica que ya se realiza
en algunos casos-para gambetear la desestabilizadora crisis del dólar, la
cooperación científico-tecnológica que apuntale el crecimiento y la calidad de
vida en nuestros países.
En estos últimos tres lustros, se ha ganado un buen
espacio en la consolidación del imaginario de la integración, de la identidad
de la integración. Hoy es menester promover una visión integral de la
integración, que incorpore el cambio de la matriz productiva en las
agendas de discusión, el reconocimiento del protagonismo de la dimensión
social, la defensa del medio ambiente, los derechos humanos y nuestras culturas,
para enfrentar el legado del colonialismo cultural.
Mercosur es la herramienta
La integración regional aparece hoy como una herramienta
para el desarrollo independiente y soberano y salir del modelo económico
dependiente, extractivista. Es imposible imaginar una forma de salir de este
modelo que no sea a través de políticas comunes. Juntos, los miembros del
bloque, deberán crear un nuevo modelo que supere la matriz de ser meros
productores y exportadores de materias primas. Juntos es posible –además de
necesaria- la promoción de la complementación productiva y la industrialización
complementaria de nuestros países, el acceso de todos los ciudadanos a la
medicamentos y la salud, la soberanía alimenticia que supere los índices de
pobreza y calidad de vida.
Existe una urgencia de afrontar conjuntamente el acceso a
los medicamentos, problemática que se ha ahondado ahora por el deterioro
económico y social de muchos países. Y este tema, junto con el de la soberanía
alimentaria, es necesario tratarlo en bloque y buscar soluciones que, además,
signifiquen la consolidación de una cadena de valor para laboratorios
nacionales y de pequeñas y medianas empresas nacionales.
Mercosur no es un edificio, ni una burocracia. Es una
apuesta para el futuro común de los pueblos de la región, y por ello se hace
necesario profundizar al Mercosur Social, la participación social y la
integración de los pueblos. Hoy, nuevamente, el fantasma del desempleo recorre
la región y las luchas de los sectores laborales se vuelcan no solo a la
defensa de las fuentes de trabajo sino también a defender los derechos sociales
y laborales conquistados tras décadas de lucha.
Hay quienes quieren imponer la idea de que la integración
la hacen presidentes o cancilleres. La historia nos muestra que siempre nos
dividieron para dominarnos: ésta no es la primera vez. Hay que poner los temas
sobre la mesa, debatirlos con políticos, académicos, movimientos sociales
–sindicatos, campesinos-, académicos, no ocultarlos tras campañas
desinformantes, que nos hacen recordar aciagos días de dictaduras.
La meta no puede ser cola de león de las grandes
potencias. La meta debe ser la unidad para lograr un desarrollo justo e inclusivo,
y mantener la capacidad negociadora como bloque. La meta debe ser mirarnos en nuestros propios espejos, intensificar nuestras relaciones y
complementariedades, superar la dependencia de la producción y exportación de
nuestras materias primas y recursos naturales, terminar con las asimetrías que
han demorado una mayor y mejor integración, garantizando, además, que todo ello
lo podamos hacer, como hasta ahora, en una zona de paz, modelo para el mundo.
*Economista argentino. Asesor del Centro Latinoamericano
de Análisis Estratégico (CLAE)
lunes, 25 de julio de 2016
Panama Papers: dinero secreto
Frei Betto+ - http://www.lr21.com.uy/mundo/1287751-panama-papers-dinero-secreto
Son cuentas de offshore, que significa, en traducción libre, “negocios fuera”. Offshorees una empresa constituida legalmente fuera del país de quien ha invertido su capital. Por tanto, tener cuentas offshore no constituye un delito.
Lo que suscita sospechas es el hecho, en general, de que la offshore se ubica enparaísos fiscales o en países que no cobran impuestos. De ese modo se garantiza el anonimato en cuanto a la nacionalidad de los cuentahabientes, que no necesitan declarar esa cantidad a la entidad correspondiente de sus países.
La divulgación de las cuentas permite que se pueda comparar la fortuna guardada en Panamá con las fuentes de esas cantidades y con el patrimonio de sus dueños, quienes deberán demostrar que esas cuentas no esconden negocios ilícitos o evasión fiscal.
Es evidente que se queda uno con la mosca detrás de la oreja. ¿Por qué una persona coloca su dinero fuera del país y además en lugares que le aseguran anonimato y exención de impuestos?
En la lista de Panamá Papers aparecen 57 brasileños, entre ellos Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados; Edison Lobao, exministro de Minas y Energía; y el cantante Roberto Carlos. De otros países los más conocidos son: Putin, presidente de Rusia (por intermedio de sus socios); Bachar al-Assad, presidente de Siria; Gunnlaugsson, primer ministro de Islandia (que, avergonzado, ya renunció); Mauricio Macri, presidente de Argentina; Abdulaziz, rey de Arabia Saudita; Proshenko, presidente de Ucrania; y Messi, jugador argentino.
Algo que intriga es el que los tres principales diarios de los EE.UU. (New York Times, Wall Street Journal y Washington Post) no han dado importancia a la noticia de esas fortunas secretas.
Todo indica que el gobierno de los EE.UU. está por detrás de la publicación de los Panamá Papers, a fin de desmoralizar a enemigos como Putin y Bachar al-Assad, y así reconfigurar el orden económico internacional. Ese orden que es, de hecho, un desorden. En enero de este año la Oxfam, ONG británica, reveló en Davos que apenas 62 personas en el planeta tienen una entrada equivalente a la de 3,600 millones de personas, o sea la mitad de la población mundial. Esos multimillonarios esconden en paraísos fiscales 7,600 millones de dólares y 26 mil millones de euros.
Lo que preocupa a los magos del capitalismo es que, mientras esa fortuna queda guardada en cuentas secretas, los chinos amplían sus inversiones y ganan cada vez más espacio en los cinco continentes. Las crecientes desigualdades sociales en la mayoría de países, antes tomadas como meros efectos de la “mano invisible” del mercado, ahora son vistas con preocupación pues requieren fuertes gastos en redes de protección social y estimulan todo tipo de violencia, incluyendo el terrorismo.
Sin hacernos la ilusión de que el capitalismo llegue a admitir que necesita ser un poco más humano, el hecho es que semejante acumulación de riqueza en cajas secretas reduce los niveles de inversiones y puede amenazar con el colapso del sistema financiero internacional.De las 200 empresas que participan anualmente en el Foro Económico Mundial en Davos, de cada diez, según Oxfam, nueve guardan fortunas en paraísos fiscales de los EE.UU. o de Europa.
Un proyecto que está planeando el gobierno de los EE.UU. es acabar con el dinero físico, el papel moneda, y utilizar sólo dinero virtual, como tarjetas de crédito y transacciones por internet. Eso haría las transacciones más fácilmente controlables por los bancos y los gobiernos. Como advierte el periodista cubano Luis Manuel Arce, sería parecido a que cada ciudadano llevase un microchip bajo la piel.
* Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.
Son cuentas de offshore, que significa, en traducción libre, “negocios fuera”. Offshorees una empresa constituida legalmente fuera del país de quien ha invertido su capital. Por tanto, tener cuentas offshore no constituye un delito.
Lo que suscita sospechas es el hecho, en general, de que la offshore se ubica enparaísos fiscales o en países que no cobran impuestos. De ese modo se garantiza el anonimato en cuanto a la nacionalidad de los cuentahabientes, que no necesitan declarar esa cantidad a la entidad correspondiente de sus países.
La divulgación de las cuentas permite que se pueda comparar la fortuna guardada en Panamá con las fuentes de esas cantidades y con el patrimonio de sus dueños, quienes deberán demostrar que esas cuentas no esconden negocios ilícitos o evasión fiscal.
Es evidente que se queda uno con la mosca detrás de la oreja. ¿Por qué una persona coloca su dinero fuera del país y además en lugares que le aseguran anonimato y exención de impuestos?
En la lista de Panamá Papers aparecen 57 brasileños, entre ellos Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados; Edison Lobao, exministro de Minas y Energía; y el cantante Roberto Carlos. De otros países los más conocidos son: Putin, presidente de Rusia (por intermedio de sus socios); Bachar al-Assad, presidente de Siria; Gunnlaugsson, primer ministro de Islandia (que, avergonzado, ya renunció); Mauricio Macri, presidente de Argentina; Abdulaziz, rey de Arabia Saudita; Proshenko, presidente de Ucrania; y Messi, jugador argentino.
Algo que intriga es el que los tres principales diarios de los EE.UU. (New York Times, Wall Street Journal y Washington Post) no han dado importancia a la noticia de esas fortunas secretas.
Todo indica que el gobierno de los EE.UU. está por detrás de la publicación de los Panamá Papers, a fin de desmoralizar a enemigos como Putin y Bachar al-Assad, y así reconfigurar el orden económico internacional. Ese orden que es, de hecho, un desorden. En enero de este año la Oxfam, ONG británica, reveló en Davos que apenas 62 personas en el planeta tienen una entrada equivalente a la de 3,600 millones de personas, o sea la mitad de la población mundial. Esos multimillonarios esconden en paraísos fiscales 7,600 millones de dólares y 26 mil millones de euros.
Lo que preocupa a los magos del capitalismo es que, mientras esa fortuna queda guardada en cuentas secretas, los chinos amplían sus inversiones y ganan cada vez más espacio en los cinco continentes. Las crecientes desigualdades sociales en la mayoría de países, antes tomadas como meros efectos de la “mano invisible” del mercado, ahora son vistas con preocupación pues requieren fuertes gastos en redes de protección social y estimulan todo tipo de violencia, incluyendo el terrorismo.
Sin hacernos la ilusión de que el capitalismo llegue a admitir que necesita ser un poco más humano, el hecho es que semejante acumulación de riqueza en cajas secretas reduce los niveles de inversiones y puede amenazar con el colapso del sistema financiero internacional.De las 200 empresas que participan anualmente en el Foro Económico Mundial en Davos, de cada diez, según Oxfam, nueve guardan fortunas en paraísos fiscales de los EE.UU. o de Europa.
Un proyecto que está planeando el gobierno de los EE.UU. es acabar con el dinero físico, el papel moneda, y utilizar sólo dinero virtual, como tarjetas de crédito y transacciones por internet. Eso haría las transacciones más fácilmente controlables por los bancos y los gobiernos. Como advierte el periodista cubano Luis Manuel Arce, sería parecido a que cada ciudadano llevase un microchip bajo la piel.
* Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.
martes, 12 de julio de 2016
Argentina, con los dos pies en la calle
Claudia
Korol - http://www.elclarin.cl/web/noticias/internacional/19536-argentina-con-los-dos-pies-en-la-calle.html
Mientras
el gobierno de Mauricio Macri nos deja en la calle, el pueblo argentino
-defendiendo sus derechos- recupera las calles como escenario del conflicto
social. En esa dialéctica se viene desarrollando la dinámica desde diciembre de
2015. Según la consultora Tendencias Económicas, entre los meses de enero y
mayo de este año se produjeron 154.570 despidos, de los cuales la mayor parte
correspondió al sector privado, afectando especialmente al gremio de la
construcción. La desocupación se agrava por una inflación galopante.
El
aumento de precios acumulado entre enero y abril de este año en Buenos Aires es
del 19,2% y se calcula en alrededor del 16% la pérdida del poder adquisitivo de
los trabajadores del sector privado, cifra que se incrementa en el caso de los
trabajadores y trabajadoras precarizados. (Cuando decimos “se calcula”, hacemos
referencia a estimaciones realizadas desde distintas esferas, dado que el
gobierno nacional ha provocado un “apagón informativo” en términos estadísticos
y de otros rubros fundamentales para evaluar qué está sucediendo en el país).
Sigue
el desbaratamiento de las conquistas sociales, de los programas que protegían
-aunque fuera de modo asistencial- a los sectores de la población más
vulnerables. Continúa la entrega de los bienes comunes a las corporaciones
transnacionales, mientras el gobierno negocia el ingreso al TPP (Trans Pacific
Partnership), y el relanzamiento de los tratados de libre comercio (TLC). Se ha
anunciado un “acuerdo de asociación” con la Unión Europea, un TLC con Estados
Unidos, y la adhesión a la Alianza del Pacífico, con el fin de sumarse al TPP.
El
gobierno de Macri fortalece la subordinación argentina a los intereses
norteamericanos, europeos y de las corporaciones transnacionales en la región,
estableciendo acuerdos con EE.UU. para la “lucha contra el narcotráfico”, que
incluyen la posible instalación de bases militares en territorio argentino.
Además, con el fin de mostrar a un país “confiable” frente a inversores
extranjeros, el gobierno anunció que pagará las demandas que empresas
extranjeras interpusieron contra Argentina en el CIADI (Centro Internacional de
Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), a través de la emisión de
bonos que generarán una nueva ronda de endeudamiento externo.
A
la pérdida de derechos sociales, se suman las políticas represivas y de
militarización, que actúan como contraparte. Macri -a través del decreto 721-
le devolvió a las Fuerzas Armadas la autonomía en la organización y dirección
de cada fuerza (que les había sido quitada por el gobierno de Alfonsín),
garantizando a los militares poder sobre ascensos, traslados y designaciones.
LUCHAR
A LA INTEMPERIE
Mientras
Macri deja gente en la calle, sin trabajo, sin posibilidades de estudio, sin
acceso a la vivienda, a la salud, a la tierra urbana y rural, a la alimentación
sana, y fortalece la dimensión militar del ejercicio de la dominación, el
pueblo re-conoce las calles como territorio de disputas históricas, de
movilizaciones, encuentros y desencuentros. La calle se vuelve escenario de
cotidianas acciones de los desposeídos y de quienes demandan libertades.
Hay
una memoria latente en este re-conocimiento. Hemos pasado en Argentina otros
inviernos neoliberales, y muy cercanamente el del “menemato”, que al tiempo que
extenuó a las fuerzas populares con las políticas de exclusión de amplios
sectores de la sociedad, de saqueo y destrucción de la naturaleza, de agresión
sistemática a todas las dimensiones de la vida cotidiana, de represión a las
organizaciones, creó una “necesidad de defenderse” que permitió aprender y
ejercer nuevos modos de resistencia que estallaron en prácticas rebeldes
variadas, desde los piquetes hasta los saqueos, y otras formas de acción
directa que buscaban visibilizar a quienes eran negados en su existencia. Estas
experiencias, ya derrotado electoralmente el menemato por la Alianza
(encabezada por Fernando de la Rúa), se multiplicaron especialmente a partir
del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando se volvieron revuelta política,
conjugada en la consigna “Que se vayan todos”.
Actualmente,
aquellos aprendizajes colectivos se ponen en juego una vez más, así como la
conciencia de la necesidad de realizar alianzas de urgencia entre sectores que
han acumulado fuertes diferencias, pero que necesitan andar juntos a fin de
golpear con mayor impacto a los sectores hegemónicos del poder capitalista,
colonial y patriarcal.
El
24 de marzo, en las marchas realizadas por los 40 años del golpe de Estado,
todo el país vibró con el grito construido en estas décadas de “Nunca más”.
Desafiando la presencia ofensiva de Barack Obama en Argentina, y las políticas
de la desmemoria, miles y miles de personas llenaron las calles de las ciudades
capitales y de los pueblos pequeños. Fue una respuesta contundente a las
intenciones de Macri de volver hacia atrás el camino andado, revertir las
conquistas y logros de los organismos de derechos humanos y del pueblo
argentino en la recuperación de la memoria, la verdad y la justicia. Estas
masivas movilizaciones volvieron a dar aliento a los juicios contra los
genocidas, que siguen realizándose en todo el país; y pusieron un freno a las
intenciones de restaurar la política de los “dos demonios”, que busca equiparar
al terrorismo de Estado con las distintas formas de violencia popular. Fue un
momento importante de afirmación de la condena a las prácticas criminales del
Estado terrorista y la impunidad.
El
1° de mayo la movilización obrera y popular volvió a ser masiva y contundente.
Por primera vez en muchos años las centrales obreras marcharon juntas, a pesar
de las fuertes diferencias existentes entre las mismas. El resultado, al calor
del mal humor reinante con el apriete inflacionario, los aumentos brutales de
tarifas, y la ola de despidos, fue el de una manifestación multitudinaria.
El
3 de junio nos encontró nuevamente de manera masiva en más de cien ciudades
argentinas, diciendo “Ni una menos”, denunciando la continuidad de los
femicidios y de las violencias patriarcales, en manifestaciones conmovedoras
por su diversidad, su fuerza y la emoción que contenían. A la consigna del año
pasado “Ni una menos”, se agregó “Vivas nos queremos” y “El Estado es
responsable”, dando cuenta de la ausencia de respuestas por parte de los
gobiernos nacionales y provinciales a este clamor de amplios sectores del
movimiento de mujeres y del pueblo.
Estas
movilizaciones evidencian la vitalidad de un movimiento opositor, crítico, y la
rearticulación de una resistencia que -aun con falta de organización y proyecto
estratégico común-, comienza a dar señales de iniciativa política y audacia en
la convocatoria.
Sin
embargo, el sector mayoritario de ese movimiento, el kirchnerismo, tiene
dificultades para presentar un proyecto alternativo, debido a sus
contradicciones, a la fragmentación creciente de sus bloques parlamentarios, a
los numerosos conflictos internos que lo atraviesan, a la cooptación de franjas
del mismo por parte de los sectores peronistas aliados al macrismo, y porque en
los lugares en los que sigue siendo gobierno, en provincias y municipalidades,
están más inclinados a negociar su lugar bajo el sol y repiten políticas de
ajuste, como lo está haciendo Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego,
que suma a los despidos una dura represión contra los trabajadores en lucha. O
las duras políticas de ajuste implementadas por la gobernadora de Santa Cruz,
Alicia Kirchner, o el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, que viene
criminalizando de manera sistemática al movimiento indígena y popular.
ESCANDALOS
DE CORRUPCION
El
“destape” de distintos escándalos de corrupción, como el del ex secretario de
Obras Públicas José López, que el 14 de junio fue interceptado cuando intentaba
ocultar nueve millones de dólares en un convento, en lo que pareció un
auténtico thrillermediático, debilita la legitimidad del kirchnerismo,
ocupado en evitar quedar salpicado por este naufragio anunciado y fogoneado
desde el macrismo.
El
papel de los medios de comunicación fortalece el discurso que identifica al
gobierno kirchnerista con el robo y la corrupción, ocultando al mismo tiempo la
corrupción del macrismo. El escándalo protagonizado por López logró eclipsar el
de los Papeles de Panamá, que destaparon la titularidad de Macri de empresas off
shore. Aunque es sabido que esas sociedades son para evadir impuestos, fugar
capital u ocultar administraciones turbias, el tema va quedando en la
invisibilidad. Macri después de relativizar la información y mentir, aceptó su
presencia en dos de esas empresas: Fleg Trading y Kagemucha, creyéndose que en
total serían siete las empresas off shore del clan.
Recordando
el prontuario de la actual familia presidencial, Claudio Katz informa: “En 1982
lucraron con el endeudamiento en divisas y el posterior rescate oficial de
varias empresas (Sideco, Pluspetrol, Socma, Iecsa, Dragados y Obras Portuarias).
En 1989 cobraron sobreprecios por contratos de recolección de basura (Manliba).
En 1995 realizaron un gran contrabando de autopartes en el sector automotor
(caso Sevel) que fue descubierto, corroborado y luego perdonado por los jueces
menemistas. La secuencia de estafas continuó con el cobro de peajes en rutas
sin ninguna contrapartida de inversión y con la fuga masiva de capital durante
el colapso de 2001. La familia se benefició también con la pesificación
asimétrica (2002) y con la privatización del Correo, mientras esa operación
generó ganancias. Durante la era K obtuvieron lucrativos contratos de obra
pública. Los Macri se han enriquecido a costa del Estado. Se especializaron en
la gestión de coimas y en la obtención de subsidios oficiales para financiar
sus quebrantos”.(1)
A
pesar de este desbarranque del macrismo y el kirchnerismo en el círculo de la
corrupción gigantesca, las fuerzas de Izquierda no logran la identidad y unidad
suficientes para proyectarse como alternativa. De modo que la resistencia
camina las calles y busca caminos diversos, ensaya unidades, y plantea el
desafío de creación política de estrategias renovadas.
En
estos días hay múltiples ejercicios de sobrevivencia, desde ollas y comedores
populares, carpas de defensa de la salud pública, ocupación de centros de
estudio, campañas contra el ajuste. La experiencia realizada por el pueblo en
el enfrentamiento cotidiano a las políticas neoliberales se está poniendo en
juego, produciéndose en los movimientos sociales un rápido trasvasamiento de
aprendizajes, que incluyen desde cómo hacer una comida para muchas personas,
hasta cómo enfrentar la represión, que es el otro elemento que viene
sintiéndose duro: la criminalización de la protesta y de la pobreza.
LUCHAS
MEDIOAMBIENTALES
Pero
las movilizaciones populares no se resumen en la lucha económica contra las
políticas de ajuste. Continúan las movilizaciones socioambientales que
enfrentan a las corporaciones transnacionales en alianza con el Estado. En
Córdoba se resiste la instalación de una planta de Monsanto. En San Juan
continúa la movilización popular contra las consecuencias de la contaminación
de los ríos por Barrick Gold, exigiendo el cierre de la megaminera Veladero. En
septiembre de 2015, se conoció el derrame de más de 1.250.000 litros de
solución cianurada en el Río Jachal, fuente de agua de ríos de San Juan, La
Rioja, Mendoza y Córdoba. Los pobladores de los pueblos más afectados se
organizaron y siguen denunciando, a pesar de la represión y los
amedrentamientos. En Andalgalá, provincia de Catamarca, la población organizada
en asambleas enfrenta la contaminación ambiental y social de la minera Agua
Rica. Hay que recordar una vez más, que después del triunfo contra la
megaminería en Esquel (donde el 23 de marzo de 2003 el 81% de los votantes
rechazó la explotación de una mina de oro y plata de Meridian Gold), otros
pueblos lograron echar a las mineras en ciudades tan distantes como Loncopué,
Famatina, Chilecito, Tinogasta y Mendoza. También hay luchas contra las
megarrepresas en provincias como Misiones y en la Patagonia. Pobladores de
varias ciudades lograron la declaración de territorios libres de fracking.
Las
luchas socioambientales que enfrentan el modelo extractivista se encuentran con
las luchas económicas contra el ajuste, y con las movilizaciones
antipatriarcales por el derecho al aborto legal, contra la violencia hacia las
mujeres y las disidencias sexuales, generando una nueva trama de discusión de
lo político.
RETROCEDER
AVANZANDO
Estamos
en las calles, a pesar de una fuerte presencia y control represivo. Se crean
climas de temor para fragmentar la lucha territorial e intentar recluirnos en
lugares aislados que no permitan reconocernos en otras luchas. Por eso el
desafío mayor en estos momentos es decir “no” a la militarización de la vida, y
al cierre del espacio público como lugar del conflicto. Es también defender
cada una de las conquistas, retrocediendo donde sea necesario, pero de un modo
que nos permita avanzar. Retroceder avanzando, hacia la olla popular libre de
transgénicos, hacia la huerta comunitaria sin agrotóxicos, hacia la acción
colectiva de los trabajadores sin patrones, hacia movimientos populares que
coloquen en su agenda la creación de nuevos vínculos entre las personas -desde
una perspectiva popular antipatriarcal- así como los vínculos de las personas
con la naturaleza.
En
resumen: nos dejaron en la calle. Nos quedamos en la calle. Nos encontramos en
la calle. Nos abrazamos en la calle. Sembramos semillas criollas, y cosechamos
rebeldías.
Luchando,
movilizando, comunicando, educando, vamos reinventando razones para la
esperanza, y anudando las redes necesarias para sostener una resistencia
prolongada, para defender lo acumulado como cultura política, y desplegar
experiencias de sobrevivencia que nos permitan rehacer, desde abajo y a la
Izquierda, espacios de poder popular. En eso andamos. No nos han vencido,
porque “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”
(1) Claudio
Katz. “El presidente off shore”. http://katz.lahaine.org/?p=271
lunes, 27 de junio de 2016
Lo que los medios no dicen sobre las causas del Brexit
Vicenç Navarro (*) - http://nos-comunicamos.com.ar/node/6263
No hay pleno conocimiento y
conciencia en las estructuras de poder político y mediático (que en
terminología anglosajona se llama el establishment político-mediático) que
gobiernan las instituciones de la Unión Europea, así como las que gobiernan en
la mayoría de países que constituyen tal Unión, de lo que ha estado ocurriendo
en la UE y las consecuencias que las políticas propuestas e impuestas por tales
establishments han estado teniendo en las clases populares de los países
miembros.
Durante estos años, después del
establecimiento de la Unión, se ha ido germinando un descontento entre estas
clases populares (es decir, entre las clases trabajadoras y las clases medias
de renta media y baja) que aparece constantemente y que amenaza la viabilidad
de la UE.
El rechazo de las clases populares a la UE
Indicadores de tal descontento
han aparecido ya en muchas ocasiones. Una de las primeras fue el resultado del
referéndum que se realizó en varios países de la UE que, por mandato
constitucional, tenían que hacer para poder aprobar la Constitución europea. En
todos los países donde se realizó el referéndum, la clase trabajadora votó en
contra. Los datos son claros y contundentes. En Francia, votaron en contra el
79% de trabajadores manuales, el 67% de los trabajadores en servicios y el 98%
de los trabajadores sindicalizados; en Holanda, el 68% de los trabajadores; y
en Luxemburgo, el 69%. Incluso en los países en los que no hubo referéndum, las
encuestas señalaban que, por ejemplo en Alemania, el 68% de los trabajadores
manuales y el 57% de los trabajadores en servicios hubieran votado en contra.
Unos porcentajes parecidos se dieron también en Suecia, donde el 74% de los
trabajadores manuales y el 54% de los trabajadores en servicios también
hubieran votado en contra. Y lo mismo ocurrió en Dinamarca, donde el 72% de los
trabajadores manuales hubieran también votado en contra.
El rechazo a la UE por parte de la clase trabajadora ha ido aumentando
Otro dato que muestra tal rechazo
fue el surgimiento de partidos que explícitamente rechazaron la Unión Europea,
partidos cuya base electoral fue precisamente la clase obrera y otros segmentos
de las clases populares que antes, históricamente, habían votado a partidos de
izquierdas, siendo el caso más conocido (pero no el único) el del partido
liderado por Le Pen y que, según las encuestas, podría ganar las próximas
elecciones en Francia. En realidad, la identificación de los partidos de
izquierda tradicionales con la Unión Europea (y con las políticas neoliberales
promovidas por el establishment de tal Unión) ha sido una de las mayores causas
del enorme bajón electoral de estos partidos en la UE (y, muy en particular,
entre las bases electorales que les habían sido más fieles, es decir, entre las
clases trabajadoras). Para que baste un ejemplo, en Francia, si la mitad de los
votos (predominantemente de la clase trabajadora) que habían apoyado al partido
de Le Pen hubieran sido para la candidata socialista Ségolène Royal, ésta
hubiera sido elegida Presidenta de Francia. En paralelo con la pérdida de apoyo
electoral, los partidos socialdemócratas en la UE perdieron también gran número
de sus militantes. El caso más dramático fue el del Partido socialdemócrata
alemán que, junto con la pérdida de apoyo electoral, perdió casi la mitad de
sus militantes, de 400.000 en 1997 a 280.000 miembros en 2008.
La evidencia es pues abrumadora
que la identificación de tales partidos de izquierda (la mayoría de los cuales
han sido partidos gobernantes socialdemócratas que han jugado un papel clave en
el desarrollo de las políticas públicas promovidas por la UE) con la Unión ha
sido una de las principales causas de su enorme deterioro electoral y de la
pérdida de su militancia.
El rechazo a la UE ha ido
aumentando más y más entre las clases populares, a la vez que ha ido aumentado
el apoyo entre las clases más pudientes
Por desgracia, las encuestas
creíbles y fiables sobre la UE (que son la minoría, pues la gran mayoría están
realizadas o financiadas por organismos de la UE o financiadas por
instituciones próximas) no recogen los datos de la opinión popular sobre la UE
según la clase social. Sí que los recogen por país, y lo que aparece claramente
en estas encuestas es que la popularidad de la UE está bajando en picado. Según
la encuesta de la Pew Research Center, las personas que tienen una visión
favorable de la UE ha bajado en la gran mayoría de los 10 mayores países de la
UE (excepto en Polonia). Este descenso, desde 2004 a 2016, ha sido menor en
Alemania (de un 58% a un 50%) pero mayor en Francia (de un 78% a un 38%), en
España (de un 80% a un 47%). Grecia es el país que tiene un porcentaje menor de
opiniones favorables a la UE (un 27%).
Ahora bien, aunque raramente se
recoge información por clase social, sí que se ha recogido el distinto grado de
popularidad que la UE tiene según el nivel de renta familiar. Y, allí, los
datos muestran que hay un gradiente, de manera que a mayor renda familiar,
mayor es el apoyo a la UE. Es razonable, pues, suponer que la parte de la
población que tiene una visión más desfavorable de la UE es la clase
trabajadora y otros componentes de las clases populares.
Y lo que también aparece claro en
varias encuestas es que una de las mayores causas de tal rechazo es la
percepción que las clases populares tienen del impacto negativo que tiene,
sobre su bienestar, la aplicación de las políticas propuestas por el
establishment político-mediático de la UE. Esta percepción es mucho más
negativa entre las clases populares (clase trabajadora y clases medias, de
renda media y baja) que no entre las clases más pudientes. En realidad, el
rechazo, siempre especialmente agudo entre las clases populares, es claramente
mayoritario entre la gran mayoría de la población. Ahí vemos que, según la
encuesta Pew, el 92% de la población en Grecia desaprueba la manera como la UE
ha gestionado la crisis existente en Europa; tal porcentaje es de 68% en
Italia, el 66% en Francia y el 65% en España, países donde precisamente el
descenso del porcentaje de población con la opinión favorable de la UE ha sido
mayor.
Este rechazo a la UE existe también entre la clase trabajadora del
Reino Unido
Es en este contexto descrito en
la sección anterior, que debe entenderse el rechazo de las clases populares del
Reino Unido, rechazo que ha ido claramente acentuándose en los barrios obreros
de aquel país, y muy en especial en Inglaterra y el País de Gales. El voto de
rechazo a la permanencia en la UE procede en su mayoría de las clases
populares. Y ha sido un voto no solo anti-UE pero también (y sobre todo) un
voto anti-establishment británico y, muy en particular, anti-establishment
inglés, siendo este último el centro del establishment británico, pues
concentra los mayores centros financieros y económicos del país. El
establishment británico y el establishment de la UE habían movilizado todo tipo
de presiones (por tierra, mar y aire) a fin de que el referéndum fuera
favorable a la pertenencia. De esta manera, es un claro signo de afirmación y
poder que las clases populares se opusieran y ganaran al establishment. Por
otra parte, los datos mostraban que lo que ha ocurrido, iba a ocurrir. La
popularidad de la UE en el Reino Unido pasó de ser un 54% (ya uno de los más
bajos de la UE) en 2004 a un 44% en 2016 (según Pew). En realidad, el Reino
Unido es el país donde el porcentaje de población opuesta a dar mayor poder a
la UE es mayor (65%) después de Grecia (68%) Y, según otras encuestas, el
sector menos entusiasta con la UE eran las clases populares, que gradualmente
han ido transfiriendo su apoyo electoral del Partido Laborista al partido UKIP
(el partido anti EU).
La supuesta excepcionalidad de España
Es un dicho común en los mayores
medios de comunicación que España es uno de los países más pro-EU, lo cual es
cierto, pero solo en parte (lo mismo era cierto con Grecia). Es lógico que
Europa, percibida durante muchos años como el continente punto de referencia
para las fuerzas democráticas, por su condición democrática y su sensibilidad
social, se convirtiera en el “modelo” a seguir por países como España, Portugal
y Grecia, que sufrieron durante muchos años dictaduras de la ultraderecha,
seriamente represivas y con escasísima conciencia social. Para los que luchamos
contra la dictadura, Europa Occidental era un sueño a alcanzar.
Pero, debido al control o
excesiva influencia del pensamiento neoliberal en el establishment político
mediático de la UE (muy próximo al capital financiero y al capital exportador
alemán, que ha estado configurando las políticas públicas neoliberales que los
establishment político-mediáticos de cada país de la UE han hecho suyas), este
sueño se ha convertido en una pesadilla para las clases populares,
particularmente dañadas por tales políticas neoliberales. Las reformas
laborales que han dañado el estándar de vida de estas clases y los recortes de
gasto público, con el debilitamiento de la protección social y del estado
del bienestar, así como la desregulación en la movilidad del capital y del
trabajo, han sido un ataque frontal a la democracia y al bienestar de las
clases trabajadoras, realidad muy bien documentada (ver mi libro Ataque a
la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante,
Anagrama, 2015). La pérdida de soberanía nacional que conlleva la UE ha
significado la pérdida de soberanía popular, causa del deterioro de su bienestar.
La evidencia de que ello es así es contundente, clara y convincente. Es más que
obvio que esta Europa no es la Europa de los pueblos, sino la Europa de las
empresas financieras y de los grandes conglomerados económicos.
¡No es chauvinismo lo que causa el rechazo a la UE!
Ante esta situación, el
establishment político-mediático europeo quiere presentar este rechazo como
consecuencia de un retraso cultural de las clases populares, todavía estancadas
en un nacionalismo retrógrado, que incluye un chauvinismo anti-inmigrante que
merece ser denunciado. John Carlin, en el El País, 24.06.16, define este
rechazo (Brexit) como resultado “de la mezquindad, ignorancia, carácter
retrógrado, xenofobia y tribal” de los que votaron en contra de la permanencia.
Y así se está interpretando, por parte de la mayoría de los medios de
comunicación europeos, el voto de rechazo a la UE por parte de las clases
populares británicas. Este mensaje intenta ocultar las causas reales de tal
rechazo, causas que he descrito en este artículo. Olvidan que, si bien todos
los xenófobos votaron a favor de la salida del Reino Unido de la UE, no todos
los que así votaron eran xenófobos.
En esta manipulación están
participando poderes de la socialdemocracia europea que no han entendido
todavía lo que está ocurriendo entre lo que solían ser sus bases. No quieren
entender que el rechazo que está ocurriendo es hacia esta Europa que la
socialdemocracia ha contribuido a crear, una Europa que carece de vocación
democrática y sensibilidad social. El maridaje de los aparatos dirigentes de
las socialdemocracias con los intereses financieros y económicos dominantes en
la UE (y en cada país miembro) ha sido la causa de su gran declive, que todavía
no entienden porque no quieren entenderlo. Lo que pasa en Francia, dónde hay un
gobierno socialdemócrata que está intentando destruir a los sindicatos (como la
señora Thatcher hizo en el Reino Unido), o en España, dónde el PSOE fue el que
inició las políticas de austeridad, son indicadores de esta falta de comprensión
de lo que está ocurriendo en la UE, y que es el fracaso de las izquierdas para
atender a las necesidades de las clases populares. De ahí la transferencia de
lealtades que están ocurriendo, en lo que refiere a los partidos.
Es lógico y predecible que las
políticas neoliberales y los partidos que las aplican sean rechazados por las
clases populares, pues son éstas las que sufren más cada una de estas
políticas, incluyendo la desregulación de la movilidad de capitales y del
trabajo. Regiones enteras en el Reino Unido han sido devastadas, siendo sus
industrias trasladadas al este de Europa, creando un gran desempleo en las
regiones. Y la desregulación del mundo del trabajo, acompañada de la dilución,
cuando no destrucción, de la protección social, ha creado una gran
inestabilidad y falta de seguridad laboral. En realidad, fueron las
políticas del gobierno Blair y del gobierno Brown (1997-2010) las que sentaron
las bases para este rechazo generalizado hacia la UE. Tales gobiernos de la
Tercera Vía facilitaron la llegada de inmigrantes a los que los empresarios
contrataron con salarios más bajos. Y así se inició el desapego con la Unión
Europea (ver “Don’t blame Corbyn if Brexit wins”, Denis McShane).
En España, frente al descrédito
del partido socialdemócrata (PSOE) debido, entre otras razones a su
participación en la construcción de esta Europa, han aparecido una serie de
fuerzas políticas, tanto en la periferia como en el centro (Unidos Podemos y
confluencias), que están canalizando este desencanto popular acentuando, con
razón, que esta no es tampoco nuestra Europa, y que se requieren cambios
profundos para recuperar la Europa democrática y social a la que aspiramos y
que debe construirse. Así de claro.
(*) Catedrático de Ciencias
Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de
Economía. Universidad de Barcelona
domingo, 12 de junio de 2016
¿Qué es la Alianza del Pacífico?
En
Lima, el 28 de abril del año 2011, se conformó este organismo de integración
regional teniendo como miembros a los gobiernos de México, Colombia, Perú y
Chile. En dicho encuentro, se acordó la “conformación de una área de
integración profunda” con el “firme compromiso de avanzar progresivamente hacia
el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicio, capitales y
personas”.
Hacia
el año 2012, en el marco de la II Cumbre de Mérida, se establecieron las líneas
de acción a desarrollar por parte de la Alianza. En la misma cumbre se hizo un
reconocimiento explícito a “los esfuerzos que los sectores privados vienen
realizando para fortalecer y ampliar las oportunidades de negocio”, a los
“gremios empresariales” y el “acuerdo de intención entre las bolsas de valores
de los países de la Alianza”. Durante el mismo año se estableció también el
“Acuerdo Macro de la Alianza Pacífico” en Chile y con él, el cuerpo legal y
político que ordena al organismo.
Durante
el año 2015 todos los países miembros (salvo Colombia) acordaron en avanzar en
el Acuerdo de Asociación Transpacífico (lo que se conoce como el TPP)
consolidando, de esta manera, uno de los objetivos de la alianza.
Países
miembros, observadores y adherentes
La
incorporación de Argentina como país observador pasa a engrosar una lista de 42
países que tienen esta condición y entre los que se encuentran EEUU, Canadá,
China, Australia, Alemania, Reino Unido, Uruguay y Paraguay, entre otros.
Panamá y Costa Rica son anunciados como los próximos a sumarse al staff de
miembros.
Los
requisitos para poder ingresar como observador implican, en primer lugar, la
aceptación de los principios y objetivos establecidos en el Acuerdo Marco; y en
segundo lugar la participación con voz pero sin voto en las cumbres.
Vale
aclarar que hay dos categorías –al margen de ser miembro– para participar de la
Alianza: por un lado está la ya descrita de país observador; por otro lado, se
encuentran los países adherentes. En caso de que un país quiera adherir a la
Alianza se establece que “el Estado solicitante deberá tener suscrito con cada
una de las Partes de la Alianza del Pacífico un acuerdo de libre comercio”.
Lo
que fue y lo que viene
El
deseo de construir un área de libre comercio no es nuevo en el continente ni en
nuestro país: durante los primeros años de la década de 1990, con la plena
vigencia del Consenso de Washington, se fue avanzando en darle forma al Área de
Libre Comercio para las Américas (ALCA) que en una Mar del Plata colmada
por militancia y con una América Latina bajo gobiernos progresistas y de
izquierda de fondo, le dijo en el 2005 que no, dando por tierra con el proyecto
impulsado por los EEUU.
Tras
la victoria de Mauricio Macri el 22 de noviembre de 2015 y la realización del
juicio político contra Dilma Rousseff, el mapa geopolítico de la región se ha
modificado sensiblemente. En este sentido, las derrotas electorales en las
legislativas de Venezuela y el referéndum de Bolivia, suman un panorama
desolador para los países que decidieron hacer frente y poner en pie proyectos
de integración opuestos al ALCA.
De
esta forma, el 1 de julio será el comienzo de una nueva etapa -que ya comenzó
con las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur- en la política
exterior argentina tras 12 años de abonar a la integración latinoamericana con
base en la equidad, el respeto y la ayuda mutua.
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