Oscar Gonzalez - http://www.infonews.com/2012/09/27/politica-40381-la-iracundia-de-los-egoistas.php
El país soporta una dictadura, las libertades individuales están siendo avasalladas, se obliga a callar a quienes piensan distinto, la vida privada de las personas ha sido invadida por el Estado y el régimen político vigente se parece cada vez más a una monarquía absoluta. Es increíble que todo esto tenga alguna verosimilitud para alguien. Pero si se presta atención al discurso que a diario construye la prensa de negocios y que reprodujeron algunos enojados que hace unos días batieron cacerolas, habría dos países: uno real, en el que se reprime y se confisca la propiedad privada, y otro, de mentiras, en el que vive una inmensa mayoría de incautos, víctimas del engaño y la manipulación, que han votado a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Alrededor de esta producción de sentido se está erigiendo un siniestro muro de odio e intolerancia que se emparienta más con el “viva la muerte” del falangista español José Millán Astray que con el debate democrático. Es probable que no todos los quejosos compartan esta y otras consignas igualmente abyectas; quizás entre quienes rechazaron la convocatoria haya algunos críticos del gobierno. Es que la sociedad argentina es más plural y múltiple que las simplificaciones de esa buscada polarización, y de lo que se trata es de que el disenso, por enconado que fuere, no lleve al desprecio y la desvalorización hacia las mayorías que se sienten contenidas y beneficiadas por las políticas de este gobierno.
En la cobertura periodística de las protestas se mostró una escena que se reiteró con varios manifestantes: preguntados cómo y con qué fuerza –policial, de gendarmería, etc.− el gobierno reprime, la respuesta fue que lo hace con… ¡¡la AFIP!! De modo que el ente estatal recaudador sería el instrumento de que se vale el gobierno para perseguir opositores. Por disparatada que suene, la interpretación fue instalada por los diarios de negocios, que imaginan el empeño oficial en detectar evasores –y no precisamente a los más pequeños− como una suerte de venganza contra los que critican al gobierno. La prensa insidiosa intenta así deslegitimar el cobro de impuestos a los que más tienen, una tarea que consideran persecutoria, del mismo modo que considera un ataque a las inversiones privadas la recuperación de YPF y, antes, la recuperación del sistema previsional.
Igualmente, se aduce que la regulación en la compra de dólares, implementada cuando la economía mundial se derrumba, es un abuso de poder, siendo que se trata del ejercicio de una atribución absolutamente legítima de cualquier país del mundo que protege sus reservas.
Otra declaración pública que registraron las cámaras fue la del manifestante que pedía ayuda exterior, “porque nosotros somos amigos de los EE UU y porque es un país líder en el mundo”. Mejor no conjeturar qué tipo de ayuda esperaba recibir el entrevistado que, de paso, parecía ignorar que aquel país, como todas las potencias capitalistas, considera la evasión impositiva un delito grave, que se castiga con prisión y al que persiguen tenazmente y escudriñando sin piedad las propiedades y negocios de los particulares.
Guillermo O'Donnell, que en sus últimos años fue opositor al gobierno, afirmaba que la mayor fuente de inestabilidad de la democracia en la Argentina era la mezquindad de sus clases dominantes para aceptar un mejor y más equitativo reparto de la renta nacional. Los recursos naturales y humanos que posee el país tornaban inexplicable a los ojos del mundo los golpes de Estado, las dictaduras militares y la inequidad y la pobreza. Pero la observación de O’Donnell no es para nada novedosa si se la refiere, también, al resto de América Latina: los golpes militares que han asolado la región tienen ese origen común. Y los gobiernos populares y reformistas surgidos en los últimos años sufren, de una manera u otra, el asedio de quienes se niegan a ceder un solo privilegio.
La resistencia feroz a pagar impuestos muestra el elevado grado de egoísmo social de estos sectores y la arraigada convicción de que el Estado debe ser un instrumento a su servicio. Así ha sido durante muchos años, mientras que en la base de la pirámide social los impuestos al consumo son una obligación ineludible para la inmensa mayoría. De modo que el proyecto que subyace en quienes le quitan todo valor a las políticas redistributivas, incluso como palanca de la economía, es el de un Estado y un país empobrecidos con islas de riqueza antagónicas con las políticas de solidaridad e inclusión.
Algunos de los dirigentes opositores que se sienten interpelados por las protestas y que sueñan con encabezarlas son portadores, precisamente, de ese proyecto de país; otros, con tradiciones políticas diversas, tendrán que decidir si la caza del voto justifica la enajenación de principios o confrontan desde una programática propia. Para quienes defendemos el proyecto nacional en marcha y su profundización, hay una enorme tarea pedagógica y política que comienza por extender en la sociedad la convicción de que todos, y de manera equitativa, debemos contribuir a construir un país más igualitario, más humano, donde la libertad no esté coartada por la pobreza y la exclusión de los bienes materiales y simbólicos que hacen a la condición de ciudadanía.




India es presentada como ejemplo de una estrategia alternativa de desarrollo donde el crecimiento económico en las primeras etapas está conducido por el sector de servicios antes que impulsado por la actividad manufacturera. La prensa internacional ha destacado el ejemplar desempeño económico, proyectando al país como una de las economías de mercado emergentes que se apoderarán de la economía mundial. Como es esperable en un proceso de desarrollo, el peso del sector agrícola en el PIB disminuyó a lo largo del tiempo. Sin embargo, el sector industrial no ha evidenciado un alza significativa en su participación. Por el contrario, los servicios emergieron como el factor que más contribuyó al crecimiento económico de India, especialmente desde los años ’90. La evidencia sugiere que, entre 1993 y 2007, más del 60 por ciento del crecimiento del PIB indio estuvo impulsado por el sector servicios. El creciente peso de esas actividades es parcialmente el resultado de un aumento meteórico de la exportación de servicios, fundamentalmente software y la tercerización de servicios de información y servicio técnico. Este desempeño estuvo directamente asociado con el proceso de relocalización productiva en el mundo desarrollado y la capacidad de India para suministrar trabajadores de habla inglesa a salarios relativamente bajos. La balanza comercial y la cuenta corriente india muestran déficit persistentes y depende de las divisas provenientes de las exportaciones de servicios, las remesas y el ingreso de capitales financieros para sostener esa situación. 
Hace tres días, el gobierno de facto de Federico Franco, a quien el pueblo democrático paraguayo no reconoce como presidente, firmó un decreto que habilita la liberación de semillas transgénicas para su entrada y siembra dentro del territorio paraguayo. Con este hecho se percibe claramente las razones del golpe de Estado Parlamentario, perpetrado el 22 de junio pasado, contra el Gobierno de Fernando Lugo, quien durante su gestión ha tenido políticas ambientales que había cuestionado y congelado la habilitación de semillas transgénicas, por su peligrosidad para la salud y para el ambiente.
La imagen es antigua y se remonta a la época en que los niños aún podían jugar fútbol en las calles y la pelota la ponía el acomodado del barrio. El partido terminaba cuando el propietario del balón se enojaba porque había sufrido un trancazo rudo o iba perdiendo y no lo soportaba. Tomaba la pelota, y se iba. Acababa el partido abruptamente, pasando por sobre los acuerdos previos, las reglas establecidas y todas esas normas que los niños del barrio habían establecido y la tradición reafirmaba.
En 2009, tras el hundimiento de la banca Lehman Brothers, entre promesas de control y regulación del mundo financiero, se pretendió que la era del secreto bancario había terminado y el G20 prometió acabar con los paraísos fiscales; esos oscuros estados de cartón-piedra donde se oculta el dinero negro y sucio del mundo.
Crisis vienen y crisis van, la asiática y la sub prime en EE.UU. y la de Portugal, la de Grecia y la de España, y la que viene y las que vendrán, las que suman hasta hoy la no despreciable cifra de más de 280 en las últimas décadas, desde que el capitalismo financiero sionista con sede en la Bolsa de Wall Street, comenzó a imponer sus políticas neoliberales a nivel planetario. 