jueves, 12 de agosto de 2010

Bolivia - Una opción civilizatoria con rostro indígena

Isabel Rauber - http://alainet.org/active/40086

Acceder al gobierno nacional: un paso de esperanza
 
El gobierno que emergió en Bolivia en diciembre de 2005 y asumió en enero del 2006, que convocó, realizó la Asamblea Constituyente, que convocó y ganó el Referéndum Revocatorio en el 2008 y que nuevamente convocó y ganó la presidencia del país y el gobierno nacional en las elecciones del 2009, es un gobierno de nuevo tipo: emergido de las luchas sociales de los pueblos indígenas, construido también con el protagonismo de los movimientos sociales, de trabajadores, de campesinas y campesinos, entre los que se destaca el movimiento cocalero.
 
Evo Presidente, es la frase que sintetiza desde fines de 2005 la gran esperanza de los pueblos de Bolivia y del continente todo. El nudo central de su programa de gobierno constituye la búsqueda de soluciones a los reclamos históricos de las comunidades indígenas, organizaciones sindicales mineras, campesinas y urbanas. Por ello, entre sus primeros pasos destaca la convocatoria y realización de la Asamblea Constituyente, y la recuperación de los recursos energéticos del país orientada, entre varias razones, a la creación de un fondo para atender las políticas sociales.
 
Entre los objetivos prioritarios del gobierno se encuentra la lucha contra la discriminación étnica y la exclusión social y cultural, la erradicación de la pobreza, poner fin a la dependencia y el saqueo, refundar el Estado a partir de reconocer y articular su carácter plurinacional, construyendo una sociedad intercultural, basada en una democracia participativa que abra cauce al florecimiento de las autonomías de las comunidades (de sus identidades, cosmovisiones y modos de vida), trabajando colectivamente para construir un Estado plurinacional, que proyecte a sus habitantes al centro del quehacer social, político, cultural del Estado y el gobierno, es decir, ampliando raizalmente la democracia, transformándola. Tales serían, entre muchos, los ejes centrales del quehacer estatal-gubernamental en lo que puede considerarse el período inicial del primer gobierno de los movimientos indígenas y sociales del continente. De ellos, considero importante destacar –a los fines de este análisis , elementos centrales de su propuesta integral, intercultural y descolonizada del desarrollo, el bienestar y el progreso sociales.
 
Una concepción diferente del desarrollo y el progreso
 
Por diversos caminos, las reflexiones actuales más maduras en este tema convergen en un punto: El “desarrollo” capitalista alcanzado (en el Norte), resulta hoy indeseable (además de inalcanzable). Es inalcanzable porque las “periferias” han sido excluidas del diseño y los planes de hegemonía del capital global actual (salvo como territorios sirvientes) y no tienen cabida en ellos. Es indeseable porque el carácter destructivo y devastador que conlleva va dejando en claro que ese “modelo” va a continuar con la depredación de la naturaleza, con el saqueo, con las guerras, es decir, continuará sembrando la muerte. Precisamente por ello es incapaz de promover, defender y garantizar la supervivencia humana y natural del planeta; tampoco ofrece soluciones a la situación de miseria, enfermedades, analfabetismo, carencia de infraestructura y exclusión crecientes de amplias capas de la población del planeta.
 
Estas razones, entre otras, hacen que el debate del desarrollo integre lo político, social, cultural y ético, además de lo económico. Y en la Bolivia de hoy, esto se articula directamente con la lucha por la erradicación de la pobreza, con la propiedad de los recursos energéticos, con las posibilidades de acceso a los servicios y el goce de los derechos por parte de toda la ciudadanía, es decir, con la democracia. Desarrollo y democracia guardan –en esta concepción una relación directa biunívoca.
 
Tomando como punto de partida las propuestas de los movimientos indígenas, campesinos y sociales, el gobierno que encabeza Evo Morales Ayma presenta en el 2006, un Plan Nacional de Desarrollo que condensa esta nueva cosmovisión integral de vida y modos de vida, y define políticas públicas para hacerla realidad. En esto se resume y proyecta –sustantivamente lo nuevo: se supera el ámbito teórico reflexivo; las ideas y propuestas iniciales cobran vida, se concretizan y desarrollan en la acción político-social transformadora.
 
Atendiendo a los alcances de este sucinto análisis, deseo llamar la atención sobre un elemento sobresaliente de dicho Plan: la unificación de los caminos del desarrollo con los de la erradicación de la pobreza, de la desigualdad y la exclusión étnico-social.
 
Una de las primeras cuestiones puestas en cuestión han sido los conceptos “pobreza” y “pobres”, pues ellos invisibilizan los procesos de empobrecimiento y exclusión a los que fueron sometidos histórica y sistemáticamente los pueblos indígenas desde los tiempos de la conquista y colonización. Consiguientemente, los programas orientados a la eliminación de la pobreza en Bolivia están anudados a la eliminación de los mecanismos de empobrecimiento constante de los sectores indígenas, campesinos y de trabajadores en general. Y se conjugan directamente con los planes de desarrollo en la perspectiva señalada.
 
Del “bienestar” individualista al “vivir bien” en comunidad
 
La expresión Vivir Bien, propia de los pueblos indígenas de Bolivia, significa, en primer término, “Vivir bien entre nosotros”. Se trata de una convivencia comunitaria intercultural y sin asimetrías de poder. “No se puede Vivir Bien si los demás viven mal”, tal es el pensamiento que sintetiza el nudo central del planteamiento.
 
Es un modo de vivir siendo y sintiéndose parte de la comunidad, con protección de ella y en armonía con la naturaleza. Es decir, se trata de un modo de “vivir en equilibrio con lo que nos rodea”. También significa Vivir Bien con los otros seres humanos, diferenciándose del “vivir mejor” occidental, que es individualista y pretende alcanzarse generalmente a expensas de los demás y, además, separado y contrapuesto a la naturaleza.
 
El Vivir Bien articula en igualdad de importancia, desarrollo y democratización. “No existe desarrollo sin democracia, sin extender la participación social en la actividad y las decisiones políticas, económicas y culturales.” [PND, p. 16] Partiendo del reconocimiento de que Bolivia es un país multiétnico y pluricultural, los programas orientados al desarrollo hacen explícito su reconocimiento a los valores de la comunidad y de lo comunitario, establecen a lo colectivo como sujeto con capacidad de decisión y de acción, reconociendo en la horizontalidad una ventaja comparativa respecto a las directivas verticales. Esto constituye, a la vez, un soporte ético e ideológico de los procesos de búsqueda y construcción de una civilización re-humanizada, basada en un sistema social raizalmente democrático, equitativo, humanista, liberador y superador de la destructiva hegemonía económica, social, cultural e ideológica del capital.
 
La naturaleza en el centro de la vida
 
Para la perspectiva del Vivir Bien, la naturaleza no es un objeto; no es una fuente de recursos y materias primas; es un ser vivo. Esta dimensión ecológica de la realidad, reconoce que la naturaleza está indivisible e intrínsecamente imbricada con la vida de los seres humanos; somos parte de la naturaleza. Tal es la perspectiva cosmo-céntrica que posibilita pensar y construir el futuro humano con un sentido y una concepción de progreso y bienestar raizalmente diferentes y superadores de los patrones utilitarios consumistas del capitalismo.
 
Una perspectiva intercultural para el desarrollo
 
La interculturalidad concibe a las relaciones entre varias culturas dentro de un mismo territorio sobre la base del reconocimiento, la aceptación y la reciprocidad con el otro. La visión intercultural del desarrollo “va más allá de la acumulación económica y está relacionada esencialmente con la libertad cultural para decidir, el respeto a la diversidad, a la diferencia, la heterogeneidad social y con la forma en que se organiza la vida, las sociedad y el Estado.”
 
En tal sentido, “La clave del desarrollo radica en suprimir la estructura de dominación cultural y de discriminación racial vigente e instituir una práctica de diálogo, cooperación, complementación, reciprocidad y entendimiento. De esta manera el crecimiento económico se concibe como el proceso de consolidación, fortalecimiento e interacción de identidades, como la articulación de redes de intercambio e interculturalidad.” [PND, p. 16]
 
Apoyar el empoderamiento creciente de las comunidades
 
Las políticas de atención a los sectores más olvidados y desprotegidos que impulsa actualmente el Estado Plurinacional de Bolivia, pudieran calificarse –a primera vista como clientelares o asistencialistas, en tanto se expresan a través de planes de “ayuda” y estímulos. Pero hay elementos a considerar que si bien revelan aristas coincidentes con el asistencialismo o el clientelismo , los diferencian.
 
Para que la “ayuda” sea considerada tal, su implementación debe implicar –como en este caso , la construcción de canales efectivos para que los “ayudados” lleguen un día a tener la capacidad de actuar productiva y reproductivamente por sí mismos. En aras de ello, los planes de ayuda se articulan con procesos sostenibles de construcción de vías de salida de la situación de pobreza. Estos suponen –consiguientemente- la implementación de modalidades de sobrevivencia y desarrollo autónomo en el mediano plazo. Se trata, por tanto, de un singular asistencialismo, estratégicamente no clientelar. Su principal virtud es que contribuye a que la población involucrada en los planes de “ayuda” se re-descubra como parte de una ciudadanía con igualdad de oportunidades y condiciones, sin prejuicios ni perjuicios por pertenencia étnica, cultural, de género o geográfica.
 
Las políticas impulsadas por el Estado y el Gobierno bolivianos en este terreno, trascienden el debate dicotómico asistencialismo-clientelismo. Ya no se trata solo de aquello de “enseñar a pescar”. Además de enseñar a pescar se crean ámbitos productivos donde los “pescadores” pueden construir los instrumentos de pesca, mantenerlos, arreglarlos, etcétera, y se crean también espacios de intercambio y distribución social de los productos.
 
Se trata de una articulación integral de problemas y soluciones en base a una lógica estrechamente ligada a la posibilidad/capacidad que tengan las comunidades o poblaciones en situación de pobreza, de desarrollar un ciclo productivo-reproductivo de su vida, para desde ahí , replantearse su inserción plena en al sociedad (empoderamiento). Para ello, se traja en la recuperación de las experiencias y saberes interculturales de las comunidades, impulsando simultáneamente la participación protagónica de la población “afectada” en la construcción de las soluciones.
 
Hay un cambio de lógicas: Son los actores sociales y políticos del campo popular quienes definen, determinan, impulsan y realizan los cambios. La recuperación de sus saberes, conocimientos, experiencia, memoria histórica, identidades, pertenencias, conciencia crítica, y poderes, aporta efectivamente al empoderamiento comunitario, social e individual. Se trata de una imbricación raizal de sujetos, subjetividades, saberes, identidades, poderes, culturas y cosmovisiones. 
 
Construir un Estado plurinacional descolonizado
 
La construcción de un nuevo Estado Plurinacional conjuntamente con los procesos de descolonización sintetizan la determinación de reconocimiento y respeto a la diversidad: de nacionalidades e identidades, de culturas y también de cosmovisiones y sus saberes respectivos. Se trata de promover diálogos interculturales desde la raíz, en equidad y complementariedad, es decir, sin exclusiones ni subordinaciones jerárquicas entre sujetos, ni sus saberes, ni los ámbitos donde estos se producen.
 
De ahí que la construcción del Estado plurinacional descolonizado sea parte de las fuerzas del cambio y expresión de un nuevo poder. Surgido de los sectores indígenas y populares promueve su participación protagónica en las instancias de las decisiones económicas y políticas correspondientes a los nuevos andamiajes de ese nuevo poder. He aquí otro de los avances civilizatorios de la revolución democrática [inter]cultural que se construye en Bolivia.
 
La realización de la Asamblea Constituyente ha sido uno de los pilares claves para ello, así como la recuperación de los recursos energéticos, la lucha por la erradicación de la pobreza, los planes de alfabetización, la construcción de infraestructuras en las zonas olvidadas y alejadas de las ciudades, etc. He aquí una muestra de la articulación de las decisiones y acciones políticas claves de la primera etapa de gobierno.
 
Ciertamente no todo son rosas y palmas. Surgen también nuevos reclamos, conflictos y contradicciones, incluso en el seno de los sectores afines al gobierno. Es el tiempo de los sujetos sociopolíticos de la revolución para manifestar sus puntos de vista, luchar por sus derechos y fortalecer el proceso revolucionario, consolidando los avances e impulsando su profundización. Esto genera nuevos escenarios y tipos de conflictos, realidad que se torna frecuentemente incomprensible para quienes imaginan que los procesos de transformación social ocurren en un lecho de pureza inmaculada y son protagonizados por ángeles.
 
El tránsito hacia una civilización intercultural que supone la ruptura y superación de los paradigmas del capital acuñados por siglos en las conciencias y en las prácticas , se asemeja al cruce de un extenso campo minado: acechan peligros, amenazas y trampas de todo tipo. Y no hay garantías de éxito. Es y será responsabilidad de los actores sociales y políticos definir estrategias y desarrollar las capacidades para superar los obstáculos –en primer lugar los propios , en la misma medida que van creando y construyendo lo nuevo, renovando sus compromisos y el propio proceso revolucionario en todo momento.
 
La revolución democrática [inter]cultural emprendida en Bolivia está en esta dirección; se abre paso con nuevas prácticas, concepciones, cosmovisiones y pensamientos sociotransformadores, creados (o recreados) por los pueblos acorde con sus realidades y las del planeta, entrelazando subjetividades y culturas con las necesidades de supervivencia colectivas, en aras de alcanzar la armonía en la convivencia intercultural de la humanidad, haciendo realidad el deseo zapatista de construir un mundo donde quepan todos los mundos. Ella anuncia la posibilidad del advenimiento de un nuevo tiempo civilizatorio. Representa, por tanto, como sintetiza Fernando Huanacuni, el renacimiento del tiempo.
 
- Isabel Rauber es doctora en filosofía, profesora universitaria, investigadora social y pedagoga política.

miércoles, 11 de agosto de 2010

"COLOMBIA ES UNA EXTENSIÓN MILITAR DE ESTADOS UNIDOS": AFIRMAN ACTIVISTAS DEL OBSERVATORIO DE LA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones46/nota14.htm


Para protestar por el alto grado de responsabilidad política que le cabe al gobierno estadounidense en violación de derechos humanos y en la crisis humanitaria que vive Colombia, una delegación del Observatorio de la Escuela de las Américas (www.soaw.org), encabezada por su director, el sacerdote norteamericano Roy Bourgeois, bloqueó la semana pasada el ingreso a la base militar colombiana de Tolemaida.

Con un cartel de cuatro metros que decía: "Fuera los militares norteamericanos de Colombia", esta organización defensora de derechos humanos sentó su voz de rechazo ante la presencia de soldados y mercenarios a las órdenes del Comando Sur de los Estados Unidos, y la utilización de plataformas castrenses en este país andino.

A la delegación norteamericana la acompañaron 65 activistas de organizaciones colombianas como Justicia y Paz, el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, las Madres de Soacha (que buscan justicia para sus hijos que fueron asesinados como parte de las desapariciones forzadas conocidas como "falsos positivos") y Sinaltrainal.

"El acuerdo sobre las bases opera desde la misma mentalidad fallida que dio origen a la Escuela de las Américas (SOA/ Whinsec en sus siglas en inglés) y tiene como propósito asegurar el control de los Estados Unidos sobre la región por medios militares", sostuvo Bourgeois.

En ese sentido, agregó, la facilitación de por lo menos siete bases militares para uso del Comando Sur, "convierte a Colombia en una extensión militar de los Estados Unidos", y en una amenaza para la región, por cuanto que como quedó constatado en un documento de la Fuerza Aérea estadounidense, estas plataformas serán usadas en "un espectro completo de operaciones a lo largo de Sudamérica" contra gobiernos antinorteamericanos en la región.

La Escuela de las Américas ha entrenado a más de doce mil soldados colombianos en técnicas de contrainsurgencia, habilidades de francotirador, guerra de comando y psicológica, inteligencia militar, tácticas de interrogación, y en su oscuro historial está el de haber sido centro de operaciones para preparar y coordinar los golpes de Estado en América Latina, implementar la doctrina de Seguridad Nacional, eliminar todo intento de oposición mediante el asesinato y desaparecimiento forzado de miles de militantes de sectores progresistas y de izquierda, y haber sido el motor de la malhadada Operación Cóndor que asoló a sangre y fuego los países del cono sur.


ANTECEDENTES DE ESTA ESCUELA DEL TERROR

La Escuela de las Américas se fundó en 1946 en Panamá, por lo que un presidente de ese país, Jorge Illueca, la denominó como "la base gringa para la desestabilización de América Latina".

En 1984 como resultado de los Tratados Torrijos-Carter para la devolución del canal de Panamá, esta institución de entrenamiento militar se instaló en Fort Benning en el estado sureño de Georgia. Cada año, miles de oficiales de las Fuerzas Armadas latinoamericanas van a recibir ahí prácticas y adoctrinamiento sobre la estrategia hegemónica norteamericana.

En la historia de violación de derechos humanos del continente, dicha escuela ha sido el centro de "entrenamiento" más nefasto que ha existido, por la estela de abusos y violaciones que han dejado sus "graduados" en sus propios países. En 1996, la opinión pública norteamericana conoció parte de los Manuales de Entrenamiento Militar que eran utilizados, los cuales en forma precisa aconsejaban "aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos", tal como ha ocurrido en Colombia con el escándalo de los mal llamados "falsos positivos".


INSTRUMENTO DE PENETRACIÓN MILITAR

Joe Mulligan, uno de los activistas de la delegación norteamericana que participó en la acción pacífica de protesta en la base militar de Tolemaida en diálogo con CRONICÓN.NET, fue categórico en señalar que "La Escuela de las Américas es un instrumento eficaz del gobierno estadounidense para penetrar los ejércitos de América Latina".

"No solo por los contactos y el conocimiento que logra con varios oficiales de las Fuerzas Militares latinoamericanas, sino que sirve para acceder a información privilegiada o preparar golpes de Estado".
Mulligan señala que un buen número de soldados de los países de la región que han pasado por la Escuela de las Américas son acusados y procesados por violación de derechos humanos. Por eso su organización trabaja por persuadir a los gobiernos progresistas latinoamericanos a no enviar sus oficiales a ese centro de instrucción castrense.

Hasta el momento, explica, algunos países como Venezuela, Bolivia, Uruguay y Argentina se abstienen de hacerlo, además que la mayoría de los gobiernos debería seguir su ejemplo porque esta Escuela "forma aliados en inteligencia", que en un momento dado pueden ser una amenaza para la seguridad interna de cada nación.


TOTAL HERMETISMO

Hasta el año de 1996 las organizaciones defensoras de derechos humanos de Estados Unidos tenían cierto acceso a información sobre el funcionamiento de la Escuela de las Américas. De ahí en adelante no hay posibilidad a ninguna información, dice Mulligan, porque sus directivas guardan total hermetismo.

Por eso no se sabe cuáles son las metodologías de entrenamiento militar que se están utilizando, se desconoce cuáles son sus manuales de enseñanza, los nombres de los oficiales que van de diversos países latinoamericanos a recibir instrucción y adoctrinamiento, si se prescribió en su plan los métodos de tortura y desaparecimiento de personas, como ocurría hasta la década de los años 90.

Para este activista del Observatorio de la Escuela de las Américas, al parecer "no ha cambiado nada", y por lo tanto se continua el adoctrinamiento militar con base en los mismos elementos de eliminación del enemigo interno que se practicó durante el periodo de la guerra fría.

Por eso, esta organización norteamericana ha previsto realizar entre el 19 y 21 de noviembre de este año una gran jornada de protesta en la que cientos de personas se congregarán en las puertas de la SOA/ Whinsec en Fort Benning, Georgia, para reclamar el cierre de la misma y para expresar su solidaridad tanto con el pueblo colombiano como con el de América Latina.

martes, 10 de agosto de 2010

Cinco expectativas absurdas que la sociedad impone a los hombres

Greta Christina  - http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5632

Si tienes un pelo de progresista no te sorprenderá leer que el sexismo lastima a las mujeres. Obvio, ¿no? Es, digamos, la definición misma de la palabra. Sin embargo, no solemos hablar mucho de las maneras en que el sexismo lastima a los hombres. Se entiende: cuando observamos las grotescas formas en que el sexismo daña a las mujeres (desde la desigualdad económica hasta la privación del derecho al ejercicio político como ciudadanas y el abuso literalmente físico), resulta razonable que nos preocupemos más por cómo afectan el sexismo, el patriarcado y los rígidos roles de género a las mujeres que a los hombres.

No obstante, no cabe duda que estas cosas también los marcan a ellos. Tal vez no los joden tanto como a las mujeres, pero tampoco es un daño trivial. El tema me importa y creo que a otras feministas (y otras mujeres y hombres que bien pueden no definirse como feministas) debe importarles también. 

Hay muchas razones por las que me interesa el tema. Me interesa por los hombres y niños que forman parte de mi vida y me importan; veo cómo acaban hechos nudo por unos roles de género que no solamente hacen enloquecer por su rigidez, sino por sus imposibles contradicciones, y esa realidad me enferma, me entristece y me enoja. Me interesa porque me importa la justicia: equidad es equidad, y no pretendo resolver el problema de la desigualdad de género haciendo que la situación sea peor para los hombres. 

Además, me interesa por razones puramente pragmáticas, incluso maquiavélicas. Me interesa porque me importa el feminismo... y estoy convencida de que una de las mejores vías para promoverlo es sumar más varones al movimiento. Si podemos hacerles ver que el sexismo también perjudica sus vidas y que compartir la vida con mujeres libres en condiciones de igualdad es mucho más placentero, lograremos tenerlos de nuestro lado (esto me recuerda la calcomanía que una amiga llevaba en su furgoneta con la leyenda “Las feministas cogen mejor”). 

Así que he estado analizando maneras concretas en que el sexismo daña a los hombres. Específicamente, me he concentrado en las expectativas de nuestra sociedad respecto a ellos, en nuestras definiciones de lo viril. He pensado en lo estrictas y rígidas que son esas expectativas, en cómo los mandatos de la virilidad van tejiendo una cuerda floja tan delgada que solo un equilibrista profesional podría cumplir con ellos sin romperse la crisma (tarea difícil, ya que “equilibrista profesional” no encaja, ni con calzador, en los parámetros de lo considerado masculino). 

He ido más allá de la rigidez de esas expectativas para reparar en las absolutas contradicciones que entrañan, pues generan una visión idealizada de la hombría que no solo es ridícula, sino literalmente inalcanzable. Además, he estado conversando con distintos hombres (amigos, colegas, familiares, vecinos, amistades virtuales) sobre las expectativas que perciben sobre lo que significa “ser hombre” y la manera en que se ven afectados por ellas. Aquí va una lista de cinco expectativas: 

1. Pelea, pelea, pelea. 

Cuando hice una encuesta informal y carente de rigor científico entre los hombres que conozco para preguntarles qué se esperaba de ellos como hombres, muchos mencionaron “pelear”. Pero muchos, muchísimos. Vamos, tantos que me sorprendieron, de verdad. Mi rinconcito social, el cual comparto con la mayoría de los varones que conozco, está cómodamente instalado en la clase media: gente educada, conversadora, civilizada al extremo y casi irritablemente tranquila. Resolvemos nuestras diferencias con palabras, miradas furiosas, estrategias... o echando mano de la ley como último recurso. Incluso levantar la voz o proferir insultos resulta un tanto grotesco. Excepto por los eventos deportivos, podría contar con los dedos de una mano las riñas físicas que me ha tocado atestiguar en los últimos diez años. Bueno, ni siquiera las amenazas de enfrascarse en una pelea a puñetazos. 

Sin embargo, todos los hombres con los que hablé mencionaron el tema. La disposición a “pelear de verdad, físicamente, con los puños o con armas”, en palabras de mi amigo Michael, para defender su honor (o el de la pareja, el país, el equipo o lo que sea) es más importante de lo que yo hubiera imaginado en lo que respecta a la forma en que los hombres aprenden a concebir su masculinidad. 

Aun cuando los conflictos nunca lleguen a ese punto, es decir, aun cuando no estrelles el puño contra nadie, estar dispuesto y ser capaz de hacerlo es una extraña prioridad en el Club de Tobi. Como dijo mi amigo Adam: “Prefieres una contusión a que te digan poco hombre”. Y la anécdota de Damion: “Voy de copiloto mientras mi cuñada, al volante y relativamente hombruna, le enseña el dedo medio a algún tipo en medio del tráfico de Baltimore. El tipo sale disparado del auto, furioso, y lo primero que pienso es ‘Perfecto, ahora me lo tengo que madrear’”. 

Todo ello pone a los hombres en un asqueroso dilema: las leyes y las expectativas de nuestra sociedad civilizada fueron diseñadas para mantener la violencia física a raya. Y no es casual: como sabemos, la violencia física destruye, así que se espera, no, se exige a los hombres que eviten y desalienten las confrontaciones, y que resuelvan sus diferencias sin recurrir a la violencia. Cuando lo hacen, los llaman mariquitas. Una maravilla. 

2. Sé un buen esposo, compañero o amante, pero no dejes que te importe demasiado lo que piensan las mujeres. 

Esta cae redonda en la categoría “no solamente hace enloquecer por su rigidez, sino por sus imposibles contradicciones”... un dilema capaz de causarte ansiedad de por vida si te lo tomas en serio, porque no hay manera de salir bien librado. Ser un buen esposo y padre, es decir, un buen proveedor que se preocupa por su familia y respeta a su compañera, es parte central del mito masculino. 

Además, ser un buen amante se ha convertido en parte crucial del mismo mito. Ya no basta con que el hombre de verdad se acueste con muchas mujeres, ahora tiene que lograr que todas y cada una de ellas tengan orgasmos. El miedo a quedar mal entre las sábanas ya no se limita al asunto de la erección; claro que no me opongo a la idea de que a los hombres les importe el placer sexual de las mujeres con las que se van a la cama, no. El problema está en la noción de que el placer de ellas es responsabilidad exclusiva de ellos, de que complacer a una mujer no es más que cuestión de instinto, de que la satisfacción sexual de las mujeres es una victoria que ellos deben obtener en lugar de una experiencia que compartir, y de que esa satisfacción ha de lograrse únicamente con un miembro duro y no con sus manos o su lengua o juguetes sexuales o seducción intelectual (pero si sigo por ahí me saldré de tema). 

Al mismo tiempo, se supone que a los varones no debe de importarles demasiado qué piensan las mujeres. Hace años, cuando estaba casada con un hombre, tratábamos de decidir juntos cómo organizar nuestras carreras profesionales y nuestra vida privada (si él trabajaría tiempo completo y quizás tiempo extra para que yo pudiera hacer un posgrado). Cuando pidió consejo a sus colegas de la oficina, la mayoría se mofó de él por implicarme demasiado en decisiones concernientes a su trabajo. Creo que “mandilón” fue el cariñoso apelativo que le dedicaron. Sí, se esperaba que fuera un buen proveedor y sentara las bases financieras de nuestra vida en común, pero al mismo tiempo se esperaba que cumpliera esa meta sin preguntarme qué tipo de vida quería yo y que no estuviera dispuesto a ceder un milímetro en cuanto al tipo de vida que deseaba él para sí o para nosotros como pareja. Supongo que el mandato era que él tomara todas las decisiones. Claro que, si bien era terriblemente impropio de un hombre guiarse por su esposa, guiarse por sus compañeros de trabajo en un taller mecánico estaba perfecto. 

Como dijo mi amigo Scott, la comedia televisiva King of Queens es un buen ejemplo, porque el protagonista, por más que se esfuerce en ser un buen esposo y compañero, siempre termina contradiciendo lo que dicen sus amigos o lo que él mismo cree que es “masculino”. Se supone que las definiciones de la masculinidad que rigen a los hombres provienen de sus pares, no de las mujeres, porque en realidad no debe importarles qué piensan ellas de ellos. 

Esto se ve constantemente en los consejos de moda masculina. Desde luego que nadie espera que los hombres se vean desaliñados ni bobos... pero tampoco puede parecer que les preocupa demasiado su imagen. Los hombres (heterosexuales, en todo caso) tienen que lograr ese equilibrio impecable entre la pulcritud y la despreocupación. Tienen que verse bien, pero como si no se hubieran empeñado en ello. Si parece que te importa cómo te ves te acercas demasiado a lo que es ser mujer. O gay (más adelante hablaremos de esto). Se supone que las mujeres se embellecen para convertirse en objetos de deseo; un hombre no tiene que ser objeto de deseo, sino sujeto de deseo... y a los sujetos no tiene por qué importarles lo que sus objetos piensen de ellos... excepto cuando quieren que esos objetos tengan un orgasmo.

3. Caliéntate. Siempre. Con cualquiera. 

Esta es otra expectativa citada con enorme aunque no sorprendente frecuencia. Se supone que los hombres quieren sexo y están listos para tener sexo todo el tiempo. Básicamente con cualquiera del sexo correcto que esté dispuesta a ello. En su evaluación de los roles de género para los varones, Michael T. afirma: “Para ser hombre, la conquista sexual tiene que ser uno de tus raseros”. 

Por su parte, Jraoul mencionó la letra de la canción “Lightning Strikes” de Lou Christie: “Cuando veo que sus labios piden ser besados, no me puedo detener, no me puedo frenar... Cuando me envía la señal de que quiere hacer tiempo, no me puedo detener, no me puedo frenar...” Y en su letanía de expectativas de género mi amigo Michael señaló: “Encamarte con cualquier mujer que diga ‘sí’ o que se te ofrezca. Si no, soy gay, ¿cierto?”. Resulta extraño. Un componente fundamental de la noción del hombre viril es poseer una pulsión sexual intensa, incluso depredadora. Esa noción no les permite tener preferencias; mejor dicho, pueden tener preferencias y, de hecho, se espera que las tengan, siempre y cuando concuerden con las normas sociales. 

Recuerdo vivamente un artículo publicado en una revista Playboy a fines de los años sesenta en el que se analizaban las personalidades de los hombres a partir del tipo de cuerpo femenino que les gustaba. Por ejemplo, si te gustaban los senos grandes eras un gran tipo, pero si te gustaban los traseros voluminosos o las piernas eras un inmaduro. No se trata de una reliquia sesentera: al día de hoy, muchos hombres se sienten presionados a salir con mujeres que cumplen con el canon vigente de atractivo femenino. 

Muchos hombres, por cierto, sufren la presión de salir con mujeres delgadas porque es lo que está de moda. Aun cuando prefieran a mujeres más llenitas, les avergüenza presentárselas a sus amigos. Como si salir con una chica gorda fuera un golpe al ego. Como si quisiera decir que no han escalado lo suficiente el escalafón de los primates para acceder a una hembra de alto rango. 

Entonces, sí, los hombres pueden calentarse más ante ciertas mujeres... pero también se espera que aborden a todo lo que se mueva camine y tenga disposición a abrir las piernas. Todo lo que sea femenino y no grotesco, claro. Se espera que los hombres tengan deseo sexual, pero su deseo no les pertenece, no puede depender del temperamento y carácter de cada varón, ni siquiera puede ser algo personal, porque no es suyo del todo. Y por el amor de todos los dioses del Olimpo, nunca puede nacer de una emoción. 

4. Aprieta los dientes. 

Es que en el caso de los hombres nada puede nacer de una emoción. Parece que las únicas emociones que les están permitidas a los hombres son dos: el deseo sexual propio de su género y el deseo de partirle la madre a alguien. Si tienen el descaro (o la falta de autocontrol) de experimentar emociones, más vale que no se les note. Esta es tan común que parece ubicua. Al menos la mitad de los hombres con los que hablé la mencionaron... y muchos de los que no lo hicieron explícitamente aludieron a ella. 

David B. dijo haber aprendido que los hombres deben ser “reservados en sus emociones. Parece que solo debemos apasionarnos con el sexo, los autos, los deportes y la cerveza. Incluso en esos rubros, la palabra ‘apasionado’ no es la que debe usar un hombre para hablar sobre lo que siente”. 

David M. recibió el mismo mensaje: “Nada de lloriqueos, nada de quejas, nada de lágrimas”. Igual le pasó a Michael T.: “Ser hombre es no vincularte, no dejar que te ganen las emociones”. Otro Michael dijo: “Ser hombre es no tener inteligencia emocional, no mostrar demasiadas emociones”. Por su parte, Andrew aprendió que “Ser hombre es ser inconmovible y no revelar ninguna emoción”. A Jason le enseñaron que “Ser hombre es no mostrar lo que sientes, ser ‘duro’, por decirlo de alguna manera... y así lo esperan tus compinches, tu familia y todo el mundo”. 

Dean subraya: “Los típicos mensajes de que los niños grandes no lloran (sí, sí lloramos) y los hombres de verdad no se quejan (sí, nos quejamos)”. El comentario de Scott se suma al mantra “Los niños no lloran”. Ben T. dice: “Odio el hecho de que los hombres no podemos asustarnos con nada”. James afirma haber aprendido tan bien a parecer impasible que no se le escurrió ni una lágrima cuando su padre murió mientras se sometía a una cirugía cardíaca. Por último, Georges dijo: “Siempre me sorprendió lo valiente que tenía que ser para dejar salir mis emociones”. 

En mi opinión, esta exigencia es más atroz que las otras cuatro juntas. Creo que podría lidiar con una vida en la que siempre tuviera que estar dispuesta a pelear o coger, en la que tuviera que fingir el imposible equilibrio sobre la cuerda floja que implica preocuparme por lo que piensa mi pareja sin importarme demasiado, en la que tuviera que hacer hasta lo imposible por evitar dar la más mínima idea de que me gusta alguien de mi propio sexo (ver expectativa número 5)... pero, ¿una vida en la que tuviera que negar mis emociones animales más elementales, como el amor y el miedo, la pasión y el duelo, con tal de que no me trataran como a un fenómeno de género? Eso me volvería loca (un poco más de lo que ya estoy). 

5. Miedo a que te crean gay. 

Esta es un tanto curiosa. La aceptación de la homosexualidad ha aumentado muchísimo en los últimos decenios. En menos de cuarenta años las demandas del movimiento LGBT han pasado del derecho a no ser internados en hospitales psiquiátricos o sometidos a lobotomías al derecho de casarse legalmente. (Claro, también el derecho a no ser echados de un empleo o expulsados del ejército estadounidense... pero aún así). Además, la aceptación social de lo que transgrede la norma sexual ha establecido un paralelismo con su aceptación política. Si en efecto eres un varón homosexual, el mensaje “No seas ni un poquito gay” es cada vez más sustituido por el mensaje “Ah... bueno”. 

Pero, ¿qué pasa si eres un varón heterosexual? La cosa cambia radicalmente. El pánico a la homosexualidad sigue siendo una fuente segura de comicidad en los programas de televisión y las películas. Los enredos en los que los heterosexuales son equivocadamente tomados por homosexuales (como Chandler y Joey en Friends cuando salen juntos con un bebé o el chiste “Not that there’s anything wrong with that” enSeinfeld) son elementos básicos de la comedia moderna, elementos básicos que suelen ir de la mano del supuesto de que para un varón heterosexual ser confundido con un gay humilla su masculinidad. 

También lo vemos en los consejos de moda, romance y etiqueta para hombres, por lo general concentrados en un grado casi histérico de arte que consiste en parecer un sofisticado hombre urbano y de mundo... sin caer, por piedad, en la posibilidad de ser confundido con un homosexual. 

Sin duda esto también se aprecia en algunos miedos sexuales muy comunes entre varones. He leído demasiadas cartas publicadas en demasiadas columnas de consejos sobre sexualidad, cartas de demasiados hombres heterosexuales en las que dicen encontrar placer en, ¿cómo decirlo con delicadeza?, ser penetrados analmente... pero no quieren experimentar con esta actividad sumamente deliciosa porque temen que signifique que son gay. O porque sus parejas femeninas temen que signifique que son gay. (Permítanme añadir una nota capaz de causar irritación entre hombres heterosexuales y sus compañeras: no, no significa que sean gay. Desear que una mujer penetre tu ano no te hace homosexual, al igual que desear que una mujer succione tu pene tampoco significa nada en ese sentido. Seamos serios). 

Diría que esas actitudes empiezan a cambiar. Los logros del movimiento LGBT han liberado tanto a personas con una orientación distinta a la heterosexual como a las heterosexuales, y las generaciones más jóvenes son mucho menos prejuiciosas y más relajadas en lo que respecta a la orientación sexual de lo que fuimos en mis tiempos. Como bien dice mi amigo Ben: “Es probable que la relajación de los roles que acompañó al feminismo y al movimiento por los derechos de las personas homosexuales haya beneficiado a los varones heterosexuales al menos tanto como benefició a mujeres y hombres homosexuales... Piensa en los metrosexuales: ahora que ser confundido con un gay no es una tragedia, los varones podemos darnos rienda suelta con la moda”. 

Por su parte, Adam, quien se describe como “afeminado, pero heterosexual”, afirma que “ser tomado por gay me dio libertad para escapar de algunas de las reglas más estrictas de la masculinidad. Después de todo, nadie se molestó en decirme ‘pórtate como hombre’ cuando me ‘amariconaba’”. 

Al mismo tiempo, a medida que la visibilidad homosexual se ha incrementado, la probabilidad de ser tomado equivocadamente por gay se ha ido a los cielos. En consecuencia, lo propio ha sucedido con el número de ocasiones propicias para que los varones sufran un ataque de ansiedad por miedo a la homosexualidad. Que te confundan con un gay no es la tragedia que alguna vez fue (es más un chiste que una amenaza petrificante), pero pasa con mucha mayor frecuencia. Además, la ansiedad que sigue despertando en tantos heterosexuales es mucho más constante, aun cuando no sea tan profunda. 

¿Entonces? 

Esto no es sino el comienzo. Ni siquiera dispongo de espacio suficiente para explayarme como podría tratándose de este tema. Me he saltado algunas de las más importantes y comunes expectativas de género que imponemos a los varones: expectativas relacionadas con el espíritu de competencia, la conciencia de status, el éxito financiero, la fortaleza y la imagen atlética, el liderazgo, las destrezas mecánicas, la facilidad para tener erecciones y adoptar una actitud que deshumaniza a las mujeres, interesarse en extremo por los deportes. Por si fuera poco, el mensaje social claro para los hombres es que para ser viriles deben ser altos. ¿Cómo diantres se resuelve eso? ¿Cómo diantres podría, cualquiera de nosotros, resolver alguna de estas cosas? 

Bien, ya que acabo de soltar tantas reflexiones deprimentes, creo que sería conveniente dar buenas noticias: hay maneras de salir del escollo, darle la vuelta y resolverlo. Muchos de los hombres con los que hablé reconocieron ser conscientes de las rígidas expectativas a las que están sometidos en tanto varones... pero también dijeron no sentirse terriblemente limitados por ellas. Claro que saben de esas expectativas, pero también se sienten libres de rechazarlas o hacer suyas aquellas con las que se sienten cómodos o rechazar aquello que no les gusta. O bien las transgreden con creatividad, espíritu lúdico e incluso un toque sexy. 

Además, muchos señalaron que si bien hay un bombardeo cultural constante de mensajes absurdos y limitantes sobre lo que significa ser hombre, también reciben una buena dosis de apoyo gracias a mensajes inteligentes y liberadores sobre la importancia de no prestar atención a tanta estupidez. Muchos han recibido lecciones más que positivas y ejemplos formadores respecto al valor de no ser violentos, respetar a las mujeres, desarrollar emociones honestas, tener una sexualidad honesta y, en términos generales, ser auténticos y sacar lo mejor de sí. 

Esas lecciones y esos ejemplos llegan gracias a muy diversas fuentes, desde íconos de la cultura popular hasta la relación con un padre o una madre. Como me dijo Jraoul: “¿Que si pienso que a los hombres nos imponen expectativas rígidas y/o limitantes sobre lo que significa ser masculino? Claro. Pero también hay mensajes de una masculinidad fluida y/o liberadora. Todo depende de dónde vienen las ideas”. 

Desde luego, dada mi personalidad y preferencias, los hombres que conozco tienden a estar, ¿cómo decirlo?, bastante alejados de lo convencional en la sociedad estadounidense (otra manera de plantearlo sería decir que son “personajes rojillos y excéntricos”). Por si fuera poco, muchos de ellos son homosexuales o bisexuales, un hecho que sesga todavía más la muestra. Sin embargo, así como muchas feministas pueden reírse de las comedias televisivas y las vallas publicitarias y las revistas para mujeres... y vivir como les da su real gana, muchos feministas pueden mandar al diablo los mensajes disparatados del mito “John Wayne/Cary Grant/qué tipo de hombre lee Playboy” (o, dependiendo de la generación a la que pertenezcan, del mito Rambo/Tom Cruise/qué tipo de hombre lee Maxim) que les ponen en el chip... y disfrutar de la vida. 

Las expectativas de género no afectan a todas las personas por igual. Hay quienes, hombres y mujeres por igual, aún perciben esa vocecilla interior, todavía sienten que los mandatos de género moldean sus reflejos, aún tienen la necesidad consciente de arrojar luz sobre esos mensajes a fin de poder reconocerlos y sacarlos de sus vidas a través de un proceso que no sea doloroso. 

También hay quienes, hombres y mujeres por igual, opinan que la cosa no es para tanto; reconocen que, ciertamente, la sociedad quiere que los varones sean de una manera y las mujeres de otra, pero ¿a quién le importa lo que quiere la sociedad? Algunas personas necesitan años de introspección y terapia para digerir y desechar lo que no sirve. Otras nunca desaprenden lo aprendido y dejan que las expectativas rijan sus vidas. A otras más parece que les basta decidir desaprender para conseguirlo. En ese sentido, no hay consejo que valga. Lo más que puedo decir es que bien vale la pena. 


Agradezco la invaluable ayuda de Adam, Alan, Andrew, Ben, otro Ben, Chad, Christopher, Craig, Crypt, Damion, Darren, David, otro David, un tercer David, un cuarto David y un David más, Dean, Georges, Glendon, Jacob, James, otro James, Jason, Jeff, Joel, Jraoul, Kyle, Lauro, Lenny, Leo, Mark, Michael, otro Michael, un tercer Michael, Scott, otro Scott, otro Scott más, Sean, un anónimo y los demás hombres con quienes hablé del tema. 

lunes, 9 de agosto de 2010

Hiroshima y el nacimiento del terrorismo de Estado

Atilio A. Boron
* - http://www.surysur.net/?q=node/14368


El 6 de Agosto se cumplieron 65 años del ataque nuclear de Estados Unidos a la ciudad de Hiroshima, una monstruosidad si precedentes que, tres días después, se reiteraría al arrojar otra bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki. En un primer recuento ambas deflagraciones mataron a unas 220.000 personas, 140.000 en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki.
La abrumadora mayoría de las víctimas fueron civiles, dado que para ese entonces las dos ciudades no albergaban significativos contingentes militares. Aproximadamente la mitad falleció de inmediato, el mismo día de los bombardeos. En su edición de hoy al dar cuenta del nuevo aniversario el New York Times comenta que las víctimas instantáneas murieron a causa de la excepcional intensidad de la explosión que redujo la ciudad a cenizas y literalmente vaporizó sus cuerpos, dejando apenas espectrales huellas y sombras en las pocas paredes que quedaron en pie. El resto fue falleciendo a lo largo del tiempo a causa de horribles quemaduras y los efectos de la radiación, que los condenó a una lenta y dolorosa agonía.
El recuento actual de las víctimas que murieron a causa de los dos bombardeos llegaba, en el año 2008, a poco más de 400.000 personas y es muy probable que la cifra aumente levemente en los próximos años. Hasta el día de hoy, los de Hiroshima y Nagasaki son los únicos ataques nucleares de la historia, pero la desorbitada proliferación de armamentos nucleares hace temer por una reiteración de tan trágica experiencia. De hecho, la flota naval estadounidense-israelí que se encuentra al acecho en el estrecho de Ormuz, dispuesta a atacar a Irán, dispone de un formidable arsenal atómico.
El Comandante Fidel Castro alertó sobre el riesgo de un holocausto nuclear y le advirtió al Presidente Barack Obama de que una vez que de la orden de atacar se pasaría el punto de no retorno y se desencadenaría un conflicto internacional de incalculables y lúgubres proyecciones. Por otra parte, existen fundadas sospechas de que las siete bases militares que Álvaro Uribe puso a disposición de Estados Unidos puedan también contar con armamento nuclear. Por algo hay una enconada resistencia a que una delegación de la Unasur pueda inspeccionar dichas bases.
No es exagerado afirmar que la historia del terrorismo de Estado comienza con la agresión nuclear estadounidense al Japón. Si de armas de destrucción masiva se trata Estados Unidos se lleva las palmas sin competidor a la vista, y su bombardeo a dos poblaciones indefensas constituye, sin dudas, en el más grave y salvaje atentado terrorista de la historia de la humanidad.
Lo anterior no obsta, sin embargo, para que sus sucesivos gobiernos se sientan con la autoridad moral como para acusar y condenar a muchos países –entre nosotros, Cuba y Venezuela- por “fomentar el terrorismo”; tampoco les plantea ningún dilema ético el hecho de dar abrigo dentro de sus fronteras a Luis Posada Carriles, terrorista probado y confeso y a muchos de sus compinches, mientras encierran en prisiones de máxima seguridad a los cinco héroes cubanos que luchaban contra el terrorismo y procuraban desbaratar sus siniestras maquinaciones.
La conmemoración realizada el día de hoy en Hiroshima contó con un ingrediente especial: ¡es la primera vez que un embajador de Estados Unidos participa en un evento de este tipo! ¡El criminal no da muestras de arrepentimiento y sí de soberbia y desprecio! Los representantes diplomáticos, funcionarios y autoridades estadounidenses tradicionalmente evitaron participar de la misma por temor a que su presencia pudiera re-encender el debate sobre el pedido de disculpas que Washington debería hacer por su monstruoso crimen, cosa que Estados Unidos jamás hizo.
Tampoco lo hizo con Vietnam, país cuyo territorio fue arrasado tras once años de bombardeos que costaron unos 3.000.000 de víctimas, en su inmensa mayoría civiles. Y tampoco lo hizo por minar los puertos de la Nicaragua sandinista en la década de los ochenta, o por el medio siglo de agresiones y sabotajes, con sus secuelas de muertos y heridos, descargado sobre Cuba. El imperialismo es así, y es inútil esperar que cambie.
Para justificar su brutal agresión Washington dice que el bombardeo atómico ahorró miles de vidas de soldados estadounidenses y japoneses que habrían muerto durante la inevitable invasión a Japón. Sin embargo, son muchos los que, mismo en Estados Unidos, argumentan que el haber arrojado la bomba atómica en alguna isla desierta del Pacífico habría surtido el mismo efecto disuasorio sobre el alto mando japonés y que, por lo tanto, decidir arrojarlas sobre Hiroshima y Nagasaki fue un acto de inhumana y gratuita crueldad.
Durante la ceremonia del día de hoy algunos manifestantes reclamaron que Estados Unidos pidiese perdón al Japón y retirara sus bases militares en Japón, reclamo al cual Washington presta oídos sordos. Conviene recordar una sentencia de Albert Einstein en relación con los peligros de una nueva conflagración nuclear: "Si la tercera Guerra Mundial se hace a golpes de bombas atómicas, los ejércitos de la Cuarta Guerra Mundial combatirán con mazos".
*Politólogo y Sociólogo argentino


domingo, 8 de agosto de 2010

La pobreza y la hipocresía de los poderosos

Por Jorge Muracciole Sociólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
http://tiempo.elargentino.com/notas/pobreza-y-hipocresia-de-los-poderosos

El discurso hipócrita de los representantes del neoliberalismo y las corporaciones sobre la pobreza es una nueva táctica discursiva de los perpetuadores del privilegio y la exclusión social, para arrebatar las históricas banderas de la emancipación.

Transitamos tiempos difíciles en el mundo contemporáneo. Se calcula que la mitad de los habitantes del planeta vive por debajo de la línea de pobreza. Recientemente, el Banco Mundial publicó una serie de datos sobre la pobreza en el mundo, que confirma esta hipótesis. Define como pobres a quienes viven con un ingreso inferior a un dólar al día. Con este criterio, se estima en 3 mil millones el número de pobres, lo que representa casi la mitad de la población mundial. Actualmente, cada cinco segundos un niño muere de hambre o por motivos relacionados con la falta de alimentos.

Se calculaba a fines de 2007 –antes de la última crisis económica–, según el informe del Banco Mundial, que 186 millones de adultos y 88 millones de jóvenes, entre 15 y 24 años, eran desempleados. Lo que no impedía que 184 millones de niños, entre 5 y 17 años, formaran parte del mercado laboral. Dicha proyección con posterioridad a la debacle financiera y sus consecuencias recesivas se han incrementado en más del 20%.

En paralelo, y a pesar de las crisis recurrentes, la globalización capitalista muestra, para los que estamos incluidos, el seductor espejismo de la sociedad de consumo. En una suerte de paraíso en cuotas, aumentamos nuestros gastos fijos porque, como nos ordena el imaginario imperante en los tiempos que corren, “siempre hay algo nuevo que comprar”. A pesar de que últimamente en el Viejo Continente y en el gran país del norte la crisis y la recesión irrumpieron en la vida cotidiana de multitud de asalariados, que hoy viven un presente de estancamiento y un horizonte imprevisible.

Mientras tanto, según el informe de la Cepal, que tomó estado público durante la última reunión del Mercosur en la provincia de San Juan la semana pasada, diez países de Latinoamérica tendrán un crecimiento que va del 5 al 7,6% en 2010, dándose un hecho inédito en 500 años de historia. Por primera vez, a pesar de la crisis global, estos países han disminuido entre el 10 y el 15% los índices de pobreza en la última década. Estos datos contrastan con las denuncias de la jerarquía eclesiástica y del máximo representante de la Sociedad Rural, en una suerte de ataque de sensibilidad social, que en los últimos tiempos se ha tornado en epidemia en las corporaciones empresariales. A diferencia de su silencio cómplice en las décadas de neoliberalismo salvaje y destrucción del aparato productivo, con sus perversas consecuencias de desocupación masiva y pauperización creciente, nunca se les escuchó una mínima denuncia o una declaración condenatoria.

Así de esquizofrénico es el pensamiento de los poderosos de siempre, expresado con claridad en el matutino conservador La Nación, el lunes 2 de agosto. En una nota central de su portada el diario de los Mitre ponderó la creación de una nueva villa en la Capital Federal, que recibió la denominación Villa Hollywood o Villa Cartón. La hipersensibilidad de este medio se dio un día después de titular en tapa −el domingo 1 de agosto en consonancia con su colega copropietario de Papel Prensa, el diario Clarín− lo más destacado del discurso del arriero ideológico de la oposición conservadora Hugo Biolcati. Esta particular forma de ponderar la realidad marcó agenda y tuvo rebote mediático, tanto en el periodismo radial como en los medios audiovisuales del autodenominado periodismo independiente. La veintena de precarios ranchos de cartón, a orillas de las vías del ferrocarril fue el foco de atención de la prensa opositora para reforzar el discurso del mandamás de la corporación agropecuaria. La dolorosa existencia de esa decenas de familias eclipsó a los más de 10 mil ciudadanos en situación de calle que también sufren las inclemencias del crudo invierno bajo los puentes, las autopistas o en algún espacio que pueda improvisadamente servirles de precario refugio, ante el desalojo compulsivo y la falta de recursos para alquilar una modesta habitación en una pensión a no menos de 900 pesos mensuales. Tampoco se dijo en los medios conservadores que la mayoría de la gente que decidió construir su guarida existencial en ese contexto emigró de su anterior zona de residencia (el tercer cordón del conurbano bonaerense), tras la eliminación del denominado tren blanco que les permitía día a día, trabajosamente, acercarse a las zonas de recolección de cartones y productos desechados por los vecinos de barrios de clase media acomodada. Tampoco se informó sobre los múltiples inconvenientes que tienen los recicladores para ingresar a la Capital −por las políticas xenófobas del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires−, ni se habló de los desocupados estructurales que, por necesidad, en largas jornadas se ocupan de reciclar lo que la sociedad de consumo tira. No sólo “invierten” gran parte de sus vidas, más allá del frío intenso o del calor extremo, en un trabajo necesario socialmente, pero degradado y mal visto por la mirada prejuiciosa del imaginario pacato de “la gente linda”, inmersa en la cultura del consumismo.

Desafortunadamente para la “utopía libremercadista”, profesada por corporaciones como la Sociedad Rural, ocurre que el capitalismo tiende a la concentración y centralización del capital. Esto constituye una ley económica, con tanta fuerza social como fuerza natural tiene la ley de la gravedad: podrán emitirse todas las normas jurídicas que se quieran, pero en el país y en el mundo capitalista seguirán formándose oligopolios y monopolios, y los existentes se acrecentarán y traerán consigo toda la secuela de males y problemas, entre ellos, los generadores de pobreza.

No es posible encontrar soluciones para erradicar la pobreza estructural, en tanto y en cuanto se recete a los países más capitalismo, entendiendo por esto liberar la competencia y considerar como norte de la sociedad la lógica de la acumulación privada de riquezas y el sálvese quien pueda en lo social. Lo que la Historia ha demostrado en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI es que ni en las etapas de mayor crecimiento económico se ha logrado extirpar la pobreza estructural. Hay quienes hoy se inclinan por establecer formas no capitalistas que permitan absorber la mano de obra excluida por el mercado capitalista de trabajo, y hacerlo mediante cooperativas de producción, servicios, educación, culturales o sanitarias en un sentido amplio. Esta idea ligada a la inversión social directa por parte de los Estados, en la consolidación de espacios por fuera de la lógica de la ganancia lisa y llana, permitiría transformar la trayectoria de vida de millones de pobres estructurales, que generación tras generación resuelven la sobrevivencia cotidiana con estrategias de las más diversas, en una suerte de círculo vicioso de marginación, superexplotación y degradación individual y colectiva. Lo cierto es que el discurso hipócrita de los representantes vernáculos del neoliberalismo y las corporaciones sobre la pobreza es una nueva táctica discursiva de los históricos perpetuadores del privilegio y la exclusión social, para arrebatar las históricas banderas de la emancipación.
Tan sólo un nuevo globo sonda de la gramática mediática, como la engañosa y desgastada teoría del derrame de la década de 1990.