En el peor momento de las dictaduras latinoamericanas,
existía un pequeño espacio donde se votaba. Los delegados de Argentina,
Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia a la sede central del Plan Cóndor debatían y
elegían por mayoría simple a sus víctimas. Cada delegado presentaba una
“propuesta operativa” y la discusión sobre oportunidad, costo político y
material terminaba en una votación. Si había desacuerdo, se hacía un acta con
copias para cada país participante. Si se aprobaba una “operación” se ponía en
marcha una maquinaria burocrática que incluía pasajes y viáticos de hasta 3500
dólares por día para los grupos de tarea de hasta cinco agentes.
Los documentos secretos desclasificados por Estados Unidos y recibidos por el ministro de Justicia Germán Garavano este viernes incluyen un Reporte de Información de Inteligencia de la CIA fechado el 16 de agosto de 1977, que describe en detalle la parte burocrática del Plan Cóndor. El informe no está clasificado como secreto, pero arranca con la advertencia de que incluye “fuentes y métodos sensibles de inteligencia”, código para avisar que no puede ser difundido para no comprometer agentes, fuentes o maneras de robar papeles.
Los documentos secretos desclasificados por Estados Unidos y recibidos por el ministro de Justicia Germán Garavano este viernes incluyen un Reporte de Información de Inteligencia de la CIA fechado el 16 de agosto de 1977, que describe en detalle la parte burocrática del Plan Cóndor. El informe no está clasificado como secreto, pero arranca con la advertencia de que incluye “fuentes y métodos sensibles de inteligencia”, código para avisar que no puede ser difundido para no comprometer agentes, fuentes o maneras de robar papeles.
El documento avisa a la Central que los servicios de
inteligencia de cinco países y “hasta cierta medida Brasil” firmaron en
septiembre de 1976 un acuerdo de cooperación para “operaciones contra blancos
subversivos”. La CIA hace una distinción hasta ahora inédita en la mecánica del
Plan Cóndor al afirmar que “Cóndor” es el nombre del pacto de cooperación, que
en la práctica se llama “Operación Teseo”.
Los agentes de la CIA en Argentina que redactaron el Reporte
afirman haber visto una copia del acta original, que arranca con un párrafo
titulado “Reglamento de Teseo, Centro de Operaciones”. El primer tema es
definir la misión, lo que consiste en identificar blancos “de acuerdo con los
pedidos presentados por los participantes, y asignar oportunidades y
prioridades”. El Centro de Operaciones tiene que instruir a los “equipos de
inteligencia y de operaciones”, los primeros encargados de ubicar e identificar
a los blancos y los segundos de matarlos y escapar.
A la manera militar, el Centro tiene la responsabilidad de
administrar los recursos humanos y materiales de cada operación, instruir a los
servicios de cada país sobre qué colaboración tiene que prestar y recordarles
que según lo pactado, los servicios extranjeros deben dar prioridad a los
requerimientos de la Operación Teseo.
Organigrama
Operación Teseo tiene base en Buenos Aires, designado como
Cóndor 1 en la jerga interna. El Centro de Operaciones es formado por
representantes permanentes de los servicios de inteligencia de los países
participantes. A las órdenes de este Centro se colocan equipos de inteligencia
y de operaciones, “formados por personal de los países miembros”, y equipos de
reserva por si las cosas se complican. Estos equipos tienen prohibido visitar
el Centro de Operaciones a menos que reciban órdenes específicas de hacerlo.
Según el documento, “el número mínimo de agentes provisto
por cada servicio participante será, en lo posible, de cuatro personas, con una
mujer a ser incluida eventualmente. Cada país tendrá un equipo similar en
reserva, listo a cubrir cualquier eventualidad”.
Los viáticos
El Centro de Operaciones en Argentina es el encargado de
administrar los fondos de la Operación Teseo, y el encargado de recibir las
liquidaciones de gastos de cada grupo de tareas. Cada país participante puso
una cuota de diez mil dólares para arrancar la Operación y aceptó aportar una
cifra similar al final de cada operativo, “en un plazo no mayor de quince
días”.
Por fuera de estos gastos operativos, el Cóndor es como un
club en el que cada país paga una cuota de doscientos dólares por mes “que
vence el treinta de cada mes”. Esta modesta cifra es para “cubrir gastos de
funcionamiento y mantenimiento del Centro de Operaciones”.
Pero tanta modestia económica se contradice con los gastos
operativos previstos en el mismo reglamento. Los grupos de tareas en el
extranjero reciben un viático estimado en 3500 dólares “por día y por persona,
más una cifra fija de mil dólares para ropa”. Todos estos gastos deben ser
presentados a la central por los jefes de grupo, para que sean aprobados por
los miembros participantes. Si no hay objeción, cada representante permanente
tiene el deber de comunicarse con su gobierno para cubrir los fondos del Centro
de Operaciones.
Por cuerda separada, los agentes recibían equipamiento del
Centro de Operaciones o, de no ser posible, de los servicios de inteligencia
locales. Esto incluía armas, municiones, explosivos, documentos, ropa, equipos
electrónicos y de comunicaciones, y “miscelánea”.
Organización
Los “equipos de trabajo”, como llaman los de la CIA a los
grupos de tareas, “serán formados por miembros de uno o más servicios de
acuerdo a su experiencia, calificaciones personales y características del
blanco”. El Centro de Operaciones determina un blanco a eliminar y el momento
de hacerlo. Tomada la decisión, los equipos de inteligencia tienen la tarea de
“identificar al blanco, localizarlo, seguirlo, comunicarse con el Centro de
Operaciones y retirarse”. Un miembro del equipo de inteligencia y sólo uno
puede hacer contacto con el equipo de operaciones. Ese agente tiene que
asegurarse de que la información llegue a los operativos y mostrarles el
blanco, y luego retirarse de la escena.
El equipo de operaciones tiene que “ejecutar al blanco”
cumpliendo tres pasos: “A, interceptar el blanco, B, cumplir la operación y, C,
escapar”. Por razones de seguridad operativa, los miembros de cada equipo no
pueden conocer a los del otro. Los únicos que hablan son los jefes de cada
grupo de tareas.
Las embajadas
Operación Teseo cuenta con una red propia de comunicaciones
llamada Condortel, para manejar todo tráfico entre el Centro de Operaciones y
los servicios de los países participantes. De ser necesario, se hablará por
teléfono, con la llamada a cargo de la central en Buenos Aires.
Pero si es necesario mandar documentos, papeles de cualquier
tipo, se determina que se usará “la valija diplomática” de las respectivas
embajadas, o enviados especiales que conozcan las medidas de seguridad
necesarias.
Una democracia
El capítulo final del documento de la CIA indica que el
Centro de Operaciones de Teseo se toma dos horas para el almuerzo, ya que opera
de 9.30 a 12.30 y de 14.30 a 19.30. Sólo si hay una operación marcha se estiran
los horarios nombrando un “oficial de turno noche”, rotando la nacionalidad
entre los miembros permanentes. Burocráticamente, se establece que el
alojamiento, comidas y transporte de este oficial serán pagos por el Centro de
Operaciones.
Y aquí aparece una sorpresa, justo al final: el Cóndor
funcionaba como una democracia interna donde se votaba entre iguales. Al elegir
los blancos, explica el documento de la CIA, “cada representante presenta su
selección de un blanco en la forma de una propuesta. La selección final de un
blanco será por votación y se determinará por mayoría simple. En caso de
desacuerdo, se hace un acta del debate que será firmada por los respectivos
representantes y enviada a los servicios correspondientes para su información”.
La expansión
Mientras la CIA conseguía los documentos fundacionales y
organizativos del Cóndor, la Oficina de Inteligencia e Investigaciones del
Departamento de Estado circulaba sus análisis de la coordinación en el Cono Sur.
En un informe fechado el seis de octubre de 1977, que ahora se difunde sin
faltantes ni tachaduras, los diplomáticos especulan sobre la posible formación
de un bloque sudamericano a partir de la coordinación de inteligencia.
Acertadamente, descartan la posibilidad por las “enemistades preexistentes” y
porque Brasil no muestra mayor entusiasmo por la idea y prefiere invertir en
esfuerzos propios de propaganda internacional.
Pero en el texto aparece un tema nuevo, el de la idea de
abrir oficinas operativas del Plan Cóndor en Estados Unidos y Europa
Occidental. La misión de estas oficinas será la de “encarar el asesinato de
supuestos opositores subversivos de los gobiernos participantes (en el Cóndor)
que viven en Europa Occidental”. Según los diplomáticos, los tres países “más
entusiasmados” con la idea son Chile, Uruguay y Argentina, por la actividad de
sus respectivos exiliados. Brasil, dice el análisis, no está interesado y
rechazó la idea. Según el Departamento de Estado, los brasileños no quieren
pagar el costo político de que se conozca semejante operación ni tener socios
como la notoria DINA chilena.
Los países interesados en operar en Europa lo hicieron a
través de sus embajadas, creando estructuras de inteligencia notorias, como la
argentina en París.