jueves, 18 de abril de 2013

A contramano de la procesión

Por Silvia Guiard (1) - http://www.revistaelemilio.com.ar/2013/04/a-contramano-de-la-procesion/ 

Hatuey (y la mano del papa)

En 1512, el cacique taíno Hatuey fue quemado vivo en Cuba. En La Española, su isla natal, había visto de cerca el rostro de los conquistadores: crueles, hipócritas, codiciosos, violadores de mujeres. Derrotado su pueblo, pasó a Cuba, para alentar allí a la resistencia y luchar, junto a los pocos que se le unieron, con tácticas de la guerra de guerrillas. Pero fue capturado y condenado. Un instante antes de que encendieran el fuego, se adelantó un sacerdote para ofrecerle el bautismo. De ese modo, le dijo, y solo de ese modo, podría, una vez muerto, llegar al cielo. “¿Hay hombres como ustedes en el cielo?”, preguntó Hatuey. “Desde luego que sí”, le respondieron. “Entonces no quiero ir”, dijo Hatuey, “nada quiero saber con un dios que permite semejantes crueldades”.

Y Hatuey ardió. Y en esa misma hoguera ardieron, de allí en más, millones de seres humanos; ardieron pueblos, dioses, lenguas, cantos, poemas, pensamientos, mundos. Aun hoy siguen ardiendo, empujados al fuego por el despojo, el hambre, la discriminación o el desprecio.

Tras la mano que encendió aquella hoguera, hubo una mano de Papa. Fue en efecto Alejandro VI (antes Rodrigo Borgia) quien en 1493, emitió las cuatro bulas que otorgaban a los reyes de Castilla y de León, “con la autoridad de Dios omnipotente que detentamos en la tierra y que fue concedida al bienaventurado Pedro y como Vicario de Jesucristo”, el dominio perpetuo de “todas y cada una de las islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido halladas por vuestros enviados y las que se encontrasen en el futuro”, mandándoles además “instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes”.

Resulta imprescindible en estos días recordar esa siniestra intervención papal en la conquista de América. Pero más imprescindible todavía es evocar la inquebrantable dignidad de Hatuey, su valiente y conmovedora lucidez, y confrontarla con la gelatinosa inconsistencia de quienes hoy se entusiasman, desde un supuesto “progresismo”, con el nuevo Papa “latinoamericano”… ¿Es necesario recordarles que también fueron latinoamericanos Pinochet, Stroessner, Videla, Massera, Banzer, Batista , tantos otros…? Sí. Es necesario recordarles que, sin importar su lugar de origen, un dictador es un dictador, un cretino es un cretino y un Papa siempre será… un Papa.

Dicho esto, reconozcamos que Jorge Bergoglio merece ser Papa.

Méritos

Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina que, continuando la labor evangelizadora de la Conquista, inspiró, alentó, acompañó y reivindicó el genocidio conocido como “Campaña del Desierto”, perpetrado en la Pampa y la Patagonia a fines del XIX, así como a comienzos del XX, la conquista del Chaco. En ambas campañas estuvo el Ejército Argentino acompañado o precedido por sacerdotes, dispuestos a bautizar prestamente a los indios una vez derrotados, sometidos y hambreados.

Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina cuya jerarquía fue, por acción u omisión, salvo honrosas excepciones, cómplice de todas las dictaduras, en particular de la última; tan cómplice como lo fue el entonces nuncio papal, Pío Laghi, que disfrutaba su estadía en Buenos Aires jugando al tenis con Massera, y como el Papa Pío XII lo había sido frente a los crímenes del nazismo.

Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina cuya jerarquía permitió, inspiró o alentó la represión y la tortura en nombre de la defensa del mundo occidental y cristiano, prestando incluso algunos de sus miembros (capellanes militares) para tales tareas. Porque la Iglesia local seguía en esto los caminos de la Iglesia de Roma, creadora no solo de la Inquisición -con su caza de brujas, herejes y disidentes y sus refinadísimas torturas para el cuerpo y el alma- , sino también del Infierno, destinado a mantener la conciencia humana sometida a la amenaza de torturas eternas.

Lo merece como miembro de esta Iglesia argentina que supo ser fiel al oscurantismo de Roma, oponiéndose siempre a la libertad de pensamiento, a la imaginación y la libre creación, al amor, la sexualidad y el placer, intentando siempre, con variable suerte, mantener las costumbres y las leyes del país y la expresión de sus habitantes sometidas a su dirección y censura.

No hay duda, pues, de que la Iglesia argentina estaba a la altura del Papado. Pero a estos méritos corporativos, suma Bergoglio merecimientos propios. Cierto es que algunos se empeñan hoy en negarlos. A cada rato brotan debajo de las baldosas “progresistas” más-papistas-que-el-papa que no cesan de vomitar papa-rruchadas. Dicen, por ejemplo, que no puede hablarse de la complicidad de Bergoglio con la dictadura porque no ha sido probada por la justicia. Ninguno de ellos negaría con el mismo argumento hipócrita la complicidad de los directivos de Ford, Mercedes Benz y otras empresas, o de la Sociedad Rural, los dueños de diarios, periodistas, banqueros o jueces que tampoco han sido condenados por la justicia.

Por otra parte, ¿qué hay que probar? Parecen de repente haber olvidado todos al mismo tiempo que Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires desde 1998, fue nada menos que presidente de la Conferencia Episcopal Argentina entre 2005 y 2011. Jefe máximo de una Iglesia que en todos esos años no realizó ninguna autocrítica ni revisión de su pasado. Una Iglesia que cuando, en 2007, fue condenado a prisión perpetua el sacerdote Von Wernich por 34 secuestros, 37 casos de tortura y siete homicidios calificados en el marco de un genocidio, se limitó a emitir un escueto comunicado expresando su dolor por el hecho. Pero que hasta el día de hoy no sancionó al genocida que continúa, en la prisión, en pleno ejercicio de su sacerdocio. Una Iglesia que no hizo nada para esclarecer la intervención del Movimiento Familiar Cristiano, de las monjas de Cristo Rey, de sacerdotes y obispos en la apropiación y distribución de niños, ni para rastrear el paradero de los mismos. Si esto no se llama encubrimiento, complacencia, complicidad, ¿cómo se llama?

En cuanto a su actuación personal durante la dictadura, ahí están todos esos ex paladines de la justicia, tránsfugas, luchadores arrepentidos, contorsionistas de la conciencia, chupamedias o cobardes que vienen hoy a afirmar con tono sentencioso que todas las sospechas o acusaciones… no son ciertas. ¿Y qué saben ellos? ¿Saben más que Estela de la Cuadra que, en el juicio por el plan sistemático de apropiación de bebés, contó ante el Tribunal Oral Federal nº6 que en 1977 su familia obtuvo por intermedio del propio Bergoglio y del obispo Picchi respuestas sobre su desaparecida hermana Elena (“lo suyo es irreversible”, les dijo Picchi) y sobre la beba nacida en cautiverio y aun desaparecida (“No busquen más. La tiene una familia de bien”)? ¿Saben más que los hermanos de Orlando Yorio? ¿Saben más que el propio Orlando Yorio? En el juicio a las Juntas de julio del 85, Yorio declaró: “Bergoglio nunca nos avisó del peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado con nuestros nombres a los marinos”.

Habemus capucham

Ningún premio Nobel trabajó en la “villa miseria” del Bajo Flores, ni estuvo allí el día en que los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron secuestrados. Yo, sí. Fui una de los siete adolescentes secuestrados con ellos. “Siete elementos”, dijo en la radio el tipo que pedía las capuchas. Suvbersivos, se entiende. Como tales nos tuvieron, encadenados y encapuchados hasta soltarnos en una oscura autopista hacia la madrugada, no sin dejarnos su dulce despedida: “No vuelvan a pisar esa villa si no quieren ser boleta y aparecer en un zanjón”.

Hacía un año que trabajaba con los chicos de la villa, que pasaba todos los sábados a la mañana por la casa de los curas, en el barrio Rivadavia, pegado a ella. Nunca hubiera imaginado ese desenlace, sin embargo conocía por boca de ellos mismos (Yorio, Jalics y el entonces también jesuita Luis Dourron), desde algún momento del 75, la difícil situación que los tres atravesaban en la compañía, el permanente hostigamiento por parte del Provincial de la misma, Jorge Bergoglio, y de sus sectores más conservadores, las críticas a su manera de vivir y ejercer el sacerdocio, los rumores, las maledicencias, el arbitrario desplazamiento de Yorio de su cátedra en el Colegio Máximo. Por boca de ellos me enteré, y nos enteramos todos los que los rodeábamos, cuando finalmente Bergoglio los forzó a salir de la compañía, cuando empezaron a buscar un obispo que los recibiera, cuando el arzobispo de Buenos Aires, Aramburu, les quitó las licencias para oficiar en su diócesis. Apenas unos días después, el 23 de mayo del 76, primer domingo en el que Orlando Yorio no podía dar la misa en la humilde capilla de chapas, tuvo lugar el gigantesco operativo a cargo de la Marina. Recién cuando los curas fueron liberados, unos seis meses después, supimos con certeza que a los jóvenes nos habían llevado al mismo lugar donde ellos estuvieron los primeros días: la ESMA; y que de allí, ellos habían sido trasladados a una casa operativa donde permanecieron todo el tiempo encapuchados y encadenados.

Ni nosotros ni los curas ni los amigos que los rodeaban tuvimos entonces la menor duda sobre la íntima conexión entre estos hechos: Bergoglio los deja afuera-Aramburu les quita las licencias-la Marina los (nos) secuestra. Conexión, coherencia, consecuencia. Co-incidencia, recordando que “incidir” significa influir, intervenir, actuar. El resultado obtenido – que saliéramos todos de la villa- era un objetivo sin duda compartido por los militares, Aramburu y Bergoglio. Pero además: ¿Quién era la persona experta en teología que, según contaron Yorio y Jálics, participó de los interrogatorios que les hicieron en la ESMA? ¿Por qué se cuestionaba a Orlando sobre su interpretación teológica de la palabra “pobres” o sobre su forma de dar misa? ¿Lo acusaban de subversión? ¿O de herejía? ¿Los militares o los inquisidores? ¿Quién les llevó la comunión a la ESMA? ¿Quién fue la persona “importante” cuya visita les anunciaron sus guardianes en la casa operativa, poco antes de liberarlos? Ellos no pudieron verlo, porque estaban, como siempre, encapuchados. Orlando contó más tarde: “Jálics sintió que era Bergoglio”. En una reciente entrevista, su hermano Rodolfo sostuvo otra hipótesis: quizás era el nuncio papal. Era, en todo caso, un “importante” personaje de la Iglesia. ¿Quién? Turbias cuestiones, turbios hechos, turbias relaciones. ¿Quién las explicará? ¿El Espíritu Santo? ¿Dios? ¿Su Emisario en la tierra? Demasiado tiempo hace que este calla, oculta o deforma lo que sabe. Así quedó claro en 2010 cuando, en el transcurso de la causa ESMA, las querellas pidieron su declaración testimonial. Pretendió usar todos sus privilegios de Cardenal para evitarla y cuando finalmente, fue interrogado (para lo cual el tribunal debió trasladarse a la Curia), sus respuestas fueron elusivas, imprecisas y vagas. No supo decir cómo ni a través de quiénes había sabido enseguida que Yorio y Jalics estaban en la ESMA, ni quiénes ni por qué hablaban mal de ellos entre los jesuitas. Mintió, sin duda, cuando dijo que recién se había enterado del robo de bebés hace unos… diez años. Sin embargo, debió reconocer, que, cuando los dos curas fueron liberados, supo por ellos que en la ESMA había muchos otros detenidos ilegales sometidos a tortura. ¿Y qué hizo entonces? Solo comunicarlo a sus superiores en la Compañía de Jesús y en la Iglesia… ¿Ninguna denuncia pública? No, ninguna. Ni denuncia ni declaración alguna hasta esa declaración… en 2010. A regañadientes y treinta y cuatro años después… “Ocultar algo o no manifestarlo. Impedir que llegue a saberse algo.” Tal es la muy sencilla definición que da la Real Academia Española para el verbo: “encubrir”.

¿Paz?

Dicen que Franciso Jalics, desde el monasterio de Alemania en el que vive, declaró estar en paz con aquellos hechos, quizás hasta con Bergoglio. Mejor para él. Bien merece sentirse en paz a los 85 años quien, en la juventud, padeció en Hungría los horrores de la guerra mundial y en la madurez, los de la dictadura argentina. Pero su evolución espiritual o moral no dice nada de los hechos en sí, no desmiente a quienes los vivimos ni a quienes los investigaron. Bien distinta fue la situación de Orlando Yorio. Prestó declaración ante la justicia y presentó querella. Bregó incansable (e inútilmente) ante la Compañía de Jesús, de la que había sido formalmente expulsado por Bergoglio tres días antes de su secuestro (sin que él mismo lo supiera en ese momento) para obtener las explicaciones y la rehabilitación que él y sus compañeros merecían. Tan lejos estaba de sentirse en paz con Bergoglio que emigró al Uruguay cuando este fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires en el 92. Allí murió, de un infarto, en el 2000. Para entonces ya Bergoglio era arzobispo, cardenal y candidato a Papa.

En noviembre de 1977, durante su exilio en Roma, Orlando envió una carta de 27 páginas al secretario General de la Compañía de Jesús, P. Moura. En ella relataba detalladamente las presiones y maniobras en su contra, las intrigas, la manipulación, la duplicidad de Bergoglio, las “gravísimas” acusaciones secretas que este decía tener contra ellos, sin explicar nunca de qué se trataba o quién los acusaba, los rumores “provenientes de la compañía” que los vinculaban con la guerrilla. Sobre esto último, escribía: “Como estaban las cosas en Argentina, una afirmación así salida de bocas importantes (como ser la boca de un jesuita) podía significar lisa y llanamente nuestra muerte”. Y más adelante: “En ese mes de diciembre (1975) dado la continuación de los rumores sobre mi participación en la guerrilla, el P. Jalics volvió a hablar seriamente con el P.Bergoglio. El P.Bergoglio reconoció la gravedad del hecho y se comprometió a frenar los rumores dentro de la compañía y a adelantarse a hablar con gente de las fuerzas armadas para testimoniar sobre nuestra inocencia.” Pero, todavía más adelante, cuando el relato se acerca al desenlace, dice Orlando: “El Provincial no hacía nada por defendernos y ya nosotros empezábamos a sospechar de su honestidad. Estábamos cansados de la provincia y totalmente inseguros” [i] Esta carta, que terminaba con una larga, y casi desesperada, serie de preguntas, nunca recibió respuesta. De este lado del océano, en ese mismo mes de noviembre de 1977, la Universidad del Salvador, perteneciente a los jesuitas y una de cuyas máximas autoridades era entonces Jorge Bergoglio, otorgaba al Almirante Massera un doctorado honoris causa… Vaya casualidad.

Aun estando lejos en el tiempo –y lejos, por mi parte, de las creencias de mis dieciocho años- la muy especial irradiación personal, humana, de Orlando Yorio, sigue siendo un recuerdo entrañable, presente en mí junto a las imborrables vivencias de aquellos días en el Bajo Flores: los chicos, su ansiedad y sus risas, sus abrazos y su desamparo; sus madres compartiendo entre mates relatos de amor, soledad y lucha cotidiana; nuestra propia mirada adolescente, inquisidora -en el buen sentido- de las cosas, los lugares, las personas, buscadora de sentidos, de explicaciones, de caminos que, entre los pasillos estrechos de la villa, se abrieran paso hacia un mundo nuevo, menos cruel y más justo. ¿Y una vez más vienen las topadoras a pasarnos por encima, a reducirlo todo a barro, a pisotear los recuerdos, a sepultar o ningunear las huellas, los testimonios, las palabras? ¿Una vez más pretenden aplastar las conciencias como antes aplastaron las casillas, proclamando que estas cosas no pasaron, que no fueron así? Una vez más, sí, (¡y ya van cuántas!), los grandes tergiversadores de la historia pretender darnos vuelta de un golpe (de gracia) el sentido del mundo; trastocan, invierten el signo de las cosas, convierten los lobos en corderos.

Las ovejas, como suele ocurrir, se dejan engañar. Los lobos, no. Por eso ya hemos visto a las bestias carniceras, con Luciano Benjamín a la cabeza, lucir con beatífico júbilo los colores papales… Se exhiben ellos, sale la gran gilada nacional mezclando papas, balones de oro y máximas reinas holandesas en un pestilente guiso de “argentinidad al palo”, sale la legión de reaccionarios a empapelar las calles de amarillo y blanco, salen los fieles a cantar hosannas, afilando misales, listos para lanzarse a combatir infieles y a imbuirnos nuevamente de sus “buenas costumbres”, salen los “buscas” a vender camisetas e imprimir estampitas, salen los creyentes, los crédulos o los oportunistas a copar los micrófonos y los altoparlantes con su largo rosario de elogios, alabanzas y promesas de felicidad… Difícil es oír, entre los balidos piadosos y el anacrónico repicar de las campanas, las voces disidentes. Y sin embargo, no somos pocos los que no entramos en la procesión. Nos da en el hígado, nos sube por las tripas una profunda convulsión interna, mezcla de vergüenza, indignación, impotencia, bronca, tristeza e infinita náusea. Una vez más, o quizás, como siempre, nos toca sentir, pensar y hablar a contrapelo.

(1)Silvia Guiard (Docente. Poeta. Testigo en la causa ESMA)

viernes, 12 de abril de 2013

Piel de cordero: los disfraces de la CIA

Por Héctor Bernardo - http://www.politicaymedios.com/internacional/Piel_de_cordero__los_disfraces_de_la_CIA_20130411201457.php

A lo largo de la historia los países de América Latina y el Caribe han sufrido la constante presión y el intervencionismo de los distintos gobiernos norteamericanos. Republicanos y demócratas por igual han considerado que la injerencia en la política interna del resto de América era, no sólo un derecho, sino un deber.

En ese camino han buscado y aplicado todas las políticas posibles para controlar e intervenir en cada uno de los procesos que se llevaron adelante desde el sur del Río Bravo hasta el extremo más austral del continente. “La política del buen vecino” y “la política del garrote”, fueron algunos de los nombres eufemísticos que encontraron para consumar invasiones, fomentar golpes de Estado, realizar bloqueos económicos, presionar a través de organismos multinacionales de crédito, apoyar desestabilizaciones, financiar grupos contrarrevolucionarios y difamar a los movimientos populares y a sus líderes.

Para ello, el Departamento de Estado, que es considerado la herramienta diplomática de Estados Unidos, y al Pentágono, que es el aparato militar, se le ha sumado un tercer instrumento cuya función es intervenir en la sociedad civil; la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, conocida mundialmente como USAID (por sus siglas en inglés, United States Agency for International Development) creada en noviembre de 1961 por el entonces presidente John Fitzgerald Kennedy (demócrata).

Estas tres herramientas forman lo que, según denuncia la investigadora de origen norteamericano, Eva Golinger, en los propios documentos desclasificados de los servicios de inteligencia norteamericanos se denomina como: “el eje de la contrainsurgencia”.

Tiempo después, en 1983, a la USAID se le sumó la Fundación Nacional para la Democracia, (National Endowment for Democracy) conocida internacionalmente como la NED. Creada durante el gobierno de Ronald Reagan (republicano).

Por intermedio de estas entidades el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency- CIA) inyectan millones de dólares a grupos que muchas veces con las mascaradas de fundaciones u Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) intentan desestabilizar a los gobiernos que no se alinean con las políticas de Washington.

La participación de la USAID y la NED en los golpes de Estado contra el presidente de Paraguay Fernando Lugo (2012), de Honduras, Manuel Zelaya (2009) y en los fallidos golpes llevados adelante contra Hugo Chávez (Venezuela, 2002) y Rafael Correa (Ecuador, 2010), ha sido denunciada por varios investigadores y periodistas. Un ejemplo clave de ello es el excelente libro de la periodista Stella Calloni, titulado Evo en la mira. En él se narra que “en Bolivia se conoce documentadamente que las demandas por autonomías departamentales fueron promovidas y financiadas por la elite económica de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, que es el sector elegido para los financiamientos de NED y USAID, así como otras ONG’s”.

En la propia página de la NED se señala que “Cada año, con financiamiento del Congreso de los EE.UU., la NED colabora con más de 1.000 proyectos de los grupos no gubernamentales que trabajan en el extranjero para las metas democráticas en más de 90 países”.

En charla con Revista2016 la doctora en Filosofía, docente e investigadora especialista en Política Exterior, Adriana Rossi, explicó que “una de las formas en que trabaja la USAID es financiando proyectos de desarrollos en algunas comunidades. Pero para que esos proyectos sean aprobados primero hay que presentar un diagnóstico de las comunidades. Mediante ese diagnóstico o informe, recaban una enorme cantidad de datos sobre esas comunidades. Eso les sirve muchísimo para poder tomar decisiones sobre posibles escenarios de conflictos, implantarse y poder actuar sobre esas comunidades. A través de estos proyectos la USAID hace inteligencia para el Departamento de Estado”.

“La NED en Ecuador – ejemplificó la especialista - ha financiado y apoyado a grupos indígenas penetrándolos de tal manera que, hoy por hoy, son uno de los sectores que más conflicto le han generado al presidente Rafael Correa. La NED apoyó la formación de una corporación empresarial indígena que es la que más ha combatido el modelo de sociedad que está llevando adelante el presidente Correa”.
 
Enemigo íntimo

Argentina no ha quedado al margen de esta política injerencista norteamericana. Un claro ejemplo de ello es el rol que juegan fundaciones como el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), la fundación Nueva Generación, Crecer y Crecer y  tantas otras.

En ese contexto se enmarca el encuentro que realizó la Fundación Libertad en Rosario y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre los días 9 y 12 de abril.

Los encuentros de la Fundación Libertad han logrado convocar a figuras de la derecha internacional de la talla del escritor peruano y excandidato a presidente Mario Vargas Llosa, el filosofo español Fernando Savater y el expresidente de España José María Aznar.

El periodista y escritor, Víctor Ego Ducrot, explicó para Revista2016 qué significan este tipo de encuentros: “Hay una larga tradición en los aparatos de inteligencia de Estados Unidos, paralelos o encubiertos como la NED, de ser vertebradores logísticos y financieros de lo que ellos consideran como figuras de fuerte relevancia mediática o simbólica desde el espectro de la derecha más reaccionaria y recalcitrante en términos globales. Son elementos de naturaleza propagandística al servicio de los ámbitos más concentrados del poder corporativo-capitalista-imperial. Esta derecha concentrada pone el acento en América Latina porque es aquí donde se ha registrado el surgimiento y la práctica colectiva de actores políticos, sociales y culturales que mayor capacidad de cuestionamiento han tenido respecto de la última gran experiencia de dominio global, neocolonial, imperial, que fue el modelo neoliberal”.

“Estos encuentros en los que se dan cita personajes patéticos como Vargas Llosa y el español José María Aznar, que es una verdadera caricatura de lo que es un dirigente político, son una expresión obsoleta del mundo que siempre ha estado en contra de la soberanía popular. Todos ellos son representantes de un mundo obsoleto convertidos en patéticos instrumentos de maniobras conspiradoras, destituyentes”, aseguró Ego Ducrot.

Como señaló la abogada e investigadora venezolana- estadounidense, Eva Golinger, durante la conferencia brindada en Ecuador (que se puede ver a través de Youtube con el título de Eva Golinger- Telaraña imperial ONG y USAID) en el año 1984 se crearon cuatro instituciones claves vinculadas estrechamente a la NED: “el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), dos brazos de los partidos de Estados Unidos, el Centro para la Empresa Privada (CIPE), para trabajar con los empresarios, y el Centro de Solidaridad con los Sindicatos. Para así llegar a partidos políticos de ‘izquierda’, derecha, empresarios y trabajadores sindicalistas. Cubriendo una parte importante de la sociedad, del pueblo”.

En la misma línea de análisis se podría decir que no es nada casual que este año el encuentro organizado por esta Fundación Libertad haya decidido salir de su reducto en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe) y dedicar dos días (11 y 12 de abril) a realizar el encuentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por el PRO de Mauricio Macri.

Es por ello que no sorprende cuando, según señaló el periodista Santiago O’Donell en su libro Argenleaks, en el año 2007 el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, mantuvo una reunión con miembros de la Embajada de Estados Unidos en Argentina. En aquel encuentro además de señalar: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de 80 años de historia argentina que está listo para asumir el poder”, Macri -según se detalla en el cable enviado por el cónsul político estadounidense Mike Matera – aseguró que su fundación, Crecer y Crecer, estaba trabajando “con el Instituto Republicano de Estados Unidos (y también con la fundación Konrad Adenauer de Alemania) en la formación de nuevos liderazgos”.

Cabe recordar que la fundación Crecer y Crecer fue creada por Mauricio Macri en 2001, que allí se sentarían la bases para fundar el partido Compromiso para el Cambio, que en el año 2005 se fusionaría con el partido Recrear Argentina, liderado por Ricardo López Murphy (estrechamente ligado a la Fundación Libertad), fusión con la que se daría creación al partido Propuesta Republicana (PRO).

Otro dato no menor es que la actual “Usina de ideas de PRO”,  como se autodenomina la Fundación Pensar, cuyo presidente honorario es Mauricio Macri, tuvo entre sus referentes a Julio Cirino, quien participó del terrorismo de Estado desatado durante la última dictadura militar (1976-1983). Cirino fue procesado recientemente por la Sala II de la Cámara Federal acusado de haber sido integrante del Batallón 601, bajo el alias de Jorge Contreras y en esa función haber estado involucrado en la desaparición de militantes del grupo Montoneros.

Según asegura un artículo publicado el viernes 22 de febrero de 2013 en el matutino Página/12, titulado Del think tank del PRO a la prisión, “La Secretaría de Derechos Humanos informó en la causa que Jorge Contreras era en realidad el Gordo Cirino, quien dirigió durante la dictadura el Grupo de Tareas 7 de la Central de Reunión de Información (CRI) del 601. Página/12 informó en 2008 que Cirino había sido uno de los referentes de la Fundación Pensar, ligada al macrismo. Según los anuarios de Pensar, Cirino recibió en su nombre al embajador de Colombia y participó de un seminario sobre ‘delincuencia, minoridad y violencia’ en Mar del Plata y de un panel sobre ‘seguridad’ junto al ex jefe de la Policía Metropolitana Eugenio Burzaco y el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg”.

En el artículo de Página/12 también se señala que, según un cable desclasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos, Cirino tenía estrechos vínculos con la Embajada norteamericana y fue designado secretario en la Embajada argentina en Washington.

Fundaciones y ONGs con nombres muy altruistas como libertad, democracia o desarrollo que han servido - y sirven-  para encubrir a represores, miembros de la derecha internacional y representantes de los poderes económicos más concentrados que – como si se tratase de una marca de nacimiento – en algún punto de su ser tienen el sello de la CIA. 

 

martes, 9 de abril de 2013

Sobre el silencio y las palabras: Vaticano y dictadura

Por Alejandro Kaufman* (para La Tecl@ Eñe) - http://conradoyasenza.wix.com/la-tecla-ene#!kaufman/c1kla

La responsabilidad plena y directa de la jerarquía eclesiástica argentina en la perpetración del exterminio argentino de 1976 no es evidente por sí misma en su totalidad ni está suficientemente dilucidada. Diversos aspectos generales de tales responsabilidades institucionales han sido discutidos y expuestos, lo mismo que numerosas trayectorias individuales de integrantes de la Iglesia implicados de diferentes maneras, victimarios, víctimas, cómplices y un reducido y ejemplar número de héroes y santos. Enseguida de conocida la noticia de la designación de Jorge Mario Bergoglio tuvieron repercusión –por haberse puesto de relieve- las intervenciones de Horacio González y de Horacio Verbitsky, destacadas entre varias otras, todas ellas constitutivas de un conjunto minoritario al que concurre lo aquí expuesto. González y Verbitsky fueron mencionados como referencias de la minoría disidente, así como señalados por su disenso hacia el desmesurado entusiasmo unanimista que siguió a la designación del nuevo Papa. La divergencia ante la aparente confluencia masiva alrededor de las esperanzas atribuibles a la designación fue presentada por muchas intervenciones como actitud equivocada o inoportuna, cuando se limitaba a la coherencia con lo que hasta el instante anterior a la designación se había mantenido durante años. Es de esperarse que las cosas vuelvan a un cauce más razonable, aunque el proferimiento difamatorio fue lanzado, hasta percibirse incluso la necesidad de reunir firmas para una solicitada en defensa de González y Verbitsky. En lugar de anunciarse una línea de demanda, resistencia y expectativa más amplia, como habría sido deseable, se produjo un frente de conformismo y silencio de indudable precariedad y vacilación ética y política. Solo se arribó a un acuerdo general sobre los asuntos entre estados soberanos, determinantes hacia sus titulares de actitudes políticas no traducibles de manera simplista a los debates públicos. Poner en cuestión lo que sea frente a las nuevas perspectivas abiertas no se pretende vinculante para la presidenta, en tanto jefa de estado y en su relación con quien se erige asimismo en jefe de estado. Estas y muchas otras consideraciones políticas también han sido ventiladas en forma abundante.

El tema más específico e intrincado que concierne a la designación del nuevo Papa es el de la relación entre la Iglesia y el terrorismo de estado en la Argentina. Si bien no nos encontramos ante una hoja en blanco sino con un conjunto de antecedentes de diversa índole, la designación introduce una transformación imposible de menospreciar por su magnitud y novedad. Tampoco es necesario volver aquí sobre el punto porque ha sido harto reiterado.

(No obstante, una y otra vez hay que repetirlo: el crimen de la desaparición excede al asesinato al privar deliberadamente del destino de los cuerpos a los deudos y configurar el contexto en el que se produjo la apropiación de bebés. Desde el punto de vista del acontecimiento colectivo, ambos actos criminales –la desaparición y la apropiación de bebés- mantienen sus efectos de manera indefinida, atenuados en apariencia cuando se encuentran restos mortales o se recuperan hijas e hijos. Quienes han participado de cualquier manera que los haga depositarios de información sobre aquellos destinos, mantienen en el tiempo su participación en la perpetración de los crímenes, dado que el silencio sobre aquello que se sabe y no se dice es una forma de perpetuar el dolor de los deudos y mantener el duelo en suspenso. El silencio implica crueldad e indiferencia ante el dolor de los deudos a sabiendas de lo que ocurre al respecto y cuando se tienen disponibles los medios para paliar ese dolor. Tal silencio no es discreción ni accidente sino que fue designio cruel de los perpetradores. El papel de las jerarquías eclesiásticas es inequívoco en este sentido. Si hay un secreto de confesión que pueda defenderse frente al conocimiento de crímenes de esta naturaleza, entonces la propia confesión perdería todo valor espiritual y moral ante las comunidades, ante la historia y ante Dios mismo, hay que decirlo. Dios no puede querer que permanezca en silencio un secreto de confesión semejante. Dios no puede querer que los deudos en ronda durante décadas estén condenados al dolor sin fin, cuando claman por él ante quienes saben que saben y no hablan. No hay Iglesia que pueda tolerar indefinidamente una situación así. Y son muchos de los integrantes de la Iglesia, religiosos y laicos, quienes mantienen vivo este reclamo.)

Lo primero que se aprecia –y que también se ha repetido- en cuanto a las relaciones entre Iglesia y dictadura es que el interlocutor, por el solo acto de la designación, cambia por completo el escenario del problema al elevarlo a un plano, digamos, universal. Ha prevalecido la idea de que al entronizarse como Papa a Bergoglio también se estaban entronizando sus actitudes y posiciones frente a la dictadura, y ello determinó un debate centrado sobre su persona, en la consideración de que el papado, al atribuirle una condición tan elevada, otorgaba sus cualidades tanto a su persona como a sus antecedentes. Una suerte de purificación o absolución dada por la jerarquía. Al confrontar sus antecedentes personales con esa condición, Horacio Verbitsky parecía erigirse en un fiscal que estaría impugnando u oscureciendo la designación, más allá de sus propósitos alegados de consecuencia con lo que él mismo y otros habían sostenido durante años.Esta transferencia ad hominem del problema, sin embargo, invirtió uno de los términos de la cuestión , porque el problema no es en absoluto de Verbitsky, sino que son Bergoglio y la Iglesia que lo designó quienes tendrán que habérselas con sus antecedentes, tanto individuales como colectivos, y no hay silencio oportunista ni declinación coyuntural que puedan modificar esta circunstancia. Aun cuando tuvieran razón quienes asumen la defensa de Bergoglio respecto de las indicaciones precisas que ha hecho Verbitsky, no cambia nada sustancial sobre su pertenencia a la jerarquía eclesiástica, antes, recientemente, y sobre todo ahora, en el Vaticano. Cierto que si en lugar de Bergoglio el nombrado fuera un sacerdote del Tercer Mundo estaríamos hablando de todo esto de manera diferente. No obstante, con toda la pertinencia que tiene esta discusión, es otro el tema que convoca a estas líneas.

La pregunta que querríamos formular aquí es sobre cómo enfocar de forma abarcadora y específica la responsabilidad de la Iglesia, de la jerarquía eclesiástica argentina en relación con la dictadura de 1976. ¿Forma parte como una actora más del abanico de partícipes y cómplices civiles del golpe de 1976, del terrorismo de estado y los crímenes contra la humanidad? En general prevalece esta idea, con los consiguientes análisis sobre las correspondencias administradas en favor de la dictadura.

Hay varias diferencias y especificidades que atañen a la Iglesia. La Iglesia es una institución irreductiblemente teológico política. Analizarla solo desde el punto de vista sociopolítico hace visible aquello que la óptica secular moderna deja ver en la superficie. De pronto la Iglesia se convierte en una entidad que “pierde prestigio y fieles” debido a su “imagen”, o porque se denuncian actos de corrupción sexual o económica. Desde luego que nadie puede estar exento de semejantes avatares en las sociedades contemporáneas, es decir, de tales enunciaciones en términos políticos y comunicacionales convencionales. Pero la Iglesia no es susceptible tan solo de tales descripciones porque no se trata de una ONG, ni de una entidad civil o llanamente política, sino de una maquinaria de administración de la subjetividad, arraigada en una tradición espiritual bimilenaria, que ha atravesado ese lapso inmenso de la historia cultural. Una institución semejante no se mide en términos temporales equivalentes a ninguna otra con la que podamos comparar, ni es pasible de limitar el registro de su influencia a recursos estadísticos o categorías creadas hace unos pocos años.

La Iglesia es una maquinaria de producción de subjetividad como no lo es ninguna otra que conozcamos porque su desenvolvimiento como tal es teológico político, es gestionario de la configuración de prácticas multitudinarias, no necesaria ni enteramente conscientes, ni susceptibles de representaciones. La fe no se mide por enunciados ni declaraciones, ni siquiera por la adhesión a la liturgia. Siglos de elaboraciones sobre las transacciones entre conducciones pastorales y multitudes, siglos de administraciones a la vez violentas y persuasivas de la pertenencia y la exclusión, la culpabilización y el perdón necesitan ser visitados para siquiera sospechar la magnitud de la cuestión.

La Iglesia es maquinaria de producción de subjetividad multitudinaria porque contiene a sus integrantes de un modo polimorfo, rígido hasta el doctrinarismo totalitario en algunos nodos singulares, flexible hasta la disipación en la figuración de una periferia enunciativa y práctica que deja sus límites más allá de una visibilización ingenua.

Por eso nos sorprendió el unanimismo entusiasta que acompañó súbitamente a la designación. Porque operó como síntoma, como irrupción de algo que estaba latente, implícito, y que en las  condiciones apropiadas salió a la superficie. Es una dialéctica de implicación y superficie aquello que podemos leer en innumerables circunstancias. Horacio Verbitsky dice que se interesó por la Iglesia a partir de un comentario lateral que surgió en su entrevista a Scilingo. Emilio Pérsico relató (¿confesó?) luego de la designación que había celebrado con anterioridad una misa en secreto con Bergoglio en favor de Chávez. Hubo algo que lo habilitó a decirlo, algo que había cambiado para que antes lo hubiese mantenido en secreto. Eso que lo habilitó fue el estatuto del ánimo multitudinario, que había cambiado de latente a visible. Se hizo explícita la pertenencia colectiva a la maquinaria de producción de subjetividad, pertenencia que puede ser secreta, porque su cifra no reside en el conocimiento público sino en la configuración de un vínculo intersubjetivo que sigue reglas definidas por la institución, emanadas desde el fondo de su historia, no subordinadas a las pautas sociopolíticas seculares.

Hablar de lo teológico político en sociedades seculares no supone una mera privatización de lo “religioso” como si fuera una actividad que se desenvuelve en el ocio, o fuera de la plaza pública y de la economía. Ese es un error cándido que solo concurre a confirmar el inconsciente católico, o catolicismo inconsciente que hemos visto cómo ha procedido en la historia moderna, cómo lo ha hecho en los países socialistas realmente existentes que habían contado con la extinción supuesta de las religiones. Ya es un lugar común, por pocos puesto en discusión, que las religiones han vuelto a reclamar su lugar en la experiencia colectiva. Reconocerlo como fenómeno general todavía no nos aporta las destrezas necesarias para nuestros desenvolvimientos sociopolíticos. La designación de un Papa argentino fue finalmente un catalizador de las formas en que la cuestión religiosa se dirime en nuestro país.

Se trata entonces de definir a la Iglesia –recordar esa definición- como maquinaria de producción multitudinaria de subjetividad, como administradora de prácticas sociopolíticas más allá de lo que se enuncia como creencia explícita. Se ha trabajado largamente sobre la elucidación de la subjetividad multitudinaria relativa a la hegemonía eclesiástica. Menos evidente resulta en la bibliografía más usual la intervención sobre algunas distinciones locales, regionales, precisamente cuando destacamos tal cualidad concerniente a la nueva designación. Y aún menos concurrido es el siguiente y decisivo problema.

La responsabilidad plena y directa de la jerarquía eclesiástica argentina en la perpetración del exterminio argentino de 1976 no es evidente por sí misma en su totalidad ni está suficientemente dilucidada.  Conocida la noticia de la designación de Jorge Mario Bergoglio tuvieron repercusión –por haberse puesto de relieve- las intervenciones de Horacio González y de Horacio Verbitsky, destacadas entre varias otras, todas ellas constitutivas de un conjunto minoritario al que concurre lo aquí expuesto. González y Verbitsky fueron mencionados como referencias de la minoría disidente, así como señalados por su disenso hacia el desmesurado entusiasmo unanimista que siguió a la designación del nuevo Papa. La divergencia ante la aparente confluencia masiva alrededor de las esperanzas atribuibles a la designación fue presentada por muchas intervenciones como actitud equivocada o inoportuna, cuando se limitaba a la coherencia con lo que hasta el instante anterior a la designación se había mantenido durante años

Puesta al servicio del exterminio perpetrado por la dictadura argentina de 1976, la Iglesia fue mucho más que cómplice o partícipe civil de crímenes de lesa humanidad. La Iglesia, a la que pertenecían y pertenecen en su mayoría o totalidad los perpetradores, y en cuya supuesta defensa cometieron el exterminio, les proporcionó la sustentabilidad subjetiva que requiere un colectivo exterminador.

Como se ha dicho, no es fácil matar. Se requiere un dispositivo sin el cual la eficacia homicida de cualquier índole es inviable, no importa si es “legal” o “ilegal”, “bélica”  o  “exterminadora”.   Dicho dispositivo –exterminador- no es en modo alguno un mero aparato torturador o asesino en sus términos materiales, del modo en que un museo de la tortura y la desaparición podría exhibir sus objetos, sus herramientas, sus huellas, su materialidad. Un dispositivo exterminador requiere un régimen de pertenencia subjetiva, relevamiento psíquico, contención normativa, narrativa ideológica y fundamento moral. Ninguna guerra puede librarse tampoco sin un dispositivo específico de contención de la masa homicida. Sin narrativas, símbolos, nacionalismos, pensiones a las viudas, hospitales de veteranos, nada de ello se puede hacer. Es tan crucial un film como “Rescatando al soldado Ryan” (que nosotros vemos como entretenimiento o narrativa culturalmente importada), en el que se cita un caso similar de la Guerra Civil del siglo XIX, como la disponibilidad de las armas, tácticas y estratégicas. En este aspecto el colectivo homicida bélico “legal” exige tramas de sustentabilidad afiliadas a la historia cultural tal como procede desde Homero y mucho antes, por dar una referencia literaria precisa, para de inmediato recordar una y otra vez que el acontecimiento exterminador del siglo XX no tiene antecedentes en aquella historia bélica, y entonces el ocultamiento, la clandestinidad, el terrorismo difuso e implícito, la incredulidad con que se lo recibe cuando se lo conoce son sus rasgos distintivos.

Así también de distintivo será en consecuencia su respectivo régimen de sustentabilidad, con sus narrativas clandestinas, sus secretos, sus ideologías, sus justificaciones, sus implicaciones inconscientes y latentes en la población que consiente con las atrocidades, sin “saber” que acontecen, y “olvidándolo” luego, para finalmente concurrir al Nunca más, que se profiere frente a lo irreductible, lo inaceptable, lo imperdonable, lo que no debería haber sucedido y no debe volver a suceder. Es una diferencia inconmensurable con la guerra, respecto de la cual no surgen enunciados semejantes, dado que todo Estado reside su entidad en la preparación para la guerra. Súmase que la juridicidad emergente interestatal posterior a la Segunda Guerra Mundial, el actual fundamento de la vigencia universal de los derechos humanos, sostiene la ilicitud del exterminio a la vez que la plausibilidad de la guerra. Al respecto la siempre ambigua y prescindente posición de la Iglesia Católica Apostólica Romana con respecto a estos temas demostró su fina capacidad de adaptación cuando cedió a la dogmática del perdón y la absolución y admitió frente al holocausto nazi el enunciado de la irreductibilidad del exterminio y la plausibilidad del “nunca más”. Lo hizo con una demora de medio siglo. Hasta entonces había sido una deuda que la Iglesia mantenía con la Humanidad. La designación de Bergoglio no hará más que ratificar la deuda homóloga en relación con el exterminio argentino. Probablemente él sea el indicado para emprender semejante tarea, como lo fue presumiblemente el Papa polaco, oriundo del territorio más comprometido con el holocausto nazi, y quien introdujo una respuesta novedosa en el discurso del Vaticano.

Resulta notable que algunas mentes ilustradas y sapientes sobre lo histórico social desciendan al sentido común más pedestre cuando analizan estos acontecimientos. Los reducen a moralismos de escuela primaria parroquial, de conmovedora ingenuidad, clausurados para distinguir entre las atrocidades perpetradas por la dictadura de 1976 y la devastación que propinaron a las víctimas. Se atreven a pedir explicaciones o arrepentimientos a los sobrevivientes sin reparar en que lo que fue destruido, aparte de los cuerpos y en ellos, fue el dispositivo de contención de la subjetividad colectiva de la lucha armada, meta explícita del exterminio, en lo que el exterminio tuvo éxito, dejando en el infierno de la desaparición y la apropiación de niños todos aquellos discursos. Después, cuando reemergen en el contexto de la lucha por los derechos humanos como residuos narrativos, ecos lejanos de prácticas sociales sometidas en los cuerpos a los vejámenes más atroces, todavía se les piden cuentas, cuando no responsabilidades penales a quienes han sido castigados de las maneras más inimaginables. Sería el doble castigo, entonces, la doble retribución, la reiteración del vejamen, la indiferencia hacia el sufrimiento de años y años sin consuelo.

La Iglesia en su faz conservadora, reaccionaria e inquisitorial puso a disposición de los perpetradores -que iban a reivindicarla en esos términos y purificarla de sus propios desvíos-, de los recursos de administración de la subjetividad sin los cuales el exterminio tal como tuvo lugar no hubiera podido suceder. Puso a disposición de los perpetradores los sacramentos de la confesión y la eucaristía, sacramentos que permiten vivir en paz, o ir a la guerra, o aun exterminar, según hemos comprobado en la Argentina. La interpelación a la jerarquía eclesiástica es sobre si va a permitir que también hayan servido al exterminio.

No es tan evidente la magnitud y calidad de semejante acontecimiento. El nazismo, que venía a sustituir a las religiones y no a defenderlas en sus versiones conservadoras (no obstante algunas vacilaciones iniciales) tuvo que crear su propia maquinaria de producción de subjetividad. Cuando los nazis fueron vencidos en la guerra, dado que el dispositivo que habían creado era idéntico con su corporeidad estatal-político militar, se extinguieron, no tuvieron ninguna forma de legar su régimen de subjetividad, salvo en formas vestigiales –en general- que persistieron desde entonces como márgenes ilegales en los estados democráticos.

Las Fuerzas Armadas argentinas fueron moralmente vencidas por la sociedad civil porque la demanda de verdad y justicia adoptó la magnitud de un régimen contrahegemónico de construcción de subjetividad que confrontó con una institución abandonada en el trance de la derrota moral por los componentes civiles que fueron parte del dispositivo perpetrador. Los componentes civiles se replegaron e intentaron permanecer ajenos a la prosecución judicial. Intentaron con variado éxito permanecer en la vida sociopolítica como actores en los mismos términos con que se habían desempeñado históricamente.


Es el momento de recordar que el peronismo perdió las elecciones en 1983 porque interpretó que la balanza del poder se inclinaba en favor de aquellos poderes fácticos permanentes. En cambio el alfonsinismo ganó las elecciones con una plataforma que reconocía y defendía una versión mínima de los juicios a los principales responsables del exterminio.  Es curioso  como la designación de  Bergoglio como  Papa nos presentó   una jornada    que   recuerda   a aquella   negligencia con respecto a los derechos humanos, aun por parte de quienes hasta la víspera los defendían, y seguramente lo seguirán haciendo. Hay una obturación en sus miradas respecto del papel de la jerarquía eclesiástica, que los lleva a naturalizar su poder espiritual y político, y a declinar actitudes opositoras a esos poderes, al precio del olvido. ¿No es notable que en aquellos años los mismos actores integraran la minoría que no aceptaba de plano el planteo del peronismo por amnésico (hasta el extremo de la renuncia al propio peronismo –sin perjuicio de que los tiempos en que tuvieron lugar los acontecimientos no fueron simultáneos-), ni la transacción alfonsinista por insuficiente? Fue cuando el CELS, que ahora protagoniza una respuesta, llevaba a su vicepresidente como único diputado que iba a defender consecuente y específicamente la causa de los derechos humanos en el Congreso y obtenía el número justo de votos en la Capital Federal para ocupar la banca, unos 70000. El propio Horacio González fue uno de los renunciantes a aquel peronismo moralmente paralizado. Puesto en esa perspectiva parece que el tiempo no hubiese transcurrido.

Habrá ocasión de proseguir esta discusión. Alcanzará aquí con señalar que la jerarquía eclesiástica argentina hubo de dotar a los perpetradores argentinos del exterminio de un dispositivo de sustentabilidad subjetiva que otros hubieran soñado con poseer. Lo que se defendía era su propia versión de la vida político cultural tal como la entendían esas jerarquías, al precio del exterminio de quienes desde su propia grey se habían “pasado al otro lado”.

En términos realistas, y más allá del inconsciente católico colectivo y sus sorpresas, el problema, si es que hay un problema, y lo hay, y es mayúsculo, lo tiene el Vaticano, lo tiene el Papa argentino, y si bien su magnitud es local y menos conocida a nivel universal, en el orden ético que compromete a la Iglesia podría ser más difícil de enfrentar que el de la relación entre Pio XII y el nazismo, ante el cual la Iglesia lidiaba crecientemente con un enemigo. Los perpetradores argentinos vinieron a defender a esta Iglesia según su jerarquía, a defenderla incluso de sus adversarios o herejes interiores, a permitirle perdurar en sus privilegios de asociación con el estado por varias décadas más, tal como sucedió.

Vinieron a perpetrar un exterminio en su nombre. No será fácil para el Papa argentino dar cuenta de la deuda que tiene con los perpetradores que van siendo juzgados y encarcelados, aquellos a quienes acompaña desde las sombras en sus reclusiones, manteniéndolos en la adversidad dentro del mismo dispositivo de producción y contención, aquel que les permite hablar sin decir nada, mientras él, Bergoglio, calla, o calló hasta el presente. Su silencio, el de Jorge Mario, es el elocuente, mientras las palabras de Jorge Rafael no hacen más que perpetuar el gélido silencio de la crueldad y la mentira.

* Ensayista. Investigador del Instituto Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA) Profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Quilmes.

lunes, 8 de abril de 2013

Argentina: El dólar y las profecías liberales

Juan Castillo y Cia - http://www.matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=25976%3Aargentina-el-dolar-y-las-profecias-liberales&catid=56%3Aeconomia-politica-alternativa&Itemid=79 

Una de las “secuelas culturales” más perniciosas que nos ha legado el neoliberalismo, con la complicidad de los medios hegemónicos de comunicación, ha sido la concepción bimonetaria en cuestiones económicas. A diferencia de otras poblaciones del mundo, una buena parte de los argentinos, sostiene la mira, no precisamente en la moneda local u oficial de nuestro país, sino en la divisa estadounidense. Lo tragicómico es que no solo se la utiliza en cuestiones comerciales de poca monta, sino inclusive al momento de efectuar interpretaciones o análisis de orden interno que se encuentran fuera del ámbito comercial.

Lo cierto es que este enfoque bimonetario tuvo su origen a partir del golpe del 76 con el entonces ministro de economía, José A. Martínez de Hoz y su inefable “tablita cambiaria” que dio lugar al surgimiento de la denominada “patria financiera” y, posteriormente, su consolidación en la década del 90 con la intervención de uno de sus discípulos más renombrados: Domingo F. Cavallo.

Claro que la tarea de que los argentinos observen diariamente “las fluctuaciones del tipo de cambio” no fue obra exclusiva de los ministros mencionados; si bien éstos, con las medidas adoptadas estimulaban el instinto de supervivencia de la población que veía en la divisa norteamericana la única posibilidad de preservar sus ahorros. También es precioso reconocer que, un conjunto de “hombres notables”, efectuaron su aporte, a lo largo de los años, para desvalorizar la moneda local. No solo con el propósito de referenciar la divisa internacional posibilitando, de ese modo, la realización de sus negocios; sino porque además, la existencia de una doble referencia monetaria es una forma de restarle poder al gobierno de turno al momento de ejecutar un programa distinto al que el neoliberalismo propone.

Así vimos en el curso de esos años -y lo continuamos viendo hoy en día- como los programas políticos, tanto de la televisión como radiales, se encargaron de reproducir hasta el cansancio las opiniones de economistas como Cavallo, Redrado, Prat Gay, Melconian, Sturzenegger, O. Ferreres y tantos otros que, al amparo de su concepción ideológica, acentuaban el enfoque bimonetarista. Actualmente, esos mismos exponentes siguen fracasando en sus pronósticos y proponiendo las mismas recetas que condujeron (y que promovieron desde la función pública) a la Argentina del 2001.

Todos ellos abogan por la devaluación, la reducción del gasto público, el endeudamiento para financiar aquellos gastos del Estado que no se puedan achicar y reducir los índices de precios (inflación). Sin lugar a dudas, una devaluación implica una transferencia de recursos en beneficio del sector exportador y en detrimento del sector de ingresos fijos (asalariados) que verían reducido sustancialmente su poder de compra. Si a ello le añadimos una reducción del gasto público, nos encontraríamos con una fuerte contracción de la demanda interna que provocaría una merma en el índice de precios.

No hace falta señalar que adoptar medidas de este tenor, sería promover el suicidio de nuestro crecimiento económico. La pregunta que surge indefectiblemente es: ¿Pues, entonces, por qué lo promueven? Y la respuesta, que ellos ocultan, es: por el simple hecho de querer apropiarse de la tasa de ganancia. Aquí lo que se plantea, en forma subrepticia, es “distribuir el ingreso nacional” en beneficio de un sector minoritario de la población.

Lo problemático es que la lógica instalada en la Argentina, en definitiva, es la lógica que logró imponer el neoliberalismo y debemos reconocer, mal que nos pese, que una importante franja de la población analiza la realidad desde esa óptica. Sin percatarse, siquiera, que dicha lógica está puesta al servicio de intereses que no son los suyos.

Se podrá argüir que es difícil enfrentar “prejuicios arraigados” en la población; y nadie desconoce que no es tarea fácil. Pero, no obstante, es menester que alguna medida se adopte al respecto. Pues, el gobierno actual debe realizar (si bien es cierto que la Presidenta se encarga de hacerlo en oportunidad de sus discursos) una suerte de docencia para romper con ese “ruinoso legado cultural” que tanto daño despliega sobre nuestra economía. Pues debería contrastar las medidas que estos señores proponen con los resultados obtenidos a lo largo de la historia; para que de una vez por todas queden al desnudo estos profetas de la decadencia.

Es paradójico escucharlos, por un lado, plantean la necesidad de combatir a la inflación y, por el otro, sugieren –entre líneas algunos, otros directamente- que el dólar está retrasado; por ende, habría que devaluar. El remanido discurso “antiinflacionario” les dio resultado luego de la traumática experiencia nacional de los años 80 y abonó el terreno para la consagración del libre mercado en los 90. Lo que no explicaron nunca estos señores, ni van a explicar, es quienes fueron los responsables directos de la hiperinflación padecida por la sociedad argentina en aquel entonces.

Pero volviendo al presente, es dable señalar que la inflación no es mala per se. En un contexto de crisis internacional, tener una “inflación controlada” y que se sostiene sobre la base de la demanda es una manera de atenuar los efectos externos garantizando, paralelamente, la estabilidad del consumo en el orden interno. Sin embargo, los profetas continúan su prédica sin reparar en los antecedentes históricos; tal vez porque si echamos una mirada sobre la historia descubriríamos cuánto daño han causado sus predicciones.

Las políticas que estos señores sugieren (sin dejar de reconocer el retraso en la adopción de medidas al efecto por parte de la actual administración) posibilitaron que en el exterior existan 190 mil millones de dólares en cuentas bancarias de unos pocos argentinos. Cifra que apalanca la recuperación económica de otros países, en vez de favorecer el desarrollo de nuestra economía.

Los números son elocuentes, solo cuando Argentina se despoje de la concepción bimonetaria, y muy pocos sigan las profecías manipuladoras, podremos estar seguros que el neoliberalismo perderá la batalla.

domingo, 7 de abril de 2013

Con 51 muertos e inundados, las aguas de la política bajan turbias

EMILIO MARÍN - http://www.laarena.com.ar/opinion-con_51_muertos_e_inundados__las_aguas_de_la_politica_bajan_turbias-91669-111.html 

LaINUNDACION semana estuvo impactada por la inundación. Mucho dolor por 6 muertes en Capital y 51 en La Plata. Y mucha discusión por las responsabilidades de los políticos lugareños, provinciales y nacionales.
La disuelta banda "Los Piojos" tiene un gran tema rockero, "Civilización", donde dice que Dios perdona al hombre a veces y la Naturaleza nunca. Lejos de echarle la culpa a esta última, Ciro apunta a la labor destructiva del hombre: "Un nuevo desierto, un nuevo granizo, saben quien lo hizo, anda por acá".

Que sirva como introito al análisis de las inundaciones en la Capital Federal y La Plata, que mataron respectivamente a 6 y 51 argentinos. Eso, con ser lo más doloroso, no agota los sufrimientos de miles de evacuados y gente que temió por sus vidas, perdió muebles y artefactos del hogar, y vio afectadas sus viviendas.

Las tragedias, antes que buscar los responsables, deben servir para medir cómo está de madura o podrida una sociedad. Y la Argentina está mucho mejor que diez años atrás. Eso se notó en la actitud comprensiva de gran parte de la sociedad, que sintió lo sucedido casi como si le hubiera pasado a ella, aunque esos solidarios no habrían leído la carta de despedida del Che Guevara a sus hijos donde les encomiaba que fueran capaces de sentir "en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo". La inundación no era una injusticia sino una desgracia de otros, pero el consejo guevarista parece aplicable a lo de estos días. Es que en estas catástrofes sufren más los que menos tienen, y en este aspecto también se trata de una injusticia.

El grueso de los argentinos se sintió conmovido y trató de colaborar, informarse, donar cosas y reclamar que las autoridades se pusieran a tono con los inundados, etcétera.

Casi no se registraron casos de pillaje. Hay que congratularse de vivir una época socialmente mucho mejor. Es destacable porque en general, en momentos de catástrofes y viviendo bajo el paradigma del capitalismo, lo usual es el "sálvese quien pueda". Esta vez no fue así.

Mejor Cristina.
"La única verdad es la realidad" supo definir el general Perón. Aún con los riesgos del esquematismo -la realidad tiene varios aspectos y a veces predominan unos u otros-, ese criterio puede ser empleado para sopesar la emergencia.

La que sacó la mejor nota es la presidenta de la Nación. Se puso las botas de lluvia y se fue en helicóptero a recorrer La Plata, en su viejo barrio de Tolosa; luego estuvo en Barrio Mitre, de la capitalina Saavedra. Y no se quedó mirando desde el cielo sino que puso sus pies en el barro, como lo había hecho en 2009 durante el alud de Tartagal, y habló cara a cara con los vecinos. En algunas imágenes se podía vislumbrar que el diálogo no era dulce como la miel, por la legítima crispación de los inundados, pero lo importante es que Cristina Fernández estuvo allí. Para una jefa de Estado eso es un cable a tierra, aún cuando en estas coyunturas el cable pueda estar pelado y haya riesgo de alguna descarga eléctrica, políticamente hablando.

Mauricio Macri, en cambio, estaba vacacionando en Brasil y su segundo, Horacio Rodríguez Larreta en Europa. Faltaron en el crucial momento inicial, igual que el kirchnerista Pablo Bruera, intendente platense, también en Brasil.

Tuvieron que regresar con el apuro de los bomberos, pero ya era tarde. Se habían quemado en política. Y mucho más grave aún, los daños en vidas y bienes, no tuvieron en ese primer tramo ni el consuelo de esas autoridades.

Lo de Daniel Scioli se ubicó en una postura intermedia entre la buena performance de CFK y la pésima de Macri: mediocre, parejito y trabajador, tratando de quedar bien con mojados y secos, ricos y pobres, TN y Televisión Pública.

Actuar sobre las consecuencias.
Frente a tanto dolor, lo primero era paliar al menos las situaciones más dramáticas, de los más afectados y pobres.

En esto picó en punta otra vez CFK, que por cadena nacional anunció un pago triple a los jubilados afectados y mejoras similares para quienes cobran las asignaciones familiares, la AUH y el subsidio de desocupado. También habrá créditos de hasta 50.000 pesos a bajo interés para la refacción de viviendas inundadas y otros créditos por hasta 15.000 pesos para arreglos en casas de jubilados.

El impacto total para la caja nacional fue estimado en 2.000 millones de pesos, a lo que habrá que sumar lo dispuesto para la Capital por Macri, y confiar que en su caso no haya "subejecuciones" tan habituales cuando se trata de partidas de interés social.

Cuando suceden dramas no se puede empezar por el debate sobre las causas y eventuales responsables. Lo urgente es solucionar en parte las aristas más dolorosas. El gobierno nacional y en parte el de la provincia de Buenos Aires tuvo reflejos más rápidos para reaccionar positivamente. Eso es propio de la política, no una cuestión fisiológica. Lo de Macri fue lamentable. Lo de vago y mal entretenido parece estar en su ADN, cuando se disculpaba ante su amigo Jorge Rial con que es un hombre político que necesita descansar. Para mucha gente descansa mucho y debería trabajar un poco más...

Remover las causas.
"Es una tragedia climática", definió el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con lo que -lejos de cualquier inclinación ecologista- estaba lavándose las manos como un Pilatos moderno. Es una de sus imitaciones más logradas, mucho mejor que la del gran Freddie Mercury.

Por supuesto que el cambio climático y las recurrentes lluvias, con sequías alternativas, es un problema real. No hay que remitirse a Macri, que no tiene escrita ni una línea, sino a alguien que el referente de la derecha detesta tanto. Fidel Castro, ya en la cumbre Eco-Río '92, advirtió hacia dónde marchaba el planeta con el derroche, consumismo y atentado al medio ambiente propios del capitalismo salvaje...

La catástrofe porteña y bonaerense invita a revisar el estado de cosas de las cumbres climáticas mundiales que no han podido aprobar resoluciones de real cumplimiento para las grandes potencias culpables de esas alteraciones climáticas.

Y no es sólo cuestión de levantar el dedo acusatorio contra otros países. La contaminación del Riachuelo y otras cuencas, el modelo sojero con sus desmontes e impacto en lluvias más arrasadoras, la especulación inmobiliaria y construcción a como dé lugar, las extracciones de las mineras, etcétera, todo eso también es "hecho en Argentina".

Limitaciones del modelo.
En este punto las responsabilidades políticas no son sólo de Macri sino que tienen una envergadura nacional e involucran al gobierno de Cristina Fernández, como al de Néstor Kirchner y por supuesto a los anteriores, que ni siquiera tuvieron la sensibilidad de éstos.

Como les espetó a los oficialistas el arquitecto Rodolfo Livingston en el programa 678, ante la atenta mirada del ministro Julio de Vido, el modelo desarrollista que aquí se aplica, con producción de miles de autos por día, no es una forma de cuidar el medio ambiente. El cronista completa ese razonamiento: se fabrica casi un millón de autos al año, sin desarrollo del tren para todos, con diez terminales automotrices extranjeras y que dejan un déficit de la balanza comercial de 5.200 millones de dólares, porque importan el 60 por ciento de las piezas de esos autos.

Y hay que agregar otros elementos. ¿Cincuenta millones de toneladas de soja en 2012-2013, serán un aporte al ciclo normal de cultivos y a que el régimen de lluvias sea bien absorbido? Está claro que no, aunque la Mesa de Enlace y Clarín traten de disimularlo mucho y, en cambio, acusen a La Cámpora porque quienes repartían colchones y bidones de agua tenían remeras de la agrupación.

Hasta en eso hacen agua. El cronista revisó una foto de Télam: sobre 23 personas fotografiadas en el acarreo de esas donaciones, una tenía la pechera camporista y otra una camiseta de JP de Buenos Aires. ¿Tanto escándalo por eso? Las causas del drama están en otro lado, no en los jóvenes activistas, con remeras o descamisados, que daban una buena mano a los inundados.

Querían los marines.
Clarín defendió cuanto pudo a su benefactor Macri y sus colegas de "La Nación" querían ver directamente a los marines patrullando en lanchas en La Plata.

No es una exageración ni ficción de este cronista. Carlos Pagni cuestionó ayer en aquella "tribuna de doctrina" pro-estadounidense que en la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, celebrada en octubre de 2012 en Punta del Este, la delegación argentina hubiera rechazado la oferta pentagonista. Las Fuerzas Armadas de EE.UU. propusieron intervenir con sus similares del continente en caso de "desastres naturales", aún sin autorización de las autoridades nacionales.

Pagni se lamentó por el voto adverso de Argentina: "de no ser por aquellas prevenciones, los inundados de La Plata serían rescatados por helicópteros brasileños o estadounidenses, y gomones chilenos o -si no hay otro remedio- uruguayos. Pero no es posible. Deben arreglarse con lo que hay. Además de la soberanía cambiaria e hidrocarburífera, deberán aprender a valorar la 'soberanía humanitaria'".

Habría sido "sobre llovido, mojado". Si además de la catástrofe de las aguas, hubiera habido bienvenida a los marines, entonces el país habría estado fondeado, en política, a 5.000 metros de profundidad del mar.

miércoles, 27 de marzo de 2013

BERGOGLIO, EL PAPA QUE NECESITABA LA IGLESIA COMO DIQUE FRENTE A LA IRRUPCIÓN SOCIAL Y LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS EN AMÉRICA LATINA

CRONICÓN.NET - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones83/NOTA01.htm 

Así como Karol Wojtyla (Juan Pablo II) fue determinante y definitivo en su accionar político para dar el puntillazo final al desmoronamiento de las URSS y los regímenes socialistas de Europa del Este, Jorge Mario Bergoglio, el nuevo jerarca de la Iglesia Católica, será pieza clave en la geopolítica, sobre todo para los intereses de Washington y la Unión Europea en su propósito de frenar la irrupción de los movimientos sociales y la consolidación de los gobiernos progresistas en América Latina. Para ello, precisamente, fue elegido el Papa Francisco.

En efecto, la Iglesia Católica es una poderosa estructura política y económica que guía sus mezquinos objetivos y proyectos enmascarada en asuntos religiosos. Y es que desde hace más de dos mil años ha sabido jugar con mucho éxito en el tablero del poder y como consecuencia de ello ha logrado mantener en primer plano su influencia mundial.

En la conquista de América Latina, la Iglesia mediante un dispositivo ideológico legitimó el genocidio y el saqueo por parte del imperio español. A través de la Teología de la Dominación, que proclamaba la resignación y el poder de los cielos, la jerarquía eclesiástica cumplió el rol de alienar a los desheredados nativos de este continente generando una propia y sui generis cosmovisión, la que explicaba los designios justos del dios de la muerte, como forma legitima para exculpar el latrocinio y los crímenes de lesa humanidad, componentes esenciales de la conquista.

En el siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, Giovanni Pacelli (Pío XII), también jugó un papel primordial en la consolidación del capitalismo y de Estados Unidos como potencia mundial

El periodista argentino Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Buenos Aires, explica en forma contundente la misión exitosa que cumplieron tanto Pío XII como Juan Pablo II al frente de la Santa Sede durante el siglo precedente, y la que tiene por delante Bergoglio: "Si Pacelli recibió el financiamiento de la Inteligencia estadounidense para apuntalar a la democracia cristiana e impedir la victoria comunista en las primeras elecciones de la posguerra y si Wojtyla fue el ariete que abrió el primer hueco en el muro europeo, el papa argentino podrá cumplir el mismo rol en escala latinoamericana. Su pasada militancia en Guardia de Hierro, el discurso populista que no ha olvidado, y con el que podría incluso adoptar causas históricas como la de las Malvinas, lo habilitan para disputar la orientación de ese proceso, para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados". Ahí está el quid, el discurso en favor de los pobres de Francisco I, perteneciente a la oligopólica Compañía de Jesús, considerada por varios analistas como "la policía secreta en el mundo", no deja de ser retórico, no obstante sus muestras de "humildad" y "desprendimiento" de las que ha hecho gala desde que lo ungieron pontífice.

En efecto, Bergoglio, un jesuita conservador, que en sus homilías en Buenos Aires era común escucharlo reivindicar mejores condiciones para los pobres, jamás se detuvo en hablar sobre las causas de la marginalidad y la exclusión, o de los efectos perversos y criminales de un modelo económico como el neoliberal. Seguramente no quiso exponerse a adjetivos con los que la derecha calificaba al obispo brasileño y exponente de la Teología de la Liberación, Hélder Cámara, quien en alguna oportunidad explicó: "cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista".

Evidentemente, Bergoglio se ha caracterizado por adversar las políticas progresistas que en su país viene impulsando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y en su dogmática visión no ve con buenos ojos la consolidación de los cambios socioeconómicos y políticos que están operando en América Latina.


Bien lo ha señalado el analista argentino Julio C. Gambina en una de sus últimas columnas periodísticas: (http://bit.ly/ZITJFz): "Nuestramérica es hoy laboratorio del cambio político. La Iglesia institución quiere intervenir en este proceso, y no para empujar esos cambios, sino para frenarlos. La disputa es por las conciencias. Es una batalla de ideas, por el cambio, o por el retroceso. Les preocupa el efecto Chávez en la región. Les preocupa la sucesión política en Venezuela y la capacidad de extender el rumbo socialista. Necesitan disputar el consenso".

Por ello es que la visión conservadora de los analistas de la derecha y su esperanza es que con Bergoglio en el Vaticano terminen los "populismos de América".

ARCHICONSERVADOR, HOMOFÓBICO Y COLABORADOR DE LA DICTADURA ARGENTINA

Aunque como es obvio la Santa Sede ha salido a descalificar las reacciones en contra de la unción de Bergoglio como pontífice por su controvertido pasado, y las ha tildado como una campaña de desprestigio de la "izquierda anticlerical", lo cierto es que sus antecedentes dejan mucho que desear respecto de sus relaciones con la dictadura argentina de finales de los 70 y comienzos de la década de los 80, así como sus duros cuestionamientos contra la homosexualidad.

Este jesuita argentino, sucesor de Benedicto XVI en la Santa Sede, es tan conservador y defensor de las posturas más retrógradas al interior de la Iglesia Católica como el pastor alemán, hoy retirado en el complejo vacacional de Castel Gandolfo.

A Bergoglio se lo conoce en Argentina por su proximidad con el sanguinario dictador Jorge Videla, quien actualmente paga condena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto (1976- 1983). Igualmente, se le acusa al nuevo pontífice de haber retirado la protección de su orden religiosa a dos jesuitas detenidos clandestinamente por la dictadura militar.

En efecto, el cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.

El señalamiento consta en el libro El silencio, cuyo autor es el periodista Horacio Verbitsky, quien se apoya en manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados, antes de fallecer por causas naturales en el año 2000.

Adicionalmente, cinco testimonios de curas y teólogos confirman el rol del cardenal Bergoglio durante la dictadura militar argentina en la desaparición de sacerdotes y su apoyo a la represión dictatorial. Los testigos son un sacerdote y un ex sacerdote, una teóloga, un seglar de una fraternidad laica que denunció en el Vaticano lo que ocurría en la Argentina en 1976 y un laico que fue secuestrado y torturado junto con dos sacerdotes que no reaparecieron. Hace dos años el nuevo jerarca de la Iglesia debió responder ante la justicia argentina por su presunta complicidad con la dictadura genocida.

"La historia lo condena: lo muestra como alguien opuesto a todas las experiencias innovadoras de la Iglesia y sobre todo, en la época de la dictadura, lo muestra muy cercano al poder militar", señaló tiempo atrás el sociólogo Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

En julio de 2010 se enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, puesto que el nuevo papa Francisco I se caracteriza por sus retrógradas posturas homofóbicas.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner acusó en duros términos a Bergoglio por la campaña contra la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, que se debatía en el Congreso. Fernández de Kirschner juzgó la postura de la Iglesia como propia de "tiempos medievales y de la Inquisición".

"No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios", escribió el entonces cardenal Bergoglio en una carta días antes de que el proyecto de ley fuera aprobado por el Congreso. Y pedía que se convocara a los fieles a sumarse a la causa de la Iglesia: "Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: 'Esta guerra no es vuestra sino de Dios'. Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios".

El llamado de Bergoglio as la "jihad" católica tenía como fundamento la suposición de que el matrimonio gay atenta contra la familia tradicional, concepto que hace mucho tiempo está en cuestión en la sociedad argentina.

Cabe anotar además que a Bergoglio nunca se le escuchó una condena enfática contra la desaparición de personas y prisioneros por parte de la dictadura militar ni menos aún por los vuelos de la muerte, práctica genocida a la que se sindica de haber tenido "la bendición" de algunos jerarcas católicos.


Por lo anterior es que la respetada Asociación Madres de Plaza de Mayo, que busca a hijos desaparecidos por parte de la última dictadura militar argentina, sostuvo que sobre la elección del Jorge Bergoglio, el primer papa latinoamericano de la Iglesia Católica, "solo tenemos para decir Amén".

En un comunicado oficial, la presidenta de la Asociación, Hebe de Bonafini, indicó que "las Madres hace muchísimos años, casi desde el mismo momento en que comenzamos nuestra lucha, tuvimos relación solamente con los sacerdotes del tercer mundo".

Bonafini indicó que "nosotras hicimos una lista de 150 sacerdotes asesinados por la dictadura, que la iglesia oficial calló y nunca reclamó por ellos". También dijo que "la iglesia oficial es opresora pero la del Tercer Mundo es liberadora".

TESTIMONIO SOBRE LA RELACIÓN DE BERGOGLIO CON LA DICTADURA MILITAR

En el siguiente video, el periodista Horacio Verbitsky, autor de Historia política de la Iglesia Católica que reúne seis tomos, explica detalladamente la relación directa del entonces cardenal Bergoglio con la dictadura:

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=RJE-26-1V8g

sábado, 23 de marzo de 2013

Martínez de Hoz, el cerebro económico de la dictadura

http://www.unosantafe.com.ar/afondo/Martinez-de-Hoz-el-cerebro-economico-de-la-dictadura-20130316-0010.html#

“En la política económica del gobierno militar debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes, sino una atrocidad mayor, que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Rodolfo Walsh, Carta Abierta a la Junta Militar, 24 de marzo de 1977.

mhLa Carta Abierta, es un texto preciso, sobrio y riguroso; sin artificios ni adjetivaciones innecesarias. Allí Walsh, periodista, escritor y militante logra expresar con asombrosa capacidad de síntesis el móvil real del arribo de la corporación militar al poder: la imposición de un modelo económico que impulsaba una criminal desindustrialización, la extranjerización del sector financiero, la fuga de capitales al exterior y una importación indiscriminada de productos que sólo generó desocupación y atraso. Semejante orden social sólo podía imponerse con el asesinato y desaparición de miles de trabajadores, militantes políticos y gremiales, que rechazaban esta Doctrina de Seguridad Nacional que se impulsaba desde Estados Unidos hacia todo el continente.

Una familia con historia
Un particular nombre y apellido aparece en las crónicas de la semana de Mayo. José Martínez de Hoz, un “vecino importante” que había arribado de su Castilla natal a principios del siglo XIX, durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, defendió las posiciones del Virrey Cisneros y la corona de España. Los Martínez de Hoz oficiaban como intermediarios de los monopolistas de Cádiz, y además, se beneficiaban con el contrabando de mercaderías inglesas.

El bisabuelo de “Joe”, fue el estanciero José Toribio Martínez de Hoz. A él se le acredita la fundación del Club del Progreso. Senador y presidente del Banco Provincia, en su casa, se fundó la Sociedad Rural un 10 de julio de 1866. Fue su primer presidente. El abuelo del malogrado “Chicago Boy” y mentor de nuestra alevosa deuda externa fue Miguel Alfredo del Corazón de Jesús Martínez de Hoz, ganadero, socio-director de la Sociedad Rural, presidente del Jockey Club y director del Banco Nación. Del árbol familiar surge luego su padre, que como el abogado y economista tenían los mismos nombres de pila: José Alfredo. Crió caballos, vacas y como no, llegó a ser presidente de la Sociedad Rural. Toda esta historia, siempre teñida de negociados, muerte y usurpaciones de tierras y bienes está maravillosamente relatada en el film Awka Liwen, donde la intervención de Osvaldo Bayer desnuda la Campaña del Desierto de Roca y los favores recibidos generacionalmente por los fundadores y valuartes de la Sociedad Rural Argentina, por supuesto, el linaje completo de los Martínez de Hoz.

El rostro económico de la dictadura
José Alfredo Martínez de Hoz, había nacido un 13 de agosto de 1925. Pese a recibirse de abogado en la UBA con medalla de oro, siempre tuvo al Estado y a quienes lo entendían como lugar inclusivo y de promoción social como el objetivo a destruir, siempre detrás de la bayoneta. Su primer cargo público vino de la mano de la Revolución “Libertadora” de Rojas y Aramburu, en 1956, al ser designado ministro de Economía, Finanzas y Obras Públicas en la provincia de Salta. Dos años más tarde fue nombrado presidente de la Junta Nacional de Granos. Y fue ministro de Economía durante el interregno del escribano José María Guido, como presidente de facto impuesto por los militares, entre 1962-63.

Martínez de Hoz, volvería al mismo cargo de la mano de Jorge Rafael Videla. Durante la última dictadura, pivoteó sobre dos premisas: la innecesariedad del rol regulador del Estado y una apertura económica total. Dispuso la prescindibilidad de los empleados públicos, la suspensión del Estatuto del Docente, aumentó las tarifas ferroviarias y derogó toda norma sobre precios máximos. También desdobló el aguinaldo, bajó los aranceles aduaneros, generalizó el IVA, y redujo el impuesto a las ganancias, precisamente el que se cobra a los ricos. Con la reforma financiera que introdujo, el dinero ya no sirvió para producir trabajo sino directamente para especular. Fue la época de la “bicicleta financiera” y “la plata dulce”. Nada generaba más ganancia que poner el dinero a plazo fijo e interés. Se malvendieron empresas con más de medio siglo de antigüedad para incorporar su capital a las mesas de dinero. La deuda externa que tomó, sirvió para condicionar a varias generaciones de argentinos y enriquecer a concentrados grupos económicos nacionales y extranjeros. Su aporte, fue funcional a la destrucción del entramado social, cultural y económico más consolidado del continente.

Triste, solitario y final
Martínez de Hoz enfrentaba varios juicios por ser partícipe de delitos de lesa humanidad. Había sido encarcelado temporariamente durante la gestión de Alfonsín, por su complicidad con la dictadura, pero Carlos Menem a quien consideraba “un heredero” lo benefició con un indulto en 1990. La justicia federal en 2006, declaró la nulidad del indulto. En 2010, la Corte Suprema ratificó la anulación de la medida que le había garantizado su impunidad durante 16 años. Estaba procesado y detenido bajo arresto domiciliario por el secuestro extorsivo de Federico Gutheim y su hijo Miguel, dueños de la compañía Sadeco. Según la investigación judicial, Gutheim había ganado una licitación para exportar fibra de algodón a Hong Kong por 12 millones de dólares y fue presionado para “compartir la licitación” con una firma multinacional “en la existía una participación activa del entonces ministro de Economía Martínez de Hoz” consignó el fiscal Federico Delgado. Otro represor que muere sin cumplir su condena en una cárcel común, otra hiena que eludió la acción de la justicia.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Venezuela: 50 verdades sobre Henrique Capriles Radonski (El candidato de Hermes Binner)

Por: Salim Lamrani - http://www.aporrea.org/oposicion/a161737.html

El candidato de la derecha venezolana se presentará a las elecciones del 14 de abril de 2013 contra el Presidente interino de la República Nicolás Maduro. ¿Quién es realmente?

caprilesrNacido en 1972, Henrique Capriles Radonski procede de dos de las más poderosas familias venezolanas, las cuales se encuentran a la cabeza de varios conglomerados industrial, inmobiliario y mediático (Capriles) y poseen el Circuito Nacional de Exhibiciones (Cinex), segunda cadena de cines del país (Radonski).

Su familia es propietaria del diario Últimas Noticias, de mayor difusión nacional, cadenas de radios y un canal de televisión.

En los años 80, militó en el partido de extrema derecha Tradición, Familia y Propiedad.

Capriles fue elegido diputado en 1999 por el Estado de Zulia por el partido de derecha COPEI. Contra todo pronóstico y a pesar de su inexperiencia política, fue nombrado inmediatamente presidente de la Cámara de Diputados, convirtiéndose en el más joven diputado en dirigir la Cámara baja del Parlamento.

En realidad, logró imponerse a los otros aspirantes con mayor trayectoria política gracias al poder económico y financiero de su familia que financió las campañas de muchos diputados.

En 2000, fundó el partido político Primero Justicia con el conservador Leopoldo López y se alió con el International Republican Insititute, rama internacional del Partido Republicano estadounidense. El presidente de la época era George W. Bush, el cual brindó un amplio apoyo a la nueva formación política que se oponía a Hugo Chávez, particularmente mediante el National Endowment for Democracy.

Según el New York Times, “La National Endowment for Democracy se creó hace 15 años para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la Central Intelligence Agency (CIA) durante décadas. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países”.

Según Allen Weistein, padre de la legislación donde se establecía la NED, “mucho de lo que hacemos hoy ya lo hacía la CIA de manera encubierta hace 25 años”.

Carl Gershman, primer presidente de la NED, explicó la razón de ser de la Fundación en junio de 1986: “Sería terrible para los grupos democráticos del mundo entero ser vistos como subvencionados por la CIA. Vimos eso en los años 60 y por eso pusimos término a ello. Es porque no pudimos seguir haciéndolo que se creó [la NED]”.

Durante su mandato de alcalde de la municipalidad de Baruta, Capriles firmó varios acuerdos con el FBI estadounidense para formar a su policía municipal, y recibió fondos de la embajada de Estados Unidos para esa misión.

Henrique Capriles participó activamente en el golpe de Estado contra Hugo Chávez organizado por Estados Unidos en abril de 2002. Alcalde de Baruto, procedió al arresto de numerosos partidarios del orden constitucional, entre ellos Ramón Rodríguez Chacín, entonces Ministro de Interior y Justicia, el cual fue violentamente agredido por los partidarios del golpe frente a las cámaras de televisión.

Al respecto, las palabras de Rodríguez Chacín son esclarecedoras: “Les hice ver [a Henrique Capriles y Leopoldo López, quienes llegaron para arrestarlo] el riesgo, el peligro que había para mi integridad física [de salir frente a la multitud], que la situación se iba a escapar de sus manos, sugerí salir por otro lugar, el sótano y la respuesta que recibí de Capriles, precisamente, fue que no, porque las cámaras estaban al frente del edificio. Ellos querían sacarme en frente de las cámaras, para exhibirme, no sé, supongo; para vanagloriarse ellos, a pesar del riesgo”.

Unos días antes del golpe de Estado, Capriles apareció ante las cámaras de televisión con los dirigentes de su partido político Primero Justicia para reclamar la renuncia de Hugo Chávez, de los diputados de la Asamblea Nacional, del Fiscal de la República, del Defensor del Pueblo y del Tribunal Supremo de Justicia. Tras el golpe del 11 de abril, la primera decisión de la junta golpista fue precisamente disolver todos estos órganos de la República.

En abril de 2002, Primero Justicia fue el único partido político en aceptar la disolución por la fuerza de la Asamblea Nacional que ordenó la junta golpista de Pedro Carmona Estanga.

Durante el golpe de Estado de abril de 2002, Capriles también participó en el asedio a la embajada cubana de Caracas, que organizaron la oposición venezolana y la extrema derecha cubanoamericana. Estaba presente Henry López Sisco, cómplice del terrorista cubano Luis Posada Carriles, responsable de más de un centenar de asesinatos, entre ellos el atentado contra el avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 2006 que costó la vida a 73 pasajeros.

Tras cortar el agua y la electricidad, Capriles, quien pensaba que el vicepresidente de la época Diosdado Cabello, se había refugiado en la entidad diplomática, entró y exigió del embajador revisar el lugar, violando así el Artículo 22 de la Convención de Viena, que estipula que las representaciones diplomáticas son inviolables.

Germán Sánchez Otero, entonces embajador cubano en Venezuela, le respondió lo siguiente: “Si usted conoce el derecho internacional debe saber que tanto Venezuela como Cuba tienen derecho a que un ciudadano sea evaluado para recibir asilo político en cualquier sede diplomática. Un demócrata, un humanista, no puede admitir que haya niños sin agua, sin electricidad y sin comida”.

Al salir de la embajada, Capriles, lejos de calmar la multitud alterada, declaró a la prensa que no había podido revisar la representación diplomática y que estaba en la imposibilidad de confirmar o no la presencia de Cabello, lo que suscitó nuevas tensiones.

Por su participación en el golpe de Estado, Capriles fue enjuiciado y encarcelado de modo preventivo por sustraerse a la justicia.

El fiscal de la República, Danilo Anderson, encargado del caso Capriles fue asesinado en noviembre de 2004 en un atentado con coche bomba.

En 2006, los tribunales absolvieron a Capriles.

En 2008, se abrió un nuevo juicio penal que todavía está en curso.

Tras su elección en 2008 como gobernador del Estado de Miranda, Capriles expulsó de las instalaciones de la región a los funcionarios encargados de los programas sociales que elaboró el gobierno de Chávez.

En su programa electoral, Capriles promete luchar contra la delincuencia. No obstante, desde su llegada al poder en Miranda, la inseguridad se incrementó haciendo del Estado uno de los tres más peligrosos de Venezuela. Entre 2011 y 2012, la tasa de homicidios aumentó más de un 15%.

A pesar de este balance, Capriles, reelegido en 2012, todavía se niega a aceptar la implantación de la Policía Nacional Bolivariana en el territorio que dirige.

Entre 2008 y 2012, Capriles despidió a más de mil funcionarios en el Estado de Mirando –que trabajaban en el sector cultural– por considerarlos sospechosos de ser partidarios del antiguo gobernador chavista Diosdado Cabello, y procedió al cierre de decenas de bibliotecas.

En 2012, Capriles se reunió secretamente en Colombia con el general Martin Demsey, Jefe del Estado Mayor de Estados Unidos. No se filtró nada de esas conversaciones.

Capriles no deja de reclamarse del antiguo presidente brasileño Lula da Silva. No obstante, éste brindó varias veces su apoyo a Hugo Chávez, particularmente en las últimas elecciones de octubre de 2012. “Tu triunfo será nuestro”, declaró en un mensaje al Presidente Chávez.

Candidato a la elección presidencial de 2012, en nombre de la Mesa Unidad Democrática que agrupó los partidos de oposición, Capriles perdió el escrutinio con más de diez puntos de diferencia.

En caso de victoria en las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013, Capriles prometió la amnistía para Pedro Carmona Estanga, antiguo presidente de Fedecámaras que encabezó la junta militar durante el golpe de Estado, actualmente prófugo de la justicia y refugiado en Colombia.

El programa presidencial de Capriles es de esencia neoliberal y preconiza una aceleración de las privatizaciones en una economía controlada en más del 70% por el sector privado, una autonomía y una descentralización.

En caso de victoria de Capriles, la empresa petrolera nacional Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), no se encontrará bajo control político.

El programa de Capriles prevé la suspensión de la ayuda financiera que otorga PDVSA al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), el cual financia las infraestructuras y los programas sociales.

Capriles impondrá un aumento del precio de la gasolina que se consume en el mercado nacional.
Se cancelarán las reformas agrarias que realizó el gobierno de Chávez y se restituirán las tierras a los latifundistas.

La Ley de Pesca, de la cual se beneficiaron decenas de miles de trabajadores del mar, también se abrogará.

Capriles autorizará en Venezuela el cultivo de organismos genéticamente modificados.

Capriles propone “incorporar en el sistema educativo básico y medio, temas demostrativos sobre la conexión entre propiedad, progreso económico, libertad política y desarrollo social”.

Capriles prevé otorgar independencia total al Banco Central de Venezuela, con el fin de evitar todo control democrático sobre las políticas financieras y monetarias, y le prohibirá “financiar el gasto público”.

Capriles anunció que pondría fin a la relación especial con Cuba, lo que afectará los programas sociales en los campos de la salud, la educación, el deporte y la cultura.

Capriles pondrá término a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), organismo de integración regional.

Capriles suprimirá el programa Petrocaribe que permite actualmente a 18 países de América Latina y el Caribe, o sea 90 millones de personas, conseguir petróleo subvencionado y asegurar su abastecimiento energético.

Capriles prevé firmar tratados de libre cambio (TLC), particularmente con Estados Unidos y la Unión Europea.

Capriles prevé volver a otorgar la concesión hertziana al canal RCTV, que emite ahora vía cable y satélite, a pesar de su participación abierta en el golpe de Estado de abril de 2002.

Capriles prohibirá todos los programas políticos en el canal nacional Venezolana de Televisión, dejando así el monopolio del debate ciudadano a los canales privados.

Capriles prevé “supervisar y controlar la proliferación de emisoras de radio […] y regular el crecimiento de las emisoras de radio comunitarias”.

El Programa de la MUD prevé reducir sustancialmente el número de funcionarios.

Capriles eliminará el FONDEN, fondo especial destinado a financiar los programas sociales.

Capriles pondrá término a la regulación de precios que permite a toda la población adquirir los productos de primera necesidad.

Capriles acusa al gobierno venezolano y a la familia de Hugo Chávez de haber ocultado la muerte del Presidente. Para él, su fallecimiento ocurrió antes del 5 de marzo.

El autor es: Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris IV-Sorbonne,

Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.

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