por Pascual Serrano - http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5455
Los teóricos neoliberales centran su análisis sobre la información en la necesidad de elementos como la imparcialidad, la objetividad, la independencia, la neutralidad... El ejemplo más claro de que, en términos absolutos, no existe la neutralidad informativa se evidencia desde el momento en que se elige lo que es noticia[1]. Cuando un periódico selecciona como noticia principal de portada la concesión de un Oscar en Hollywood o un informe de Amnistía Internacional, está tomando una posición editorial determinada. Ya dijo Ryszard Zapuściński que no puede ser corresponsal quien “cree en la objetividad de la información, cuando el único informe posible siempre resulta personal y provisional”.[2]
Algo similar podríamos decir del concepto de equilibrio informativo. El veterano periodista experto en Oriente Medio Robert Fisk criticó ese falso discurso del equilibrio y afirmó que “los periodistas deberíamos estar del lado de quienes sufren. Si habláramos del comercio de esclavos en el siglo XVIII, no le daríamos igualdad de tiempo al capitán del navío de esclavos en nuestros reportes. Si cubriéramos la liberación de un campo de concentración nazi, no le daríamos igualdad de tiempo al vocero de las SS”.[3]
José Ignacio López Vigil ha dedicado toda su vida al periodismo comunitario en América Latina, al lado de la gente pobre y sencilla. Él también reivindica el compromiso frente a las injusticias:
Frente a un panorama tan cruel, ninguna persona sensible, con entrañas, puede permanecer indiferente. Es hora de poner todos nuestros esfuerzos personales, toda nuestra creatividad, para mejorar esta situación. No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla.[4]
López Vigil va todavía más lejos:
Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aún sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos.[5]
No faltan periodistas jóvenes de última generación que también reniegan del mito de la equidistancia, como Olga Rodríguez, curtida en los conflictos de Oriente Medio:
huyo de la equidistancia porque creo que es una trampa: no se puede tratar igual al que bombardea que al que es bombardeado, al invasor que al invadido, al opresor que al oprimido... Vivimos en un mundo plagado de desigualdades, injusticias y desequilibrios y creo que una de las misiones de los periodistas es buscar que la balanza se equilibre.[6]
Decía el poeta español Gabriel Celaya, “maldigo al poeta que no toma partido”, y hoy el recién fallecido ensayista estadounidense Howard Zinn afirma que “no se puede ser neutral viajando en un tren en marcha que se dirige a un despeñadero”.
El historiador Paul Preston recoge en su libro Idealistas bajo las balas, el sentimiento que vivieron los corresponsales de prensa extranjeros destinados en España durante la guerra civil[7]. Según Preston,
no se trataba sólo de describir lo que presenciaban. Muchos de ellos reflexionaban sobre las consecuencias que tendría para el resto del mundo lo que sucedía entonces en España. (…) se vieron empujados por la indignación a escribir en favor de la causa republicana, algunos a ejercer presión en sus respectivos países y, en unos pocos casos, a tomar las armas para defender la República.
Preston deja bien claro que ese activismo no fue “en detrimento de la fidelidad y la sinceridad de su quehacer informativo. De hecho, algunos de los corresponsales más comprometidos redactaron varios de los reportajes de guerra más precisos e imperecederos”.[8]
La percepción del periodismo como un compromiso con los oprimidos ha inspirado a lo más valioso de nuestra profesión, quienes, a diferencia del hipócrita discurso dominante actual, han reivindicado esa responsabilidad. Desde el cubano Pablo de la Torriente Brau al británico Robert Fisk o el franco-español Ignacio Ramonet. Recordemos que iniciativas tan justas y loables como la creación de un impuesto para las transacciones financieras especulativas (la Tasa Tobin), el apoyo a los Foros Sociales Mundiales o el combate al Acuerdo Multinacional de Inversiones (AMI) surgieron en medios de comunicación de indiscutible prestigio como Le Monde Diplomatique.
También lo han entendido así muchos fotoperiodistas profesionales: “Me molestan ciertas etiquetas, como cuando me dicen que soy un periodista solidario. Para mí el periodismo es compromiso”[9], afirmó el fotógrafo Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía en España. El fotoperiodista todavía va más lejos: “Si yo fuera alguna vez decano de una facultad de Periodismo eliminaría una palabra: 'objetividad', la quitaría, rechazaría y quemaría”.[10]
El periodista siempre tendrá la tentación de dejarse llevar por los oropeles palaciegos, bien por razones económicas, por sumisión al poder, o simplemente por la tendencia a considerar más veraz y valiosa la información solo porque procede de la moqueta y el esplendor de los centros del poder. Pero hay que recordar que tenemos una obligación social, un compromiso, una especie de juramento hipocrático que consiste en sacar a la luz, en informar sobre tantas y tantas luchas de hombres y mujeres que combaten por su supervivencia y dignidad.
Como dice Kapuscinski en su obra El Sha, debemos reivindicar “las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial”.
Por eso, cuando en una guerra un jefe militar nos anuncie una liberación, le preguntaremos a la señora que salió a comprar el pan en la zona recién liberada; mientras el ministro nos esté enseñando el nuevo hospital inaugurado, acercaremos el micrófono al anciano que se encuentra en la sala de espera, y durante la pomposa inauguración de la industria de vanguardia tecnológica interrogaremos al obrero por su paga.
Tal como sucedió a los periodistas decentes que cubrieron la guerra civil en España, es necesario sentir en la piel el destino de los desfavorecidos para comprender cuál es el lugar del periodista.
El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodista. Si leéis los escritos de los mejores periodistas —las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez—, comprobaréis que se trata siempre de periodismo intencional.[11]
El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El Imparcial, Informaciones, ABC, La Nación, El Mundo, El País, La Razón. Todos son asépticos y neutrales, como desean que creamos que son sus contenidos. Su celo por aparentar ausencia de ideología les lleva incluso a prohibir a sus periodistas que tengan ideas hasta fuera de la redacción, en su vida privada.
La ciudadanía se indigna ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Sabedores de eso, la estrategia actual de los medios es disimular a toda costa la intencionalidad para que pase inadvertida a las audiencias y pueda ser efectiva. El objetivo es proporcionar (u ocultar) al lector, oyente o espectador determinados elementos de contexto, antecedentes, silenciamientos o métodos discursivos (en el caso de los medios audiovisuales las posibilidades son infinitas) para que llegue a una conclusión y posición ideológica determinadas, pero con la percepción que es el resultado de su capacidad deductiva y no del dirigismo del medio de comunicación. De ahí la importancia de denunciar las falsas objetividades y neutralidades para dignificar un periodismo de principios y valores.
Los grandes medios comerciales hablan de neutralidad periodística mientras tienen periodistas empotrados entre las filas del ejército estadounidense en Iraq, de pluralidad informativa cuando sus redactores no salen de la sala de prensa de la Casa Blanca y nunca han visitado un suburbio de Washington o Nueva York, de imparcialidad mientras siguen estigmatizando en sus informaciones a los gobiernos que cometen el delito de recuperar sus recursos naturales de las manos de transnacionales. Alardean de objetividad, pero sus páginas y espacios informativos se reservan al oropel, el lujo y el glamour de famosos y grandes fortunas que identifican de esta forma como modelos a admirar.
No es verdad que los medios de comunicación comerciales sean soportes neutrales de información. Ellos militan y hacen apología de un modelo económico concreto en el que se desenvuelven y del que obtienen beneficios, bien para su propia empresa o para la casa matriz accionista.
Frente a ello, no se trata de que desde el compromiso del periodista el periodismo se convierta en panfleto: la ciudadanía rechaza los intentos de un periodismo militante que no aporta rigor ni información contrastada y sólo incluye ideología. Lo que reivindicamos es la recuperación de la dignidad y el servicio a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y a las libertades. No será periodismo si no se hace así, como no es medicina curar solo a quienes tienen dinero para pagarla.
No se debe confundir periodismo comprometido con servir incondicionalmente a un partido político o a un gobierno con el que se simpatiza. El compromiso es con unos principios y unos valores, no con unas siglas o un determinado órgano de poder. Y, sobre todo, dar la voz a quienes tantas veces tiene vetado el acceso a los medios de comunicación.
La escritora Elena Poniatowska en su libro La noche de Tlatelolco,[12] recogió la masacre de cientos de estudiantes que protestaban en la plaza de ese mismo nombre, en la ciudad de México, el 2 de octubre de 1968. Para ello se dedicó a transcribir textualmente los testimonios de los afectados y ordenados cronológicamente. Sin duda se trata de un periodismo incompleto —hay elementos y datos que no se pueden ofrecer mediante testimonios—, pero es un ejercicio magnífico de dar la voz a la gente.
En muchos foros los profesionales insisten en que su capacidad de maniobra para practicar un periodismo comprometido con valores distintos de los impuestos por el mercado es muy limitada. Es verdad, pero es imprescindible que todo periodista ponga al servicio de esos ideales sus conocimientos y su trabajo si quiere que la decencia sea emblema e insignia de su vida y su profesión, y probablemente deba ser fuera de su puesto de trabajo en un medio de comunicación comercial.
No se trata de militancia, sino de de decencia. La decencia es lo que diferencia al biólogo que trabaja para una gran empresa de transgénicos o para una organización ecologista, al abogado que defiende los intereses de una multinacional o los de los trabajadores que exigen un sueldo justo, al militar que dispara contra el pueblo refugiándose en órdenes de superiores o al que combate al lado de la gente. Ninguno de ellos puede ser neutral, ni imparcial, ni objetivo.
NOTAS
[1] Ver capítulo “Así funciona el modelo” en Serrano, Pascual. Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Península. Barcelona, junio 2009.
[2] Ryszard Zapuściński. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. Anagrama. Barcelona 2002. pág. 21.
[3] Fisk, Robert. “Tediosas comparaciones sobre Oriente Medio”. La Jornada. 13-1-2009 http://www.jornada.unam.mx/2009/01/13/index.php?section=opinion&article=024a1mun
[4] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados. Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[5] Ibídem
[6] Muñoz, S. Entrevista en la revista Paisajes. Noviembre 2009
[7] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España. DeBolsillo 2008
[8] Ibídem. pp. 16 y 17
[9] Público. 7-11-2009
[10] Declaraciones a CNN + 8-11-2009
[11] Ryszard Zapuściński. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. Anagrama. Barcelona 2002. pp. 38 y 39
[12] Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Editorial Era, 2007
Tomado de Le Monde diplomatique
domingo, 25 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
Pedofilia y poder sagrado - Windows Live
Pedofilia y poder sagrado - Windows Live:
Un hecho revelador es confrontar la actitud de la Iglesia frente a la pedofilia y la actitud radicalmente diferente de la misma Iglesia frente a la Teología de la Liberación.
Un hecho revelador es confrontar la actitud de la Iglesia frente a la pedofilia y la actitud radicalmente diferente de la misma Iglesia frente a la Teología de la Liberación.
viernes, 23 de abril de 2010
Construir desde abajo para que escuchen los de arriba
Vinicius Mansur- http://alainet.org/active/37580
Con esta frase, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca, resumió la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambios Climáticos (CMPCC, por su sigla en español), clausurada en un acto este jueves (22), con la presencia de Evo Morales y Hugo Chávez.
El estadio Félix Capriles, en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, fue completamente ocupado en la tarde de este jueves (22) para la clausura de la CMPCC. “Este es un proceso que viene de abajo, viene de abajo para compartir con los que están arriba, para que nos escuchen”, afirmó David Choquehuanca el último día de la Conferencia.
Según el ministro, el proceso de elaboración de la CMPCC comenzó con debates virtuales que reunieron a cerca de cinco mil personas, culminando en un evento de 35.151 inscritos, llegados de 142 países.
En su discurso, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, resaltó que, a diferencia de Copenhague, donde manifestantes fueron reprimidos, en Cochabamba el debate se realizó a puertas abiertas: “Eso si es democracia, democracia popular, no es la dictadura del Imperio”. Por su lado, el presidente de Bolivia, Evo Morales, envió un mensaje a las Naciones Unidas: “ONU, si no quiere perder autoridad, que apliquen las conclusiones de esta conferencia, definidas por los pueblos”.
Morales afirmó que las definiciones tomadas en la CMPCC son “un nuevo paradigma planetario para salvar a la humanidad” y que serán llevadas a la próxima conferencia de la ONU sobre cambios climáticos, en Cancún, México, en diciembre. “Si en México no escuchan la demanda de los pueblos, si no respetan el Protocolo de Kioto, entraremos contra ellos en la Corte Internacional. Solo nos respetarán si luchamos por penalidades para los países desarrollados”, amenazó.
El presidente boliviano destacó el hecho de que una enorme cantidad de personas, de distintas culturas y orientaciones políticas, tuviera un buen grado de consenso en la conferencia y una de ellas es que “el gran enemigo es el capitalismo”. Chávez ya había enfatizado que “el verdadero camino para salir del caos es construir el socialismo”. Después de preguntar al estadio a quién le gustaría ir a Cancún, Chávez dijo a Morales que sus gobiernos deberían facilitar la participación de los movimientos sociales.
Conclusiones de la conferencia
La carta final elaborada por la CMPCC, denominada “Acuerdo de los Pueblos”, reúne los consensos adoptados en las 17 mesas de trabajo y fue leída en el acto de clausura, conteniendo duras críticas al capitalismo. “Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo que son.” (Vea debajo el texto completo en español).
La clausura de la CMPCC se realizó justamente el día 22 de abril, considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el día de la Madre Tierra, desde el año pasado, a pedido de Evo Morales. (Traducción ALAI)
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Vinicius Mansur
Brasil de Fato/Minga Informativa de Movimientos Sociales
jueves, 22 de abril de 2010
Dos voces: la cultura contra el cambio climático
Marcel Lueiro - http://www.ecaminos.org/leer.php/6430
Toda transformación social de la realidad, todo cambio sistémico (de cara al socialismo), pasa por la cultura. La cultura como la vio Gramsci, como el espacio de relaciones y valores en que los seres humanos adquieren una consciencia superior y comprenden su propio valor histórico y función en la vida. .
Que la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra haya incluido el asunto en su programa de debates, revela cuánto han entendido los movimientos sociales la complejidad de su radio de acción.
Organizado por la Fundación Solón de Bolivia y el Centro Martin Luther King de Cuba, tuvo lugar un debate la noche del 19 de abril, que sentó en una misma mesa a un hombre y una mujer, bien distintos entre sí, pero con vocaciones parecidas.
Rina Aguirre es senadora del MAS en Bolivia. Una mujer hermosa que conjuga en su voz la gravedad de las cosas sencillas. Joel Suárez coordina en La Habana, Cuba, el Centro Memorial Dr. Martin Luther King. Con la pasión del rockero que siempre ha querido ser, practica un activismo político muy lúcido, en función de la transformación socialista de América Latina.
Un problema cultural y la modernidad
“El problema que estamos enfrentando va más allá de los grados de temperatura que hay que disminuir, más allá de todas las emisiones de dióxido de carbono y de los aspectos técnicos asociados al cambio climático. Nosotros lo que estamos enfrentando es un problema cultural”.
Así comienza Joel, que luego dice: “Y si nosotros no tomamos conciencia de eso, pondremos energía, tiempo y recursos en luchas muy importantes, y olvidaremos un campo de batalla fundamental que el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, ha llamado Batalla de Ideas”.
Rina, que en el tiempo real hablaría más tarde, pero que incluimos aquí ahora a manera de diálogo, dice lo siguiente:
¿Qué tiene que ver lo que estamos hablando con el cambio climático?
"Bueno, tiene mucho que ver, porque si no pasamos de esta cultura depredadora del capitalismo a una que respete la vida (por amor a la vida misma), seguramente todo lo que vemos hoy del cambio climático será todavía peor".
Joel continúa: "Para reforzar lo anterior sigo a un amigo y pensador alemán radicado en la América Latina desde los años sesenta, Franz Hinkelammert. Él dice que los problemas que enfrentamos hoy (resumidos pero no agotados en la frase “cambio climático”) tienen que ver con un problema cultural, porque detrás de ellos y en su origen está la lógica cultural de la modernidad.
"Gracias al capitalismo hemos visto la naturaleza como un bien de uso y abuso. Todo lo que me rodea tiene que servir para producir capital, porque mientras más tengo más soy −dice Rina con voz pausada, como si sus palabras videntes brotaran de la tierra− Hemos ido destruyendo la vida, porque si hubiéramos pensado que la vida depende de la relación no hubiéramos negado al diferente. Negamos al diferente porque no pensamos en ellos como valor en positivo, sino como competidores, de la misma manera en que no pensamos en la naturaleza como el otro, sino como algo que tenemos que convertir en capital. Somos extractivos, acumulativos y depredadores".
Joel piensa y dice: "La modernidad se levanta sobre el genocidio de otras culturas, o sea, es una cultura que comienza siendo sacrificial. El mundo que se veía como plano sufre su primera globalización con el llamado Descubrimiento de América. Entonces, estamos ante un hecho cultural y una lógica cultural asesinas que necesitan la sangre de las víctimas para reproducirse. Comienza sobre el genocidio de otras culturas, a unas las aniquiló y a otras las subordinó y excluyó".
Sobre el micrófono vuelven a relucir las manos de Rina y su bonito vestido blanco de flores: "Gracias a la vida que nuestros pueblos han sobrevivido, que son solidarios y preservan la cultura de nuestros antepasados, el amor a la naturaleza. Gracias a la vida, hoy esos pueblos tienen la posibilidad de decirnos su palabra en el proceso social que vive Bolivia. Nosotros hoy vemos esa historia en la sonrisa de niño que tiene el presidente. Y es que él viene de una comunidad indígena campesina, viene de los pueblos originarios".
Una persona del público en la sala se impacienta. Quiere que se hable más de cambio climático y menos de cultura. Joel le pide disculpas, pero sigue con su línea de pensamiento:
"La modernidad se construyó sobre el valor absoluto de la razón, una razón que le da valor fundamental a la razón instrumental, tecnológica, y a la idea del progreso técnico ilimitado. Es decir, tenemos la naturaleza, las fuerzas de riqueza y los seres humanos, y todo se puede explotar una y otra vez en aras del progreso y el desarrollo.
"La modernidad reafirma el individualismo dentro de los límites del mercado. Se trata de una cultura que no se afirma sobre valores de solidaridad, sino que se centra en el mercado como ente regulador. Esto quiere decir que lo que se produce no está en función de los valores de uso –hace un stop para decir que antes un jean te podía durar diez años−, sino de los valores de cambio. Los productos se agotan rápidamente y entonces hay que ir una y otra vez a las fuentes de materias primas".
Por qué hablamos de cultura: el corazón de la gente
Rina ha estado escuchando. Sale de un largo silencio para decir:
"La cultura no es más que las experiencias acumuladas en la vida. Me relacionado a lo largo del tiempo con los campesinos, con los indígenas, con los pueblos originarios, y comprendí que la cultura es lo que hacemos cada día. Eso nos deja un saldo de experiencia y va haciendo de nosotros seres particulares, con una determinada manera de ser, de pensar y, por lo tanto, de hacer. De ahí concluyo que la cultura es el cúmulo de experiencias que nos van moldeando como quien dice en ese proceso y es de donde nacen las ideas".
Ideas. Una batalla de ideas. La cultura. Joel asiente.
"Y si esas ideas son correctas, las acciones son correctas. Imagino un campo verde, sombreado, que protege del sol y alegra el paisaje. Y eso sólo es posible si me dedico a la agricultura, y si en lugar de tirar la semilla, la siembro. De ahí nacerá un árbol, porque la idea es fuerte.
Pero, por qué no tenemos ideas correctas sobre lo que tenemos que hacer cada día, sobre nuestra relación con la naturaleza. No hemos pensado que tenemos una relación con la naturaleza, porque algo nos impidió desarrollar esa teoría
"El capitalismo aprendió más rápido que la izquierda, incluida la marxista, de aquellas cosas que Gramsci llamó dominación, sentido común y hegemonía. Ellos dijeron “sobre esta plataforma que estamos construyendo y vendiendo y que conforma una lógica civilizatoria, tenemos que robarnos el corazón de la gente” −dice Joel y nos imaginamos a Gramsci y a Marx y a Eduardo Galeano hablando de estas cosas y tomando cerveza en el tiempo eterno de una taberna londinense− Y esa lógica civilizatoria se cimienta en los símbolos de las catedrales cristianas, por ejemplo, construidas sobre los sitios de adoración y los templos de nuestros pueblos originarios".
Rina resalta entonces el símbolo que esos pueblos significan, y cómo su corazón, a pesar de lo sufrido, late con fuerza:
"Nuestras culturas están basadas en la vida y en la paz, por el respeto a la naturaleza, por el respeto a nuestra madre. Por eso es importante cosechar el trigo o el maíz y luego enterrar el rastrojo, para de esa manera decirle gracias a la Pachamama. Por eso es importante ver los ríos como las venas abiertas de nuestra madre, que nos da sangre, y no las vamos a contaminar, ni vamos a permitir que la continúen contaminando. Por eso vamos a pensar que la llama, la oveja son nuestras aliadas, nuestras amigas y nos van a proteger del frío y nos van a alimentar, y que no vamos a acabar con su especie, ni con ninguna otra especie, porque todas son necesarias".
Unos los escucha hablar y parece remontarse en el tiempo para ver Túpac Katari o a Jesús.
"Esa lógica transformó tradiciones como la judeocristiana, que hoy forma parte de esa cultura civilizatoria occidental. Discúlpenme que coloque un discurso teológico aquí pero este que les habla también va los domingos a la iglesia y alimenta su espiritualidad desde la fe cristiana y la reflexión teológica, por supuesto, y desde esa cosa tan grande para nosotros que es la Teología Latinoamericana de la Liberación".
Cuando se pronuncian esas palabras hermosas uno piensa en la guerra contra los poderosos y también, sobre todo, en la paz:
"La tradición judeocristiana tiene una centralidad muy grande en la teología de la creación, en el Shalom, y ve al ser humano en una dimensión holística. El Shalom es la existencia de paz con justicia y dignidad. Y es la relación armoniosa con la naturaleza y la trascendencia. El capitalismo necesitaba trabajar sobre los valores y espiritualidades de la gente, y transformó la tradición profética y revolucionaria judeocristiana en una teología antropocéntrica, en la que el hombre blanco y cristiano es el centro y dueño de la naturaleza, para administrar, acabar con esa naturaleza".
Dice Rina, la de Tarija: "Y pareciera que en esta cultura del uso se convierte en mercancía todo cuanto te rodea. Por eso se derrite el Illimani, por eso nuestros recursos económicos convierten a nuestro país en campo de batalla por el poder y el control de los recursos naturales. Si producir armas de guerra da ganancias, pues bienvenida sea la guerra".
La nueva cultura
Ahora Rina y Joel parecen hablar al unísono:
¿Cómo nuestros reclamos, nuestras visiones, nuestros sueños y los valores que nos sustentan pueden robarle el corazón a la gente?
"Tenemos que lograr que lo que nosotros queremos se haga sentido común, que es la única manera de que vuelvan a nacer los otros valores. Y eso no sólo a través de la razón, sino de la risa, el cuerpo, la espiritualidad.
"No hablamos de una espiritualidad y subjetividad religiosas. El mundo que queremos construir tenemos que empezar a vivirlo en nosotros mismos de manera anticipada. Muchos aquí, en esta sala, tenemos certeza y convicción en cosas que aún no son, en lo que soñamos y no vamos a ver. Y para eso no sólo necesitamos los libros y los paneles, sino también espiritualidad y mística. Ahí tenemos la lección de los pueblos originarios.
"Debemos desmontar toda esta concepción antropocéntrica que no significa que el ser humano y la vida no sigan siendo un criterio fundamental, ético, a la hora de juzgar cualquier acción humana. Ahora, cuando afirmemos la vida, debemos incluir a la naturaleza y sus derechos.
A esta hora, ya el público de la sala escucha y murmulla, en completa sintonía.
"Junto con las batallas que damos− dicen los dos desde sus palabras diferentes−, ya sea por una agricultura sobre bases agroecológicas, por la soberanía alimentaria, por reducir las emisiones de carbono, y el resto de los temas que nos convocan en esta Conferencia, tenemos que mantener el debate y la vivencia por anticipado de una nueva cultura en nuestras prácticas".
Evo nos ha convocado para que pensemos todos, porque todos y todas somos responsables. Este es el mundo, como dice una canción, que le queremos dejar a nuestros hijos. Pero no queremos contarle que el mundo era así. Queremos decirles que el mundo es esto porque cada uno de nosotros se alistó en esta revolución cultural por la defensa de la vida. A partir de hoy tendremos que crear una mentalidad nueva para compartir. Y las buenas prácticas nos ayudarán a vivir, a crear, a generar, a defender en la nueva cultura. Una cultura de paz que defienda la vida.
Toda transformación social de la realidad, todo cambio sistémico (de cara al socialismo), pasa por la cultura. La cultura como la vio Gramsci, como el espacio de relaciones y valores en que los seres humanos adquieren una consciencia superior y comprenden su propio valor histórico y función en la vida. .
Que la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra haya incluido el asunto en su programa de debates, revela cuánto han entendido los movimientos sociales la complejidad de su radio de acción.
Organizado por la Fundación Solón de Bolivia y el Centro Martin Luther King de Cuba, tuvo lugar un debate la noche del 19 de abril, que sentó en una misma mesa a un hombre y una mujer, bien distintos entre sí, pero con vocaciones parecidas.
Rina Aguirre es senadora del MAS en Bolivia. Una mujer hermosa que conjuga en su voz la gravedad de las cosas sencillas. Joel Suárez coordina en La Habana, Cuba, el Centro Memorial Dr. Martin Luther King. Con la pasión del rockero que siempre ha querido ser, practica un activismo político muy lúcido, en función de la transformación socialista de América Latina.
Un problema cultural y la modernidad
“El problema que estamos enfrentando va más allá de los grados de temperatura que hay que disminuir, más allá de todas las emisiones de dióxido de carbono y de los aspectos técnicos asociados al cambio climático. Nosotros lo que estamos enfrentando es un problema cultural”.
Así comienza Joel, que luego dice: “Y si nosotros no tomamos conciencia de eso, pondremos energía, tiempo y recursos en luchas muy importantes, y olvidaremos un campo de batalla fundamental que el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, ha llamado Batalla de Ideas”.
Rina, que en el tiempo real hablaría más tarde, pero que incluimos aquí ahora a manera de diálogo, dice lo siguiente:
¿Qué tiene que ver lo que estamos hablando con el cambio climático?
"Bueno, tiene mucho que ver, porque si no pasamos de esta cultura depredadora del capitalismo a una que respete la vida (por amor a la vida misma), seguramente todo lo que vemos hoy del cambio climático será todavía peor".
Joel continúa: "Para reforzar lo anterior sigo a un amigo y pensador alemán radicado en la América Latina desde los años sesenta, Franz Hinkelammert. Él dice que los problemas que enfrentamos hoy (resumidos pero no agotados en la frase “cambio climático”) tienen que ver con un problema cultural, porque detrás de ellos y en su origen está la lógica cultural de la modernidad.
"Gracias al capitalismo hemos visto la naturaleza como un bien de uso y abuso. Todo lo que me rodea tiene que servir para producir capital, porque mientras más tengo más soy −dice Rina con voz pausada, como si sus palabras videntes brotaran de la tierra− Hemos ido destruyendo la vida, porque si hubiéramos pensado que la vida depende de la relación no hubiéramos negado al diferente. Negamos al diferente porque no pensamos en ellos como valor en positivo, sino como competidores, de la misma manera en que no pensamos en la naturaleza como el otro, sino como algo que tenemos que convertir en capital. Somos extractivos, acumulativos y depredadores".
Joel piensa y dice: "La modernidad se levanta sobre el genocidio de otras culturas, o sea, es una cultura que comienza siendo sacrificial. El mundo que se veía como plano sufre su primera globalización con el llamado Descubrimiento de América. Entonces, estamos ante un hecho cultural y una lógica cultural asesinas que necesitan la sangre de las víctimas para reproducirse. Comienza sobre el genocidio de otras culturas, a unas las aniquiló y a otras las subordinó y excluyó".
Sobre el micrófono vuelven a relucir las manos de Rina y su bonito vestido blanco de flores: "Gracias a la vida que nuestros pueblos han sobrevivido, que son solidarios y preservan la cultura de nuestros antepasados, el amor a la naturaleza. Gracias a la vida, hoy esos pueblos tienen la posibilidad de decirnos su palabra en el proceso social que vive Bolivia. Nosotros hoy vemos esa historia en la sonrisa de niño que tiene el presidente. Y es que él viene de una comunidad indígena campesina, viene de los pueblos originarios".
Una persona del público en la sala se impacienta. Quiere que se hable más de cambio climático y menos de cultura. Joel le pide disculpas, pero sigue con su línea de pensamiento:
"La modernidad se construyó sobre el valor absoluto de la razón, una razón que le da valor fundamental a la razón instrumental, tecnológica, y a la idea del progreso técnico ilimitado. Es decir, tenemos la naturaleza, las fuerzas de riqueza y los seres humanos, y todo se puede explotar una y otra vez en aras del progreso y el desarrollo.
"La modernidad reafirma el individualismo dentro de los límites del mercado. Se trata de una cultura que no se afirma sobre valores de solidaridad, sino que se centra en el mercado como ente regulador. Esto quiere decir que lo que se produce no está en función de los valores de uso –hace un stop para decir que antes un jean te podía durar diez años−, sino de los valores de cambio. Los productos se agotan rápidamente y entonces hay que ir una y otra vez a las fuentes de materias primas".
Por qué hablamos de cultura: el corazón de la gente
Rina ha estado escuchando. Sale de un largo silencio para decir:
"La cultura no es más que las experiencias acumuladas en la vida. Me relacionado a lo largo del tiempo con los campesinos, con los indígenas, con los pueblos originarios, y comprendí que la cultura es lo que hacemos cada día. Eso nos deja un saldo de experiencia y va haciendo de nosotros seres particulares, con una determinada manera de ser, de pensar y, por lo tanto, de hacer. De ahí concluyo que la cultura es el cúmulo de experiencias que nos van moldeando como quien dice en ese proceso y es de donde nacen las ideas".
Ideas. Una batalla de ideas. La cultura. Joel asiente.
"Y si esas ideas son correctas, las acciones son correctas. Imagino un campo verde, sombreado, que protege del sol y alegra el paisaje. Y eso sólo es posible si me dedico a la agricultura, y si en lugar de tirar la semilla, la siembro. De ahí nacerá un árbol, porque la idea es fuerte.
Pero, por qué no tenemos ideas correctas sobre lo que tenemos que hacer cada día, sobre nuestra relación con la naturaleza. No hemos pensado que tenemos una relación con la naturaleza, porque algo nos impidió desarrollar esa teoría
"El capitalismo aprendió más rápido que la izquierda, incluida la marxista, de aquellas cosas que Gramsci llamó dominación, sentido común y hegemonía. Ellos dijeron “sobre esta plataforma que estamos construyendo y vendiendo y que conforma una lógica civilizatoria, tenemos que robarnos el corazón de la gente” −dice Joel y nos imaginamos a Gramsci y a Marx y a Eduardo Galeano hablando de estas cosas y tomando cerveza en el tiempo eterno de una taberna londinense− Y esa lógica civilizatoria se cimienta en los símbolos de las catedrales cristianas, por ejemplo, construidas sobre los sitios de adoración y los templos de nuestros pueblos originarios".
Rina resalta entonces el símbolo que esos pueblos significan, y cómo su corazón, a pesar de lo sufrido, late con fuerza:
"Nuestras culturas están basadas en la vida y en la paz, por el respeto a la naturaleza, por el respeto a nuestra madre. Por eso es importante cosechar el trigo o el maíz y luego enterrar el rastrojo, para de esa manera decirle gracias a la Pachamama. Por eso es importante ver los ríos como las venas abiertas de nuestra madre, que nos da sangre, y no las vamos a contaminar, ni vamos a permitir que la continúen contaminando. Por eso vamos a pensar que la llama, la oveja son nuestras aliadas, nuestras amigas y nos van a proteger del frío y nos van a alimentar, y que no vamos a acabar con su especie, ni con ninguna otra especie, porque todas son necesarias".
Unos los escucha hablar y parece remontarse en el tiempo para ver Túpac Katari o a Jesús.
"Esa lógica transformó tradiciones como la judeocristiana, que hoy forma parte de esa cultura civilizatoria occidental. Discúlpenme que coloque un discurso teológico aquí pero este que les habla también va los domingos a la iglesia y alimenta su espiritualidad desde la fe cristiana y la reflexión teológica, por supuesto, y desde esa cosa tan grande para nosotros que es la Teología Latinoamericana de la Liberación".
Cuando se pronuncian esas palabras hermosas uno piensa en la guerra contra los poderosos y también, sobre todo, en la paz:
"La tradición judeocristiana tiene una centralidad muy grande en la teología de la creación, en el Shalom, y ve al ser humano en una dimensión holística. El Shalom es la existencia de paz con justicia y dignidad. Y es la relación armoniosa con la naturaleza y la trascendencia. El capitalismo necesitaba trabajar sobre los valores y espiritualidades de la gente, y transformó la tradición profética y revolucionaria judeocristiana en una teología antropocéntrica, en la que el hombre blanco y cristiano es el centro y dueño de la naturaleza, para administrar, acabar con esa naturaleza".
Dice Rina, la de Tarija: "Y pareciera que en esta cultura del uso se convierte en mercancía todo cuanto te rodea. Por eso se derrite el Illimani, por eso nuestros recursos económicos convierten a nuestro país en campo de batalla por el poder y el control de los recursos naturales. Si producir armas de guerra da ganancias, pues bienvenida sea la guerra".
La nueva cultura
Ahora Rina y Joel parecen hablar al unísono:
¿Cómo nuestros reclamos, nuestras visiones, nuestros sueños y los valores que nos sustentan pueden robarle el corazón a la gente?
"Tenemos que lograr que lo que nosotros queremos se haga sentido común, que es la única manera de que vuelvan a nacer los otros valores. Y eso no sólo a través de la razón, sino de la risa, el cuerpo, la espiritualidad.
"No hablamos de una espiritualidad y subjetividad religiosas. El mundo que queremos construir tenemos que empezar a vivirlo en nosotros mismos de manera anticipada. Muchos aquí, en esta sala, tenemos certeza y convicción en cosas que aún no son, en lo que soñamos y no vamos a ver. Y para eso no sólo necesitamos los libros y los paneles, sino también espiritualidad y mística. Ahí tenemos la lección de los pueblos originarios.
"Debemos desmontar toda esta concepción antropocéntrica que no significa que el ser humano y la vida no sigan siendo un criterio fundamental, ético, a la hora de juzgar cualquier acción humana. Ahora, cuando afirmemos la vida, debemos incluir a la naturaleza y sus derechos.
A esta hora, ya el público de la sala escucha y murmulla, en completa sintonía.
"Junto con las batallas que damos− dicen los dos desde sus palabras diferentes−, ya sea por una agricultura sobre bases agroecológicas, por la soberanía alimentaria, por reducir las emisiones de carbono, y el resto de los temas que nos convocan en esta Conferencia, tenemos que mantener el debate y la vivencia por anticipado de una nueva cultura en nuestras prácticas".
Evo nos ha convocado para que pensemos todos, porque todos y todas somos responsables. Este es el mundo, como dice una canción, que le queremos dejar a nuestros hijos. Pero no queremos contarle que el mundo era así. Queremos decirles que el mundo es esto porque cada uno de nosotros se alistó en esta revolución cultural por la defensa de la vida. A partir de hoy tendremos que crear una mentalidad nueva para compartir. Y las buenas prácticas nos ayudarán a vivir, a crear, a generar, a defender en la nueva cultura. Una cultura de paz que defienda la vida.
miércoles, 21 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
Cómo combatir la inflación sin “ajustar” ni “enfriar” la economía
Por Aldo Ferrer - http://www.elargentino.com/nota-86720-Como-combatir-la-inflacion-sin-ajustar-ni-enfriar-la-economia.html
En el debate actual sobre la inflación y el pago de la deuda, predominan dos enfoques alternativos. Por un lado, ajustar y enfriar la economía. Para tales fines, sería necesario reducir la demanda agregada mediante la baja del gasto público y el aumento de la tasa de interés y apreciar el peso para sustituir producción interna por importaciones, reduciendo la presión de la demanda sobre la oferta nacional de bienes y servicios. Al mismo tiempo, se liberarían recursos del Presupuesto para pagar deuda sin uso de reservas del Banco Central. Por el otro lado, el enfoque alternativo propone pagar deuda con reservas y sostener un crecimiento del gasto por encima de los recursos disponibles sin atender el tema precios, con vistas a impulsar la demanda, la producción y el empleo.
Esta alternativa del problema actual de la inflación y la deuda se plantea como si subsistieran las circunstancias del pasado. Vale decir, una economía sometida a las restricciones externa y fiscal, a una deuda agobiante que excede su capacidad de pago y a desórdenes macroeconómicos e institucionales que, en el límite, culminaban en la hiperinflación.
Nos pasó durante más de la mitad del siglo pasado, cuando registramos el récord mundial de inflación, con varias híper incluidas. Sin embargo, como hemos visto en las tres últimas notas en este mismo espacio, en los últimos años se ha producido un cambio radical en el comportamiento de la economía argentina. Desde la salida de la crisis del 2001/2002, en el transcurso de esta primera década del siglo XXI, los pagos internacionales vienen operando con un elevado superávit en el balance comercial, el cual registra saldos positivos anuales superiores a los u$s15.000 millones.
A su vez, la cuenta corriente del balance de pagos registra ocho años consecutivos positivos, hecho inédito en la historia económica del país. En el 2009 alcanzó al 3% del PBI y cabe esperar un superávit semejante en el 2010. A su vez, al mismo tiempo, entre el 2003 y la actualidad la relación deuda externa pública y privada/PBI bajó de 160 a 40 por ciento. Desde el momento en que se logro salir del default, con el exitoso canje de deuda del 2005, el pago al FMI y encuadrar los pagos dentro de límites manejables con recursos propios, también aquí se produjo un cambio radical.
La solución de la restricción externa facilitó resolver la restricción fiscal derivada de los déficits crónicos de las finanzas públicas. La recaudación tributaria nacional aumentó en 10 puntos del PBI para ubicarse cerca del 30% del producto, proporción razonable en una economía del ingreso medio argentino. En el mismo sentido operó la incorporación, en la esfera pública, de los recursos del sistema previsional, que constituyen parte principal del ahorro interno. El comportamiento de las finanzas públicas desde la salida de la crisis del 2001/2002 demuestra, en efecto, que la restricción fiscal puede ser, también, un problema superado.
En el pasado, el país tuvo, entre 1930 y 1983, una “restricción institucional”, agregada a las externa y fiscal. En la experiencia reciente, aún los temas más polémicos (por ejemplo, la resolución 125, las reformas de los regímenes previsional y de medios audiovisuales, el uso de las reservas del Banco Central), se procesan conforme las reglas constitucionales y la división de poderes propio de una sociedad democrática. Ahora, la restricción institucional es también un problema de otros tiempos.
En resumen, en la nueva economía argentina ni la inflación ni la deuda son actualmente lo que fueron en el pasado. Por lo tanto, enfriar y ajustar, por una parte, o crecer sin atender el problema precios, por la otra, no son las alternativas reales que confrontamos actualmente. Corresponde, entonces, reflexionar sobre las cuestiones que son determinantes del actual cuadro de situación. A saber, las causas actuales del aumento de precios, la solvencia fiscal y el tipo de cambio.
Sobre la primera, cabe observar que no estamos en presencia de ninguna de las causas clásicas de inflación, a saber: exceso de demanda o presiones de costos. La economía viene operando a niveles razonables de ocupación de la capacidad productiva instalada, está aún distante el pleno empleo de la mano de obra y no hay restricciones de abastecimientos importados por insuficiencia de divisas. Por lo tanto, no hay inflación por exceso de demanda respecto de los recursos disponibles. Por otra parte, ninguno de los precios básicos de la economía (tipo de cambio, salarios, tarifas de servicios públicos) está fuertemente desalineado y, por lo tanto, no es previsible un alza brusca en ninguno de ellos. Por lo tanto, tampoco hay amenazas severas de inflación de costos. ¿Cómo se explica entonces que el nivel general de precios esté aumentando en torno del 20% anual, un nivel inconveniente y perturbador?
La respuesta es que estamos en presencia de un caso de inflación inercial. Es decir, los precios aumentan a un cierto ritmo porque los actores económicos y sociales incorporan una hipótesis de aumento de precios que se retroalimenta en ajustes continuos de precios y salarios, a pesar de la ausencia de inflación de demanda y de costos y de la existencia de equilibrios macroeconómicos razonablemente sólidos. La inflación inercial se sostiene en las expectativas y en un clima político tenso, en el cual se incluyen visiones catastróficas de la realidad y el futuro, incluida la explosión inflacionaria. En este escenario, por razones estacionales o circunstancias propias, algunos alimentos crecen más que el promedio, fenómeno que sucede también en economías con niveles generales de precios estables.
La inflación inercial no se evita con ajuste ni enfriando la economía. Por esta vía lo que se logra es frenar el crecimiento, aumentar el desempleo, el malestar social y la inseguridad. Pero tampoco se resuelve desatendiendo el problema precios o suponiendo que los aumentos provienen, esencialmente, de maniobras abusivas de formadores de precios en sectores concentrados. Cuando éstas existen tienen que ser reprimidas por el Estado, pero, en todo caso, la pregunta es por qué ahora esas maniobras son inflacionarias y en otros momentos no lo son. La respuesta es que ahora prevalece la inflación inercial . No hay ninguna medida aislada que resuelva el problema.
La respuesta radica en un programa de estabilidad y crecimiento fundado en la solidez de los equilibrios macroeconómicos y la política de ingresos para concertar, entre los actores económicos y sociales, privados y públicos, metas de precios y salarios, que tiendan a reducir la hipótesis inflacionaria implícita en el comportamiento de esos actores. En un momento como el actual, sería particularmente útil contar con un consejo económico y social, en cuyo seno el Gobierno concertara con los actores privados, del trabajo y la empresa, una estrategia de crecimiento con equidad y estabilidad razonable de precios.
El éxito de esa estrategia depende de la solidez de la macroeconomía y de continuar reduciendo los niveles de deuda. Para tales fines son centrales las otras dos cuestiones mencionadas. Es decir, la solvencia fiscal y el tipo de cambio.
Respecto de la deuda, conviene recordar que con o sin uso de reservas, con o sin canje, el país está en condiciones de cumplir sus compromisos externos y crecer. Los pagos de este año con reservas u otros recursos tienen una diferencia de tasa de interés, dato importante pero que no involucra la capacidad de pago. De todos modos, el pago con reservas es un recurso circunstancial. En el mediano y largo plazo, son los recursos genuinos de la actividad corriente de la economía los que proporcionan los medios de pago.
Sobre la solvencia fiscal, conviene recordar que, una vez iniciada la recuperación de los componentes de la demanda agregada (consumo, inversiones y exportaciones), no se justifica insistir en la inyección de demanda supletoria vía gasto público. La solvencia fiscal y la calidad del gasto recuperan así su papel fundamental en la gobernabilidad del sistema económico, la formación de las expectativas, la estabilidad y el desarrollo.
No es preciso “enfriar” ni “ajustar” la economía, es decir, bajar el gasto real indispensable para la oferta de bienes públicos, para frenar el aumento de precios. Si es preciso acomodar el crecimiento de gasto público a la de la recaudación lo cual permitiría recuperar, a breve plazo, el superávit primario. De otro modo, un crecimiento persistente del gasto por encima de los recursos públicos lleva inevitablemente al endeudamiento, a la apreciación del tipo de cambio, a restablecer las restricciones externa y fiscal y, consecuentemente, a la pérdida de soberanía. El desequilibrio fiscal y el aumento de la deuda no contribuyen a crear el escenario adecuado para llevar la actual tasa de inflación a niveles tolerables y posibles, en torno del 10% anual.
En relación con la política cambiaria, reducir la tasa actual de aumento de precios facilita mantener un tipo de cambio de equilibrio desarrollista (TCED) indispensable para el crecimiento de la producción y el empleo. Como lo demuestra nuestra experiencia y la de las economías en desarrollo más exitosas, el TCED es también necesario para la formación de una economía integrada y abierta, capaz de gestionar el conocimiento e integrada al mundo.
Crecer con equidad y una estabilidad razonable de precios está al alcance de los medios del país. Lograrlo o no depende de tomar nota del potencial de desarrollo de la nueva economía argentina una vez que se ha liberado, a menos de insistir en las decisiones del pasado, de las restricciones fiscal, externa e institucional.
* Director editorial de Buenos Aires Económico
En el debate actual sobre la inflación y el pago de la deuda, predominan dos enfoques alternativos. Por un lado, ajustar y enfriar la economía. Para tales fines, sería necesario reducir la demanda agregada mediante la baja del gasto público y el aumento de la tasa de interés y apreciar el peso para sustituir producción interna por importaciones, reduciendo la presión de la demanda sobre la oferta nacional de bienes y servicios. Al mismo tiempo, se liberarían recursos del Presupuesto para pagar deuda sin uso de reservas del Banco Central. Por el otro lado, el enfoque alternativo propone pagar deuda con reservas y sostener un crecimiento del gasto por encima de los recursos disponibles sin atender el tema precios, con vistas a impulsar la demanda, la producción y el empleo.
Esta alternativa del problema actual de la inflación y la deuda se plantea como si subsistieran las circunstancias del pasado. Vale decir, una economía sometida a las restricciones externa y fiscal, a una deuda agobiante que excede su capacidad de pago y a desórdenes macroeconómicos e institucionales que, en el límite, culminaban en la hiperinflación.
Nos pasó durante más de la mitad del siglo pasado, cuando registramos el récord mundial de inflación, con varias híper incluidas. Sin embargo, como hemos visto en las tres últimas notas en este mismo espacio, en los últimos años se ha producido un cambio radical en el comportamiento de la economía argentina. Desde la salida de la crisis del 2001/2002, en el transcurso de esta primera década del siglo XXI, los pagos internacionales vienen operando con un elevado superávit en el balance comercial, el cual registra saldos positivos anuales superiores a los u$s15.000 millones.
A su vez, la cuenta corriente del balance de pagos registra ocho años consecutivos positivos, hecho inédito en la historia económica del país. En el 2009 alcanzó al 3% del PBI y cabe esperar un superávit semejante en el 2010. A su vez, al mismo tiempo, entre el 2003 y la actualidad la relación deuda externa pública y privada/PBI bajó de 160 a 40 por ciento. Desde el momento en que se logro salir del default, con el exitoso canje de deuda del 2005, el pago al FMI y encuadrar los pagos dentro de límites manejables con recursos propios, también aquí se produjo un cambio radical.
La solución de la restricción externa facilitó resolver la restricción fiscal derivada de los déficits crónicos de las finanzas públicas. La recaudación tributaria nacional aumentó en 10 puntos del PBI para ubicarse cerca del 30% del producto, proporción razonable en una economía del ingreso medio argentino. En el mismo sentido operó la incorporación, en la esfera pública, de los recursos del sistema previsional, que constituyen parte principal del ahorro interno. El comportamiento de las finanzas públicas desde la salida de la crisis del 2001/2002 demuestra, en efecto, que la restricción fiscal puede ser, también, un problema superado.
En el pasado, el país tuvo, entre 1930 y 1983, una “restricción institucional”, agregada a las externa y fiscal. En la experiencia reciente, aún los temas más polémicos (por ejemplo, la resolución 125, las reformas de los regímenes previsional y de medios audiovisuales, el uso de las reservas del Banco Central), se procesan conforme las reglas constitucionales y la división de poderes propio de una sociedad democrática. Ahora, la restricción institucional es también un problema de otros tiempos.
En resumen, en la nueva economía argentina ni la inflación ni la deuda son actualmente lo que fueron en el pasado. Por lo tanto, enfriar y ajustar, por una parte, o crecer sin atender el problema precios, por la otra, no son las alternativas reales que confrontamos actualmente. Corresponde, entonces, reflexionar sobre las cuestiones que son determinantes del actual cuadro de situación. A saber, las causas actuales del aumento de precios, la solvencia fiscal y el tipo de cambio.
Sobre la primera, cabe observar que no estamos en presencia de ninguna de las causas clásicas de inflación, a saber: exceso de demanda o presiones de costos. La economía viene operando a niveles razonables de ocupación de la capacidad productiva instalada, está aún distante el pleno empleo de la mano de obra y no hay restricciones de abastecimientos importados por insuficiencia de divisas. Por lo tanto, no hay inflación por exceso de demanda respecto de los recursos disponibles. Por otra parte, ninguno de los precios básicos de la economía (tipo de cambio, salarios, tarifas de servicios públicos) está fuertemente desalineado y, por lo tanto, no es previsible un alza brusca en ninguno de ellos. Por lo tanto, tampoco hay amenazas severas de inflación de costos. ¿Cómo se explica entonces que el nivel general de precios esté aumentando en torno del 20% anual, un nivel inconveniente y perturbador?
La respuesta es que estamos en presencia de un caso de inflación inercial. Es decir, los precios aumentan a un cierto ritmo porque los actores económicos y sociales incorporan una hipótesis de aumento de precios que se retroalimenta en ajustes continuos de precios y salarios, a pesar de la ausencia de inflación de demanda y de costos y de la existencia de equilibrios macroeconómicos razonablemente sólidos. La inflación inercial se sostiene en las expectativas y en un clima político tenso, en el cual se incluyen visiones catastróficas de la realidad y el futuro, incluida la explosión inflacionaria. En este escenario, por razones estacionales o circunstancias propias, algunos alimentos crecen más que el promedio, fenómeno que sucede también en economías con niveles generales de precios estables.
La inflación inercial no se evita con ajuste ni enfriando la economía. Por esta vía lo que se logra es frenar el crecimiento, aumentar el desempleo, el malestar social y la inseguridad. Pero tampoco se resuelve desatendiendo el problema precios o suponiendo que los aumentos provienen, esencialmente, de maniobras abusivas de formadores de precios en sectores concentrados. Cuando éstas existen tienen que ser reprimidas por el Estado, pero, en todo caso, la pregunta es por qué ahora esas maniobras son inflacionarias y en otros momentos no lo son. La respuesta es que ahora prevalece la inflación inercial . No hay ninguna medida aislada que resuelva el problema.
La respuesta radica en un programa de estabilidad y crecimiento fundado en la solidez de los equilibrios macroeconómicos y la política de ingresos para concertar, entre los actores económicos y sociales, privados y públicos, metas de precios y salarios, que tiendan a reducir la hipótesis inflacionaria implícita en el comportamiento de esos actores. En un momento como el actual, sería particularmente útil contar con un consejo económico y social, en cuyo seno el Gobierno concertara con los actores privados, del trabajo y la empresa, una estrategia de crecimiento con equidad y estabilidad razonable de precios.
El éxito de esa estrategia depende de la solidez de la macroeconomía y de continuar reduciendo los niveles de deuda. Para tales fines son centrales las otras dos cuestiones mencionadas. Es decir, la solvencia fiscal y el tipo de cambio.
Respecto de la deuda, conviene recordar que con o sin uso de reservas, con o sin canje, el país está en condiciones de cumplir sus compromisos externos y crecer. Los pagos de este año con reservas u otros recursos tienen una diferencia de tasa de interés, dato importante pero que no involucra la capacidad de pago. De todos modos, el pago con reservas es un recurso circunstancial. En el mediano y largo plazo, son los recursos genuinos de la actividad corriente de la economía los que proporcionan los medios de pago.
Sobre la solvencia fiscal, conviene recordar que, una vez iniciada la recuperación de los componentes de la demanda agregada (consumo, inversiones y exportaciones), no se justifica insistir en la inyección de demanda supletoria vía gasto público. La solvencia fiscal y la calidad del gasto recuperan así su papel fundamental en la gobernabilidad del sistema económico, la formación de las expectativas, la estabilidad y el desarrollo.
No es preciso “enfriar” ni “ajustar” la economía, es decir, bajar el gasto real indispensable para la oferta de bienes públicos, para frenar el aumento de precios. Si es preciso acomodar el crecimiento de gasto público a la de la recaudación lo cual permitiría recuperar, a breve plazo, el superávit primario. De otro modo, un crecimiento persistente del gasto por encima de los recursos públicos lleva inevitablemente al endeudamiento, a la apreciación del tipo de cambio, a restablecer las restricciones externa y fiscal y, consecuentemente, a la pérdida de soberanía. El desequilibrio fiscal y el aumento de la deuda no contribuyen a crear el escenario adecuado para llevar la actual tasa de inflación a niveles tolerables y posibles, en torno del 10% anual.
En relación con la política cambiaria, reducir la tasa actual de aumento de precios facilita mantener un tipo de cambio de equilibrio desarrollista (TCED) indispensable para el crecimiento de la producción y el empleo. Como lo demuestra nuestra experiencia y la de las economías en desarrollo más exitosas, el TCED es también necesario para la formación de una economía integrada y abierta, capaz de gestionar el conocimiento e integrada al mundo.
Crecer con equidad y una estabilidad razonable de precios está al alcance de los medios del país. Lograrlo o no depende de tomar nota del potencial de desarrollo de la nueva economía argentina una vez que se ha liberado, a menos de insistir en las decisiones del pasado, de las restricciones fiscal, externa e institucional.
* Director editorial de Buenos Aires Económico
lunes, 19 de abril de 2010
Ni leyes, ni justicia
Escrito por José Saramago - http://elmercuriodigital.es/content/view/26143/370/
En Portugal, en la aldea medieval de Monsaraz, hay un fresco alegórico de finales del siglo XV que representa al Buen Juez y al Mal Juez, el primero con una expresión grave y digna en el rostro y sosteniendo en la mano la recta vara de la justicia, el segundo con dos caras y la vara de la justicia quebrada. Por no se sabe qué razones, estas pinturas estuvieron escondidas tras un tabique de ladrillos durante siglos y solo en 1958 pudieron ver la luz del día y ser apreciadas por los amantes del arte y de la justicia.
De la justicia, digo bien, porque la lección cívica que esas antiguas figuras nos transmiten es clara e ilustrativa. Hay jueces buenos y justos a quienes se agradece que existan, hay otros que, proclamándose a sí mismos justos, de buenos tienen poco, y, finalmente, además de injustos, no son, dicho con otras palabras, a la luz de los más simples criterios éticos, buena gente. Nunca hubo una edad de oro para la justicia.
Hoy, ni oro, ni plata, vivemos en tiempos de plomo. Que lo diga el juez Baltasar Garzón que, víctima del despecho de algunos de sus pares demasiado complacientes con el fascismo que perdura tras el nombre de la Falange Española y de sus acólitos, vive bajo la amenaza de una inhabilitación de entre doce y dieciséis años que liquidaría definitivamente su carrera de magistrado. El mismo Baltasar Garzón que, no siendo deportista de elite, no siendo ciclista ni jugador de fútbol o tenista, hizo universalmente conocido y respetado el nombre de España. El mismo Baltasar Garzón que hizo nacer en la conciencia de los españoles la necesidad de una Ley de la Memoria Histórica y que, a su abrigo, pretendió investigar no sólo los crímenes del franquismo sino los de las otras partes del conflicto.
El mismo corajoso y honesto Baltasar Garzón que se atrevió a procesar a Augusto Pinochet, dándole a la justicia de países como Argentina y Chile un ejemplo de dignidad que luego sería continuado. Se invoca en España la Ley de Amnistía para justificar la persecución a Baltasar Garzón, pero, según mi opinión de ciudadano común, la Ley de Amnistía fue una manera hipócrita de intentar pasar página, equiparando a las víctimas con sus verdugos, en nombre de un igualmente hipócrita perdón general.
Pero la página, al contrario de lo que piensan los enemigos de Baltasar Garzón, no se dejará pasar. Faltando Baltasar Garzón, suponiendo que se llegue a ese punto, será la conciencia de la parte más sana de la sociedad española la que exigirá la revocación de la Ley de Amnistía y que prosigan las investigaciones que permitirán poner la verdad en el lugar donde estaba faltando.
No con leyes que son viciosamente despreciadas y mal interpretadas, no con una justicia que es ofendida todos los días. El destino del juez Baltasar Garzón está en las manos del pueblo español, no de los malos jueces que un anónimo pintor portugués retrató en el siglo XV.
En Portugal, en la aldea medieval de Monsaraz, hay un fresco alegórico de finales del siglo XV que representa al Buen Juez y al Mal Juez, el primero con una expresión grave y digna en el rostro y sosteniendo en la mano la recta vara de la justicia, el segundo con dos caras y la vara de la justicia quebrada. Por no se sabe qué razones, estas pinturas estuvieron escondidas tras un tabique de ladrillos durante siglos y solo en 1958 pudieron ver la luz del día y ser apreciadas por los amantes del arte y de la justicia.
De la justicia, digo bien, porque la lección cívica que esas antiguas figuras nos transmiten es clara e ilustrativa. Hay jueces buenos y justos a quienes se agradece que existan, hay otros que, proclamándose a sí mismos justos, de buenos tienen poco, y, finalmente, además de injustos, no son, dicho con otras palabras, a la luz de los más simples criterios éticos, buena gente. Nunca hubo una edad de oro para la justicia.
Hoy, ni oro, ni plata, vivemos en tiempos de plomo. Que lo diga el juez Baltasar Garzón que, víctima del despecho de algunos de sus pares demasiado complacientes con el fascismo que perdura tras el nombre de la Falange Española y de sus acólitos, vive bajo la amenaza de una inhabilitación de entre doce y dieciséis años que liquidaría definitivamente su carrera de magistrado. El mismo Baltasar Garzón que, no siendo deportista de elite, no siendo ciclista ni jugador de fútbol o tenista, hizo universalmente conocido y respetado el nombre de España. El mismo Baltasar Garzón que hizo nacer en la conciencia de los españoles la necesidad de una Ley de la Memoria Histórica y que, a su abrigo, pretendió investigar no sólo los crímenes del franquismo sino los de las otras partes del conflicto.
El mismo corajoso y honesto Baltasar Garzón que se atrevió a procesar a Augusto Pinochet, dándole a la justicia de países como Argentina y Chile un ejemplo de dignidad que luego sería continuado. Se invoca en España la Ley de Amnistía para justificar la persecución a Baltasar Garzón, pero, según mi opinión de ciudadano común, la Ley de Amnistía fue una manera hipócrita de intentar pasar página, equiparando a las víctimas con sus verdugos, en nombre de un igualmente hipócrita perdón general.
Pero la página, al contrario de lo que piensan los enemigos de Baltasar Garzón, no se dejará pasar. Faltando Baltasar Garzón, suponiendo que se llegue a ese punto, será la conciencia de la parte más sana de la sociedad española la que exigirá la revocación de la Ley de Amnistía y que prosigan las investigaciones que permitirán poner la verdad en el lugar donde estaba faltando.
No con leyes que son viciosamente despreciadas y mal interpretadas, no con una justicia que es ofendida todos los días. El destino del juez Baltasar Garzón está en las manos del pueblo español, no de los malos jueces que un anónimo pintor portugués retrató en el siglo XV.
domingo, 18 de abril de 2010
Página/12 :: El país :: Recordando con ira
Página/12 :: El país :: Recordando con ira
Por Horacio Verbitsky
Cinco nuevos testimonios, ofrecidos en forma espontánea a raíz de la nota “Su pasado lo condena”, confirman el rol del ahora cardenal Jorge Bergoglio en la represión del gobierno militar sobre las filas de la Iglesia Católica que hoy preside, incluyendo la desaparición de sacerdotes. Quienes hablan son una teóloga que durante décadas enseñó catequesis en colegios del obispado de Morón, el ex superior de una Fraternidad sacerdotal que fue diezmada por las desapariciones forzadas, un seglar de la misma Fraternidad que denunció los casos al Vaticano, un sacerdote y un laico que fueron secuestrados y torturados.
Teóloga con minifalda
Dos meses después del golpe militar de 1976 el obispo de Morón, Miguel Raspanti, intentó proteger a los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics porque temía que fueran secuestrados, pero Bergoglio se opuso. Así lo indica la ex profesora de catequesis en colegios de la diócesis de Morón, Marina Rubino, quien en esa época estudiaba teología en el Colegio Máximo de San Miguel, donde vivía Bergoglio. Por esa circunstancia conocía a ambos. Además había sido alumna de Yorio y Jalics y sabía del riesgo que corrían. Marina decidió dar su testimonio luego de leer la nota sobre el libro de descargo de Bergoglio.
Marina Rubino vive en Morón desde siempre. En el Colegio del Sagrado Corazón de Castelar daba catequesis a los chicos y formaba a los padres, que le parecía lo más importante. “Una vez por mes nos reuníamos con ellos. Era un trabajo hermoso. Esta experiencia duró quince años”. También dio cursos de iniciación bíblica “en todos los lugares no turísticos de la Argentina. Teníamos una publicación, con comentarios a los textos de los domingos, queríamos que las comunidades tuvieran elementos para pensar”. Desde que se jubiló da clases de telar, en centros culturales, sociedades de fomento o casas.
No quiso ingresar al seminario de Villa Devoto porque no le interesaba la formación tomista, sino la Biblia. En 1972 comenzó a estudiar Teología en la Universidad del Salvador. La carrera se cursaba en el Colegio Máximo de San Miguel. En primer año tuvo como profesor a Francisco Jalics y en segundo a Orlando Yorio. Mientras estudiaba, coordinaba la catequesis en el colegio Sagrado Corazón de Castelar, donde también estaba la religiosa francesa Léonie Duquet. “Eran tiempos difíciles. Por hacer en el colegio una opción por los pobres tomándonos en serio el Concilio Vaticano II y la reunión del CELAM en Medellín perdimos la mitad del alumnado. Pero mantuvimos esa opción y seguimos formando personas más abiertas a la realidad y al compromiso con los más necesitados sosteniendo que la fe tiene que fortalecer estas actitudes y no las contrarias.” El obispo era Miguel Raspanti, quien entonces tenía 68 años y había sido ordenado en 1957, en los últimos años del reinado de Pío XII. Era un hombre bien intencionado que hizo todos los esfuerzos por adaptarse a los cambios del Concilio, en el que participó. Después del cordobazo de 1969 repudió las estructuras injustas del capitalismo e instó al compromiso con “la liberación de nuestros hermanos necesitados”. Pero el problema más grave que pudo identificar en Morón fue el aumento de los impuestos al pequeño comerciante y el propietario de la clase media. “Muchas veces hubo que discutir y sostener estas opciones en el obispado y monseñor Raspanti solía terminar las entrevistas diciéndonos que si creíamos que había que hacer tal o cual cosa, si estábamos convencidos, él nos apoyaba”, recuerda Marina. Sus palabras son seguidas con atención por su esposo, Pepe Godino, un ex cura de Santa María, Córdoba, que integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Marina cursaba teología en San Miguel de 8.30 a 12.30. No le habían dado la beca porque era mujer, pero como era la coordinadora de catequesis en un colegio del obispado, Raspanti intercedió y obtuvo que una entidad alemana se hiciera cargo del costo de sus estudios. Tampoco le quisieron dar el título cuando se recibió, en 1977. El director del teologado, José Luis Lazzarini, le dijo que había un problema, que no se habían dado cuenta de que era mujer. Marina partió en busca de quien la había recibido al ingresar, el jesuita Víctor Marangoni:
–Cuando me viste por primera vez, ¿te diste cuenta o no de que era mujer?
–Sí, claro, ¿por qué? –respondió azorado el vicerrector ante esa tromba en minifalda.
–Porque Lazzarini no me quiere dar el título.
Marangoni se encargó de reparar ese absurdo. Marina tiene su título pero nunca se realizó la entrega oficial.
La desprotección
Un mediodía, al salir de sus cursos, “lo encuentro a monseñor Raspanti parado en el hall de entrada, solo. No sé por qué lo tenían allí esperando. Estaba muy silencioso, le pregunté si esperaba a alguien y me dijo que sí, que al padre provincial Bergoglio. Tenía el rostro demudado, pálido, creí que estaba descompuesto. Lo saludé, le pregunté si se sentía bien, y lo invité a pasar a un saloncito de los que había junto al hall”.
–No, no me siento mal, pero estoy muy preocupado –le respondió Raspanti.
Marina dice que tiene una memoria fotográfica de aquel día. Habla con voz calma pero se advierte el apasionamiento en sus ojos grandes y expresivos. Pepe la mira con ternura.
“Me impresionó verlo solo a Raspanti, que siempre iba con su secretario”, dice. Marina sabía que sus profesores Jalics y Yorio y un tercer jesuita que trabajaba con ella en el colegio de Castelar, Luis Dourron, habían pedido pasar a la diócesis de Morón. Yorio, Jalics, Dourron y Enrique Rastellini, que también era jesuita, vivían en comunidad desde 1970, primero en Ituzaingó y luego en el Barrio Rivadavia, junto a la Gran Villa del Bajo Flores, con conocimiento y aprobación de los sucesivos provinciales de la Compañía de Jesús, Ricardo Dick O’Farrell y Bergoglio. “Le dije que Orlando y Francisco habían sido profesores míos y que Luis trabajaba con nosotros en la diócesis, que eran intachables, que no dudara en recibirlos. Todos estábamos pendientes de que pudieran venir a Morón. Ninguno de los que conocíamos la situación nos oponíamos. Raspanti me dijo que de eso venía a hablar con Bergoglio. A Luis ya lo había recibido, pero necesitaba una carta en la que Bergoglio autorizara el pase de Yorio y Jalics.”
Marina entendió que era una simple formalidad, pero Raspanti le aclaró que la situación era más complicada. “Con las malas referencias que Bergoglio le había mandado él no podía recibirlos en la diócesis. Estaba muy angustiado porque en ese momento Orlando y Francisco no dependían de ninguna autoridad eclesiástica y, me dijo:
–No puedo dejar a dos sacerdotes en esa situación ni puedo recibirlos con el informe que me mandó. Vengo a pedirle que simplemente los autorice y que retire ese informe que decía cosas muy graves.
Cualquiera que ayudara a pensar era guerrillero, comenta Marina. Acompañó a su obispo hasta que Bergoglio lo recibió y luego se fue. Al salir vio que tampoco estaba en el estacionamiento el auto de Raspanti. “Debe haber venido en colectivo, para que nadie lo siguiera. Quería que la cosa quedara entre ellos dos. Estaba haciendo lo imposible por darles resguardo.”
La teóloga agrega que le impresionó la angustia de Raspanti, “que si bien no podía ser calificado de obispo progresista, siempre nos defendió, defendió a los curas cuestionados de la diócesis, se llevaba a dormir a la casa episcopal a los que corrían más riesgo y nunca nos prohibió hacer o decir algo que consideráramos fruto de nuestro compromiso cristiano. Como buen salesiano se portaba como una gallina clueca con sus curas y sus laicos, cobijaba, cuidaba aunque no estuviera de acuerdo. Eran puntos de vista distintos, pero él sabía escuchar y aceptaba muchas cosas”. Uno de esos curas es Luis Piguillem, quien había sido amenazado. Regresaba en bicicleta cuando se topó con un cordón policial que impedía el paso. Insistió en que quería pasar, porque su casa estaba en el barrio y un policía le dijo:
–Vas a tener que esperar porque estamos haciendo un operativo en la casa del cura.
Piguillem dio vuelta con su bicicleta y se alejó sin mirar hacia atrás. De allí fue al obispado de Morón, donde Raspanti le dio refugio. Los militares dijeron que se había escondido bajo las polleras del obispo. Pero no se atrevieron a buscarlo allí.
–¿Raspanti era consciente del riesgo que corrían Yorio y Jalics?
–Sí. Dijo que tenía miedo de que desaparecieran. No pueden quedar dos sacerdotes en el aire, sin un responsable jerárquico. Pocos días después supimos que se los habían llevado.
De Córdoba a Cleveland
Otro testimonio recogido a raíz de la publicación del domingo es el del sacerdote Alejandro Dausa, quien el martes 3 de agosto de 1976 fue secuestrado en Córdoba, cuando era seminarista de la Orden de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette. Luego de seis meses en los que fue torturado por la policía cordobesa en el Departamento de Inteligencia D2 pudo viajar a Estados Unidos, adonde ya había llegado el responsable del seminario, el sa-
cerdote estadounidense James Weeks, por quien se interesó el gobierno de su país. Este año se realizará en Córdoba el juicio por aquel episodio, cuyo principal responsable es el general Luciano Menéndez. Ahora Dausa vive en Bolivia y cuenta que tanto Yorio como Jalics le dijeron que Bergoglio los había entregado.
Al llegar a Estados Unidos supo por organismos de derechos humanos que Jalics se encontraba en Cleveland, en casa de una hermana. Dausa y los otros seminaristas, que estaban iniciando el noviciado, lo invitaron a dirigir dos retiros espirituales. Ambos se realizaron en 1977, uno en Altamont (estado de Nueva York) y otro en Ipswich (Massachusetts). Recuerda Dausa: “Como es natural, conversamos sobre los secuestros respectivos, detalles, características, antecedentes, señales previas, personas involucradas, etc. En esas conversaciones nos indicó que los había entregado o denunciado Bergoglio”.
En la década siguiente, Dausa trabajaba como cura en Bolivia y participaba de los retiros anuales de La Salette en Argentina. En uno de ellos los organizadores invitaron a Orlando Yorio, que para esa época trabajaba en Quilmes. “El retiro fue en Carlos Paz, Córdoba, y también en ese caso conversamos sobre la experiencia del secuestro. Orlando indicó lo mismo que Jalics sobre la responsabilidad de Bergoglio.”
Los asuncionistas
Yorio y Jalics fueron secuestrados el 23 de mayo de 1976 y conducidos a la ESMA, donde los interrogó un especialista en asuntos eclesiásticos que conocía la obra teológica de Yorio. En uno de los interrogatorios le preguntó por los seminaristas asuncionistas Carlos Antonio Di Pietro y Raúl Eduardo Rodríguez. Ambos eran compañeros de Marina Rubino en el Teologado de San Miguel y desarrollaban trabajo social en el barrio popular La Manuelita, de San Miguel, donde vivían y atendían la capilla Jesús Obrero. De allí fueron secuestrados diez días después que los dos jesuitas, el 4 de junio de 1976, y llevados a la misma casa operativa que Yorio y Jalics. A media mañana Di Pietro llamó por teléfono al superior asuncionista Roberto Favre y le preguntó por el sacerdote Jorge Adur, que vivía con ellos en La Manuelita.
–Recibimos un telegrama para él y se lo tenemos que entregar –dijo.
De ese modo, consiguió que la Orden se pusiera en movimiento. El superior Roberto Favre presentó un recurso de hábeas corpus, que no obtuvo respuesta. Adur logró salir del país, con ayuda del nuncio Pio Laghi, y se exilió en Francia. Volvió en forma clandestina en 1980, convertido en capellán del autodenominado “Ejército Montonero” y fue detenido-desaparecido en el trayecto a Brasil, donde procuraba entrevistarse con el papa Juan Pablo II. El mismo camino del exilio siguió uno de los detenidos en la razzia del barrio La Manuelita, el entonces estudiante de medicina y hoy médico Lorenzo Riquelme. Cuando recuperó su libertad la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio le dio hospitalidad en su casa porteña de la calle Malabia. En comunicaciones desde Francia con quien era entonces el superior de los Hermanitos del Evangelio, Patrick Rice, Riquelme dijo que quien lo denunció fue un jesuita del Colegio de San Miguel, quien era a la vez capellán del Ejército. Está convencido de que ese sacerdote presenció las torturas que le aplicaron, cree que en Campo de Mayo.
El ablande
También como consecuencia de la nota del domingo aceptó narrar su conocimiento del caso un fundador de la Fraternidad seglar de los Hermanitos del Evangelio Charles de Foucauld, Roberto Scordato. Entre fines de octubre y principios de noviembre de 1976, Scordato se reunió en Roma con el cardenal Eduardo Pironio, quien era prefecto de la Congregación vaticana para los religiosos, y le comunicó el nombre y apellido de un sacerdote de la comunidad jesuita de San Miguel que participaba en las sesiones de tortura en Campo de Mayo con el rol de “ablandar espiritualmente” a los detenidos. Scordato le pidió que lo transmitiera al superior general Pedro Arrupe pero ignora el resultado de su gestión, si tuvo alguno. Consultado para esta nota Rice, quien también fue secuestrado y torturado ese año, dijo que eso no hubiera sido posible sin la aprobación del padre provincial. Rice y Scordato creen que ese jesuita se apellidaba González pero a 34 años de distancia no lo recuerdan con certeza.
Iracundia
Como cada vez que su pasado lo alcanza, Bergoglio atribuye la divulgación de sus actos al gobierno nacional. Esta semana reaccionó con furia, durante la homilía que pronunció en una misa para estudiantes. En lo que su vocero describió como “un mensaje al poder político”, dijo que “no tenemos derecho a cambiarle la identidad y la orientación a la Patria”, sino “proyectarla hacia el futuro en una utopía que sea continuidad con lo que nos fue dado”, que los chicos no tienen otro horizonte que comprar un papelito de merca en la esquina de la escuela y que los dirigentes procuran trepar, abultar la caja y promover a los amigos. Con este ánimo iracundo inaugurará mañana en San Miguel la primera asamblea plenaria del Episcopado de 2010.
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Por Horacio Verbitsky
Cinco nuevos testimonios, ofrecidos en forma espontánea a raíz de la nota “Su pasado lo condena”, confirman el rol del ahora cardenal Jorge Bergoglio en la represión del gobierno militar sobre las filas de la Iglesia Católica que hoy preside, incluyendo la desaparición de sacerdotes. Quienes hablan son una teóloga que durante décadas enseñó catequesis en colegios del obispado de Morón, el ex superior de una Fraternidad sacerdotal que fue diezmada por las desapariciones forzadas, un seglar de la misma Fraternidad que denunció los casos al Vaticano, un sacerdote y un laico que fueron secuestrados y torturados.
Teóloga con minifalda
Dos meses después del golpe militar de 1976 el obispo de Morón, Miguel Raspanti, intentó proteger a los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics porque temía que fueran secuestrados, pero Bergoglio se opuso. Así lo indica la ex profesora de catequesis en colegios de la diócesis de Morón, Marina Rubino, quien en esa época estudiaba teología en el Colegio Máximo de San Miguel, donde vivía Bergoglio. Por esa circunstancia conocía a ambos. Además había sido alumna de Yorio y Jalics y sabía del riesgo que corrían. Marina decidió dar su testimonio luego de leer la nota sobre el libro de descargo de Bergoglio.
Marina Rubino vive en Morón desde siempre. En el Colegio del Sagrado Corazón de Castelar daba catequesis a los chicos y formaba a los padres, que le parecía lo más importante. “Una vez por mes nos reuníamos con ellos. Era un trabajo hermoso. Esta experiencia duró quince años”. También dio cursos de iniciación bíblica “en todos los lugares no turísticos de la Argentina. Teníamos una publicación, con comentarios a los textos de los domingos, queríamos que las comunidades tuvieran elementos para pensar”. Desde que se jubiló da clases de telar, en centros culturales, sociedades de fomento o casas.
No quiso ingresar al seminario de Villa Devoto porque no le interesaba la formación tomista, sino la Biblia. En 1972 comenzó a estudiar Teología en la Universidad del Salvador. La carrera se cursaba en el Colegio Máximo de San Miguel. En primer año tuvo como profesor a Francisco Jalics y en segundo a Orlando Yorio. Mientras estudiaba, coordinaba la catequesis en el colegio Sagrado Corazón de Castelar, donde también estaba la religiosa francesa Léonie Duquet. “Eran tiempos difíciles. Por hacer en el colegio una opción por los pobres tomándonos en serio el Concilio Vaticano II y la reunión del CELAM en Medellín perdimos la mitad del alumnado. Pero mantuvimos esa opción y seguimos formando personas más abiertas a la realidad y al compromiso con los más necesitados sosteniendo que la fe tiene que fortalecer estas actitudes y no las contrarias.” El obispo era Miguel Raspanti, quien entonces tenía 68 años y había sido ordenado en 1957, en los últimos años del reinado de Pío XII. Era un hombre bien intencionado que hizo todos los esfuerzos por adaptarse a los cambios del Concilio, en el que participó. Después del cordobazo de 1969 repudió las estructuras injustas del capitalismo e instó al compromiso con “la liberación de nuestros hermanos necesitados”. Pero el problema más grave que pudo identificar en Morón fue el aumento de los impuestos al pequeño comerciante y el propietario de la clase media. “Muchas veces hubo que discutir y sostener estas opciones en el obispado y monseñor Raspanti solía terminar las entrevistas diciéndonos que si creíamos que había que hacer tal o cual cosa, si estábamos convencidos, él nos apoyaba”, recuerda Marina. Sus palabras son seguidas con atención por su esposo, Pepe Godino, un ex cura de Santa María, Córdoba, que integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Marina cursaba teología en San Miguel de 8.30 a 12.30. No le habían dado la beca porque era mujer, pero como era la coordinadora de catequesis en un colegio del obispado, Raspanti intercedió y obtuvo que una entidad alemana se hiciera cargo del costo de sus estudios. Tampoco le quisieron dar el título cuando se recibió, en 1977. El director del teologado, José Luis Lazzarini, le dijo que había un problema, que no se habían dado cuenta de que era mujer. Marina partió en busca de quien la había recibido al ingresar, el jesuita Víctor Marangoni:
–Cuando me viste por primera vez, ¿te diste cuenta o no de que era mujer?
–Sí, claro, ¿por qué? –respondió azorado el vicerrector ante esa tromba en minifalda.
–Porque Lazzarini no me quiere dar el título.
Marangoni se encargó de reparar ese absurdo. Marina tiene su título pero nunca se realizó la entrega oficial.
La desprotección
Un mediodía, al salir de sus cursos, “lo encuentro a monseñor Raspanti parado en el hall de entrada, solo. No sé por qué lo tenían allí esperando. Estaba muy silencioso, le pregunté si esperaba a alguien y me dijo que sí, que al padre provincial Bergoglio. Tenía el rostro demudado, pálido, creí que estaba descompuesto. Lo saludé, le pregunté si se sentía bien, y lo invité a pasar a un saloncito de los que había junto al hall”.
–No, no me siento mal, pero estoy muy preocupado –le respondió Raspanti.
Marina dice que tiene una memoria fotográfica de aquel día. Habla con voz calma pero se advierte el apasionamiento en sus ojos grandes y expresivos. Pepe la mira con ternura.
“Me impresionó verlo solo a Raspanti, que siempre iba con su secretario”, dice. Marina sabía que sus profesores Jalics y Yorio y un tercer jesuita que trabajaba con ella en el colegio de Castelar, Luis Dourron, habían pedido pasar a la diócesis de Morón. Yorio, Jalics, Dourron y Enrique Rastellini, que también era jesuita, vivían en comunidad desde 1970, primero en Ituzaingó y luego en el Barrio Rivadavia, junto a la Gran Villa del Bajo Flores, con conocimiento y aprobación de los sucesivos provinciales de la Compañía de Jesús, Ricardo Dick O’Farrell y Bergoglio. “Le dije que Orlando y Francisco habían sido profesores míos y que Luis trabajaba con nosotros en la diócesis, que eran intachables, que no dudara en recibirlos. Todos estábamos pendientes de que pudieran venir a Morón. Ninguno de los que conocíamos la situación nos oponíamos. Raspanti me dijo que de eso venía a hablar con Bergoglio. A Luis ya lo había recibido, pero necesitaba una carta en la que Bergoglio autorizara el pase de Yorio y Jalics.”
Marina entendió que era una simple formalidad, pero Raspanti le aclaró que la situación era más complicada. “Con las malas referencias que Bergoglio le había mandado él no podía recibirlos en la diócesis. Estaba muy angustiado porque en ese momento Orlando y Francisco no dependían de ninguna autoridad eclesiástica y, me dijo:
–No puedo dejar a dos sacerdotes en esa situación ni puedo recibirlos con el informe que me mandó. Vengo a pedirle que simplemente los autorice y que retire ese informe que decía cosas muy graves.
Cualquiera que ayudara a pensar era guerrillero, comenta Marina. Acompañó a su obispo hasta que Bergoglio lo recibió y luego se fue. Al salir vio que tampoco estaba en el estacionamiento el auto de Raspanti. “Debe haber venido en colectivo, para que nadie lo siguiera. Quería que la cosa quedara entre ellos dos. Estaba haciendo lo imposible por darles resguardo.”
La teóloga agrega que le impresionó la angustia de Raspanti, “que si bien no podía ser calificado de obispo progresista, siempre nos defendió, defendió a los curas cuestionados de la diócesis, se llevaba a dormir a la casa episcopal a los que corrían más riesgo y nunca nos prohibió hacer o decir algo que consideráramos fruto de nuestro compromiso cristiano. Como buen salesiano se portaba como una gallina clueca con sus curas y sus laicos, cobijaba, cuidaba aunque no estuviera de acuerdo. Eran puntos de vista distintos, pero él sabía escuchar y aceptaba muchas cosas”. Uno de esos curas es Luis Piguillem, quien había sido amenazado. Regresaba en bicicleta cuando se topó con un cordón policial que impedía el paso. Insistió en que quería pasar, porque su casa estaba en el barrio y un policía le dijo:
–Vas a tener que esperar porque estamos haciendo un operativo en la casa del cura.
Piguillem dio vuelta con su bicicleta y se alejó sin mirar hacia atrás. De allí fue al obispado de Morón, donde Raspanti le dio refugio. Los militares dijeron que se había escondido bajo las polleras del obispo. Pero no se atrevieron a buscarlo allí.
–¿Raspanti era consciente del riesgo que corrían Yorio y Jalics?
–Sí. Dijo que tenía miedo de que desaparecieran. No pueden quedar dos sacerdotes en el aire, sin un responsable jerárquico. Pocos días después supimos que se los habían llevado.
De Córdoba a Cleveland
Otro testimonio recogido a raíz de la publicación del domingo es el del sacerdote Alejandro Dausa, quien el martes 3 de agosto de 1976 fue secuestrado en Córdoba, cuando era seminarista de la Orden de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette. Luego de seis meses en los que fue torturado por la policía cordobesa en el Departamento de Inteligencia D2 pudo viajar a Estados Unidos, adonde ya había llegado el responsable del seminario, el sa-
cerdote estadounidense James Weeks, por quien se interesó el gobierno de su país. Este año se realizará en Córdoba el juicio por aquel episodio, cuyo principal responsable es el general Luciano Menéndez. Ahora Dausa vive en Bolivia y cuenta que tanto Yorio como Jalics le dijeron que Bergoglio los había entregado.
Al llegar a Estados Unidos supo por organismos de derechos humanos que Jalics se encontraba en Cleveland, en casa de una hermana. Dausa y los otros seminaristas, que estaban iniciando el noviciado, lo invitaron a dirigir dos retiros espirituales. Ambos se realizaron en 1977, uno en Altamont (estado de Nueva York) y otro en Ipswich (Massachusetts). Recuerda Dausa: “Como es natural, conversamos sobre los secuestros respectivos, detalles, características, antecedentes, señales previas, personas involucradas, etc. En esas conversaciones nos indicó que los había entregado o denunciado Bergoglio”.
En la década siguiente, Dausa trabajaba como cura en Bolivia y participaba de los retiros anuales de La Salette en Argentina. En uno de ellos los organizadores invitaron a Orlando Yorio, que para esa época trabajaba en Quilmes. “El retiro fue en Carlos Paz, Córdoba, y también en ese caso conversamos sobre la experiencia del secuestro. Orlando indicó lo mismo que Jalics sobre la responsabilidad de Bergoglio.”
Los asuncionistas
Yorio y Jalics fueron secuestrados el 23 de mayo de 1976 y conducidos a la ESMA, donde los interrogó un especialista en asuntos eclesiásticos que conocía la obra teológica de Yorio. En uno de los interrogatorios le preguntó por los seminaristas asuncionistas Carlos Antonio Di Pietro y Raúl Eduardo Rodríguez. Ambos eran compañeros de Marina Rubino en el Teologado de San Miguel y desarrollaban trabajo social en el barrio popular La Manuelita, de San Miguel, donde vivían y atendían la capilla Jesús Obrero. De allí fueron secuestrados diez días después que los dos jesuitas, el 4 de junio de 1976, y llevados a la misma casa operativa que Yorio y Jalics. A media mañana Di Pietro llamó por teléfono al superior asuncionista Roberto Favre y le preguntó por el sacerdote Jorge Adur, que vivía con ellos en La Manuelita.
–Recibimos un telegrama para él y se lo tenemos que entregar –dijo.
De ese modo, consiguió que la Orden se pusiera en movimiento. El superior Roberto Favre presentó un recurso de hábeas corpus, que no obtuvo respuesta. Adur logró salir del país, con ayuda del nuncio Pio Laghi, y se exilió en Francia. Volvió en forma clandestina en 1980, convertido en capellán del autodenominado “Ejército Montonero” y fue detenido-desaparecido en el trayecto a Brasil, donde procuraba entrevistarse con el papa Juan Pablo II. El mismo camino del exilio siguió uno de los detenidos en la razzia del barrio La Manuelita, el entonces estudiante de medicina y hoy médico Lorenzo Riquelme. Cuando recuperó su libertad la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio le dio hospitalidad en su casa porteña de la calle Malabia. En comunicaciones desde Francia con quien era entonces el superior de los Hermanitos del Evangelio, Patrick Rice, Riquelme dijo que quien lo denunció fue un jesuita del Colegio de San Miguel, quien era a la vez capellán del Ejército. Está convencido de que ese sacerdote presenció las torturas que le aplicaron, cree que en Campo de Mayo.
El ablande
También como consecuencia de la nota del domingo aceptó narrar su conocimiento del caso un fundador de la Fraternidad seglar de los Hermanitos del Evangelio Charles de Foucauld, Roberto Scordato. Entre fines de octubre y principios de noviembre de 1976, Scordato se reunió en Roma con el cardenal Eduardo Pironio, quien era prefecto de la Congregación vaticana para los religiosos, y le comunicó el nombre y apellido de un sacerdote de la comunidad jesuita de San Miguel que participaba en las sesiones de tortura en Campo de Mayo con el rol de “ablandar espiritualmente” a los detenidos. Scordato le pidió que lo transmitiera al superior general Pedro Arrupe pero ignora el resultado de su gestión, si tuvo alguno. Consultado para esta nota Rice, quien también fue secuestrado y torturado ese año, dijo que eso no hubiera sido posible sin la aprobación del padre provincial. Rice y Scordato creen que ese jesuita se apellidaba González pero a 34 años de distancia no lo recuerdan con certeza.
Iracundia
Como cada vez que su pasado lo alcanza, Bergoglio atribuye la divulgación de sus actos al gobierno nacional. Esta semana reaccionó con furia, durante la homilía que pronunció en una misa para estudiantes. En lo que su vocero describió como “un mensaje al poder político”, dijo que “no tenemos derecho a cambiarle la identidad y la orientación a la Patria”, sino “proyectarla hacia el futuro en una utopía que sea continuidad con lo que nos fue dado”, que los chicos no tienen otro horizonte que comprar un papelito de merca en la esquina de la escuela y que los dirigentes procuran trepar, abultar la caja y promover a los amigos. Con este ánimo iracundo inaugurará mañana en San Miguel la primera asamblea plenaria del Episcopado de 2010.
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viernes, 16 de abril de 2010
UNA DÉCADA DE AMÉRICA LATINA
POR EMIR SADER - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones39/nota3.htm
La década de 1990 fue la peor que América Latina haya vivido. La crisis de la deuda - con sus consecuencias: el FMI, cartas de intención, los ajustes fiscales, etc. - Las dictaduras militares y abrió el camino para que imponen los gobiernos neoliberales en casi todos los continentes. Nos convertimos en la región del mundo con la mayor cantidad de gobiernos neoliberales y sus procedimientos más radicales.
La respuesta de América Latina ha demostrado su capacidad para revertir esta situación dramática: nos convertimos en la región que se concentra en los gobiernos elegidos por el rechazo del neoliberalismo, que alberga los procesos de integración regional con independencia de los EE.UU., que promueve formas innovadoras de integrar a cabo la mercantil.
Los líderes latinoamericanos como Lula, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros, están diseñados a nivel internacional por su capacidad para encarnar las necesidades de su pueblo. Bolivia, Ecuador y Venezuela se han unido a Cuba, con los países que - según la UNESCO - terminó con el analfabetismo.
Los países que han optado por la integración regional y no por los tratados de libre comercio, han ampliado sus economías, distribuye el ingreso y avanzados derechos sociales de sus habitantes se han ampliado significativamente el mercado de consumo popular, diversificado su comercio, se han incrementado significativamente el comercio entre ellos .
En la última década, América Latina se había reducido a la insignificancia. Gobernantes junior - Menem, Fujimori, FHC, Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas de Gortari - había aplicado mecánicamente el neo mismo-modelo liberal, debilitaron el Estado, la soberanía, las economías nacionales. Los gobiernos de los países que han adoptado el programa neoliberal no molestar a nadie, había reducido nuestros estados posteriores a los perdedores de la globalización, los vítores a expensas de un mayor deterioro de la situación de los pueblos de nuestros países.
La primera década del nuevo siglo una nueva América, con el mayor número de gobiernos progresistas que el continente ha tenido. Con procesos de integración regional reforzado - Alba al Mercosur, el Banco del Sur de UNASUR, el Consejo de Seguridad de América del Sur al Mercosur, entre otras iniciativas. Desarrollado la Operación Milagro, que se ha utilizado para renovar la visión de más de 2 millones de personas, que de otro modo no habría sido capaz de recuperar la vista. Las nuevas generaciones formadas de mala salud en la mejor medicina social en el mundo - Cuba - en la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Las crisis económicas de la década anterior, típica del neoliberalismo, que debilitó la capacidad de la defensa nacional a los capitales especulativos, lo que promovió, entre muchas otras crisis de México en 1994, Brasil 1999 y Argentina en 2001-02 devastado las economías de esos países. Brasil de Cardoso dejó un país en recesión larga y profunda para Lula, que ha tenido que superar la crisis con las políticas de desarrollo económico.
En el final, los países latinoamericanos que participan en los procesos de integración regional - en especial de Brasil, Bolivia, Uruguay, Ecuador - superó la crisis desatada por los países centrales del capitalismo, que todavía están en recesión, lo que debería se extiende, incluso durante un largo tiempo. Reveló su capacidad para diversificar su comercio exterior, para intensificar intercambios comerciales regionales y ampliar el mercado para el consumo popular.
América Latina muestra el mundo de hoy - el impuesto por el predominio de gobiernos progresistas - un continente de la expansión económica, diciendo que su soberanía - en términos económicos, políticos y de seguridad regional - mejorar la situación social del pueblo, el fortalecimiento de las políticas internacionales que participar en las decisiones sobre las grandes cuestiones mundiales. Fue, sin duda, esta primera década del siglo, la década en América Latina, que se proyecta en la segunda década como un ejemplo de la lucha para superar el neoliberalismo y la construcción de más justo y compasivo.
La década de 1990 fue la peor que América Latina haya vivido. La crisis de la deuda - con sus consecuencias: el FMI, cartas de intención, los ajustes fiscales, etc. - Las dictaduras militares y abrió el camino para que imponen los gobiernos neoliberales en casi todos los continentes. Nos convertimos en la región del mundo con la mayor cantidad de gobiernos neoliberales y sus procedimientos más radicales.
La respuesta de América Latina ha demostrado su capacidad para revertir esta situación dramática: nos convertimos en la región que se concentra en los gobiernos elegidos por el rechazo del neoliberalismo, que alberga los procesos de integración regional con independencia de los EE.UU., que promueve formas innovadoras de integrar a cabo la mercantil.
Los líderes latinoamericanos como Lula, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros, están diseñados a nivel internacional por su capacidad para encarnar las necesidades de su pueblo. Bolivia, Ecuador y Venezuela se han unido a Cuba, con los países que - según la UNESCO - terminó con el analfabetismo.
Los países que han optado por la integración regional y no por los tratados de libre comercio, han ampliado sus economías, distribuye el ingreso y avanzados derechos sociales de sus habitantes se han ampliado significativamente el mercado de consumo popular, diversificado su comercio, se han incrementado significativamente el comercio entre ellos .
En la última década, América Latina se había reducido a la insignificancia. Gobernantes junior - Menem, Fujimori, FHC, Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas de Gortari - había aplicado mecánicamente el neo mismo-modelo liberal, debilitaron el Estado, la soberanía, las economías nacionales. Los gobiernos de los países que han adoptado el programa neoliberal no molestar a nadie, había reducido nuestros estados posteriores a los perdedores de la globalización, los vítores a expensas de un mayor deterioro de la situación de los pueblos de nuestros países.
La primera década del nuevo siglo una nueva América, con el mayor número de gobiernos progresistas que el continente ha tenido. Con procesos de integración regional reforzado - Alba al Mercosur, el Banco del Sur de UNASUR, el Consejo de Seguridad de América del Sur al Mercosur, entre otras iniciativas. Desarrollado la Operación Milagro, que se ha utilizado para renovar la visión de más de 2 millones de personas, que de otro modo no habría sido capaz de recuperar la vista. Las nuevas generaciones formadas de mala salud en la mejor medicina social en el mundo - Cuba - en la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Las crisis económicas de la década anterior, típica del neoliberalismo, que debilitó la capacidad de la defensa nacional a los capitales especulativos, lo que promovió, entre muchas otras crisis de México en 1994, Brasil 1999 y Argentina en 2001-02 devastado las economías de esos países. Brasil de Cardoso dejó un país en recesión larga y profunda para Lula, que ha tenido que superar la crisis con las políticas de desarrollo económico.
En el final, los países latinoamericanos que participan en los procesos de integración regional - en especial de Brasil, Bolivia, Uruguay, Ecuador - superó la crisis desatada por los países centrales del capitalismo, que todavía están en recesión, lo que debería se extiende, incluso durante un largo tiempo. Reveló su capacidad para diversificar su comercio exterior, para intensificar intercambios comerciales regionales y ampliar el mercado para el consumo popular.
América Latina muestra el mundo de hoy - el impuesto por el predominio de gobiernos progresistas - un continente de la expansión económica, diciendo que su soberanía - en términos económicos, políticos y de seguridad regional - mejorar la situación social del pueblo, el fortalecimiento de las políticas internacionales que participar en las decisiones sobre las grandes cuestiones mundiales. Fue, sin duda, esta primera década del siglo, la década en América Latina, que se proyecta en la segunda década como un ejemplo de la lucha para superar el neoliberalismo y la construcción de más justo y compasivo.
jueves, 15 de abril de 2010
EN AMÉRICA LATINA - LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA COMUNICACIÓN: SEÑALES FAVORABLES
POR OSVALDO LEÓN - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones39/nota6.htm
Se rompió el encanto y el tema tabú de la comunicación ya hace parte del debate público en prácticamente todos los países del continente. En varios de ellos, los gobiernos ya han asumido la necesidad de establecer normativas legales para democratizar el sector, haciéndose eco de las demandas que en este sentido han venido impulsando colectivos sociales y ciudadanos. Esta es, posiblemente, una de las expresiones más claras de los aires de cambio que soplan en la región.
"Sin democratización de la comunicación, no hay democracia" fue una proclama que nació de grupos activistas e intelectuales -particularmente de quienes abordan el tema desde la economía política de la comunicación- al calor de los procesos de retorno constitucional registrados a inicios de los '80. Una de sus primeras demandas: que los medios de comunicación dispongan espacios para poder debatir su rol y responsabilidad social. Imposible.
Años después, se expanden e imponen las políticas neoliberales que entre otras cosas dan paso a una mayor concentración monopólica y oligopólica mediática. En tales condiciones, dar paso a tal debate, un imposible mayor. Es más, la sola posibilidad de proponerlo prácticamente resultaba ser una amenaza a la "libertad de expresión".
Cuando, ante la incapacidad del neoliberalismo de resolver los problemas que prometió hacerlo -y que por el contrario los agravó- el mapa político cambia de color, paulatinamente va cobrando fuerza esa demanda básica de abrir el debate sobre los medios de comunicación y sus responsabilidades sociales. Y el imposible se revierte: los medios del establecimiento se atrincheran en el sentido patrimonialista de la "libertad de expresión", a partir del cual tratan de imponer un gran monólogo, apoyándose en la tradicional auto-referencia que entre ellos han establecido, tanto nacional como internacionalmente; pero resultan rebasados por un proceso de democratización que aspira garantizar como mínimo la pluralidad y diversidad informativas, abriendo y asegurando condiciones para que los sectores sociales tradicionalmente excluidos puedan irrumpir en tal espacio. Y es así como el debate está abierto.
HACIA NUEVAS NORMATIVAS
Entre las tareas pendientes que por décadas los colectivos de izquierda y, en general, el campo popular han tenido dificultades para descifrar, se encuentra la relativa a la comunicación. Situación que los ha llevado a moverse entre la condena y la fascinación respecto a los medios masivos de difusión, aunque en términos reales con la preeminencia de esta última por consideraciones pragmáticas circunscritas al "posibilismo mediático", para -como la política correcta indica- asegurar visibilidad pública.
Cuando estas fuerzas comienzan a conquistar espacios de gobierno, sin agenda propia en materia de comunicación, esa lógica pragmática les ha conducido a tratar de establecer acuerdos -tácitos o implícitos- con los magnates de esos medios de difusión como fórmula de entendimiento de una especie de "no agresión". Pero como los cambios ponen en juego intereses, tarde o temprano tal fórmula termina por develarse inviable, más aún cuando de por medio existen actores sociales exigiendo la democratización de la comunicación.
El primer sacudón se dio en Venezuela, cuando el fallido golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2002 demostró que un eje principal de la intentona radicó en el manejo mediático de los grandes medios de difusión. Es a partir de este acontecimiento que el mandatario venezolano "reconoce" la existencia de medios alternativos y comunitarios que, entre otros factores, jugaron un rol clave para impedir que se rompa el hilo constitucional.
A partir de allí se abre otra historia, que da lugar al tratamiento de la "Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión" (conocida como ley Resorte), sancionada en diciembre de 2005 y a políticas para fomentar medios públicos y comunitarios; pero también, a una persistente y abrumadora campaña nacional e internacional en contra del mandatario venezolano por parte de los grandes conglomerados mediáticos, cuyo mensaje se encubre en la defensa de la libertad de expresión para decir "no toquen a nuestros negocios".
En Ecuador, el 28 de septiembre de 2008 el electorado aprobó la nueva Constitución que recoge la voluntad de cambio y anhelos acumulados de la gran mayoría de la población para alcanzar transformaciones estructurales. Entre los logros constitucionales consta el reconocimiento de la comunicación como un derecho humano fundamental, como parte de los Derechos del buen vivir. Los Derechos de la Comunicación e Información consagrados establecen un marco inédito para avanzar hacia una profunda democratización del sector.
Por mandato constitucional, en la Asamblea Nacional se encuentra en trámite la aprobación de la Ley de Comunicación que habrá de desarrollar lo estipulado en la Carta Magna. Para su tratamiento se presentaron tres proyectos: uno desde la oposición, otro desde el oficialismo y el del Foro Ecuatoriano de la Comunicación. El resultado final aún es incierto por el ambiente de intimidación que han logrado montar los grandes medios empresariales.
Tras el fallido esfuerzo inicial de cuestionar la elaboración misma de la Ley, estos sectores han desencadenado una gigantesca campaña para descalificarla de antemano: antes siquiera de que la comisión encargada inicie el tratamiento ya fue tildada de "ley mordaza", de "dictatorial" y así por el estilo. En las circunstancias, bajo la batuta de tales medios de difusión, la dispersa oposición aspira hacer del rechazo a la ley un mecanismo para reagruparse y disputar las calles, con miras a, en un primer momento, dilatar su procesamiento para que la normativa elimine o reduzca al máximo las disposiciones que puedan afectar a sus particulares intereses.
Con un sentido también de reagrupar fuerzas y esfuerzos, redes de comunicación, gremios periodísticos, movimientos sociales y populares, y organizaciones de derechos humanos han hecho pública su condena a "la campaña mediática de los grandes grupos empresariales de la comunicación", al tiempo de insistir en que la conceptualización de la Ley se sustente en la defensa irrestricta de la libertad de expresión y del derecho a recibir información verificada y plural; derecho a la rectificación; distribución en tres tercios de las frecuencias de radio y televisión entre los sectores público, privado y comunitario; prohibición de concentración de frecuencias y monopolios mediáticos; producción nacional y local desde la diversidad cultural y geográfica; acceso universal a las tecnologías de información y comunicación; institucionalización de la defensoría del público; distribución equitativa de la publicación estatal; reversión de frecuencias obtenidas ilegítimamente. Así las cosas, los días que están por venir se anuncian muy agitados.
Al igual que en Ecuador, los poderes mediáticos bolivianos -y por supuesto los partidos de oposición- no han escatimado estratagema alguna para desvirtuar tanto la gestión del gobierno presidido por Evo Morales como el nuevo texto constitucional que entró en vigencia el 7 de febrero de 2009. Por el bloqueo de las fuerzas de derecha en el Senado, poco o nada se ha traducido dicho texto en normas legislativas. El arrollador triunfo alcanzado por Evo Morales y su partido el MAS en las elecciones del 6 de diciembre de 2009, abre un nuevo escenario en el cual, como ya anticipó el mandatario, acelerará "el proceso de cambio". En tal sentido, la legislación para dar cuerpo al reconocimiento constitucional del derecho a la comunicación e información, obviamente encontrará su curso en un período inmediato. Toda vez, lo anterior no ha impedido para que régimen impulse medidas para reforzar los medios públicos y fomentar medios comunitarios, como la red de radios indígenas, entre otras.
Tras un amplio debate a nivel nacional, el 10 de octubre de 2009 el Senado argentino aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que pone término a la norma que había regido en esta materia desde la dictadura militar. Siendo que uno de los propósitos de la Ley apunta a la desmonopolización del sector, los grandes conglomerados, articulados por el poderoso grupo Clarín, no solo que ignoraron el debate que se realizó durante siete meses, sino que activó una campaña demoledora para bloquear tal iniciativa. En el recuadro adjunto se revisa este proceso con mayor profundidad.
Si bien al inicio del segundo mandato del presidente Lula da Silva en Brasil se proclamó que una de sus prioridades sería dar paso a una reforma en materia de medios de comunicación, no fue sino a fines de enero de 2009, en el marco del Foro Social Mundial realizado en la ciudad de Belem, que el mandatario anunció la realización de "una gran conferencia sobre comunicación".
La iniciativa fue oficializada el 17 de abril como 1ª Conferencia Nacional de Comunicación (CONFECOM), que tendrá lugar del 14 al 17 de diciembre 2009 en Brasilia. Para el efecto se han establecido tres ejes temáticos: "producción de contenido", "medios de distribución" y "ciudadanía: derechos y deberes", los cuales abarcan 56 subtemas. Mientras que para su organización se conformó una Comisión integrada por representantes de tres sectores: movimientos sociales, organizaciones empresariales y gobierno. En la fase preparatoria, los grandes conglomerados empresariales optaron por retirarse de dicha Comisión para luego tratar de boicotearla y dar inicio a una campaña descalificadora de la Conferencia.
Tras la convocatoria, los diversos sectores han propiciado la realización de consultas, foros, intercambios para afinar posiciones comunes, que comenzaron a ser expuestas en las reuniones municipales y estaduales preparatorias para la plenaria. Estas reuniones arrancaron el 31 de octubre con la participación de millares de personas en todo el país, pero que la gran prensa no ha reportado.
Aunque la propia realización de la 1ª CONFECOM es considerada como una victoria de los sectores sociales, por ser un hito que establecerá un marco en la historia de la comunicación brasileña y por el carácter pedagógico que ha primado en la fase preparatoria, ni los más optimistas están seguros de los resultados, por lo intrincado de la correlación de fuerzas.
En Uruguay, entre tanto, el 26 de noviembre de 2009 el Ejecutivo remitió al Parlamento el proyecto de ley que regula contenidos en medios de comunicación, con el fin de promover la producción nacional y, así, dar una oportunidad a artistas y creadores. El proyecto parte de la existencia de "grandes monopolios transnacionales, con criterios esencialmente mercantiles y comerciales, que concentran la propiedad de empresas culturales y que disponen de poderosas redes que orientan y controlan la producción y distribución de contenidos a nivel global", acotando que "el mercado por sí solo no garantiza la diversidad cultural".
Elaborado por el Ministerio de Educación y Cultura, el proyecto plantea la estipulación de un 50% para la producción nacional y la creación de un Consejo de Mediación integrado por tres personas, una por tipo de medio, que contará con una alta independencia en la órbita del Parlamento. Más allá de esta iniciativa, hay quienes consideran que uno de los principales desafíos del presidente entrante, José Mujica, es la reforma de la comunicación. ¿Será?
En fin, estamos ante un escenario donde, por una parte, los grupos de poder mediático para sostener el statu-quo han desatado una sórdida campaña para demonizar cualquier medida que implique abrir el juego y espacios para nuevas voces y actores sociales, en términos tales que internacionalmente cuentan con la resonancia orquestada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Por otra parte, la causa de la democratización de la comunicación que cada vez más es asumida por una diversidad de movimientos sociales, y ya no únicamente por actores relacionados directamente con este campo, con ritmos y particularidades propias a los respectivos países.
ALAI, diciembre 14 de 2009.
Se rompió el encanto y el tema tabú de la comunicación ya hace parte del debate público en prácticamente todos los países del continente. En varios de ellos, los gobiernos ya han asumido la necesidad de establecer normativas legales para democratizar el sector, haciéndose eco de las demandas que en este sentido han venido impulsando colectivos sociales y ciudadanos. Esta es, posiblemente, una de las expresiones más claras de los aires de cambio que soplan en la región.
"Sin democratización de la comunicación, no hay democracia" fue una proclama que nació de grupos activistas e intelectuales -particularmente de quienes abordan el tema desde la economía política de la comunicación- al calor de los procesos de retorno constitucional registrados a inicios de los '80. Una de sus primeras demandas: que los medios de comunicación dispongan espacios para poder debatir su rol y responsabilidad social. Imposible.
Años después, se expanden e imponen las políticas neoliberales que entre otras cosas dan paso a una mayor concentración monopólica y oligopólica mediática. En tales condiciones, dar paso a tal debate, un imposible mayor. Es más, la sola posibilidad de proponerlo prácticamente resultaba ser una amenaza a la "libertad de expresión".
Cuando, ante la incapacidad del neoliberalismo de resolver los problemas que prometió hacerlo -y que por el contrario los agravó- el mapa político cambia de color, paulatinamente va cobrando fuerza esa demanda básica de abrir el debate sobre los medios de comunicación y sus responsabilidades sociales. Y el imposible se revierte: los medios del establecimiento se atrincheran en el sentido patrimonialista de la "libertad de expresión", a partir del cual tratan de imponer un gran monólogo, apoyándose en la tradicional auto-referencia que entre ellos han establecido, tanto nacional como internacionalmente; pero resultan rebasados por un proceso de democratización que aspira garantizar como mínimo la pluralidad y diversidad informativas, abriendo y asegurando condiciones para que los sectores sociales tradicionalmente excluidos puedan irrumpir en tal espacio. Y es así como el debate está abierto.
HACIA NUEVAS NORMATIVAS
Entre las tareas pendientes que por décadas los colectivos de izquierda y, en general, el campo popular han tenido dificultades para descifrar, se encuentra la relativa a la comunicación. Situación que los ha llevado a moverse entre la condena y la fascinación respecto a los medios masivos de difusión, aunque en términos reales con la preeminencia de esta última por consideraciones pragmáticas circunscritas al "posibilismo mediático", para -como la política correcta indica- asegurar visibilidad pública.
Cuando estas fuerzas comienzan a conquistar espacios de gobierno, sin agenda propia en materia de comunicación, esa lógica pragmática les ha conducido a tratar de establecer acuerdos -tácitos o implícitos- con los magnates de esos medios de difusión como fórmula de entendimiento de una especie de "no agresión". Pero como los cambios ponen en juego intereses, tarde o temprano tal fórmula termina por develarse inviable, más aún cuando de por medio existen actores sociales exigiendo la democratización de la comunicación.
El primer sacudón se dio en Venezuela, cuando el fallido golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2002 demostró que un eje principal de la intentona radicó en el manejo mediático de los grandes medios de difusión. Es a partir de este acontecimiento que el mandatario venezolano "reconoce" la existencia de medios alternativos y comunitarios que, entre otros factores, jugaron un rol clave para impedir que se rompa el hilo constitucional.
A partir de allí se abre otra historia, que da lugar al tratamiento de la "Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión" (conocida como ley Resorte), sancionada en diciembre de 2005 y a políticas para fomentar medios públicos y comunitarios; pero también, a una persistente y abrumadora campaña nacional e internacional en contra del mandatario venezolano por parte de los grandes conglomerados mediáticos, cuyo mensaje se encubre en la defensa de la libertad de expresión para decir "no toquen a nuestros negocios".
En Ecuador, el 28 de septiembre de 2008 el electorado aprobó la nueva Constitución que recoge la voluntad de cambio y anhelos acumulados de la gran mayoría de la población para alcanzar transformaciones estructurales. Entre los logros constitucionales consta el reconocimiento de la comunicación como un derecho humano fundamental, como parte de los Derechos del buen vivir. Los Derechos de la Comunicación e Información consagrados establecen un marco inédito para avanzar hacia una profunda democratización del sector.
Por mandato constitucional, en la Asamblea Nacional se encuentra en trámite la aprobación de la Ley de Comunicación que habrá de desarrollar lo estipulado en la Carta Magna. Para su tratamiento se presentaron tres proyectos: uno desde la oposición, otro desde el oficialismo y el del Foro Ecuatoriano de la Comunicación. El resultado final aún es incierto por el ambiente de intimidación que han logrado montar los grandes medios empresariales.
Tras el fallido esfuerzo inicial de cuestionar la elaboración misma de la Ley, estos sectores han desencadenado una gigantesca campaña para descalificarla de antemano: antes siquiera de que la comisión encargada inicie el tratamiento ya fue tildada de "ley mordaza", de "dictatorial" y así por el estilo. En las circunstancias, bajo la batuta de tales medios de difusión, la dispersa oposición aspira hacer del rechazo a la ley un mecanismo para reagruparse y disputar las calles, con miras a, en un primer momento, dilatar su procesamiento para que la normativa elimine o reduzca al máximo las disposiciones que puedan afectar a sus particulares intereses.
Con un sentido también de reagrupar fuerzas y esfuerzos, redes de comunicación, gremios periodísticos, movimientos sociales y populares, y organizaciones de derechos humanos han hecho pública su condena a "la campaña mediática de los grandes grupos empresariales de la comunicación", al tiempo de insistir en que la conceptualización de la Ley se sustente en la defensa irrestricta de la libertad de expresión y del derecho a recibir información verificada y plural; derecho a la rectificación; distribución en tres tercios de las frecuencias de radio y televisión entre los sectores público, privado y comunitario; prohibición de concentración de frecuencias y monopolios mediáticos; producción nacional y local desde la diversidad cultural y geográfica; acceso universal a las tecnologías de información y comunicación; institucionalización de la defensoría del público; distribución equitativa de la publicación estatal; reversión de frecuencias obtenidas ilegítimamente. Así las cosas, los días que están por venir se anuncian muy agitados.
Al igual que en Ecuador, los poderes mediáticos bolivianos -y por supuesto los partidos de oposición- no han escatimado estratagema alguna para desvirtuar tanto la gestión del gobierno presidido por Evo Morales como el nuevo texto constitucional que entró en vigencia el 7 de febrero de 2009. Por el bloqueo de las fuerzas de derecha en el Senado, poco o nada se ha traducido dicho texto en normas legislativas. El arrollador triunfo alcanzado por Evo Morales y su partido el MAS en las elecciones del 6 de diciembre de 2009, abre un nuevo escenario en el cual, como ya anticipó el mandatario, acelerará "el proceso de cambio". En tal sentido, la legislación para dar cuerpo al reconocimiento constitucional del derecho a la comunicación e información, obviamente encontrará su curso en un período inmediato. Toda vez, lo anterior no ha impedido para que régimen impulse medidas para reforzar los medios públicos y fomentar medios comunitarios, como la red de radios indígenas, entre otras.
Tras un amplio debate a nivel nacional, el 10 de octubre de 2009 el Senado argentino aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que pone término a la norma que había regido en esta materia desde la dictadura militar. Siendo que uno de los propósitos de la Ley apunta a la desmonopolización del sector, los grandes conglomerados, articulados por el poderoso grupo Clarín, no solo que ignoraron el debate que se realizó durante siete meses, sino que activó una campaña demoledora para bloquear tal iniciativa. En el recuadro adjunto se revisa este proceso con mayor profundidad.
Si bien al inicio del segundo mandato del presidente Lula da Silva en Brasil se proclamó que una de sus prioridades sería dar paso a una reforma en materia de medios de comunicación, no fue sino a fines de enero de 2009, en el marco del Foro Social Mundial realizado en la ciudad de Belem, que el mandatario anunció la realización de "una gran conferencia sobre comunicación".
La iniciativa fue oficializada el 17 de abril como 1ª Conferencia Nacional de Comunicación (CONFECOM), que tendrá lugar del 14 al 17 de diciembre 2009 en Brasilia. Para el efecto se han establecido tres ejes temáticos: "producción de contenido", "medios de distribución" y "ciudadanía: derechos y deberes", los cuales abarcan 56 subtemas. Mientras que para su organización se conformó una Comisión integrada por representantes de tres sectores: movimientos sociales, organizaciones empresariales y gobierno. En la fase preparatoria, los grandes conglomerados empresariales optaron por retirarse de dicha Comisión para luego tratar de boicotearla y dar inicio a una campaña descalificadora de la Conferencia.
Tras la convocatoria, los diversos sectores han propiciado la realización de consultas, foros, intercambios para afinar posiciones comunes, que comenzaron a ser expuestas en las reuniones municipales y estaduales preparatorias para la plenaria. Estas reuniones arrancaron el 31 de octubre con la participación de millares de personas en todo el país, pero que la gran prensa no ha reportado.
Aunque la propia realización de la 1ª CONFECOM es considerada como una victoria de los sectores sociales, por ser un hito que establecerá un marco en la historia de la comunicación brasileña y por el carácter pedagógico que ha primado en la fase preparatoria, ni los más optimistas están seguros de los resultados, por lo intrincado de la correlación de fuerzas.
En Uruguay, entre tanto, el 26 de noviembre de 2009 el Ejecutivo remitió al Parlamento el proyecto de ley que regula contenidos en medios de comunicación, con el fin de promover la producción nacional y, así, dar una oportunidad a artistas y creadores. El proyecto parte de la existencia de "grandes monopolios transnacionales, con criterios esencialmente mercantiles y comerciales, que concentran la propiedad de empresas culturales y que disponen de poderosas redes que orientan y controlan la producción y distribución de contenidos a nivel global", acotando que "el mercado por sí solo no garantiza la diversidad cultural".
Elaborado por el Ministerio de Educación y Cultura, el proyecto plantea la estipulación de un 50% para la producción nacional y la creación de un Consejo de Mediación integrado por tres personas, una por tipo de medio, que contará con una alta independencia en la órbita del Parlamento. Más allá de esta iniciativa, hay quienes consideran que uno de los principales desafíos del presidente entrante, José Mujica, es la reforma de la comunicación. ¿Será?
En fin, estamos ante un escenario donde, por una parte, los grupos de poder mediático para sostener el statu-quo han desatado una sórdida campaña para demonizar cualquier medida que implique abrir el juego y espacios para nuevas voces y actores sociales, en términos tales que internacionalmente cuentan con la resonancia orquestada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Por otra parte, la causa de la democratización de la comunicación que cada vez más es asumida por una diversidad de movimientos sociales, y ya no únicamente por actores relacionados directamente con este campo, con ritmos y particularidades propias a los respectivos países.
ALAI, diciembre 14 de 2009.
miércoles, 14 de abril de 2010
Las fisuras de la historia
Por Ricardo Forster -http://www.elargentino.com/nota-86184-Las-fisuras-de-la-historia.html
Las fisuras de la historia constituyen momentos que, por lo general, suelen tomarnos desprevenidos o poco atentos para leer sus características y lo que abren en el horizonte de una sociedad. Pocos imaginaron las consecuencias que traería el ya famoso discurso de Raúl Alfonsín durante los días de Semana Santa del ’87, cuando ante una multitud congregada en Plaza de Mayo para defender la democracia contra la rebelión golpista de los carapintadas comandados por el entonces ignoto oficial Aldo Rico, lejos de apuntalar el ánimo movilizado de gran parte de los argentinos congeló su entusiasmo hablando de “héroes de las Malvinas” y de que “la casa está en orden” inaugurando la etapa de las leyes de la impunidad que, como todos ya sabemos y unido al deterioro económico y a la hiperinflación, allanaron el camino para la llegada de Menem y su “revolución” neoliberal de la mano de Cavallo y su convertibilidad. Seguramente ni el propio Alfonsín alcanzó a vislumbrar que iniciaba el fin de sus expectativas y la entrada en su ostracismo político del que sólo salió cuando se transformó en parte intocable del panteón nacional. Lejos, muy lejos, quedaban las esperanzas abiertas el 10 de diciembre de 1983.
Una generación de jóvenes recién llegados a la democracia y, en parte, al entusiasmo político quedó profundamente herida y desilusionada abriendo casi dos décadas de despolitización y apatía que se volvieron perfectamente funcionales a la inauguración de una década, la de los ’90, abroquelada alrededor de esa despolitización y brutalmente ofensiva en la instalación de un modelo económico-cultural capaz de quebrarle, eso parecía, definitivamente el espinazo a los restos todavía existentes de una Argentina que pese a Martínez de Hoz y a la dictadura homicida mantenía viejas herencias bienestaristas.
Los ’90 y su eje neoliberal, ya lo sabemos, destruyeron el aparato productivo, desguazaron el Estado, fragmentaron la vida social, mutilaron las prácticas sindicales avanzando demoledoramente sobre el trabajo y los derechos de los asalariados, quebraron el imaginario solidario que desde décadas había girado alrededor del sistema jubilatorio estatal y público para privatizar el ahorro de los argentinos y ponerlos al servicio de la especulación financiera, le hicieron un daño difícil de reparar a la idea misma de lo público en detrimento de la apología de lo privado y de sus cultores y convirtieron a la Argentina en una “fiesta” alucinada en la que una parte de la sociedad se gastó el ahorro de varias generaciones proyectando sobre el futuro una sombra ominosa de endeudamiento infinito asentado sobre las privatizaciones fraudulentas del patrimonio nacional.
Pero también, y no en menor medida, fueron años de transformaciones culturales y de profundización del poder corporativo y monopólico de algunos grupos mediáticos que tendrían y siguen teniendo una enorme influencia en la generación de sentido común y de opinión pública.
Esa “fisura” no inmediatamente perceptible de aquella Semana Santa del ’87 vino a clausurar las ilusiones del alfonsinismo, aquello de que con la democracia se cura, se educa y se come (siempre y cuando se logre limitar y controlar el poder de las corporaciones económicas y habilitar un proceso redistributivo, eso también hay que decirlo y que Alfonsín apenas pudo intentar y que rápidamente abandonó cuando le habló al país de “economía de guerra” y promovió el Plan Austral. Quedará como parte de lo mejor de su historia el gesto político fundamental y valiente que llevó al memorable juicio a las juntas militares), para mutilar la tradición equitativa y abrir un tiempo caracterizado (que aún perdura en sus consecuencias nefastas) por la mayor concentración de riqueza en menos manos de la historia contemporánea generadora de una inédita desigualdad social.
De ese tiempo posalfonsinista, cuyo certificado de defunción antecedió a su muerte efectiva, recién comenzamos a salir en el 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, generando, también, una fisura impredecible e imprevista en el devenir de la historia argentina que, en parte, había sido precedido por los acontecimientos dramáticos de diciembre de 2001 y el derrumbe del gobierno calamitoso de la Alianza y de la figura esperpéntica de Fernando de la Rúa.
Tal vez sin imaginarlo, y en muchos sin desearlo, el resultado electoral de 2003 que podía haber tenido otro ganador si el azar de algún punto más o menos hubiera cambiado los nombres del balotaje que finalmente no fue por deserción de Menem (¿se imagina el amigo lector si hubiera sido López Murphy el otro en discordia en vez del santacruceño o si el insondable Reutemann no hubiera renunciado a su candidatura vaya a saberse por qué misteriosos arcanos que se lo impidieron? ¿Estamos en condiciones de imaginar qué nos hubiera acontecido como país y cuáles serían nuestras actuales circunstancias, crisis económica mundial de por medio? Preguntas cuyas respuestas dejamos para aquellos que les gusta hacer historia contrafáctica y que se divierten iniciando sus frases con “qué hubiera pasado si…”) Lo cierto es que el 25 de mayo de 2003 y a través de un discurso de asunción no imaginado se inició una etapa nueva y anómala de la vida nacional.
Cuesta mucho, supone un gran esfuerzo, afirmar, como lo hacen algunos, que estamos delante de una colosal impostura y que nada ha sucedido de significativo en la trama política, económica, social y cultural en los últimos seis años. Que en realidad vivimos la continuidad de los ’90 pero maquillados astutamente por quienes han venido a ofrecer una imagen de sí mismos que no se corresponde con la efectiva acción de gobierno que no hace otra cosa que reproducir la lógica neoliberal.
Resulta entre grotesco y alucinado concluir que la política de derechos humanos, que el rechazo al Tratado de Libre Comercio, que el desendeudamiento del FMI y la gigantesca quita de deuda, que la construcción de una Corte Suprema autónoma y respetable, que la reestatización del sistema jubilatorio y la movilidad por ley de los haberes, que la clara opción por una política internacional latinoamericanista, que la participación activa en la defensa de la democracia boliviana y en el repudio al golpe hondureño, que el intento de apropiarse de la renta extraordinaria sojera, que la ley de medios audiovisuales, que la no represión de cualquier protesta social, que la defensa efectiva del trabajo y del salario unido a la recuperación de la paritarias, que la decisión de implementar la asignación universal por hijo, que el nombramiento inédito de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central, sean apenas ejercicios imaginarios para seguir abonando la continuidad neoliberal profundizando la lógica de la impostura como lo dicen Pino Solanas y Claudio Lozano y como con astucia intentan destacarlo, en franca consonancia con los primeros, los Morales Solá o los Mariano Grondona que, eso sí, tienen claro por qué el kirchnerismo es el enemigo a vencer. Pregunta ingenua: ¿para qué bombardear sin misericordia e intentar destituir a unos impostores que sólo benefician a los dueños eternos del poder en Argentina? ¿Tan loca es la simulación o tan brillante la impostura que hasta los mismos actores se creen sus papeles?
Lo que es importante señalar con todas las palabras, y eso más allá y con los límites y desaciertos de lo emprendido en mayo del 2003 pero también con su enorme salto cualitativo en la recuperación de derechos y de participación popular, es que, como destacaba Horacio González en un artículo reciente, estamos delante de “una fisura en la historia”, de esas que nos ofrece la oportunidad de ser contemporáneos de un proceso de transformaciones que abren la posibilidad cierta de romper la inercia ominosa de la vida argentina, esa que se inició en marzo del 76 y que vio de qué manera brutal y sistemática se buscó anular vidas y derechos generando las condiciones para liberar al capitalismo especulativo-financiero de toda traba y dejándole las manos libres para desarrollar a su antojo un modelo económico destructor de la memoria de la equidad.
Que la fisura se convierta en un extraordinario proyecto de refundación de la sociedad argentina de acuerdo con los mejores valores emancipatorios depende, como siempre, de su pueblo y de estar a la altura de los actuales desafíos sabiendo, eso sí, que los peligros de restauración siguen a la orden del día y muchas veces se disfrazan con los trajes del seudoprogresismo. 36
Las fisuras de la historia constituyen momentos que, por lo general, suelen tomarnos desprevenidos o poco atentos para leer sus características y lo que abren en el horizonte de una sociedad. Pocos imaginaron las consecuencias que traería el ya famoso discurso de Raúl Alfonsín durante los días de Semana Santa del ’87, cuando ante una multitud congregada en Plaza de Mayo para defender la democracia contra la rebelión golpista de los carapintadas comandados por el entonces ignoto oficial Aldo Rico, lejos de apuntalar el ánimo movilizado de gran parte de los argentinos congeló su entusiasmo hablando de “héroes de las Malvinas” y de que “la casa está en orden” inaugurando la etapa de las leyes de la impunidad que, como todos ya sabemos y unido al deterioro económico y a la hiperinflación, allanaron el camino para la llegada de Menem y su “revolución” neoliberal de la mano de Cavallo y su convertibilidad. Seguramente ni el propio Alfonsín alcanzó a vislumbrar que iniciaba el fin de sus expectativas y la entrada en su ostracismo político del que sólo salió cuando se transformó en parte intocable del panteón nacional. Lejos, muy lejos, quedaban las esperanzas abiertas el 10 de diciembre de 1983.
Una generación de jóvenes recién llegados a la democracia y, en parte, al entusiasmo político quedó profundamente herida y desilusionada abriendo casi dos décadas de despolitización y apatía que se volvieron perfectamente funcionales a la inauguración de una década, la de los ’90, abroquelada alrededor de esa despolitización y brutalmente ofensiva en la instalación de un modelo económico-cultural capaz de quebrarle, eso parecía, definitivamente el espinazo a los restos todavía existentes de una Argentina que pese a Martínez de Hoz y a la dictadura homicida mantenía viejas herencias bienestaristas.
Los ’90 y su eje neoliberal, ya lo sabemos, destruyeron el aparato productivo, desguazaron el Estado, fragmentaron la vida social, mutilaron las prácticas sindicales avanzando demoledoramente sobre el trabajo y los derechos de los asalariados, quebraron el imaginario solidario que desde décadas había girado alrededor del sistema jubilatorio estatal y público para privatizar el ahorro de los argentinos y ponerlos al servicio de la especulación financiera, le hicieron un daño difícil de reparar a la idea misma de lo público en detrimento de la apología de lo privado y de sus cultores y convirtieron a la Argentina en una “fiesta” alucinada en la que una parte de la sociedad se gastó el ahorro de varias generaciones proyectando sobre el futuro una sombra ominosa de endeudamiento infinito asentado sobre las privatizaciones fraudulentas del patrimonio nacional.
Pero también, y no en menor medida, fueron años de transformaciones culturales y de profundización del poder corporativo y monopólico de algunos grupos mediáticos que tendrían y siguen teniendo una enorme influencia en la generación de sentido común y de opinión pública.
Esa “fisura” no inmediatamente perceptible de aquella Semana Santa del ’87 vino a clausurar las ilusiones del alfonsinismo, aquello de que con la democracia se cura, se educa y se come (siempre y cuando se logre limitar y controlar el poder de las corporaciones económicas y habilitar un proceso redistributivo, eso también hay que decirlo y que Alfonsín apenas pudo intentar y que rápidamente abandonó cuando le habló al país de “economía de guerra” y promovió el Plan Austral. Quedará como parte de lo mejor de su historia el gesto político fundamental y valiente que llevó al memorable juicio a las juntas militares), para mutilar la tradición equitativa y abrir un tiempo caracterizado (que aún perdura en sus consecuencias nefastas) por la mayor concentración de riqueza en menos manos de la historia contemporánea generadora de una inédita desigualdad social.
De ese tiempo posalfonsinista, cuyo certificado de defunción antecedió a su muerte efectiva, recién comenzamos a salir en el 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, generando, también, una fisura impredecible e imprevista en el devenir de la historia argentina que, en parte, había sido precedido por los acontecimientos dramáticos de diciembre de 2001 y el derrumbe del gobierno calamitoso de la Alianza y de la figura esperpéntica de Fernando de la Rúa.
Tal vez sin imaginarlo, y en muchos sin desearlo, el resultado electoral de 2003 que podía haber tenido otro ganador si el azar de algún punto más o menos hubiera cambiado los nombres del balotaje que finalmente no fue por deserción de Menem (¿se imagina el amigo lector si hubiera sido López Murphy el otro en discordia en vez del santacruceño o si el insondable Reutemann no hubiera renunciado a su candidatura vaya a saberse por qué misteriosos arcanos que se lo impidieron? ¿Estamos en condiciones de imaginar qué nos hubiera acontecido como país y cuáles serían nuestras actuales circunstancias, crisis económica mundial de por medio? Preguntas cuyas respuestas dejamos para aquellos que les gusta hacer historia contrafáctica y que se divierten iniciando sus frases con “qué hubiera pasado si…”) Lo cierto es que el 25 de mayo de 2003 y a través de un discurso de asunción no imaginado se inició una etapa nueva y anómala de la vida nacional.
Cuesta mucho, supone un gran esfuerzo, afirmar, como lo hacen algunos, que estamos delante de una colosal impostura y que nada ha sucedido de significativo en la trama política, económica, social y cultural en los últimos seis años. Que en realidad vivimos la continuidad de los ’90 pero maquillados astutamente por quienes han venido a ofrecer una imagen de sí mismos que no se corresponde con la efectiva acción de gobierno que no hace otra cosa que reproducir la lógica neoliberal.
Resulta entre grotesco y alucinado concluir que la política de derechos humanos, que el rechazo al Tratado de Libre Comercio, que el desendeudamiento del FMI y la gigantesca quita de deuda, que la construcción de una Corte Suprema autónoma y respetable, que la reestatización del sistema jubilatorio y la movilidad por ley de los haberes, que la clara opción por una política internacional latinoamericanista, que la participación activa en la defensa de la democracia boliviana y en el repudio al golpe hondureño, que el intento de apropiarse de la renta extraordinaria sojera, que la ley de medios audiovisuales, que la no represión de cualquier protesta social, que la defensa efectiva del trabajo y del salario unido a la recuperación de la paritarias, que la decisión de implementar la asignación universal por hijo, que el nombramiento inédito de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central, sean apenas ejercicios imaginarios para seguir abonando la continuidad neoliberal profundizando la lógica de la impostura como lo dicen Pino Solanas y Claudio Lozano y como con astucia intentan destacarlo, en franca consonancia con los primeros, los Morales Solá o los Mariano Grondona que, eso sí, tienen claro por qué el kirchnerismo es el enemigo a vencer. Pregunta ingenua: ¿para qué bombardear sin misericordia e intentar destituir a unos impostores que sólo benefician a los dueños eternos del poder en Argentina? ¿Tan loca es la simulación o tan brillante la impostura que hasta los mismos actores se creen sus papeles?
Lo que es importante señalar con todas las palabras, y eso más allá y con los límites y desaciertos de lo emprendido en mayo del 2003 pero también con su enorme salto cualitativo en la recuperación de derechos y de participación popular, es que, como destacaba Horacio González en un artículo reciente, estamos delante de “una fisura en la historia”, de esas que nos ofrece la oportunidad de ser contemporáneos de un proceso de transformaciones que abren la posibilidad cierta de romper la inercia ominosa de la vida argentina, esa que se inició en marzo del 76 y que vio de qué manera brutal y sistemática se buscó anular vidas y derechos generando las condiciones para liberar al capitalismo especulativo-financiero de toda traba y dejándole las manos libres para desarrollar a su antojo un modelo económico destructor de la memoria de la equidad.
Que la fisura se convierta en un extraordinario proyecto de refundación de la sociedad argentina de acuerdo con los mejores valores emancipatorios depende, como siempre, de su pueblo y de estar a la altura de los actuales desafíos sabiendo, eso sí, que los peligros de restauración siguen a la orden del día y muchas veces se disfrazan con los trajes del seudoprogresismo. 36
martes, 13 de abril de 2010
Los ''forajidos'' se despiertan en Argentina
Por: Hugo Muleiro - Periodista argentino, ensayista y docente
Una parte de los argentinos, imposible de cuantificar por ahora, parece estar decidiéndose a dar pelea a grandes sectores del poder que combaten incansablemente contra el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, empezando por los grupos empresarios que concentran gran cantidad de medios de difusión.
Los motivos de la ofensiva contra el gobierno, que se profundizó cuando en las elecciones legislativas de 2009 el oficialismo retrocedió de mayoría simple a primera minoría en el Congreso Nacional, son tantos que parece imposible enumerarlos en un artículo periodístico: prácticamente todas las medidas gubernamentales son criticadas y repudiadas por una oposición política que va de la derecha a la izquierda, entre ex adversarios que ahora coinciden de manera sorprendente.
Esa coalición que forma mayoría circunstancial en el Congreso tiene una caja de resonancia incondicional, fiel, infaltable: los medios de difusión privados, en especial los del grupo Clarín, que incluye diarios, radios, canales de televisión abierta y por cable y una agencia de noticias.
El control de la información y su manejo discrecional por parte de unos pocos empresarios periodísticos, que fueron además cómplices de los crímenes de la dictadura militar (1976-1983) es uno de los factores más evidentes de la democracia inmadura e incompleta que padecen los argentinos.
La presidenta Fernández tomó la decisión de enfrentar a este grupo poderoso, capaz de jaquear y condicionar a los gobiernos elegidos democráticamente, apoyándose en una serie de organizaciones que venían bregando por la derogación de la ley de radio y televisión de la dictadura. Así, antes de la renovación legislativa, logró aprobar una ley de medios audiovisuales que busca romper la concentración en unas pocas manos de las licencias que el estado mismo adjudica, abriendo la comunicación a otros sectores como pueblos originarios, universidades, movimientos sociales, cooperativas, sindicatos.
La aprobación legislativa de la norma fue apenas el primer capítulo de un enfrentamiento que continuó y continuará. Ahora los empresarios de medios y dirigentes políticos opositores que les responden trabaron la aplicación de la ley mediante fallos aprobados por jueces que están en sus cargos desde la época de la dictadura, otra de las deudas gravísimas de la democracia argentina.
Pero esto es sólo una parte: los medios privados y los políticos que se sustentan en ellos rechazan cualquier acción gubernamental, no importa de qué se trate, como el pago de deuda con reservas excedentes del Banco Central, la política de administración de impuestos, un proyecto de reforma políticaÂ… Todo esto salpimentado con un estado de censura informativa gracias al cual por la gran mayoría de los medios privados se retacean o minimizan los anuncios gubernamentales, las pocas decisiones judiciales favorables al oficialismo y hechos como el respaldo expreso a la presidenta que le dio en marzo la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para su política de pago de deuda externa.
El gobierno y las fuerzas que lo apoyan no lograron estructurar una reacción ante esta coalición, por qué no decirlo, dominante. Pero una serie de fenómenos por ahora aparentemente focalizados dan cuenta de un principio de resistencia y sobre todo ponen en evidencia que hace falta crear un espacio, un ámbito, político, social y comunicacional, en el que se pueda expresar algo diferente.
Comienzan a circular mensajes electrónicos, aparentemente espontáneos, de personas que describen cuáles son las medidas del gobierno con las que están de acuerdo y que no quieren que el mandato de la presidenta sea interrumpido.
Otras acciones emergen de los seguidores de un programa que emite el canal público de televisión, llamado "6, 7, 8", que realiza un análisis crítico del tratamiento periodístico en el país.
A través de la red Facebook comenzaron a comunicarse entre sí telespectadores, reivindicando la necesidad de un espacio alternativo de comunicación, hasta llegar a autoconvocarse en manifestaciones públicas en varios puntos del país, una de las cuales reunió en Buenos Aires a entre 10 mil y 15 mil personas.
"6, 7, 8" parece ser el espacio en el cual se siente representada una parte de los argentinos cuya magnitud está por verse: son esos argentinos que apoyan los aumentos a jubilados y pensionados, que quieren la democratización de los medios y de la información, que desean conocer todas las noticias y no sólo las contrarias al gobierno que publican los medios privados, que están hartos de la misoginia periodística que presenta a la presidenta como incapaz de gobernar sin su marido, Néstor Kirchner, que se cansaron de que una suerte de cadena de canales de TV privados se coaligue para presentar al país al borde de la catástrofe, con un derrumbe económico inminente y, claro que no podía faltar, cada vez más asaltos, más secuestros, más violaciones, más asesinatos, más inseguridad.
Son argentinos que parece que se cansaron de la práctica que hace que, cuando la presidenta dice que "el de los derechos humanos no es un problema de derecha e izquierda", el canal "noticioso" del grupo Clarín ponga en pantalla un sobreimpreso invirtiendo absolutamente el concepto: "El de los derechos humanos es un problema de derecha e izquierda", como lo hizo el 24 de marzo.
Esta clase de acciones y maniobras de los medios las pone en evidencia "6, 7, 8", que además, para burlarse del mensaje descalificador de los medios privados, puso al aire una canción de uno de sus conductores cuyo estribillo dice: "yo soy la mierda oficialista". La frase comenzó a ser usada en manifestaciones de apoyo al gobierno, en carteles y camisetas, evocando aquella reivindicación orgullosa de los ecuatorianos, los "forajidos", después de que así llamó el presidente Lucio Gutiérrez, en abril de 2005, a manifestantes que repudiaban sus políticas.
Esta acción de resistencia en principio mínima comenzó a tener trascendencia. Los conductores del programa dan cuenta asiduamente de mensajes de televidentes que denuncian que en varios puntos del país la señal del canal público sufre interferencias cuando este espacio está al aire. Y dijeron que ocurrió especialmente en una situación, en la ciudad andina de San Carlos de Bariloche, suroeste del país, cuando comenzaron a tratar uno de los casos más oprobiosos de injusticia que se registra en Argentina: la entrega por la dictadura militar, en 1976, de dos niños a la empresaria dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, quien se niega a que esas dos personas cotejen su ADN con los de familiares de desaparecidos.
Avanzando abril, dada la suspensión de la ley de medios audiovisuales, están siendo convocadas movilizaciones y actos de protesta contra los jueces que impiden aplicar la norma. Una de esas marchas partirá del Congreso, que aprobó la ley, y llegará a la sede de los tribunales, en Buenos Aires. Son muestras de que los "forajidos" argentinos se cansaron de permanecer arrinconados y enmudecidos, y parece que quieren tener visibilidad cuando dicen: "yo soy la mierda oficialista".
Una parte de los argentinos, imposible de cuantificar por ahora, parece estar decidiéndose a dar pelea a grandes sectores del poder que combaten incansablemente contra el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, empezando por los grupos empresarios que concentran gran cantidad de medios de difusión.
Los motivos de la ofensiva contra el gobierno, que se profundizó cuando en las elecciones legislativas de 2009 el oficialismo retrocedió de mayoría simple a primera minoría en el Congreso Nacional, son tantos que parece imposible enumerarlos en un artículo periodístico: prácticamente todas las medidas gubernamentales son criticadas y repudiadas por una oposición política que va de la derecha a la izquierda, entre ex adversarios que ahora coinciden de manera sorprendente.
Esa coalición que forma mayoría circunstancial en el Congreso tiene una caja de resonancia incondicional, fiel, infaltable: los medios de difusión privados, en especial los del grupo Clarín, que incluye diarios, radios, canales de televisión abierta y por cable y una agencia de noticias.
El control de la información y su manejo discrecional por parte de unos pocos empresarios periodísticos, que fueron además cómplices de los crímenes de la dictadura militar (1976-1983) es uno de los factores más evidentes de la democracia inmadura e incompleta que padecen los argentinos.
La presidenta Fernández tomó la decisión de enfrentar a este grupo poderoso, capaz de jaquear y condicionar a los gobiernos elegidos democráticamente, apoyándose en una serie de organizaciones que venían bregando por la derogación de la ley de radio y televisión de la dictadura. Así, antes de la renovación legislativa, logró aprobar una ley de medios audiovisuales que busca romper la concentración en unas pocas manos de las licencias que el estado mismo adjudica, abriendo la comunicación a otros sectores como pueblos originarios, universidades, movimientos sociales, cooperativas, sindicatos.
La aprobación legislativa de la norma fue apenas el primer capítulo de un enfrentamiento que continuó y continuará. Ahora los empresarios de medios y dirigentes políticos opositores que les responden trabaron la aplicación de la ley mediante fallos aprobados por jueces que están en sus cargos desde la época de la dictadura, otra de las deudas gravísimas de la democracia argentina.
Pero esto es sólo una parte: los medios privados y los políticos que se sustentan en ellos rechazan cualquier acción gubernamental, no importa de qué se trate, como el pago de deuda con reservas excedentes del Banco Central, la política de administración de impuestos, un proyecto de reforma políticaÂ… Todo esto salpimentado con un estado de censura informativa gracias al cual por la gran mayoría de los medios privados se retacean o minimizan los anuncios gubernamentales, las pocas decisiones judiciales favorables al oficialismo y hechos como el respaldo expreso a la presidenta que le dio en marzo la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para su política de pago de deuda externa.
El gobierno y las fuerzas que lo apoyan no lograron estructurar una reacción ante esta coalición, por qué no decirlo, dominante. Pero una serie de fenómenos por ahora aparentemente focalizados dan cuenta de un principio de resistencia y sobre todo ponen en evidencia que hace falta crear un espacio, un ámbito, político, social y comunicacional, en el que se pueda expresar algo diferente.
Comienzan a circular mensajes electrónicos, aparentemente espontáneos, de personas que describen cuáles son las medidas del gobierno con las que están de acuerdo y que no quieren que el mandato de la presidenta sea interrumpido.
Otras acciones emergen de los seguidores de un programa que emite el canal público de televisión, llamado "6, 7, 8", que realiza un análisis crítico del tratamiento periodístico en el país.
A través de la red Facebook comenzaron a comunicarse entre sí telespectadores, reivindicando la necesidad de un espacio alternativo de comunicación, hasta llegar a autoconvocarse en manifestaciones públicas en varios puntos del país, una de las cuales reunió en Buenos Aires a entre 10 mil y 15 mil personas.
"6, 7, 8" parece ser el espacio en el cual se siente representada una parte de los argentinos cuya magnitud está por verse: son esos argentinos que apoyan los aumentos a jubilados y pensionados, que quieren la democratización de los medios y de la información, que desean conocer todas las noticias y no sólo las contrarias al gobierno que publican los medios privados, que están hartos de la misoginia periodística que presenta a la presidenta como incapaz de gobernar sin su marido, Néstor Kirchner, que se cansaron de que una suerte de cadena de canales de TV privados se coaligue para presentar al país al borde de la catástrofe, con un derrumbe económico inminente y, claro que no podía faltar, cada vez más asaltos, más secuestros, más violaciones, más asesinatos, más inseguridad.
Son argentinos que parece que se cansaron de la práctica que hace que, cuando la presidenta dice que "el de los derechos humanos no es un problema de derecha e izquierda", el canal "noticioso" del grupo Clarín ponga en pantalla un sobreimpreso invirtiendo absolutamente el concepto: "El de los derechos humanos es un problema de derecha e izquierda", como lo hizo el 24 de marzo.
Esta clase de acciones y maniobras de los medios las pone en evidencia "6, 7, 8", que además, para burlarse del mensaje descalificador de los medios privados, puso al aire una canción de uno de sus conductores cuyo estribillo dice: "yo soy la mierda oficialista". La frase comenzó a ser usada en manifestaciones de apoyo al gobierno, en carteles y camisetas, evocando aquella reivindicación orgullosa de los ecuatorianos, los "forajidos", después de que así llamó el presidente Lucio Gutiérrez, en abril de 2005, a manifestantes que repudiaban sus políticas.
Esta acción de resistencia en principio mínima comenzó a tener trascendencia. Los conductores del programa dan cuenta asiduamente de mensajes de televidentes que denuncian que en varios puntos del país la señal del canal público sufre interferencias cuando este espacio está al aire. Y dijeron que ocurrió especialmente en una situación, en la ciudad andina de San Carlos de Bariloche, suroeste del país, cuando comenzaron a tratar uno de los casos más oprobiosos de injusticia que se registra en Argentina: la entrega por la dictadura militar, en 1976, de dos niños a la empresaria dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, quien se niega a que esas dos personas cotejen su ADN con los de familiares de desaparecidos.
Avanzando abril, dada la suspensión de la ley de medios audiovisuales, están siendo convocadas movilizaciones y actos de protesta contra los jueces que impiden aplicar la norma. Una de esas marchas partirá del Congreso, que aprobó la ley, y llegará a la sede de los tribunales, en Buenos Aires. Son muestras de que los "forajidos" argentinos se cansaron de permanecer arrinconados y enmudecidos, y parece que quieren tener visibilidad cuando dicen: "yo soy la mierda oficialista".
domingo, 11 de abril de 2010
Operación cónclave
Por Horacio Verbitsky
Mientras en Alemania se vela “el papado fallido de Benedicto XVI”, Bergoglio intenta lavar su imagen en espera de un eventual nuevo cónclave. Las partes más significativas de su libro y los documentos que contradicen esa versión angelical. El rechazo de Emilio Mignone a los pastores que entregaron a sus ovejas y la mutilación de documentos para ocultar el apoyo episcopal a la dictadura.
Cuando la publicación más importante de Alemania, Der Spiegel, se refiere al “papado fallido” de su compatriota Joseph Ratzinger (el mismo término que la Inteligencia estadounidense aplica a los estados con vacío de poder en los que justifica su intervención), el primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, emprende una operación de lavado de imagen con la publicación de un libro autobiográfico. El ostensible propósito de “El Jesuita”, como se titula, es defender su desempeño como provincial de la Compañía de Jesús entre 1973 y 1979, manchado por las denuncias de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics de que los entregó a los militares. Ambos estuvieron secuestrados cinco meses a partir de mayo de 1976. En cambio nunca reaparecieron las cuatro catequistas y dos de sus esposos secuestrados dentro del mismo operativo. Entre ellos estaban Mónica Candelaria Mignone, hija del fundador del CELS, Emilio Mignone, y María Marta Vázquez Ocampo, de la presidente de Madres de Plaza de Mayo, Martha Ocampo de Vázquez. Ratzinger tiene 83 años y según Der Spiegel demasiadas voces piden su renuncia. El sacerdote Paolo Farinella escribió en la prestigiosa revista italiana de filosofía MicroMega, cuyo director Paolo Flores D’Arcais ha participado en debates públicos sobre filosofía con el papa, que Benedicto XVI debería pedir perdón a los creyentes afectados por la estrictez del celibato, por las condiciones en los seminarios y por los miles de casos de abusos de niños y decirles: “Me retiraré a un monasterio y pasaré el resto de mis días haciendo penitencia por mi fracaso como sacerdote y como papa”. Nadie se sorprendería si después de beber una tisana nocturna fallara el corazón de un hombre entristecido y angustiado por las injustas críticas que alcanzan su desempeño como obispo de Baviera y no perdonan ni a su amado hermano Georg. La revista alemana menciona el antecedente de Celestino V, un papa del siglo XIII que renunció porque no se sintió capaz de cumplir con sus funciones. Por si algo de eso ocurre, Bergoglio necesita una foja de servicios pulida. Ante una pregunta acerca del papa ideal, el presidente de la Asociación Alemana de Juventudes Católicas, Dirk Tänzler, dijo a Der Spiegel que preferiría que haya trabajado en una parte pobre de Sudamérica o en otra región golpeada por la pobreza, ya que tendría una visión distinta del mundo. La compasión por la pobreza, compartida con la Sociedad Rural y la Asociación Empresaria AEA, es el nicho de oportunidad elegido por el Episcopado bajo la conducción de Bergoglio.
El Silencio
Es el cardenal quien vincula su descargo con la elección papal. Su libro narra que cuando la vida de Juan Pablo II se apagaba y el nombre de Bergoglio figuraba en los pronósticos de los periodistas especializados “volvía a agitarse una denuncia periodística publicada unos pocos años atrás en Buenos Aires” y que “en las vísperas del cónclave que debía elegir al sucesor del papa polaco, una copia de un artículo con la acusación, de una serie del mismo autor, fue enviada a las direcciones de correo electrónico de los cardenales electores con el propósito de perjudicar las chances que se le otorgaban al purpurado argentino”. Bergoglio dice en su libro que nunca respondió la acusación “para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar”. No explica qué cambió ahora.
Pastores y lobos
En realidad la primera versión del episodio no se debe a ningún periodista sino a Emilio Mignone. En su libro Iglesia y dictadura, editado en 1986, cuando Bergoglio no era conocido fuera del mundo eclesiástico, Mignone ejemplificó con su caso “la siniestra complicidad” con los militares, que “se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”. Según el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, durante una reunión con la Junta Militar en 1976 el entonces presidente de la Conferencia Episcopal y vicario castrense, Adolfo Servando Tortolo, acordó que antes de detener a un sacerdote las Fuerzas Armadas avisarían al obispo respectivo. Agrega Mignone que “en algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos. El 23 de mayo de 1976 la Infantería de Marina detuvo en el barrio del Bajo Flores al presbítero Orlando Yorio y lo mantuvo durante cinco meses en calidad de desaparecido. Una semana antes de la detención, el arzobispo [Juan Carlos] Aramburu le había retirado las licencias ministeriales, sin motivo ni explicación. Por distintas expresiones escuchadas por Yorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y, posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuita, Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él. Sin duda, los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad”. Mignone se pregunta “qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”.
La llaga abierta
Publiqué la historia en esta misma columna, el 25 de abril de 1999. Además de la opinión de Mignone, la nota incluyó la de quien fue su colaboradora en el CELS, la abogada Alicia Oliveira, quien dijo lo que ahora repite en el libro: que su amigo Bergoglio, preocupado por la inminencia del golpe, temía por la suerte de los sacerdotes del asentamiento y les pidió que salieran de allí. Cuando los secuestraron, trató de localizarlos y procurar su libertad, así como ayudó a otros perseguidos. A raíz de aquella nota, Orlando Yorio se comunicó conmigo desde el Uruguay, donde vivía. Por teléfono y correo electrónico refutó las afirmaciones de Bergoglio y Oliveira. “Bergoglio no nos avisó del peligro en ciernes” y “tampoco tengo ningún motivo para pensar que hizo algo por nuestra libertad, sino todo lo contrario”, dijo. Los dos sacerdotes “fueron liberados por las gestiones de Emilio Mignone y la intercesión del Vaticano y no por la actuación de Bergoglio, que fue quien los entregó”, agregó Angélica Sosa de Mignone, Chela, la esposa durante medio siglo del fundador del CELS. Sus testimonios se incluyeron en la nota “La llaga abierta”, que se publicó el 9 de mayo de 1999. También se transmitieron allí las posiciones de Bergoglio y del otro cura secuestrado aquel día, Francisco Jalics.
Cuestion de Estilo
En su libro, Bergoglio dice ahora que Yorio y Jalics “estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron el primer borrador de las reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la copia que me dieron”. Bergoglio también me entregó una copia a mí. Expresa el tipo de dudas y conflictos que fueron comunes en un alto número de sacerdotes a partir del Concilio Vaticano II, con “la crisis de las congregaciones religiosas, los signos de los tiempos modernos, la coincidencia con el sentir de la búsqueda de los jóvenes y la confirmación espiritual que sentimos en nuestro actual modo de vivir”. El problema en este caso era cómo compatibilizar “el estilo ignaciano de la vida religiosa” con “la vida moderna [que] pedía un estilo nuevo”. La minuta agrega que las Congregaciones Apostólicas están organizadas de modo que sus superiores “parecen preocuparse más por las obras que por la atención espiritual de sus súbditos”. En cambio ellos idealizan el modelo de las fundaciones monásticas y plantean que “la comunidad se una en torno de una búsqueda espiritual y de un proyecto de vida y no en torno de obras”. Esto plantea una “incompatibilidad personal” a los sacerdotes subordinados a la disciplina de su congregación.
En su carta al padre Moura, Yorio menciona esa minuta como respuesta a la presión de Bergoglio para que disolvieran la comunidad en el Bajo Flores. Agrega que a Pironio, Zazpe y Serra les dejaron “un esbozo de estructuración de vida religiosa en caso de que no pudiéramos seguir en la Compañía y fuese posible realizarla fuera”, lo cual no implica que quisieran salir de ella. En un viaje posterior a la Argentina, Pironio le dijo que no había consultado el tema en Roma porque Bergoglio “lo había ido a ver para decirle que el padre general era contrario a nosotros”. Zazpe respondió que “el provincial andaba diciendo que nos echaba de la Compañía” y Serra le comunicó que le retiraban las licencias en la Arquidiócesis, porque Bergoglio había comunicado “que yo salía de la Compañía”.
Según Bergoglio, el superior jesuita Pedro Arrupe dijo que debían elegir entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús. “Como ellos persistieron en su proyecto y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía”. Agrega Bergoglio que la dimisión de Yorio fue aceptada el 19 de marzo de 1976. “Ante los rumores de inminencia del golpe les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía”, dice Bergoglio. Agrega que nunca creyó que estuvieran involucrados en actividades subversivas. “Pero por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de la caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje.”
Papelitos
Bergoglio también niega haber aconsejado a los funcionarios de Culto de la Cancillería que rechazaran la solicitud de renovación de pasaporte de Jalics, que él mismo presentó. Según Bergoglio el funcionario que recibió el trámite le preguntó por “las circunstancias que precipitaron la salida de Jalics”. Dice que le respondió: “A él y a su compañero los acusaron de guerrilleros y no tenían nada que ver”. El cardenal agrega que “el autor de la denuncia en mi contra revisó el archivo de la Secretaría de Culto y lo único que mencionó fue que encontró un papelito de aquel funcionario en el que había escrito que yo le dije que fueron acusados de guerrilleros. Había consignado esa parte de la conversación pero no la otra en la que yo le señalaba que los sacerdotes no tenían nada que ver. Además el autor de la denuncia soslaya mi carta, donde yo ponía la cara por Jalics y hacía la petición”.
Nada fue así. En notas publicadas aquí y en mis libros El Silencio y Doble juego, narré la historia completa y publiqué todos los documentos, comenzando por la carta por cuya omisión Bergoglio reclama. Luego sigue la recomendación del funcionario de Culto que lo recibió, Anselmo Orcoyen: “En atención a los antecedentes del peticionante, esta Dirección Nacional es de opinión que no debe accederse”. El tercer documento es el definitorio. Ese papelito, firmado por Orcoyen, dice que Jalics tenía actividad disolvente en comunidades religiosas femeninas y conflictos de obediencia, que estuvo con Yorio en la ESMA (detenido, dice, en vez de secuestrado) “sospechoso contacto guerrilleros”. El punto más interesante es el siguiente, porque remite a intimidades de la Compañía de Jesús, vistas desde la óptica de Bergoglio, que no había ninguna necesidad de confiar al funcionario de la dictadura: “Vivían en pequeña comunidad que el Superior Jesuita disolvió en febrero de 1976 y se negaron a obedecer solicitando la salida de la Compañía el 19/3”. Agrega que Yorio fue expulsado de la Compañía y que “ningún obispo del Gran Buenos Aires lo quiso recibir”. La Nota Bene final es ilevantable: dice Orcoyen que estos datos le fueron suministrados “por el padre Jorge Mario Bergoglio, firmante de la nota con especial recomendación de que no se hiciera lugar a lo que solicita”.
Mientras en Alemania se vela “el papado fallido de Benedicto XVI”, Bergoglio intenta lavar su imagen en espera de un eventual nuevo cónclave. Las partes más significativas de su libro y los documentos que contradicen esa versión angelical. El rechazo de Emilio Mignone a los pastores que entregaron a sus ovejas y la mutilación de documentos para ocultar el apoyo episcopal a la dictadura.
Cuando la publicación más importante de Alemania, Der Spiegel, se refiere al “papado fallido” de su compatriota Joseph Ratzinger (el mismo término que la Inteligencia estadounidense aplica a los estados con vacío de poder en los que justifica su intervención), el primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, emprende una operación de lavado de imagen con la publicación de un libro autobiográfico. El ostensible propósito de “El Jesuita”, como se titula, es defender su desempeño como provincial de la Compañía de Jesús entre 1973 y 1979, manchado por las denuncias de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics de que los entregó a los militares. Ambos estuvieron secuestrados cinco meses a partir de mayo de 1976. En cambio nunca reaparecieron las cuatro catequistas y dos de sus esposos secuestrados dentro del mismo operativo. Entre ellos estaban Mónica Candelaria Mignone, hija del fundador del CELS, Emilio Mignone, y María Marta Vázquez Ocampo, de la presidente de Madres de Plaza de Mayo, Martha Ocampo de Vázquez. Ratzinger tiene 83 años y según Der Spiegel demasiadas voces piden su renuncia. El sacerdote Paolo Farinella escribió en la prestigiosa revista italiana de filosofía MicroMega, cuyo director Paolo Flores D’Arcais ha participado en debates públicos sobre filosofía con el papa, que Benedicto XVI debería pedir perdón a los creyentes afectados por la estrictez del celibato, por las condiciones en los seminarios y por los miles de casos de abusos de niños y decirles: “Me retiraré a un monasterio y pasaré el resto de mis días haciendo penitencia por mi fracaso como sacerdote y como papa”. Nadie se sorprendería si después de beber una tisana nocturna fallara el corazón de un hombre entristecido y angustiado por las injustas críticas que alcanzan su desempeño como obispo de Baviera y no perdonan ni a su amado hermano Georg. La revista alemana menciona el antecedente de Celestino V, un papa del siglo XIII que renunció porque no se sintió capaz de cumplir con sus funciones. Por si algo de eso ocurre, Bergoglio necesita una foja de servicios pulida. Ante una pregunta acerca del papa ideal, el presidente de la Asociación Alemana de Juventudes Católicas, Dirk Tänzler, dijo a Der Spiegel que preferiría que haya trabajado en una parte pobre de Sudamérica o en otra región golpeada por la pobreza, ya que tendría una visión distinta del mundo. La compasión por la pobreza, compartida con la Sociedad Rural y la Asociación Empresaria AEA, es el nicho de oportunidad elegido por el Episcopado bajo la conducción de Bergoglio.
El Silencio
Es el cardenal quien vincula su descargo con la elección papal. Su libro narra que cuando la vida de Juan Pablo II se apagaba y el nombre de Bergoglio figuraba en los pronósticos de los periodistas especializados “volvía a agitarse una denuncia periodística publicada unos pocos años atrás en Buenos Aires” y que “en las vísperas del cónclave que debía elegir al sucesor del papa polaco, una copia de un artículo con la acusación, de una serie del mismo autor, fue enviada a las direcciones de correo electrónico de los cardenales electores con el propósito de perjudicar las chances que se le otorgaban al purpurado argentino”. Bergoglio dice en su libro que nunca respondió la acusación “para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar”. No explica qué cambió ahora.
Pastores y lobos
En realidad la primera versión del episodio no se debe a ningún periodista sino a Emilio Mignone. En su libro Iglesia y dictadura, editado en 1986, cuando Bergoglio no era conocido fuera del mundo eclesiástico, Mignone ejemplificó con su caso “la siniestra complicidad” con los militares, que “se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”. Según el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, durante una reunión con la Junta Militar en 1976 el entonces presidente de la Conferencia Episcopal y vicario castrense, Adolfo Servando Tortolo, acordó que antes de detener a un sacerdote las Fuerzas Armadas avisarían al obispo respectivo. Agrega Mignone que “en algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos. El 23 de mayo de 1976 la Infantería de Marina detuvo en el barrio del Bajo Flores al presbítero Orlando Yorio y lo mantuvo durante cinco meses en calidad de desaparecido. Una semana antes de la detención, el arzobispo [Juan Carlos] Aramburu le había retirado las licencias ministeriales, sin motivo ni explicación. Por distintas expresiones escuchadas por Yorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y, posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuita, Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él. Sin duda, los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad”. Mignone se pregunta “qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”.
La llaga abierta
Publiqué la historia en esta misma columna, el 25 de abril de 1999. Además de la opinión de Mignone, la nota incluyó la de quien fue su colaboradora en el CELS, la abogada Alicia Oliveira, quien dijo lo que ahora repite en el libro: que su amigo Bergoglio, preocupado por la inminencia del golpe, temía por la suerte de los sacerdotes del asentamiento y les pidió que salieran de allí. Cuando los secuestraron, trató de localizarlos y procurar su libertad, así como ayudó a otros perseguidos. A raíz de aquella nota, Orlando Yorio se comunicó conmigo desde el Uruguay, donde vivía. Por teléfono y correo electrónico refutó las afirmaciones de Bergoglio y Oliveira. “Bergoglio no nos avisó del peligro en ciernes” y “tampoco tengo ningún motivo para pensar que hizo algo por nuestra libertad, sino todo lo contrario”, dijo. Los dos sacerdotes “fueron liberados por las gestiones de Emilio Mignone y la intercesión del Vaticano y no por la actuación de Bergoglio, que fue quien los entregó”, agregó Angélica Sosa de Mignone, Chela, la esposa durante medio siglo del fundador del CELS. Sus testimonios se incluyeron en la nota “La llaga abierta”, que se publicó el 9 de mayo de 1999. También se transmitieron allí las posiciones de Bergoglio y del otro cura secuestrado aquel día, Francisco Jalics.
Cuestion de Estilo
En su libro, Bergoglio dice ahora que Yorio y Jalics “estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron el primer borrador de las reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la copia que me dieron”. Bergoglio también me entregó una copia a mí. Expresa el tipo de dudas y conflictos que fueron comunes en un alto número de sacerdotes a partir del Concilio Vaticano II, con “la crisis de las congregaciones religiosas, los signos de los tiempos modernos, la coincidencia con el sentir de la búsqueda de los jóvenes y la confirmación espiritual que sentimos en nuestro actual modo de vivir”. El problema en este caso era cómo compatibilizar “el estilo ignaciano de la vida religiosa” con “la vida moderna [que] pedía un estilo nuevo”. La minuta agrega que las Congregaciones Apostólicas están organizadas de modo que sus superiores “parecen preocuparse más por las obras que por la atención espiritual de sus súbditos”. En cambio ellos idealizan el modelo de las fundaciones monásticas y plantean que “la comunidad se una en torno de una búsqueda espiritual y de un proyecto de vida y no en torno de obras”. Esto plantea una “incompatibilidad personal” a los sacerdotes subordinados a la disciplina de su congregación.
En su carta al padre Moura, Yorio menciona esa minuta como respuesta a la presión de Bergoglio para que disolvieran la comunidad en el Bajo Flores. Agrega que a Pironio, Zazpe y Serra les dejaron “un esbozo de estructuración de vida religiosa en caso de que no pudiéramos seguir en la Compañía y fuese posible realizarla fuera”, lo cual no implica que quisieran salir de ella. En un viaje posterior a la Argentina, Pironio le dijo que no había consultado el tema en Roma porque Bergoglio “lo había ido a ver para decirle que el padre general era contrario a nosotros”. Zazpe respondió que “el provincial andaba diciendo que nos echaba de la Compañía” y Serra le comunicó que le retiraban las licencias en la Arquidiócesis, porque Bergoglio había comunicado “que yo salía de la Compañía”.
Según Bergoglio, el superior jesuita Pedro Arrupe dijo que debían elegir entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús. “Como ellos persistieron en su proyecto y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía”. Agrega Bergoglio que la dimisión de Yorio fue aceptada el 19 de marzo de 1976. “Ante los rumores de inminencia del golpe les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía”, dice Bergoglio. Agrega que nunca creyó que estuvieran involucrados en actividades subversivas. “Pero por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de la caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje.”
Papelitos
Bergoglio también niega haber aconsejado a los funcionarios de Culto de la Cancillería que rechazaran la solicitud de renovación de pasaporte de Jalics, que él mismo presentó. Según Bergoglio el funcionario que recibió el trámite le preguntó por “las circunstancias que precipitaron la salida de Jalics”. Dice que le respondió: “A él y a su compañero los acusaron de guerrilleros y no tenían nada que ver”. El cardenal agrega que “el autor de la denuncia en mi contra revisó el archivo de la Secretaría de Culto y lo único que mencionó fue que encontró un papelito de aquel funcionario en el que había escrito que yo le dije que fueron acusados de guerrilleros. Había consignado esa parte de la conversación pero no la otra en la que yo le señalaba que los sacerdotes no tenían nada que ver. Además el autor de la denuncia soslaya mi carta, donde yo ponía la cara por Jalics y hacía la petición”.
Nada fue así. En notas publicadas aquí y en mis libros El Silencio y Doble juego, narré la historia completa y publiqué todos los documentos, comenzando por la carta por cuya omisión Bergoglio reclama. Luego sigue la recomendación del funcionario de Culto que lo recibió, Anselmo Orcoyen: “En atención a los antecedentes del peticionante, esta Dirección Nacional es de opinión que no debe accederse”. El tercer documento es el definitorio. Ese papelito, firmado por Orcoyen, dice que Jalics tenía actividad disolvente en comunidades religiosas femeninas y conflictos de obediencia, que estuvo con Yorio en la ESMA (detenido, dice, en vez de secuestrado) “sospechoso contacto guerrilleros”. El punto más interesante es el siguiente, porque remite a intimidades de la Compañía de Jesús, vistas desde la óptica de Bergoglio, que no había ninguna necesidad de confiar al funcionario de la dictadura: “Vivían en pequeña comunidad que el Superior Jesuita disolvió en febrero de 1976 y se negaron a obedecer solicitando la salida de la Compañía el 19/3”. Agrega que Yorio fue expulsado de la Compañía y que “ningún obispo del Gran Buenos Aires lo quiso recibir”. La Nota Bene final es ilevantable: dice Orcoyen que estos datos le fueron suministrados “por el padre Jorge Mario Bergoglio, firmante de la nota con especial recomendación de que no se hiciera lugar a lo que solicita”.
sábado, 10 de abril de 2010
Cómo el imperio expropia los saberes sociales - América Latina en Movimiento
Cómo el imperio expropia los saberes sociales - América Latina en Movimiento
Desde el sábado 20 hasta el viernes 26 de marzo se realizó en Colonia (Uruguay) un Campamento Latinoamericano de Jóvenes Activistas Sociales, en cuya convocatoria se prometía “un espacio de intercambio horizontal” para trabajar por “una Latinoamérica más justa y solidaria”. Bellas palabras que encubren un proyecto imperialista.
“Fueron alrededor de 120 jóvenes que llegaron con inmensas expectativas. Bajo la técnica de open space se trabajó durante esos días en base a las inquietudes de los participantes. Al parecer no hubo resultados finales del campamento debido a que con el correr de los días fueron pocos los que se comprometieron con la dinámica planteada y por momentos hubo una especie de desorden que imposibilitó la redacción de un documento de acuerdo entre los participantes”, dijo LRR, joven militante uruguayo que prefirió mantener el anonimato.
En la convocatoria, los Jóvenes Activistas Sociales (http://jas10.org) prometían que el campamento sería “un espacio para el intercambio horizontal, aprendizaje entre pares y exploración de sinergias. Queremos mediante este encuentro participativo comenzar a construir una memoria viva de las experiencias de activismo social en la región; aprender de las dificultades, identificar buenas prácticas locales aprovechables a nivel regional, y maximizar el alcance de la creatividad y el compromiso de sus protagonistas”. Tal vez por esa promesa, interesante, contagiosa, enhebrada con el estilo propio de la militancia juvenil, “llegaron participantes desde todos los países del continente dispuestos a contar sus experiencias, escuchar las del resto del grupo, compartir espacios de análisis y reflexión sobre las distintas coyunturas regionales y conocer gente de los diversos países”, apunta LRR.
Nada sería tan sencillo, ni tan idílico. Todos los participantes tenían el pasaje aéreo pago desde su país y la estadía completa en Uruguay. Sólo para estos rubros se calcula un gasto que supera los 150 mil dólares. “Mucha plata”, dice LRR, que comenzó a investigar quién financió el proyecto “horizontal”. El resultado de la navegación por las páginas web del encuentro le permitió averiguar que el campamento de Colonia contó con el auspicio del Open Society Institutes, Idebate.ñ, Fundación ses y Ashoka Avancemos. “Como no tenía mayores referencias de dichas organizaciones estuve visitando sus páginas web. Ahí me enteré que todas están relacionadas con el Open Society Institute que es un instituto creado por George Soros, el multimillonario siempre presente en el Foro Económico Mundial que financió el sindicato Solidaridad de Lech Walesa en Polonia, la revolución de las rosas en Georgia y la campaña presidencial de Barack Obama, entre otros. Fiel exponente del liberalismo económico se lo describe como financiero, inversionista y filántropo”.
No es difícil seguir las pistas de estas organizaciones. Siguiendo sus links, llegó a páginas como Fundación Nuevos Líderes, Jóvenes Empresarios de Chile, Unión Mundial, Tactical Technology Collective entre otros. “Todas ellas son organizaciones con lugares comunes muy loables como el fortalecimiento de las democracias, la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos, pero defendiendo por supuesto la libertad del capital”. Tienen contactos en las altas esferas de la onu, con el Foro Económico Mundial de Davos, USAID (la agencia estadounidense de cooperación), y muchos otros. “Promueven iniciativas en el sudeste asiático, en África y ahora parece que quieren desembarcar en Latinoamérica”.
Tactical Technology Collective (http://www.tacticaltech.org) merece una mención aparte. “Esta ONG financiada por Soros se dedica a capacitar activistas sociales en el uso de herramientas electrónicas. Provee manuales y guías sobre uso de herramientas de todo tipo como ser mapas online, gráfica, audio, video, blogs, telefonía libre, seguridad informática, celulares y muchos más. Sus materiales son realmente excelentes y pueden ser de gran ayuda para activistas sociales con falta de fondos, censurados y con problemas con el poder imperante”.
Luego de leer y rastrear sobre estas organizaciones surgieron muchas dudas, en particular las razones de su reciente interés en nuestro continente. Sospecha que su interés consista en capacitar gente para desestabilizar esas democracias anti-imperialistas. En efecto, las preguntas se agolpan: “¿Tiene que ver con los últimos movimientos del gobierno de Estados Unidos de permitir exportar servicios de Internet para fomentar la apertura de regímenes considerados autoritarios y represivos?”. Sabemos que el uso de facebook, twitter y otras herramientas ha sido determinante en la reciente rebelión en Irán y que Hugo Chávez está denunciando movidas similares en su país.
La extensa mano de Soros parece haber jugado un papel incluso en la reciente “revuelta” en Kirguistán, país clave en los planes de Estados para la guerra en Afganistán. Omurbek Tekebayev, que lidera la actual rebelión, mantiene desde hace años estrechas relaciones con el Departamento de Estado norteamericano y la Fundación Soros. Hace un año fue a Washington “a debatir en público sus planes para derrocar al gobierno de Bakiev con un levantamiento popular” (Rebelión, 8/4/10).
En todo caso, vale detenerse a reflexionar sobre cómo las multinacionales se dedican pacientemente a estudiar a los movimientos de abajo y a sus militantes para expropiar sus saberes y sus formas de hacer. Las fotos del campamento muestran reuniones en ronda, fogones y trabajos colectivos con papelógrafos, con fondo de whipalas y otras banderas indígenas. Cualquier desprevenido, porque buena parte de los que acudieron al campamento lo hicieron con buena voluntad, pensará que se trata de un encuentro de movimientos antiimperialistas y de base que apelan a la educación popular como forma de trabajo. Comprobar que se trata de una actividad organizada por el mayor especulador financiero del mundo, quien tuvo el poder de quebrar al Banco de Inglaterra en 1992 y contribuye a derribar gobiernos antimperialistas, muestra hasta dónde pueden llegar para mantener sus privilegios.
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales. http://alainet.org/active/37263
Desde el sábado 20 hasta el viernes 26 de marzo se realizó en Colonia (Uruguay) un Campamento Latinoamericano de Jóvenes Activistas Sociales, en cuya convocatoria se prometía “un espacio de intercambio horizontal” para trabajar por “una Latinoamérica más justa y solidaria”. Bellas palabras que encubren un proyecto imperialista.
“Fueron alrededor de 120 jóvenes que llegaron con inmensas expectativas. Bajo la técnica de open space se trabajó durante esos días en base a las inquietudes de los participantes. Al parecer no hubo resultados finales del campamento debido a que con el correr de los días fueron pocos los que se comprometieron con la dinámica planteada y por momentos hubo una especie de desorden que imposibilitó la redacción de un documento de acuerdo entre los participantes”, dijo LRR, joven militante uruguayo que prefirió mantener el anonimato.
En la convocatoria, los Jóvenes Activistas Sociales (http://jas10.org) prometían que el campamento sería “un espacio para el intercambio horizontal, aprendizaje entre pares y exploración de sinergias. Queremos mediante este encuentro participativo comenzar a construir una memoria viva de las experiencias de activismo social en la región; aprender de las dificultades, identificar buenas prácticas locales aprovechables a nivel regional, y maximizar el alcance de la creatividad y el compromiso de sus protagonistas”. Tal vez por esa promesa, interesante, contagiosa, enhebrada con el estilo propio de la militancia juvenil, “llegaron participantes desde todos los países del continente dispuestos a contar sus experiencias, escuchar las del resto del grupo, compartir espacios de análisis y reflexión sobre las distintas coyunturas regionales y conocer gente de los diversos países”, apunta LRR.
Nada sería tan sencillo, ni tan idílico. Todos los participantes tenían el pasaje aéreo pago desde su país y la estadía completa en Uruguay. Sólo para estos rubros se calcula un gasto que supera los 150 mil dólares. “Mucha plata”, dice LRR, que comenzó a investigar quién financió el proyecto “horizontal”. El resultado de la navegación por las páginas web del encuentro le permitió averiguar que el campamento de Colonia contó con el auspicio del Open Society Institutes, Idebate.ñ, Fundación ses y Ashoka Avancemos. “Como no tenía mayores referencias de dichas organizaciones estuve visitando sus páginas web. Ahí me enteré que todas están relacionadas con el Open Society Institute que es un instituto creado por George Soros, el multimillonario siempre presente en el Foro Económico Mundial que financió el sindicato Solidaridad de Lech Walesa en Polonia, la revolución de las rosas en Georgia y la campaña presidencial de Barack Obama, entre otros. Fiel exponente del liberalismo económico se lo describe como financiero, inversionista y filántropo”.
No es difícil seguir las pistas de estas organizaciones. Siguiendo sus links, llegó a páginas como Fundación Nuevos Líderes, Jóvenes Empresarios de Chile, Unión Mundial, Tactical Technology Collective entre otros. “Todas ellas son organizaciones con lugares comunes muy loables como el fortalecimiento de las democracias, la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos, pero defendiendo por supuesto la libertad del capital”. Tienen contactos en las altas esferas de la onu, con el Foro Económico Mundial de Davos, USAID (la agencia estadounidense de cooperación), y muchos otros. “Promueven iniciativas en el sudeste asiático, en África y ahora parece que quieren desembarcar en Latinoamérica”.
Tactical Technology Collective (http://www.tacticaltech.org) merece una mención aparte. “Esta ONG financiada por Soros se dedica a capacitar activistas sociales en el uso de herramientas electrónicas. Provee manuales y guías sobre uso de herramientas de todo tipo como ser mapas online, gráfica, audio, video, blogs, telefonía libre, seguridad informática, celulares y muchos más. Sus materiales son realmente excelentes y pueden ser de gran ayuda para activistas sociales con falta de fondos, censurados y con problemas con el poder imperante”.
Luego de leer y rastrear sobre estas organizaciones surgieron muchas dudas, en particular las razones de su reciente interés en nuestro continente. Sospecha que su interés consista en capacitar gente para desestabilizar esas democracias anti-imperialistas. En efecto, las preguntas se agolpan: “¿Tiene que ver con los últimos movimientos del gobierno de Estados Unidos de permitir exportar servicios de Internet para fomentar la apertura de regímenes considerados autoritarios y represivos?”. Sabemos que el uso de facebook, twitter y otras herramientas ha sido determinante en la reciente rebelión en Irán y que Hugo Chávez está denunciando movidas similares en su país.
La extensa mano de Soros parece haber jugado un papel incluso en la reciente “revuelta” en Kirguistán, país clave en los planes de Estados para la guerra en Afganistán. Omurbek Tekebayev, que lidera la actual rebelión, mantiene desde hace años estrechas relaciones con el Departamento de Estado norteamericano y la Fundación Soros. Hace un año fue a Washington “a debatir en público sus planes para derrocar al gobierno de Bakiev con un levantamiento popular” (Rebelión, 8/4/10).
En todo caso, vale detenerse a reflexionar sobre cómo las multinacionales se dedican pacientemente a estudiar a los movimientos de abajo y a sus militantes para expropiar sus saberes y sus formas de hacer. Las fotos del campamento muestran reuniones en ronda, fogones y trabajos colectivos con papelógrafos, con fondo de whipalas y otras banderas indígenas. Cualquier desprevenido, porque buena parte de los que acudieron al campamento lo hicieron con buena voluntad, pensará que se trata de un encuentro de movimientos antiimperialistas y de base que apelan a la educación popular como forma de trabajo. Comprobar que se trata de una actividad organizada por el mayor especulador financiero del mundo, quien tuvo el poder de quebrar al Banco de Inglaterra en 1992 y contribuye a derribar gobiernos antimperialistas, muestra hasta dónde pueden llegar para mantener sus privilegios.
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales. http://alainet.org/active/37263
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