sábado, 11 de abril de 2015

Estados Unidos contra América Latina

Raúl Zibechihttp://www.alainet.org/es/articulo/168853

La Cumbre de las Américas debía estar marcada por Barack Obama y Raúl Castro junto como símbolo del fin de más de medio siglo de enfrentamiento. Pero irrumpió “el caso Venezuela” para recordar que el viejo tío, aun debilitado y atacado en su patio trasero por potencias de creciente poderío, como China, no pierde las mañas.

En la política exterior de Washington llegó el momento “destituyente” de los gobiernos progresistas que le resultan más incómodos. Los caminos para ello serán muy variados, aunque parece por el momento descartado que se repitan operaciones tan abiertas como las recientes contra Manuel Zelaya y Fernando Lugo en Honduras y Paraguay, o el más lejano intento de golpe contra Hugo Chávez de 2002 (con designación previa de presidente bendecido en Washington incluida). La enormemente mayoritaria reacción latinoamericana a la declaración del presidente Barack Obama de que Venezuela es una amenaza a la seguridad de su país habría llevado a que la superpotencia se incline, en este caso, por tomar caminos laterales, usando a algunos gobiernos que para la opinión pública suenan como progresistas como punta de lanza contra Caracas. Quizá algo de eso persiga Obama al pedir una reunión bilateral con sus pares de Costa Rica, Chile y Uruguay durante la cumbre.

El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, por lo pronto, acaba de destituir a su embajador en Caracas, Federico Picado, por decir que “en Venezuela hay una amplia libertad de prensa”, lo que el diplomático demostró enseñando los diarios antichavistas que se venden en los quioscos (Tiempo, 26-III-15). “En los puestos de venta me encuentro con periódicos y revistas cuyos contenidos expresan todo el arco iris posible de posiciones políticas e ideológicas”, había dicho Picado cuando le preguntaron su opinión acerca de la “dictadura chavista”.

“En Costa Rica hay una norma que prohíbe al personal emitir opiniones sobre temas de relaciones internacionales o asuntos internos del país receptor que no hayan sido previamente consultadas. Es una norma que afecta a todos los funcionarios del servicio exterior, y con ella se trata de evitar que se ponga al país en situaciones incómodas”, dijo el canciller Manuel González al justificar la destitución del embajador. Al mismo tiempo González acusaba a Rusia de desestabilizar Centroamérica por su venta de armas a Nicaragua (La Nación, 27-III-15). Alineamiento, que le dicen. Algo de este tipo es lo que es probable que Obama busque al reunirse esta semana en Panamá con la chilena Michelle Bachelet y el uruguayo Tabaré Vázquez. Las declaraciones del canciller Rodolfo Nin Novoa indican, al menos, que en tierras orientales el camino está abonado.

Romper el cerco

Pero lo cierto es que la superpotencia está aislada en cuestiones centrales, en gran medida como consecuencia del tironeo interno entre republicanos y demócratas, que neutraliza cualquier proyecto común para adecuarse a la nueva realidad. Una nueva realidad que dice que en su patio trasero Estados Unidos cuenta con una competencia inesperada apenas unos pocos años atrás: la de la República Popular China. Esa parálisis está facilitando el éxito de las iniciativas chinas en esta región. Demócratas y republicanos coinciden en un punto, sin embargo: América Latina es la zona del planeta más importante para la supervivencia de Estados Unidos como superpotencia. Y para ello se hace esencial mantenerla como coto exclusivo, sin injerencias extracontinentales y bloqueando la posibilidad de que varios países del área trabajen en una misma dirección, o sea: impidiendo cualquier manifestación de independencia.

Como recuerda José Luis Fiori, profesor de economía política internacional en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, las sanciones estadounidenses a Venezuela están ligadas a “un movimiento profundo, casi telúrico, cada vez más religioso, fanático y agresivo, en la sociedad, pero con una repercusión cada vez más mesiánica e intervencionista, en el campo de la política exterior de Estados Unidos” (Carta Maior, 7-XI-14).

China, China, China
“El mes pasado puede ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su papel como garante del sistema económico global”, escribió semanas atrás Lawrence Summers, secretario del Tesoro entre 1999 y 2001 y asesor económico del presidente Barack Obama entre 2009 y 2010 (The Washington Post, 5-III-15). Summers se refería al fracaso de Washington en su intento de convencer a sus aliados más tradicionales de que no se unieran al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (Aiib, por sus siglas en inglés) promovido por China.

El éxito chino en las relaciones internacionales no deja de sorprender, tanto por la rapidez de sus avances como por su contundencia. La creación del Aiib representa la más potente irrupción del país asiático en el mundo. Los anuncios de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Australia y Brasil de que se unirán a esta institución, que se estima puede llegar a sustituir el papel del FMI y el Banco Mundial, sorprendieron a Washington y son una muestra de la creciente influencia de la potencia emergente.

A través del nuevo banco, China invita al mundo a invertir en los corredores económicos trasnacionales que unirán Asia y Europa a través de una amplia red de conectividad financiera y de negocios. Los miembros fundadores del banco son 45 países asiáticos –China, India, Singapur e Indonesia entre ellos–, pero a diferencia de las instituciones creadas en Bretton Woods, los votos de cada uno de ellos son proporcionales a su PBI. “Está emergiendo una arquitectura financiera global influenciada por China”, sostiene el think tank Consejo Indio de Relaciones Globales (gatewayhouse.in, miércoles 1). “La infraestructura es a China en el siglo XXI lo que el comercio fue a Estados Unidos en el siglo XX”, agrega.

La incorporación de Gran Bretaña al banco asiático levantó fuertes críticas de la Casa Blanca, quizá porque fue el primer país aliado en hacerlo. Pero a esa deserción siguieron otras. Hasta Israel, un aliado incondicional de Washington, decidió incorporarse al AIIB. “Su adhesión permitirá a Tel Aviv la integración de las compañías israelíes en diferentes proyectos de infraestructura financiados por el banco asiático”, dice el comunicado publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel (Russia Today, sábado 4).

En paralelo, el avance de la internacionalización del yuan resulta imparable. El economista Ariel Noyola recuerda que “hace apenas cuatro años, un pequeño grupo de 900 instituciones bancarias realizaban operaciones en yuanes. A finales de 2014, el número aumentó a más de 10 mil entidades” (Russia Today, 31-III-15). La presidenta del FMI, Christine Lagarde, anunció a fines de marzo la inclusión del yuan en los “derechos especiales de giro” (activos de reserva internacional creados en la década del 60 para complementar las reservas de los bancos centrales), de los que esa moneda estaba excluida por el veto que ejerce Estados Unidos.

En consecuencia, China avanza de modo incontenible en todos los frentes, arrastrando aliados, agujereando la arquitectura financiera global, desbaratando planes largamente pergeñados. Pero cuando Pekín ingresa con fuerza en el patio trasero, la cosa se complica. China anunció planes para invertir 250.000 millones de dólares en la próxima década en América Latina. Estados Unidos tiembla.

Zona de exclusión
La penúltima edición de la revista Military Review, que refleja los puntos de vista del Pentágono, contiene un largo artículo titulado “La aparición de China en las Américas” (1). El trabajo, redactado por Evan Ellis, profesor en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, analiza los impactos que la presencia china tiene para los intereses estadounidenses.

En primer lugar, sostiene que el ostensible aumento del comercio y de las inversiones chinas “está transformando la infraestructura física” de la región, obras que tienen “implicaciones estratégicas”, como los corredores bioceánicos, la ampliación y modernización de puertos y la construcción de “un segundo canal a través de Nicaragua y la potencial carretera o ‘canal seco’ y enlaces ferroviarios propuestos por Honduras, Guatemala y Colombia”.

En segundo lugar, las viejas instituciones o instancias políticas regionales, como la OEA o la propia Cumbre de las Américas, han ido perdiendo importancia en beneficio de la Unasur o la CELAC, organismos “que expresamente excluyen a Estados Unidos”. En paralelo, la revista apunta que el éxito económico de China “ha socavado los argumentos de Estados Unidos en cuanto a que la democracia al estilo occidental y los mercados libres son las mejores vías para el desarrollo y la prosperidad”.

En tercer lugar, el análisis de Military Review considera que “la seguridad de Estados Unidos se ve afectada por el financiamiento, inversión y comercio de China con regímenes que buscan la independencia de los sistemas occidentales penales y de responsabilidad contractual, tal como ha ocurrido en diferentes grados con los países del ALBA”. China puede usar las infraestructuras que construye contra Estados Unidos para presionar a los países a fin de que le nieguen a la superpotencia el “acceso a bases, recursos, inteligencia o apoyo político”.

Ahora, razona el Pentágono, la influencia de Estados Unidos en la región está siendo socavada por “la disponibilidad de China como una alternativa al mercado de exportación, fuente de préstamos e inversión” (Military Review, enero-febrero de 2015).

El detalle está en la palabra “alternativa”. A diferencia de lo que sucedía en las décadas de 1960 y 1970, ahora los gobiernos disidentes del imperio pueden recurrir a otros países para resolver sus problemas.

Asegurar el patio trasero
El año pasado los bancos chinos prestaron a los países latinoamericanos más dinero que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo sumados. Por países, Venezuela fue el mayor receptor de préstamos chinos, y también uno de los mayores destinos de la inversión del gigante asiático en la zona, sobre todo para las explotaciones petroleras y la creación de infraestructuras.

En Argentina la petrolera china Sinopec acaba de firmar un acuerdo de colaboración con YPF, explota el yacimiento de Vaca Muerta y participa en la expansión de redes ferroviarias y del metro de Buenos Aires. En Brasil, Sinopec se hizo con el 30 por ciento de la portuguesa Galp y el 40 por ciento de la española Repsol. Se calcula que China domina ya un tercio del sector minero peruano, con fuerte presencia en la extracción de cobre. “En toda la región las compañías chinas desarrollan proyectos de telecomunicaciones, automoción, agricultura, construcción y sectores energéticos, lo que extiende la influencia de Pekín, y no sólo a nivel económico” (Russia Today, lunes 6).

El brasileño Fiori estima que se está asistiendo a una “revalorización geopolítica y geoeconómica del Caribe y de América del Sur como tableros relevantes de la competencia global entre Estados Unidos y China, y de la competencia regional de estos dos países con Brasil” (Carta Maior, 25-XII-14).

Para avalar esa afirmación esgrime el trabajo del principal geoestratega estadounidense, Nicholas Spykman. Más de la mitad de la obra de Spykman America’s Strategy in World Politics, publicada en 1942, está dedicada al papel que debe jugar la potencia en América Latina y en particular en Suramérica. El teórico divide la región en dos zonas: una “mediterránea”, que incluye a México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, en la que la supremacía de Estados Unidos no puede ser cuestionada, una suerte de “mar cerrado” cuyas llaves pertenecen a Washington.

Por otro lado aparece la zona de influencia de los grandes estados del sur (Argentina, Brasil y Chile). Spykman apunta que si estos países se unieran para contrabalancear la hegemonía estadounidense, “deben ser respondidos mediante la guerra” (Valor, 29-I-14).

En los últimos años los países que impulsaron el Mercosur ampliado y la Unasur, básicamente Brasil, Argentina y Venezuela, entraron en la “línea de tiro de Estados Unidos”, que no puede aceptar que un proyecto convencional de integración económica (como fue el Mercosur en sus inicios) se transforme en un bloque político liderado por Brasil “con el objetivo de impedir toda intervención externa en América del Sur”.

La alianza de Brasil con China, India y Rusia en los Brics, y de Argentina y Venezuela con China y Rusia es otra línea roja para Washington. Que esas alianzas no pasen a mayores es un objetivo central de la política estadounidense. Máxime cuando sobre todo Brasil, pero también Argentina y Venezuela, se involucraron en un conflicto lejano, como el de Oriente Medio, condenando la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza en agosto y setiembre de 2014 y tomando distancia del bloqueo a Irán (Carta Maior). Cortarles las alas, de eso se trata.

Nota
(1) Military Review, publicada por US Army Combined Arms Center (Usacac), Fort Leavenworth, enero-febrero 2015, págs 66-78.


- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.

lunes, 6 de abril de 2015

CUMBRE DE LAS AMÉRICAS: PANAMERICANISMO Y NEOLIBERALISMO.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica. - http://www.redaccionpopular.com/articulo/cumbre-de-las-americas-panamericanismo-y-neoliberalismo

Con la CELAC en marcha, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América consolidada y la UNASUR como realidad política tangible, ¿para qué sirve la Cumbres de las Américas, sino para prolongar la puesta en escena del imperialismo y dar riendas a quienes quieren volver a los oscuros tiempos del sojuzgamiento de nuestros pueblos bajo el peso de “los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima”?

La política de los Estados Unidos para América Latina ha tenido, desde sus orígenes, objetivos claros y contundentes, que se prolongan en el tiempo y que, por lo menos desde finales del siglo XIX, se encuentran irremediablemente vinculados a los proyectos de expansión territorial, económica, militar y cultural, bajo la forma del imperialismo, que sus elites asumieron como un destino manifiesto.

Tributaria de esa lógica imperial, la política exterior estadounidense hacia los países al sur de su frontera no puede perseguir otro propósito sino la dominación absoluta, para su beneficio, de los recursos naturales, económicos y la posición geoestratégica de la región en la disputa por la supremacía mundial.

Para ello ha recurrido tanto de las intervenciones militares descarnadas -que abundan en la historia de México, Centroamérica y el Caribe-, como a la diplomacia comercial bajo el signo del panamericanismo: es decir, lo que Arturo Ardao definió como un movimiento ideológico que pretende justificar “las perentorias necesidades comerciales de Estados Unidos, cada vez más urgido de mercados exteriores seguros para los excedentes” de su industria capitalista en expansión, así como el empeño de sus fuerzas industriales y financieras por concretar esta aspiración por medio de “cambiantes formas de conquista, anexión o absorción”

El primer antecedente de la diplomacia panamericana, que es al mismo tiempo el imperialismo comercial, lo encontramos en la Conferencia Internacional Americana de 1889, la que José Martí consideró, en una de sus crónicas memorables, como “el convite que los Estados Unidos potentes (…) hacen a las naciones americanas de menos poder”, para imponer “la política secular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso, que no los ha querido fomentar jamás [a los pueblos latinoamericanos], ni se ha dirigido a ellos sino para impedir su extensión, como en Panamá, o apoderarse de su territorio, como en México, Nicaragua, Santo Domingo, Haití y Cuba, o para cortar por la intimidación sus tratos con el resto del universo, como en Colombia, o para obligarlos, como ahora, a comprar lo que no puede vender, y confederarse para su dominio”Cumbres de las Américas: un foro continental engendrado como espacio de legitimación del panamericanismo y del sistema interamericano articulado en torno a la OEA –brazo político del imperialismo en nuestra América- y sus dobles discursos sobre la democracia las libertades individuales y los derechos humanos; y al mismo, estas cumbres nacieron como vanguardia del proyecto neoliberal, en medio de la pesadilla privatizadora y entreguista de la década de 1990. No en vano, la primera de estas citas se celebró en Miami, en 1994, y sin la presencia de Cuba; y en la Declaración de Principios que firmaron los presidentes participantes acordaron impulsar la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y una agenda de modernización de los estados y las economías, que incluía “el comercio sin barreras, sin subsidios, sin practicas desleales y con un creciente flujo de inversiones productivas”; “la eliminación de los obstáculos para el acceso al mercado de los bienes y servicios”; “el establecimiento de mercados más abiertos, transparentes e integrados”; o la promoción del “flujo de inversiones productivas”, entre otra serie de falacias económicas y dogmas neoclásicos cuyo fracaso está más que comprobado en nuestros países.

De una nueva versión de este convite panamericanista participarán los gobiernos latinoamericanos en Ciudad de Panamá, del 10 al 11 de abril. Ahora, se ha invitado a Cuba, en lo que pretende ser una maniobra de acercamiento y reparación histórica de los Estados Unidos. Pero el imperio no cede en sus apetitos, y la inaudita calificación de Venezuela como amenaza para la seguridad nacional, casi un anticipo de intervención militar, ha crispado el ambiente y unificó las posiciones antiimperialistas y latinoamericanistas en la actual coyuntura. ¿Qué podrán decir en Panamá el presidente Barack Obama y sus funcionarios de la Casa Blanca, que no suene a trampa retórica o emboscada política?

domingo, 29 de marzo de 2015

ESTADOS UNIDOS, VÍCTIMA DE SÍ MISMO.

Salvador González Briceño - http://www.redaccionpopular.com/articulo/estados-unidos-victima-de-si-mismo

País en guerra, pero a punto del colapso. No por hablar mal del otro. Ni por tirrias ni por fobias. Mucho menos del pueblo estadounidense. Incluso porque los jóvenes son engañados por toda clase de artilugios patrioteros, al enfilarse en el ejército bajo el principio de entrar en guerra contra los malos en defensa de altos valores: la “libertad y la democracia” que, como buenos, militares y civiles, encabezan contra el mundo (simplismo maniqueísta de manipulación, igualmente mediático de la prensa escrita y la televisión gringas). ¡Pero que millonarios, políticos y generales, escuchen a los excombatientes —lisiados, desadaptados y desatendidos— por los traumas de posguerra, desde Vietnam, Irak y Afganistán!
La razón es que, como país cuya bandera es el interés privado —desde su fundación en el capitalismo puro—, Estados Unidos se ha fortalecido como imperio, emulando al romano, por todas las vías posibles como: el hurto, el saqueo, la invasión y las guerras en el mundo —comenzando por los nativos y contra México—; también la “competencia y el libre comercio”, los males para cualquier economía que pregona el “librecambismo”. Con simples clases de historia escolástica los métodos violentos saltan a la vista.
Todavía más. Infalible y eterno, como se consideran en la historia todos los imperios —“no hay mal que dure 100 años”—, a EU el destino ya le toca a las puertas y se trata de su mayor amenaza: la propia. Víctima de sus contradicciones — ¡esa es una característica de capitalismo en todas sus formas!, sobre todo las más desarrolladas, las del capital financiero—, ha llegado al punto en que, o se sigue sosteniendo con más guerras o el crack le estalla entre las manos. Y ese rol, al parecer está cercano, le tocará a uno de los presidentes sin credibilidad y más mediocres de EU, a Barack Obama.
Las voces se corren. Lo dicen los economistas —no gringos, claro está—, que están al tanto de la presunta recuperación. Pero también los inversionistas, como el “multimillonario” Erick Sprott, quien advierte sobre el “peligro” que se cierne sobre el mundo financiero. Dice: “El gran peligro es que estamos apoyando un sistema bancario apalancado y todo lo que poseen es papel; es decir, simples instrumentos financieros. Si las cosas se ponen mal repentinamente, todo el mundo querrá sacar el dinero del banco”.
Todavía más: “Los bancos centrales están luchando para mantener todo el sistema bancario con vida, así que por supuesto, son los primeros interesados en darle a los propios bancos un certificado de buena salud en las pruebas de resistencia bancaria, aunque eso implique falsear la realidad. Hemos visto un buen ejemplo, dice. El banco HETA Asset Resolution AG quebró en Austria, y fue nacionalizado en 2009 con 5.500 millones de euros. “Curiosamente, tenía una calificación AAA, y acabó bien clasificado en las últimas pruebas de estrés realizadas por el Banco Central Europeo. Sin embargo, tres meses más tarde quebró. Eso es lo que ocurre con las instituciones financieras apalancadas.” Luego entonces el gobierno dijo ¡basta! Con el ejemplo de HETA ahora —o de Lehman Brothers en 2008—, se mira “que los gobiernos ya no pueden permitirse el lujo de rescatar a sus bancos porque los bancos son más grandes que los gobiernos. Por eso siempre le he dicho a la gente, uno de los mayores riesgos es tener dinero en el sistema bancario”. [Ver:http://kingworldnews.com/billionaire-eric-sprott-this-should-scare-the-hell-out-of-every-investor-on-the-planet/].
EU está peor. “Las élites políticas, la Reserva Federal y los intereses que dirigen EEUU desde un segundo plano, parecen asustadas. Su futuro político, así como en los beneficios y la supervivencia de las grandes corporaciones internacionales y los intereses bancarios que apoyan el actual régimen político y económico de EEUU están en peligro y una guerra puede ser la única solución que les queda a estas élites políticas para seguir ocupando su posición de privilegio.”
De ahí que dichas élites de EU necesiten una guerra. Diez razones:
“1.- La guerra puede proporcionar una crisis y la subsiguiente justificación para continuar con la emisión de deuda soberana y con la expansión de la moneda de EEUU mientras dure el conflicto.
“2.- La guerra permitiría a los políticos de EEUU culpar a Rusia y a China por la caída del dólar como moneda de reserva mundial, así como culparles de la crisis de la deuda.
“3.- La Reserva Federal y el cártel mundial de bancos centrales han destruido la economía de Occidente a través de la emisión de deuda excesiva, la creación de dinero de la nada y el endeudamiento masivo. De cara a la opinión pública, una guerra permitiría transferir estas culpas a las naciones enemigas.
“4.- Una guerra permitiría a los EEUU recuperar el control de la Unión Europea y de todos los países europeos a nivel individual, así como de la OTAN. Actualmente, países como Alemania, Francia u otros países vacilan a la hora de ofrecer un apoyo unísono para las políticas estadounidenses y los planes de guerra en Ucrania.
“5.- La guerra sofocaría los movimientos de secesión en España (Cataluña y País Vasco) y el movimiento de secesión de Escocia, y las amenazas de Grecia e Italia de salir de la UE y del euro.
“6.- Una guerra daría la excusa a las élites de EEUU para restablecer su control total sobre las noticias y los medios de comunicación, negando la entrada de opiniones de medios extranjeros y anulando la competencia informativa que ofrecen los medios alternativos de Internet.
“7.- Una guerra contra Rusia e Irán acabaría con la competencia representada por el suministro de gas y petróleo de los oleoductos rusos e iraníes, y permitiría a EEUU controlar la producción de Oriente Medio y continuar con el sistema del petrodólar durante los años venideros.
“8.- Como en las dos guerras mundiales anteriores, una gran guerra permitiría al gobierno de EEUU terminar con todos los movimientos y adversarios políticos internos, a excepción de aquellos candidatos de oposición controlados y aprobados por los dos partidos mayoritarios.
“9.- Una guerra exitosa contra los aliados de China, retrasaría el desafío imparable para la gobernanza global que representa actualmente China, al menos durante años.
“10.- Por último, durante una situación de crisis en tiempos de guerra, los políticos siempre pueden atacar las libertades civiles, la libertad de prensa y confiscar la riqueza hasta límites imposibles en tiempos de paz.” [Fuente: http://www.zerohedge.com/news/2015-02-27/10-reasons-washington-has-war-fever ].
Para ilustrar un tanto su actitud guerrera. “Desde que Estados Unidos fue fundado en 1776, ha estado en guerra durante 222 de sus 239 años de existencia; es decir, el 93% de su tiempo de existencia. Sólo durante 21 años desde 1776, EEUU ha estado realmente en paz.”
En otras palabras:
“Ningún presidente estadounidense se ha podido calificar como presidente en tiempos de paz. Técnicamente, todos los presidentes de Estados Unidos pueden ser considerados “presidentes de guerra.”
EE.UU. nunca ha pasado una década sin guerra.
La única vez que EU estuvo cinco años seguidos sin guerra (1935-1940) fue durante el período aislacionista de la Gran Depresión, previo a la Segunda Guerra Mundial. [Tomado de: http://www.washingtonsblog.com/2015/02/america-war-93-time-222-239-years-since-1776.html]. Botones de muestra.
¿Qué busca EU en Latinoamérica, amenazante ahora contra Venezuela, pero con bravatas contra Argentina, Brasil, Nicaragua, etcétera, en el continente? ¿Para qué la ampliación de las bases militares de reacción rápida?
A EU las guerras lo describen tal cual, como también los medios para descubrirlo. Pero su corrosión es interna. Y de eso, las leyes de la economía se encargan. La bravata no es fortaleza, sino de debilidad. No hay imperio invencible ni eterno, como dicta el refrán popular sin tanto devaneo de sesos: “No hay mal que dure 100 años”. Así que, más pronto que tarde podremos decirle al imperio: “¡Hasta la vista, babi!”. Con el Premio Nobel de la Paz a la cabeza.























miércoles, 25 de marzo de 2015

Un debate sobre las alternativas al modelo neoliberal

Natalia Coronel * - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=4373

La semana pasada tuvo lugar en Argentina el “Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad” que reunió a referentes de renombre dentro de los campos de las ciencias sociales, políticas y económicas de América Latina y el resto del mundo. En tres días de exposiciones y conferencias en el salón del Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires donde expresaron su compromiso con las luchas sociales y políticas que en este momento confluyen para construir un destino mejor para nuestros pueblos.

Organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación y encabezado por el filósofo Ricardo Forster, el encuentro contó con la participación de Noam Chomsky (EE.UU.); Álvaro García Linera (Bolivia); Ignacio Ramonet (España), Gianni Vattimo (Italia); Piedad Córdoba (Colombia); Iñigo Errejón (España); Camila Vallejos (Chile), Axel Kicillof (Argentina); Emir Sader (Brasil), entre otras personalidades, y logró la firma de un documento final llamado “Manifiesto de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad”.

La evolución del sistema según Chomsky

El primer día bajo un caluroso y enérgico aplauso con un teatro colmado, tanto en el interior como en sus alrededores, se tuvo que dotar de pantallas gigantes, para escuchar a Noam Chomsky. Comenzó la conferencia haciendo un análisis en torno de las diversas situaciones de crisis y violencia política que enfrentan los pueblos, sobre todo en lo que respecta a la evolución de los asuntos mundiales luego de 1945. “Para fines de la década del ‘70, la situación estaba cambiando. El ataque neoliberal se aceleró durante los años de Reagan–Tatcher, persistió después de ello y se convirtió en un ataque sobre los derechos humanos básicos y la democracia”, señaló. Luego, con el colapso de la regulación, Chomsky mencionó que “las crisis financieras comenzaron a aparecer por primera vez desde la Depresión. Pero para los perpetradores, las instituciones financieras, los bancos, las crisis no son un problema muy serio porque hay una política gubernamental que los protege de cualquier amenaza”.

Figura destacada de la lingüística del siglo XX, Chomsky se ha transformado en uno de los principales críticos de la política exterior de su país –Estados Unidos–, de su dirigencia y en un defensor a ultranza de los derechos humanos. En esta línea, destacó el rol de la región frente a los atropellos del capitalismo: “América Latina ha estado a la vanguardia en luchar contra el ataque neoliberal. Esto lo demuestran nuevos movimientos que surgen también en Europa del sur, en Grecia o España”. Y concluyó: “el sistema capitalista estatal global está en uno de sus peores períodos de crisis. Los resultados, como siempre, dependerán de cómo el público responda”.

Desafíos y encrucijadas en América Latina

Antes de la llegada de Chomsky, la locutora enumeró los temas: Emancipación, Igualdad, Juventud y la Política como herramienta de cambio. Se apagaron las luces y se encendió la pantalla. En las imágenes aparecen Evo, Néstor, Cristina, Chávez –se escucha su voz: “Alca, Alca, ¡al carajo!”, la multitud estalla en aplausos de nostalgia, continúan los rostros con Lula y Correa. Como en un estadio, en los palcos se colgaron banderas de movimientos sociales, resaltan las de Venezuela y Bolivia. En las calles, personas escuchaban por alto–parlantes.

El periodista argentino Víctor Hugo Morales presentó al primer orador: Cauhtémoc Cárdenas. El hijo de Lázaro Cárdenas hace un breve repaso por la historia de México, la independencia, la revolución y el neoliberalismo de los últimos 30 años. Dice que la economía mexicana está en muy lento crecimiento, como un arrastre de la crisis del 2008 y que la única solución que se le ocurre al gobierno es el recorte y el ajuste. Se refiere al problema del narcotráfico y de los desaparecidos de Iguala. Pero el final de su discurso fue bien arriba, con una frase de Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Llegó el turno de Piedad Córdoba. Explicó que hoy en día la estrategia es la del desprestigio y que el compromiso de Washington es el debilitamiento de los procesos políticos y sociales. “El narcotráfico es la multinacional del capitalismo, que genera y utiliza paraísos fiscales y es el principal financiador del paramilitarismo en Colombia”, señaló. En América Latina hay 76 bases norteamericanas de las cuales 8 están en Colombia. Se alegró con las conversaciones de paz que está llevando a cabo el gobierno colombiano con la insurgencia armada en La Habana. En el mismo sentido sistémico alertó sobre que “la caída del gobierno venezolano puede provocar un efecto dominó en toda América Latina”.

En el estrado, el pensador brasileño, Emir Sader señala que una de las deudas de los gobiernos de Lula Da Silva y de Dilma Rousseff “es la falta de una Ley de Medios. Sin ella, no hay democratización posible. Nuestros países deben unirse para poder enfrentar al capitalismo internacional, la integración regional es la clave del triunfo”. Siguen los aplausos.

También estuvo presente el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Resaltó la importancia del florecimiento de las democracias: “quizás lo nuevo que está enseñando América Latina, es que la democracia no se puede reducir únicamente al voto. El voto, la representación, es un elemento fundamental de la constitución democrática de los Estados. Se garantizan derechos, se garantiza pluralidad. Pero, paralela y complementariamente, hay otras formas de enriquecimiento de lo democrático. Esas formas de enriquecimiento de lo democrático es la plaza, es la calle, es la democracia callejera, es la democracia plebeya. No se puede entender el proceso boliviano sin ese correlato, sin esta dualidad institucional”.

Gianni Vattimo habla con un discurso simpático y se define como “un cultor de la mitología latinoamericana”. Comienza arrojando un título: “Latinoamérica como futuro de Europa” y señala que es una ponencia del entusiasmo. Lo que sucedió en la última década en Latinoamérica ayuda en Europa a pensar en otro mundo posible, pero no en el “otro mundo” de la Iglesia, sino en un mundo diferente “acá en la Tierra”.

Iñigo Errejón Galván, secretario de estrategia política de Podemos, la flamante alternativa progresista de la política española también se refirió a las derechas: “América Latina demostró que los gobiernos deben responder a quien los elige. A Europa le ha llegado la hora de los pueblos, la hora en la que los gobiernos estén al servicio de su gente”, sostuvo.

La gente canta “Patria sí, colonia no” y “vivos los llevaron, vivos los queremos” en clara alusión a los 43 desaparecidos en México. En los tres días pasaron por el escenario numerosas personalidades que no entraron en esta crónica por cuestión de espacio, pero cuyos discursos no carecen de valor y contundencia, ya que, en la misma línea pusieron el acento sobre su compromiso con las luchas sociales y en construir una alternativa al modelo neoliberal.

Con un final apoteósico entre aplausos y cánticos profusos, Forster delineó un punto de partida para un diálogo entre proyectos populares, democráticos y de participación igualitaria. “Cada uno, con su especificidad, con su lengua, con sus tradiciones. Pero todos juntos, imaginando que, efectivamente, se puede hoy, ahora, construir una sociedad mejor”, concluyó el secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.


* Natalia Coronel es periodista argentina y colaboradora de La Época.

sábado, 21 de marzo de 2015

Soberanía de América Latina: las águilas no deberían atreverse

Lautaro González - http://www.politicaymedios.com.ar/nota/7491/soberania_de_america_latina_las_aguilas_no_deberian_atreverse/

A raíz de la iniciativa del Poder Ejecutivo de EEUU por declarar a Venezuela una amenaza para la seguridad exterior, miles de voces internacionales emitieron su repudio. En tanto Nicolás Maduro organiza en las principales plazas de Caracas una campaña para recolectar 10 millones de firmas en respaldo al gobierno. Este conflicto pone en peligro la realización de la VII Cumbre de las Américas prevista para abril en Panamá.

El rechazo a la medida impulsada por Barack Obama es unánime. Las voces de América Latina, de la América morena se extienden a lo largo y ancho del continente. Representantes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba), instituciones de coordinación y cooperación internacional, han puesto en off side a la Casa Blanca al destacar la decisión como “agresiva, arbitraria e infundada”. Así lo manifestó el presidente cubano Raúl Castro en su discurso ante la cumbre extraordinaria del Alba celebrada en Caracas el pasado 17 de marzo, tres días después de la reunión de cancilleres de Unasur.

Si bien ambos organismos solicitaron a EEUU que derogue la orden ejecutiva, la Casa Blanca hace oídos sordos y apunta la política a una posible intervención militar o golpe de estado avalada por las fracciones minoritarias anti chavistas que ven en el gobierno de Obama un aliado a fin de retomar el control político del gobierno en beneficio de sus intereses económicos.

A lo largo de la historia los pueblos latinoamericanos y del mundo conocieron las declaraciones de “peligrosidad” por parte de EE.UU. ya que luego de la sentencia vinieron las bombas y el sojuzgamiento de los pueblos. Por eso la respuesta continental no tardó en llegar. Un rechazo explícito sin precedentes desde América Latina y el Caribe a la agresión de Washington se vio reflejada en el las palabras de Raúl Castro: “Hoy Venezuela no está sola, ni nuestra región es la misma de hace 20 años. No toleraremos que se vulnere la soberanía o se quebrante impunemente la paz en la región. Como hemos afirmado, las amenazas contra la paz y la estabilidad en Venezuela representan también amenazas contra la estabilidad y la paz regionales. “Estados Unidos debería entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es indestructible”.

El error cometido por la Casa Blanca colocará al presidente de Estados Unidos en una posición complicada en la próxima Cumbre de las Américas. Tendrá que escuchar los argumentos de los principales mandatarios latinoamericanos que ven en esta actitud una clara muestra de los intereses intervencionistas norteamericanos en la región por sobre la soberanía política ya la independencia económica de los países que componen América Latina y el Caribe.

Por su parte Nicolás Maduro extenderá hasta el próximo 9 de abril la junta de 10 millones firmas con el fin de reclamarle al presiente Barack Obama la derogación del decreto de estado de emergencia. Esto pretende revocar la declaración de su gobierno que considera a Venezuela como una amenaza para la seguridad y la política exterior de Estados Unidos.

Así, desde este jueves se activaron cerca de 14 mil centros en las plazas Bolívar y otros sitios emblemáticos de todo el territorio nacional, donde trabajadores, jóvenes, estudiantes, campesinos, artistas, deportistas y movimientos sociales podrán rubricar sus firmas en apoyo a Maduro y América Latina.

Esta medida también es apoyada desde las redes sociales, ya que personalidades de todo el mundo expresarán su respaldo a Venezuela a través de la cuenta @ObamaDerogaYa (en Twitter e Instagram), y en Facebook: Obama Deroga Ya. La campaña por la anulación del decreto estadounidense se realizará a través de “twitazos” a de fin de promover la etiqueta #ObamaDerogaElDecretoYa.

Al lanzar la cruzada el alcalde del capitalino municipio Libertador, Jorge Rodríguez, calificó la medida de Obama como la más grave amenaza proferida contra su país en 200 años de historia republicana. Más que un dato, resulta toda una declaración de principios.

domingo, 15 de marzo de 2015

Ganar la batalla cultural

Oscar Valdovinos *  http://sur.infonews.com/cultura

El capitalismo protagoniza una etapa de su historia compleja, paradójica y contradictoria. Nació impiadoso y salvaje y provocó una tragedia social mayúscula. En nombre de la libertad, consagró la explotación como piedra angular del sistema. En nombre de la igualdad de los hombres ante la ley, estableció el contrato de trabajo como instrumento de incorporación de los trabajadores al servicio de un empleador, con notorios resabios de naturaleza dominial y una impronta de sumisión. En nombre de la autonomía de la voluntad, prohibió –y castigó como delito– la interferencia sindical y relegó al Estado al papel de guardián de la vida y hacienda de los propietarios, con estricta abstinencia en materia económica. En ese orden de cosas, todo estaba reservado a la voluntad del mercado que ordena la economía, asigna los recursos y corrige las eventuales y transitorias dificultades. La “mano invisible del mercado” –proclamada en el siglo XVIII por Adam Smith y aún vigente, por lo menos para los socialistas vernáculos, según notable confesión del bueno de Hermes Binner–, en su infinita sabiduría, organiza la producción y distribuye los bienes conforme a un orden que es “natural” en el modo de producción capitalista.

No obstante, promovió un desarrollo extraordinario de la producción y la riqueza, del conocimiento científico y de su aplicación a los procesos productivos. Aquel liberalismo, el clásico, asoció ese progreso a la combinación virtuosa de la libertad y la propiedad y se asumió como sumo sacerdote y guardián del nuevo ordenamiento que avanzaba sobre el planeta, transformándolo. Sobre esas bases, un nuevo bloque histórico se hizo del poder y gobernó el mundo, no sólo en virtud de su capacidad de dominación física sino porque impuso su pensamiento, su visión de las cosas, su concepto de cómo debía ser y funcionar la sociedad y le imprimió sentido al conjunto social. Es decir, devino hegemónico, en tanto no sólo tomó el control del Estado y asumió la dirección política de la sociedad, sino también su dirección cultural hasta lograr la universalización de sus intereses corporativos (Gramsci y sus comentaristas, Broccoli, Portantiero, Hobsbawm, Anderson).

Por supuesto, ni las hegemonías ni las fases de la historia son eternas. El dominio capitalista, especialmente en su dimensión de supremacía cultural, comenzó a ser disputado. El movimiento sindical, el pensamiento socialista, el socialcristianismo, el avance de las instituciones democráticas tuvieron que ver con esa disputa que transitó dos siglos, opusieron otros valores al pensamiento hegemónico y lograron, progresivamente atenuar abusos y limitar excesos. Hasta que, promediando ya el siglo XX, luego de la segunda guerra mundial, se instauró en los países del capitalismo avanzado y en algunos de desarrollo incipiente el llamado Estado de Bienestar. A partir de entonces, mediante una fuerte intervención estatal en la economía y en las relaciones sociales, y aplicando un régimen tributario severo que hizo posible sustentar un sistema de seguridad social efectivo, sin afectar las bases del modo de producción capitalista, surgió una sociedad más igualitaria, equitativa y solidaria. En parte conquista popular y progresista y en parte táctica defensiva frente a la amenaza del bloque formado en torno de la URSS, el Estado de Bienestar fue una experiencia tan interesante como efímera. Apenas duró 30 años –en términos históricos, sólo un instante fugaz– y sus cimientos comenzaron a resquebrajarse, a mediados de los pasados años ’70, desnudando de nuevo el rostro más duro del capitalismo. La ilusión duró lo que un trozo de hielo bajo el sol y el capitalismo devino, otra vez, salvaje (son palabras de Francisco).

Las causas, sin duda, fueron múltiples. Desde la caída de la tasa de ganancia industrial hasta la exuberante multiplicación de los activos financieros. Desde el aumento del precio del petróleo hasta la nueva revolución tecnológica. Y también, sin duda, el colapso del llamado “socialismo real”, que allanó el camino hacia un capitalismo más consagrado a la especulación que a la producción, global y financiarizado, sin reglas, regulaciones ni ataduras de ninguna índole. Se adornó, filosóficamente, con los aportes del llamado neoliberalismo.

El Estado de Bienestar argentino. La Argentina vivió las dos experiencias muy intensamente. Con el primer peronismo, se estableció un Estado de Bienestar propio –el más significativo del Tercer Mundo–, con sabor a conquista antiimperialista en un proceso que conllevaba, como objetivos también sustanciales, la afirmación de la autodeterminación económica y política. Y a partir de 1976, con la dictadura, se experimentó la destrucción, a sangre y fuego, de todo cuanto tuviera sentido de acción y creación colectiva, desde los partidos políticos populares hasta las organizaciones sindicales y sociales de cualquier tipo. Y más tarde, en los ’90, bajo el manto del peronismo, la desviación de un grupo que traicionó prolijamente todos los principios fundantes de la tradición nacional y popular para entregar la economía del país al capital externo, completar un proceso de endeudamiento atroz, desguasar el Estado, aniquilar el empleo y entregar la conducción de la Nación a un núcleo neoliberal fundamentalista e irresponsable.

Así se completó un proceso de regresión histórica que, durante la etapa de Alfonsín, tampoco fue detenido, pues después de la pronta separación de Bernardo Grinspum de la conducción económica y del ensayo gatopardista de Parque Norte (remedo gramsciano limitado a la consolidación superestructural de la democracia republicana, inspirado por Juan Carlos Portantiero en una etapa que no fue la más feliz de su trayectoria), todo quedó pronto para el golpe de mercado. Y el neoliberalismo, en estado de latencia.

Entre las consecuencias más graves de cuanto pasó en la Argentina en el último cuarto del siglo pasado y en el inicio de éste, junto al terrorismo de Estado y su secuela sangrienta, a la destrucción del aparato industrial y a la expulsión de millones de compatriotas hacia los márgenes de la sociedad, es imposible no mencionar la regresión ideológica y cultural.

Primero se desprestigió al Estado, imputando a su intervención en la economía la responsabilidad por todos los males del país. “Achicar el Estado para agrandar la Nación” fue el lema imperante. Y después, con mayor sutileza, en clave subliminal, se inoculó un individualismo maximalista, asociado a la idea de que sólo el éxito personal justifica la vida y que sólo se triunfa si se alcanzan las metas económicas que cada uno se pro-pone. La consecuencia no fue otra que el “sálvese quien pueda” y la consiguiente exclusión de toda concepción solidarista.
La ruta de la Patria Grande. La idea de lo colectivo, desde sentirse parte del pueblo y corresponsable del destino de la Nación, hasta identificarse con la clase o grupo social al que se pertenece y con el que se está unido por comunidad de intereses, fue arrumbada. Los colectivos que hicieron posible ser parte de la Patria Grande Latinoamericana y del sujeto social y político llamado a construir un país justo y solidario fueron quebrantados. En primer lugar por la dictadura, hasta físicamente, y luego por el neoliberalismo, con su prédica y su instrumentación del consumo desenfrenado y “jerarquizado”, funcional a un sistema productivo dedicado a la producción de series cortas de productos de alto valor unitario y a una economía simbolizada por los derivados financieros. De tal modo, los colectivos se partieron y hoy es posible que sectores de clase media asalariados abominen de los sindicatos y que miembros de la clase obrera tradicional desprecien a los “negros” del mismo modo que los habitantes de un country de Pilar los desprecian a ellos.

El otro factor imposible de obviar radica en la extraordinaria importancia adquirida por los medios de comunicación masiva que, imbuidos ya de la posibilidad de moldear la opinión pública, los gustos y las inclinaciones de los consumidores, reproducen de manera cotidiana e incesante, hasta perforar las mentes e invadirlas, aquellas categorías ideológicas. El hecho es que, entre los ’70 y los ’90, el virus se esparció en el conjunto de la población, atravesando transversalmente todas las clases sociales y generando, sobre todo en las más vulnerables y menos pudientes, un estado de frustración y angustia que se emparienta con muchos de los problemas que hoy preocupan a la sociedad.

El neoliberalismo fracasó. En la Argentina y en el mundo. Ese fracaso se exteriorizó, aquí, en la crisis de principios de siglo y, en el mundo, en la de 2008, cuyas consecuencias aún no desaparecieron. Cuando mayor es el potencial productivo a nivel mundial y más impactante la acumulación de riqueza, más injusta es su distribución, más se profundiza la desi­gualdad y la exclusión social deviene estructural y crónica. No obstante, por una suerte de efecto inercial fortalecido por la deserción imperdonable de la izquierda europea –vacía de todo pensamiento alternativo–, el pensamiento neoliberal sigue prevaleciendo y los círculos más concentrados del poder económico y político internacional replican e imponen sus recetas.

El país, en la última década, recuperó la centralidad de la política y del Estado, puso en pie el aparato productivo, creó empleo y mejoró sustancialmente la distribución del ingreso. Pero no logró que se tomara conciencia plena del significado de esos logros y de cuáles fueron los instrumentos para alcanzarlos ni de cuales serán los necesarios para preservarlos y profundizarlos, para seguir avanzando.

Es imprescindible restaurar el sentido de lo colectivo, reinstalar la solidaridad al tope de la escala de valores y convencer al bloque potencial de que sólo unidos se puede construir el país justo en el que todos aspiramos que nuestros hijos puedan crecer y realizarse plenamente. A todo el esfuerzo realizado habrá que sumarle una función constante de prédica y ejemplo, el uso honesto de los medios que la tecnología pone a disposición y una transformación profunda del sistema educacional para que vuelva a servir, con eficacia y excelencia, a la causa de la Nación y del pueblo.

Hasta que quede claro y absolutamente asumido que, hoy, libertad e igualdad tienen como condición de existencia la inclusión y que éste –siguiendo a Tarso Genro– es requisito insoslayable para el ejercicio de la democracia.

Si no se gana la batalla cultural todavía pendiente, jamás se sentirá haber construido en terreno sólido.

*Abogado laboralista, especializado en Derecho Colectivo de Trabajo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

LA INTERNACIONAL DEL TERROR MEDIÁTICO

ARAM AHARONIAN - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones104/nota4.htm

Hoy todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte y en el sur del sur ante los intentos restauradores del viejo orden neoliberal. Las fuerzas más reaccionarias del mundo han intensificado sus campañas para desestabilizar nuevamente a varios gobiernos latinoamericanos -el venezolano en lo social, económico y militar, el argentino en lo financiero, por ejemplo-, en una experiencia que bien puede ser aplicada en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean apetecidos por las potencias centrales.

La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación cartelizados -nacionales y extranjeros- en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por y desde Estados Unidos, demuestra que éstos se han convertido en verdaderas unidades militares. Si hace 40 años necesitaban de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es simbólico y hoy no hacen faltas bayonetas ni tanques: les basta con el control de los medios hegemónicos para imponer modelos políticos, económicos y sociales.

EL ESCENARIO SIMBÓLICO

La guerra se traslada al espacio simbólico, a la batalla ideológica, a la guerra cultural y, por ende, las armas para esa nueva confrontación son diferentes. Ya no son metralletas, sino micrófonos, computadoras, teléfonos, cámaras de video... La guerra por imponer imaginarios colectivos se da a través de medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos.

Los medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de expresión y, precisamente, la han aprisionado para usarla como rehén. Ante ese poder los individuos no valemos nada. Los medios se han vuelto despóticos y despiadados, como nunca lo llegó a ser reyezuelo o dictadorzuelo alguno. Una vez que acusan-condenan no hay modo de apelar ante nadie.

EL TERROR MEDIÁTICO

El arte de la desinformación ha sido un elemento clave en todos los conflictos bélicos desde la Antigüedad. Hablamos de hace tres mil años: ya entonces no se trataba de escribir la realidad de los hechos, la historia verdadera, sino la de conformar percepciones, imaginarios colectivos de la sociedad a favor, claro, de la cultura dominante, de los poderes fácticos, incluidas -en tiempos más recientes, hacia el siglo 17- las diversas Iglesias.

Es claro que las agencias internacionales de noticias surgieron para afianzar el poder colonial de las potencias europeas, sobre todo en África y Asia, y también es claro que cada vez que surge un conflicto, la prensa del sistema es la encargada de silenciar cualquier opinión independiente, eliminar el debate y el disentimiento, para orquestar las respuestas emocionales en masa a sus intereses.

Ya en 1982 los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad oficial durante el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y muchas otras regiones. Hoy, el frente de la derecha latinoamericana y mundial -incluyendo el gobierno de Estados Unidos, algunos de sus incondicionales de la región y otros de la Unión Europea- tomó protagonismo activo desde febrero de 2014 en sus ataques mediáticos contra la Revolución Bolivariana y los gobiernos de Argentina y -luego- Brasil.

Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para "difundir informaciones (léase manipulaciones, distorsiones, mentiras, difamaciones) sobre la situación en Venezuela". Internamente, las campañas de prensa quieren provocar cansancio en los ciudadanos, en el exterior sembrar un imaginario colectivo de represión, autoritarismo, una sensación de caos e ingobernabilidad.

Argentina afrontó en 2014 una extorsión financiera sin precedentes. Los especuladores que compraron bonos de la deuda por 48 millones de dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por 1.500 millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú, y amenazan a toda la región.

Aunque el escenario afectara a Argentina, deja bajo la garra de estos rapaces cualquier deuda soberana. En 2014, la deuda representaba el 104% del Producto Interno Bruto en EE.UU., 93% en España, 132% en Italia, 129% en Portugal, 78% en Alemania, 175% en Grecia, 123% en Irlanda, 90% en Reino Unido.

El precedente de este fallo judicial va mucho más allá del perjuicio contra Argentina, y pone en riesgo cualquier futura reestructuración de deuda... con la mirada puesta en la periferia europea.

Paralelamente, en Brasil se desató una furiosa ofensiva mediática contra la estatal petrolera Petrobras, apoyando las demandas del fondo buitre Aurelius. Existe, sin dudas, un intento de provocar un descalabro financiero en la región, con apoyo de sectores internos que colaboran con esos intereses sin cuestionar sus "prácticas mafiosas". Hay una estrategia más generalizada que está utilizando la cuestión financiera como campo de batalla contra determinados procesos políticos. En el año que terminó trataron de llevar a la Argentina al default, y atacan a Brasil. Es una guerra sin armas, desde el terreno judicial y con objetivos políticos.

A nadie ha extrañado que los medios hegemónicos argentinos hayan manejado la información y opinión para cooptarse con la posición de los acreedores, denigrando y tratando de ridiculizar la posición de su país e invisibilizando o minimizando la información referida a los apoyos solidarios recibidos de todos los países latinoamericanos y caribeños, del Grupo de los 77 (más de 120 países en desarrollo más China), y de los Brics, entre otros.

La apuesta de las transnacionales y de los fondos buitre, refrendada cartelizadamente por los grupos mediáticos hegemónicos a nivel regional, internacional e interno, ha sido la de crear zozobra en la población ante una "inminente" corrida bancaria y cambiaria, ante el embargo de activos petroleros nacionalizados. Y el libreto se repite en Venezuela, Argentina, Brasil.

En nuestros tiempos, marcados por el neoliberalismo, los vicios como la codicia y el individualismo, se han convertido en virtudes, exaltadas desde Hollywood por la homogeneización de los medios de comunicación.

Debemos recordar que el concepto de terrorismo mediático está relacionado con un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo con el conflicto y el enemigo en cuestión.

Si partimos de la idea de que para el poder todo sujeto que considere una amenaza a sus intereses se concibe como enemigo de guerra, entonces el terrorismo mediático parte de que la guerra psicológica utiliza una caracterización simplista y maniquea (bueno/malo, negro/blanco) para describir al enemigo. La llamada propaganda negra no es otra cosa que la construcción de unos nombres, de unos relatos, de unas categorías, de unas imágenes que ordenan los acontecimientos a partir de un eje de destrucción del otro. Ese proceso se hace ocultando la verdad y sobre todo mintiendo acerca de ella, señala Florencia Saintout, de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.

Pero la respuesta -de los gobiernos atacados- a estas matrices terroristas mediáticas ha sido reactiva y no proactiva, propositiva, informativa. Ha sido basada en denunciología (propia de una etapa de resistencia y no de construcción) y preocupación por la solidaridad pasiva. En Venezuela, fueron mensajes inundados por consignas, inserciones o solicitadas solidarias (que nadie lee y otros, en el norte, archivan en sus bases de datos), lamentos..., inmovilismo.

La falta de fuentes de información veraz, oportuna y para todos, facilita el trabajo de la derecha de imponer imaginarios colectivos, a través de una prensa -radios, medios cibernéticos fijos y móviles, televisoras, diarios, revistas- totalmente cartelizada detrás del mensaje único, producido por las usinas en el exterior y en cada uno de nuestros países.

sábado, 7 de marzo de 2015

Brazos a torcer

NÉSTOR NÚÑEZ - http://bohemia.cu/2015/03/06/internacionales/venezuela-argentina.html

Hace apenas unas semanas, en declaraciones al portal digital Vox, el presidente norteamericano, Barack Obama, no tuvo reparos en afirmar que en la política exterior de su país es una práctica necesaria “torcer el brazo” a aquellas naciones y pueblos que no hacen lo que Washington les demanda.

La justificación se basa en el hecho de que, según el mandatario, “estamos rodeados de malas personas”, y se requiere de cualquier método, incluido el militar, para sacar de juego actitudes tan incómodas.

Y, desde luego, semejante “tarea” demanda de actores y acólitos (bien individualmente o en suma parcial o total), como los servicios oficiales de espionaje, seguridad, o bélicos de los propios Estados Unidos, un tergiversador y aplastante engendro mediático, y los segmentos derechistas y reaccionarios en cada escenario concreto a desestabilizar.

De manera que la receta no ha variado con los siglos, aun cuando la Oficina Oval hable de “cambios” en sus percepciones globales, y esgrima una retocada Doctrina de Seguridad Nacional que, se insiste, privilegiaría la diplomacia sobre el ruido de las armas.

En todo caso -apuntan los entendidos- estaríamos en la era de las ya tituladas “revoluciones blandas”, de neto corte imperial-injerencista y nombre objetivamente eufemístico, toda vez que de laxas han demostrado tener muy poco (ver Venezuela, Oriente Medio o Ucrania, por solo citar ejemplos recientes).

Bolivarianismo en la mira

No es posible en tan breve espacio agotar la lista de agresiones a que se ha visto sometida la Venezuela Bolivariana en su casi década y media de Gobierno popular, encabezado originalmente por el Comandante Hugo Chávez, y ahora por su sucesor Nicolás Maduro.

Baste solo apuntar entonces que, consciente del papel fundamental que Caracas desempeña en las nuevas rutas de independencia, autodeterminación, multilateralidad, colaboración y progreso que se van forjando al sur del Río Bravo (amén de los tesoros energéticos y naturales locales), el derrocamiento de la Revolución Bolivariana es una prioridad dentro de la agenda imperial y hegemonista.

Y por estos días, justo a un año de los dañinos y sangrientos disturbios derechistas en varios departamentos, incluidos en el plan desestabilizador denominado entonces “La salida”, el presidente Maduro anunció la desarticulación de una intentona golpista que involucró a varios oficiales de la aviación militar nacional y a un importante grupo de opositores políticos, todos con un amplio historial de apego a la violencia.

Aunque desde Washington se habló de no injerencia en los asuntos internos de Venezuela, lo cierto es que los implicados contaban con cuantiosos recursos financieros, un avión Tucano que bombardearía puntos previamente seleccionados de Caracas y que procedería de una base en el exterior, simultáneas declaraciones oligárquicas sobre un cambio de régimen interno y la adopción de un nuevo programa de Gobierno netamente pro imperial, y visas previas concedidas a los ejecutores del ataque por los Estados Unidos en caso de cualquier negativa eventualidad.

Figuras de la embajada norteamericana en Caracas, como la encargada de negocios, Kelly Keiderling, aparecieron además como enlaces con los promotores de la pretendida asonada.
Todo en medio de la continuación de los actos de sabotaje a la cadena de abastecimiento de alimentos y productos básicos que llevan a cabo grupos oligárquicos, con el objetivo de sembrar un masivo descontento que favorezca la desestabilización interna, entre otros actos agresivos en curso.

Un gran engranaje destructivo que no solo viene chocando con la resistencia y las acciones de defensa de los sectores populares y las autoridades oficiales, sino que concita, y deberá seguir concitando, un amplio y creciente rechazo externo entre quienes en América Latina y el resto del mundo conocen a carta cabal de dónde proceden tales planes y a qué oscuros intereses responden.

Conflicto sobre El Plata

A escasos ocho meses de las elecciones presidenciales argentinas, programadas para este 25 de octubre, y sin la posibilidad constitucional de una reelección de la actual mandataria, Cristina Fernández, la derecha local como instrumento del injerencismo externo no solo pretende desacreditar al partido gobernante, sino además enterrar políticamente, de manera definitiva, la trayectoria de una gobernante cuyo devenir local y regional es admirable en materia de convergencia, y unidad, y en la defensa de la independencia y la autodeterminación. El pretexto es el reciente deceso, de un disparo en la cabeza, del fiscal Alberto Nisman, quien se dice preparaba una impugnación contra la presidenta por pretendida complicidad en el encubrimiento de funcionarios iraníes signados como sospechosos en el atentado dinamitero ocurrido en Buenos Aires en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita en Argentina (AMIA), en el cual perecieron 85 personas.

Nisman apareció muerto en su apartamento cuando, según una prensa conservadora, tradicionalmente hostil al Gobierno, se aprestaba a hacer pública su demanda y al parecer había redactado incluso una petición de detención contra la jefa de Estado. Aun cuando las investigaciones policiales se inclinan mayoritariamente por la tesis de un suicidio, la avalancha mediática reaccionaria, junto con la posición abiertamente hostil de determinados oficiales de justicia apegados a la tendencia de Nisman, se ha encargado de tejer una tenebrosa historia de manejos sucios de la Casa Rosada con la intención de “burlar las leyes nacionales” y “proteger a los sospechosos iraníes” a cambio de materializar “negocios comerciales y de trasiego de armas con Teherán”.

En pocas palabras, que tanto la estadista como sus colaboradores se proyectan mediante esa campaña en son de verdaderos mafiosos, involucrados nada menos que con uno de los países que el hegemonismo norteamericano estigmatiza como representante de un renovado “eje del mal” a escala planetaria.

De hecho, el sustituto de Nisman, el también fiscal Gerardo Pollicita, ha optado por seguir el juego contra la Casa de Gobierno, mientras que todos los días la prensa amarilla estructura historias y devela “manejos oficiales urdidos en la oscuridad” para sacarle el cuerpo al asunto y demeritar la figura de un funcionario legal casi elevado al rango de mártir. No importa, desde luego, que hasta hoy ninguno de los “ilustres magistrados” implicados en la parte sucia del guion haya presentado una sola prueba documental sobre los desmanes y la culpabilidad del poder ejecutivo, que -en un documento de 68 páginas- rechazó de inmediato los provocadores acontecimientos, alegando justamente la falta de argumentos serios de aquellos que azuzan el escándalo.

Y es curioso que para tales elementos ahora la palabra “impunidad” cobre algún valor y se incluya y reitere en los muchos textos que quieren desdibujar la figura de Cristina Fernández y el devenir de logros y simpatía popular que acumula la corriente política conocida como kirchnerismo en la historia reciente de Argentina.

Precisamente, la impunidad fue una de las variantes preferidas de los Gobiernos oligárquicos que precedieron la llegada a la Casa Rosada del extinto Néstor Kichner, de manera de dejar sin castigo a los torturadores que asesinaron y desaparecieron a no menos de 30 mil ciudadanos en los largos años de dictadura militar. Una táctica de “aniquilamiento de opositores” proveniente de las escuelas norteamericanas de seguridad, y aplaudida y estimulada por personajes como el exsecretario de Estado Henry Kissinger y los ocupantes de la Oficina Oval por aquellos turbulentos años.

Por su parte, la presidenta, en una reciente alocución pública en la Patagonia, en el extremo más austral de país, recordó las múltiples maniobras derechistas e injerencistas que ha debido enfrentar su administración, a las que se une ahora este episodio, curiosamente coincidente con la cercanía del final de su mandato, y con la realización de los comicios donde deberán ser elegidos un nuevo Ejecutivo y los integrantes del poder legislativo.

Poco después, en otra comparecencia, recordó Fernández que en Argentina hace varios años que verdaderamente impera la ley, mientras el papa Francisco dijo que intentará interceder ante Irán e Israel para recabar información sobre los sucesos en Buenos Aires en 1994, conocidos como el “caso AMIA”.

No obstante, no es ocioso recordar que aquellos que intentan inflamar la situación interna rioplatense silencian que antes de su misteriosa muerte, el fiscal Nisman ya había hecho público su pretendido expediente, en el cual no aparecía una sola prueba concreta en contra de la dignataria. Además, y en relación con el caso AMIA, tanto el desparecido funcionario como quienes hoy intentan levantar su figura fueron objeto de rechazo por las comunidades judías locales, debido a un marcado interés por silenciar durante largos años toda información relativa al atentado y obstaculizar incluso las investigaciones policiales.

Por añadidura, no pocos observadores locales subrayan que de una oligarquía implicada en actos corruptos y cómplice de torturadores y matarifes no es exagerado esperar maniobras desestabilizadoras, que incluso recurran al asesinato en sus propias filas si con ello impulsan sus planes estratégicos de retomar el poder.

Contra el gigante

El Brasil gobernado por la izquierda tampoco ha estado exento de las prácticas agresivas que intentan sabotear los nuevos proyectos políticos latinoamericanos y caribeños.

Con más razón cuando el gigante sudamericano se ha venido constituyendo en un pilar fundamental en la integración económica y política de nuestras naciones y en un factor trascendente en la lucha por la multipolaridad y la consolidación de positivas alternativas globales, a través de su activa membresía en el llamado Grupo Brics, junto a Rusia, China, Sudáfrica y la India.

En consecuencia, la receta de la desestabilización y el descrédito no han faltado contra los sucesivos Gobiernos del Partido de los Trabajadores.

De hecho, la presidenta Dilma Rouseff fue víctima de operaciones de espionaje y seguimiento ilegal de sus llamadas telefónicas a cuenta de los organismos norteamericanos de subversión, mientras que en las recientes elecciones, donde renovó su mandato, debió enfrentar una poderosa campaña mediática que intentó elevar al escalón de efímera “revelación política nacional” a una oponente que ni siquiera acumularía los votos para acudir a la segunda ronda. Paralelamente, se agitó otro alboroto mediático en torno a casos de corrupción ocurridos en la estatal Petrobrás, la empresa petrolera nacional, no solo para exigir la disolución de ese importante ente económico y su consecuente privatización, sino además para intentar entronizar en la percepción del ciudadano común la traza de una administración infecta, y por tanto incapaz de conducir adecuadamente los destinos nacionales.

Una historia, dicho sea de paso, a la que la derecha y sus aliados externos se empeñan en añadir leña a cada momento, aun cuando las autoridades oficiales han tomado cartas en el asunto y desarrollado las investigaciones pertinentes para delimitar las responsabilidades que correspondan.

Un mismo guion

De modo que los más recientes acontecimientos en Venezuela, Argentina y Brasil recolocan en el actuar regional el hecho de que ni las derechas locales ni quienes les apoyan desde el exterior han renunciado a darle vuelta –por cualquier medio- a las páginas de autodeterminación que hoy escribe buena parte de nuestra zona geográfica.

Ni en Washington ni en los reductos oligárquicos ha sido bien vista la irrupción creciente en los Gobiernos latinoamericanos y caribeños de movimientos políticos y personalidades de tendencias progresistas, y, en consecuencia, la práctica de “torcer el brazo” no ha dejado ni dejará de estar vigente en los vínculos con el poderoso vecino del norte.

Es válido insistir, entonces, en la circunstancia de que los casi tres lustros de administración bolivariana han transcurrido en medio del asedio constante de las fuerzas derechistas de dentro y de fuera.

Mientras, en Bolivia, el Gobierno de Evo Morales debió abatir la preparación de un magnicidio con el uso de profesionales del crimen introducidos en el país, e incluso los intentos de fraccionar territorialmente al actual Estado Plurinacional. Rafael Correa, en Ecuador, sigue siendo blanco de las campañas de difamación internas y externas, y debió sortear el intento de sacarlo del Gobierno e incluso darle muerte mediante una pretendida “protesta policial”.

Entretanto, en Argentina, los años de Gobierno kirchnerista han sido pródigos en el ejercicio de campañas difamatorias y golpes financieros foráneos contra unas autoridades de probada vocación latinoamericanista y popular.

Es que se trata de autoridades comprometidas con un cambio que propende a eliminar la nociva dependencia externa regional, aspiran a hacer de nuestra área un interlocutor válido y constructivo en el concierto internacional, y abogan por la multilateralidad, la paz y el respeto como bases de un mundo verdaderamente justo.

Y en ese camino, abren sus puertas a vínculos crecientes y mutuamente ventajosos con países como Rusia y China, considerados por los hegemonistas oponentes clave para la materialización de su universo absolutista, y que por añadidura desobedecen los criterios imperiales contra pueblos y naciones caprichosamente calificados como adictos al mal, y se niegan a admitir que sean la violencia, la prepotencia, la discriminación y la exclusión los parámetros válidos en la convivencia global.

En ese contexto, cómo dudar de la continuidad de la historia de agresiones, hostilidad, simulación y golpes rastreros o directos (según aparezca o se fomente la oportunidad) que ha marcado siglos de azarosa convivencia hemisférica, no importa la carga retórica que pretenda dorar la píldora ante los ojos de posibles ingenuos.

A menos que un día nadie vuelva a hablar en la Casa Blanca de “torcer brazos” ajenos, y que la sensatez, el comportamiento civilizado, el reconocimiento del derecho ajeno y de la no injerencia, así como el destierro de las ambiciones insanas se conviertan de una vez en las únicas y absolutas regidoras de la convivencia universal.

viernes, 27 de febrero de 2015

El Caracazo, la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana

http://www.vtv.gob.ve/articulos/2015/02/26/el-caracazo-la-chispa-que-encendio-el-motor-de-la-revolucion-bolivariana-9585.html


La deplorable situación que mantenía la nación para el año 1989 mantenía al 80% de venezolanos en situación de pobreza, solo 55% tenía acceso a un salario digno para cubrir necesidades de la Cesta Básica. Debido a la precariedad, la gente salió a la calle para no morirse de hambre… hasta tuvieron que llenar sus estómagos de comida para perros.
Mientras la desidia crecía, los partidos de Acción Democrática y Copei se repartían los bienes de la Patria asfixiada por la burocracia y las decisiones impopulares.
En todos los gobiernos del país, se vivió la desaparición de la clase media: existía gente o muy adinerada o ahogada por la pobreza.
Una vez electo Carlos Andrés Pérez, en su segundo período, la terrible realidad económica del país (una deuda externa de 32 mil millones de dólares) salió a la luz pública, justificando el escenario para la inminente entrega del país al Fondo Monetario Internacional (FMI). Ello no impediría que el 2 de febrero se realizara una fastuosa toma de posesión en el Teatro Teresa Carreño, evidencia de la alarmante ceguera de la clase política. Los venezolanos llegaron a referirse a ella como la “Coronación”.
“Si escogiera la vida fácil de eludir las dificultades y tratar de ocultar lo que es una realidad frente a la cual todos los venezolanos tiene una actitud de positiva comprensión, si nos convocamos para conformar un país capaz de sustentarse sobre sus propios pies”, manifestó Carlos Andrés Pérez para darle luz verde e imponer “El Paquetazo”.
Entre las medidas neoliberales del FMI implicaba:
-          Aumento de gasolina en 100%
-          Se incrementó al doble el precio de alimentos
-          La Tasa de Interés Bancario se estableció en 28%
-          Aumento en 100% el pasaje urbano
-          Se liberaron precios de los productos y alimentos
-          Cargos públicos quedaron congelados
Apenas tomando la presidencia CAP, todos los deseos y esperanzas de sus electores se verían truncados frente a las medidas económicas neoliberales que el nuevo mandatario anunciaría al país, a pesar de haberse negado durante su campaña a ser partidario de implementar tales medidas, ayudando así a la explosión del desencanto y la inconformidad de un pueblo que se encontraba en un callejón sin salida.
Alejandro Izaguirre -para ese entonces ministro de Relaciones Interiores-  comunicó que la suspensión de las garantías constitucionales y toque de queda quedaban vigentes, es decir, que los ciudadanos que salían a revelarse contra la dictadura genuina sufrirían el Estado de Emergencia que el Gobierno venezolano decretó.
EL ESTALLIDO SOCIAL
La noche del 16 de febrero de 1989, CAP presentó a los venezolanos, en cadena nacional, su proyecto llamado “Paquete económico” como respuesta a la crisis económica que enfrentaba el país desde el “Viernes negro” (1983). Estas medidas fueron concebidas, según mencionó durante la transmisión, “con miras a corregir de manera profunda y prolongada los errores y omisiones que han causado desequilibrios en el desarrollo del país”. El paquetazo de Carlos Andrés Pérez, representó una devaluación de 400%.
A primeras horas el 27 de febrero, las reacciones se iniciaron en las paradas de autobuses cuando los pasajeros se enfrentaron con la especulación de los transportistas urbanos. Transportistas aumentaron precios en 300% y no en 30%, como lo ordenó el gobierno. Los focos de reacción comenzaron en el terminal de Guarenas-Guatire, luego la oleada se trasladó a Caracas y sucedió lo inevitable: Saqueos y disturbios en el país contra las medidas económicas.
Esta vez el pueblo no protestaba por dólares, por ir a Disney, protestaba porque se moría de hambre.
Los alimentos acaparados, la desidia y tensión en cada rincón de Venezuela, hizo que el Estado reconociera que fue el creador de este fenómeno en donde en la calle reinó el pueblo para saquear establecimientos comerciales.
La enorme mayoría estaba callada, sin derecho a protestar porque sabía que si saldrían a la calle la masacre sería inminente. La opresión y la miseria llevaron a los barrios de Caracas a tomar las calles buscando las comidas que hacía falta en sus casas.
El gobierno nacional, incapaz de controlar la situación, suspende las garantías constitucionales, declara un toque de queda y, sin previo aviso o mediación, reprime al pueblo con la activación de efectivos militares. El Caracazo fue un estallido social espontáneo en contra del recetario neoliberal.
RUPTURA CON EL SISTEMA CAPITALISTA Y  ENTRADA AL SISTEMA SOCIALISTA
En repetidas ocasiones, a través de los medios de comunicación, Pérez afirmó que el trauma del 27 y 28 de febrero de 1989 había sido superado. Quiso lavarse la cara, y hasta las manos, reiterando su convicción de que aquella convulsión social había sido “un enfrentamiento entre ricos y pobres”, tratando de hacerse a un lado en su responsabilidad que costó al país miles de muertos en el tristemente célebre Caracazo”.
El Comandante Supremo y eterno de la Revolución Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, repitió y con sobrada razones: “Que el 4 de febrero fue la consecuencia inmediata del 27 de febrero (El Caracazo). Pero también debemos señalar que el 4-F representó la ruptura con el sistema capitalista y abrió la puerta de entrada al sistema socialista.
En 2010, el Comandante Chávez recordó que una de las causas del estallido popular fue “el incremento de la pobreza… producto del neoliberalismo que anda aspirando a volver a Venezuela” en manos de la burguesía. Asimismo, consideró que “El Caracazo fue la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana”.
Las protestas contra el actual Gobierno Bolivariano del presidente Nicolás Maduro no tienen los mismos rasgos ni mucho menos las mismas causas y condicionantes que tuvo el pueblo para salir a la calle a buscar la comida que no tenía en sus refrigeradores.
Hoy los venezolanos saben de qué se trata la guerra, identifican a los enemigos y respaldan en las urnas al primer presidente chavista, un poder que no ha derrotado el denunciado imperialismo ni sus aliados.































sábado, 21 de febrero de 2015

AUGUSTO CESAR SANDINO Y LOS “GOLPES SUAVES”

Adalberto Santana* - http://www.nacionalypopular.com/index.php?option=com_content&task=view&id=22853&Itemid=1

El 21 de febrero de 1934 fue fusilado en Managua, Nicaragua, Augusto Cesar Sandino.

El General de Hombres Libres mundialmente era reconocido por la gesta heroica que dirigió entre 1927 y 1933 cuando libró con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua una guerra anti-intervencionista contra la ocupación militar estadounidense.

Tras largos años de desarrollar una guerra de guerrillas contra los marines norteamericanos, finalmente, las fuerzas sandinistas lograron derrotar al más poderoso ejército del mundo que había intervenido al pequeño país centroamericano.

En el fondo de esa intervención se expresaba, por un lado, el afán expansionista del imperialismo estadounidense por controlar los espacios estratégicos donde era viable realizar un canal interoceánico.

Por el otro, se expresaba la contradicción que tenían por una parte los intereses de los grandes monopolios petroleros norteamericanos e ingleses que entraban en pugna con las aspiraciones de la Revolución Mexicana y su gobierno por recuperar para la nación las riquezas petroleras que estaban en su subsuelo y que en esos años monopolizaban las compañías transnacionales en territorio mexicano.

Esta disputa se desarrolló a través de Nicaragua. La Revolución Mexicana apoyaba a las fuerzas sandinistas contra la intervención estadounidense.

Eran dos proyectos encontrados donde figuraban los intereses de las grandes potencias por seguir saqueando y explotando las riquezas naturales de los pueblos latinoamericanos.

Frente a ello emergía el proyecto emancipador que aspiraba a consolidar la defensa de la soberanía nacional rescatando precisamente esas riquezas naturales para el interés de las naciones latinoamericanas y de sus pueblos.

Para cumplir sus objetivos, la Casa Blanca había encontrado que, en esa fase de lucha que se libraba en América Latina, sus aliados locales eran las dictaduras militares y las oligarquías terratenientes que defendían los intereses imperiales.

En México había sido derrotada durante la fase armada de la Revolución Mexicana (1910-1914) la dictadura porfirista que figuraba como un aliado de los monopolios imperialistas.

En Venezuela el aliado natural del imperialismo estadounidense era la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1936). En Nicaragua lo fue la dictadura militar de los Somoza, que se prolongó desde el asesinato de Sandino hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista ocurrida el 19 de julio de 1979.

Por eso aquel acontecimiento, el aniquilamiento de la resistencia sandinista con el fusilamiento del General de Hombres Libres, fue medular en la historia de Nicaragua y de América Latina.

Con ello se trataba de descabezar a la dirigencia del movimiento revolucionario que había humillado al imperialismo norteamericano al derrotarlo política y militarmente durante la fase de la guerra anti-intervencionista que desarrolló Sandino y su guerrilla popular contra el más poderoso ejército del mundo.

Por ello Washington, cuando se vio obligado a retirar sus tropas de territorio nicaragüense en los inicios de 1933, encontró que la mejor forma de proteger sus intereses era dejar antes de su partida una estructura militar, y así formó la Guardia Nacional de Nicaragua, dejando a la cabeza como jefe director de la misma al general Anastasio Somoza García.

La forma de vencer finalmente toda resistencia en Nicaragua y de dar un ejemplo a otros pueblos y naciones de América Latina y el mundo fue descabezar el movimiento revolucionario en ese heroico país centroamericano. Por eso la idea del asesinato de Sandino fue concebida y ordenada por el embajador estadounidense en Nicaragua y por Somoza.

Los preparativos para llevar a efecto esos criminales propósitos fueron aprovechar la coyuntura de que Sandino y los principales miembros de su estado mayor habían visitado al presidente Juan Bautista Sacasa en la Casa Presidencial para negociar el desarme de la Guardia Nacional.

Al salir de ella, después de cenar ahí con el mandatario nicaragüense, el General de Hombres Libres y los generales sandinistas Estrada y Umanzor fueron detenidos y desarmados por efectivos de la Guardia Nacional.

Tras la detención, Sandino y sus hombres fueron llevados al campo de aviación donde fueron asesinados. Sus restos fueron ocultados sin conocerse el lugar donde habían sido sepultados.

Había sido un demoledor golpe a la causa sandinista y a las luchas de liberación nacional que se libraban en América Latina y el resto del mundo. El imperialismo norteamericano ejercía, a través de estos golpes duros, su poder hegemónico.

Hoy, a ochenta años de aquel magnicidio, de nueva cuenta los intereses de la Casa Banca se ejercen utilizando nuevas estrategias.

El escenario latinoamericano ya es otro con una clara mayoría de gobiernos progresistas y revolucionarios en la región (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, El Salvador y Guyana).

Sin embargo, por ello mismo la hegemonía estadounidense pretende revertir esta situación con los llamados golpes suaves, como los que se han realizado en Honduras (2009) y Paraguay (2010), y con la estrategia contrarrevolucionaria que se establece en estos momentos en Venezuela contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

La estrategia de los nuevos llamados “golpes suaves”, es el mecanismo con que se pretende derrocar a gobiernos progresistas en el mundo. Particularmente en naciones estratégicas por sus recursos petroleros o mineros como Irak, Siria, Ucrania, y las latinoamericanas como Venezuela, Ecuador o Bolivia, entre otras.

La forma en que se ejercen estas nuevas estrategias golpistas es a través de la manipulación psicológica de las masas. Utilizando a diversos medios de comunicación, lanzando un discurso como lo ha propuesto el nuevo ideólogo del imperialismo estadounidense, Gene Sharp (quien en ensayo “De la dictadura a la democracia” y en su libro La política de la acción no violenta describe 198 métodos para derrocar gobiernos por medio de los “golpes suaves”. Este ideólogo de la derecha argumenta que el derrocamiento de gobiernos de izquierda debe aplicarse con base en una estrategia en la que se desarrollen las siguientes fases:

Primero: La promoción de factores de malestar y denuncia de corrupción.

Segundo: Campañas en defensa de DD.HH., libertad de prensa y acusaciones de totalitarismo.

Tercera: Reivindicación por demandas políticas y sociales, y toma de instituciones públicas.

Cuarta: Operaciones de guerra psicológica, clima de ingobernabilidad.

Quinta: Desarrollo de una guerra civil prolongada, se prepara la intervención militar extranjera, y se obliga la renuncia del presidente de la República.

De ahí la importancia que en estos momentos tiene, por parte de las fuerzas progresistas latinoamericanas y del mundo, esclarecer estas guerras que se promueven contra Venezuela o Siria, teniendo como ejemplo la experiencia de lo que significó hace 80 años el asesinato de Agusto C. Sandino por parte de las estrategias contrarrevolucionarias de la Casa Blanca y sus aliados locales.

jueves, 12 de febrero de 2015

La geopolítica de la cuestión nacional

Federico Bernal * - http://rinacional.com.ar/la-geopolitica-de-la-cuestion-nacional.html

En el balance de estos 204 años de vida, la "Argentina" semicolonial ha resultado clara vencedora. Su inserción en un "mundo" a imagen y conveniencia de sus intereses ha sido la clave del éxito. Sus clases dominantes, crecidas y desarrolladas desde la conquista española en función del mercado externo, se vieron obligadas a formarse en el arte del comercio y las relaciones internacionales para forjar aliados en calidad de socios, en una mancomunidad vital a su supervivencia. ¿Por qué? Sencillamente porque las élites fueron y serán siempre una insignificante minoría. Y en un país aún "en vías de autosuficiencia y emancipación" (en lugar de "en vías de desarrollo"), una minoría antipopular sin apoyo externo está condenada al fracaso, esto es, está absolutamente imposibilitada de someter a las masas y de ahogar las experiencias populares y democráticas germinadas de tanto en tanto al calor de las crisis del capitalismo internacional o de las catástrofes de administraciones locales (de facto o pseudodemocráticas) genocidas de pueblo e industrias. Qué pide el extranjero a cambio del apoyo brindado a sus socios de la semicolonia: un mercado estable y próspero para sus bancos, empresas y manufacturas (apertura indiscriminada, mercado interno pauperizado, excedentes exportables, dependencia financiera, industrial, científica y tecnológica, etc.).

El extranjero, socio de esas clases dominantes, instará a su vez a sus propios socios a tender un cerco común sobre cualquier intentona independentista surgida de la semicolonia. ¡Nada de financiar la creación de capitalismo autóctono y autónomo! ¡Nada de financiar y construir obras energéticas que mejoren la calidad de vida de la plebe! ¡Nada de satélites que hagan al granero del mundo posar su atención en el espacio! ¡Todo al suelo y a la tierra, que son granero del mundo! En fin, las semicolonias deben ser prósperas para los de afuera, mientras que subdesarrolladas, empobrecidas y excluyentes para los de adentro. El círculo virtuoso de la dependencia cierra así perfectamente, se retroalimenta y se torna casi invencible. En este sentido, la alianza estratégica con China –una pieza más aunque vital de la geopolítica internacional desplegada por nuestro país desde 2003– viene a romper dicho círculo; viene a desafiar la geopolítica de la semicolonia enquistada en el antiguo territorio de las Provincias Unidas desde la derrota del Plan de Operaciones.

LA PATRIA NO ES EL OTRO... ¡LA PATRIA ES LA ESTANCIA! Los recientes acuerdos suscriptos entre la Argentina y la República Popular China suscitaron el rechazo generalizado de la oligarquía doméstica y la gran burguesía mercantilista y parasitaria aglutinada en la Unión Industrial Argentina. Que nos endeudaremos de por vida; que nos devorará el imperialismo chino; que los chinos nos arrebatarán nuestras tierras, etc. El nacionalismo conservador suele brotar graciosa y espasmódicamente ante acuerdos de esta naturaleza. La Patria no es "el otro" para esta gente... ¡la Patria es la estancia! (y si el país puede repetir el récord del Centenario en la relación vacunos/habitantes de 4 a 1, ¡más Patria aún!). A propósito de los dichos de la UIA –oportunamente retrucados por el vicepresidente de ADIMRA, Juan Carlos Lascurain– importa decir que la primera, proclamada campeona del librecambio, deviene en furiosamente proteccionista toda vez que ve peligrar sus intereses, que por desgracia y en definitiva son los de las cámaras de comercio británica y estadounidense en la Argentina, intereses compatibilizados entre hoyo y hoyo en el Golf de San Isidro, y rubricados posteriormente durante algún festín del célebre y anual US Open del mismo deporte.
LAS PESADILLAS DE LOS PARALIZADORES DE YACYRETÁ Y ATUCHA II. En un artículo escrito esta semana con Ricardo De Dicco, director de Investigación Científica y Tecnológica del Observatorio OETEC, respondimos a los endeudadores seriales del pueblo argentino acerca de su preocupación de la cuestión financiera derivada de las obras energéticas acordadas con la República Popular China. En relación a las nuevas represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, cabe decir en primer lugar que las mismas tendrán unos 1.740 MW de potencia, aportarán el equivalente al 4% de la demanda nacional de energía y generarán entre 15 mil y 20 mil puestos de trabajo directos e indirectos, implicando la futura sustitución de 1200 millones de dólares en importación de hidrocarburos.

Asimismo, es clave destacar que los acuerdos incluyen transferencia tecnológica y la contratación de proveedores locales para los desarrollos de las obras civiles, equipos y montajes electromecánicos para la interconexión eléctrica, playa de 500 KV, transformadores, etc. Para los paralizadores de Yacyretá, estas dos enormes represas constituyen una horrible pesadilla. Para los ejecutores especializados en cierres y quiebras masivas de centenares de miles de pymes, la incorporación de industria nacional en las represas como en la 4ª y 5ª centrales nucleares es mucho más que una horrible pesadilla. Y para los endeudadores seriales y los amantes de inversiones extranjeras especulativas e improductivas, el hecho de que gracias al financiamiento de organismos chinos, las obras comenzarán a pagarse una vez operativas comercialmente (se pagarán con la propia energía generada y vendida a CAMMESA), la pesadilla muda en insoportable realidad.

BLINDAJE CHINO. A diferencia de lo acontecido con los gobiernos nacionales y populares durante los siglos XIX y XX, la Argentina del Bicentenario ha parido y viene consolidando una muy robusta geopolítica de la emancipación. A su alianza con Brasil y el fomento permanente del Mercosur, la creación de la Unasur, la CELAC y el Consejo de Defensa Suramericano, entre otros hitos regionales, debemos ahora agregar la asociación estratégica con China (además de los avances con Rusia, entre otros actores no occidentales). Que una Argentina en vías de ser otra cosa que eterno proveedor de rumiantes y clorofila se alíe a un país como China es algo inédito en nuestra historia y debe trascender los planteos (en su mayoría del propio campo popular) de si las condiciones del intercambio (manufacturas/materias primas) son o no son las óptimas o convenientes. China se guía por sus propios intereses, pero se trata de una potencia que a la hora de extender sus influjos y consolidar sus mercados interno y externo sale del patrón de expansión hegemónica (imperialista) anglo-sajón.

La nueva alianza sino-argentina será fructífera y colaborará con un desenvolvimiento genuino y progresivo de nuestras fuerzas productivas si la creatividad nacional y popular y la decisión política están, como lo indican los recientes acuerdos, a la altura de las necesidades de nuestra irresuelta cuestión nacional. La alianza y la asociación estratégica con China ya trasciende los planos meramente financiero y comercial: comienza a servir para  blindar los avances y las conquistas sociales, industriales, científicas, tecnológicas y energéticas de los últimos once años contra futuros embates privatizadores y derogadores. Y no está mal blindarse con socios extranjeros: ¡Desde 1810 que los enemigos domésticos del pueblo argentino nos tienen a maltraer gracias al auxilio foráneo!

DOS POTENCIAS DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL EN ASCENSO. El desafío es inmenso y la oportunidad única. De la misma manera que una Argentina miembro destacado del G20, que ha logrado persuadir a los líderes del mundo emergente y de las naciones en "vías de autosuficiencia y emancipación" de que es posible sortear la crisis del capitalismo financiero y especulador sin recurrir a Friedman y Hayek; de que es posible reestructurar deuda y desendeudarse sin caer en el FMI ni en las garras del terrorismo financiero y especulador occidental, la República Popular China demuestra al mundo (y específicamente a los presuntos civilizados de Occidente) que se puede trabajar y avanzar en un nuevo orden de las relaciones internacionales basadas en una cooperación  de tipo "win-win".

En efecto, el especialista Wu Baiyi del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales nos explica esa distinción clave: "China está experimentando con algo que ninguna otra gran potencia ha intentado antes: convertir en principio básico de las relaciones internacionales a la cooperación equitativamente provechosa entre naciones ["win-win"]. Bajo este nuevo liderazgo, China ha practicado articuladamente un enfoque más equilibrado a la hora de defender principios y buscar intereses, con el eje puesto en negociaciones basadas en la buena fe, la amistad, la justicia y la fuerza moral". Queda claro por qué ni a la semicolonia ni a sus socios extranjeros les conviene que dos potencias del nuevo orden mundial en ascenso como son la Argentina y China consoliden su alianza y asociación estratégica

* Dir. Observatorio de Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC)

lunes, 9 de febrero de 2015

Una oportunidad de cambio se echó a rodar en Europa

Por Luis Angió, desde Atenas* - http://www.marcha.org.ar/index.php/elmundo/europa/6411-una-oportunidad-de-cambio-se-echo-a-rodar-en-europa

A pocos días del triunfo de Syriza, en Grecia todo es normalidad. Las grandes catástrofes que pregonaban los partidos de derecha y todo el establishment en Europa quedaron desvirtuadas. El gobierno de Alexis Tsipras comenzó a poner en práctica una serie de medidas económicas para empezar a revertir los años de austeridad que afectaron a la gran mayoría de la población.

Las reuniones con los grupos económicos que hasta el domingo 25 de enero mandaban en Grecia se desarrollan con la expectativa propia de un poder que va a querer poner piedras en el camino del nuevo Ejecutivo. Un estudiante de 19 años lo resumió así: "Los griegos necesitamos volver a vivir".

Mientras camino por las calles de Atenas, me encuentro con un grupo de mujeres que está bajo una recova acampando con carteles y pasacalles. Uno de esos escritos indica que allí hay personas que están luchando por algo. El pasacalle dice: "¡Hasta la victoria siempre!", frase retratada por la clásica foto del Che Guevara.

Hablo con una de ellas. Es chilena y una más entre las 595 mujeres que desde hace más de 300 días fueron despedidas del trabajo de limpieza en dependencias del Ministerio de Economía. Recuerda que su lucha fue acompañada por Syriza y que Tsipras siempre estuvo a su lado, prometiendo que si accedía al gobierno serían reincorporadas.

Recorriendo algunos barrios de Atenas llego a Plakas, típico lugar donde se abarrotan los locales y negocios, especialmente instalados para el turismo. A pesar del invierno y del día destemplado, cientos de turistas recorren sus calles. Entro en los puestos de venta a consultar algo: la excusa es encontrar a alguien que hable castellano para poder entablar una conversación. A poco de recorrer, encuentro a un ateniense que se dedica a vender conjuntos deportivos de los equipos más famosos de Europa. Habla español. Le pregunto por quién votó y me dice que por Syriza. No parece ser una persona que esté en una mala situación económica y menos sin trabajo. Me comenta que está harto de los que siempre han gobernado y sólo se llenaron sus bolsillos. Que la corrupción es cosa de todos los días y que nunca se ha hecho nada. No se considera un hombre de izquierda pero votó a Tsipras porque está cansado de todo lo conocido y apuesta a un cambio.

Muchos de los que, con un 36% de votos, le dieron el triunfo a Syriza lo hicieron por este mismo motivo. Saben que los cambios no vendrán mágicamente. También saben que necesitarán el apoyo de otros sectores políticos de Europa, que dieron su aliento a este nuevo partido que hace cuatro años había logrado sólo el 4% en los anteriores comicios.

Un grupo de italianas e italianos que se denomina "La otra Europa con Tsipras" trae, además de su apoyo, la esperanza de que un triunfo de esta izquierda ayude a impulsar a otros movimientos europeos. Raffaella Bolini, una militante social que integra este grupo, relata que "aquí se puede romper el bloqueo único neoliberal que desde hace 30 años está en el poder en Europa".

La masiva movilización en Madrid el pasado 31 de enero, donde más de 200 mil personas se juntaron en la Puerta del Sol convocadas por PODEMOS, indica que otra Europa es posible.

El acuerdo con Griegos Independientes –un pequeño partido nacionalista de derecha que ha logrado representación parlamentaria y que en su plataforma plantea romper los acuerdos económicos con la Troika– mostrará en estos primeros meses de gobierno hasta dónde se podrá imponer un plan económico que saque de la pobreza y la miseria a los millones de griegos y que disminuya el 27% de desocupación actual.

Por lo pronto, Tsipras ya se encuentra recorriendo otros países de Europa, conversando con los principales gobernantes y explicando que Syriza no ha llegado al gobierno para destruir nada de lo que la derecha ha venido diciendo desde hace meses. Si lo consigue, será un indicio de que Syriza también están llegando al poder.

Con este panorama, parecería que el escollo más fuerte por sortear es la nueva "dama de hierro", Ángela Merkel, canciller alemana y representante de los grupos económicos financieros como el Banco Mundial (BM), el Banco Común Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras tanto, una oportunidad de cambio se echó a rodar en Europa.

*Periodista del programa "Otras voces, otras propuestas" de Radio La Retaguardia